"Educar y evangelizar hoy en el hábitat digital. Junto a los jóvenes hacia el futuro". Tercera parte
Continuando con la publicación de la nueva serie de artículos del padre Gildasio Mendes, Consejero General para la Comunicación Social, sobre el tema "Educar y evangelizar hoy en el hábitat digital. Junto a los jóvenes, hacia el futuro”, se presenta hoy la tercera contribución, que tiene en vista profundizar los importantes desafíos que surgen en este nuevo panorama digital.
Como señalé en la segunda parte del ciclo “Educar y evangelizar hoy en el hábitat digital. Junto a los jóvenes, hacia el futuro”, veremos que surgen importantes retos en este nuevo panorama digital. El gran desafío es que la tecnología no es neutral. ¿Por qué no es neutral? Porque lo virtual surge y crece dentro del complejo universo del sistema del capital, de la política, de las diferentes ideologías de grupos, de la dominación de empresas que con su capital y sus investigaciones controlan la estructura, organización y contenidos de internet y de las redes sociales.
Además, todo está conectado en el complejo sistema digital: el sistema tecnológico, económico, la salud, la educación, la seguridad, el conflicto de intereses entre el Estado y las empresas.
En este contexto, la cuestión de la ética es fundamental. La tecnología nace y se desarrolla dentro del capital y las finanzas. La gran brecha entre las naciones desarrolladas y aquellas en de extrema pobreza conduce necesariamente a cuestiones de derechos humanos, del gran conflicto entre individuo y sistema.
Como señalé en el primer texto, la tecnología y lo digital son fundamentales para el crecimiento humano y el desarrollo de la humanidad. Por esta razón, es extremadamente importante comprender el desarrollo de lo digital dentro del tejido de la sociedad y la cultura, y comprender cómo lo digital afecta nuestra forma de aprender, relacionarnos, trabajar y vivir.
Si esta complejidad no fuera suficiente, estamos entrando en un momento en el que la inteligencia artificial adquiere un nuevo e importante papel dentro del escenario digital. Este es un tema complejo, pero importante para que entendamos e interpretemos bien este fenómeno que es y que será parte de nuestra vida.
Siempre es bueno recordar que cuando hablamos de evangelizar y educar en el hábitat digital estamos entrando en un tema complejo, considerando que la comunicación digital es parte del mundo de la diversidad cultural. En este contexto, también debemos investigar algunos aspectos de la dimensión de tiempo y espacio en el mundo digital y, por tanto, de la dimensión humana y la relación del humano con la realidad del otro, con la naturaleza, con la cultura.
Más recientemente, la inteligencia artificial ha abierto nuevos horizontes en la relación de la persona con la tecnología. Algunos autores reflexionan sobre la urgente necesidad de una ética para la inteligencia artificial.
Este tema se está convirtiendo cada vez más en un tema de discusión y reflexión, de preocupación y urgencia, tanto es así que la UNESCO ha elaborado un texto sobre ética e inteligencia artificial.
La inteligencia artificial toca precisamente la relación tiempo-espacio y la capacidad de decisión y libertad de la persona. Además, hay muchas preguntas sobre las consecuencias psicológicas, sociales y morales que se derivan de la relación entre persona y tecnología, o sobre el campo de trabajo que progresivamente llevarán a cabo los robots.
Además, en un contexto planetario, hay discusiones básicas que involucran al ecosistema humano y natural y su relación con la persona humana y la tecnología. Esto significa que la cuestión digital no puede pensarse al margen del desarrollo humano y su relación con la ecología.
En este contexto, la discusión sobre el antropoceno, el transhumanismo y el posthumanismo cobra gran importancia en el presente y en el futuro. Sobre este tema, como decíamos antes, hay varios puntos de vista.
Pero la cuestión fundamental, más que simplemente determinar que el humanismo ha sido superado y que estamos entrando en una nueva era -el post-humanismo, donde la tecnología nos ayudará a resolver los grandes problemas de la humanidad- es humanizar y encontrar una ética para la relación entre la persona humana y la tecnología, el cuidado de la creación, la dignidad y los derechos humanos, renovar la economía y la política, salvaguardar la Casa Común, la fraternidad y la cooperación, la tecnología y la ecología integral como propone el Papa Francisco a partir de la Laudato Si' y el Pacto Educativo Global.
Un pensador actual como José Manuel de Cózar propone una visión sistémica e integradora cuando habla de este complejo momento en el que confluyen tecnología, sociedad y planeta, y presenta las implicaciones del antropoceno para la especie humana.
La idea principal detrás del término antropoceno es que la actividad humana ha alcanzado tal nivel que su influencia en el planeta es similar a poderosas fuerzas y agentes geológicos, como la actividad volcánica y la erosión causada por el agua.
Cuando percibimos esta nueva situación, las viejas formas de entender nuestra relación con la Tierra se ponen en tela de juicio. Las dinámicas humanas no pueden separarse claramente de las naturales.
La huella humana en el planeta ya es irreversible y global, aunque la responsabilidad de cada persona puede ser muy diferente a la hora de ver qué impactos negativos estamos causando.
Por lo tanto, tenemos una tarea fundamental para dar a los investigadores y estudiosos de las diversas ciencias: encontrar un centro común para dialogar y establecer una ética para la tecnología, la información y lo digital, para que esta realidad se sitúe dentro de una visión de desarrollo integral, y no sólo una visión del capital y de lucro.
En este sentido, el pensador Paolo Benante afirma claramente: “En la relación entre el ser humano y la máquina, el verdadero conocedor y portador de valor es la parte humana. La dignidad humana y los derechos humanos nos dicen que es el ser humano el que debe ser protegido en la relación entre ser humano y máquina”.
Por lo tanto, repensar lo humano requiere un estudio interdisciplinario más amplio, de modo que se pueda encontrar un camino para integrar la tecnología y lo digital en la educación de las generaciones futuras.
No es mi objetivo, en este breve artículo, presentar una epistemología para un diálogo de lo digital con lo humano, es decir, repensar lo humano a partir de la neurociencia o la inteligencia artificial.
Solo quiero abrir una ventana que nos permita ampliar nuestra visión de lo digital en el contexto de las grandes transformaciones tecnológicas, manteniendo a la persona humana como protagonista.
Mi premisa, para desarrollar esta idea de la que estoy muy convencido, es pensar lo digital a partir de la dimensión cultural y ritual de los medios.
Pensemos, por ejemplo, en cómo se asocia la enfermedad a la realidad humana. La guerra es un fenómeno político de conflicto entre naciones. El amor es la expresión de un profundo sentimiento humano. El cuerpo habla y es parte de la realidad del ser humano. La muerte es una expresión de la realidad antropológica.
Todo esto es parte de la condición humana, de la cultura en la que vivimos, de nuestra forma de ser y vivir en el mundo digital.
En la parte IV de esta serie, me gustaría presentarles este tema, tratando de ofrecer una visión más amplia de lo digital, subrayando que internet, por ejemplo, no es solo un espacio tecnológico-digital y que la relación humana en las redes sociales toca algo más profundo en la persona humana.