1 PRIMERA CHARLA DON BOSCO


1 PRIMERA CHARLA DON BOSCO

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Jornada de Formación Conjunta
Madrid, 24 de Enero de 2009
VOLVER A DON BOSCO
Don Bosco íntimo
Acta de Fundación de la Congregación Salesiana
Prof. D. Jesús Graciliano González Miguel, sdb
Istituto Storico Salesiano (Roma)
Miembro de la Presidencia de
ACSSA internacional
Horario del Encuentro
10,00 - 10,15:
10,15 – 11,45:
11,45 - 12,15:
12,15 - 13,15:
13,15 - 13,45:
14,00:
Bienvenida, saludos, oración
(se entregará carpeta con material)
Primera Charla y tiempo de diálogo con el ponente
(Don Bosco íntimo)
DESCANSO
Segunda Charla (El Acta de la Fundación)
Cuestiones suscitadas a raíz de las exposiciones
Despedida

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Primera Charla y tiempo de diálogo con el ponente
(Don Bosco íntimo)
Guión de la Ponencia
VOLVER A DON BOSCO: EL DON BOSCO ÍNTIMO
1. INTRODUCCIÓN
Volver a don Bosco nos dice el RM es
"Ir a las fuentes de nuestra propia identidad para encontrar un camino de futuro,
nuestro camino de fidelidad a quien nos ha precedido” Doc 192.
"Junto con el Evangelio, Don Bosco es nuestro criterio de discernimiento y nuestra meta
de identificación" RM ACG 283. O sea, "Volver a Don Bosco es ir a la búsqueda de nuestra
propia identidad, ser salesianos según el corazón de Don Bosco".
El CG26 después de decirnos que “Volver a Don Bosco significa amarlo, estudiarlo,
imitarlo, invocarlo y hacerlo conocer....” precisa que es necesario pasar “de un
conocimiento superficial de Don Bosco a un estudio serio y comprometido de la historia,
pedagogía, pastoral y espiritualidad de nuestro Padre y Fundador”.
Don Ceria, conocedor a fondo de don Bosco escribe
“que nadie se iluda creyendo conocer a Don Bosco, si no sabe hasta qué punto
era hombre de oración” y añade: “poco fruto sacaría de su admirable vida quien
corriera tras los datos biográficos sin penetrar a conciencia los movimientos íntimos y
habituales”.
Por eso, el CG26 propugna la urgencia de llegar a la raíz de la pasión apostólica
de Don Bosco. Es decir a un conocimiento de su profunda espiritualidad. Baste una cita:
“La centralidad de Dios en la vida de Don Bosco es clave para la comprensión de la
figura de Don Bosco”. Y el RM confirma la esta idea: "En la base de todo, como fuente de
la fecundidad de su acción y de actualidad, hay algo que muchas veces se nos escapa: su
profunda experiencia espiritual, que se podría llamar su "familiaridad con Dios" (ACG
394, 12)
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2.- DIFICULTAD DE CONOCER LA INTIMIDAD DE DON BOSCO
2.1.- Don Bosco fue muy celoso de su intimidad.
Incluso después de que el Papa lo pidió que escribiera las Memorias del Oratorio se
resistió a hacerlo, y nos dice el porqué: “especialmente porque tendría que hablar
frecuentemente de mi mismo”.
2.2.- Tampoco nos ayudan los hagiógrafos del santo.
2.3.- Nos quedan sólo caminos indirectos
a.- uno puede ser el tratar de valorar algunos elementos de su biografía o de sus
escritos
b.- Otro, examinar sus años de formación para descubrir los elementos en los que
se formó.
c.- Y un tercer camino es el de leer lo que él ha escrito de otros, lo que presenta
como modelo de vida a los demás.
3.-PRIMER CAMINO: VALORAR ALGUNOS RASGOS DE SU BIOGRAFÍA
3.1 La infancia y la adolescencia
3.1.1.- En la escuela de la madre. Oración, contemplación, providencia,
sacramentos
En la vida de Francesco Besucco escribe Don Bosco:
“¡Dichoso el que, enseñado desde su niñez, ha llegado a tomar gusto a la
oración!. Estará siempre abierto para él el manantial de las divinas bendiciones” BAC.
311
Dice así en sus memorias, hablando de su madre.
“Su mayor preocupación fue instruir a los hijos en la religión, enseñarles a
obedecer y ocuparlos en cosas propias de su edad. Desde muy pequeño, ella misma me
enseñó las oraciones; apenas fui capaz de unirme a mis hermanos, me arrodillaba con
ellos por la mañana y por la noche y, juntos, recitábamos las oraciones y la tercera
parte del rosario. Recuerdo que me preparó para la primera confesión y me acompañó a
la iglesia: comenzó por confesarse ella misma, me encomendó al confesor y, después,
me ayudó a dar gracias”. (pág. 35).
Dice Pietro Stella:
3

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“Dios para el pequeño Juan debió ser Aquel que la madre respetaba sumamente,
aunque fuera invisible.... en quien ella tenía confianza ilimitada e indiscutible, porque
era padre bueno y providente, que daba el pan cotidiano a cada uno”.
Esta idea de la Providencia divina se ve reforzada por el ambiente que rodeó los
primeros años de Don Bosco. Don Bosco fue siempre un hombre de la Providencia. De
Besucco escribe
“El pensamiento de la presencia de Dios se le hizo tan familiar en los últimos años de su
vida, que podía decirse que se hallaba en continua unión con él”
3.1.2.- El trabajo y el estudio
En la vida de Francisco Besucco escribe don Bosco
“No pasaba día sin que hablara en familia de su deseo de asistir a la escuela... pero
no se dispensaba jamás de los trabajos domésticos, como lamentablemente suelen hacer
los niños de su edad para dedicarse a los juegos en las horas libres de estudio” BAC 273
3.1.3.- Síntomas de una vocación contemplativa
El cuñado de la patrona de casa Juan Moglia cuenta, a su vez, que sorprendió un día
a Juanito
“de rodillas en medio del campo y bajo un ardiente sol, inmóvil, con la cara vuelta al cielo,
los ojos cerrado y elevados, tan lleno de gracia que quedó admirado. Lo llamó varias veces
por su nombre, pero viendo que no se movía, lo sacudió. ¿Por qué duermes al sol” Juan se
levantó confuso y respondió “ No, yo no dormía”. En efecto tenia en la mano un libro de
oraciones”.
Años, por tanto muy importantes estos de la infancia, no sólo para su formación
espiritual, sino para la conformación y la radicalización en profundidad de la experiencia
religiosa. Lo resume muy bien Pietro Stella:
“Fueron años... en los que se radicó más profundamente en él el sentido de Dios y de la
contemplación, a la que pudo introducirse en la soledad o en el coloquio con Dios durante
el trabajo de los campos. Años que se pueden definir de espera absorta y suplicante: de
espera por parte de Dios y de los hombres; años en los que hay que colocar, tal vez, la fase
más contemplativa de sus primeros lustros de vida, aquella en la que el espíritu debió de
estar más dispuesto a los dones de la vida mística que brota de estado de oración y de
esperanza”
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3.2 Adolescencia y juventud
3.2.1.- La escuela pública de Chieri
A.- Las amistades
“La amistad, escribía Ailredo di Rievaulx, nace entre los buenos por una
semejanza de vida, de costumbres, de aspiraciones y de una sintonía en las cosas
humanas y divinas, llena de benevolencia y caridad” Don Bosco se entendió bien con
todos sus compañeros, que acudían a él en busca de ayuda, consejo y diversión. Pero en
sus MO recuerda sobre todo a dos Guglielmo Garigliano y Paolo Vittorio Braja. Esto es lo
que dice de ellos:
“Entre ellos, merecen ser nombrados Guglielmo Garigliano de Poirino, y Paolo
Braja, de Chieri. Ambos participaban con gusto en los juegos, siempre que primero se
hiciesen los deberes escolares. A los dos agradaban el recogimiento y la piedad y
constantemente me daban buenos consejos. Las jornadas festivas, tras la
congregación en el colegio, nos acercábamos a la iglesia de San Antonio, en donde los
Jesuitas desarrollaban una estupenda catequesis, narrando numerosos ejemplos que
todavía recuerdo”.
Junto con sus compañeros fundó la “Sociedad de la Alegría”, cuyos fines no eran sólo
divertirse, sino vivir la vida alegremente, dentro del cumplimiento exacto del deber:
B.- El trabajo y el estudio
Sabemos que Don Bosco tuvo que simultanear también en la escuela de Chieri el
estudio y el trabajo. Esto le va a dar a Don Bosco una visión dual de la vida: estudio y
trabajo, o trabajo y oración; actividad incansable y unión con Dios íntima.
3.2.2.- Los años del seminario
A.- Los propósitos
Son interesantes los propósitos que hizo, porque demuestran algunos de los valores
espirituales que han marcado su visa y el grado de influencia que la formación dada en la
escuela ha tenido en él.
En el seminario Don Bosco siguió creciendo en la dirección que tenía bien marcada
en la familia y en la escuela pública: la piedad, la disciplina, el estudio.
B. La imitación de Cristo
Tal vez la cosa más digna de tenerse en cuenta fue el descubrimiento del libro de De la
Imitación de Cristo. Lo cuenta él mismo:
“Al principio del segundo año de filosofía, un día me dirigí a realizar una visita al
Santísimo Sacramento y, al no tener a mano el libro de oraciones, me dediqué a leer De
imitatione Christi –en concreto, algún capítulo en torno al Santísimo Sacramento–.Al
considerar atentamente la sublimidad de los pensamientos y la forma clara –al tiempo,
que ordenada y elocuente– con la que se describían aquellas grandes verdades, confesé
para mí: El autor de este libro era un hombre docto. Prosiguiendo una y otra vez la
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lectura de aquel áureo librito, no tardé en darme cuenta de que cualquiera de sus
versículos contenía más doctrina y moralidad de la que pudiera encontrar en los gruesos
volúmenes de los clásicos antiguos. A esta obra debo el cese en la lectura profana”. MO
77
C. Amistades espirituales
Las amistades siguen siendo fundamentales para él.
“Respecto a los compañeros, me atuve a la sugerencia de mi querida madre, esto es,
juntarme con los devotos de María, amantes del estudio y de la piedad”
Y eligió a los que estaban públicamente considerados como modelos de virtud. Fueron
tres: Gluglielmo Garigliano, Giovanni Giacomelli y Luigi Comollo.
Veamos por ejemplo lo que dice de Comollo:
“Había leído en la vida de San Alfonso que este santo había hecho voto de no
perder nunca el tiempo. Esto había causado en Comollo una profunda admiración y se
esforzaba con todo empeño en imitarlo...” BAC 86 “Se solía dispensar a los seminaristas
del santo rosario en los días festivos....Comollo no acertó nunca a privarse de tan
particular devoción... él con otro compañero suyo se retiraba a pagar, como él decía,
sus deudas a la Virgen María con el rezo del santo rosario. Siempre fue amante y devoto
de Jesús sacramentado. Amén de hacerle frecuentes visitas y de comulgar
espiritualmente, no desaprovechaba la ocasión de recibirlo sacramentalmente”. “En
vacaciones, su conducta moral era la misma que en el seminario, es decir, asiduo en le
recepción de los sacramentos y en la asistencia a las funciones sagradas, y en impartir
catecismo a los niños... en la parroquia y hasta en la calle si los encontraba” (BAC 90).
Era lo que hacía Don Bosco también.. “Algunas circunstancias mías hicieron que durante
varios meses y en determinadas horas me acercase a la catedral, y esta era
precisamente la hora en que Comollo iba a entretenerse con Jesús. Me complace poder
describir su compostura; se ponía en algún rincón lo más cercano posible al altar,
arrodillado, con las manos juntas y entrelazadas un poco hacia delante, con la cabeza
un tanto inclinada, con los ojos bajos y absolutamente inmóvil; se había hecho insensible
a cualquier voz y a cualquier ruido. Alguna vez, cumplido mi encargo, decidí invitarle a
que me acompañase a la vuelta; para ello le hacía señales con la cabeza, pasaba cerca
de él, tosía a ver si reaccionaba, pero nada conseguía hasta que no lo tocaba y entonces
se estremecía como si volviese de un sueño y, aunque a disgusto, accedía a mi
invitación” (Bac, 84).
Significativa y ciertamente más duradera, es la amistad de Don Bosco con otro de
sus compañeros de seminario Giovanni Francesco Giacomelli. En unas declaraciones hechas
después de la muerte de Don Bosco dice:
“Cuando lo conocí en el seminario de Chieri admiré en él una gran diligencia y amor
al estudio y a la piedad. Yo no lo vi nunca tomando parte en las diversiones aún las lícitas o
permitidas por los superiores, sino que en el tiempo del recreo o leía o estudiaba o hablaba
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paseando con compañeros siempre contando cosas edificantes o bien iba a la Iglesia a
hacer una visita al SS. Sacramento” GB.37.
D.- Las órdenes sagradas y los propósitos tomados en ellas
Don Bosco fue ordenado de subdiácono el 19 de septiembre de 1840. Recordando las
palabras que años antes le había dicho el teólogo Borel al final de una tanda de ejercicios
espirituales, Don Bosco escribe:
“Desde entonces me he comprometido con todas las fuerzas a practicar el consejo
del teólogo Borel: con el recogimiento y la comunión frecuente se conserva y
perfecciona la vocación”. MO 80
En las MO escribe
“La fecha de mi ordenación era la vigilia de la Santísima Trinidad; celebré la
primera misa en la iglesia de San Francisco de Asís, en la que Don Cafasso se
encargaba de las conferencias. Me esperaban ansiosamente en mi pueblo –desde
muchos años atrás no había tenido lugar allí primera misa alguna–, pero preferí
celebrarla en Turín, sin ruido. Puedo afirmar que ese día fue el más hermoso de mi
vida. En el Memento de aquella inolvidable misa, procuré recordar devotamente a
todos mis profesores, bienhechores espirituales y temporales y, con especial relieve,
al llorado Don Calosso, a quien siempre rememoro como grande e insigne bienhechor.
El lunes me encaminé a celebrar a la iglesia de la Santísima Virgen de la Consolata,
para agradecer a la Virgen María los innumerables favores que me había obtenido de
su divino Hijo Jesús.
El martes me desplacé a Chieri y celebré la misa en la iglesia de Santo Domingo,
en donde vivía aún mi antiguo profesor, P. Giusiana, que me atendió con afecto
paternal. Durante toda la misa estuvo el buen profesor llorando de emoción. El
jueves, solemnidad del Corpus Domini, contenté a mis paisanos”.
En el Testamento hallamos las 9 resoluciones tomadas ese día. Señalo únicamente
la 8ª que dice
“Cada día dedicaré algún tiempo a la meditación, a la lectura espiritual. Durante el
día haré una breve visita o, al menos, una oración al SS.mo Sacramento. Haré, al menos,
un cuarto de hora de preparación y otro cuarto de hora de acción de gracias a la Santa
Misa”.
3.3 El Convictorio Eclesiástico
3.3.1.- Aprendiendo a ser sacerdote
En el Convictorio Don Bosco aprendió y se ejercitó en los tres aspectos que
constituían básicamente la tarea de los alumnos: el estudio de la moral; el ejercicio de
la sagrada elocuencia (la predicación) y la praxis pastoral. En la práctica pastoral Don
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Bosco se consolidó en su persuasión de que no con el rigor, sino con la bondad podría
llevar las almas a Dios. Como su confesor y maestro don Canfasso, Don Bosco partía de
un vivísimo sentido del pecado y de la vida de la gracia, pero por encima de cualquier
rigor exagerado, ponía el acento en la misericordia de Dios. En el “convictorio” se
delineó la neta oposición de Don Bosco con respecto al rigorismo.
Pero el Convictorio fue también la escuela donde perfeccionó y acrisoló su vida
ascética y mística. Las reglas internas, el horario, el estudio y la reflexión tendían a
modelar un tipo de eclesiástico religioso, austero, moderado en el hablar, reservado en
el trato, mesurado en todo.
En el campo ascético en el Convictorio se proponía una vida austera y retirada.
“Se observará el silencio en todas los horas, excepto en el tiempo de
recreación, en el cual sin embargo no se alzara demasiado la voz, tratando de no
hacer ruido en los pasillos, en las escaleras, al entrar o salir del cuarto y
especialmente en el estudio, donde el silencio debe observarse con todo rigor”
Así lo dice el Reglamento
El amor a la soledad es una práctica que es recomendada con acento de
indispensabilidad. La práctica de la soledad es considerada por Don Cafasso como un
recurso indispensable para la vida de un sacerdote
“La unión con Dios, la pureza de conciencia, la ejemplaridad de la vida, que son tan
propias del sacerdote, es inútil esperarlas o buscarlas fuera del retiro y de la soledad”.
Ninguna ocupación material, ni siquiera el trabajo apostólico, pueden ser motivo
suficiente par dispensarse de esta búsqueda de un tiempo personal para el estudio y la
oración “Hermanos míos no olvidemos nunca que nuestra vida consiste más en el espíritu
que en las obras; las obras valen según el espíritu: quitad o disminuid en un eclesiástico
el espíritu interno y propio de su estado y habréis quitado o disminuido
proporcionalmente el valor de las obras: si queremos que este espíritu no se enfríe,
antes al contrario se aumente e inflame, es necesaria e indispensable una continua y
constante vigilancia sobre nosotros mismos y es de absoluta necesidad un lugar, un
tiempo de retiro, de estudio de examen de nuestra jornada, de lo contrario ¿qué sucede?
Se estudia, se predica, se confiesa, se acometen mil tareas y por esto o por aquello, a
veces, no se tiene nunca un momento de la mañana a la noche y todo incluso con buen
fin, si queréis, pero mientras tanto como va el interior, que provecho se hace, y cómo
van las cuentas del corazón?”
En esta escuela creció y se formó Don Bosco. Bien se puede decir que
“en el convictorio la figura y la enseñanza de don Cafasso reforzaron elementos
propios de su [la de Don Bosco] espiritualidad: la esperanza cristiana, el sentido del
deber como estilo de vida religiosa coherente, la importancia de la práctica sacramental
en la acción pastoral en favor de los jóvenes, la fidelidad a la Iglesia y al Papa, la
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orientación pastoral en favor de los jóvenes abandonados, el pensamiento de los
Novísimos, el ejercicio de la Buena Muerte” (Motto)
3.3.2.- La experiencia personal de los ejercicios espirituales
La práctica de los ejercicios espirituales formaba parte de la vida del Convictorio.
Don Bosco amó los ejercicios espirituales para sí y para los otros. Por eso comenzó a
utilizarlo como medio de santificación y de educación de los chicos del Oratorio de
Valdocco, Así lo cuenta el mismo Don Bosco en sus MO:
“Con el mismo fin, aquel año (1848) realicé la experiencia de un breve curso de
ejercicios espirituales. Reuní a unos cincuenta en la casa del Oratorio. Comían conmigo;
pero, al no disponer de camas para todos, algunos iban a dormir con sus familias,
retornando a la mañana siguiente. Ida y vuelta a sus casas –mañana y noche–, ponían en
peligro casi todo el fruto de los sermones e instrucciones habituales en semejantes
ocasiones. Los ejercicios comenzaron el domingo por la tarde y finalizaban el sábado por
la tarde. Resultaron muy bien. Muchos de los ejercitantes, con los que se había
trabajado largo tiempo inútilmente, se entregaron de lleno a una vida virtuosa. Varios se
hicieron religiosos; otros permanecieron seglares, pero llegaron a ser modelos de
asiduidad a los Oratorios” MO124
Los ejercicios fueron también un elemento clave de la espiritualidad de la
Congregación Salesiana. Don Bosco llegó a decir que
“se puede decir que la Congregación comenzó a tener un desarrollo bien marcado
sólo desde que comenzaron a hacerse los ejercicios espirituales convenientemente”.
3.3.3.- Opción fundamental por los jóvenes
Recordemos lo que Don Bosco nos cuenta en las MO
“Don Cafasso –desde seis años antes, mi guía– fue también mi director espiritual y,
si he realizado algún bien, se lo debo a este digno eclesiástico, en cuyas manos deposité
todas las decisiones, aspiraciones y acciones de mi vida. Empezó por llevarme a las
cárceles, en donde aprendí enseguida a conocer cuán grande es la malicia y miseria de
los hombres. Me horroricé al contemplar una muchedumbre de muchachos, de doce a
dieciocho años; al verlos allí, sanos, robustos y de ingenio despierto, pero ociosos,
picoteados por los insectos y faltos de pan espiritual y material. Esos infelices
personificaban el oprobio de la patria, el deshonor de las familias y su propia infamia.
Cuál no sería mi asombro y sorpresa al descubrir que muchos de ellos salían con el
propósito firme de una vida mejor y, sin embargo, luego retornaban al lugar de castigo
de donde habían salido pocos días antes.
En circunstancias así, constaté que algunos volvían a aquel lugar porque estaban
abandonados a sí mismos. ¿Si estos muchachos tuvieran fuera un amigo que se
preocupara de ellos, los asistiera e instruyese en la religión los días festivos, quién sabe
–decía para mí– si no se alejarían de su ruina o, por lo menos, no se reduciría el número
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de los que regresan a la cárcel? Transmití mi pensamiento a Don Cafasso; con su consejo
y ayuda, me dediqué a estudiar cómo llevarlo a cabo, dejando el éxito en manos del
Señor, sin el que resultan vanos todos los esfuerzos de los hombres”.MO 85-86
En la raíz, pues, de su opción por los jóvenes está su vocación, el servicio a los
jóvenes fue una respuesta generosa a una llamada de Dios.
“La gran convicción de Don Bosco ha sido siempre el hecho de sentirse enviado
por Dios, de no haber partido de una sensibilidad propia, sino de haber concebido que
Dios le confiaba los jóvenes y haberse sentido llamado a ser padre, hermano y amigo
suyo y ha sido así cómo ha surgido toda su experiencia educativa y su sistema
preventivo” (P. Chávez)
La opción por los jóvenes por parte de Don Bosco significaba
“que toda su persona, inteligencia, corazón, voluntad, fuerza física, todo su ser estaba
orientado a hacerles el bien, a promover el crecimiento integral, a desear su salvación
eterna”.
Aunque la manera concreta de hacerlo se la iría enseñando poco a poco la experiencia y
la lectura que de ella iba haciendo a medida que las circunstancias se lo exigían.
4.- OTROS CAMINOS INDIRECTOS PARA CONOCER LA INTERIODAD DE DON BOSCO
4.1.- Conocer la espiritualidad de don Bosco a través de lo que escribe sobre don
Cafasso
Un método hermenéutico válidamente reconocido es el de conocer un autor por lo
que dice de otras personas.
De don Cafasso: Don Bosco supo captar la perfecta síntesis de caridad apostólica y
de ascesis, de trabajo incansable y de oración
“trabaja, pero sus fatigas están mezcladas con jaculatorias, con actos de paciencia,
con continuos ofrecimientos de su corazón a Dios”. [A su caridad heroica se añade un
profundo espíritu de oración:] “Don Cafasso se dedica inerme al estudio de la historia
sagrada, de la historia eclesiástica, de los santos padres, de la teología moral, dogmática,
ascética, mística, de la predicación, prepara casos pare el curso de las parroquias, recibe
exámenes de confesión y siempre que yo vengo a este iglesia lo veo de rodillas bien en
oración delante del altar de María, bien en adoración delante del SS Sacramento, o bien
está en el confesionario rodeado de una larga fila de fieles ansiosos de exponer las
angustias de su conciencia, de recibir de él las normas de bien vivir: id al santuario de la
Consolata y veréis a D. Cafasso en ejercicio de devoción; visitad la iglesias donde se
celebran las 40 hora y postrado allí también desahoga sus dulces afectos con el amado
Jesús”
10

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En otra parte del primer discurso se lee
“En el crudo invierno, incluso cuando sufría dolores de estómago, de cabeza o de
dientes, de tal modo que a penas se tenía en pie, antes de las cuatro de la mañana estaba
ya de rodillas rezando, meditando o desempañando alguna ocupación”.
Cuando Don Bosco se pregunta cuál era el secreto de esta maravillosa cantidad de
acciones tan diversas que, sin embargo, no lo apartan de la oración, señala varios: su
constante tranquilidad; la prolongada práctica de los asuntos unida a la gran confianza con
Dios; la exacta y constante ocupación del tiempo; su temperancia; la moderación en el
descanso. A este respecto cuenta Don Bosco
“Don Cafasso ganaba tiempo con la moderación del reposo. El único descanso que
daba durante el día a su débil cuerpo eran tres cuartos de hora después de la comida,
durante el cual él, cerrado en su cuarto, la mayor de las veces rezaba, meditaba o se
entretenía en alguna práctica de piedad. Por la noche era siempre el último en acostarse y
por la mañana el primero en levantarse. La duración del reposo nocturno no superaba
nunca las cinco horas, frecuentemente sólo cuatro y, a veces tres. Solía decir que un
hombre de iglesia debe despertarse sólo una vez durante la noche. Con lo que nos asegura
que él una vez despertado, fuera la hora que fuera, se levantaba de la cama para rezar,
meditar o hacer alguna otra actividad”.
Don Bosco expresaba estas cosas con gran admiración, porque las sentía muy
cercanas a él.
Por ejemplo cuenta don Rinaldi en una carta al cardenal Vico de la Sagrada
Congregación de Ritos:
“en los últimos años... solía retirarse a su cuarto de las 14 a las 15 y los Superiores non
permitían que en aquella hora fuera molestado por nadie. Pero siendo yo del 1883 hasta su
muerte, encargado de una casa de formación de aspirantes al sacerdocio y habiéndome
dicho él que fuera a verlo siempre que tuviera necesidad, tal vez con indiscreción para
poder acercarme a él con mayor comodidad, rompí varias veces la consigna y no sólo en el
Oratorio, sino en Lanzo y en S. Benigno, donde iba con frecuencia, y en Mathi y en la casa
de S. Giovanni Evangelista en Turín muchas veces me dirigía a él precisamente en aquella
hora para hablarle. Y en aquella hora en todas partes y siempre lo sorprendí cada vez
recogido, con las manos juntas, en meditación” GB. 72.
Por lo que respecta a las costumbres de D. Cafasso durante la noche Don Bosco las
había copiado casi textualmente. Nos cuenta don Lemoyne
“hasta la edad de 45 años Don Bosco no durmió más de 5 horas por la noche,
saltando cada semana una noche entera; sólo después, cuando fue vencido por la
enfermedad, mitigó un poco este tenor de vida”.
Por lo que respecta al estudio y a al retiro, Según testimonio de Colombero y Di Robilant,
biógrafos de don Cafasso, sabemos que durante muchos años D. Bosco tuvo reservado un
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cuarto en el Convictorio, donde iba diariamente para recogerse, estudiar y escribir. Es
sabido también que para trabajar se servía de la biblioteca del Convictorio. Don Lemoyne
ha escrito también:
“En Turín muchos visitadores al no encontrarlo en el Oratorio y habiendo sabido que
diariamente solía retirarse durante algunas horas en el Convictorio Eclesiástico de San
Francisco de Asís, habían comenzado a ir a verlo allí. Por lo que para tener un poco de
tiempo tuvo que buscar otro refugio y lo encontró en las casas de algunos bienhechores y
amigos” MB VIII 270.
4.2.- La espiritualidad de don Bosco reflejada en los consejos que daba y en
los modelos de virtud que proponía
Un camino indirecto para conocer la interioridad de don Bosco es leer lo que él
escribe sobre los otros.
A pesar de las diferencias biográficas de cada uno de los jóvenes propuestos como
modelos: Comollo, Savio, Magone, Besucco y Luis Fleury, el modelo de santidad es
siempre el mismo, con algunas acentuaciones que responden al carácter de cada
biografiado
Características comunes: insistencia en presentar a estos jóvenes en oración durante el
tiempo del recreo, aspecto que pone una vez más en evidencia el primado de la religión
en el sistema educativo de Don Bosco; la huida del pecado, la elección de los amigos, la
importancia de las asociaciones, el apostolado entre los compañeros, la devoción
mariana, la frecuencia de sacramentos y el cumplimiento exacto del deber, una vida
espiritual comprometida y alegre, y, finalmente, la muerte edificante de todos ellos.
En estas biografías y en otros escritos de Don Bosco, los protagonistas se
distinguen particularmente por el espíritu de oración, los largos momentos de adoración
y de silencio, las manifestaciones afectivas y no faltan las manifestaciones místicas.
Esta atención particular a los fenómenos místicos y a los arrobamientos contemplativos
(recordemos que en la vida de Domingo Savio hay un largo capítulo, el 20, dedicado a
gracias y hechos extraordinarios)
4.3.- La espiritualidad del don Bosco reflejada en la espiritualidad de Domingo
Savio
Entre Don Bosco y Domingo Savio pasa algo parecido a lo que pasaba con don Cafasso y
don Bosco. Uno es el maestro, que trata de modelar al discípulo, y el otro el discípulo
que sigue con generosidad fiel las orientaciones del maestro. Un santo que forma a otro
santo. Por eso concluye don Caviglia
“Domingo Savio y Don Bosco son dos nombres inseparables, como expresión conjunta de
un único fenómeno espiritual, que ha empapado de si la sociedad contemporánea y que
forma la originalidad histórica y el pedestal de la gloria humana y cristiana de Santo
educador: el verbo del amor en la espiritualidad de la educación y de la vida vivida” GB.
109
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5.- ALGUNOS RASGOS DE LA INTERIORIDAD DE DON BOSCO
A la luz de las investigaciones indirectas, veamos qué imagen nos resulta de don Bosco.
5.1.- Don Bosco, un hombre que tiene confianza plena en la Providencia
5.2.- Don Bosco, un sacerdote que mantiene claramente la centralidad de la religión en
su vida, en sus escritos y en su método educativo.
5.3.- Don Bosco, escritor fecundo y entusiasta propagandista de escritos espirituales
5.4.- Don Bosco, un hombre con un corazón tierno y paternal
5.5.- Don Bosco, un trabajador incansable
De don Bosco dicen las Constituciones:
“Dócil al Espíritu Santo, Don Bosco vivió la experiencia de una oración humilde, llena de
confianza y apostólica, que de modo espontáneo enlazaba la oración con la vida” C 86 [Y
del salesiano:] “Atento a la presencia del Espíritu y haciendo todo por amor de Dios, llega a
ser, como Don Bosco, contemplativo en la acción” C12
5.6.- Don Bosco, un hombre de oración
Y de una manera en el Cattolico provveduto leemos
“Los santos de todos los tiempos lamentaban tener que pasar una gran parte de la vida en
estas ocupaciones sin poder tener su pensamiento y afecto siempre dirigido a Dios. Por eso
preferían más pasar las noches enteras o al menos una gran parte de ellas en oración , que
abandonarse al reposo y dejar de pensar en Dios” [y cita varios ejemplos: el rey David, San
Antonio abad]. “San Luis Gonzaga, hijo de un príncipe, joven todavía, se alzaba de la cama
en el corazón de la noche, incluso en la fría estación, y puesto de rodillas sobre la desnuda
tierra pasaba varias horas rezando”. GB 134.
En la carta mortuoria del salesiano Giacomo Vigliocco escribe Don Bosco
“fue sorprendido en su adolescencia más de una vez rezando de noche e incluso durante
mucho tiempo”
“A quien ha pensado o piensa que don Bosco haya tenido poca oración formal porque
estaba sumergido en el trabajo, nosotros Familia Salesiana le decimos que no es verdad
que don Bosco tuviese una oración ligera y reducida en el tiempo. La oración era intensa
y, sobre todo, por la mañana, prolongada; además periódicamente recortaba para sí días
de total silencio y de oración como había aprendido en la escuela de don
Cafasso”.(Bellocchi)
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5.7.- Don Bosco, un contemplativo en la acción
“Dócil al Espíritu Santo, Don Bosco vivió la experiencia de una oración humilde, llena de
confianza y apostólica, que de modo espontáneo enlazaba la oración con la vida” C 86
“Atento a la presencia del Espíritu y haciendo todo por amor de Dios, llega a ser, como Don
Bosco, contemplativo en la acción” C12
El RM, don P. Chávez nos recuerda:
“En Don Bosco la santidad refulge en las obras, es verdad, pero sus obras son sólo la
expresión de su vida de fe (Don P. Chávez, Discurso del comienzo de CG26, p 168).
Nuestro padre al trazar para sus hijos las líneas de espiritualidad, hizo referencia a san
Francisco de Sales, el cual, como decíamos antes, “ha indicado un nuevo camino de
espiritualidad en la Iglesia: el éxtasis de la acción y de la vida, aquello que hoy nosotros,
Familia Salesiana, llamamos espiritualidad de lo cotidiano.
El Papa Juan Pablo II, con ocasión de la celebración del 88, en la carta Iuvenum Patris,
en el número 5 hablaba de don Bosco como
“iniciador de una verdadera escuela nueva y atrayente de espiritualidad apostólica”.
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