4. EL SOFTWARE Y EL DERECHO A LA COMUNICACIÓN
El derecho a la comunicación es uno de los temas más debatidos en materia de libertad civil
en el mundo digital. Sus defensores hacen referencia al artículo 19 del Pacto Internacional
sobre los Derechos Civiles y Políticos, según el cual: “Toda persona tiene derecho a la
libertad de expresión; (…) de buscar, recibir y difundir informaciones y ideas de toda índole,
sin consideración de fronteras, (…) o por cualquier otro procedimiento de su elección”.
La reivindicación del Derecho a la Comunicación está, generalmente, acompañada de
discusiones relativas a temas como: el derecho a la privacy, a la propiedad intelectual, a la
libertad de expresión. Por lo que concierne al software libre, no cabe duda que este tutele de la
mejor manera el derecho a la privacidad, que libere del peso de la propiedad intelectual y
ofrezca espacios más amplios a la expresividad creativa. Se trata de temas ampliamente
explorados por la comunidad FLOSS, que están todavía en clave individual.
El gran ausente es el contexto comunitario en el que son ejercidas tales libertades más que el
aspecto cultural. El mundo virtual no es, como se cree, un conjunto de contenidos inmensos,
indistintos y caóticos a lo cual se tiene acceso. Se asemeja a una red de personas que se
comunican e intercambian informaciones: el medio que ellos utilizan es siempre el lenguaje.
Pocos conocen que la rápida difusión del software libre en el mundo debe mucho a un mal
entendimiento de naturaleza lingüística. En el 1992 Microsoft introduce en China programas
software con codificación en lengua china. En esos, habían sido colocados grupos de
caracteres idiograficos utilizados en la China pre revolucionaria, hoy fuera de vigencia, y solo
utilizados en Taiwan. Representantes de la China Popular que, en el 1949 habían adoptado un
nuevo sistema de escritura, se sintieron ofendidos del hecho de que una decisión de tal
importancia fuera acogida en los Estados Unidos, sin la participación de agentes locales. Las
relaciones entre la empresa informática y las autoridades chinas, resultaron problematizadas, y
se deterioraron rápidamente en los años sucesivos.
Quizás porque en las consecuencias de tales acontecimientos la China decidió orientarse al
uso de sistemas operativos de tipo open source, excluyendo de hecho la empresa líder mundial
del más grande mercado potencial del mundo. Este ejemplo demuestra cómo una decisión
técnica, aparentemente banal, haya podido asumir un significado político y cultural que no se
había previsto y que conllevaba repercusiones de tipo económico.
La comunidad open source en estos años, ha sabido producir muchos software en lengua
local, ofreciendo también a poblaciones poco numerosas y poco atractivas para el mercado
mundial, la posibilidad de disponer de software en la lengua de pertenencia. En muchos casos,
lamentablemente, la localización se ha limitado a la traducción y, por lo demás, en los
softwares localizados se han reproducido funciones y adaptaciones ya presentes en los más
famosos software propietarios, quizás con el noble propósito de acelerar la adopción y la
difusión.
En realidad, la localización, es un proceso de adaptación más delicado que una traducción.
Requiere una profunda capacidad, por parte de los programadores, de adaptar las propias
creaciones a la cultura de los utilizadores, cuya lengua no es más que una de las expresiones.
Pensamos, para poner un ejemplo, en cuanta atención se deba prestar a la elección de los
íconos gráficos, como componentes irrenunciables de los sistemas operativos modernos.
Pensemos también, en el lenguaje de los colores: mientras el rojo indica “stop” o “peligro” en
los países occidentales, en otras culturas puede significar “vida” o “esperanza”. Otro ejemplo
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