Eucaristia para todos los Salesianos Difuntos.pdf









Cuando esta conmemoración cae en domingo, se omite y no puede trasladarse a otro día.
En la celebración de la Eucaristía, la memoria de los salesianos difuntos no es sólo sufragio;


es también acción de gracias a Dios por haber dado a su Iglesia hombres generosos que
respondieron a la voz del Señor comprometiéndose a trabajar con san Juan Bosco viviendo los
consejos evangélicos por el bien de los muchachos y de los jóvenes.


Nuestros padres y hermanos nos legaron una herencia de gran valor. Algunos viven aún en
nuestra memoria; otros han pasado a la historia y su recuerdo nos invita a bendecir al Señor; de no
pocos, su vida humilde y escondida es sólo un nombre en el Necrologio.


Nuestra santa asamblea, más que tejer la loa de sus virtudes, quiere reconocer el bien
que, por gracia de Dios, hicieron en la Iglesia. Es la actitud que brota espontánea del
corazón fiel y agradecido -también cuando los conmemoramos durante los ejercicios
espirituales- al recordar a quienes trabajaron, creyeron, esperaron, sufrieron y amaron con
nosotros, a fin de sacar estímulos para seguir adelante en nuestra vocación con nuevo fervor.


Ante el misterio de la muerte iluminado por la muerte redentora de Cristo (cf. pref.), los
textos eucológicos invitan a los fieles a una profesión de fe en el « Padre infinitamente
misericordioso », que tiene prometida una « dicha sin fin a los que buscan, por encima de
todo, el Reino de los cielos » (col.).


Al encomendar a los salesianos difuntos al Padre que da la vida (cf. pref.) y sostiene
todo con su providencia, la asamblea recuerda que « consumaron la vida al servicio del
Evangelio », siguiendo « el camino trazado por san Juan Bosco » (col.), y trabajaron en la
viña del Señor (cf. posc.) ejerciendo « su ministerio pastoral al servicio de los jóvenes » (ofr)..
Para los que aún aguardan la llegada del Señor, la asamblea pide el « premio prometido a los
criados fieles » (posc.) -e l « perdón », la « alegría », la « luz y la paz eterna » (ofr.) y el
despertar « a la gloriosa resurrección » (pref.)-, a fin de que puedan contemplar eternamente el
rostro de Dios (cf. col.).


Sin embargo, su recuerdo en el sacrificio memorial de la Pascua de Cristo es también
ocasión de súplica por todos nosotros, para que podamos ser fieles a nuestro servicio del
Evangelio en la Iglesia (cf. col.).


ANTÍFONA DE ENTRADA


Los que creemos en el Señor


un día viviremos dichosos en la luz de Dios,


donde Cristo Jesús tiene preparada una morada


a los criados que le son fieles.





ORACIÓN COLECTA




Padre de infinita misericordia,


que prometiste dicha sin fin


a los que buscan, por encima de todo, el Reino de los cielos:


te pedimos que acojas a nuestros hermanos difuntos [los salesianos difuntos],


que consumaron su vida en el servicio del Evangelio


siguiendo el camino trazado por san Juan Bosco;


concédeles a ellos la contemplación de tu rostro


y a nosotros la fidelidad a nuestros compromisos religiosos.


Por nuestro Señor Jesucristo...




ORACIÓN DE LOS FIELES: págs. 235-236. (Se encuentra al final de esta liturgia).






ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS




Este sacrificio de reconciliación, Padre,


sea fuente de perdón y de alegría eterna


para nuestros hermanos difuntos [los salesianos difuntos],


que ejercieron su ministerio pastoral


al servicio de los jóvenes.


Por Jesucristo, nuestro Señor.






PREFACIO (para el texto musicalizado: págs. 217-218).


La vida terrena y la gloria celeste




C. El Señor esté con vosotros.


R Y con tu espíritu.


C. Levantemos el corazón.


R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.


C. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.


R Es justo y necesario.





En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y salvación


darte gracias siempre y en todo lugar,


Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.


Porque tu voluntad nos da la vida, tus decretos la dirigen


y un mandato tuyo, en castigo del pecado,


nos devuelve a la tierra de la que habíamos sido sacados.


Y también te damos gracias


porque, al redimirnos con la muerte de tu Hijo Jesucristo,


por tu voluntad salvadora


nos llevas a nueva vida


para que tengamos parte en su gloriosa resurrección.


Por eso, como los ángeles te cantan en el cielo,


así nosotros en la tierra te aclamamos diciendo sin cesar:


Santo, Santo, Santo...






ANTIFONA DE COMUNIÓN Lc 12, 36-37a




Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda,


para abrirle apenas venga y llame.


Dichosos los criados a quien el amo, al llegar, los encuentre en vela.






ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN




Acoge, Padre, en el regazo de tu misericordia


a nuestros hermanos difuntos [los salesianos difuntos],


por quienes te hemos ofrecido este sacrificio de salvación;


y, pues durante la vida trabajaron en tu viña,


dales el premio prometido a los criados fieles.


Por Jesucristo, nuestro Señor.









BENDICIÓN SOLEMNE




El Dios de todo consuelo,


que con amor inefable creó al hombre


y en la resurrección de su Hijo


ha dado a los creyentes la esperanza de resucitar,


derrame sobre vosotros su bendición.


R Amén.




Él conceda el perdón de toda culpa a los que aún vivimos en el mundo,


y otorgue a los que han muerto el lugar de la luz y de la paz.


R. Amén.




Y a todos nos conceda


vivir eternamente felices con Cristo,


al que proclamamos resucitado de entre los muertos.


R Amén.




Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo,


descienda sobre vosotros.


R. Amén.






ORACIÓN DE LOS FIELES




Hermanos, nuestra muerte, igual que la de Cristo,


lleva consigo la promesa de la resurrección.


Invoquemos al Dios de nuestros padres


con las súplicas que nos inspira la fe.




R. Dios de la vida, escúchanos.




1. Por el pueblo santo de Dios: para que sepa dar testimonio de la victoria de Cristo sobre la muerte y


acierte a promover la vida y la dignidad humana, roguemos al Señor.





2. Por la Congregación Salesiana: para que su fidelidad a san Juan Bosco se sienta sostenida por


el recuerdo vivo de los hermanos que nos han precedido con el signo de la fe, roguemos al


Señor.




3. Por los salesianos que duermen en Cristo el sueño de la paz: para que oigan sus consoladoras


palabras: « Ven, siervo bueno y fiel; pasa al banquete de tu Señor », roguemos al Señor.




4. Por los que participamos en esta mesa de la Palabra y del Pan de vida: para que compartamos con


todos los salesianos la fe en la resurrección mediante obras de justicia y de caridad, roguemos al


Señor.




5. Otras intenciones.




Aviva en nosotros, Padre santo, la fe en la resurrección


y concédenos poder testimoniar con la vida


la esperanza que alienta en nuestro corazón.


Por Jesucristo, nuestro Señor.




O bien:




Hermanos, ante el doloroso misterio de la muerte, tenemos el consuelo de una gran esperanza:


nuestros ojos verán a Dios, seremos semejantes a Él


y cantaremos eternamente sus alabanzas.


Alentados por esta fe, oremos con confianza.




R. En ti esperamos, Señor.




1. Por las comunidades cristianas: para que, al recordar a los pastores y hermanos difuntos,


anuncien a todos los hombres los cielos nuevos y la tierra nueva que Dios tiene preparados


para quienes le aman, roguemos al Señor.




2. Por la Familia Salesiana: para que, al trabajar en la promoción humana y cristiana, viva las


realidades de este mundo como antesala de los cielos nuevos y de la tierra nueva, roguemos al


Señor.





3. Por los salesianos difuntos: para que, regenerados en la fuente bautismal y sellados por el


Espíritu, sean recibidos por Dios en su reino de luz y de paz, roguemos al Señor.




4. Por los salesianos difuntos: para que, alimentados en la mesa de la Palabra y del Pan de vida y


habiendo seguido a Cristo obediente, pobre y casto, sea Dios su premio y su alegría sin fin,


roguemos al Señor.




5 . Por los que vivimos esta celebración: para que, al participar en la mesa del Señor, recibamos la


gracia de vivir y morir en la fe de nuestro bautismo, roguemos al Señor.




6. Otras intenciones.




Acoge, Padre, la súplica de esta comunidad;


otorga el premio de tu amor a los salesianos


que ya han llegado a la meta de su vida de consagrados,


y a nosotros danos la gracia de poder cumplir la misión que se nos ha confiado.


Por Jesucristo, nuestro Señor.