injerencia en los llamados asuntos interiores; por los medios de comunicación para
llamar con crueldad la huidiza atención de una opinión pública a menudo versatil y
superficial.
Lo que más preocupa es el riesgo de que, ante la complejidad y las numerosas
ramificaciones y facetas del derecho internacional de los derechos humanos (en la
actualidad existen 130 fuentes jurídicas primarias concernientes este tema), se olvide
su valor global y al mismo tiempo el valor de cada parte.
En todos los continentes, la afirmación de un derecho internacional de los derechos
humanos ha chocado y todavía choca no sólo con los fuertes empujes de la soberanía
nacional y con la defensa de la no injerencia en los asuntos interiores, sino también
con los intereses políticos, geopolíticos y sobretodo económicos contrapuestos.
Los derechos humanos afectan el status quo, las estructuras del poder y los estilos de
vida dominantes: constituyen el medio más poderoso hoy en día para la promoción y
la protección de los más vulnerables, sobretodo los más jóvenes, los más débiles, los
más necesitados.
La historia de los derechos humanos es una historia de luchas: es la historia de las
luchas de la humanidad para la dignidad y la libertad.
No se trata de derechos cualquieras ni de libertades cualquiera. Cuando hablamos de
derechos humanos nos referimos tan sólo a las libertades fundamentales para la
dignidad de la persona - inherent rights and fundamental freedoms – que podemos
ejemplifcar con uno de los grandes padres de la Declaración Universal, Roosvelt:
libertad de palabra, libertad de creencia, libertad de la necesitad y libertad del miedo.
Toda convención, todo acuerdo internacional, todo organismo encargado de
promocionar o proteger uno o más derechos humanos ha sido un logro, el resultado
de un proceso de consultas, presiones, acuerdos que duró años, a veces décadas y
que estimuló el compromiso y la movilización de los recursos no sólo de intelectuales
sino también de considerables movimientos de personas.
Si se mira, en perspectiva diacrónica, a la historia de los derechos humanos, no se
puede no observar que los progresos obtenidos a partir de 1990 no eran
probablemente ni siquiera de esperar hasta la caída del muro de Berlín: en 1990 solo
el 10% de los Países del mundo había ratificado por entonces las seis principales
Convenciones Internacionales por los derechos humanos, en el 2008 este número
aumentó de modo espectacular, llegando a casi la mitad de todos los Países, con
cinco de las Convenciones fundamentales ratificadas por más de 160 Países.
Muchos Países del Este, además, como consecuencia de la caída del muro de Berlín,
han articulado los derechos humanos en sus Constituciones nacionales, como antes
había sucedido en muchos países afro-asiáticos, una vez alcanzada la independencia
de los regimenes coloniales.
Muchos Países, en los años más recientes, han introducido la educación en derechos
humanos en los programas escolares y han creado nuevas instituciones para
promover los derechos humanos y afrontar sus violaciones: Autoridades, Comisiones
nacionales independientes, Ombudspersons, Defensores del pueblo.
Más, los años Noventa han visto la institución de los Tribunales Penales
Internacionales para la ex-Yugoslavia, para Ruanda, y en el 2000 ha sido instituida
la Corte Especial para Sierra Leona, en el 2003 el Tribunal Especial para Camboya y,
el 1 julio de 2002, después de más de medio siglo de campañas por su institución, ha
entrado en vigor la Corte Penal Internacional Permanente.
Si, como decíamos, es verdad que no se puede no tener en cuenta estos resultados, el
grito -dónde por lo menos es grito y no silencio ensordecedor- de las macizas
violaciones de la dignidad y de las libertades de la persona retumba cada día por los
cuatro rincones de la tierra.
Congresso Internazionale Sistema Preventivo e Diritti Umani, Roma 2 – 6 Gennaio 2009
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