y de los campos en flor que rodean `I Becchi”, contempla admirado las noches estrelladas, se
aficiona a un pajarito y le cuida con ternura. En todas estas cosas su madre le enseña a descubrir la
obra de Dios creador que se preocupa de sus hijos, su sabiduría y su infinito poder y, sobre todo, su
amor. De este modo Juan se abre a una visión positiva y providencial de la vida, sabe gozar de los
momentos sencillos de la vida campesina y afrontar, sin desanimarse, las dificultades que encuentra
desde joven en su misma casa. Con este espíritu trata de comunicar la alegría a sus compañeros,
entreteniéndolos los días festivos con una gran variedad de juegos; pero actúa movido siempre por
una intención educativa: hacerlos mejores y ayudarlos a cumplir los deberes del buen cristiano.
Siendo todavía joven estudiante en Chieri, funda con sus amigos la `Sociedad de la alegría”, cuya
primera norma era precisamente la de estar siempre alegres y procurar no ofender nunca al Señor.
Ya sacerdote, recorriendo las calles de Turín y visitando las cárceles, Don Bosco comprende que los
jóvenes buscan la felicidad, desean gozar de la vida, sentirse acogidos y apreciados; y si a veces
viven sus aspiraciones siguiendo caminos descarriados que los llevan a la cárcel, no es porque sean
malos, sino porque no encuentran personas que crean en ellos y que los ayuden a desarrollar
positivamente las propias energías y cualidades. Por esto, Don Bosco entrega su vida en su favor y
crea con ellos un ambiente positivo de vida, en el que puedan experimentar la alegría de vivir, con
amplias posibilidades de jugar y de divertirse, de formarse y de encontrar trabajo, de sentirse
amados, aceptados y valorizados en un clima de familia. El juego, la música, el teatro, las
excursiones y los paseos son para Don Bosco instrumentos importantes de educación y camino para
conquistar el corazón; y así poder ayudar a estos jóvenes a desarrollar las mejores cualidades, a
sentirse capaces de hacer el bien y de hacerse útiles a los demás y a la sociedad. Y de este modo
Don Bosco los lleva a conocer y a vivir la amistad con Jesucristo.
Podemos decir que Don Bosco vive con sus jóvenes en Valdocco una verdadera pedagogía de la
vida, de la alegría y de la fiesta; es más, los invita a comprometerse ellos mismos a promover entre
los compañeros este ambiente. Escribe en la biografía de Francisco Besucco: `Si quieres hacerte
bueno practica sólo tres cosas y todo irá bien (...). Helas aquí: Alegría, Estudio, Piedad. Éste es el
gran programa, y si lo pones en práctica, podrás vivir feliz y hacer mucho bien a tu alma”. La
alegría es característica esencial del ambiente familiar y expresión del cariño, resultado lógico de un
régimen basado en la razón y en una religiosidad, interior y espontánea, que tiene su fuente última
en la paz con Dios, en la vida de gracia.[10] Por esto, la alegría es para Don Bosco, no sólo un
medio para hacer aceptable la seriedad de la educación, sino también una forma de vida que tiene
en cuenta la realidad del muchacho y su deseo de vivir; Don Bosco lo comprende y quiere que se
realice plenamente, comprende que la exigencia más profunda del joven es la alegría de vivir, la
libertad, el juego, la amistad. Pero, sobre todo, Don Bosco como sacerdote cree profundamente que
el cristianismo no es una religión de prohibiciones, sino, al contrario, es la religión de la vida, de la
felicidad, del amor; por esto, mediante la pedagogía de la fiesta y de la alegría abre los jóvenes a
Jesucristo, los conduce a una relación personal de amistad con Él. Frente a una imagen de vida
cristiana que estos jóvenes recibían de la sociedad de su tiempo como de una vida triste, cargada de
renuncias y de prohibiciones, una vida poco adaptada a la juventud, Don Bosco les propone una
forma de vida cristiana feliz y gozosa.
Don Bosco santificó el trabajo y la alegría. Era el santo de la jovialidad cristiana, de la vida cristiana
activa y alegre... Aquí radica su verdadera originalidad. `En un impulso genial de su caridad llena
de comprensión humana, convencido de las naturales y honestas exigencias de la juventud y de la
vida sana, Don Bosco santificó, al mismo tiempo que el trabajo, la alegría, la alegría de vivir, de
trabajar, de rezar”.[11]
Don Bosco vive y sabe comunicar a todos sus hijos, colaboradores y amigos una visión positiva e
integral de la vida; cree en la bondad y en la dignidad de toda persona humana, sobre todo de todo