Diversidad quiere decir abundancia de relaciones, variedad de fuerzas, fertilidad de campos y, por
tanto, fecundidad sin cálculo. ¡Qué incomparable oportunidad de diálogo, de intercambio de
experiencias espirituales y educativas pueden ofrecer en la Familia Salesiana hombres y mujeres,
consagrados y seglares, sacerdotes y laicos, en su singular condición de maridos, esposas e hijos,
jóvenes, adultos 9 y ancianos, obreros, profesionales o estudiantes, gente de pueblos y culturas
variados, en plenitud de fuerzas o en la prueba de la enfermedad, santos y pecadores! Ciertamente,
la unidad entre diversos no es un hecho de naturaleza; pero precisamente para que nosotros
tuviésemos la fuerza de superar el instinto de autoafirmación, Jesús ha pedido: «¡Que todos sean
uno!» (cfr. Jn 17,11).
Jesús, el Señor, el Hijo que se ha hecho nuestro compañero de viaje, que reconcilia todas las cosas,
las que están en el cielo como las que están en la tierra (cfr. Col 1,20), recapitulándolas en Dios, nos
indica una tercera actitud: la voluntad de caminar juntos hacia una meta compartida, de colocarnos
juntos en un espacio nada etéreo, el Reino; de formar una comunidad reconocible de discípulos que
asume conjuntamente su mandato: «Id a todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Mc
16,15).
He aquí las tres actitudes indispensables para crecer en comunión: la amplitud de corazón, la
acogida de la diversidad, la voluntad de caminar juntos hacia una meta compartida.
2.2 Comunión en la misión y por la misión «La comunión genera comunión y esencialmente se
configura co mo comunión misionera» (ChL 32). Ahora bien, en el tercer milenio nuestra meta
principal es expresar, de modo más evidente, la comunión en la misión, teniendo presentes los
siguientes criterios: — Según las constantes de los orígenes y del desarrollo de la Familia Salesiana:
Una cosa ha permanecido constante, como preciosa herencia: la pasión educativa, en particular por
los jóvenes más pobres a quienes ayudamos a ser conscientes de la propia dignidad de personas, del
valor y de las posibilidades que su vida tiene para Dios y para el mundo.
¡«Da mihi animas»! ¡Es el lema de Don Bosco que hacemos nuestro! Nosotros miramos a los
jóvenes, a su dimensión espi ritual, y de ellos queremos ocuparnos para despertarles la vocación de
ser hijos de Dios y ayudarlos a realizarla, siguiendo el Sistema Preventivo, es decir, a través de la
razón, la religión y el cariño. Esto implica un desapego de todo cuanto nos puede distraer de nuestra
entrega a Dios y a los jóvenes. He aquí el significado del «cetera tolle», que es la segunda parte de
nuestro lema. — Conforme a las condiciones del mundo de hoy: El mundo unificado a través de la
comunicación, caracterizado por la complejidad, por el carácter transversal de muchas causas, por la
posibilidad de redes, ofrece un escenario nuevo para la misión cristiana, promocional, educativa,
juvenil.
La Familia Salesiana tratará conjuntamente de dar espesor a la propia presencia en la sociedad e
incidencia a su acción educativa: hay el problema juvenil, hay la vida que custodiar, hay la pobreza
en sus diversas expresiones que se deben eliminar; hay la paz que promover; hay los derechos
humanos declarados que deben hacerse reales; hay Jesucristo que debenos dar a conocer.
— Como fruto de los últimos Aguinaldos: Los Aguinaldos de estos últimos tres años han puesto en
evidencia la emergencia educativa, el compromiso por la familia, la promoción de la vida, la
preferencia por los pobres, la solidaridad globalizada, la nueva evangelización. Esta nueva fase de
la Familia Salesiana estará marcada por una ardiente y activa caridad, llena de fantasía y
generosidad: la que ha hecho de Don Bosco una imagen de Jesús Buen Pastor, reconocible por los
jóvenes y por la gente humilde de su tiempo. Nosotros, Familia Salesiana, estamos llamados hoy, en
el siglo XXI, a modelar nuestro corazón, pobre y a veces también pecador, sobre el de Jesús en el