con ser bailarina, con usar unas puntas y bailar en un escenario;
sin embargo, conforme pasó el tiempo y las circunstancias de vida
cambiaron, ese sueño quedó en segundo plano. Ahora con
diecisiete años me he dado cuenta de que mi sueño sigue ahí, pero
el enfoque que le doy es distinto; la realidad es que actualmente la
sociedad nos exige demasiado y en muchas ocasiones estos sueños
terminan convirtiéndose en frustraciones, al vernos ante grandes
expectativas, elevados niveles de estrés y requisitos que terminan
siendo irracionales. Para mí un sueño es encontrar esa felicidad en
las pequeñas cosas, en llegar a esas metas por pequeñas que sean,
en ir en contra de las exigencias del mundo porque al fin y al cabo
todo somos estrellas perdidas en el cielo que buscan obtener esa
plenitud y mostrar su propia luz. Finalmente mi respuesta a la
pregunta del inicio, mi sueño es conseguir mis metas, para que en
el camino también pueda dar felicidad a los que me rodean,
encontrando no solo el sentido de la vida sino una satisfacción en
poder hacer lo que quiero, en ese júbilo de saber que voy avanzando
sin importar lo difícil que se torne, que cada noche mi motivo de
vivir con esperanza y alegría sean eso pequeños logros que hacen
sentir orgullos a mis allegados; en eso evolucionaron mis sueños,
en la lucha constante por prosperar siendo consiente de todo lo
que he hecho para llegar aquí pero disfrutando de lo que el
momento me ofrece. No puedo responder a esta pregunta de una
manera específica porque, como todos, soy esa estrella perdida en
el inmenso cielo que todavía busca su brillo, pero que nunca deja
de trabajar por lo que quiere y espera impaciente por lo que podría
obtener y bridar este sendero llamado vida».
Y desde Costa de Marfil, Anani Henry Joël Kouadio, también
un joven de 18 años, nos dice que su sueño podría llamarse Le
choix [La elección]. Nos lo narra del siguiente modo: «Mi sueño es
ser médico. Ante todo ¿por qué esta elección? Puedo decir que
todos los que aspiran a este trabajo, lo hacen para salvar vidas. Es
la idea principal que viene a la cabeza. Pero para mí,
personalmente, mi motivación es mayor. “Ver a personas enfermas,
sin medios para curarse y que mueren por falta de médicos”.
Siendo cristiano, me he dicho: “¿por qué no ser un instrumento por
el que Dios va a pasar para curar y salvar vidas?”. Lo que me
empuja en este impulso es que mi padre está en el cuerpo médico
y a su lado me siento más interpelado, más motivado, interesado.
Esto me hace esperar que yo formaré parte de este cuerpo. Me
gustaría ser un neurólogo, un especialista en neurología. Mi gran