La cultura de Internet y las redes sociales son el terreno en el que los seres humanos se exponen al autodesarrollo, a la percepción de sí mismo y al sentido del otro.
Es interesante notar que en 2007 la revista Time eligió "¡Tú!" como persona del año. Según el editor de la revista, la razón de esta decisión fue el crecimiento explosivo y la influencia del contenido generado por los usuarios en Internet, como los blogs, el sitio para compartir archivos de video YouTube y la red social MySpace (25 de diciembre de 2006 / 1 de enero de 2007).
¿Qué revela esto sobre nuestra percepción de quiénes somos y nuestra percepción del otro? ¿Cómo podemos vivir de manera que podamos mostrar atención por la persona y por los demás?
¡Tú! ¡Los! Se trata del individuo.
Podemos decir que existe, en general, una tendencia natural del hombre a vivir centrándose en sí mismo. Cuando esta tendencia se radicaliza, tanto por motivaciones personales como por el contexto social y mediático del individualismo, se produce lo que llamamos "autorreferencialidad", en la que la persona (es decir, yo, mí o, en algunos casos, nosotros) se convierte en el centro de todo.
Evidentemente, siempre hay que recordar la necesaria psicología de la personalización, el valor de la individualidad en el proceso de crecimiento de la identidad de una persona. Por lo tanto, "¡Tú!" como persona del año, revela las dos caras de la moneda que debemos considerar cuidadosamente en nuestra sociedad digital.
En diferentes contextos sociales y culturales, el ser humano vive este ciclo que oscila entre centrarse demasiado en uno mismo e ignorar a los demás. A veces, el propio contexto de consumismo y egocentrismo hace que la persona y la sociedad en la que vivimos creen un entorno en el que el yo está en el centro de todo.
Esta actitud genera indiferencia hacia los demás, reducción de las relaciones interpersonales, indiferencia hacia las necesidades de los demás, alienación de los problemas sociales como la pobreza, la violencia, la ecología, la migración, etc.
¿En qué se basa este comportamiento? Sobre la creencia de que el individuo es libre de hacer lo que quiera para satisfacer sus necesidades y logros, independientemente de los demás. ¡El individualismo es una tentación en cualquier sociedad!
Recientemente el Papa Francisco, muy crítico con la autorreferencialidad y el individualismo, ha propuesto un concepto que es una especie de antídoto contra el individualismo. Dio a su Encíclica Fratelli tutti el subtítulo "sobre la fraternidad y la amistad social". ¿Qué quiere decir el Papa con este término?
Afirma que "la parábola [del Buen Samaritano] nos muestra iniciativas para reconstruir una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen suya la fragilidad de los demás, que no permiten que se construya una sociedad de exclusión, sino que se vuelven prójimos y levantan y rehabilitan al hombre caído, para que el bien sea común” (Fratelli Tutti, Capítulo 2).
¡Piensa en ti y piensa en los demás! Nadie puede ser feliz solo. Nacidos en el seno de una familia (una pequeña comunidad), los seres humanos están naturalmente relacionados entre sí e intrínsecamente vinculados a los demás, al entorno social y cultural. ¡En todas las sociedades, el sentido de los demás es importante! Por eso, la educación juega un rol fundamental, enseñando el valor de la singularidad y la individualidad humana, enriquecidas y moldeadas por las relaciones y el cuidado de los demás. En este proceso de estar con y para los demás, el ser humano experimenta un sentido de pertenencia y amor.
¿Cómo vivió Don Bosco esta experiencia como ser humano y como educador?
Una relectura completa de la vida de Don Bosco revela que desde su niñez fue una persona que tuvo grandes y profundas experiencias de relación humana y espiritual.
Desde la pérdida prematura de su padre, del que describe momentos de profunda angustia, a la profunda amistad que entabla con Don Calosso, a la indisoluble amistad con Giona, al sentimiento humano de entablar relaciones con amigos, sacerdotes, jóvenes, salesianos, todos estos son momentos de notable humanidad. Don Bosco ama y es amado.
Hace de su madre, de don Calosso y de don Cafasso unos referentes afectivos. Y gracias a su grandeza de corazón y alma, se convierte en un referente emocional para cientos de personas. Don Bosco es un hombre de riqueza afectiva de gran calidad y profundidad.
Stella (1969), expresa con claridad y sencillez cómo amaba Don Bosco: “El corazón de Don Bosco nunca dejó de amar, hasta el final. La pedagogía de Don Bosco se identifica con toda su acción y toda su acción con su personalidad; la interioridad de Don Bosco se concentra finalmente en su corazón. Es el corazón como él lo entiende, 'no sólo como órgano de amor, sino como parte central de nuestro ser', a nivel de naturaleza y gracia: el corazón quiere, el corazón desea, comprende y une, escucha lo que se dice se inflama de amor, reflexiona, se mueve".
La mayoría de los estudios sobre la espiritualidad y el sistema educativo de Don Bosco muestran que tenía una enorme capacidad para establecer relaciones humanas (Stella, 1969; Braido, 2004; Afonso, 2002), para fascinar a las personas, para influir en la educación de los jóvenes, para motivar, formar líderes, valorar a las personas, descubrir grandes personalidades y ejercer fascinación sobre ellas, desde los más humildes hasta las autoridades de la época, desde los más pobres hasta los más ricos.
La vida de Don Bosco nos ofrece muchos momentos en los que expresa su afecto, su apertura a las relaciones humanas y su manera cautivadora de comunicarse con las personas.
A través de la fe y el amor, Don Bosco hizo amistades personales y sociales. Las personas se enriquecen personalmente cuando se acercan a los demás. Llegando a los demás, en efecto, se da y se recibe, creando un ambiente en el que todos crecen juntos, gracias al don de construir comunidad.
Su práctica educativa se fundamenta y se vive en la práctica del amor y cuidado por los demás. Don Bosco fascina a los jóvenes y marca a los salesianos con su forma de amar y expresar el amor: "Amar y ser amado" era uno de sus lemas.
La expresividad afectiva de Don Bosco muestra que, a pesar de su estilo piamontés reservado y de la cultura religiosa conservadora de la época, era una persona completa en su dinámica interior de desarrollar libremente todos sus dones y ponerlos en práctica en su vida cotidiana, en su fuerza creativa. , en su forma de relacionarse, en su impulso interior de amar y trabajar, en su capacidad empresarial.
En una época en que también era fuerte el individualismo, Don Bosco supo, gracias a su experiencia personal, cómo desarrollarse profundamente siendo una persona abierta y feliz, al servicio de los demás.
En el centro de su Sistema Preventivo colocó a los jóvenes, como responsables de su vida y de su historia, a partir de su libertad ante Dios y ante sí mismos, para crecer como personas junto con los demás y al servicio de los demás y de la sociedad en su conjunto.
Con esta visión amplia, abierta y siempre actual de la educación de la persona humana, Don Bosco colocó la religión como pilar fundamental en la educación de la persona, para que los individuos puedan desarrollarse con gran libertad ante un Dios que los ama y da sentido a su su vida.
Por eso Don Bosco siempre creyó que el Señor nos ha traído al mundo para los demás.