peligro de ser considerados como meros proveedores de servicios sociales o trabajadores sociales en
lugar de testigos del primado de Dios y anunciadores del Evangelio.8
Ciertamente, hoy existen pueblos y contextos socioculturales en los que Cristo es desconocido. En
muchos Países, especialmente en los centros urbanos, en el mismo barrio, hay personas que no conocen
a Jesús, aquellos que tras haberlo conocido lo han abandonado, o aquellos que viven su fe como una
cuestión meramente cultural. Por tanto, ‘las misiones’ se encuentran donde haya necesidad de anunciar
el Evangelio. Hoy “las misiones” no pueden ser entendidas sólo en términos geográficos, de movimiento
hacia “tierras de misión” como en otros tiempos sino en términos sociológicos, culturales, y además de
presencia en el continente digital. Hoy los misioneros provienen de los cinco continentes y son enviados
a esos cinco continentes. Este movimiento misionero multidireccional ocurre ya en muchas diócesis y
congregaciones. Para nosotros Salesianos ha sido el “Proyecto Europa” que nos ha puesto frente a este
cambio de paradigma misionero, que exige a muchos hermanos un camino de conversión en la mente y
el corazón, para hacer suyo este paradigma.
UNA CARACTERÍSTICA ESENCIAL DEL CARISMA SALESIANO
Don Eugenio Ceria afirmaba que «la idea misionera en Don Bosco creció, se puede decir, con él. En
primer lugar era una voz interior que lo llamaba a llevar el Evangelio a los países infieles; a partir de ello
fue una llama de celo, encendida desde el anhelo de extender también a ese campo las actividades de
sus hijos».9 Don Pablo Albera, en su lugar, sintetizó el espíritu misionero de Don Bosco así: «Las misiones
eran el tema preferido de sus discursos, y sabía infundir en los corazones un anhelo tan vivo de
convertirse en misioneros que parecía la cosa más natural del mundo... para Don Bosco el segundo fin
de su Congregación debía ser el de las misiones y nada le impidió abrazarlo en toda su extensión».10 Se
trata no sólo de un interés personal sino de un verdadero charisma fundationis que nuestro fundador ha
transmitido a sus salesianos y a toda la Familia Salesiana.11
Por este motivo el CG 19 afirmó que «la Congregación Salesiana ... revive el ideal de Don Bosco, que quiso
que la obra de las misiones fuese una ansiedad permanente de la Congregación, de tal forma que fuese
parte de su naturaleza y su fin último».12 «La mente y el corazón del Fundador», escribió don Viganò, «y
la tradición vivida ininterrumpidamente en Familia, confirman abiertamente que la dimensión
misionera es un “elemento esencial de nuestro carisma».13 El actual Rector Mayor afirma que «la
dimensión misionera forma parte de nuestra identidad».14 Además, son las misiones las que nos
impulsan como Congregación a liberarnos de las «inercias paralizadoras», haciendo nacer «bellos
sueños que se convierten en realidad».15
EL ESPÍRITU MISIONERO SALESIANO
Como salesianos, somos verdaderos misioneros de los jóvenes y la juventud es nuestra tierra de
misión.16 Nosotros salesianos vivimos todos el espíritu misionero de Don Bosco como corazón de la
caridad pastoral que se manifiesta en el “corazón oratoriano”, en el fervor, en el impulso y en la
capacidad de diálogo intercultural e interreligioso. Es la pasión por evangelizar, sobre todo a los jóvenes,
y la disponibilidad a ser enviados donde sea necesario, expresada en el “ci vado io” (“voy yo”),
considerado por Don Alberto Caviglia como el “slogan salesiano”. En resumen, el espíritu misionero –
sintetizado en el ‘Da mihi animas’ – es típico de todo salesiano, porque está enraizado en el carisma
salesiano mismo. Es este espíritu misionero el que nos hace vivir la vida consagrada salesiana «en
permanente estado de misión»17.
La experiencia misionera en tiempo de vacaciones para los hermanos jóvenes, para los formadores y
para los docentes de los centros de estudio, así como las experiencias en las comunidades formativas
internacionales, favorece la apertura de la mente, las relaciones interculturales e interreligiosas y, en
8 Cf. P. CHÁVEZ “Discurso en la Apertura del CG 27”, en GC27 p. 115; n.38.
9 E. CERIA, Annali della Società Salesiana, I (SDB: Turín, 1888) p. 24.
10 P. ALBERA, “Gli Oratori – Le Missioni – Le Vocazioni” (13 de mayo de 1913) n.13, en Lettere Circolari di Don Paolo Albera ai Salesiani (SDB:
Turín, 1922) p.133.
11 Cf. L. RICCERI, “Le Missioni, Strada del Rinnovamento”, en ACS 267, p.14; Carta d’Identità della Famiglia Salesiana (SDB: Roma, 2012), n. 16.
12 CG 19, p. 178.
13 E. VIGANÒ, “Llamamiento del Papa en favor de las Misiones”, en ACG 336, p. 10.
14 A. FERNÁNDEZ, “Appartenere di più a Dio, di più ai Confratelli, di più ai Giovani”, en ACG 419, p.22-23.
15 A. FERNÁNDEZ, “Lineas Programaticas”, p.71.
16 Cf. L. RICCERI, “Noi Missionari dei Giovani”, en ACS 279, p.6-7; CG 22, n.13.
17 Cf. FRANCISCO, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (2013) n. 25; J.E. VECCHI, “Nuestro Compromiso Misionero en Cara al 2000”, en
ACG 362, p. 8; F. CEREDA, “Favorecer a las Comunidades Internacionales (GC27 75.5)”, en ACG 429, p.47-48.
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