AGUINALDO 2020
‘Buenos Cristianos y Honrados Ciudadanos’
PREMISA
Cuando pensaba en el Aguinaldo de este año, en diálogo con otros hermanos sdb, vi claramente que el tema era importante y fascinante. Sencillo en su título, pero amplio y complejo para su desarrollo. Después del trabajo de estas semanas, lo compruebo de modo más preciso. Me parece fascinante, útil y complejo.
Pero creo, sinceramente, que necesitamos en nuestra Familia Salesiana, para cada uno de nuestros Grupos, en la diversidad de las naciones en las que nos encontramos y con las más variadas obras, poner la mirada sobre aquellos aspectos que tienen que ver con la formación del creyente y del ciudadano.
→ Debemos hacer más explícito, y hacerlo siempre, que nuestra misión es Evangelizadora y Catequética. Sin esto, no somos Familia Salesiana. Podremos ser ‘prestadores de servicios sociales’, pero no apóstoles de niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
→ Al mismo tiempo, es más que evidente que, en nuestra misión de educadores, no podemos ‘estar en un limbo’ que nada tenga que ver con la vida, con la justicia, con la igualdad de oportunidades, con la defensa de los más débiles, con la promoción de una vida cívica y honrada. Y esta dimensión es hoy más urgente que nunca, puesto que muchas características de las sociedades en las que estamos presentes no gozan de estos valores mencionados. Nosotros, como educadores, ¿de parte de quién estamos…? Por eso, esta pregunta es tan actual y es necesaria la reflexión del Aguinaldo de este año.
→ A lo dicho se suma una nueva dificultad. El binomio educativo de Don Bosco, ese que lo orientaba en su Italia del ochocientos, ¿es válido, ahora, en un ‘mundo salesiano’ en el que como Familia de Don Bosco estamos presentes en países con diversidad de religiones, o con dominio de una religión no cristiana, o presentes en sociedades poscristianas, o en naciones y estados declaradamente laicistas cuando no antirreligiosos…?
Al respecto de esto último, es decir al proponer un Aguinaldo en el que se iba a hablar de cómo ser Buenos Cristianos en sociedades no cristianas, se me han hecho algunas preguntas desde algunas regiones; preguntas que os presento y que contienen una gran sensibilidad pastoral. He aquí algunos de esos interrogantes:
“En las Inspectorías con una gran mayoría de no-cristianos (de otras religiones, agnósticos o indiferentes) este Aguinaldo a dos bandas será muy ‘bien-venido’ con una condición: que ofrezca un espacio claro y, también, ideas para la acción en estos ambientes 'no-cristianos' o 'poscristianos'. Pero, con el binomio de Don Bosco, ¿cómo se podría presentar para que incluso nuestros seglares y jóvenes no-cristianos puedan aceptar, comprender, seguir y ponerlo en práctica?”
“En los tiempos de Don Bosco había una necesidad de mostrar la utilidad social como criterio de religiosidad auténtica (en el contexto de una sociedad cristiana mayoritaria).
Hoy, sin embargo, involucrados en los ambientes de los 134 países donde se está viviendo el carisma, ¿sentimos la necesidad de mantener el equilibrio de una apertura (inclusión) en el proceso educativo para y con jóvenes y seglares no-cristianos con el enfoque y la acción del primer anuncio de Jesucristo (del que, el Sistema Preventivo, es el mejor vehículo, al crear relaciones, un ambiente familiar donde se educa, también a la fe, por ósmosis)?
“Debemos tener en cuenta los ambientes multiculturales y multirreligiosos de las 40 Inspectorías salesianas que viven en Iglesias minoritarias entre las grandes religiones del mundo, especialmente en Asia y África”.
“No es suficiente repetir los principios de Don Bosco del siglo XIX. Podemos aprender de las experiencias de los salesianos que viven el sistema preventivo en entornos de mayoría no cristiana. Ciertamente tienen muchas ricas experiencias de vida, de interpretación de la mente de Don Bosco en las situaciones multirreligiosas y multiculturales, que nuestro Padre ni siquiera había soñado”.
Buenos cristianos y honrados ciudadanos en la experiencia de los ambientes de mayoría no cristiana o poscristiana. Nos hacemos algunas preguntas precisas:
¿Cómo poner en práctica el binomio de Don Bosco entre jóvenes y seglares colaboradores no-cristianos?
¿Cómo mantener el equilibrio entre la apertura a los no-cristianos y el primer anuncio del Evangelio?
¿Cómo se traduce el "buen cristiano" para la mayoría de los colaboradores seglares no-cristianos?
¿Cómo poner en práctica el pilar de la 'religión' en la situación multirreligiosa en la que nos encontramos?
¿Cómo se puede educar a los jóvenes y a los seglares sobre los tres pilares de la espiritualidad del sistema preventivo de Don Bosco: razón - religión - cariño?
¿Cómo se traduce, en la vida cotidiana, el 'lenguaje' de Don Bosco: 'buenos cristianos' en la misión a la que vienen muchos no-cristianos?
¿El Rector Mayor cree que el Sistema Preventivo de Don Bosco también puede ser plenamente practicado por personas (nuestros colaboradores seglares) de otras religiones?
¿Cómo incluir a los otros no-cristianos en la comunidad educativa pastoral (CEP)?
¿Qué dicen los no-cristianos que están involucrados en la misión salesiana?
¿Cuáles son las expresiones más atractivas de la práctica del Sistema Preventivo de Don Bosco?
Pienso que, a lo largo del desarrollo del Aguinaldo, se podrán encontrar indicaciones que respondan de un modo u otro a estas preguntas tan legítimas que se me han hecho llegar.
BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS en Don Bosco1
Más de uno se preguntará si este binomio educativo fue utilizado y propuesto por Don Bosco. Bien, este es uno de los aspectos que profundiza don Braido con serio rigor académico. Él nos da a entender que Don Bosco siguió siempre este camino o propuesta educativa, ya sea con una formulación u otra, quizá con matices diversos dependiendo de los interlocutores. Pero el tema de la relación entre educación de los jóvenes y el bien de la sociedad, junto con la salvación eterna, es siempre una constante. De hecho, este binomio es utilizado con estas formulaciones a lo largo de los años:
→ Ser honrados ciudadanos y buenos cristianos (1857)
→ Ser buenos cristianos y honrados artesanos (1857)
→ Que todos puedan ser buenos ciudadanos y buenos cristianos (1862)
→ Hacer de todos buenos cristianos y honrados ciudadanos (1872)
→ Educar a la juventud para el honor del cristiano y el deber del buen ciudadano (1873)
→ Se convirtieron en buenos cristianos y honrados ciudadanos (1875)
→ Hacer el poco bien que pueda a los jóvenes abandonados, trabajando con todas las fuerzas para que sean
buenos cristianos ante la religión, honrados ciudadanos en medio de la sociedad civil (1876)
→ Preparar buenos cristianos para la Iglesia, honrados ciudadanos para la sociedad civil (1877)
Y, en muchos de sus escritos, especialmente en las cartas, Don Bosco deja plasmado el binomio educativo-pastoral con estas expresiones (siempre según don Pietro Braido como fuente científico- histórica):
Hacer buenos ciudadanos y buenos cristianos es el objetivo que os proponemos;
Hacer buenos Cristianos y honrados ciudadanos;
Son (...) ciudadanos útiles y buenos cristianos;
Se convierten en buenos cristianos, honrados ciudadanos;
Cuando un joven entra en este Oratorio, debe estar convencido de que este es un lugar de religión, en el que se desea hacer buenos cristianos y honrados ciudadanos;
Devolver a la sociedad civil buenos cristianos y buenos ciudadanos;
Educados en las virtudes cristianas y civiles (...) hacerlos buenos cristianos y honrados ciudadanos;
Se trata de hacerlos honrados Ciudadanos y buenos Cristianos;
Vivir siempre como buenos cristianos y como sabios ciudadanos;
Con la esperanza de que se conviertan en buenos cristianos, honrados y útiles ciudadanos;
Sont maintenant de bons chrétiens et d'honnêtes citoyens [ahora son buenos cristianos y honrados ciudadanos];
Me alegro mucho saber que... vivís como buenos cristianos, como Honrados ciudadanos;
Donde quiera que estéis, mostraos siempre buenos cristianos y probos hombres;
El propósito de nuestros colegios es formar buenos cristianos y honrados ciudadanos;
Para ser devueltos, luego, a la buena Sociedad civil, buenos cristianos, honrados ciudadanos;
Salen buenos Cristianos y valerosos ciudadanos;
Devolviéndolos a la Sociedad como buenos cristianos y honrados ciudadanos;
Educarlos para hacer de ellos buenos ciudadanos y verdaderos cristianos.
Buen cristiano y honrado ciudadano;
Aprendiendo para vivir como buenos cristianos y como sabios ciudadanos;
Entrenados para vivir como buenos cristianos y sabios ciudadanos;
Se convierten en buenos cristianos, sabios ciudadanos;
Haciéndolos buenos cristianos y útiles ciudadanos;
Continuad siendo buenos cristianos y sabios ciudadanos;
Dar a la sociedad civil miembros útiles, a la Iglesia católicos virtuosos, al Cielo afortunados habitantes;
Hacerlos buenos ciudadanos y buenos cristianos;
Devolverlos (...) a la sociedad civil, buenos cristianos, honrados ciudadanos;
Demostrar al mundo cómo se puede (...) ser Cristianos y, al mismo tiempo, honrados y trabajadores ciudadanos;
Instruirlos, educarlos y así hacerlos buenos cristianos y honrados ciudadanos;
Cuántos hijos buenos, cuántos padres cristianos y honrados, cuántos mejores ciudadanos no podríamos dar a las familias, a la Iglesia, a la sociedad;
Hacerse buenos cristianos y honrados ciudadanos;
Devolverle a la familia, a la sociedad, a la Iglesia, buenos hijos, sabios ciudadanos, ejemplares cristianos;
Como podemos ver, como si de una partitura musical se tratara, la melodía siempre es la misma, con diversos matices ‘florales’. Lo presenta de modo evidente don Braido en su estudio y nos hace comprender que Don Bosco non es un teórico. Es un hombre de acción. Sin embargo, es un hombre de acción que "reflexiona" sobre el significado de sus iniciativas operativas. Por eso, aunque no es sorprendente que su patrimonio lexical, la verbalización y la conceptualización sean pobres y repetitivas, está claro que su actuación se mueve a lo largo de líneas bien definidas y con una segura conciencia "teórica": tanto a nivel de conocimiento de las situaciones y de los problemas como en el momento de las soluciones operacionales. Los dos aspectos destacan con especial énfasis es una de las fórmulas más apreciadas y repetidas: "buen cristiano y honrado ciudadano".
1.1. BUENOS CRISTIANOS: viviendo en la Fe en el Señor y con la guía del Espíritu…
Si volvemos a nuestros orígenes, cuando a finales de diciembre estaba Don Bosco a punto de dar el Aguinaldo para el nuevo año, con mensajes personalizados ofrecidos por él mismo a cada uno de los muchachos y de los primeros salesianos, se percibe cómo el “vivir en la fe” era lo más precioso y a la vez lo más natural que el primer Oratorio tenía para ofrecer a quienes allí vivían, tanto a los muchachos como a sus educadores. Era el espejo de una realidad de vida donde los primeros salesianos, las mamás del Oratorio, los seglares que ayudaban y los jóvenes formaban una verdadera familia, en la misma casa.
Impresiona la cantidad de santos y beatos que habitaron esos ambientes pobres durante la vida de Don Bosco. Era una escuela de santidad recíproca, un crecer juntos en la fe. Si es cierto, por ejemplo, que Don Bosco ayudó a Domingo Savio a crecer en el amor a Dios, no es menos grande la influencia de Savio y de sus compañeros en Don Bosco, en su "formación permanente" como hombre de Dios. "¡La fe se fortalece dándola!2". La escuela de la santidad nació del don recíproco de una fe intensamente vivida que continúa alimentando el camino espiritual de la Familia Salesiana en todo el mundo.
El equilibrio entre fe y vida está en el corazón del carisma de Don Bosco, en cuyo rostro y en cuya historia contemplamos "una espléndida armonía entre naturaleza y gracia. Profundamente humano y rico en las virtudes de su pueblo, estaba abierto a las realidades terrenas; profundamente hombre de Dios y lleno de los dones del Espíritu Santo, vivía como si viera al Invisible"3.
"Vivir en fe" es hoy el don más preciado que podemos intercambiar, sea cual sea nuestro estado de vida, edad, vocación e, incluso, religión. En la eclesiología de comunión que nutre y transforma el camino de la Iglesia, y que el papa Francisco tanto nos invita a practicar y fomentar, la identidad de cada grupo y persona se realiza y revela en ser un don para los demás, así como en saber acoger el don de quien es llamado a ser discípulo del Señor en cualquier estado de vida y vocación.
Para los que somos consagrados en la Familia Salesiana, ¿no es "vivir en fe" el centro y el corazón de lo que estamos llamados a ser y ofrecer, encarnado en la especificidad de cada vocación en particular y de cada persona?
Si, nosotros, personas consagradas no somos el icono de la “armonía entre naturaleza y gracia", del encuentro fecundo entre la llamada y el amor de Dios y la generosa respuesta diaria de su libertad, ¿sobre qué otro “tesoro en el campo” podrá contar para que su vida tenga un sentido, más aún, plenitud de significado, de modo que se convierta en sal y luz, capaz de dar sabor e iluminar la existencia de aquellos con los que vive?
El sínodo sobre los jóvenes ha demostrado con una desarmante claridad que lo que las nuevas generaciones esperan de quienes han dedicado su vida por completo al Señor es encontrar "testigos luminosos y coherentes"4.
Pero debemos decir lo mismo para los seglares, los padres, los jóvenes: si la fe es un don, también es un don la vida de fe. No es el resultado de grandes habilidades personales ni de una fuerza férrea de voluntad. Cualquier contribución nuestra, que también forma parte del diálogo entre gracia y libertad, nunca se coloca fuera del amor preveniente de Dios, de la presencia tan discreta como eficaz del Espíritu, en cada uno, en la comunidad, en la Familia Salesiana, en la Iglesia, en el mundo, en la historia, en todo el universo. El Espíritu es la fuerza creativa y es la energía que lo lleva a plenitud, que del grano de mostaza del Reino hace crecer el árbol grande.
1.2. BUENOS CRISTIANOS: viviendo a la Escucha del Dios que nos habla.
"El mayor regalo que puedes ofrecer a otra persona es una escucha atenta". Esta fue la conclusión a la que llegó un sabio misionero después de muchos años de servicio en la agitada periferia de una gran ciudad.
En muchos sentidos, estamos tratando de redescubrir las capacidades auditivas, un arte fundamental también para el acompañamiento personal. Aprender a escuchar ha sido un estímulo fuerte que el sínodo sobre los jóvenes ha ofrecido a toda la Iglesia.
Y hay una escucha que tiene raíces aún más profundas, y gran parte de la vitalidad de escucharse mutuamente depende de ello. Escuchar tiene raíces que se extienden hacia arriba. Es el abecé de toda vocación, que siempre es un encuentro entre llamada y respuesta, que se renueva con cada nuevo despertar.
La escucha de Dios es un misterio que no puede ser contenido en ninguna práctica o momento. Se realiza "por la obra del Espíritu Santo" y, generalmente, no ocurre por saltos repentinos, sino por la maduración progresiva que se logra a través de largas peregrinaciones, como las muchas de las que nos habla la Escritura y que se contemplan en las vidas de nuestros santos.
Hay una predisposición a la escucha de Dios, tanto más preciosa cuanto más difícil, en la mayoría de los contextos sociales en los que vivimos, marcados por un exceso constante de estímulos mediáticos y por ritmos de actividad cada vez más intensos. La preciosa predisposición es la de "disponernos al silencio".
El silencio es como la gramática a través de la cual se expresa el lenguaje entre Dios y el hombre.
Hay una palabra que, desde siempre, se ha destacado entre todas las demás. Es la palabra a través de la que Él nos habla: la Sagrada Escritura. No se impone. Siempre depende de nuestra escucha, de la sintonía del corazón y de su familiaridad al silencio con Dios. Al escuchar esta palabra, los afectos y los pensamientos comienzan a modelarse en lo que el Evangelio revela cada día. Escuchar a Dios en las personas que nos rodean y en los eventos que nos suceden nos hace más atentos. Vamos a verlo más profundamente.
En este camino, crece la coherencia entre lo que se escucha y se anuncia, y lo que se vive. Y la escucha, de Dios que nos habla, requiere ejercicio diario, como hace un artista o un atleta en aquello donde destaca.
1.3. BUENOS CRISTIANOS con la necesidad de Evangelizar y ofrecer el primer anuncio y la catequesis: “Esta Sociedad comenzó siendo una simple catequesis” (MBe IX, 68).
“No dio un paso, ni pronunció palabra, ni acometió empresa que no tuviera por objetivo la salvación de la juventud. Lo único que realmente le interesó fueron almas"5. Este testimonio de quien, tal vez más que cualquier otro, conoció a Don Bosco e "hizo todo a medias con él", nos hace percibir, de manera casi sensible, la intensidad de la caridad pastoral de nuestro Padre. Nunca se echó atrás ante las situaciones de pobreza más desafiantes, comenzando por las cárceles de Turín, donde Cafasso lo había empujado a entrar para "aprender a ser sacerdote". Al mismo tiempo, nunca dejó de proponer las metas más altas de crecimiento espiritual a todos, tanto a Magone como a Savio, adaptándose al camino de cada uno. Dicho con palabras actuales: "Imitando la paciencia de Dios acogemos a los jóvenes tal como se encuentra el desarrollo su libertad"6.
Sorprende la modernidad de este enfoque pastoral, que sabe caminar al lado de cada joven, incluso los más probados (pensemos en la presencia de la Familia Salesiana en los campos de refugiados o entre los migrantes), y encontrar allí el buen terreno para la semilla del Evangelio, sin proselitismos y sin miedos, porque la fe y la vida nunca se han divorciado allí donde se ha permanecido fiel al carisma que el Espíritu ha dado a la Iglesia con nuestros santos de familia.
El papa Francisco nos recuerda que nunca se debe renunciar al primer anuncio, o posponerlo en espera de situaciones más adecuadas o mejores tiempos. Nos dice:
“Insistí mucho sobre esto en Evangelii gaudium y creo que es oportuno recordarlo. Por una parte, sería un grave error pensar que en la pastoral juvenil el kerygma es abandonado en pos de una formación supuestamente más ‘sólida’. Nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio. Toda formación cristiana es, ante todo, la profundización del kerygma que se va haciendo carne cada vez más y mejor. Por consiguiente, la pastoral juvenil siempre debe incluir momentos que ayuden a renovar y profundizar la experiencia personal del amor de Dios y de Jesucristo vivo. Lo hará con diversos recursos: testimonios, canciones, momentos de adoración, espacios de reflexión espiritual con la Sagrada Escritura, e incluso con diversos estímulos a través de las redes sociales. Pero jamás debe sustituirse esta experiencia gozosa de encuentro con el Señor por una suerte de ‘adoctrinamiento’”7.
Realmente creemos en lo importante que es el primer anuncio. Echemos un vistazo al mundo juvenil en su conjunto: los rapidísimos cambios que viajan a la velocidad digital crean una diversidad formidable de culturas, de acercamiento a la vida en su conjunto, con una 'brecha' entre generaciones que tal vez nunca haya sido tan profunda en relación con épocas anteriores. ¿No es el mundo de los que han nacido después del año 2000 una tierra aún por evangelizar? Las generaciones de las redes sociales, y mucho más los jóvenes de este milenio nacidos con Internet, están esperando a los que puedan llevarlos por primera vez la luz y la fuerza del Evangelio, en su lenguaje, en sus frecuencias.
"¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?" (Is 6,8). Estas antiguas palabras de Isaías no podrían ser más modernas si pensamos en los labios de toda la comunidad eclesial que se dirige a nosotros, la Familia Salesiana, como aquellos que, por carisma, por don del Espíritu, nacieron para ser especialistas en el encuentro con los jóvenes, listos para estar con ellos tal como son y donde están, incluso en la diversidad de credos religiosos. Echarse para atrás en este desafío misionero es como salirse de la Familia Salesiana, del espíritu que Don Bosco nos ha transmitido.
Pero cuidado de no confundir el primer anuncio con algo mínimo, reductivo, tan 'inocuo' que casi no deje rastro ni señal de sí mismo.
Don Bosco recordaba, a menudo, que todo comenzó con "una simple catequesis". Su historia, inseparable de la de los jóvenes con los que vivió, muestra con indudable claridad que simple no significa, de ninguna manera, superficial.
Cuando se llega a la "experiencia personal del amor de Dios y de Jesucristo vivo", con frecuencia, los jóvenes mismos se convierten en misioneros y evangelizadores de quienes los acompañan, porque piden un testimonio y comparten la vida de una fe auténtica y profunda.
Esta es la genialidad de Don Bosco: sigue siendo accesible para todos y, junto con sus jóvenes, no tiene miedo de aspirar directamente a la santidad; nada menos.
Y en este camino hay un campo fascinante y exigente: hacer de la 'catequesis' no solo una serie de reuniones para niños y jóvenes sin las que no se les otorga el acceso a la primera comunión o confirmación; hacer de la 'teología' no solo una serie de exámenes sin los que el que quiere ser sacerdote no será ordenado. Catequesis es crecer en la comprensión de la vida iluminada por la fe. Teología es entrar con la mente y con el corazón en la belleza del misterio de Dios revelado en Jesús. Si, como miembros de la Familia Salesiana, nos dejamos fascinar por esta "luz suave" hasta enamorarnos de ella, y recomenzamos a nutrir el corazón y la mente con estos tesoros, también se iluminará nuestra forma de ser educadores-pastores. Y digo más: con este corazón sabremos cómo estar entre los jóvenes y las familias de otras religiones o sin ninguna religión. La actitud será la de un verdadero intercambio y testimonio sencillo en el más delicado respeto a su fe.
Como en los inicios del Oratorio de Valdocco, el crecimiento en la fe solo puede suceder estando juntos: cuanto más intenso sea el camino espiritual del que acompaña, más lo será también el de los jóvenes y de la gente, que, más por ósmosis que por procesos lógicos, tenderán a seguir sus pasos. A su vez, será el camino de su pueblo el que empujará al que acompaña, como pastor, a crecer más y más, a acercarse a la fuente para responder a la sed de los que le piden, a menudo sin palabras, de ayudarles a encontrarse con el Señor.
1.4. BUENOS CRISTIANOS: viviendo una verdadera espiritualidad salesiana
En Pentecostés, el Espíritu Santo abre el tiempo de la Iglesia y de la misión. Gracias al Espíritu, la espiritualidad y la misión van de la mano. No es posible separar la misión de la espiritualidad ni la espiritualidad de la misión. Por esta razón, cuando no conseguimos vivir de manera integrada la misión y la espiritualidad, con mucha probabilidad, llamarán a nuestra puerta el cansancio y la confusión o el conformarnos con estar ocupados ‘entreteniendo’ a otros con nuestras actividades, pero sin llegar verdaderamente a ‘tocar’ lo profundo de la vida de cada uno.
Volver al amor primero
Hoy muchos sociólogos hablan de la “sociedad del cansancio”. El papa Francisco dice que también los agentes de pastoral podemos vivir cansados. ¿Por qué nos cansamos tanto? Algunos podrían decir que tenemos la agenda llena de compromisos…, pero “el problema no es siempre el exceso de actividades sino, sobre todo, las actividades mal vividas, sin las motivaciones adecuadas, sin una espiritualidad que impregne la acción y la haga deseable”8. Por lo visto, la causa de muchos de nuestros cansancios no la tenemos que buscar en la agenda, sino en nosotros mismos: en la falta de motivación y en la desconexión con la que vivimos misión y espiritualidad.
Para sanar este cansancio debemos llegar hasta sus causas. El camino hasta el amor primero revitaliza. Recordemos cómo Don Bosco, en los últimos años de su vida, también vio que, en el Oratorio de Valdocco, se había perdido el amor primero. Por eso, desde Roma, escribió una carta a los jóvenes y salesianos del Oratorio donde comparaba la vida y la ilusión de los primeros años con la crisis que se estaba viviendo. En el Oratorio se había perdido la alegría, la vida, la confianza. En conclusión, había que volver al amor primero.
A.- Espiritualidad
Es cierto que la palabra espiritualidad está de moda, pero también lo es que esta palabra tiene una gran ambigüedad. Podemos ver un florecer del deseo de espiritualidad en lugares y contextos muy distintos, por más que muchas de las propuestas de espiritualidad, que hoy están en boga, nada tengan que ver con Jesús y su Evangelio.
A pesar de esta ambigüedad, hay que reconocer que el deseo de espiritualidad puede ser la puerta de entrada hacia la vida cristiana para quienes están en búsqueda. “En algunos jóvenes reconocemos un deseo de Dios, aunque no tenga todos los contornos del Dios revelado. En otros podremos vislumbrar un sueño de fraternidad, que no es poco. En muchos habrá un deseo real de desarrollar las capacidades que hay en ellos para aportarle algo al mundo. En algunos vemos una sensibilidad artística especial, o una búsqueda de armonía con la naturaleza. En otros habrá quizás una gran necesidad de comunicación. En muchos de ellos encontraremos un profundo deseo de una vida diferente. Se trata de verdaderos puntos de partida, fibras interiores que esperan con apertura una palabra de estímulo, de luz y de aliento”9 .
Esta actitud de apertura nos lleva a preguntarnos: ¿qué estamos haciendo, como Familia Salesiana, en favor de estos jóvenes y adultos ‘buscadores’? Lo que nosotros podemos ofrecerles es estímulo, luz y aliento. Esta preocupación es urgente, especialmente en aquellos contextos donde las huellas religiosas hayan perdido fuerza y vigor, aunque podríamos decir que estos contextos ya están en todos los sitios. Saber comunicarse con los ‘buscadores’ es abrir puentes de relación. Quizás esto es lo que pide el santo Padre cuando habla de que “la clarividencia de quien ha sido llamado a ser padre, pastor o guía de los jóvenes consiste en encontrar la pequeña llama que continúa ardiendo, la caña que parece quebrarse (cf. Is 42,3), pero que, sin embargo, todavía no se rompe. Es la capacidad de encontrar caminos donde otros ven solo murallas; es la habilidad de reconocer posibilidades donde otros ven solamente peligros. Así es la mirada de Dios Padre, capaz de valorar y alimentar las semillas del bien sembradas en los corazones de los jóvenes. El corazón de cada joven debe, por tanto, ser considerado ‘tierra sagrada’, portador de semillas de vida divina, ante quien debemos ‘descalzarnos’ para poder acercarnos y profundizar en el Misterio”10.
Y reconocemos bien, en esta mirada, el estilo y modo con que nuestro amado padre Don Bosco se acercaba y acompañaba a sus muchachos.
B.- Espiritualidad cristiana
En el amplio campo de la espiritualidad nos situamos en la espiritualidad cristiana. Hay una espiritualidad cristiana fundamental que brota del mensaje esencial del Evangelio y que lleva también la impronta de los valores más decisivos de cada momento de la historia en el seno de la Iglesia. No podemos olvidar, que el cristianismo se encarna en la historia y aspira transformar al hombre concreto en su situación cultural. Por eso, la espiritualidad cristiana debe responder a las necesidades de cada época y debe expresarse con las categorías del tiempo presente. Y, no cabe duda, que estos valores que brotan del Evangelio en todos los contextos, culturas y épocas, son valiosísimos puentes de comunicación, diálogo y encuentro con las demás religiones.
Lo decisivo en la vida espiritual es descubrir el misterio de Dios en el mundo y en nuestra vida porque “Dios está actuando en la historia del mundo, en los acontecimientos de la vida, en las personas que encuentro y que me hablan”11. Aquí encontramos el fundamento del discernimiento. Porque Dios no está ocioso, sino que está actuando, y la misión de la Iglesia es hacer posible que cada hombre y cada mujer encuentre al Señor que ya es Presencia y actúa en sus vidas y en sus corazones. Desde este modo de entender la misión la pastoral juvenil tiene como objetivo ayudar a que cada joven se encuentre con el misterio de Dios que está actuando en la historia, en su vida y en su corazón.
Don Bosco supo siempre leer los acontecimientos de la vida desde Dios. Para vivir desde Dios se necesita un centro vital que unifica la persona puesto que una persona espiritual es una persona construida, unificada y estructurada gracias a la acción del Espíritu Santo. En este sentido, la persona espiritual tiene conciencia de ser hijo de Dios, posee la inteligencia de la fe que le capacita para percibir el misterio de Dios y el sentido del mundo y de la historia, y vive su fe en una comunidad de hermanos al servicio del Reino de Dios.
Lo dicho nos ayuda a valorar y entender, de modo extraordinario, la importancia que el papa Francisco concede en su Magisterio a la espiritualidad. Lo afronta en todos sus grandes documentos:
→ La espiritualidad del discípulo misionero12.
→ La espiritualidad ecológica13.
→ La espiritualidad matrimonial y familiar 14.
→ La santidad como origen y la meta de la vida espiritual15 .
“Espero (dice el papa Francisco) que puedas valorarte tanto a ti mismo, tomarte tan en serio, que busques tu crecimiento espiritual”16. Por lo que, indudablemente, la espiritualidad toca la vida. Una vida tejida por sueños, experiencias, relaciones, proyectos y elecciones. Debemos ser capaces de animar a nuestros jóvenes a atreverse a soñar y elegir; vivir intensamente y experimentar; disfrutar de la amistad con Jesús; crecer y madurar; vivir la fraternidad; comprometerse; ser un misionero valiente.
C.- Espiritualidad salesiana
Hablamos de una espiritualidad salesiana, como expresión carismática dentro del ‘gran río’ de la espiritualidad cristiana. Lo sustantivo es la espiritualidad cristiana y lo adjetivo es el concreto estilo carismático.
La espiritualidad salesiana no se entiende sin comprender la experiencia espiritual de Don Bosco. Nuestro padre fue un sacerdote dedicado a la educación y evangelización de los jóvenes, fundador de varios movimientos apostólicos en favor de la juventud, y padre de una familia carismática con una clara y fuerte espiritualidad apostólica.
Por eso, la espiritualidad salesiana tiene su raíz en la experiencia espiritual que vivió Don Bosco, que vivieron los primeros salesianos, las primeras salesianas, los seglares colaboradores y los jóvenes del Oratorio. En esta tradición espiritual vemos un modo particular de entender la vida cristiana; la acción educativa, pastoral y social; la propuesta pedagógica y espiritual que llamamos Sistema Preventivo. Nuestra espiritualidad tiene algunos rasgos que le son muy propios: es una espiritualidad de lo cotidiano, una espiritualidad pascual de la alegría y el optimismo, una espiritualidad de la amistad y de la relación personal con el Jesús, una espiritualidad de comunión eclesial, una espiritualidad mariana, una espiritualidad del servicio responsable, proponiendo siempre, como hizo Don Bosco, la meta de ser “buenos cristianos y honrados ciudadanos”. Buscamos promover la dignidad de la persona y sus derechos; ejercitarse en vivir con generosidad en la familia y favorecer la solidaridad, especialmente con los más pobres; realizar el propio trabajo con honradez y competencia; promover la justicia, la paz y el bien común en la política; respetar la creación y favorecer la cultura. Todo esto forma parte de nuestra espiritualidad, de nuestro modo de ser Familia Salesiana, y mensaje evangélico con el carisma de Don Bosco en lo más diversos lugares del mundo.
1.5. BUENOS CRISTIANOS en el desafío de los ambientes no-cristianos, poscreyentes o poscristianos.
Vivimos en un mundo en cambio donde nos encontramos no solo jóvenes creyentes, sino también con jóvenes que se están alejando de la fe; también con jóvenes que profesan otras confesiones, y jóvenes que no profesan ninguna.
Esta pluralidad de situaciones hace que recordemos el mandato misionero recibido en Pentecostés. “¿A dónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envía a todos, puesto que para el Evangelio no hay fronteras ni límites. El Señor nos envía a todos y la misión salesiana nos lleva a todos. “No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor. Y nos invita a ir sin miedo con el anuncio misionero, allí donde nos encontremos y con quien estemos, en el barrio, en el estudio, en el deporte, en las salidas con los amigos, en el voluntariado o en el trabajo, siempre es bueno y oportuno compartir la alegría del Evangelio”17.
Por eso la misión es tan estimulante como exigente ¿Qué debemos pensar para que podamos acercarnos pastoralmente hasta los jóvenes que se alejan de la fe y a quienes profesan otras religiones o no profesan ninguna? O sea, los contextos no-cristianos y poscristianos.
Algunos peligros nos acechan
Ya sea en contextos cristianos, no-cristianos o poscristianos, debemos evitar tanto el fundamentalismo como el relativismo, tanto el exclusivismo como el sincretismo.
El fundamentalismo, pretendiendo conservar la verdad, se cierra al diálogo, se hace ‘fuerte’ e intransigente en las propias convicciones, pero de una manera reaccionaria e intolerante. El relativismo, a su vez, parte del convencimiento de que no hay certeza ni verdad cognitiva o normativa absoluta. El ambiente cultual postmoderno tiene en el relativismo un hábitat natural y ve una agresión intolerable en cualquier pretensión de verdad. Ni el fundamentalismo ni el relativismo ayudan en la propuesta pastoral.
El Instrumentum Laboris del Sínodo sobre los jóvenes da una interesante pista. “No se trata de renunciar a lo específico más precioso del cristianismo para conformarse al espíritu del mundo, los jóvenes no piden tampoco esto, sino que es necesario encontrar el modo para transmitir el mensaje cristiano en circunstancias culturales que cambiaron. De acuerdo con la tradición bíblica, es bueno reconocer que la verdad tiene una base relacional: los seres humanos descubren la verdad en el momento que la experimentan de parte de Dios, el único verdaderamente confiable y digno de confianza”18. El Instrumentum Laboris propone recorrer el camino relacional y potenciar una pastoral relacional. Parece que nos esté indicando que la puerta de entrada esté en el cuidado de las relaciones. Bien sabemos que el Sistema Preventivo de Don Bosco ha sido siempre un ejercicio práctico de este principio relacional.
Otros dos peligros son el exclusivismo y el sincretismo. El primero, el exclusivismo, muestra dos rostros. Uno que hace referencia a la oferta de una propuesta dirigida solo a la élite, a los jóvenes y adultos más preparados. El segundo hace referencia al silenciamiento de cualquier propuesta pastoral con la excusa del respeto al propio posicionamiento de cada persona. En definitiva, sería una propuesta pastoral solo para unos pocos o también la ausencia absoluta de propuesta pastoral. Ninguno de estos caminos es bueno. Si nuestra propuesta de pastoral no se preocupa de los lejanos y alejados, estamos dejando ver nuestra poca confianza en el proyecto evangélico y, quizás, nuestra concepción pastoral sea elitista. Y si nuestra opción es el silenciamiento, nuestra confianza en el proyecto evangelizador tampoco es mucha. El silenciamiento será el mejor camino para no atender pastoralmente a nadie.
La otra cara de la moneda es el sincretismo. Una propuesta pastoral sincretista se caracteriza por una mezcla de propuestas tomadas de distintas cosmovisiones. La pastoral sincretista busca siempre novedades sin aplicar ningún criterio de discernimiento.
¿Cabe preguntarse si son posibles algunas propuestas? Sí lo son:
→ Cuidar las semillas del Verbo
La primera es buscar y cuidar las semillas del Verbo. El Concilio Vaticano II impulsó esta doctrina que, por otra parte, cuenta con muchos siglos de tradición, ya formulada en el siglo II por un padre de la Iglesia de tal relevancia como san Justino.
Evocando esta doctrina, el Concilio quiso reconocer los distintos grados de verdad que hay en las diversas tradiciones religiosas y culturales. En estas semillas el Verbo ya está presente, aunque sea de manera incipiente, y la dirección a la que ellas apuntan es el Verbo. Esto es de gran ayuda en nuestra propuesta pastoral en contextos no-cristianos o poscristianos ya que pide de nosotros la búsqueda de espacios y lugares de entendimiento y de colaboración. Esos ‘puntos de encuentro’ los hallamos en aspectos tales como el valor de lo humano y la dignidad humana, la búsqueda de la paz, la adquisición de virtudes como la compasión y el respeto por el otro, el extranjero, el diferente; el cuidado de la Creación, la ecología…
Todos estos planteamientos son también de gran actualidad y sensibilidad social mundial y seguramente nos sugiere que podamos comenzar por lo sencillo.
→ El diálogo
La segunda propuesta pastoral en contextos no-cristianos y poscristianos ha de ser el diálogo, y con ello vuelve a nuestra reflexión el tema relacional.
Subrayo la importancia del diálogo, que necesita de otras habilidades como son: saber escuchar, hablar de manera comprensible, ser capaz de proponer experiencias de comunión. El diálogo no consiste solo en dar opiniones. Cuando dialogamos hemos de esforzarnos por entender la experiencia que el otro vive y el pensamiento que expone. Es importante, por eso, favorecer siempre un clima de respeto ante las innegables diferencias, así como reconocer que el diálogo pide humildad para reconocer las propias limitaciones y confianza para valorar las propias riquezas.
El diálogo pastoral del que hablamos es, en primer lugar, una conversación sobre la vida humana, estando abiertos a los jóvenes, compartiendo sus alegrías y penas, sus deseos y esperanzas, sus valores religiosos, siendo este un ejercicio de encuentro personal y comunitario que nos enriquece enormemente: “Así aprendemos a aceptar a los otros en su modo diferente de ser, de pensar y de expresarse. De esta forma, podremos asumir juntos el deber de servir a la justicia y la paz, que deberá convertirse en un criterio básico de todo intercambio”19.
→ El valor del Testimonio
Otra perspectiva, no menos importante, es la que hace referencia al testimonio. Ese valor del testimonio basado en la coherencia, el compromiso y la credibilidad. Los jóvenes nos pueden perdonar muchos errores, pero quieren de nosotros que seamos coherentes, creíbles, y que estemos comprometidos en favor de los demás. Estos son los testigos de nuestro tiempo.
→ El anuncio
El papa Francisco recuerda insistentemente la importancia del anuncio del Evangelio: “No puede haber auténtica evangelización sin la proclamación explícita de que Jesús es el Señor, y sin que exista un primado de la proclamación de Jesucristo en cualquier actividad de evangelización”20. El anuncio nunca deberá ser proselitismo y, en cada contexto, tendrá una expresión distinta; por ejemplo, no será igual el anuncio del Evangelio en contextos no-cristianos que en contextos poscristianos.
Tal anuncio encierra en lo esencial tres grandes verdades para el cristiano: Que Dios nos ama, que Cristo nos salva y que el Espíritu da vida y acompaña en la vida.
¿Cómo hacer este anuncio? Ante todo, con la certeza de saber que el anuncio se propone y queda abierto a que, por Gracia del Espíritu, pueda suscitar la fe. Además, el anuncio debe hacerse con un estilo caracterizado por la proximidad y la cercanía, y ha de ser personal, aun estando en grupo o comunidad; es decir debe llegar a cada persona. Esto no lo podrá reemplazar nunca ningún recurso ni estrategia pastoral.
“Más bien, glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia” (1Pe 3,15-16a).
1.6. BUENOS CRISTIANOS en la salida de nosotros mismos
La misión es una característica de los discípulos del Señor. Recordemos que cuando el papa Francisco describe, en la exhortación Evangelii gaudium, los rasgos de la espiritualidad del discípulo misionero pone el mandato misionero en lo más profundo del ser humano. “La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo”21 . El santo Padre pone la misión en el centro de la existencia.
a.- Tu vida para los demás
El encuentro con Dios me saca de mí hacia los demás. Es lo que algunos llaman la ‘antropología del don’, que puede sintetizarse con la expresión ‘tu vida para los demás’. Por eso, una persona abierta a los demás es una persona de mirada atenta y compasiva, en vez de la indiferencia que tanto se instala en el corazón de tantas personas en estos tiempos, volviéndonos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros.
Una persona abierta a los demás es capaz también de reconocer el don recibido poniendo al servicio de los demás los propios talentos. La dedicación a los demás, y en especial a los más necesitados, se convierte así verdaderamente en una práctica de fe y es fundamento de toda vida cristiana.
“Cuando un encuentro con Dios se llama ‘éxtasis’, es porque nos saca de nosotros mismos y nos eleva, cautivados por el amor y la belleza de Dios. Pero también podemos ser sacados de nosotros mismos para reconocer la belleza oculta en cada ser humano, su dignidad, su grandeza como imagen de Dios e hijo del Padre. El Espíritu Santo quiere impulsarnos para que salgamos de nosotros mismos, abracemos a los demás con el amor y busquemos su bien”22.
b.- Del ‘yo’ al ‘aquí estoy’
Esta manera de entender la vida abierta a los demás invita a pasar del ‘yo’ al ‘aquí estoy’. La cultura del ‘yo’ explica muy bien el mundo que vivimos. Esa cultura va acompañada de grandes posibilidades (crecimiento personal, autonomía, desarrollo de la persona) pero tiene grandes fragilidades (identidades resguardadas y poco abiertas a los demás, narcisismo, presentismo).
La antropología bíblica presenta al creyente como aquel que es capaz de decir ‘aquí estoy’. En la Escritura vemos que estas palabras fueron pronunciadas en momentos significativos de sus vidas por Abrahán, Moisés, Samuel, Isaías, María de Nazaret, el mismo Jesús que, según la carta a los Hebreos, al entrar en este mundo dijo: ‘Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad’ (Hb 10, 7).
Dando importancia al valor del ‘yo’, como no podría ser de otro modo, podemos entender la vida cristiana como un camino de transformación del ‘yo’ al ‘aquí estoy’. Dar ese paso hace posible abrirse a un misterio que trasciende. Cuando decimos, desde la fe, ‘aquí estoy’ se está generando en nosotros una actitud de disposición que abre la existencia al Espíritu Santo que guía y acompaña nuestra vida, para encontrar el modo de ser y vivir que más nos plenifique como seres humanos. Es la esencia de toda vocación, que con mirada de creyente en Jesucristo, su vida nos regala “una historia de amor, una historia de vida que quiere mezclarse con la nuestra y echar raíces en la tierra de cada uno”23.
2. HONRADOS CIUDADANOS
2.1. Los jóvenes nos esperan en la “casa de la Vida”
Una de las mejores y más actuales interpretaciones que podemos hacer de nuestra misión salesiana, es la de garantizar nuestra opción de ir al encuentro de los jóvenes allí donde estos se hallan y como estos se encuentran. Los jóvenes nos están esperando, y es en su vida diaria, corriente, cotidiana donde tenemos que encontrarnos con ellos. No habría promoción humana, ni compromiso social, ni tampoco evangelización ni camino de fe, si no se tuviera como punto de partida el lugar donde los jóvenes y las familias y toda la gente se encuentra.
La capacidad de ir a este encuentro, aprendida de Don Bosco, habla en nosotros de compromiso con sus vidas, habla de tomar en serio su situación y, sobre todo, del deseo profundo de comunión con ellos y de hacer de su causa nuestra causa. Por eso, no podemos olvidar nuestro carisma fundacional, como Familia Salesiana, de encontrarnos con los jóvenes donde ellos están, y con ellos, allí, trabajar comprometidos en la mejora y transformación de una realidad que es siempre interpelante. De aquí que todo proceso de promoción humana tenga que ser visto como parte, y no como fin en sí mismo, de un proceso más profundo y amplio de promoción, que lleva a la persona a hacer de su vida un espacio de encuentro con los demás, de intercambio de los propios dones para construir una sociedad más justa y digna para todos, a modo de anticipación del reino de los cielos que se construye aquí en la tierra, si en nosotros están los criterios de la buena noticia de Jesús.
No creo que haya que admitir que el compromiso social, la “militancia” en asociaciones que promueven el bien de los jóvenes y de la sociedad sean instancias incompatibles con la propuesta del Evangelio. En el padrenuestro subyace la ‘política’ de la fraternidad y la justicia, la solidaridad, la reconciliación, el respeto, la igualdad y la protección de los más vulnerables. No se puede decir que sean incompatibles los distintos modos de hacer el bien. Basta que este mire bien a toda la persona y a toda persona, evitando discriminaciones y particularismos.
Cuando a Jesús le presentaban situaciones de los que “no eran de los nuestros”, enseguida reaccionaba haciendo de los suyos a aquellos que no eran explícitamente contrarios: Quien no está contra nosotros, está con nosotros.
2.2. HONRADOS CIUDADANOS educando a nuestros jóvenes en la Ciudadanía y en el compromiso social.
Quizás se trate de uno de esos “lugares comunes” a los que en ocasiones acudimos para liberarnos de cuestiones incómodas, como cuando se dice que Don Bosco no se metía en política, indicando que su política era la del “padrenuestro”. Justamente, importa aclarar de qué política se habla.
Merece la pena reflexionar sobre este asunto y descubrir que, llevar al terreno de la política las indicaciones del padrenuestro, no hace más que corroborar el compromiso humano y evangélico en favor de aquello que preocupa a las personas o que condiciona sus vidas. Y más que dar un sentido diferente al padrenuestro, reduciéndolo a un espiritualismo vacío, desentendido de las cosas de “aquí en la tierra”, se ha de dar un sentido desde Dios que busca el bien y la felicidad de la humanidad, de todos sus hijos e hijas.
Para nuestros jóvenes de hoy, habituados como están a las cosas prácticas, a los resultados inmediatos, al efecto instantáneo de sus acciones, con las dificultades que experimentan para realizar procesos e itinerarios o aceptar la fatiga de la siembra y la larga espera para ver frutos, educar en un compromiso social, como camino que puede introducir a muchos en el camino de la vida cristiana, resulta imprescindible.
No hay vida cristiana auténtica, podríamos decir, sin compromiso social, es decir sin justicia y caridad, sin servicio en favor de los otros, y en especial los más necesitados, los más frágiles, los sin voz, los abandonados, los descartados…; así como no existe buen samaritano sin hombre necesitado, o Don Bosco sin jóvenes pobres, abandonados y en peligro.
Y, por otro lado, no debe haber una política y acción social auténtica sin la promoción de la persona. El compromiso social y la acción política han de ser expresión de la prioridad que tienen las personas y la promoción humana dentro de la sociedad.
Puede ser que esa cierta dicotomía, que algunos subrayan fuertemente entre camino de santidad (vida espiritual) y compromiso social (vida ciudadana), se pueda hacer concreta cuando las metas son la dignidad del trabajo y el crecimiento cristiano por medio de él, la fe por las obras, el compromiso con los pobres y la justicia social como vivencia coherente del Evangelio.
La dimensión social no es extraña a la vivencia de la fe y es, precisamente en el compromiso social, donde se necesita profundizar en la dimensión trascendente de toda acción humana. El papa Francisco en la Christus vivit hace una interesante lectura de la capacidad que los jóvenes tienen de comprometerse socialmente y atribuye esta dedicación a la vida plena en amistad con Cristo. Toda una propuesta pastoral para nosotros educadores y evangelizadores de los jóvenes:
“Quiero alentarte a este compromiso, porque sé que ‘tu corazón, corazón joven, quiere construir un mundo mejor. Sigo las noticias del mundo y veo que tantos jóvenes, en muchas partes del mundo, han salido por las calles para expresar el deseo de una civilización más justa y fraterna. Los jóvenes en la calle. Son jóvenes que quieren ser protagonistas del cambio. Por favor, no dejen que otros sean los protagonistas del cambio. Ustedes son los que tienen el futuro. Por ustedes entra el futuro en el mundo. A ustedes les pido que también sean protagonistas de este cambio. Sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas que se van planteando en diversas partes del mundo. Les pido que sean constructores del futuro, que se metan en el trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor, no balconeen la vida, métanse en ella. Jesús no se quedó en el balcón, se metió; no balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús’. Pero sobre todo, de una manera o de otra, sean luchadores por el bien común, sean servidores de los pobres, sean protagonistas de la revolución de la caridad y del servicio, capaces de resistir las patologías del individualismo consumista y superficial”24.
2.3. HONRADOS CIUDADANOS educando a nuestros jóvenes en el compromiso en el servicio político
“La sociedad que Don Bosco tenía en mente era una sociedad cristiana, construida sobre los fundamentos de la moral y de la religión. Hoy, la visión de sociedad se ha transformado: estamos en una sociedad secular, construida sobre principios de igualdad, de libertad, de participación. Pero la propuesta educativa salesiana conserva su capacidad de formar un ciudadano consciente de sus responsabilidades sociales, profesionales, políticas; capaz de comprometerse por la justicia y por promover el bien común, con una especial sensibilidad y preocupación por los grupos más débiles y marginados. Se debe, por tanto, trabajar por el cambio de criterios y por la visión de vida, para la promoción de la cultura del otro, de un estilo de vida sobrio, de una actitud permanente de gratuidad, de luchar por la justicia y la dignidad de cada vida humana”25.
Es un hecho que, amparados en ‘las reglas de juego’, muchos sistemas sociopolíticos contemporáneos dominan o someten a los ciudadanos más de lo que quisiéramos o creemos. Nuestros ambientes educativos deben preparar a los jóvenes para responder a esas cuestiones con sentido político y de participación ciudadana responsable. Me pregunto:
→ ¿Cómo podemos ayudar a los jóvenes a adquirir los conocimientos, las disposiciones, las competencias y las actitudes esenciales para que puedan desarrollar una ciudadanía efectiva, libre y coherente?
→ Como Familia Salesiana, ¿cómo podemos ser ciudadanos salesianamente corresponsables en este tiempo?
En un presente frágil y fragmentado, donde la dimensión política de la vida se piensa muchas veces de la mano de la corrupción y de la falta de ética, donde existe la anemia de una praxis que mira, ante todo, al individualismo, debemos proponernos educar a nuestros jóvenes en un compromiso en el servicio de una ‘honesta ciudadanía’ de ámbito político-social.
De las mil políticas (económicas, sociales, educativas, sanitarias, internacionales…) podemos elegir, como Familia Salesiana, esta política: la del “Padre Nuestro”, la del “pan de cada día”, la de los “pies descalzos” en el “siempre” de los más pobres (cf. Mc 14,7), necesitados de la verdadera política de la justicia y caridad. Queremos estar, y debemos seguir estando, del lado de lo “políticamente incorrecto” porque elegimos estar del lado de los que no tienen voz. Ya lo decía monseñor Romero: “La dimensión política de la fe se descubre y se la descubre correctamente más bien en una práctica concreta al servicio de los pobres (…) de encarnarse en su mundo, de anunciarles una buena noticia, de darles una esperanza, de animarlos a una praxis liberadora, de defender su causa y de participar en su destino”26.
Por eso, como educadores y como cristianos, como Familia Salesiana de Don Bosco hoy, aspiramos a una acción política que es social: una acción que contribuya a la solidaridad, a la fraternidad humana, al verdadero encuentro que acepta y respeta al otro, a la realización del “Reino de Dios” aquí y ahora.
Educar a nuestros jóvenes con esta visión y este criterio de participación política orientando al bien común, razón de ser y fin de la vida política, supone educar con fuerte convicción en:
La dignidad y de los derechos de los hombres, buscando siempre el bien integral de la comunidad y de la persona humana;
la custodia y salvaguarda de la dignidad trascendente de la persona, hecha a imagen de Dios;
la promoción de un desarrollo integral, sustentable y solidario de todo lo humano y de todos los humanos;
la globalización de la caridad y solidaridad, con especial referencia a los pobres, vulnerables y excluidos, contra la enorme burbuja de la indiferencia, del descarte y del egoísmo;
la realización de la fraternidad como principio regulador del orden económico y de desarrollo de todas las potencialidades de los pueblos;
el despliegue de la subsidiariedad como participación libre y responsable desde las bases de una sociedad democrática, donde todos tienen voz y participación;
el destino común de los bienes de la tierra, como cultura del encuentro y del compartir; también el cuidado de la casa común, con una ecología natural y humana de convivencia, armonía, paz y bienestar presente y futuro.
Esto exige de nosotros un trabajo educativo, que despierte y cultive la humanidad de todo hombre y mujer, que lo haga crecer en la autoconciencia de su vocación, dignidad y destino; trabajo educativo también en las ‘nuevas generaciones políticas’, que no se alejen de la participación en la vida pública, apasionados por el bien, carismáticamente presentes donde se toman las decisiones de futuro.
Cómo nos dice papa Francisco: "El futuro de la humanidad no está solo en las manos de los políticos, de los grandes líderes y empresas. Sí, su responsabilidad es enorme. Pero el futuro está, sobre todo, en las manos de las personas que reconocen al otro como un 'tú' y a sí mismos como parte de un nosotros"27. Un “nosotros” que pide ir más allá del silencio, de la indiferencia para que todos nosotros, ciudadanos de este tiempo, podamos cumplir nuestra misión en la comunidad.
Esta mirada no es ajena a lo que en esencia nos identifica como carisma salesiano. Sirva como ejemplo el Cuadro de referencia de la Pastoral Juvenil Salesiana de los sdb cuando se dice que “la dimensión social de la caridad pertenece a la educación de la persona social y políticamente comprometida en favor de la justicia, de la construcción de una sociedad más justa y más humana, descubriendo en ella una inspiración plenamente evangélica”28, e igualmente en tantos documentos de los diversos grupos integrantes de nuestra gran familia.
El beato Alberto Marvelli, oratoriano en Rímini (Italia), fue un ejemplo de esto mismo. Sintió y vivió el compromiso en la política como un servicio y una respuesta de expresión de la fe vivida en el mundo, en la “polis”, procurando encarnar en su vida, los ideales de solidaridad y justicia que la Iglesia de su tiempo predicaba y que él conocía de la literatura de las encíclicas sociales. Para él, la política era amor, era la extrema consecuencia de la caridad social e instrumento de verdad. Así lo describiría san Juan Pablo II en la homilía de su beatificación: “En la oración buscaba inspiración también para el compromiso político, convencido de la necesidad de vivir plenamente como hijos de Dios en la historia, para transformarla en historia de salvación”. Un joven que se dejó educar en la escuela del compromiso socio-político para una acción de síntesis de fe y vida para la trasformación del mundo. Alberto entendió muy bien, con su vida, qué significa el servicio a los demás en la ciudadanía.
Por todo ello, sigue siendo un camino inexcusable “avanzar en la dirección de una revalidación actualizada de la ‘opción socio-política-educativa’ de Don Bosco. Esto significa formar en una sensibilidad social y política que lleva a invertir la propia vida como misión por el bien de la comunidad social, con una referencia constante a los inalienables valores humanos y cristianos”29.
Este es un desafío en nuestra educación socio-política de las jóvenes generaciones, en el que tenemos aún mucho que crecer. “Ser honrado ciudadano compromete hoy a un joven en varios aspectos: promover la dignidad de la persona y sus derechos, en todos los contextos; vivir con generosidad en su familia y prepararse para formar la suya propia sobre la base de la entrega recíproca; fomentar la solidaridad, especialmente con los más pobres; desarrollar su trabajo con honradez y competencia profesional; favorecer la justicia, la paz y el bien común en la política; respetar la creación y favorecer la cultura”30.
La educación tiene una dimensión política en sí misma: la acción educativa es una forma de intervención en el mundo. Esto implica cuidar más la dimensión política de la educación, de la ciudadanía, del compromiso con la sociedad, con las familias de nuestros jóvenes y con ellos mismos.
Esto es hoy, y será siempre, un gran desafío en nuestro ser educadores para hacer posible una realidad que genere nuevos estándares éticos. No podemos conformarnos, por eso mismo, con que nuestras obras educativas sean una “producción de graduados” sino de ciudadanos comprometidos con el cambio, críticos ante las diversas realidades, capacitados no solo por la “formación” recibida sino capaces de “trasformación” de esa misma realidad como agentes de cambio y mejora, de esperanza y renovación desde el mundo de la economía, de la política, de la educación, del trabajo, del compromiso social, de los medios de comunicación… y para un mundo nuevo de ciudadanía activa, protagonistas del bien común. Como educadores de la Familia Salesiana, consagrados y seglares, hemos de seguir con convicción este camino de modo que, plantada la semilla, esta pueda crecer en el tiempo y llegar a ser actitud y estilo de vida.
2.4. HONRADOS CIUDADANOS educando a nuestros jóvenes en la honradez y la no-corrupción
Hay preguntas que me parece que no podemos dejar de hacernos cuando pensamos en educar y acompañar a nuestros jóvenes en su formación como honrados ciudadanos capaces de vencer las tentaciones de lo fácil, del dinero ganado sin esfuerzo ni profesionalidad etc...
→ ¿Cómo podemos ayudar a los adolescentes y jóvenes, con los que nos encontramos cada día, para que puedan tomar decisiones y resolver los problemas de la vida de cada uno desde la verdad y la honradez?
→ ¿Cómo podemos ofrecer experiencias que les ayuden a ganar confianza en sí mismos y, al mismo tiempo, a reconocer la integridad de comportamientos?
Deberíamos ser capaces de educar en la verdad que hace libre, en la belleza de la transparencia, sin dobles vidas o autoengaños, sin caer en las estructuras de esclavitud que oprimen, o en respuestas sin ética que debilitan a la persona en su interioridad. Jesús lo vivió en sí mismo con la honradez y trasparencia de su anuncio: devolviendo la libertad a los cautivos, la vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos y anunciando un año de gracia del Señor (Cf. Lc 4, 18-19); lavando los pies a los suyos como ejemplo de servicio a los demás, viviendo las “riquezas insondables” de amor y verdad que le costaron su vida en la cruz, delante de todos. Sufrió en su propia carne la injusticia estructural que corrompe por el egoísmo, la auto-refencialidad, la búsqueda de los propios intereses y la mentira que por repetirse tantas veces se vuelve “verdad” y hasta mata.
Como educadores, debemos actuar y favorecer la honradez y la no-corrupción ¿Cómo? Desde la preventividad. Es muy común escuchar en la actualidad tantos ‘cantos de sirena’ que propagan como lo más natural el poder conseguir todo fácilmente por caminos que corrompen el interior de la persona y dañan su integridad, la fortaleza, la verdad de lo que somos. “La sociedad en su conjunto está llamada a comprometerse concretamente en combatir el cáncer de la corrupción en sus diversas formas. (...) La corrupción es una de las heridas más lacerantes del tejido social, porque lo perjudica gravemente tanto desde un punto de vista ético como económico: con la ilusión de ganancias rápidas y fáciles, en realidad empobrece a todos, menoscabando la confianza, la transparencia y la fiabilidad de todo el sistema”31.
→ ¿Qué estamos haciendo como educadores para fortalecer preventivamente en la vida de nuestros jóvenes la convicción acerca de la necesidad de ser honrados?
→ ¿Qué ejemplos, qué convicciones, qué contenidos estamos transmitiendo para que los jóvenes, e incluso sus familias, no lleguen a aceptar como normal lo injusto, la mentira, la falsedad y el propio beneficio al precio que sea?
→ ¿Qué construimos, desde la educación y los valores evangélicos, en aspectos esencialmente humanos como la conciencia, la capacidad crítica, y la denuncia en favor de la verdad, la autenticidad y la justicia?
La corrupción es “un proceso de muerte” que se ha vuelto habitual en tantas sociedades y es, ciertamente, un verdadero mal y un grave pecado (del que no se habla) aunque, sin embargo, no puede contra la esperanza traída por el Señor Jesús. Una esperanza que debemos sembrar como fortaleza en cada uno de nuestros jóvenes. Y sabiendo que las escuelas y organizaciones juveniles son siempre instrumentos de educación ciudadana, es de vital importancia que cualquiera que se preocupe por la educación y la sociedad se pregunte qué tipo de ciudadano imaginan nuestros programas educativos. Los educadores de hoy en día se enfrentan a enormes presiones para reducir la educación a enseñanza y aprendizaje de materias y preparación de exámenes.
Me gustaría pensar que la mayoría de los educadores, al menos los educadores de las presencias de la Familia Salesiana en el mundo, creen que las escuelas, más allá de enseñar a los niños a leer y escribir, a resolver problemas matemáticos y a entender la ciencia y la historia, sirven también como una influencia maravillosa en la visión del mundo y, por lo tanto, son una herramienta importante y poderosa para dar forma a nuestra sociedad, para mejor. Es importante enseñar los jóvenes a hacerse preguntas, a cuestionarse y a cuestionar lo que nos proponen como ideales de vida; a exponer su mirada y perspectivas; a considerar sus ambientes y circunstancias específicas de vida, su pasado y los sueños para su futuro; a que se consideren a sí mismos ciudadanos activos, disponibles, capaces críticos y equipados para influir en la vida pública. Educar es todo esto.
“Educar quiere decir ayudar a cada uno a encontrarse a sí mismo, acompañar a los jóvenes con paciencia en un camino de recuperación de valores y de confianza en sí mismos; conlleva la reconstrucción de las razones para vivir, descubriendo una nueva visión de la vida más positiva. Educar significa no solo una renovada capacidad de diálogo, sino también de propuesta rica de intereses, fuertemente anclada en lo que es esencial para una vida mejor; conlleva comprometer a los jóvenes en experiencias que les ayuden a captar el sentido del esfuerzo diario; implica ofrecer instrumentos básicos para que se ganen la vida, haciéndolos capaces de actuar como sujetos responsables en toda circunstancia. Educar requiere el conocimiento de los problemas sociales juveniles de nuestro tiempo”32 .
2.5. HONRADOS CIUDADANOS sensibles y corresponsables en un mundo en movimiento y migración
Pemitidme, a modo de ejemplo de lo que quiero argumentar, que haga referencia a lo vivido por mí mismo en diversas visitas de estos años. En ellas he quedado admirado por la enorme creatividad y celo de mis hermanos y de la Familia Salesiana, dando respuestas a ese fenómeno impresionante de nuestros días, que es la movilidad humana. Lo he constatado, en Kakuma, un campo de refugiados al norte de Kenia que acoge cerca de 190.000 personas, donde mis hermanos sdb son la única institución autorizada a vivir dentro del mismo campo, atendiendo integralmente a la juventud proveniente de varias partes de África, sobre todo del Sudán del Sur y Somalia, mediante la formación profesional, el oratorio y centro juvenil y las actividades educativo-pastorales. Lo he visto también en la significativa presencia de Tijuana (México). En esa frontera entre el sur y el norte económico del mundo, con su “desayunador” y red de oratorios, se atienden a cientos de jóvenes en busca de un futuro, se los acompaña y previene del riesgo de la violencia y la droga, ofreciéndoles oportunidades educativas. Incluso en nuestra comunidad del “Sacro Cuore”, en Roma, tenemos un sencillo pero dinámico centro juvenil, en el que participan jóvenes universitarios y voluntarios, que en un ambiente oratoriano acogen a jóvenes migrantes o refugiados de diversas partes del mundo. Así podríamos recorrer todo el mundo de nuestra Familia Salesiana y encontrar en todas partes creativas respuestas a los jóvenes en movimiento, ya que esta sensibilidad nace de nuestro ADN salesiano: Creo poder afirmar, sin miedo a equivocarme que somos hijos e hijas de un emigrante, que acogió emigrantes y envió a sus hijos misioneros a atender a los emigrantes.
El fenómeno
El fenómeno migratorio alcanza hoy a más de 1000 millones de personas; es el más grande movimiento de personas de todos los tiempos, se ha transformado en una realidad estructural de las sociedades contemporáneas y constituye una realidad siempre más compleja desde el punto de vista social, cultural y religioso, agravado por la existencia de la migración irregular. Las causas del fenómeno son varias: desde las asimetrías sociales y económicas planetarias, las crisis políticas y sociales que se precipitan en conflictos armados y las persecuciones étnicas o religiosas; hasta las migraciones por motivos climáticos tales como la desertización de varias partes del planeta y también las enormes facilidades e posibilidades de comunicación y movilidad que hoy existen.
Según datos de las Naciones Unidas, los migrantes internacionales hoy son 271,6 millones, siendo el 3,5 % de la población mundial. 39 millones, de estos, son menores de 19 años. La emigración interna (es decir, la que se produce en el interior de las propias naciones) era estimada, según datos del 2009, era de 740 millones de personas.
Un capítulo particular y más dramático es el de los 70,8 millones de personas en situación de movilidad forzada: 41,3 millones de desplazados internos, mayoritariamente personas que, por conflictos bélicos, han debido emigrar dentro del propio país. Los que abandonan su país son 25,9 millones de refugiados, más 3,5 millones de personas solicitantes de asilo. Estos son los datos oficiales de la ONU, sabiendo que los números todavía pueden ser superiores. La mitad de estos migrantes forzados son menores de 18 años. Se contabilizaron 111.000 menores sin familia, no acompañados. Cada vez más, los refugiados viven en las ciudades (61%), siendo más invisibles.
Don Bosco
Para nuestra Familia religiosa el fenómeno de la migración no es una novedad carismática. El propio Don Bosco emigró de la serenidad y austeridad del área rural de I Becchi a Chieri, y después a la conflictiva ciudad de Turín. Desde los inicios, Don Bosco se enfrentó a esta realidad. Los primeros jóvenes que recibió en su oratorio eran emigrantes estacionales o permanentes, de las áreas rurales en busca de trabajo en la capital piamontesa; jóvenes extranjeros que no hablaban ni italiano ni piamontés. En un debate con algunos párrocos de Turín, que opinaban que Don Bosco alejaba a los jóvenes de sus parroquias, el santo responde que son todos extranjeros:
“Porque casi todos son forasteros; se encuentran en la ciudad abandonados por parte de sus parientes o han venido en busca de un trabajo que no encuentran. Quienes de ordinario frecuentan mis reuniones son saboyanos, suizos, del valle Aosta, de Biella, de Novara, de Lombardía […] La lejanía de la patria, la diversidad de lenguajes, la inseguridad de domicilio y el desconocimiento de los lugares hacen difícil, por no decir imposible, acudir a sus parroquias”33.
La aventura misionera salesiana comienza con la atención a los emigrantes italianos en Argentina. Don Bosco exhortará a la primera expedición de 1875:
“Id, buscad a estos hermanos nuestros, a los que la miseria, o la aventura los llevó a tierras lejanas, e industriaos para haceres conocer cuan grande es la misericordia de Dios, que os manda para bien de sus almas”34.
La Congregación salesiana en tiempos de don Rua y don Albera consolidó la atención a los emigrantes italianos y, también, polacos y alemanes. Basta pensar en el grandísimo trabajo que se realizó entre los emigrantes; ya en 1904, solo en América, eran 450.000 los emigrantes atendidos por los Salesianos35. Con don Rua se creó incluso una “Comisión Salesiana de la Emigración” que estuvo vigente varios años. El servicio hecho en favor de los emigrantes fue enorme, ya sea a los emigrantes europeos en América, África, Medio Oriente, o en la misma Europa; como a los emigrantes que escapaban de la Europa del Este hacia la Europa Occidental en tiempo de regímenes comunistas.
Por tanto, el fenómeno migratorio, de una forma u otra siempre ha estado presente en nuestra historia salesiana. El desafío de la movilidad humana juvenil, es hoy mucho más extenso y complejo a causa de su dimensión cultural, social, religiosa, a causa de su gran incidencia demográfica, y los nuevos aspectos ligados a las técnicas de información, globalización, facilidad de transportes. Ante esta realidad una pastoral de comunión (más inclusiva e integradora) se hace más necesaria en relación aquella tradicional, étnica-nacional de atención a los connacionales. También nos encontramos con fenómenos nuevos y dramáticos tales como el de los refugiados, los menores no acompañados y la trata personas. Todo esto plantea grandes desafíos a nuestra Familia Salesiana ante este nuevo ‘continente juvenil’ del siglo XXI.
Proyección de futuro
A la pregunta acerca de con qué jóvenes nos encontramos hoy en el mundo, ciertamente que estos millones de jóvenes en situación de movilidad nos interpelan. Es una realidad que además de ser una presencia de frontera, en situaciones de emergencia, la mayoría de las obras de la Familia de Don Bosco acogen en sus presencias a cientos de millares de niños, adolescentes y jóvenes emigrantes de primera o segunda generación, integrándose serenamente en nuestras comunidades educativas. Este impagable servicio, generalmente muy silencioso y discreto, ofrece un auxilio precioso a la juventud en movilidad, ofreciéndoles una contención y ayudándolos a una efectiva y natural integración en la sociedad civil y a veces en la Iglesia.
Nuestra actuación en este desafiante mundo de la movilidad humana, la hemos de realizar desde nuestra identidad carismática:
→ Focalizándonos prioritariamente en los niños, adolescentes y jóvenes, ofreciéndoles procesos educativos-pastorales consistentes.
→ Manteniendo nuestro enfoque educativo-evangelizador, evitando ser reducidos a una ONG. El sujeto de la misión es confiado a una comunidad educativa en comunión de vida entre consagrados y seglares competentes para esta delicada misión.
→ Sosteniendo una ‘presencia educativa’ con la que nos inserimos lo más posible en el espacio geográfico y existencial de los destinatarios.
→ Siendo educadores y amigos que estamos con ellos, no simplemente como agentes humanitarios, prestadores de servicios a su favor, sino como educadores y pastores.
→ Apostando por la “preventividad”, buscando ofrecer a los jóvenes la posibilidad de desarrollar sus aptitudes en su propio contexto cultural, para que puedan inserirse con dignidad en su medio, sin la urgencia que los impele a emigrar. Todo joven tiene derecho a no deber emigrar.
→ Con una presencia siempre más coordinada, más institucional, más visible y profesional. Es una gran oportunidad para la intervención de la Familia Salesiana, donde cada grupo puede aportar sus dones para la misión. El voluntariado misionero y el Movimiento Juvenil Salesiano encuentran un inmenso horizonte de compromiso con esta Juventud en Movimiento.
Este continente en movimiento nos interpela con fuerza en el siglo XXI proponiéndonos que su existencia pueda ser motivo para todos nosotros de una verdadera fuente de renovación pastoral, carismática y vocacional.
2.6. HONRADOS CIUDADANOS cuidando la casa común como nos piden los jóvenes
El compromiso por la casa común (visión de la ecología propuesta por la Laudato si’) no es un compromiso adicional: es un horizonte que desafía toda nuestra cultura, fe, estilo de vida, misión... educación y evangelización. Más todavía: la ecología integral también nos habla de una propuesta educativa integral (en sus valores humanos y espirituales).
Al pensar en el cuidado de la casa común, en el cuidado de la Creación, no estamos hablando de una actitud opcional, sino de una cuestión esencial de justicia, ya que la Tierra que hemos recibido también pertenece a los que vendrán... el medio ambiente es un préstamo que cada generación recibe y debe transmitir a la siguiente generación.
Algunas propuestas pastorales
→ Conversión ecológica
La primera propuesta tiene mucho que ver con un cambio de mirada y de mentalidad. El Papa Francisco nos invita a "tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo"36. Por eso, debemos adoptar una espiritualidad radicalmente nueva, una espiritualidad en la que nuestro compromiso por el cuidado de la Tierra sea sostenido y eficaz en la medida en que esté enraizado en una conversión ecológica afectiva.
Estamos llamados a ir a las raíces éticas y espirituales de los problemas ambientales, que nos invitan a buscar soluciones no solo en lo técnico, sino también en un cambio del ser humano. Todos deben pasar del consumo al sacrificio, de la codicia a la generosidad, del desperdicio a la capacidad de compartir, de lo que yo quiero a lo que el mundo de Dios necesita.
→ Acompañar el protagonismo juvenil por la casa común
Muy probablemente lo que nadie podría imaginar, y mucho menos los ‘grandes y poderosos de este mundo’, es que la mayor reacción y protesta les viniera de parte de los jóvenes y en un movimiento casi mundial.
En el mundo, hay jóvenes con un nivel significativo de conciencia sobre cuestiones ecológicas y ejercen una ciudadanía activa con respecto a la casa común.
Greta Thunberg, activista sueca por el clima, de 16 años, dijo a los líderes mundiales en la cumbre de la ONU de 2019 en Nueva York: “Me habéis robado mis sueños y mi infancia con vuestras palabras vacías. Estamos al comienzo de una extinción masiva y de lo único de lo que podéis hablar es de dinero y de fábulas de un crecimiento económico eterno: ¡cómo os atrevéis! Nos estáis decepcionando, pero los jóvenes están comenzando a comprender vuestra traición”37.
Estas palabras fuertes desafían a los líderes y cambian las perspectivas de los adultos y lideran un gran movimiento de jóvenes para salvar la casa común. La “Generación Laudato Si’” es un ejemplo concreto. También está el "sector juvenil" del “Movimiento Católico Mundial por el Clima”, una red internacional de más de 800 organizaciones católicas. Se están movilizando por la justicia climática y para pedirle a la Iglesia y al mundo que actúen. Por nuestra parte, 'Don Bosco Green Alliance' y el Movimiento Juvenil Salesiano son miembros activos en esta red internacional.
Como educadores de jóvenes, acompañamos no solo a aquellos que ya se han puesto sus zapatos, sino también nos preocuparnos por los que están tumbados en el sofá frente a la ventana o a la pantalla. Al mismo tiempo, recordamos, bien, que los jóvenes son muy buenos para movilizar a sus compañeros, a ponerse los zapatos38.
→ Hacia una ecología humana
La ecología ambiental nos lleva intrínsecamente a reflexionar sobre la ecología integral. Desde la década de 1970, por el papa san Pablo VI y los diversos papas siguientes, siempre han insistido en este campo. 'Ecología humana' es un término introducido por el papa san Juan Pablo II en su carta encíclica Centesimus annus39. Al recuperar esta palabra, el papa Francisco dice que “la destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no solo le encomendó el mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación”40.
→ La obra educativa y cultural
San Juan Pablo II, ante la crisis ecológica, ya hablaba de la necesidad y urgencia41 de un gran trabajo educativo y cultural.
Nuestras propuestas educativas para la casa común contienen tres fases: informar, educar y hacer cultura42.
Ante el fenómeno del consumismo, debemos recordar, a los jóvenes de nuestras presencias, tres principios (3R): reducir, reutilizar y reciclar.
Somos conscientes de que los problemas ecológicos son consecuencia de estructuras injustas. Para afrontarlos necesitamos estructuras virtuosas de gracia, de reconciliación, de curación y de ecología ambiental, humana, social e integral43. Estas son las estructuras que nosotros, como educadores, debemos proponer a los jóvenes.
Para iniciar los procesos hacia una ciudadanía ecológica hay reflexiones fundamentales muy cercanas a nuestra sensibilidad salesiana. De hecho, uno de nuestros hermanos trabaja al más alto nivel en la Iglesia en este campo. Que, en el libro 'Los Diez Mandamientos Verdes', encontramos muchos elementos para continuar desarrollando en nuestros jóvenes una gran sensibilidad sobre la Creación, para soñar y hacer realidad en el futuro lo que nuestros hombres y mujeres del gobierno no quieren tomar en serio por motivos económicos y otros intereses.
2.7 En la defensa de los derechos humanos y, especialmente, de los derechos de los menores
Siento una imperiosa necesidad de hacer una fuerte llamada a nuestra Familia para que en el presente y en el futuro nos distingamos por esta defensa de cada menor. Lo esencial del mensaje que quiero transmitir es, justamente, lo siguiente:
→ El propósito por el que fuimos suscitados por el Espíritu Santo en Don Bosco, como Familia Salesiana, es el de dar toda nuestra vida a los menores, a los jóvenes, a los niños y niñas del mundo, dando prioridad, sobre todo, a los más indefensos, a los más necesitados, a los más frágiles, a los más pobres.
→ Por esta razón, debemos ser expertos en la defensa de todos los derechos humanos, especialmente los derechos de los menores, y pedir perdón hasta las lágrimas si alguien no lo ha hecho así. No podemos ser cómplices de ningún abuso, entendiendo con esto el abuso de "poder, económico, de conciencia, sexual", como se definió en el Sínodo sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional44.
Como Familia de Don Bosco formamos parte de todos los esfuerzos que hace la Iglesia toda en favor de los derechos humanos.
Como todos sabemos, el lenguaje de los derechos entra en la vida de la Iglesia con el desarrollo de la doctrina social. La Iglesia, en virtud del Evangelio confiado a ella, proclama los derechos humanos, reconoce y aprecia enormemente el dinamismo con el que en nuestros días estos derechos se promueven en todas partes.
Mientras la sociedad civil actúa de diferentes maneras en defensa de los derechos humanos, nosotros, Familia Don Bosco, y también la Iglesia, estamos llamados hoy a recuperar la dimensión objetiva de los derechos humanos, basada en el reconocimiento de la “dignidad inherente a todos los miembros de la familia humana, [que] constituye la base de la libertad de justicia y paz en el mundo”45. Sin esa visión, se establece un cortocircuito con respecto a los derechos y la globalización de la indiferencia que surge del egoísmo, “fruto de una concepción de hombre incapaz de aceptar la verdad y vivir una auténtica dimensión social”46. La tentación moderna es acentuar en gran medida
la palabra "derechos", dejando de lado la más importante: "humanos". Si los derechos pierden su conexión con la humanidad, se convierten en expresiones de grupos de interés.
Para Don Bosco, el muchacho marginado no es un beneficiario pasivo, un simple receptor de asistencia, a quien se puede ofrecer cosas y servicios. Don Bosco aboga por una nueva visión del muchacho marginado: una relación educativa entre el educando y el educador, que anticipa esa visión del muchacho como sujeto de derechos, que la Convención de Nueva York sancionó por primera vez hace treinta años, el 20 de noviembre de 1989, como un instrumento de derecho internacional ahora legalmente vinculante para 193 Estados.
Los derechos de los menores y el Sistema Preventivo tienen en común algunos principios básicos. Ambos tienen el mismo objetivo, es decir, el desarrollo integral y el bienestar total de los niños. Tanto los derechos de los niños como el Sistema Preventivo tienen algunas tareas que realizar para poder alcanzar sus objetivos para los niños. Estas tareas incluyen el cuidado integral de las personas, la formación del personal responsable, la creación de un ambiente sano, el desarrollo de pautas para la disciplina positiva y la formulación de protocolos para la protección de menores.
En defensa de los derechos de los menores
1.- En 2019, del 21 al 24 de febrero, se celebró un ‘encuentro’ de la Conferencia Mundial de Obispos Católicos sobre la 'protección de menores en la Iglesia', a la que asistieron 190 líderes eclesiásticos, de los que 114 eran los presidentes de las Conferencias episcopales. En la reunión, el papa Francisco dijo que, en docilidad al Espíritu Santo, debemos escuchar el grito de los pequeños que piden justicia. Sabemos bien que cualquier escándalo puede hacer invisible la luz del Evangelio47, y el abuso del poder y la conciencia hace mucho daño y son extremadamente peligrosos.
• 2.- No podemos hablar de los derechos de los menores sin referirnos a la 'Convención sobre los derechos de la infancia y de la adolescencia' de las Naciones Unidas, que define a un niño como cualquier ser humano menor de dieciocho años, y proporciona un estándar para el cuidado y protección, identificación, gestión de los casos, el informe, la petición de decisión prejudicial. Identifica cuatro aspectos de los derechos del niño: la participación de los niños en las decisiones que los afectan; la protección de los niños contra la discriminación y todas las formas de abandono y explotación; prevención de daños y la asistencia a los niños en sus necesidades básicas.
3.- En nuestro Proyecto Educativo Pastoral, escuchar a los menores es importante y vital, como, a menudo, lo reafirma el Sínodo48; y allana el camino a la plena participación. Y la participación contribuye al desarrollo personal, conduce a mejores decisiones y resultados, sirve para proteger a los menores, contribuye a la preparación para el desarrollo de la sociedad civil, a la tolerancia y al respeto por los demás y fortalece la responsabilidad.
• 4.- Conocimiento y reflexión más profunda sobre los derechos del niño: se trata de muchos documentos y declaraciones constantemente publicados sobre los derechos humanos y, sobre todo, sobre los derechos de los menores. Algunos son a nivel eclesial y global, otros a nivel regional o a temas específicos49. La ignorancia de estos documentos nos impedirá, seguramente, ser educadores eficaces. Entonces, tenemos que estudiarlos a fondo y difundirlos en nuestras presencias.
•5.- Trabajar en red con otras agencias: en la misión de protección y promoción de los derechos de los menores, necesitamos establecer redes con muchas otras agencias que trabajan en un 'enfoque basado en el derecho’. Realmente hay muchas, tanto gubernamentales como no gubernamentales. En algunas inspectorías, algunos salesianos forman parte del “Consejo de Justicia Juvenil" (Juvenile Justice Board), a través del que pueden defender y proteger los derechos de los menores
. Hay otros Salesianos, abogados, que defienden los derechos de los menores en los tribunales civiles y les hacen justicia. Esta es una excelente plataforma para difundir los valores evangélicos en los sectores seculares.
6.- La UNICEF define el "Sistema de protección de la infancia" como "el conjunto de leyes, políticas, reglamentos y servicios necesarios en todos los sectores sociales para sostener la prevención y la respuesta a los riesgos asociados con la protección" Muchas de nuestras presencias están totalmente dedicadas a servicios sociales y centros para jóvenes en riesgo; lo que debe continuar siendo nuestra contribución "pequeña pero excelente" como Familia Salesiana.
7.- Es indispensable en cada Obra de nuestra Familia en el mundo tenga un ‘Código de Conducta’ que defina muy claramente lo que se espera de todos, tanto de los consagrados, consagradas, educadores seglares y que también establezca claramente lo que constituye una omisión grave del propio ‘Código de Conducta’.
8.- Por último, pero fundamentalmente, como personas consagradas lo que debe fortalecerse es nuestra relación personal y comunitaria con Cristo. Su compañía debería inspirarnos a trabajar más todavía para proteger a los niños y a los menores a quienes Él ama tanto y que ha mostrado como modelos de discipulado.
El sistema preventivo y los derechos humanos: Dos propuestas.
Entre todos estamos haciendo cosas buenas y hermosas para la promoción de los derechos humanos. Pero, para ser más eficaces en este ministerio, necesitamos cambiar las estrategias en nuestra forma de pensar y actuar. Debemos ser una Familia de Don Bosco que apoye la dimensión social de la caridad50 y promueva los derechos humanos a través del uso creativo del sistema preventivo. Este es el cambio de paradigma necesario.
Pasar de ver el Sistema Preventivo, simplemente, como una alternativa al ‘sistema represivo’, a verlo como un excelente instrumento para promover los derechos humanos: hasta ahora, hemos estado acostumbrados a considerar el Sistema Preventivo, solo, como un sistema educativo distinto del sistema represivo. No hemos prestado toda la atención debida a su potencial en materia de los derechos humanos. Debemos estudiar y elaborar su potencial intrínseco para la promoción de los derechos humanos y utilizarlo para ellos.
Pasar de la formación de la ley que incumbe a los ciudadanos a los derechos que reclaman los ciudadanos: Siempre hemos declarado que uno de los objetivos de la educación es la formación de honrados ciudadanos y entendíamos que eso significaba capacitar a los ciudadanos para que respetasen la ley. Esto no será suficiente en el futuro, en un mundo cada vez más complejo. Debemos educar a los jóvenes para que reclamen sus derechos; de hecho, si no se reclaman los derechos, es muy probable que se los ignore51.
LA ÚLTIMA PALABRA … ESCUCHANDO AL MISMO DON BOSCO REFIRIÉNDOSE A LA POLÍTICA…
Concluyo esta larga narración en la que me he referido a tantos aspectos, a mi juicio muy importantes y de máxima actualidad, dando la palabra al mismo Don Bosco. De las muchas citas posibles he elegido la charla que dirige a los antiguos alumnos que el 15 de julio de 1883 se acercaron al Oratorio con ocasión de un nuevo encuentro de ellos para festejar a Don Bosco. Sorprendentemente una buena parte de la alocución de Don Bosco se refiere a la política. Pienso que es muy iluminante y muy en sintonía con cuanto aquí he desarrollado. Dice así:
“Además de la ayuda del cielo, lo que facilitó y facilitará el hacer el bien es la naturaleza misma de nuestra obra. La finalidad que nosotros perseguimos es bien vista por todos los hombres, sin excluir a los mismos, que, en cuanto a la religión, no piensan como nosotros. Si hay alguno que la ataca, tendremos que decir que no nos conoce, o que no sabe lo que hacemos. La instrucción cívica, la educación moral de la juventud abandonada o en peligro, para alejarla del vicio, de las malas costumbres, del deshonor, y quizá también de la cárcel, es la finalidad de nuestra obra. ¿Y qué hombre sensato, qué autoridad civil podría impedírnosla?
Últimamente, como sabéis, fui a París, y hablé en varias iglesias, para abogar por nuestras obras, y digámoslo francamente, para conseguir dinero, con el que proveer de pan y menestra a nuestros jóvenes, que no pierden jamás el apetito. Pues bien, entre los oyentes había quienes se acercaban únicamente para conocer las ideas políticas de Don Bosco, ya que algunos suponían que yo había ido a París para hacer la revolución; otros para conquistar adeptos a un partido, etc.; por eso asistieron también algunas buenas personas, que en verdad temían que me sucediese alguna mala pasada. Pero desde las primeras palabras se esfumaron sus ilusiones, desaparecieron todos los temores, y Don Bosco quedó en libertad para recorrer Francia de un extremo al otro. Es verdad, nosotros con nuestra obra no hacemos política; respetamos a la autoridad constituida, observamos las leyes que hay que observar, pagamos impuestos y vamos adelante, pidiendo solo que nos dejen hacer el bien a la juventud pobre y salvar alamas. Si se quiere, también nosotros hacemos política, pero de modo enteramente inocuo, más aún, ventajoso para todo gobierno.
La política se define como la ciencia y el arte de gobernar bien el Estado. Ahora bien, la obra del Oratorio en Italia, en Francia, en España, en América, en todos los países en los que se ha establecido, ejercitándose especialmente en ayudar a la juventud necesitada, tiende a disminuir a los díscolos y vagabundos; a acabar con el número de pequeños maleantes y ladronzuelos, tiende a vaciar las cárceles y, en una palabra, tiende a formar honrados ciudadanos que lejos de dar trabajo a las autoridades públicas, les servirán de ayuda para mantener en la sociedad el orden, la tranquilidad y la paz.
Esta es nuestra política; en esta nos hemos ocupado hasta ahora y de eta nos ocuparemos en lo sucesivo”52.
Con la Mediación Materna de nuestra Madre, Inmaculada y Auxiliadora, le pedimos a Dios Padre que nos conceda su Espíritu para seguir haciendo una verdadera política del Padre Nuestro para los jóvenes de hoy, en una sociedad que nos urge ante sus desigualdades a no quedarnos callados ni pasivos, y en un mundo siempre necesitado de Dios, por lo que cada día más hemos de ser Testigos-Discípulos Misioneros del Dios que, respetando tan escrupulosamente la libertad humana, cada día está dispuesto al Encuentro con sus hijos e hijas.
Por eso rezamos:
Señor Jesús,
sabes cuánto nos cuesta poner por obra tu Evangelio;
ayúdanos a contemplarte a ti en Don Bosco,
a ver tu amor en sus gestos,
a discernir tu camino en sus acciones,
a aprender tu misericordia en su cariño.
Danos luz para interiorizar el estilo
con el que Don Bosco fue tu discípulo,
modela nuestro corazón como el tuyo de Buen Pastor,
y danos la fuerza para convertir en vida y en obras tus palabras53.
1El comentario que desarrollo en el Aguinaldo y que hará referencia al binomio tan salesiano, porque tan de Don Bosco, de “Buenos Cristianos y Honrados Ciudadanos” está ampliamente estudiado y profundizado por Pietro Braido, Buoni cristiani ed onesti cittadini, RSS, vol. 24, 1994, p. 36-42.
2 Redemptoris missio, 2.
3 Constituciones sdb, 21.
4 Instrumentum laboris del Sínodo de los obispos sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, 175.
5 Constituciones sdb, 21, (citando a Don Rua en una carta del 24 de agosto de 1894).
6 Constituciones sdb, 38.
7 Francisco, Christus vivit, 214.
8 FranciscO, Evangelii gaudium, 82.
9 Francisco, Christus vivit, 84.
10Ibidem, 67.
11Francisco, Ángelus del 28 de octubre de 2018.
12Cf. Francisco, Evangelii gaudium, 239-288.
13Cf. Francisco, Laudato si’, 181-213.
14Cf. Francisco, Amoris laetitia, 278-289.
15Cf. Francisco, Gaudete et exsultate (en gran parte de su contenido).
16Francisco, Christus vivit, 159.
17Ibidem, 177.
18Instrumentum laboris del Sínodo de los Obispos, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, 55.
19Francisco, Evangelii gaudium, 250.
20Ibidem, 110.
21Ibidem, 273.
22Francisco, Christus vivit, 164.
23Ibidem, 252.
24 Francisco, Christus vivit, 174.
25 P. Chávez, Actas del Congreso Internacional sobre Sistema Preventivo y Derechos Humanos, p. 82.
26Mons. O. Romero, Discurso en la recepción del doctorado Honoris Causa por la Universidad de Lovaina (2 de febrero de 1980).
27Francisco, Alocución en el vídeo dirigido a la TED (Tecnología, Entretenimiento, Diseño), el 26 de abril de 2017.
28Dicasterio para la Pastoral Juvenil Salesiana, La Pastoral Juvenil Salesiana. Cuadro de referencia, p. 145.
29P. Chávez, ACG 415. Como Don Bosco educador, ofrezcamos a los jóvenes el Evangelio de la alegría con la pedagogía de la bondad, p. 14.
30Dicasterio para la Pastoral Juvenil Salesiana, o. c., p. 99, haciendo referencia al CG23, n. 178.
31Francisco, Audiencia a los funcionarios del Tribunal de Cuentas Italiano (18 de marzo de 2019).
32Dicasterio para la Pastoral Juvenil Salesiana, o. c., p. 85.
33 Juan Bosco, Memorias del Oratorio, en Instituto histórico salesiano (ed.), Fuentes salesianas. Don Bosco y su obra (Madrid 2015), 1128.
34 MBe XI, 328.
35 Motto F., Bosco (Don) Giovanni e la missione dei Salesiani per i migranti, in, Battistella G. (a cura di). Migrazioni. Dizionario Socio-Pastorale, Cinisello Balsamo (Milano) 2010, 62.
36 Francisco, Laudato si’, 19.
37 Cf. #FridaysForFuture y #Climatestrike.
38 Cf. Francisco, Discurso a los jóvenes con ocasión del viaje apostólico a Chile (17 de enero de 2018).
39 Joshtrom Isaac Kureethadam, I dieci comandamenti verdi, Torino, Elledici, 2016, p. 112.
40 Francisco, Laudato si’, 5.
41 Centesimus annus, 36.
42 Cf. Aldo Coda Negozio, Guglielmo Aldo Ellena, Gestire il pianeta terra, Torino: SEI, 1995.
43 Tebaldo Vinciguerra, ‘Ecologia’, Note di pastorale giovanile, p.74.
44 Sínodo de los obispos, o.c. Documento final, 30.
45 Declaración universal de los derechos del hombre (10 de diciembre de 1948), Preámbulo.
46 Francisco, Discurso al Consejo de Europa, Estrasburgo, (25 de noviembre de 2014).
47 Cf. Benedicto XVI, Carta pastoral del Santo Padre a los católicos de Irlanda (19 de marzo de 2010).
48 Documento final del Sínodo de los obispos, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, 6.
49 Francisco, Motu Proprio, Sobre la protección de los menores y de las personas vulnerables (26 de marzo de 2019); Council of the Baltic Sea States Secretariat, Guidelines: promoting the human rights and the best interests of the child in transnational child protection cases, Sweden: 2015; Rachel Hodgkin, Peter Newell, Implementation Handbook for the Convention on the Rights of the Child, UNICEF, 2007.
50 CG23 204, 209, 212.
51 Jose Kuttianimattathil, ‘Don Bosco’s Educative Method and the tenets of the Universal Declaration of Human Rights’; en Charles Maria, Pallithanam Thomas, Dörrich Hans-Jürgen, Reifeld Helmut; In Defence of the Young; New Delhi 2010.
52Instituto histórico salesiano (ed.), Fuentes Salesianas. Don Bosco y su obra, CCS, Madrid, 2015, 96-97.
53Xabier Matoses, Espíritu Salesiano, en J. José Bartolomé (ed.), Luz para mis pasos. CCS, Madrid, 2016, 25.