Evidentemente el software operativo y el software de productividad de oficina genérico
pueden ser utilizados como recursos educativos. Pero ¿debieran estos prohibir dos
prácticas fundamentales de la comunidad educativa y necesarios para el aprendizaje: el
conocer y el compartir? Ambas prohibiciones impiden que los alumnos puedan llevar el
software a sus casas, a su vecindario, que "jueguen" y experimenten con él, que lo
investiguen, que indaguen cómo funciona. Conocer por dentro el software entrega la
oportunidad de descubrir algo importante: que el software no es solamente algo ajeno,
algo que se compra, sino también algo que se aprende, algo que puede ser desarrollado
por sus propios compañeros de clase. Que el software es lenguaje, es conocimiento y, por
lo tanto, merece ser aprendido y compartido.
Lo anterior cobra vital importancia en los albores de la naciente Sociedad del
Conocimiento. Todos los augurios aseveran que las habilidades electrónicas (e-skills) para
el manejo de flujos de información y conocimiento en la población es condición habilitante
para el desarrollo futuro y competitividad de las naciones. La técnica cultural del
software es hoy la que controla y regula el flujo de la información en nuestra sociedad, y
con ella porciones cada vez más importantes de la interacción entre las personas, las
empresas y el Estado. El software es el lenguaje de nuestro tiempo.[2]
La posibilidad de conocer el software, en distintos y crecientes grados de profundidad,
permite acuñar el conocimiento de cómo funcionan, y por ende, las habilidades y
destrezas para el manejo eficiente, productivo y virtuoso de las herramientas
fundamentales de nuestro tiempo. La tan temida "Brecha Digital" no está determinada al
acceso a la tecnología o la información, su verdadera amenaza es el abismo creciente
que existe entre quienes pueden hacer uso efectivo de dichas herramientas y extraer
beneficios, y quienes no saben hacer uso efectivo. El verdadero valor del conocimiento
está en la habilidad de utilizarlo, y debemos perseverar para que las nuevas generaciones
adquieran dichas habilidades. Más aún cuando sabemos que nuestros niños poseen muy
bajas habilidades científicas y matemáticas, y como era de esperar, bajas habilidades
informáticas.
Por otro lado, el conocimiento del funcionamiento del software permite asegurar que los
futuros profesionales se independicen de un determinado entorno de software. La
evolución tecnológica de hoy es tan vertiginosa que debesmo ser suficientemente flexibles
para acomodarnos a los seguros cambios propiciados para la natutral evolución
tecnológica de hoy.
Pero si esto es realmente importante, es para el ámbito de la educación informática.
Una de las características principales de FOSS es que el código fuente está disponible
por los usuarios para examinarlo y modificarlo. Esto da a los estudiantes la oportunidad de
aprender y estudiar programas de alta calidad y presentes en la vida real. Por el contrario,
el software propietario es proporcionado normalmente en la forma binaria y el código
fuente rara vez es liberado para usuarios a estudiar. Así, FOSS representa para la
educación informática un espacio fértil de estudio y experimentación, en el que no hay
límites arbitrarios: cada uno puede elegir por sí mismo cuánto quiere aprender sobre los
programas, limitado solamente por su propia capacidad y dedicación. Miles de programas
de los que aprender, miles de oportunidades mediante las que participar, desde la misma
escuela, en la construcción comunitaria más grande de la que tiene registro la humanidad.
Permite que los estudiantes hagan uso de su creatividad e ingenio tomando software ya
existente desarmándolo, modificándolo y rearmándolo, creando mejor software y
mejorando el entendimiento de los conceptos de programación usados hoy en día. Lo
cual es un valor agregado, ya que los estudiantes de programación pueden trabajar con
software ya existente y que puede ser similar al que tengan que usar o crear en el
momento en que sean profesionales.[3]