P. Miguel Ángel García Morcuende • Reflexiones a los centros educativos
3
en relación con las leyes sobre identidad y expresión de género
las posibles categorías responden al princi-
pio: toda persona necesita ser atendida de
acuerdo con sus características.
En el caso de la diversidad sexual es una
realidad emergente y novedosa, y en conse-
cuencia se piensa que es mejor ‘dejar pasar’
el tema o tratarlo solo cuando se hace urgen-
te o imprescindible. Por el contrario, la diver-
sidad sexual ha existido desde siempre, pero
el mensaje hace unas décadas estaba claro, a
pesar de no ser formalmente enunciado: de
la diversidad no se habla.
Sin duda, se trata de un asunto delicado y
complejo, en el que la acogida y respeto a las
personas deben estar presentes. En la exhor-
tación “Amoris laetitia”, el Papa Francisco seña-
la que “toda persona, independientemente
de su tendencia sexual, ha de ser respetada
en su dignidad y acogida con respeto, procu-
rando evitar «todo signo de discriminación
injusta», y particularmente cualquier forma
de agresión y violencia” (n. 250). En este sen-
tido, la respuesta educativa y pastoral de nues-
tros Centros salesianos ha venido presidida
por el principio de respeto y acogida enuncia-
do por el Santo Padre, tratando con la aten-
ción personalizada que requiere cada joven.
[b] Muchas leyes educativas vigentes des-
tacan entre los distintos fines de la educación
el reconocimiento de la diversidad e incorpo-
ra entre sus principios inspiradores el fomen-
to de la igualdad efectiva de mujeres y hom-
bres, la educación afectivo-sexual y la preven-
ción de la violencia de género. Y estamos
obligados jurídicamente a hacer esto. Las
acciones de fomento de la cultura del res-
peto y la lucha contra la discriminación, cual-
quiera que sea su causa, es un objetivo loa-
ble, querido por todos, y que sugiere la exis-
tencia de una injusticia. El alumnado
sexualmente minoritario sufre a menudo
experiencias de victimización en la escuela
que incluyen el lenguaje discriminatorio, los
insultos, los episodios de acoso entre iguales
e incluso experiencias de abuso por parte del
personal del centro. Además, no olvidemos
que la mayor parte de los delitos de odio que
tienen lugar en muchos países se deben a la
orientación sexual o identidad de género, por
encima de otras características personales
como las minorías étnicas o la discapacidad.
De hecho, la “inclusión” se percibe a veces
exclusivamente como un proceso referido a
la discapacidad y, más en general, a las nece-
sidades educativas especiales, con cierta aten-
ción a las desventajas interculturales-socio-
culturales y lingüísticas.
Por otra parte, el gender suele ir unido a las
palabras «crisis» e «ideología». No todo acer-
camiento al fenómeno ‘gender’ es ideológi-
co. Una cosa es el llamado enfoque de género
y otra la ideología de género, como veremos
más adelante. Sin embargo, algunas legisla-
ciones afrontan por vía normativa los postu-
lados de la denominada ideología de género.
Según esta perspectiva, la supuesta diferen-
cia entre hombres y mujeres, así como el sis-
tema tradicional de género son un producto
exclusivo de la cultura, son el resultado de la
“construcción social”1. Por tanto, también pro-
pone ampliar el número de géneros y, de esta
manera, dar lugar a varias identidades sexua-
les posibles, elegidas a gusto y modificables
en varias etapas de la vida. El sexo biológico
se convierte así en algo irrelevante, líquido,
provisional, fluido y, por tanto, susceptible
de cambios por autodeterminación varias
veces durante la vida.
Según esto, las leyes establecen algunas
medidas que, más allá de la lucha contra la
discriminación o el acoso, tratan de imponer
1 A partir de los análisis de Michel Foucault en su Historia
de la sexualidad (2005), en los que se define esta en tér-
minos de un “constructo social”, y de acuerdo con la
llamada Queer theory, formulada por Judith Butler, Eve
Kosofsky Sedgwick y otros estudiosos del feminismo
gender, “el sexo biológico habría de ser superado por el
género, que es algo cultural”.
sdb.org Via Marsala 42 - 00185 Roma • Centralino: (+39) 06 656 121 • Email: pastorale@sdb.org