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FLASH • Diciembre 2023 SECTOR PASTORAL JUVENIL Salesiani di Don Bosco • Sede Centrale Salesiana
presencia en medio de los jóvenes y la cerca-
nía y la atención personal (“conversación más
que cátedra”). Es un acompañamiento afec-
tivo y efectivo. Por ello, ¡hemos de ser hon-
dos conocedores de los misterios de la vida
de los jóvenes!
II. Después del enraizamiento en lo huma-
no viene un SEGUNDO TIEMPO: testimoniar
la propia experiencia cristiana. Se trata de
que el joven oiga y vea, si quiere, el relato
directo por si despierta interés en él. Hablar
desde la propia experiencia: “Quiero compar-
tir contigo lo que se me ha regalado, me da
sentido y me hace feliz”. No es “contar mi
vida” sino lo que la presencia de Jesús me está
enseñando, lo que ha aportado a mi vida.
Es la lógica de alguien que presenta un ami-
go a otro amigo. No venimos a traer algo aje-
no, que suena raro, sino que forma parte de
la propia historia de las personas que lo cuen-
tan. Hablamos de lo que ocupa el centro de
la persona, lo más propio, íntimo y auténti-
co, lo más personal de cada uno, y a su vez
lo más valioso. Responde, en definitiva, al
carácter auditivo del origen de la transmisión
de la fe, que fue la práctica pionera de la Igle-
sia: estamos hablando de algo que se procla-
ma, que se pregona. La fe viene, en clásica
expresión de Pablo, de «oír el anuncio» (Rom
10,17). No se evangeliza dando un testimo-
nio de amor sin palabras, sin propuesta e invi-
tación concreta.
Este segundo paso se inicia con accio-
nes de PJS de signo cristiano abiertas, a
veces no vinculadas a largos procesos.
Empiezan y terminan en tiempos defini-
dos, pero la clave es la invitación desde el
testimonio: las celebraciones de Pascuas
con Jóvenes; los encuentros, las campa-
ñas y mesas redonda de reflexión, de con-
vivencia y de oración; la experiencia de Tai-
zé; las acciones solidarias, en especial en
sectores más pobres y necesitados; los gru-
pos formativos y las tutorías en las escue-
las. Es, en otras palabras, la puesta en prác-
tica del principio mistagógico. Se vive una
experiencia y la experiencia de convierte
en el punto de apoyo para una reflexión,
un aprendizaje, o también un nuevo cam-
bio de rumbo en la vida.
Necesitamos compartir la propia experien-
cia vital, destrabar la lengua, hablar de nues-
tra fe a los jóvenes y lo que supone para noso-
tros. No sólo estamos urgidos a “hablar” de
Cristo y hablar bien, sino a hacerlo presente
en nuestra vida. Creo que hemos perdido la
costumbre y se nos ha olvidado hablar de for-
ma natural de lo que es algo esencial en nues-
tra vida. Hemos introyectado miedos que nos
paralizan. Y si no sabemos hablar de la fe entre
nosotros, creyentes, todo discurso a los que
no lo son sonará artificial. En este sentido la
pregunta que marca nuestra capacidad o inca-
pacidad para evangelizar es: ¿He hablado con
algún joven de mi vida de relación con Cristo o
con Dios últimamente?
Dicho de otra manera, el anuncio queda
envuelto por el testimonio y la palabra. Hay
que reconocer que preferimos descansar sobre
discursos y propuestas demasiado hechos,
doctrinal, moral o espiritualmente, desarro-
llando una “enseñanza lineal” de tipo cate-
quético. En realidad, en la práctica real del pri-
mer anuncio, el testigo verdaderamente fiable
solo cuenta con sus convicciones vitales (no solo
certezas intelectuales), la transmisión de una
vida vivida con sentido, y, eso sí, la fuerza de la
Palabra. Así pues, el anuncio debe constituir-
se hoy como una provocación también para
el apóstol: “quien quiera predicar, primero
debe estar dispuesto a dejarse conmover por
la Palabra y a hacerla carne en su existencia”
(Evangelii Gaudium 150)
«El primer objetivo no es tanto hacer que
los otros crean ‘como nosotros’, sino que
crean que nosotros creemos de verdad en
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