dentro y fuera del Colegio fueron las credenciales
que exhibimos para pedir a Villena el dinero que
necesitábamos para seguir adelante con decoro y
desahogo.
Al valorar ahora los resultados maravillosos del
«S. O. S.», calibremos en su justa medida la contribu-
ción de los Alumnos y Salesianos del Colegio en
aquella coyuntura.
A la derecha del dispositivo táctico se movieron
los Antiguos Alumnos, compenetrados como nadie
con el espíritu y vida del Colegio. Tomaron la cam-
paña como cosa suya. Calculamos ilusionadamente
que la deuda de tres millones de pesetas se liquidaría
con que mil Antiguos Alumnos aportaran cada uno
tres mil pesetas. La cuenta era redonda. Unos podrían
más, otros menos, pero a todos se llamaría para que
contribuyeran en la medida de sus fuerzas y de su
amor al Colegio.
Ejemplar fue el acuerdo de los miembros de la
Junta Directiva de los Antiguos Alumnos: contribuir
cada uno con cinco mil pesetas, para dar ejemplo. Y
lo hicieron en su inmensa mayoría. Algunos incluso
rebasaron la cifra fijada. Algunos, empleados o traba-
jadores con verdadero heroísmo.
¿Con qué personales renuncias habrá juntado uno
que yo me sé las cuatro mil pesetas que me entregó?
Otro directivo, en situación económica un tanto com-
prometida, y al que yo mismo le dije que me enfadaría
si me volvía a hablar de contribuir también él con
alguna cantidad, al cabo de poco tiempo me echó
sobre ía mesa del despacho sus cinco mil pesetas,
fruto de horas extraordinarias de trabajo de él y de
su esposa, y del sacruicio de los «Reyes« de sus
hijas... Otros pidieron prestadas las cinco mil pesetas
a entidades bancarias, comprometiéndose a amorti-
zarlas a plazos junto con los intereses, para taponar,
en la medida de sus posibilidades, el boquete de
amortizaciones e intereses que tenía que pagar el
Colegio.
La Junta Directiva de los Antiguos Alumnos,
flanqueada por la Comisión de Obras y los Coopera-
dores Salesianos, se constituyó en Estado Mayor de la
campaña. En equipo o individualmente pidieron a los
que podían mucho y a los que podían poco. Y muchos
que podían poco dieron más que los que podían
mucho. Su amor al Colegio estaba por encima de
todo. ¿Cómo olvidar aquel auténtico plebiscito de
generosidad alegre? Recordaré siempre a un joven
que vino espontáneamente a traer su donativo de
quinientas pesetas, «Yo —me dijo—por las circuns-
tancias de la vida, no pude ser alumno de este Cole-
gio; pero mis mejores amigos son Antiguos Alumnos
Salesianos, y me han hecho mucho bien. En su com-
pañía me he hecho persona de bien y respetada. Por
compañerismo con ellos, y por gratitud al Colegio que
los ha formado y al que tanto quieren, he pensado
contribuir yo también, en la medida de mis fuerzas, al
sostenimiento de este Colegio, en el que espero se
puedan educar el día de mañana mis hijos»
Recordaré siempre también al padre de un alumno
interno, que, al entregarme sus tres mil pesetas entre
los primeros, me dijo: «Ustedes buscan mil Antiguos
Alumnos que contribuyan con tres mil pesetas cada
uno. Busquen solo novecientos noventa y nueve. Yo
no soy antiguo alumno, pero soy padre de un alumno
interno; por él doy estas tres mil pesetas. Villena no
sabe lo que tiene con el Colegio Salesiano. Lo sé yo,
que soy de fuera.»
Y por el flanco izquierdo —es una manera de
entendernos— beneméritas y entusiastas señoras y
señoritas archicofrades de María Auxiliadora y Coope-
radoras Salesianas se repartieron el callejero de Ville-
na para pedir en todas las puertas, a fin de que la
suscripción en favor de la Obra Salesiana fuera verda-
deramente voluntaria y popular. Fueron muchos, mu-
chos,los que respondieronafirmativamente, entregando
unos de una vez su donativo global, y apuntándose
otros por una cantidad mensual. La humildad y tesón
de estas incomparables señoras y señoritas hicieron
milagros. ¡Cómo olvidar la noble satisfacción con que
cada mes llevaban al Colegio el fruto de la generosi-
dad de tantas almas buenas, bien anotadas en sus
listas, en las que los familiares y cariñosos apodos
superaban a los nombres de pila! (Villena será siempre
Villena, hasta en esto). ¡Cuántos duros mensuales
recogieron, que eran auténticos óbolos de la viuda del
Evangelio! No lo olvidarán nunca ni ellas, ni el Cole-
gio, ni Dios Nuestro Señor, ni María Auxiliadora, que
pagan pronto y bien.
r¿Qué no pagan pronto y bien el Señor y María
Auxiliadora? Repetíamos, como slogan acreditado por
la experiencia, que dan el premio eterno en el cielo y
el ciento por uno en esta tierra por todo lo que se da
en su nombre. Y así fue realmente en esta ocasión.
¿Recordáis los tres millones de pesetas que María
Auxiliadora regaló a Villena por medio de la Lotería
de Navidad de 1963, distribuida por la Archicofradía
de María Auxiliadora, o más exactamente por María
y Consuelo sus tesoreras? Exactamente el ciento por
uno: cien pesetas por peseta. Al Colegio le tocó... la
alegría de repartirlas... y de recoger no pocas de
personas agraciadas y agradecidas.
¿Recordáis todo esto, amigos? Aquel «S. O. S.»,
después de escribirlo la noche anterior, no fiándome
de la improvisación, lo leí calladamente a solas a los
pies de nuestra Auxiliadora en su santuario. La inspi-
ración y su resultado fueron totalmente obra suya,
sirviéndose de todos vosotros como instrumentos.
Después vino la terminación del pabellón, su pleno
funcionamiento con sus aulas y patios resonando con
Jas voces alegres de más de setecientos alumnos inter-
nos y externos; vino el aumento del personal salesiano
y de prestigiosos profesores seglares; vino, como re-
galo del Cielo, el donativo espléndido de D. Salvador
Amorós y su esposa en memoria de sus hijos Salvador
y José Luis, que Dios haya; vino la hermosa realidad
que ahora palpamos y que entonces solo era una
hermosa ilusión.
El Colegio actual es fruto del sacrificio, valentía y
tesón delosquenosprecedierontrabajando,planeando,
soñando, trazando surcos, que luego, sus seguidores
no tuvimos más remedio que seguir. D. José Sánchez,
entre otros, trabajó en el Colegio de Villena con una
fe, que yo compararía a la de Abraham: contra toda
esperanza, Y lo que solo él veía en su mente de soña-
dor, apóstol y artista, hoy lo vemos todos realizado.
El Colegio actual es vuestro mejor legado a vues-
tros hijos y a los hijos de vuestros hijos.
Por mi parte, doy infinitas gracias al Cielo por ha-
berme encontrado entre vosotros, trabajando codo a
codo, por salvar al Colegio Salesiano en sus momen-
tos más difíciles, y por haber bendecido nuestro
esfuerzo en forma que nos llena de maravillada confu-
sión y de agradecimiento imperecedero,
No hicimos una obra para nosotros solos ni para
vuestros hijos. El Colegio ahí está, hecho y derecho
para las generaciones futuras de niños de Villena:
crisol y garantía de ciencia, ciudananía y servicio de
Dios. Mucho de esta consoladora realidad se debe a
la historia de un «S. O. S*», de la que fuisteis protago-
nistas vosotros, los actuales Antiguos Alumnos,
Cooperadores y Bienhechores Salesianos, Archicofra-
des de María Auxiliadora, amigos todos del Colegio,
Gózaos en el Señor por ello, como me gozo yo,
que os empujaba a la noble empresa, y que ya enton-
ces me decía con el poeta Machado:
«Y yo me iré;
y se quedarán los pájaros cantando,
y se quedará el huerto con -su verde árbol
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