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Visión salesiana de las misiones: 1923-1967
“¡Contemplad a los musulmanes, arrodillados en sus alfombras de
colores, con sus caras en dirección al sol poniente y con sus manos
levantadas rezando! ¡Contemplad la procesión diaria por la tarde de
hombres y mujeres, jóvenes y niños que descienden los escalones que
conducen al agua del río, vestidos con sus mejores atuendos, ellos
bajan muy ordenados cantando acongojados cantos fúnebres, se arro-
dillan cerca del agua, introducen su mano y se rocían con ella según
el rito de las abluciones! ¡Qué dolor siente mi corazón al ver a esa
muchedumbre rindiendo honores a Satán! ¿Cuándo esas rodillas se
doblarán ante el verdadero Dios y le rezarán adorándole con fe y
amor?6
El maligno no sólo es el amo del culto pagano, sino según
algunos informes antiguos, parece que la impresión que JM tenía del
mundo no cristiano era que se trataba de un espacio donde el diablo
se había hecho con su territorio y donde sus oficiales perpetuaban su
reino. Es sin duda doloroso lo que Giovanni Fergnani, misionero en
India, escribe en el número de junio de 1923, informando de algu-
nos casos de posesión del espíritu maléfico y lo que el padre Meder-
let, otro misionero en India, estaba haciendo para socorrer a las víc-
timas del poder del mal. El autor recalca: “¡Los espíritus malignos
moran en las naciones paganas como si fueran su propia casa!”7 Las
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6 BERRA G., Prime impressioni a Gauhati, en GM 2 (1924) 3, 38. Otro artículo
en el mismo número de JM, aunque no habla directamente de la religión pagana de
China como culto al diablo, se refiere a ésta en unos términos parecidos. En ese artí-
culo, V. Bernardini narra la historia de un joven que fue aceptado en el Instituto
Salesiano de Macao y en el transcurso de su estancia con los salesianos aceptó el
bautismo. Este joven se caracterizaba por un gran afecto a su madre. El autor seña-
la que la mayor alegría del muchacho era volver a casa durante los días de vaca-
ciones. Pero tras su bautizo, el joven, por la convicción de que una persona bauti-
zada no podía vivir en la misma casa donde la familia adoraba al diablo, sacrificó
incluso lo que para él era tan importante: ver a su querida madre. Cfr. BERNARDINI
V., Il missionario della propria mamma, en GM 1 (1923) 3, 41-42.
7 FERGNANI G., Gli scherzi del diavolo, en GM 1 (1923) 5, 74. Otro misionero,
G. Cucchiara, habla de la situación en China de una manera muy parecida. En
marzo de 1924 escribió: “El diablo es casi el indiscutible señor de China. Se sien-
te su presencia por todos los lados: en las miles de pagodas, en los innumerables
ídolos, en los misteriosos ritos supersticiosos, en las costumbres y en las obras y
palabras de sus adoradores”. CUCCHIARA G., La rabbia del demonio, en GM 2
(1924) 3, 43. Esta presentación del mundo pagano situado bajo el tiránico
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opiniones de los misioneros a cerca de los sacerdotes de las religio-
nes locales es que son nada más ni nada menos que agentes del
maligno. De hecho, Fergnani representaba a un faquir hindú como
“uno de aquellos desafortunados que en la India son dóciles instru-
mentos del seductor maligno”.8
En consecuencia, además de la simplista división del mundo
entre salvados y no salvados, había otra división entre los dos rei-
nos: el de Dios y el del poder maligno. El mundo salvado es sinóni-
mo del Reino de Dios y los no salvados significaban el Reino del
mal. El uso del concepto de los dos reinos trajo el elemento de un
conflicto entre ambos, una guerra que duraría hasta el final de los
tiempos y culminaría en la victoria decisiva del Reino de Dios sobre
el Reino del diablo. Con esta perspectiva, la imagen de la misión que
emerge es la de conquistar almas al poder del maligno y hacerlas
sujetos miembros del Reino de Dios. De acuerdo con esto, cada
misionero es un conquistador, un capitán justo y pacífico que dirige
a su ejército de una conquista a otra9. Él rescata almas de la tiranía
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dominio del maligno forma lo que sería un telón de fondo de las diversas presen-
taciones de los pueblos indígenas en JM. Es eldominio del diablo la causa de varias
costumbres inhumanas existentes en numerosas naciones. El espíritu de venganza
entre los grupos aborígenes de América Latina, la práctica del canibalismo pre-
sente en muchas tribus de África, el sistema de castas en India, el absoluto desor-
den y confusión social en China, la adhesión al culto a los ancestros que cierra el
corazón a la fe católica podrían ser vistos todos ellos en esta perspectiva de un
mundo controlado por los poderes del maligno. Pese a que esta aseveración no se
repite con tanta frecuencia, está claro que este modo de ver el mundo pagano es
fundamental para la visión de JM sobre las misiones. En algunos artículos JM no
duda en realizar afirmaciones abiertamente sobre este dominio despótico del dia-
blo en el mundo pagano. Por ejemplo, en el editorial de septiembre de 1933,
hablando sobre la urgencia de trabajar por el clero indígena en las misiones, el edi-
tor se refiere a las tierras de misión como “regiones que todavía quedan bajo el
dominio tiránico de Satán”. Il clero indigeno e le speranze della Chiesa, en GM 11
(1933) 9, 194.
8 FERGNANI G., Gli sherzi del diablo, en GM 1 (1923) 5, 75. Prácticamente igual
es la descripción que da de los bonzos JM en otros países asiáticos. En una peque-
ña narración que en realidad se refiere a la conversión de un bonzo a la fe cristia-
na, hablan de los bonzos como de “sacerdotes del diablo”. L’Ave María del bonzo,
en GM 15 (1937) 5, 74.
9 Cfr. Con gli eroi della croce, en GM 4 (1927) 2, 36.