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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
da. Esta ceremonia inicial acaba con la distribución de bananas a
todos los presentes. Esto da lugar a un tipo de baile salvajísimo en
el que incluso las mujeres participan. Durante el baile, el asesino
lleva la shanza alrededor del cuello. El resto de la fiesta consiste en
comer y beber durante cinco días. La sexta noche son sacrificados y
cocinados un gran número de cerdos. El brujo distribuye una gran
porción de carne a cada uno para llevarla a casa y da por terminada
la fiesta de la shanza17.
Según el informe de G. Dati de febrero de 1928, los matrimo-
nios entre los jíbaros son otras ocasiones para la celebración social
sin acompañamiento de ceremonia religiosa alguna. El rito del ma-
trimonio consiste simplemente en la entrada de la novia en la casa
del novio. Es costumbre casarse a la edad de 17 o 18 años. La fies-
ta del matrimonio dura tres días y consiste en comer, beber y bailar.
Este informe también muestra la naturaleza no religiosa y materia-
lista de la sociedad jíbara.
Otra de sus fiestas, mencionada por Dati, es la de las mujeres.
Ésta también dura tres días. El motivo de la fiesta es la cosecha de
yuca y bananas plantadas por las recién casadas. El fin de la fiesta es
demostrar que la esposa que el marido ha traído a casa es trabajado-
ra, atenta a las necesidades de la casa y capaz de mantenerla. La fies-
ta consiste una vez más en comer mucho e ingerir una bebida estu-
pefaciente procedente de la yuca. ¡Una vez más, según el autor, no
hay nada espiritual, es simplemente comer y beber y nada más!
Según Dati, la fiesta del tabaco es una más de sus series de sal-
vajes orgías, que dura también tres días. Esta fiesta se basa en la cre-
encia de que cuanto más jugo de tabaco consuman los participantes
en la celebración, mayor será la prosperidad de la familia anfitriona
de la fiesta. Como resultado, la fiesta se caracteriza por el abundan-
te jugo de tabaco que se sirve18.
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17 Cfr. GARNERI D., Tra i jivaros dell’Equatore, en GM 1 (1923) 8, 118-119; para
otras referencias sobre las fiestas de los jíbaros, cfr. STRAZZIERI N., I jivaros, en
GM 1 (1923) 7, 100-102; DATI G., Tra i kivaros, en GM 6 (1928) 2, 23-24.
18 Cfr. DATI G., Tra i kivaros, en GM 6 (1928) 2, 23-24.
Presentación en JM de las misiones salesianas en América del Sur 303
Costumbres funerarias entre los jíbaros
Isidoro Formaggio, misionero entre los jíbaros, hablando de las
diferentes costumbres de éstos, proporciona el siguiente informe de su
modo de entierro: entierran a sus muertos en sus propias casas y luego
las abandonan. El cadáver se coloca en una especie de ataúd y se pone
en un catafalco que se entierra luego en el suelo de manera que quede
orientado hacia la entrada de la casa. Los cadáveres de los niños, no
obstante, se introducen en botes de arcilla y se entierran en el suelo. El
hecho de que los misioneros no mencionen ningún rito religioso rela-
cionado con el entierro volvería a apuntar a la ausencia de algún ele-
mento espiritual en la cultura de los jíbaros19.
Los chavantes
Una de las primeras noticias sobre la naturaleza de los chavan-
tes aparece en enero de 1935 en un artículo publicado en el contex-
to de la investigación de los asesinatos, relizados por los miembros
de esta tribu, de dos misioneros pioneros: Pietro Sacilotti y Giovanni
Fuchs, que sucedió en noviembre del año anterior. En este artículo
el autor los describe de esta manera:
¡Terribles indios! ¡Nadie los conoce porque nadie ha traspasado su
territorio y ha vuelto vivo! Son ciertamente salvajes en el más com-
pleto significado del término. Son más feroces que los bororos y
viven exclusivamente de la caza, dando alcance a su presa en largas
caminatas a través de los bosques. Y sólo ellos conocen los laberin-
tos y los complicados recovecos de los caminos forestales20.
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19 Cfr. FORMAGGIO I., I cacciatori di teste umane, en GM 37 (1959) 1, 18-19.
20 Pionieri di fede e di civiltà cristiana, en GM 13 (1935) 1, 4. (3-4). Por el infor-
me resulta obvio que los editores no sabían todavía las exactas circunstancias del
fallecimiento de los dos misioneros. En realidad un breve artículo de febrero com-
pleta el informe de enero, proporcionando los detalles del incidente. Cfr. A carat-
teri di sangue, en GM 13 (1935) 2, 36. Además de resaltar el carácter bárbaro de la
tribu, el acto manifiesta su desconfianza básica del extranjero. Debido a estos con-
tratiempos iniciales, la misión entre este grupo sólo pudo comenzar de verdad en
1951. En 1952 Zucchetti proporciona un largo informe sobre los diferentes esfuer-
zos al ponerse en contacto con los chavantes. Cfr. ZUCCHETTI D., Sulla pista dei
chavantes, en GM 30 (1952) 4, 5-7, 13. Guido Borra, misionero entre los chavan-
tes, da otra versión de los comienzos de la misión. Cfr. BORRA G., Nel paese dei
xavantes, en GM 37 (1959) 8, 18-26.