03 - Gonzalez e Altri


03 - Gonzalez e Altri

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LA EDUCACION SALESIANA EN LOS AÑOS PARTICULARMENTE
DIFICILES DE LA II REPUBLICA ESPAÑOLA (1931-1936)
I Presentación
Jesús-Graciliano González Miguel*
ACSSA española ha contribuido al tema propuesto por la Presidencia de
ACSSA para el Seminario Europeo de Cracovia sobre la educación salesiana en
los tiempos difíciles con un estudio conjunto de los Salesianos y de las Hijas de
María Auxiliadora.
En esta nota queremos precisar cuáles son los tiempos que, a nuestro parecer
y teniendo en cuenta los límites temporales fijados para el Seminario, han sido
especialmente difíciles para la educación de los Salesianos y Salesianas, qué obje-
tivo nos hemos propuesto con nuestro estudio y cuál es la metodología que he-
mos empleado.
1. Los tiempos difíciles
No es tan sencillo, como puede parecer, el determinar qué tiempos han sido
verdaderamente difíciles para la educación salesiana en España, dado que, si se
exceptúa el tiempo de la guerra civil, y sólo en algunas regiones, los salesianos y
salesianas de España han podido siempre, con más o menos dificultades, impar-
tir la educación, según el propio carisma.
Momentos difíciles hubo varios. Las fuerzas protagonistas del Sexenio Revolu-
cionario (1868-1874) -Liberalismo radical, republicanismo, anticlericalismo,
obrerismo democrático-, reprimidas por el triunfo de la Restauración (1875-
1902), fueron apareciendo de nuevo, sobre todo en el primer decenio del XX.
Destacan, por ejemplo, la Semana Trágica de Barcelona (1909), en la que fueron
incendiados más de ochenta edificios religiosos, entre los que se encontraban 14
parroquias, 16 monasterios y conventos, diversos edificios que se usaban para fi-
nes de beneficencia y 24 escuelas de la Iglesia. Sólo un año más tarde, el gobier-
no de José Canalejas pretendió una reforma eclesiástica que, entre otras medi-
das, comprendía la famosa Ley del Candado, que prohibía la creación de nuevas
fundaciones religiosas y la expulsión de todas las que no se hubieran inscrito
conforme al modus vivendi establecido entre la Iglesia y el Estado.
* Salesiano, miembro del Instituto Histórico Salesiano (Roma).

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2 Jesús-Graciliano González Miguel
Pero fue especialmente en 1931, con la Segunda República (1931-1936),
cuando dichos sectores sociopolíticos se hicieron presentes con mayor contun-
dencia y actuaron decididamente contra la enseñanza y la educación religiosa.
ACSSA española ha decidido, por ello, considerar como particularmente difíci-
les los años que van desde el 14 de abril de 1931, día la proclamación de la II
República hasta el 18 de julio de 1936, día en que una parte del ejército se rebe-
ló contra el gobierno republicano y dio comienzo la guerra civil. Estos son,
pues, los años que abarca nuestro estudio.
Hay que hacer notar, para mayor precisión, que la República para algunas
zonas de España duró hasta el final de la guerra, es decir, hasta el 1 de abril de
1939. Durante los casi tres años de guerra la actividad educativa de los salesia-
nos o bien se desarrolló normalmente (en las zonas que desde el principio que-
daron de la parte de los sublevados y en las que poco a poco fueron conquista-
das por ellos), o bien fue suprimida totalmente (en las zonas republicanas). Pero
el estudio de estos años exigiría un planteamiento particular, diverso, y, por eso,
no han sido incluidos dentro de los límites de nuestro trabajo.
2. Años difíciles para la educación salesiana.
Estos años fueron difíciles para la educación religiosa, porque la política edu-
cativa del gobierno republicano entraba a formar parte de su proyecto de refor-
ma social y política. Las disposiciones legales y una serie de actos vandálicos,
más o menos consentidos por el gobierno republicano, iban dirigidos contra la
enseñanza religiosa y con el firme propósito de impedir que las órdenes religio-
sas pudieran ejercerla, ya que, como declaró el presidente del gobierno, Manuel
Azaña, las órdenes religiosas tenían por principio la obligación de enseñar “todo
lo que es contrario a los principios en que se funda el Estado moderno”. Todo
esto, como se verá en nuestro estudio, acarreó serias dificultades para el desarro-
llo normal de la educación salesiana, y obligó a los salesianos a buscar el modo
sea de salvaguardar la propiedad de sus colegios, sea de seguir ejerciendo la edu-
cación.
3. Objetivos y distribución del trabajo.
Los objetivos de nuestro trabajo son los de dar a conocer las dificultades de
estos años para la enseñanza religiosa en general y para la educación salesiana en
particular y ver cómo los Salesianos y Salesianas afrontaron la difícil situación y
cómo ejercieron su actividad educadora, siendo fieles a su propio carisma.
Para conseguir estos objetivos el trabajo ha sido dividido en cuatro partes:
1. - Una visión general de la situación histórica y política de España en esos
años, que ha sido desarrollada por el historiador salesiano don Pablo Marín
2. - Las dificultades y las respuestas que los Salesianos les dieron. Esta parte
ha sido preparada con las aportaciones de los investigadores don Jesús Borrego,

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La educacion salesiana en los años particularmente dificiles de la II Republica Española 3
que ha recogido la documentación de lo que fue la antigua inspectoría Bética,
con sede en Sevilla; don Ramón Alberdi y don Alfonso Doménech, que han he-
cho lo mismo para la inspectoría Tarraconense, con sede en Barcelona; y don.
José Antonio Hernández, don. Jesús-Graciliano González, y don Joaquín Torres
que han recogido, respectivamente, el material de las inspectorías de Bilbao, Le-
ón y Madrid, que formaban la antigua inspectoría Céltica, con sede en Madrid.
De la elaboración final se ha encargado don Joaquín Torres, de la Inspectoría de
Madrid.
3. - Lo que sucedió con las FMA, que ha sido investigado por doña Marifé
Núñez, historiadora de las FMA.
4. - Las conclusiones que, propuestas por don Joaquín Torres, fueron debati-
das y concordadas por todo el equipo de ACSSA España.
4. La metodología.
Para la elaboración del tema nos hemos servido de la bibliografía más actua-
lizada sobre la historia de España y de la II. República española; de las mono-
grafías de las casas salesianas publicadas hasta el momento; de los documentos
que existen en el Archivo Central Salesiano de Roma y en los archivos y las cró-
nicas de las diversas casas; cartas, escritos o memorias de salesianos, entre las que
destacan Las memorias de D. Juan Sastre Miret; y, cuando ello ha sido posible, de
los testimonios orales de personas que vivieron los acontecimientos a los que se
hace referencia; en este sentido, han sido particularmente valiosas las aportacio-
nes que don Félix Domínguez ha obtenido de antiguos alumnos del Colegio Sa-
lesiano de la Coruña.

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4 Pablo Marín Sánchez
ANTES PARTE
LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1931-1936).
Pablo Marín Sánchez*
A la caída de la dictadura de Primo de Rivera y después de unas elecciones
municipales, el rey Alfonso XIII abandonó España y fue proclamada la II Repú-
blica el 14 de abril de 1931.
La República se presentó como la continuación del liberalismo en acción en
pleno siglo XX. Tuvo que afrontar su propia problemática interna y el peso de
unas estructuras arcaicas que urgía reformar. Existía una economía desfasada so-
bre la que gravitaba la cuestión agraria del reparto de la tierra; un Ejército que
durante el primer tercio del siglo XX había evolucionado hacia el militarismo
intervencionista; el problema del nacionalismo catalán, vasco y, en algún senti-
do también, gallego; un Estado desvencijado y gastado y una Iglesia influyente.
El cambio de régimen fue al principio bien recibido por un buen número de
españoles que esperaban la regeneración del país mediante una nueva revitaliza-
ción de las instituciones públicas. Sin embargo pudo comprobarse pronto que
los republicanos estaban muy divididos entre sí, eran pocos y sin un programa
unitario para el futuro. Y que los nacionalistas, socialistas, anarquistas y anarco-
sindicalistas querían servirse de la República como instrumento para lograr sus
fines particulares.
Y el nuevo régimen se presentó con perspectivas sombrías de desorden social,
terrorismo, saqueos, incendio y huelgas generales1.
Para la Iglesia española, considerada por los nuevos gobernantes republicanos
y liberales como aliada de la Monarquía y simpatizante con la misma Dictadura,
el cambio de régimen no podía pasar inadvertido2. La Iglesia, lo han admitido la
mayoría de los historiadores, no vio en principio con malos ojos la llegada de la
República, pero sucesos que tendrán lugar un mes después de proclamarse el
* Salesiano, miembro del Instituto Histórico Salesiano (Roma).
1 Cf JOSÉ SÁNCHEZ JIMÉNEZ, La España contemporánea III. De 1931 a nuestros días.
Madrid 2004. JAVIER REDONDO RODELAS, Así llegó España a la Guerra Civil 1. La Repúbli-
ca. 1931-1936. Madrid 2005. GABRIEL JACKSON, La República y la Guerra Civil. Madrid
2005. JULIO GIL PECHARROMÁN, Segunda República Española (1931-1936). Madrid 2006.
2 Cf FRANCISCO MARTÍN HERNÁNDEZ, Caminos de la Iglesia en España. Madrid 1998,
p. 107.

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La segunda República Española (1931-1936) 5
nuevo régimen, ante la pasividad de las autoridades y, sobre todo, la elaboración
de una nueva Constitución y su posterior desarrollo e implantación mediante
determinados decretos y leyes orgánicas que le afectaban directamente, provoca-
rán su reacción3, Quedará, de este modo, determinado que, en las relaciones en-
tre la Iglesia y el nuevo régimen republicano, se instale muy pronto la tensión,
el conflicto y el enfrentamiento. Una relación que, conviene decir también, no
se va a mantener en el mismo nivel conflictivo a lo largo de todo el período re-
publicano, pues dependerá de la ideología del gobierno de turno, más o menos
anticlerical y más o menos afecto a la Iglesia. En este sentido, veremos enseguida
que el poder ejecutivo de la segunda República española pasa por sucesivas eta-
pas entre 1931 y 1936. Sin embargo, lo más común será que la cuestión religio-
sa, no obstante otras muchas cuestiones y problemas serios con los que se debe-
rá enfrentar el régimen republicano, se convierta en el problema más amarga-
mente debatido en la política española, desde, incluso, antes de la primera se-
sión de las Cortes Constituyentes, el 14 de julio de 19364.
1. El Gobierno provisional: abril-julio de 1931
En efecto, los primeros pasos dados por el Gobierno provisional, aún la pre-
sencia en él de dos políticos católicos, como eran Niceto Alcalá Zamora, presi-
dente del Gobierno, y Miguel Maura, a quien, como ministro de la Goberna-
ción, se le había encomendado el mantenimiento del orden público, ya indica-
ban claramente los nuevos derroteros por los que iba a transitar la República en
materia religiosa y educativa. Cierto que el Gobierno provisional apenas tomó
medidas al respecto, reservándolas a las Cortes Constituyentes. Pero en su Esta-
tuto Jurídico se comprometía a “respetar de manera plena la conciencia indivi-
dual mediante la libertad de creencias y de cultos”5, lo que implicaba declarar de
hecho y unilateralmente la aconfesionalidad del Estado. Además, en contra,
también, del Concordato, aún vigente, se pusieron en marcha ya, mediante de-
creto, algunas reformas educativas. El 5 de mayo de 1931, concretamente, se su-
primió el derecho del Episcopado a tener representación en el Consejo de Ins-
trucción Pública, órgano asesor del Ministerio. Y el día 9, otro decreto estable-
ció la voluntariedad de la educación religiosa en las escuelas.
Estas primeras medidas del Gobierno provisional en materia religiosa y edu-
cativa empezaron alarmando al clero, “consciente de que buena parte del futu-
ro del catolicismo español se jugaba en las aulas escolares”6. Por eso, el cardenal
Pedro Segura, arzobispo de Toledo y Primado de España, convocó a los obispos
en la sede episcopal toledana, el mismo día 9, para estudiar la situación. De allí
3 Cf J. REDONDO ROELAS, Así llegó a España la Guerra Civil. 1..., pp. 128-131.
4 Cf G. JACKSON, La República..., p. 52.
5 J. GIL PECHARROMÁN, Segunda República..., pp. 62-63.
6 Ibid., p. 63.

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6 Pablo Marín Sánchez
salió una declaración colectiva de protesta, que no se hizo pública hasta el mes
siguiente, en la que los obispos denunciaban “la violación de diversos derechos
de la Iglesia, ya llevada a cabo o anunciada oficialmente”7. Poco después, en
Madrid y otras ciudades españolas, se producían graves sucesos que tensarían
aún más las relaciones entre la Iglesia y el nuevo Estado republicano que ape-
nas había empezado a organizarse. Por el momento, el ataque no vendrá, toda-
vía, del “anticlericalismo legalista”8 o “intelectual”9 sino del “anticlericalismo
popular”10.
Los graves disturbios antimonárquicos producidos el día 10 de mayo11, se re-
crudecieron, en efecto, el día 11, concentrándose ahora la ira popular contra la
Iglesia católica y particularmente contra los Jesuitas. Ardieron varios conventos,
iglesias y centros religiosos de Madrid y la agitación se propagó durante los tres
días siguientes por Málaga, Sevilla, Córdoba, Cádiz, Alicante y Valencia.
Los disturbios e incidentes del 11 de mayo agriaron las relaciones entre el
Gobierno y el Episcopado. Con todo, durante el verano de 1931 el conflicto
entre la jerarquía católica y el Gobierno provisional no parece que fuera todavía
irreparable. Interlocutores como el nuncio Federico Tedeschini y el cardenal ar-
zobispo de Tarragona Francesc d’Assís Vidal i Barraquer, de una parte, y el mi-
nistro de Justicia Fernando de los Ríos y el presidente del Gobierno provisional
Niceto Alcalá Zamora, de otra, mantuvieron abiertos cauces para el diálogo. Se-
rían el debate de la Constitución y, sobre todo, las medidas de secularización de
la enseñanza, los que darían paso a las hostilidades abiertas12.
2. Las Cortes Constituyentes: julio-diciembre de 1931
La convocatoria de un Parlamento constituyente era una de las primeras me-
didas anunciadas por el Gobierno provisional. Entre sus cometidos figuraba la
redacción de una Constitución que diese forma definitiva al Estado republicano
y la elaboración de una legislación que amparase la introducción de reformas
democratizadoras.
Las elecciones a Cortes Constituyentes se celebraron el 28 de junio. En con-
junto, se puede hablar de un rotundo triunfo de las candidaturas de la Conjun-
ción republicano-socialista y en especial del Partido Socialista Obrero Español
(PSOE) y del Partido Republicano Radical. Con excepción de este último, el
centro y la derecha republicanos quedaban reducidos a una minoría práctica-
mente testimonial13.
7 Ibid., p. 63.
8 Ibid., p. 61.
9 VICENTE CÁRCEL ORTÍ, Mártires españoles del siglo XX. Madrid 1995, p. 50.
10 J. GIL PECHARROMÁN, Segunda República..., p. 62.
11 Cf ibid., pp. 63-64.
12 Cf J. GIL PECHARROMÁN, Segunda República..., p. 65.
13 Cf ibid., p. 69.

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La segunda República Española (1931-1936) 7
Las Cortes iniciaron sus sesiones el 14 de julio y, después de tres meses de
debates, el 9 de diciembre de 1931, aprobaron el texto constitucional. La nueva
Carta magna reflejaba con bastante exactitud los deseos de la mayoría de las
Cortes. “Era democrática y laica”14. Signo de su carácter laico son algunos de los
artículos relativos a las relaciones entre la Iglesia y el Estado; ésos que, precisa-
mente, habían dado lugar al contencioso más importante que, entre ambos po-
deres, se produjo ya mientras se elaboraba la Constitución15. Los artículos polé-
micos eran, concretamente, el 316, el 2617, el 2718 y el 48.19 El primero establecía
14 G. JACKSON, La República..., p. 66.
15 Cf ibid., p. 62.
16 Artículo 3º. El Estado español no tiene religión oficial.
17 Artículo 26º. Todas las confesiones religiosas serán consideradas como Asociaciones
sometidas a una ley especial. El Estado, las regiones, las provincias y los Municipios, no
mantendrán, favorecerán, ni auxiliarán económicamente a las Iglesias, Asociaciones e Ins-
tituciones religiosas. Una ley especial regulará la total extinción, en un plazo máximo de
dos años, del presupuesto del Clero. Quedan disueltas aquellas Órdenes religiosas que es-
tatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos, otro especial de obediencia
a autoridad distinta de la legítima del Estado. Sus bienes serán nacionalizados y afectados a
fines benéficos y docentes. Las demás Órdenes religiosas se someterán a una ley especial
votada por estas Cortes Constituyentes y ajustada a las siguientes bases: 1ª. Disolución de
las que, por sus actividades, constituyan un peligro para la seguridad del Estado. 2ª Ins-
cripción de las que deban subsistir, en un Registro especial dependiente del Ministerio de
Justicia. 3ª Incapacidad de adquirir y conservar, por sí o por persona interpuesta, más
bienes que los que, previa justificación, se destinen a su vivienda o al cumplimiento direc-
to de sus fines privativos. 4ª. Prohibición de ejercer la industria, el comercio o la enseñan-
za. 5ª. Sumisión a todas las leyes tributarias del país. 6ª. Obligación de rendir anualmente
cuentas al Estado de la inversión de sus bienes en relación los fines de la Asociación. 7ª.
Los bienes de las Órdenes religiosas podrán ser nacionalizados.
18 Artículo 27º. La libertad de conciencia y el derecho de profesar y practicar libremen-
te cualquier religión quedan garantizados en el territorio español, salvo el respeto debido a
las exigencias de la moral pública. Los cementerios estarán sometidos exclusivamente a la
jurisdicción civil. No podrá haber en ellos separación de recintos por motivos religiosos.
Todas las confesiones podrán ejercer sus cultos privadamente. Las manifestaciones públicas
del culto habrán de ser, en cada caso, autorizadas por el Gobierno. Nadie podrá ser com-
pelido a declarar oficialmente sus creencias religiosas. La condición religiosa no constituirá
circunstancia modificativa de la personalidad civil ni política, salvo lo dispuesto en esta
Constitución para el nombramiento de Presidente de la República y para ser Presidente
del Consejo de Ministros.
19 Artículo 48º. El servicio de la cultura es atribución esencial del Estado, y lo prestará me-
diante instituciones educativas enlazadas por el sistema de la escuela unificada. La enseñanza
primaria será gratuita y obligatoria. Los maestros, profesores y catedráticos de la enseñanza
oficial son funcionarios públicos. La libertad de cátedra queda reconocida y garantizada. La
República legislará en el sentido de facilitar a los españoles económicamente necesitados el ac-
ceso a todos los grados de enseñanza, a fin de que no se halle condicionado más que por la ac-
titud y la vocación. La enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológi-
ca y se inspirará en ideales de solidaridad humana. Se reconoce a las Iglesias el derecho, sujeto
a inspección del Estado, de enseñar sus respectivas doctrinas en sus propios establecimientos.

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8 Pablo Marín Sánchez
la aconfesionalidad del Estado y los otros dos estaban dedicados a delimitar los
derechos religiosos de los españoles y la competencia del Poder público en la tu-
tela de tales derechos. Se otorgaba a todas las confesiones religiosas igual trato
como asociaciones sometidas a las leyes generales de la nación y se prohibía al
Estado auxiliarlas económicamente. Se establecía la disolución de las órdenes re-
ligiosas y la nacionalización de sus bienes y se limitaban las manifestaciones del
culto al interior de los templos. Asimismo, se garantizaba la privacidad del dere-
cho a practicar cualquiera o ninguna religión20. El artículo 48, que declaraba
que la educación en todos los grados sería laica, era inaceptable, también, para
la opinión católica21.
3. El Gobierno Republicano-Socialista: diciembre1931-noviembre 1933
Una vez aprobada la Constitución con esos polémicos artículos 3, 26, 27 y
48, y fuera del Gabinete los dos católicos miembros del Gobierno provisional:
Niceto Alcalá Zamora, que accede a la Presidencia de la República, y Miguel
Maura, ministro de Gobernación del Gobierno provisional, el nuevo Gobierno,
presidido ahora por Manuel Azaña, abrió el camino a una serie de leyes y decre-
tos con los que buscará imponer las pautas para la secularización legal del Estado.
Todos estos decretos y leyes son el signo más elocuente de cómo el “anticlericalis-
mo se convirtió –entonces- en uno de los pilares normativos del régimen”22.
La reforma religiosa, enmarcada en el plano más amplio de las relaciones
Iglesia-Estado, se centró básicamente en cuatro puntos: secularización de los
usos sociales; control estatal sobre las actividades de las asociaciones religiosas;
reversión al patrimonio nacional de una parte de los bienes eclesiásticos y eli-
minación de la influencia del clero en el sistema educativo. Las principales me-
didas legales fueron: el decreto de disolución de la Compañía de Jesús, de 23
de enero de 1932; el decreto de disolución de los cementerios, de 30 de enero
de 1932; la ley de Divorcio, de 2 de febrero de 1932 y, sobre todo, la ley de
Confesiones y Congregaciones Religiosas, aprobada por las Cortes el 2 de ju-
nio de 1933, y reglamentada por un decreto de 27 de julio. Ésta desarrollaba
los preceptos constitucionales acerca del control estatal sobre todas las confe-
siones pero, inevitablemente, afectaba de forma especial a los intereses de la
Iglesia católica: regulación de las órdenes y congregaciones religiosas, que debe-
rían inscribirse en un Registro especial del Ministerio de Justicia, y reglamenta-
ción del culto público; supresión de subsidios oficiales y nacionalización de
parte del patrimonio eclesiástico, templos, seminarios, monasterios y demás lu-
gares destinados al culto religioso, aunque la Iglesia podría seguir utilizándolos
a tal fin; atribución al Estado de la potestad de vetar los nombramientos de je-
rarquías religiosas que considerara inadecuados, etc. Atacaba, además, la base
20 Cf J. GIL PECHARROMÁN, Segunda República..., p. 82.
21 Cf G. JACKSON, La República..., p. 66.
22 Cf J. GIL PECHARROMÁN, Segunda República..., p. 196.

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La segunda República Española (1931-1936) 9
del sistema educativo confesional al decretar el cierre de los centros de ense-
ñanza de la Iglesia, con excepción de los seminarios23. Los legisladores fijaron el
31 de diciembre de 1933 como fecha límite para el cese de las actividades do-
centes de los religiosos24.
La respuesta por parte de la Iglesia, particularmente a la ley de Confesiones y
Congregaciones Religiosas, tanto desde España, como desde El Vaticano, no se
hizo esperar. Así se puede ver en la carta de los obispos españoles de 25 de mayo
de 1933, encabezada también por el cardenal arzobispo de Tarragona Francesc
d’Assís Vidal i Barraquer; en la encíclica del Papa Pío XI, Dilectissima Nobis, pu-
blicada el 3 de junio; la pastoral de Mons. Isidro Gomá, sucesor del cardenal Pe-
dro Segura en la sede arzobispal de Toledo, titulada Horas graves25.
Las escuelas de la Iglesia, se apresuraron, no obstante, a cumplir con los pla-
zos que la ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas establecía para el cese
de actividades26, sin embargo, cuando se aproximaba el término del plazo legal
(diciembre de 1933), se produjo la derrota electoral de la izquierda. Los nuevos
gobernantes radicales –con el apoyo de la Confederación Española de Derechas
Autónomas (CEDA)- suspendieron la aplicación de la ley y la Iglesia pudo
mantener abiertos sus establecimientos docentes27.
4. El Gobierno Radical-Cedista: noviembre 1933-febrero 1936
Con el nuevo ejecutivo de centro-derecha ( del Partido Radical de Alejandro
Lerroux y de la CEDA, -Confederación Española de Derechas Autónomas- li-
derada por José María Gil Robles) la Iglesia encontró, en general, una mayor
permisividad, que favoreció un descenso del tono de su enfrentamiento con el
Estado. El Parlamento suspendió, en efecto, la prohibición de que las órdenes
religiosas impartieran enseñanza e incluso, contra el mandato expreso de la
Constitución, volvió a cargar parcialmente sobre el gasto público el pago de ha-
beres del clero, abonando dos tercios del sueldo de los sacerdotes rurales (ley de
16 de abril de 1934). Pero si el clima político, evidentemente, era un poco me-
nos hostil, no se puede decir, sin embargo, que fuera de abierta colaboración en-
tre la Iglesia y el Estado. Por eso no fue posible negociar nuevo Concordato, que
trajera la paz a las relaciones entre ambos poderes, particularmente, por lo poco
23 Art. 30. Las Órdenes y Congregaciones religiosas no podrán dedicarse al ejercicio de
la enseñanza. No se entenderán comprendidas en esta prohibición las enseñanzas que or-
ganice para la formación de sus propios miembros.
La inspección del Estado cuidará de que las Órdenes y Congregaciones religiosas no
puedan crear o sostener colegios de enseñanza privada ni directamente ni valiéndose de
personas seglares interpuestas.
24 Cf J. GIL PECHARROMÁN, Segunda República..., pp. 196-200.
25 Cf ibid., p. 200.
26 Cf ÁNGEL MARTÍN GONZÁLEZ, Los Salesianos de Utrera en España. Una institución al
servicio del pueblo. Sevilla 1981, pp. 696-699.
27 Cf J. GIL PECHARROMÁN, Segunda República..., p. 199.

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10 Pablo Marín Sánchez
decidido que estaba el Gobierno a reformar, sobre todo, el polémico artículo 26
de la Constitución28, que la Iglesia solicitaba.
En esta etapa de gobierno de centro-derecha, además, la Iglesia se verá afec-
tada muy directamente por la llamada Revolución de Asturias, del 5 al 14 de
octubre de 1934. Como un “anticipo revelador”29 de lo que, aumentado, suce-
derá dos años después (1936) en otras partes de España, en Asturias, durante las
jornadas revolucionarias de octubre, no sólo se destruyeron iglesias, se aniquila-
ron los signos religiosos, fue bom bombardeada la catedral de Oviedo y quema-
dos el palacio episcopal y el seminario, sino que, por odio a la fe cristiana, fue-
ron ejecutados 33 sacerdotes y religiosos30.
5. El Gobierno del Frente Popular: febrero-julio de 1936
Agotada la etapa de gobierno de centro-derecha por diversos motivos, tanto
internos como externos a la propia República, en enero de 1936 se disolvieron
las Cortes y se convocaron elecciones para el mes siguiente. Los resultados de los
comicios fueron favorables esta vez a las izquierdas coaligadas en el Frente Popu-
lar. Éste, en efecto, dispondría en la Cámara de una holgada mayoría, mientras
la CEDA pasaba a integrarse en una oposición con poca capacidad operativa y
los radicales se hundían.
La victoria frentepopulista fue inmediatamente saludada por manifestaciones
de júbilo popular, lo que, a su vez, provocó que, en el amplio sector de los espa-
ñoles que habían votado otras opciones, aumentaran los temores31. Entre febre-
ro y julio de 1936, además, el Gobierno presidido por Manuel Azaña primero y
el Gobierno presidido por Santiago Casares Quiroga después, se esforzaron por
desarrollar medidas que facilitaran el retorno a la política reformista del primer
bienio, pero abordándola de un modo más decidido32.
En lo que se refiere al tema de las relaciones entre el Estado y la Iglesia católica,
el triunfo del Frente Popular, supondría, pues, el retorno del enfrentamiento, aun-
que, al menos en un primer momento, el conflicto pareció haber perdido virulen-
cia, e incluso la Santa Sede aceptó al embajador que había rechazado en 1931.
Quedaba pendiente la cuestión de la sustitución de la enseñanza confesional, con-
forme establecía la ley de Congregaciones, pero hasta el 2 de mayo de 1936 no se
adoptó la primera medida legal: un decreto establecía patronatos provinciales que
estudiarían la sustitución rápida de los religiosos docentes por personal interino lai-
co. A finales de ese mes, se decretó el cierre provisional de los colegios de la Iglesia33.
28 Cf ibid., p. 300.
29 ANTONIO MONTERO MORENO, Historia de la persecución religiosa en España. 1936-
1939. Madrid 1960, p. 41.
30 Cf V. CÁRCEL ORTÍ, Mártires españoles..., pp. 66-71.
31 Cf J. GIL PECHARROMÁN, Segunda República..., p. 324.
32 Cf ibid., p. 325.
33 Cf ibid., p. 329.

2 Pages 11-20

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2.1 Page 11

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La segunda República Española (1931-1936) 11
Al mismo tiempo que se adoptaban estas medidas legales contra la enseñanza
confesional por parte del Gobierno frentepopulista, en la sociedad española se
produjo un nuevo renacimiento del anticlericalismo popular que, igual que en
mayo de 1931, trajo como consecuencia el asalto e incendio de algún que otro
colegio religioso34. “La gran persecución”35 contra la Iglesia católica, sin embar-
go, no llegaría hasta dos meses después, una vez comenzada la Guerra Civil
(1936-1939).
34 Cf V. CÁRCEL ORTÍ, Mártires españoles..., p. 73.
35 Cf ID., La gran persecución. España 1936-1939. Barcelona 2000.

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12 Joaquín Torres
SEGUNDA PARTE
LA SITUACIÓN CONCRETA: LA EDUCACIÓN SALESIANA EN
LAS INSPECTORÍAS Y CASAS DE LOS SALESIANOS DURANTE EL
PERIODO 1931-1936.
Joaquín Torres*
1. Situación de la España salesiana durante 1931.
Desde la primera fundación en Utrera (Sevilla) en 1881, el espíritu de Don
Bosco había prendido fuerte en España, con un aumento continuo de casas,
muchachos, salesianos y vocaciones. Salesianos de la talla de don Rinaldi y don
Ricaldone habían sabido injertar el espíritu salesiano en nuestro país. La Con-
gregación se extendía por toda la nación y gozaba del calor popular, precisamen-
te por su presencia en los barrios más humildes.
A partir de 1902, la España salesiana se hallaba dividida en tres inspectorías:
Bética – zona sur –, Céltica – centro y norte –, y Tarraconense –zona este-, con
las sedes respectivas en Sevilla, Madrid y Barcelona. La situación de las mismas
en el advenimiento de la II República era como sigue.
1.1 Inspectoría Bética
Las 18 casas de la Inspectoría Bética contaban con 256 salesianos: 98 sacerdo-
tes, 49 coadjutores, 59 clérigos tirocinantes, 22 posnovicios y 28 novicios (23 clé-
rigos y 5 coadjutores)1. En los inicios del Seminario Teológico Nacional – abierto
en Carabanchel (Madrid) pocos meses después de ser proclamada la República –
eran ya catorce los estudiantes procedentes de esta inspectoría (año 1933).
La Inspectoría Bética tenía el honor de contar con la primera fundación
en España: Utrera (1881). Además de estar presente en cuatro importantes
* Salesiano, profesor en el Colegio Salesiano de Aranjuez y presidente de la rama espa-
ñola de ACSSA (Asociación de Estudiosos de Historia Salesiana).
1 AISe, Crónica de la Inspectoría Bética de María Auxiliadora (1881-1939),61.73. Cf
Ángel MARTÍN, Los Salesianos de Utrera en España –Una Institución al servicio del pueblo-
Aproximación a su estudio secular (1881-1981). Inspectoría Salesiana de Sevilla, Sevilla
1981, 675-676, 710-711.

2.3 Page 13

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La situación concreta: la educación salesiana en las inspectorías y casas de los Salesianos 13
capitales andaluzas (Sevilla, Córdoba, Málaga y Cádiz), se había fundado ya
en las Islas Canarias (Las Palmas). Y el resto de las Obras se esparcía por lo
más granado de la geografía andaluza: Écija, Montilla y Pozoblanco en la
provincia de Córdoba; Carmona, Morón, Alcalá y Fuentes de Andalucía en
Sevilla; Arcos de la Frontera y San José del Valle en Cádiz; y las dos casas de
Ronda en Málaga.
Destacaban la labor escolar, con especial incidencia en las escuelas profesio-
nales, y la labor oratoriana. Como actividades especiales, sobresalía la Biblioteca
Agraria Solariana, fundada por D. Ricaldone, pionera en el desarrollo de la agri-
cultura española, y la divulgación escrita de la doctrina cristiana.2
1.2 Inspectoría Céltica
Además de la capital de España, con tres casas, los salesianos de la Inspecto-
ría Céltica se hallaban en otras cuatro capitales de provincia (La Coruña, Oren-
se, Salamanca y Santander –en las dos últimas también con dos presencias-).
Aparte de Allariz (Orense), otras casas se localizaban en ciudades destacadas por
su dinamismo industrial –Baracaldo y Deusto en el País Vasco; Béjar en Sala-
manca). Por último, se mantenían las casas de formación en Mohernando (Gua-
dalajara), el Seminario de Misiones en Astudillo (Palencia) y, precisamente des-
de 1931, el Estudiantado Teológico Nacional en Carabanchel (Madrid).
En total, eran 17 Casas, atendidas por 222 salesianos (82 sacerdotes; 66 co-
adjutores; 39 clérigos). Se hallaban en formación: 16 filósofos, 17 teólogos, 2
coadjutores. Y hacían su año de noviciado 8 clérigos y 4 coadjutores3.
1.3 Inspectoría Tarraconense
Por su parte, la Inspectoría Tarraconense, también había ido creciendo cons-
tantemente. Los salesianos se hallaban presentes en seis capitales de provincia
–Alicante, Barcelona, Gerona, Huesca, Pamplona y Valencia- y en localidades
de cierta relevancia, como Alcoy, Ciudadela de Menorca, Mataró y Villena. A
las afueras del pueblecito de El Campello (Alicante) mantenía un Seminario
Mayor con estudiantes de Teología.
Barcelona sobresalía como una ciudad de gran vitalidad salesiana, no sólo
por los recuerdos que guardaba de la visita del Santo Fundador en abril-mayo
de 1886, sino también porque mantenía tres activas presencias: Sarriá, Rocafort
y Tibidabo. Además, era la sede del superior provincial, cargo que desde 1925 a
julio de 1936 ejerció el actual beato mártir José Calasanz Marqués.
2 Cf Las fiestas del Beato Don Bosco en la Capital de España, BS 45 (1930) 4, abril pp.
106-107; AISe, Inspectoría Bética de María Auxiliadora,[fines de 1930]: es un folio meca-
nografiado.
3 Cfr ASC F.023, Informe de D. Antonio Candela tras su visita extraordinaria del 17 de
febrero al 14 de mayo de 1934.

2.4 Page 14

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14 Joaquín Torres
La Inspectoría contaba unos 280 salesianos, un buen número de los cuales
estaba en período de formación: 19 novicios (Gerona), 29 posnovicios (estu-
diantes de filosofía también en Gerona) y 13 de estudiantes de Teología (El
Campello). Esta casa además acogía a 74 aspirantes o latinistas.
Las numerosas celebraciones con motivo de la beatificación de Don Bosco
(1929) habían contribuido aún más a difundir con agrado la figura de Don
Bosco y de los salesianos, entregados a la educación de los jóvenes más humil-
des. En vistas a la celebración de las bodas de oro de la presencia salesiana en Es-
paña, para 1931 se habían preparado diversos actos, como un Congreso de Co-
operadores en Madrid, o un Congreso de Antiguos Alumnos en Sevilla. Los
acontecimientos políticos y el clima social desbarataron aquellas “bodas”.
2. ¿En qué medida afectó el desarrollo de la II República a la Obra Salesiana en E
paña?
La Congregación Salesiana no escapó a los efectos de aquel régimen que des-
tacó bien pronto por su animadversión hacia la Iglesia católica y hacia lo que re-
presentaba. Podemos englobar las dificultades que tuvieron que afrontar los sa-
lesianos de aquel período dentro de dos aspectos fundamentales:
a) la incidencia del desarrollo de las leyes de la II República, en particular, la
Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas.
b) el progresivo clima de hostilidad y persecución sobre las obras y sobre las
personas.
2.1. Incidencia de la “Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas”.
Desde su inicio, el desarrollo legislativo de la II República se distinguiría
particularmente por su laicismo y por su deseo de socavar la influencia de la
Iglesia Católica en la sociedad española. La Constitución sentaría las bases de
dicho empeño, que irían desarrollando más tarde leyes específicas. Aparte de
otras normativas antirreligiosas, la Ley que más afectó a nuestra Sociedad fue la
denominada Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas de 1933. Su obje-
tivo fundamental consistía en la secularización de la escuela española y, por tan-
to, en la erradicación de los colegios católicos de España.
2.2. Las primeras disposiciones.
Durante los avatares que tuvieron que sufrir los salesianos de España durante
la II República y la Guerra Civil, cabe destacar la pronta y continua solicitud de
los Superiores Mayores. Don Rinaldi, Rector Mayor, y don Pedro Ricaldone,
Prefecto General y poco después también Rector Mayor, conocían muy bien Es-
paña, tras sus muchos años de trabajo fructífero en la península.
Don Rinaldi, en cuanto apreció la gravedad de la situación española, envió a
España a Don Ricaldone en dos ocasiones en el breve espacio de tres meses. La

2.5 Page 15

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La situación concreta: la educación salesiana en las inspectorías y casas de los Salesianos 15
primera visita, del 27 de mayo al 5 de junio de 1931, se limitó a animar a los sa-
lesianos de las zonas siniestradas tras los sucesos del 11 de mayo. La formación
del nuevo gobierno anticlerical, tras las elecciones de junio, forzaron una nueva
visita de D. Ricaldone, esta vez por toda España con la intención de captar la si-
tuación real, marcar las líneas comunes de acción y animar a los salesianos (sep-
tiembre-octubre).
Conocidas las diversas medidas anticlericales tomadas en otras naciones des-
de fines del siglo XIX, y valorada la situación española, la principal preocupa-
ción de los Superiores Mayores era prevenir el alcance de las posibles disposicio-
nes gubernamentales, teniendo en cuenta hasta la situación más penosa o extre-
ma: “Puede suceder que haya disolución con expulsión y disolución sin expul-
sión. En el primer caso está acordado con los Inspectores dónde irían las casas
de formación, así como el resto del personal […]; en el segundo, se quedarían
algunos socios viviendo en casas particulares, fondas, y se vería la manera de de-
fender las propiedades del inmueble. Pregunta don Pedro [Ricaldone] en qué
condiciones están las propiedades, [puestas a nombres de salesianos] extranjeros
o de españoles”4.
Las directrices marcadas por don Ricaldone, y en años posteriores por don
Candela, don Berruti y don Seriè, sirvieron de base a la actuación conjunta de
los tres inspectores españoles. Así, en respuesta al desafío que suponían las leyes
republicanas, se puede observar una común línea de acción de los salesianos es-
pañoles del momento. Las normas básicas de actuación fueron las siguientes:
a) sobre todo, mantener la vida de comunidad, con una llamada a la observan-
cia exacta de las Reglas.
b) considerar el apostolado más importante el catecismo y la instrucción reli-
giosa en los Oratorios festivos.
c) hacer todos los sacrificios posibles en mantener las casas de formación.
d) mantener los colegios y escuelas profesionales siempre que sea posible la vida
de comunidad.
e) mandar a titular a las Universidades cuantos hermanos sea posible5.
Como fruto de las visitas de D. Ricaldone en 1931, se tomaron disposicio-
nes en cuanto a las titulaciones académicas y sustitución de los cargos directivos
no españoles. Aspecto conminatorio de la legislación republicana anticatólica
fue la prohibición de ostentar cargos directivos por personal extranjero. Los Su-
periores Mayores urgieron los inevitables cambios. En la Bética, por ejemplo,
4 ASC F 028 Sp.-Siviglia, Relación de los asuntos tratados en la reunión de Sres Directores,
presidida por el Rvmo D. Pedro Ricaldone, Utrera 7-8 septiembre 1931. Se trata de 44 pági-
nas mecanografiadas. Francesco RASTELLO, Don Pietro Ricaldone, IV Successore di Don Bos-
co, vol. I, Editrice SDB, Roma 1975, 436-437.
5 Estas normas se entresacan de la relación arriba citada y son repetidas por D. Berruti
en su visita de 1933, según consta en la seduta del Capítulo Superior de 11 de agosto de
1933, ASC D873 Verbali 1927-1935, vol. V.

2.6 Page 16

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16 Joaquín Torres
cambiaron el inspector (D. José María Manfredini, italiano, sería sustituido por
D. Sebastián María Pastor) y los directores de las dos casas de Ronda (Málaga) -
D. Marco Tognetti, suizo, y D. Juan Canavesio, italiano-.6
Así mismo, se empezaron a estudiar las opciones posibles para salvaguardar
las propiedades y garantizar la enseñanza en nuestros colegios.
Entre los aspectos modernizadores y positivos de la legislación educativa re-
publicana, se encontraba la determinación expresa de poseer la titulación acadé-
mica oficial correspondiente para poder impartir clase en cualquier nivel o es-
cuela. El Inspector de la Céltica, D. Marcelino Olaechea, ya había instado a sus
salesianos en este aspecto, adelantándose a las medidas gubernamentales. Ahora,
lo debían hacer también los otros Inspectores. En el verano de 1931, la Inspec-
toría Tarraconense sólo contaba con seis salesianos con título oficial de Magiste-
rio, y otros pocos con el grado de alguna licenciatura. Desde septiembre/octubre
de 1931 a septiembre/octubre de 1933, lograron obtener la titulación corres-
pondiente cincuenta salesianos más. La labor de estos salesianos jóvenes, realiza-
da en medio de mil peripecias, es admirable.
3. Iniciativas para intentar frenar la aprobación de la ley (1932-1933).
El continuo acoso legislativo del gobierno republicano-socialista movilizó a
la opinión pública católica en defensa de la escuela católica. En poco tiempo, se
crearon y desarrollaron las Asociaciones Católicas de Padres de Familia –en el
caso salesiano, formadas y alentadas por antiguos alumnos y cooperadores-, que,
con todos los medios legales a su alcance, intentaron frenar o modificar la Ley,
sobre todo, a través de la prensa y de intervenciones ante las autoridades.
El Boletín Salesiano de marzo de 1932 hacía referencia a las Asociaciones de
Padres como “una iniciativa alentadora para nuestros Oratorios Festivos… Son
ya muchos los Oratorios que tienen esta Asociación y en Sevilla también acaba
de establecerse, con un Reglamento sencillo y práctico… Son además nuevos
campos de siembra para las buenas ideas, de grandes posibilidades en estos
tiempos que corremos”.7
Además, servían de parapeto ante las apetencias de control estatal: “La Aso-
ciación de Padres… vigila y tutela los derechos donde sus hijos se educan… y
no tolera que autoridad alguna los mine y menoscabe… Ello supone una preo-
cupación constante por tutelar su fe y la de sus hijos, los derechos de la Igle-
sia…, viviendo en medio de un régimen de persecución más o menos disimula-
do… en leyes y en cualquier manifestación de vida”8.
6 D. Ricaldone propuso dichos cambios en la seduta del Capítulo Superior de 24 de
septiembre de 1931, ASC D873 Verbali 1927-1935, vol. V.
7 La Asociación de Padres de Familia-Sevilla, BS 47 (marzo 1932) 92.
8 La Asociación de Padres de Familia-Sevilla, BS 47 (marzo 1932) 92; Carta de D.
Eduardo Ramos [a la sazón, clérigo de la Casa Inspectorial de Sevilla] a Jesús Borrego, Méri-
da 13-3-1992 (Cf J. BORREGO, o.c., 428).

2.7 Page 17

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La situación concreta: la educación salesiana en las inspectorías y casas de los Salesianos 17
De esta manera, fueron proliferando por toda la España salesiana estas Aso-
ciaciones de Padres, a través de las cuales se fue concentrando la movilización en
contra de la Ley de Confesiones, y, sobre todo, a través de las mismas se fueron
organizando las futuras Mutuas Escolares que intentaron garantizar la enseñanza
salesiana en nuestros colegios.
Se intentó sensibilizar a la opinión pública por medio de la prensa y se
intensificaron las intervenciones ante las autoridades. Se intentó sensibilizar
a la opinión pública por medio de la prensa y se intensificaron las interven-
ciones ante las autoridades. Ya en el período constituyente, en junio de
1931, ante
“la posible expulsión de algunas Órdenes Religiosas del Terreno Nacional”, los
Antiguos Alumnos hicieron llegar un informe al Presidente del Gobierno provi-
sional de la República, suplicándole, “en nombre de los 35.000 ciudadanos espa-
ñoles… que han recibido las enseñanzas de los hijos de Don Bosco…, sean res-
petados los Salesianos en la continuidad de sus tareas docentes, [porque] jamás
influyen ni han influido en la determinación política de sus educandos… Vienen
consagrando todos sus entusiasmos a la clase pobre y trabajadora, sin ningún gra-
vamen para el presupuesto del Estado, formando en sus Escuelas Profesionales,
en sus Granjas Agrícolas, en sus Oratorios y Colegios, obreros idóneos y ciudada-
nos conscientes”9.
En la discusión parlamentaria del proyecto de Ley de Confesiones, destaca
la intervención de D. José Horn y Areilza, diputado por Bilbao, que, en la se-
sión de Cortes del 4 de mayo de 1933, defendió una enmienda para que la
Ley no afectara a las escuelas salesianas, debido a su labor popular a favor de
los hijos de los obreros. Para su argumentación tomaba como ejemplos los co-
legios de Baracaldo10 y Deusto11. Su moción fue derrotada por 118 votos con-
tra 20, pero la admiración y amor por lo salesiano que denotan sus palabras,
deben quedar impresas para reflejar lo que aquellos salesianos supieron vivir y
transmitir.
9 AISe, Crónica de la Inspectoría Bética… Se trata de un anexo (pág. 60): folio impreso
con el sello de la “Asociación de AA.AA. Salesianos-Centro Beato Juan Bosco”, publicado
íntegro en A. MARTÍN, Los Salesianos de Utrera en España, Inspectoría Salesiana de Sevilla,
Sevilla 1981, 697-699 [nota 58]. Los alumnos pobres de las Escuelas Salesianas-SEVILLA, BS
45 (agosto 1933) 234.
10 “Un gran establecimiento salesiano, donde se han preparado y se preparan muchísi-
mos hijos del pueblo para ser útiles a la sociedad y a sí mismos. En la actualidad concurren
a él 500 alumnos externos”(J.L.BASTARRICA, Unas escuelas según el corazón de Don Bosco,
Pamplona, EDEBÉ, 1989, 39-40).
11 Aludía a su fase de construcción interrumpida, con vistas a instalar “talleres-escuelas
de los más distintos aprendizajes y preparaciones profesionales, despertando disposiciones
de obreros especializados, que tanta falta hacen en las industrias actuales y en los que será
forzoso crear. La hermosa iniciativa se encamina a dar aquella preparación perfecta a mul-
titud de hijos de obreros”(J.L.BASTARRICA, ibidem).

2.8 Page 18

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18 Joaquín Torres
Del mismo tenor serán informes y cartas enviados a diversas autoridades por
antiguos alumnos, cooperadores, asociaciones de padres12. Se defendía la conti-
nuidad de la educación católica en base a tres argumentos principales:
a) el deber de la educación de los hijos corresponde a sus padres. Al Estado sólo
le corresponde el deber subsidiario.
b) no existen escuelas suficientes para atender la demanda escolar, en caso de
cierre de las escuelas católicas.
c) defensa del derecho de los padres católicos a que sus hijos reciban enseñanza
religiosa según sus ideales13.
Aunque no consiguieron el efecto deseado –anulación o modificación del
pretendido proyecto de ley-, sí podemos observar el vasto movimiento de anti-
guos alumnos y padres de familia que lucharon denodadamente en defensa de
los colegios salesianos. Releer los argumentos empleados, supone un auténtico
timbre de gloria para los salesianos de aquella hora: enclave de la obra salesiana
en los lugares más humildes, dedicación privilegiada al hijo del obrero sin dis-
tinción de clases, pobreza de las obras y gratuidad de las mismas, entrega de los
salesianos por los muchachos…14.
12 A título de ejemplo: En Sevilla, el exalumno Luis Morales defiende a los 500 niños que
“reciben enseñanza gratuita en los colegios salesianos de la Santísima Trinidad y de S. Benito
de Calatrava”, y a los que del internado “salen hombres formados en plenitud de sus medios
profesionales… Creemos que es ésta la mejor y más positiva manera de hacer patria y dignifi-
car al pueblo”(seguir viendo nota 19 de J Borrego). Los Antiguos Alumnos de Alicante, en
unión con la Acción Católica, enviaron una protesta colectiva (Cf A. DÍAZ RIVAS, La Obra Sa-
lesiana en la ciudad de Alicante, Inspectoría Salesiana de San José, Valencia 1994, 91-98). En
Béjar (Salamanca), los padres de familia y antiguos alumnos del Colegio envían un escrito a
diversas autoridades locales y nacionales, avalado por más de 500 firmas de padres del colegio,
la mayoría de clase obrera, y fuerzan ser recibidos por el gobernador civil de la provincia.
Aquellos padres se enorgullecían de que su asociación fuera “integrada en su mayoría por
obreros que tienen sus hijos recibiendo educación gratuita en Colegios dirigidos por Religio-
sos”( Copia del escrito de la Asociación Católica de Padres de Familia de Béjar al Presidente del
Consejo, de las Cortes y al Ministro de Instrucción Pública, AISMA W 03 03 000090).
13 Copia del escrito de la Asociación Católica de Padres de Familia de Béjar al Presidente
del Consejo, de las Cortes y al Ministro de Instrucción Pública, AISMA W 03 03 000090. En
este mismo escrito los padres católicos lamentaban que “la Constitución de la República
sea laica y por consiguiente como esto está en contradicción con nuestros ideales, nos re-
pugna cualquier instrucción que no esté avalorada por los principios religiosos”(ibidem).
14 A este respecto, nos puede llenar de orgullo las consideraciones finales que hacía un
editorial del periódico católico de Béjar LA VICTORIA: “Obrero, haz ahora el balance nece-
sario, mira los beneficios que reportan los Salesianos a tus hijos y a ti mismo, y juzga por
los hechos las afirmaciones más arriba escritas. (…) Mira, piensa y medita, que en un ex-
tremo de nuestra ciudad, Carrera abajo, hay un edificio habitado por hijos del Beato Bos-
co, que se desvelan por educar a tus hijos, y que si se aprobase el proyecto de Ley de Con-
gregaciones, el que pagará más directamente las consecuencias serás tú mismo, obrero be-
jarano” (LA VICTORIA (25.02.1933) 1, AISMA W 03 03 000098).

2.9 Page 19

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La situación concreta: la educación salesiana en las inspectorías y casas de los Salesianos 19
4. Medidas adoptadas para afrontar la ley (1933).
A comienzos de 1933, los tres inspectores (D. Sebastián Mª Pastor, D. Mar-
celino Olaechea y D. José Calasanz) se reunían en Madrid para analizar el esta-
do de las cosas y comprobaban “las difíciles condiciones que atravesamos y las
más difíciles que atravesaremos”15. Conocían ya el Proyecto de la Ley de Confe-
siones, y empezaron a tomar sus medidas, por si llegara a aprobarse. Redactaron
un borrador de Estatutos de la Congregación Salesiana, fijándose especialmente
en lo pertinente a la administración económica de las Inspectorías. En el caso de
tener que inscribir las Inspectorías y las Casas en el Registro del Ministerio de
Justicia, los Inspectores salesianos opinaban que no debían solicitar la inscrip-
ción global por Inspectoría, sino solamente la de cada Casa en particular, “con
lo cual creemos que, de decretarse la clausura de las Casas, esperamos formarán
expediente para cada Casa que se quiera clausurar, mientras que si se decretaba
la clausura de una Inspectoría, quedarían comprendidas de golpe todas las Casas
de la misma”16. Así pues, la amenaza del cierre de las Casas era altamente proba-
ble. Con los estatutos, prepararon también un módulo de inscripción en el Re-
gistro Civil y una Declaración de los fines de cada Casa.
Tras la aprobación de la Ley, se siguió insistiendo en la doble vía pensada ya
desde la primeras visitas de los Superiores Mayores:
a) creación y desarrollo de las Mutuas Escolares a través de las Asociaciones de Pa-
dres, para asegurar la continuidad de la enseñanza en manos de los salesianos;
b) salvaguarda de las propiedades de las Inspectorías a través de Sociedades
Anónimas.
4.1. Inspectoría Bética
Con el fin de defender jurídicamente la propiedad de nuestras escuelas, en al-
gunos casos, se disimuló la condición jurídica de las casas al inscribirlas en el Re-
gistro especial del Ministerio de Justicia. Así, “la Casa Salesiana de la Santísima
Trinidad no se acompaña con el Certificado del registro de la propiedad de las
fincas que la Comunidad ocupa…, porque dichas fincas pertenecen una parte a
D. Antonio Marcolungo, D. Esteban Giorgi y D. Federico Pareja, y la otra parte
la recibió de la Mitra de este Arzobispado, en uso el año 1892”17. En las casas
mixtas, Málaga, Cádiz, Canarias, “para salvar la forma legal, aparentemente se ha
hecho cargo de los talleres una persona de confianza. Ronda-El Castillo, se hacía
constar que el colegio pertenecía a la Fundación cuyo patrono principal era el Sr.
15 Circular, Madrid, 4 de enero de 1933.
16 Carta de D. José Calasanz al Rector Mayor D. Pedro Ricaldone, Barcelona 12-II-1933.
17 Jesús BORREGO, Cien años de presencia salesiana en Sevilla-Trinidad, 1893-1993, Es-
cuelas Salesianos-Trinidad, Sevilla 1994, 425-426. Los tres ficticios propietarios de las fin-
cas [se refiere a la huerta, comprada definitivamente en 1910] eran los tres salesianos.

2.10 Page 20

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20 Joaquín Torres
Obispo de Málaga. La Casa de Sevilla sigue como de formación profesional”18.
La de Carmona “conserva su razón social de Oratorio Salesiano del Santísimo Sa-
cramento” y no se acompaña el certificado de registros de la propiedad que ocupa
la comunidad, porque dichas fincas pertenecen a la fundación benéfica, institui-
da en esta ciudad por doña Mª de los Dolores de Quintanilla…”19.
En julio de 1933, el Inspector, D. Sebastián Mª Pastor, informaba al Rector
Mayor que trabajaban
“por conservar, si podemos, todas las casas. En general, se están formando Socieda-
des Mutuas de Enseñanza, a base de Padres de Familia, para que sustituyan la ense-
ñanza con personal extraño y algún titulado… Intentamos que esas nuevas organi-
zaciones docentes se establezcan en parte de los edificios ocupados hoy por la Co-
munidad, alquilándolos. Preveo muchas dificultades. También procuramos justifi-
car nuestra continuación con Oratorios diarios… En las casas de Patronato benéfi-
co se trabaja para que los Patronos acepten nuestras proposiciones”20.
Y se van estableciendo, de diversa forma y en momentos diversos, Mutuas
Escolares prácticamente en todas las casas. Por ejemplo, en Utrera, la Asociación
de Padres constituyó la Asociación Escolar Utrerana, y la propiedad del colegio
pasó legalmente a ser La Sociedad Escolar Mutua Utrerana –formada por coo-
peradores, padres de familia y a amigos de la Obra de Don Bosco en Utrera-, en
la que los salesianos aparecían como simples funcionarios o profesores. Se trata-
ba de una fórmula atrevida para salvar la vida y actividades del colegio, hacien-
do el director con la Mutua un contrato formal de arrendamiento de las aulas,
locales, patios y material docente, para que la mencionada Asociación lo emple-
ase legalmente.
De forma más o menos similar, la Mutua se estableció en las demás Casas de
la Inspectoría, aunque en tiempos y momentos distintos, como Sevilla-Trinidad
que no lo haría definitivamente hasta la fecha tan lejana de 20 de mayo de
1936, tras el triunfo del Frente Popular.
4.2. Inspectoría Céltica
Los inspectores de la Céltica, D. Marcelino Olaechea y D. Felipe Alcántara,
dispusieron medidas similares. Algunas Casas seguirían con su régimen jurídico
particular. A saber, el Seminario de Astudillo (Palencia) – seminario para las Mi-
siones Salesianas – pertenecía jurídicamente a la Casa Generalicia de Turín; el
18 ASC F025 Spagna-Sevilla, carta [de fines de noviembre de 1933] de Pastor Sebastián
Mª a Ricaldone P.
19 AISe-Carmona, Copia – con toda la documentación exigida – de la inscripción de la
“Casa titulada Oratorio Salesiano del Santísimo Sacramento, hecha el 18 de agosto de 1933.
20 ASC F025 Spagna-Sevilla, Correspondencia…, de D. Sebastián Mª Pastor a D. Pedro
Ricaldone, Sevilla 31-7-1933.

3 Pages 21-30

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3.1 Page 21

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La situación concreta: la educación salesiana en las inspectorías y casas de los Salesianos 21
colegio de Santander-Viñas dependía de la Curia Episcopal y el seminario de
Mohernando (Guadalajara) se regía por un Patronato. Orense y Allariz quedarí-
an como propiedad de la Congregación. El resto formaría parte de la creada pa-
ra el efecto Sociedad Anónima El Progreso Urbano. En el aspecto de la adminis-
tración educativa, también se alentó la formación de las Mutuas Escolares, entre
las cuales sobresalen las Escuelas Méndez Núñez de Vigo-San Matías, la Mutua
Escolar Cantábrica de Santander-Alta, la Asociación Mutua Cultural Bejarana
de Béjar, la Mutua Escolar Helmántica del Colegio de María Auxiliadora de Sa-
lamanca o la Mutua Escolar Cervantes del colegio madrileño de Atocha21.
4.3. Inspectoría Tarraconense
A comienzos del curso 1933-34, el Inspector D. José Calasanz dispuso que
algunas Casas –como las de Barcelona-Sarriá, Barcelona-Rocafort, Villena y
Pamplona- se regirían por Mutuas de Padres de Familia, que nombrarían a los
maestros. La Casa de Mataró quedaba en manos del Albaceazgo, que aseguraba
la continuidad de la presencia salesiana. Las de Huesca y Alcoy eran de Patrona-
to, y, por tanto, los patronos nombraban a los maestros, que eran todos salesia-
nos. La Casa de Valencia se dejaba en alquiler a una Sociedad Civil Particular,
cuyo objeto era arrendar establecimientos para dedicarlos a la enseñanza. Las
Casas de Barcelona-Tibidabo y Sant Vicenç dels Horts eran catalogadas como
Casas propias de Formación, libres de injerencias gubernamentales. La Casa de
Gerona también era considerada en parte como Casa de Formación, pero se
arrendaba una zona de la Casa a una Mutua que facilitara poder dar clase a
alumnos externos, a los que se unirían los internos. En las Baleares, la Casa de
Ciudadela (Menorca) se ponía del mismo modo bajo una Mutua en la parte re-
ferente a la primera enseñanza, y conseguía un acuerdo con las autoridades civi-
les para Bachillerato. Con esta estrategia se intentaba conservar la enseñanza en
manos de los salesianos.
D. Felipe Rinaldi, siendo Vicario y Ecónomo General de la Congregación,
ya había insinuado la posibilidad de constituir sociedades anónimas que defen-
dieran mejor las propiedades salesianas de posibles acosos anticlericales. De esta
21 Como en otros lugares salesianos de España, se multiplican los casos de confiar la ti-
tularidad de las obras a antiguos alumnos y cooperadores por medio de los cuales seguía la
labor de los salesianos (el director “oficial” de la nueva Méndez Núñez de Vigo sería D. Ma-
riano Carsi, antiguo alumno de 25 años e hijo del Presidente de la Asociación Católica de
Padres de Vigo; para la Mutua Cantábrica se nombraron a D. Lauro Ibáñez, antiguo alum-
no y conocido por su izquierdismo, y a D. Rodrigo Guate, destacado por su derechismo y
amor por lo salesiano, que siempre facilitaron la labor del director salesiano D. Jesús Marce-
llán, etc.), o también poner al frente de las obras a salesianos coadjutores, de la talla por
ejemplo de un D. Agapito Roldán, joven salesiano con su recién y flamante título de maes-
tro, que figuró como director de la Mutua Cervantes, o el caso verdaderamente ejemplar, e
incluso de novela de aventuras, de D. Julián Vicente Milanés en el Colegio de Carmona.

3.2 Page 22

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22 Joaquín Torres
manera, en 1919 se había constituido en la Inspectoría la Sociedad Anónima
denominada La Mercantil Inmobiliaria, con escritura autorizada por el notario
D. Joaquín Dalmau y Fiter. Alguna finca, como la de Barcelona-Sarriá, se “ven-
dió” a la mencionada sociedad (1921). Pero sería con la llegada de la II Repúbli-
ca, cuando ocho casas más se animaron a seguir el mismo camino22.
5. Paralización de la ley (gobierno radical-cedista: 1934-1935).
El proceso de aplicación de la Ley de Confesiones estaba previsto para el co-
mienzo del curso 1933/34, con el cierre de las escuelas primarias en manos de
religiosos para final del trimestre. Como coincidió con la crisis del gobierno re-
publicano-socialista, nuevas elecciones y triunfo de las derechas, no se llevó a
efecto. El nuevo gobierno radical-cedista paralizó la aplicación de la Ley de
Confesiones, pero no la abolió ni legisló otra alternativa. Supuso un alivio para
las escuelas católicas, pero no resolvió el problema de fondo.
6. Desarrollo de la ley durante el gobierno del “Frente Popular” (febrero-julio 1936).
El triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 levantó de nuevo los pe-
ores presagios23. Se confiaba en poder llegar a final del curso 1935/36, pero
ya en mayo se procedió a aplicar la Ley de Confesiones a través de varios de-
cretos, que surtirían efectos dispares según las distintas zonas del país. Al au-
mento de las inspecciones, se unió en algunos casos el intento de cierre de los
colegios.
6.1. Inspectoría Bética
La nueva situación urgió la constitución final de la Mutua Escolar Sevillana
en el colegio de la Trinidad (20 de mayo), y la Enseñanza Independiente en el
colegio de Pozoblanco (Córdoba). Para el Colegio de Carmona (Sevilla) se había
22 En 1935 el capital inicial de la Sociedad se había incrementado de 350.000 pesetas a
3 millones (Cf Notaría del Dr. D. Joaquín Dalmau y Fiter, abogado. Barcelona, Aumento del
capital de la sociedad mercantil anónima “La Mercantil Inmobiliaria”, Barcelona, 14-6-
1935).
23 El Inspector de la Céltica, D. Felipe Alcántara, exponía sus temores al Rector Mayor
en su carta del 18 de febrero: “ Es imposible hacer pronósticos. Pero se prevé un Gobierno
de Izquierdas, lo cual significa para nosotros una preocupación doble: la que derive de po-
sibles leyes vejatorias; y la de los compromisos por ellos contraídos con las masas. Uno de
los más significados dijo claramente ( y casi todos veladamente) que si triunfaban, una vez
en el Poder el ministro de la Gobernación había de ser sordo, ciego y mudo por cuarenta y
ocho horas: la cual es dejarnos en la indefensión ante un movimiento popular.... de nuevo
se nos presentan días difíciles. No nos olvide en sus oraciones...” (Carta de D. Felipe Alcán-
tara a D. Pedro Ricaldone 18 de febrero 1936. ASC. 0F22).

3.3 Page 23

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La situación concreta: la educación salesiana en las inspectorías y casas de los Salesianos 23
formado un Patronato, cuya Junta era presidida por el alcalde, el arcipreste, el
síndico, el juez y el hermano mayor de la Caridad. En su reunión del 20 de ma-
yo sortearon la Ley al nombrar como Director a D. Julián Vicente Milanés, sale-
siano con el título de maestro, que había terminado sus estudios de Teología,
pero aún no había recibido Órdenes… Esa experiencia marcaría su vida: elegiría
quedarse para siempre como coadjutor de D. Bosco.
6.2. Inspectoría Céltica
Varios colegios sufrieron inspecciones educativas (Baracaldo, Santander, Bé-
jar…), sin mayor trascendencia. Sin embargo, serían las casas de Orense24 y As-
tudillo quienes recibieron órdenes expresas de cierre. Esta última, además de
ser seminario de Misiones, impartía clases a alumnos externos del pueblo y ale-
daños. Desde el comienzo del mes de mayo, los salesianos fueron objeto de una
verdadera persecución por parte de varios sectores de vecinos y autoridades,
que dieron con la clausura de las escuelas externas con carácter indefinido el 15
de mayo.
El resto de las casas pudo terminar a duras penas el curso 1935/36. Hasta ese
momento, las amenazas del nuevo gobierno sólo se habían hecho realidad en
unos pocos casos25. ¿Qué habría ocurrido si hubiera continuado el gobierno del
Frente Popular? Sólo podemos aventurar situación de zozobra a la vista de los
hechos de febrero-junio de 1936, pero la Guerra Civil nos impide adentrarnos
más en las hipótesis.
7. Atmósfera creciente de hostilidad y persecución.
La enorme ilusión con que fue recibida la II República por numerosos espa-
ñoles se desvanecería con inusitada celeridad. La inquina exhibida contra lo ca-
tólico sería una de sus causas más claras. Los sucesos violentos y trágicos del 11
de mayo de 1931 y de la Revolución de Asturias de 1934 marcarían los jalones
de un hilo conductor permanente de la actitud de renombrados sectores repu-
blicanos de hostilidad creciente sobre la Iglesia y sus instituciones, que desem-
bocaría en una auténtica persecución.
24 “Esta casa había sido la única en que se había prohibido la enseñanza y el mismo
inspector de 1ª Enseñanza que la había cerrado, fue obligado por el gobernador militar a
dar órdenes y traerlas él mismo para abrirla”[claro está, tras el triunfo del Alzamiento de
Franco en Galicia](D. José Peiteado en carta al Rector Mayor del 25 de agosto de 1936,
ASC F507 Spagna).
25 Según testimonios orales, como el de D. Emilio Alonso de Santocildes Burgos, en
casos como el de los colegios de Madrid, no se puede hablar durante el período anterior a
la Guerra Civil de una amenaza en firme de cierre de los mismos. En algunos de ellos, co-
mo el de Estrecho, su marcado acento obrero y popular evitó antes de la Guerra males
mayores.

3.4 Page 24

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24 Joaquín Torres
8. La quema de iglesias y conventos (11 mayo 1931).
Si bien la quema de conventos y edificios religiosos del 11 de mayo de 1931
afectó en diverso grado a los colegios salesianos de España, la repercusión en el
ánimo de los salesianos fue común: al igual que otros muchos sectores católicos,
la enormidad de la barbarie cometida, unida al desentendimiento oficial de las
autoridades, alentarían el recelo y la sospecha ante el nuevo régimen, al que se
iría calificando de sectario, prorrevolucionario y anticatólico. La amenaza de
ataque y posibilidad de supresión o pérdida de obras religiosas se convertía en
una realidad palpable.
En el balance general, como veremos, sólo unos pocos colegios salesianos su-
frieron la quema y la destrucción. Sin embargo, en la generalidad de los colegios
salesianos, fueran de grandes ciudades o localidades pequeñas, la jornada del 11
de mayo fue de auténtica zozobra, con peligros reales de asalto y continuas alga-
radas en los aledaños de nuestras escuelas.
En la Inspectoría Bética fue incendiada la casa de Arcos de la Frontera (Cá-
diz) y los salesianos se dispersaron.
En la Inspectoría Céltica, ningún colegio sufrió incendio directo, aunque
bastantes vivieron conatos de asalto26, resueltos en las más de las ocasiones por la
intervención de antiguos alumnos. Sobresale el caso del colegio de La Coruña.
Además del acoso de masas callejeras que forzó la huida de varios salesianos27,
un grupo revolucionario denominado “Los Hermanos de la Lejía” pensó seria-
mente en el asalto del colegio. Conocedores de sus intenciones, varios antiguos
alumnos se vistieron de guardias civiles con los trajes del teatro. Con su custodia
“ficticia y real” impidieron la barbarie28. Sin embargo, “la casa permaneció ce-
26 Así, el Colegio de Madrid-Estrecho se libró del incendio gracias a un piquete de la
Guardia Civil a caballo, alertados por unos antiguos alumnos., cfr Crónica de D. Antonio
Torm, p. 38, en Archivo de la Casa de Madrid-Estrecho A1.
27 Reza así el testimonio precioso de D. Aniceto Sanz Yagüe, joven salesiano en aque-
lla casa durante los sucesos de 1931: “La Coruña era, en aquel entonces, la ciudad más
republicana de España … Hubo algunas algaradas descontroladas por doquier. El pri-
mer empuje y envite fue contra los Salesianos, encarnados en su Director, el Padre Ma-
nuel Lino Cabada. Las turbas, enloquecidas, se manifestaron violentas y amenazadoras
camino del Colegio de los Salesianos, vociferando y con los puños en alto…Avisados
por el mismo Conde de FENOSA, que nos envió un coche de su propiedad, el Padre Ma-
nuel y yo, cogimos el Santísimo del altar, salimos, dando un rodeo a la ciudad, y llega-
mos al Banco Pastor, donde pasamos varios días y noches. ... Salimos de los sótanos del
Banco y encontramos acogida y asilo en familias amigas, hasta que se calmó la ciudad y
pudimos volver a nuestro Colegio, el único que oficialmente continuó abierto”( Extrac-
to del libro sobre difuntos de la Inspectoría de León: Semblanzas, escrito por D. Cipria-
no San Millán Gómez y continuado por José Luis Guzón con los posteriores fallecidos,
con motivo de los cincuenta años de la Inspectoría, León, Inspectoría Salesiana, 2004,
p. 59).
28 Testimonio del antiguo alumno D. Manuel Rodríguez Maneiro en carta escrita a D.
Félix Domínguez.

3.5 Page 25

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La situación concreta: la educación salesiana en las inspectorías y casas de los Salesianos 25
rrada completamente desde mayo a noviembre. Cuando se abrió de nuevo, los
salesianos llevaron una vida oculta durante un año”29.
En la Inspectoría Tarraconense, ardieron y quedaron destruidos el colegio de
Alicante y la casa de formación de El Campello, cercana a la capital alicantina30.
En ambas localidades, desaparecía la labor educativa de los salesianos, si bien la
Asociación de Antiguos Alumnos de Alicante no sólo se resistió a morir, sino
que también desplegó una admirable, aunque limitada, labor cultural y educati-
va en un piso de la casa número 14 de la calle San Nicolás, con escuelas noctur-
nas, actividades veraniegas, conferencias, círculos de estudio (1932-1935)31.
Además de lo que sufrieron los salesianos de Alicante y El Campello, también
tuvieron que soportar diversas molestias los de Alcoy y Villena, enclaves tam-
bién de la provincia de Alicante. A finales de noviembre de aquel año, la casa de
Villena aún no había vuelto a abrir sus puertas. La Casa de Valencia fue asaltada
la noche del 12 de mayo, pero se vio libre de la quema.
El impacto psicológico fue el efecto más importante que la quema de con-
ventos produjo en la conciencia de los católicos españoles –y lógicamente, tam-
bién en la de los salesianos-. El Rector Mayor pedía a toda la Familia Salesiana
oraciones especiales por aquella España “così fieramente perseguitata”32. La Ins-
pectoría Tarraconense había quedado particularmente marcada por el odio con-
tra la Iglesia; las otras dos no habían sufrido una agresión tan grave. Un par de
años más tarde, a finales de 1933, el visitador D. Candela reconocía que las ca-
sas de Alicante y El Campello habían sido “completamente bruciate ed abban-
donate” debido a la “ultima sommossa antireligiosa”33.
9. Actitud continua de hostilidad hacia todo lo religioso.
El ambiente de hostigamiento y presión sobre las personas y obras religiosas
se dejó sentir desde la proclamación de la República.
Además de los incendios y asaltos a los colegios, también salesianos concre-
tos sufrieron insultos o vejaciones por la calle, así como los bulos y difamacio-
nes, que crecieron a partir de febrero de 1936 (posesión de armas, caramelos en-
venenados, abusos a los niños…).
Aunque hasta la Guerra prácticamente no se interrumpió ninguna actividad
regular educativa o pastoral, todo debía hacerse dentro del recinto de la obra sa-
lesiana, incluso durante el período del gobierno radical-cedista (1934-1935). Se
29 Informe de la Visita Extraordinaria de D. Antonio Candela, ASC S3124.
30 Cf A. DÍAZ, La Obra Salesiana en la ciudad de Alicante, Inspectoría Salesiana de San
José, Valencia 1994, 79-80; ID., Los Salesianos en Campello. 1907-1982, Inspectoría Sale-
siana de San José, Valencia 1983, 176-178; R. ALBERDI, Los Salesianos en Sant Vicenç dels
Horts, Escuela Salesiana de Sant Vicenç dels Horts (Barcelona), 1996, 91-97.
31 Cf A. DÍAZ, La Obra Salesiana en la ciudad de Alicante, 93-98.
32 Carta abierta de D. Felipe Rinaldi: ACS 57 (24-XI-1931) 972).
33 Visita straordinaria 1933-1934: ASC, FO15).

3.6 Page 26

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26 Joaquín Torres
sintió hondamente la prohibición de manifestación pública de lo religioso: pro-
cesiones, celebraciones públicas de la canonización de Don Bosco, celebraciones
con motivo de la ordenación episcopal de D. Marcelino Olaechea, bendiciones
de nuevos templos.

3.7 Page 27

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La situación de las hijas de María Auxiliadora 27
TERCERA PARTE
LA SITUACIÓN DE LAS HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA.
María F. Núñez Muñoz*
1. La Inspectoría Española “Santa Teresa”: 1931-1936.
Trascurridas poco más de cuatro décadas desde la llegada a España de las Hi-
jas de María Auxiliadora, el Instituto contaba en con diez y seis Casas: cuatro en
Cataluña, tres en la región de levante, tres en la región central y seis en Andalu-
cía. Estas diez y seis casas constituían una Inspectoría única, titulada Inspectoría
de Santa Teresa, erigida canónicamente en febrero de 1908, a la que en 1931
pertenecía un total de 196 religiosas y 26 novicias.
La entonces inspectora, Madre Ana Covi, desempeñó su cargo hasta 1934
con acierto y serenidad a pesar de las circunstancias adversas que supusieron
aquellos años para los religiosos en España. Prueba de su celo apostólico fueron
las cuatro nuevas fundaciones que se realizaron durante su mandato: una en
1931 y las otras en 1933. Su sucesora, Madre Margarita Gay, estuvo en España
apenas un trienio, ya que el levantamiento militar de julio de 1936, exigió su sa-
lida como la de otras religiosas de nacionalidad extranjera. A pesar de lo breve
de su estancia, en 1935 estableció una nueva presencia en un pequeño poblado
cerca de Barcelona.
Al estallar la guerra civil, las 21 Casas que aparecen en el Elenco del Instituto
de 1936, correspondientes a la Inspectoría española de Santa Teresa, quedaron
situadas en dos zonas distintas, gobernadas respectivamente por los regímenes
políticos enfrentados en la contienda. La suerte que corrieron las Casas y las
Hermanas de una y otra zona fue muy diversa, aunque todas experimentaron
los estragos de la guerra.
2. El cambio político y la cuestión religiosa: Orientaciones de los Superiores y
Superioras generales e inspectoriales.
La implantación del régimen republicano en España, en abril de 1931, como
se ha dicho al comienzo de la ponencia, adoptó un marcado carácter anticlerical
* Hija de María Auxiliadora, profesora emérita de la Universidad de La Laguna (Tenerife).

3.8 Page 28

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28 María F. Núñez Muñoz
tanto por parte del Gobierno, como a nivel popular, mediante la quema de igle-
sias y conventos, obra de grupos radicales.
La reacción de las Hijas de María Auxiliadora de España frente a la implan-
tación del régimen republicano, en las fuentes consultadas, por desgracia, no
aparece muy explícita. Las recomendaciones de la Madre Inspectora a las Direc-
toras y comunidades, contenidas muy raramente en algunos de sus escritos, se
limitan a recomendar la prudencia y a no hablar de política ni entre las Herma-
nas, ni con las niñas, ni con las personas externas1, dirigiendo todo su interés en
afianzarlas en la fe, en el recurso a la oración y en la observancia religiosa2. Solía
advertir, además, la necesidad de tener preparados los pasaportes por si se daba
el caso de tener que salir al extranjero3.
Las orientaciones de Madre Covi fueron ratificadas por el Prefecto General de
la Congregación Salesiana, don Pedro Ricaldone, durante su estancia en España
en los meses de septiembre-octubre de 1931, en las dos conferencias que dio a las
Directoras y Hermanas, la primera en Sevilla, el 14 de septiembre para toda la zo-
na de Andalucía y la segunda en Barcelona-Sarriá el siguiente 3 de octubre, para la
zona catalana. Las Hermanas de Madrid y Salamanca también recibieron la visita
del Superior, a su paso de Sevilla a Barcelona4. Además de las recomendaciones
dadas por la Inspectora, Don Ricaldone insistió en la necesidad de mantener la se-
renidad, la unión con Dios y en cumplir con esmero la propia misión educativa.
Aprobada la Constitución republicana, en diciembre de 1931, las Hijas de
María Auxiliadora no fueron ajenas a la inquietud del futuro de su propia mi-
sión educativa, ni de su permanencia en España. La Inspectora, por su parte,
procuró prever las consecuencias más inmediatas del cambio de régimen, visi-
tando las casas, animando a las Hermanas y buscando el apoyo moral y el con-
sejo adecuado, no sólo en las Superioras mayores, sino también en el Inspector
salesiano de la Céltica, don Marcelino Olaechea, en el de la Tarraconense don
José Calasanz, mártir y beato, y en el de la Bética don Sebastián María Pastor,
que ejercieron hacia las Hermanas una tutela casi paternal, recomendando cons-
tantemente una actitud de serenidad y de aceptación desde una mirada de fe,
consigna que, sin duda, se les habría mandado difundir.
En los meses finales del año 1933 las Hijas de María Auxiliadora contaron tam-
bién con el asesoramiento cualificado y el consejo paternal de los Visitadores extraor-
dinarios, don Pedro Berrutti, don Antonio Candela y don Jorge Serié, enviados por el
ya Rector Mayor, don Pedro Ricaldone, a las tres inspectorías salesianas españolas5.
1 Sor Ana Covi: Sevilla 20 abril de 1931 (Archivo Casa Valverde).
2 Crónicas de la Casa de Torrente (Valencia) 20 de mayo, y de Barcelona 28 de mayo
de 1931.
3 Crónica de la Casa de Salamanca, 16 de junio de 1931.
4 Crónicas de la Casa de Salamanca, 19 de septiembre y de Madrid II, 21 de septiembre
de 1931.
5 Crónicas de Barcelona Sarriá y María Auxiliadora, 30 de junio de 1933; Crónica de
Madrid El Pilar, 8 de junio de 1933; Crónica de Sevilla I de 27 de diciembre de 1933.

3.9 Page 29

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La situación de las hijas de María Auxiliadora 29
La celebración del Capítulo General del Instituto en 1934, propició el viaje a
Italia de la Inspectora y la posibilidad de exponer a la Madre General y a su
Consejo la situación en que se encontraban las Hermanas y las Obras en Espa-
ña. Fruto de este encuentro, posiblemente, fue la visita extraordinaria a España
en 1935, de la Secretaria General del Instituto, Madre Clelia Genghini, en la
que pudo comprobar el espíritu salesiano y la buena voluntad que animaba a las
Hermanas,6 a pesar de las cortapisas que planteaban las disposiciones oficiales.
Disueltas las Cortes en enero de 1936 tras la caída del Gobierno radical-ce-
dista, las votaciones dieron como resultado el triunfo de una coalición de las
fuerzas de izquierdas, que retornó al enfrentamiento Iglesia-Estado.
3. La situación de la enseñanza: Dificultades y nuevas formas de continuidad.
La enseñanza elemental y secundaria en España a cargo de las instituciones
religiosas, durante la segunda república, fue uno de los sectores más afectados,
como se ha dicho en el precedente marco histórico, debido a la legislación ema-
nada al efecto.
Las diez y seis presencias que las Hijas de María Auxiliadora tenían en Espa-
ña al comienzo del período que estudiamos – 1931-1936 –, eran todos Colegios
de enseñanza elemental. Durante el mismo, como ya se ha dicho, se realizaron
cinco nuevas fundaciones, cuatro con el mismo nivel primario, y una dedicada a
la preparación de alumnas libres de enseñanza media.
El ambiente vivido en los Colegios durante estos años, salvo contadas excep-
ciones, fue de normalidad, excepto en las situaciones concretas de peligro por
huelgas o actos revolucionarios, como los acaecidos en varias provincias de Es-
paña los días 11 y 12 de mayo de 1931, que afectaron de manera especial a los
Colegios de las Hijas de María Auxiliadora de Madrid, Alicante y Valencia7.
Las religiosas, con hábito o sin él, según exigían las circunstancias, continua-
ron impartiendo clases de acuerdo con los programas oficiales, adaptando hora-
rios y vacaciones a la legislación vigente, y remitiendo al ámbito interno y priva-
do, cuantas actividades pastorales y comunitarias, así como celebraciones reli-
giosas, eclesiales o salesianas formaban parte de su ideario, a las que asistían tan-
to alumnas y antiguas alumnas, como los familiares y bienhechores de las res-
pectivas obras, siendo muy significativo que en las crónicas de las casas existe
una casi total falta de referencias a los acontecimientos políticos de la nación.
La aprobación de la Ley de Confesiones y Congregaciones religiosas en junio de
1933, que prohibía la enseñanza a los religiosos, llevó a todas las Congregaciones
a la búsqueda de soluciones al problema planteado, una de las cuales consistió en
la creación de “Mutuas Escolares” y de “Patronatos” de iniciativa privada, solu-
6 Crónicas de Ecija(Sevilla) 27 de agosto y de Sueca (Valencia), 4 de octubre de 1935
7 Crónicas del año 1931 de los Colegios de Madrid, El Pilar, 11 y 12 de mayo; Alican-
te, 11, 20 y 24 de mayo; Valencia, 12 y 24 de mayo.

3.10 Page 30

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30 María F. Núñez Muñoz
ción que, aunque modestamente, también adoptaron las Hijas de María Auxilia-
dora en algunos de sus colegios. Junto a esta modalidad, las Hermanas empren-
dieron también la tarea de programar y realizar los estudios necesarios para la ob-
tención de los títulos indispensables para el ejercicio de la enseñanza, y de su pro-
pia misión educativa, siempre orientada a una formación integral, con sólido
fundamento religioso, como les aconsejaba el inspector salesiano, don José Cala-
sanz, quien sin embargo comprendía, y lo ratificó con su propio martirio, que “es
muy fácil seguir a Nuestro Señor en el Tabor, pero que hay que acompañarlo en
el Calvario, y para ello es preciso revestirse del espíritu de sacrificio”8.
Derrocada la coalición de izquierdas en las elecciones de noviembre de 1933,
el Gobierno de centro-derechas que le sucedió, suavizó en parte el enfrenta-
miento Iglesia-Estado, suspendiendo, sin abrogarla, la prohibición de la ense-
ñanza contenida en la antes citada Ley de Confesiones y Congregaciones, lo que
supuso para los religiosos un período de respiro, aunque no de liberación, como
se puso de manifiesto en la llamada “revolución de Asturias” de octubre de
1934, en la que el estallido anticlerical llegó a la destrucción de iglesias y con-
ventos y al asesinato de sacerdotes y consagrados.
El año 1934 transcurrió también para los Colegios de las Hijas de María Au-
xiliadora, dentro de una tónica de relativa tranquilidad, manteniéndose las dispo-
siciones adoptadas el año anterior respecto a la enseñanza, a lo que hay que unir
la serie de visitas programadas a todas las Casas, de la consejera inspectorial, sor
Honorina Lanfranco, una experta pedagoga salesiana, que había llegado de Italia
con la nueva inspectora, Madre Margarita Gay, en octubre del mismo año 1934,
con la misión de orientar la acción educativa en los Colegios de las Hijas de Ma-
ría Auxiliadora de España, dentro del desarrollo del Programa oficial.9
Los decretos que a partir del triunfo del Frente Popular en febrero de 1936,
afectaron más directamente a los religiosos de enseñanza, y por tanto a las Sale-
sianas, fueron el del primero de mayo, que mandaba el establecimiento de pa-
tronatos provinciales que estudiarían la sustitución de los docentes religiosos
por personal interino laico, y el de finales del mismo mes, por el que se decreta-
ba el cierre provisional de los Colegios de la Iglesia.
Al mismo tiempo que los decretos preanunciaban la extinción de la enseñan-
za de los religiosos en España, la actuación de turbas incontroladas que acompa-
ñaron la publicación de los citados decretos, tuvo uno de sus tristes exponentes
en el ataque al Colegio María Auxiliadora de Madrid, que fue de nuevo incen-
diado y las Hermanas dispersadas y maltratadas10.
8 Crónica de la Casa de Torrente (Valencia), 5 de abril de 1933.
9 Crónicas de San José del Valle (Cádiz), 8 de febrero, Ecija (Sevilla), 13 de febrero,
Valverde del Camino (Huelva), 24 de febrero, Salamanca, 21 de marzo, Valencia, 26 de
abril, Torrente, 30 de abril y 13 de diciembre, Sueca (Valencia) 9 y 17 de mayo, 13 y 17
de diciembre de 1935.
10 Relación de los sucesos ocurridos en la Casa de Villamil, 1936. Archivo General FMA,
13.32-118.

4 Pages 31-40

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4.1 Page 31

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La situación de las hijas de María Auxiliadora 31
Las Crónicas de las Casas, principal fuente de información de este trabajo,
callan a partir del estallido de la guerra civil en julio de 1936, guerra que supuso
un doloroso paréntesis de tres años, que distorsionó la unidad de la Inspectoría
Santa Teresa, la única que tenían en aquellas fechas en España las Hijas de Ma-
ría Auxiliadora. Paréntesis, no obstante también fecundo en su dimensión apos-
tólica, por la humildad y el sacrificio que supuso el trabajo callado y casi sin me-
dios materiales de las Hermanas, hasta alcanzar su lenta recuperación, y por la
confianza en Dios que manifestaron en todo momento, hasta la entrega genero-
sa, e incluso heroica, de la propia vida, en aras de la caridad11.
11 Ambrosina VOLPATI, Relación sobre la actuación de las Hijas de María Auxiliadora en
Madrid, y sucesos acaecidos antes y durante el dominio rojo. AGFMA, 13.32-118; María F.
NUÑEZ MUÑOZ, Carmen Moreno Benítez. Un camino hacia la plenitud. Madrid, Editorial
CCS, 2001, pp.60

4.2 Page 32

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32 Joaquín Torres
CUARTA PARTE
CONCLUSIONES
Joaquín Torres
Podemos observar las siguientes constantes sobre la situación de las Obras
Salesianas de España durante el período de la II República (1931-1936):
1. Consideramos el período de la II República Española (1931-1936) un tiem-
po difícil para la Familia Salesiana en España porque se vivió en un ambiente
claro de pre-persecución religiosa, con el acoso legislativo contra la raíz es-
tructural de nuestra vida y obra, y con dispares atentados contra las obras y
contra las propias personas.
2. Debemos señalar la pronta y continua solicitud de los Superiores Mayores.
Nada más proclamarse la República y comenzar los tiempos de zozobra, fue
enviado don Ricaldone en dos ocasiones, y dentro de un espacio de apenas
tres meses. Más tarde, se sucedieron las visitas de don Seriè, don Berruti y
don Candela. Además de estas Visitas Extraordinarias, la comunicación fue
continua entre los Inspectores de España y Turín hasta el estallido del Alza-
miento. Esto trajo consigo una clarísima unidad de acción de los salesianos
de España durante ese período. Se combatió y se respondió al desafío con las
mismas opciones de fondo y con las mismas estrategias e iniciativas.
3. Los superiores y superioras mayores –y también los inspectores y la inspecto-
ra salesiana- insistieron en la fidelidad y correcto género de vida para fortale-
cerse anímicamente y ofrecer un ejemplo que evitara corroborar los bulos y
difamaciones. Se soportaron las medidas laicales tomadas por el gobierno,
como vestir de paisano, pero a la mínima ocasión se volvió a insistir en llevar
el hábito talar (período del gobierno de derechas). Y es notorio que los sale-
sianos y salesianas de aquella época, a pesar de los miedos palpables y reales,
no se arredraran ante las adversidades. En este sentido, son numerosas las
1 Las palabras de D. Marcelino Olaechea en el acto de inauguración revelan gran dig-
nidad de ánimo: “El Señor exigirá de los nuevos sacerdotes más sacrificios y sufrimientos.
Los que no se sientan decididos a sobrellevarlos deben dar el paso atrás. En vosotros, dado
el encarrilamiento de nuestro género de vida, las faltas que parecen pequeñas son relativa-
mente graves”(AISMA I, Crónica del Estudiantado Teológico Nacional de Carabanchel, 3).

4.3 Page 33

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Conclusiones 33
ocasiones en que los inspectores se muestran clarísimamente contrarios a su-
primir ninguna actividad; y data de la II República la creación del Estudian-
tado Teológico Nacional de Carabanchel (3 de noviembre de 1931)1 o la
bendición de la nueva iglesia de Estrecho.
4. La insistencia en el correcto género de vida llevaba pareja la llamada a practi-
car la política del pater noster, tan cara a nuestro Padre Fundador. Diligente-
mente, numerosos salesianos se dispusieron a conseguir los títulos oficiales
de enseñanza, un ejemplo entre muchos de querer sortear las contrariedades
del momento y abrirse a nuevos tiempos.2
5. Una vez promulgada la Constitución republicana, el gran caballo de batalla
para nuestros colegios fue todo lo relativo a la Ley de Confesiones de junio
de 1933. Por toda la España salesiana, se fueron constituyendo las diferentes
Asociaciones Católicas de Padres –amparadas todavía en legislaciones ante-
riores-, que sustentaran las Mutuas, como garantes de la enseñanza salesiana
en las diversos colegios, y se crearon Sociedades Anónimas, con el objeto de
salvaguardar los bienes inmuebles de la Congregación. El triunfo de las dere-
chas a final de 1933 quizás evitó un desarrollo más asfixiante de la Ley, amén
de las dificultades financieras del gobierno republicano para poder extender
aún más la escuela pública.
6. En general, hasta mayo de 1936, gobernada España por el Frente Popular,
no se recibieron órdenes tajantes de cierre de colegios. Se podrían aventurar
hipótesis sobre qué hubiera sucedido en caso de seguir la República y no es-
tallar la Guerra Civil, pero serían argumentos basados en comparaciones con
otros países o en deducciones de la propia historia anterior de España, pro-
pios de un debate teórico erudito, lejanos de los objetivos de este estudio.
7. En este sentido, destaca la enorme audacia con que se procedió para salva-
guardar la vida y las obras de los salesianos y de las hijas de María Auxiliado-
ra. Caminaron juntas la insistencia en una observancia religiosa más estricta
y la flexibilidad en la estructura de las obras, confiando a seglares reconoci-
dos direcciones y administraciones. La nomenclatura escogida por D. Bosco
para la Congregación abundaba en esa flexibilidad y ofrecía una buena opor-
tunidad para eludir conflictos: Sociedad, Inspector, Director, Directora, Ins-
pectora…
2 Muchas de las disposiciones tomadas se hicieron en medio del peligro y de la amena-
za. La misma obtención de títulos oficiales, siendo una medida adoptada con anterioridad
por el inspector D. Marcelino Olaechea, se abandonó en el período franquista, claramente
favorable a nuestras escuelas. Quizá pueda servir para el debate ver si la Congregación es
capaz de asumir riesgos o mostrar una actitud de parresía ante los desafíos del desarrollo
histórico por sí misma o como respuesta a un peligro o amenaza de un momento concreto.

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34 Joaquín Torres
8. A pesar de la inquietud e incertidumbres propias del momento, las diversas
Obras fueron desarrollando su labor educativa y apostólica sin interrupción,
incluso con crecimiento en bastantes de ellas. En el aspecto educativo, ante
el ataque anticatólico destaca en este período el interés en promover y des-
arrollar la labor catequética. Son años de intenso desarrollo de numerosas
iniciativas catequéticas, muchas de ellas en colaboración con las autoridades
parroquiales y diocesanas.
9. Y por último, pero no menos importante, sobresale notoriamente la solidez
de los Antiguos Alumnos y Cooperadores, que, con la naturalidad que brin-
da el sentirse plenamente identificados con la educación recibida, individual
y colectivamente, supieron defender con arrojo, creatividad y valentía los in-
tereses de la Congregación y del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora.
A modo de epilogo
Alguno podrá preguntarse cómo fue posible que, con la dedicación a los
jóvenes más pobres y humildes, cómo siendo tan populares y amigos del obre-
ro, tras las grandes celebraciones de la beatificación y canonización de Don
Bosco, los salesianos y salesianas sufrieran la persecución y el martirio durante
la Guerra Civil.
Una vez más se cumplió la máxima histórica: non licet esse christianos. De
poco sirvió la entrega de aquellos salesianos e hijas de María Auxiliadora a los
más pobres. El odio visceral a lo cristiano no reparó en la calidad de las personas
o en su obra social y benefactora. Es más, ese mismo hecho azuzaba el odio, co-
mo demuestran las siguientes palabras de unos revolucionarios sobre el enclave
salesiano en el barrio de Madrid-Estrecho: “Oprimía y llenaba de tristeza a una
de las barriadas más populares de Madrid. Era una de las más firmes posiciones
de los frailes salesianos su convento de Francos Rodríguez”3. No hubo cabida
para el raciocinio. Las pasiones se desataron y las vísceras se adueñaron de las
masas.
“Que ninguno de vosotros tenga que sufrir ni por criminal ni por ladrón ni por
malhechor ni por entrometido: pero si es por cristiano, que no se avergüence, que glo-
rifique a Dios por llevar este nombre”(IPe 4,15-16). Nuestros mártires murieron
por el mero y simple hecho de ser lo que eran, cristianos, salesianos. Ése es su
mayor timbre de gloria y un acicate para quienes seguimos viviendo de sus mu-
chos frutos.
3 Archivo de la Casa de Estrecho A1, Milicia Popular, Diario del 5º Regimiento de Mili-
cias Populares, 29 julio 1936.