Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «
Tú eres mi bien ». Los dioses y señores de la tierra no me
satisfacen. g.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en
tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi
heredad. g.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no
vacilaré. 1.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu
presencia, de alegría perpetua a tu derecha. t.
Otras primeras lecturas opcionales
PRIMERA LECTURA
Nada podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo
Jesús.
¶ El cristiano, seguro del amor de Dios manifestado en Jesucristo,
afronta y vence fácilmente todas las dificultades de la vida.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,
31b-39
Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El
que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la
muerte por nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién
acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo que murió, más aún,
resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por
nosotros?
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?,
¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?,
¿el peligro?, ¿la espada?, como dice la Escritura: « Por tu
causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de
matanza ».
Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha
amado. Pues estoy convencido de que ni muerte ni vida, ni
ángeles ni principados, ni presente ni futuro, ni potencias, ni
altura ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del
amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.