Versiglia-Caravario|Lecturas

25 de febrero

Santos LUIS VERSIGLIA

obispo


y CALIXTO CARAVARIO

sacerdote Protomártires salesianos Fiesta

Luis Versiglia, nacido en Oliva Gessi (provincia de Pavía, Italia) el 5 de junio de 1873, a los 12 años de edad ingresó en el Oratorio de Valdocco, donde conoció a san Juan Bosco. Ordenado sacerdote en el año 1895, en 1906, tras haber sido director y maestro de novicios en Genzano (provincia de Roma), dirigió la primera expedición misionera salesiana a China, donde abrió la misión de Shiu Chow. Aquí le lle- gó el nombramiento de vicario apostólico y, poco después (9 de enero de 1921), fue consagrado obispo. Fue un verdadero pastor entregado completamente a su grey. Dio al vicariato una sólida estructura con un seminario, casas de formación, proyectando él mismo varias residencias y casas de acogida para ancianos y necesitados. Cuidó con claridad la formación de los catequistas: «El misionero que no está unido a Dios es un canal que estanca el agua que surge»; «El misionero que reza mucho, hará mucho». Como Don Bosco, es un ejemplo de trabajo y templanza.

Calixto Caravario nació en Cuorgné (provincia de Turín) el 8 de junio de 1903. Fue alumno del Oratorio de Valdocco. Todavía se encon- traba en período de formación inicial, cuando marchó a Macao y después por dos años a la isla de Timor, edificando a todos por su bondad y celo apostólico. El 18 de mayo de 1929 enviado a Shiu Chow, monseñor Versiglia le ordena sacerdote y lo envía a la misión de Linchow. En poco tiempo visita a todas las familias y gana la simpatía de los muchachos de la escuela. Mientras tanto la situación política de China se hace muy tensa, sobre todo en relación a los cristianos y los misioneros extranjeros. Cuando se inician las persecuciones en febrero de 1930, monseñor Versi- glia y don Caravario viajan juntos para hacer la visita pastoral a la misión de Linchow. Durante el viaje, el 25 de febrero, un grupo de piratas de orientación bolchevique detiene la barca del obispo, para capturar a tres catequistas que se hallan en la barca de los misioneros. El obispo y don Caravario lo impiden con todas sus fuerzas por defender la incolumidad y virtud de las tres jóvenes cristianas. Ambos misioneros fueron asesina- dos en Li Tau Tseu, a orillas del o Lin Chow. La autenticidad de su mar- tirio fue reconocida por Pablo VI en 1973. Juan Pablo II los proclamó beatos el 15 de mayo de 1983 y santos el 1 de octubre de 2000.



Himno

Oficio de lectura

No es la muerte o la tortura

del que injuria y del que oprime,

sino el amor que redime

y sublima hasta la altura.

Por eso, en la brega dura la víctima se serena

y ofrece al Señor, sin pena ni temor, el poderío;

con que su libre albedrío, lucha intrépido en la arena.

Así, estos mártires vieron, en su senda angosta y dura, el cáliz de la amargura

que finalmente bebieron.

Si, pues, Señor, ellos dieron sin vacilación, ufanos,

su vida por los hermanos, recibe también propicio

lo que en diario sacrificio

se eleva de nuestras manos. Amén.


O bien un himno o canto apropiado, aprobado por la autoridad eclesiástica.

Las antífonas y los salmos del Común de mártires: pág. 429.


Primera lectura

De la carta de san Pablo a los Romanos8,18-39


Nada podrá separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús

Estimo que los sufrimientos del presente no tienen proporción con la gloria que se ha de revelar en nosotros. La humanidad aguarda expectante a que se revelen los hi-

jos de Dios. La humanidad fue sometida al fracaso, no de grado, sino por imposición de otro; pero con la esperanza de que esa humanidad se emanciparía de la esclavitud de la corrupción para obtener la libertad gloriosa de los hijos de Dios.


Sabemos que hasta ahora la humanidad entera está gimiendo con dolores de parto. Y no solo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemi- mos por dentro aguardando la condición filial, el rescate de nuestro cuerpo. Con esa esperanza nos han salvado. Una esperanza que ya se ve, no es esperanza; pues, si ya lo ve uno, ¿a qué esperarlo? Pero, si esperamos lo que no ve- mos, aguardamos con paciencia. De ese modo el Espíritu socorre nuestra debilidad.


Aunque no sabemos pedir como es debido, el Espíri- tu mismo intercede por nosotros con gemidos inarticula- dos. Y el que sondea los corazones sabe lo que pretende el Espíritu cuando suplica por los consagrados de acuerdo con Dios. Sabemos que todo concurre al bien de los que aman a Dios, de los llamados según su designio.


A los que escogió de antemano los destinó a reprodu- cir la imagen de su Hijo, de modo que fuera él el primo- génito de muchos hermanos. A los que había destinado los llamó, a los que llamó los hizo justos, a los que hizo justos los glorificó. Teniendo esto en cuenta, ¿qué pode- mos decir? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién estará en contra? El que no reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a regalar todo lo demás con él? ¿Quién será fiscal de los que Dios eligió?


Si Dios absuelve, ¿quién condenará? ¿Será acaso Jesu- cristo, el que murió y después resucitó y está a la diestra de Dios y suplica por nosotros? ¿Quién nos apartará del amor de Jesucristo? ¿Tribulación, angustia, persecución,

hambre, desnudez, peligro, espada? Como dice el texto: Por tu causa nos matan a cada momento, nos tratan como a ovejas de matanza. En todas esas circunstancias vencemos de sobra gracias al que nos amó. Estoy persuadido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni potestades, ni presente ni futuro, ni poderes, ni altura ni hondura, ni criatura algu- na nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Jesús Señor nuestro.



Responsorio Lc 6,27; Mt 5,44-45.48


Group 4984 Amad a vuestros enemigos, haced el bien a todos los que os odian, y rezad por los que os persiguen. * Para ser hijos de vuestro Padre del cielo.

Group 4968 Sed perfectos, como vuestro Padre. * Para ser hijos.



Segunda lectura


De Strómata, de Clemente de Alejandría

(IV, 4, 13-15; PG 8, 1226-1227)



El sacrificio gozoso de la vida en el martirio

El mártir testimonia, en primer lugar ante sí mismo, que su fidelidad a Dios es sincera; después demuestra al tentador que es inútil su odio a quien es fiel por amor y, por último, confiesa al Señor que su doctrina tiene un poder divino de persuasión. No la abandona ni siquiera por miedo a la muerte; al contrario, confirma con los he- chos la verdad de lo que predica, y revela el poder de aquel hacia quien camina. Puedes admirar el amor del mártir. Lo demuestra cuando de buena gana corre a juntarse con los de su estirpe y mediante su sangre cubre de vergüenza a los infieles.

El rtir se niega a apostatar de Cristo por miedo, en virtud del mandamiento del Evangelio, y así se convierte en testigo ante el mismo miedo. Tampoco abandona su fe por los dones que se le prometen, sino que, por amor a su Señor, de buen grado abandona esta vida, agradecido al que le dio la oportunidad de dejar este mundo y a quien maqui- nó contra él. Sin buscarla, en ellos ha encontrado una bue- na ocasión para demostrar quién es: al perseguidor lo hace por su aguante; al Señor, por su amor. Por ese amor lo cono- a el Señor aun antes de que naciera, previendo la disposi- ción del futuro rtir. Por eso se presenta con serenidad a su amigo el Señor, por quien ha ofrecido el cuerpo y, como esperaban sus jueces, la vida. Acude a la cita que le ha dado nuestro Salvador, hermano querido —en expresión del poeta por la semejanza de vida.

Llamamos al martirio consumación, no porque en él encuentre el mártir la extinción de su vida, como piensa la gente, sino porque en él presenta una obra perfecta y consumada de amor.

Si, pues, el martirio consiste en confesar a Dios, el alma que vive con pureza en el conocimiento de Dios y cumple sus mandamientos es mártir por sus obras y por sus palabras, sea cual fuere la manera de salir del cuerpo: a modo de sangre, derrama fe durante toda su vida y en la misma muerte.



ResponsorioEclo 45,9; 2Tim 4,7-8


Group 4950 El Señor os ciñó una corona de justicia, os vistió un manto de gala: * En vosotros vive Dios, el Santo de Israel.

Group 4934 He competido en noble lucha, he corrido hacia la meta, me he mantenido fiel. Ahora ya me aguarda la mere- cida corona. * En vosotros.


Himno Te Deum, pág. 15.



Himno

Laudes

Se eleva en el horizonte un cáliz lleno de sangre. Para fecundar las tierras

de Oriente, sangre de mártires.

Dos nombres —Luis y Calixto—, en el oro de ese cáliz:

¡Dichosos porque supieron con sus vidas ofrendarse!

Estos son los que amasaron, pan de martirio, su carne

y su palabra: en la mesa

del amor su amor reparten.

Estos son los que llamaron a las puertas orientales, testigos del Evangelio

sus voces infatigables.

Dichosos los pies que llevan la paz de Dios por mensaje. Como Pedro y Pablo en Roma, hoy son en China inmortales.

Gloria a Cristo, el Hijo amado;

gloria y alabanza al Padre;

gloria al Espíritu Santo

siempre nuestros labios canten. Amén.

O bien un himno o canto apropiado, aprobado por la autoridad eclesiástica.

1 Ant. ¡Los rtires de Cristo en sus tormentos mi- rando al cielo, imploran: Ayúdanos, Señor!

Los salmos y el cántico del domingo de la semana I, pág. 27.

2 Ant. Los espíritus felices, y vosotros, los justos, can- tad un himno a Dios (Aleluya).

3 Ant. El coro de los rtires alabad al Señor en los cielos.

Lectura breve 2Cor 1,3-5

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre compasivo y Dios de todo consuelo, que nos con- suela en cualquier tribulación, para que nosotros, en vir- tud del consuelo que nosostros recibimos de Dios, poda- mos consolar a los que pasan cualquier tribulación. Pues como abundan nuestros sufrimientos por Jesucristo, así por Jesucristo abunda nuestro consuelo.


Responsorio breve

Group 4916 Los rtires santos * viven eternamente. Los már- tires santos.

Group 4900 Su recompensa es el Señor: * viven eternamente. Gloria al Padre. Los mártires santos.

Benedictus, ant. La sangre de tus rtires, Señor, será

semilla fecunda de cristianos.


Preces

Unidos en la liturgia de alabanza, invoquemos a Dios

Padre que llamó a nuestros rtires a asociarse más

íntimamente a la Pascua de Cristo con el supremo

testimonio de amor. Pidámosle:

Por tus mártires, escúchanos, Señor.

Con su martirio, los santos Luis Versiglia y Calixto Cara- vario siguieron más de cerca a Cristo, víctima por la salvación del mundo,

haz que nos asemejemos cada vez más a quien derra- mó su sangre por nosotros y por todos para el perdón de los pecados.

Luis Versiglia y Calixto Caravario afrontaron la muerte por la salvación e incolumidad de los fieles que les habían sido confiados,

concédenos a todos la perseverancia en el testimonio de la vida cristiana.

Los protomártires salesianos sellaron con la muerte su obra de evangelización,

fortalece a los misioneros y a los catequistas en su ser- vicio de anunciar el Evangelio de Cristo.

Los dos misioneros llenaron de sangre el cáliz profetizado por san Juan Bosco,

concédenos celebrar la liturgia de la vida ofreciéndote nuestro cuerpo como sacrificio vivo, santo y agrada- ble en tu presencia.


Los santos rtires Luis Versiglia y Calixto Caravario, a ejemplo de san Juan Bosco, recuerdan con su vida el ejercicio cotidiano de la caridad en favor del prójimo,

ayúdanos a abrazar con alegría las cruces de cada día por amor de Cristo y del prójimo.

Padre nuestro.


Oración


Dios todopoderoso y eterno, tú que quisiste que los santos rtires Luis Versiglia, obispo, y Calixto Carava- rio, presbítero, afrontaran la muerte por predicar el Evan- gelio y defender la justicia, concédenos a nosotros, tus siervos, que, imitando su ejemplo, vivamos siempre en el ejercicio de caridad. Por nuestro Señor Jesucristo...





Tercia

Hora intermedia


Lectura breve 1Pe 5,10-11


El Dios de toda gracia que os llamó por Jesucristo a su gloria eterna, tras breve sufrimiento, os restablecerá, fortalecerá, robustecerá, cimentará. A él el poder por los siglos. Amén.




Group 4882 Sexta

Los santos esperan en el Señor.

Group 4866 En el cual encuentran una fuerza inagotable.

Lectura breve Heb 11,33

Ellos con su fe conquistaron reinos, administraron justicia, vieron cumplidas las promesas.

Group 4850 Group 4832 Por poco tiempo permaneced en la prueba. Vuestro sufrimiento se cambiará en alegría.


Nona

Lectura breve Sab 3,1-2a.3b

La vida de los justos está en manos de Dios y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que mo- rían, pero ellos están en paz.

Group 4816 Group 4798 Vuelven con alegría de la recogida. Cantan los prodigios del Señor.

La oración, como en Laudes.




Himno, como en Laudes.

Vísperas

Antífonas, salmos y cántico del Común de varios rtires: pág. 440.

Lectura breve 1Pe 4,13-14

Alegraos, s bien, de compartir los sufrimientos de Cristo, y así, cuando se revele su gloria, vuestro gozo estará colmado. Si os insultan por ser cristianos, dichosos vosotros, porque el Espíritu de Dios y su gloria reposan en vosotros.


Responsorio breve

Group 4780 Estad contentos en el Señor; * Exultad, los justos. Estad contentos.

Group 4764 Fieles de Dios, gritad de alegría; * Exultad, los justos. Gloria al Padre. Estad contentos.

Magníficat, ant. Dichosos vosotros, Luis Versiglia y Ca- lixto Caravario, que derramasteis la sangre por el Señor; pri- mero honrasteis a Cristo con vuestra vida, después lo imitas- teis en la muerte y ahora brilláis con él en la gloria del cielo.


Preces

Al conmemorar el sacrificio vespertino de Cristo, que se ofreció por la salvación del mundo, presentemos al Pa- dre nuestra oración de acción de gracias y de súplica: Te rogamos, óyenos.

Los protomártires salesianos dieron testimonio de la fe con el sacrificio de su vida,

no permitas que la violencia y el odio prevalezcan so- bre quien se prodiga en caridad con el prójimo.

Los santos rtires Luis Versiglia y Calixto Caravario die- ron su vida como signo de un amor más grande,

concédenos a todos vivir con generosidad nuestra do- nación a los hermanos.

El martirio de los santos Luis Versiglia y Calixto Carava- rio enaltece el valor inestimable de la castidad por el Reino de los cielos,

haz que no ahorremos fatigas y sacrificios para formar a los jóvenes en un equilibrio cada vez más armónico de su personalidad.

Con su martirio, los dos misioneros encarnaron perfecta- mente el ideal del buen pastor,

haz que el servicio de los obispos y sacerdotes se ins- pire siempre en la ternura de tu amor paterno.

En nuestra oración te encomendamos, Padre, a cuantos han dejado este mundo,

admítelos a vivir en tu morada de luz y de paz. Padre nuestro.

La oración, como en Laudes.