Estimados amigos y amigas:
esta vez les escribo desde Valdocco – Turín, estando en el CG28, una experiencia carismática de Pentecostés para una Congregación internacional e intercultural que busca en Dios y en los jóvenes su futuro.
Es el último comunicado que les doy como Consejero para la Comunicación después de doce años de estar en contacto con ustedes y con tantas otras personas que entregan su vida en este importante campo de la misión salesiana. Aquí, de manesa suscinta, les doy las gracias y doy testimonio de cuanto he vivido con ustedes.
Delante del altar a María Auxiliadora y delante de la urna de Don Bosco he agradecido a Dios haberme permitido conocerles y compartir trabajo, proyectos y sueños con ustedes. Delante de esos altares he pronunciando sus nombres y grupos, sus inspectorías y países, sus regiones y continentes, todos diversos, todos unidos por Don Bosco y por la misión salesiana.
De modo breve y de acuerdo a las áreas del SSCS: qué he visto y vivido con ustedes en estos doce años?
He conocido una Congregación de consagrados que comparte misión y espíritu con los laicos. Me di cuenta que la motivación de nuestra comunicación siempre ha sido Jesucristo y su Evangelio. Hemos trabajado creciendo en profundidad espiritual y en nivel profesional, comunicando los derechos humanos, especialmente los derechos de los pobres y de los menores.
Las personas hacen la comunicación, los medios son medios. Por eso como comunicación salesiana nos hemos centrado en las personas: en sus nombres y en sus historias, en sus dolores y en sus esperanzas. Nos hemos valido de diversos medios para dar voz a los que no la tienen, para dar nombre a quienes solo son un número, para hacer visibles a tantos niños y jóvenes, hombres y mujeres que la sociedad de consumo borra de sus proyectos, para poner en las manos de los pobres libros, valores, ideas y alegrías que nutren su espíritu.
Nuestra comunicación no se ha limitado a informar lo que pasa cada día, a presentar fotografías de eventos o a realizar vídeos documentales o de entrevistas del momento. Nuestra comunicación ha estado haciendo una lectura de la historia, ha ofrecido el sentido de lo que pasa y una visión de la vida desde la verdad y la bondad en medio de una selva de tendencias, de intereses y, a veces, de fake news.
Comunicar el Evangelio y el bien que hacen miles de salesianos y de laicos de nuestras obras a los jóvenes más necesitados ha sido el aporte específico ofrecido a la sociedad, eso es lo que nos identifica y nos hace significativos en un mundo hiperinformado y no siempre comunicado: “Que todos vean sus buenas obras para que den gloria a su Padre que está en los cielos” (Mt. 5, 16). Por eso nuestra comunicación ha sido un grito de esperanza que anuncia la posibilidad real de construir un mundo mejor, ha sido una llamada a la unidad y al diálogo en países y sociedades que se ven fragmentados, hemos tendido puentes allí donde otros construyen muros.
Los encuentros de comunicación en sus variadas expresiones nos han permitido crecer en sentido de pertenencia y de participación a la institución salesiana mundial, a formar equipos de trabajo y de reflexión, grupos de colaboración y de amigos dispuestos a superar desafíos. Hemos aprendido unos de otros, hemos dado importancia a la formación, especialmente de los salesianos jóvenes y de los colaboradores de nuestras obras. Se ha buscado la actualización tecnológica y la capacitación allí donde ha sido posible. Por todo lo anterior, y por otras tantas cosas, les quedo profundamente agradecido.
Es verdad que no siempre se pudo alcanzar en la medida deseada lo que se quería. Allí se combinan diversos factores que ralentan o bloquean los procesos: negar el origen carismático e histórico de la comunicación salesiana; separarla de la misión; reducirla a medios, uso y producción; no haber sido formados en este campo de la misión; la falta de personal salesiano o de medios económicos para confiar la comunicación a los laicos; la presencia de límites personales, etc. Aún así veo que hemos abierto caminos e iniciado importantes procesos.
Al pensar en todos ustedes y que en los próximos días el Capítulo eligirá un nuevo Consejero para la comunicación me hace asegurarles que lo que viene es mejor. Por eso les invito a seguir trabajado con grande sentido de pertenencia y de participación a la Congregación, en unidad y colaboración, con generosidad y profesionalismo, en búsqueda de nuevas metas con él.
De nuevo mi gratitud a Dios, a María Auxiliadora y a ustedes deseando poder encontrarnos como buenos hermanos y amigos en cualquier parte del mundo. Les dejo mi nueva dirección electrónica: pfiligopla@gmail.com.
Cordialmente en Don Bosco: Filiberto González Plasencia sdb