CartadeIdentidaddelaFSSP


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CARTA DE LA IDENTIDAD CARISMÁTICA
de la Familia Salesiana de Don Bosco

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ABREVIATURAS
AA Apostolicam actuositatem: Decreto del Concilio Vaticano II sobre el apostolado de los
laicos.
AG Ad gentes: Decreto del Concilio Vaticano II sobre la actividad misionera.
CD Christus Dominus: Decreto del Concilio Vaticano II sobre el ministerio de los obispos.
ACG Actas del Consejo General SDB
ACGS Actas del Capítulo General Especial SDB (1971-1972).
ChL Christifideles laici: Exhortación apostólica de Juan Pablo II sobre los fieles laicos
(1988).
Const Constituciones (+ sigla del Grupo de la FS).
Cost Costituzioni (+ sigla del Grupo de la FS).
DCE Deus caritas est: Encíclica de Benedicto XVI (2006).
DS Damas Salesianas.
FMA Hijas di María Auxiliadora.
FS Familia Salesiana.
GS Gaudium et spes: Constitución pastoral del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia en el
mundo contemporáneo.
LG Lumen gentium: Constitución dogmática del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia.
MB Memorias Biográficas de Don Juan Bosco, editadas por el Sac. Juan Batt. Lemoyne
MD Mulieris dignitatem: Carta apostólica de Juan Pablo II sobre la dignidad y vocación de
la mujer (1988).
NAe Nostra aetate: Declaración del Concilio Vaticano II sobre las relaciones de la Iglesia
con las religiones no cristianas.
PC Perfectae caritatis: Decreto del Concilio Vaticano II sobe la vida consagrada.
PO Presbyterorum ordinis: Decreto del Concilio Vaticano II sobre el ministerio presbiteral.
PVA Proyecto de vida apostólica de los Salesianos Cooperadores (2007).
SCG Hermanas de la caridad de Jesús.
SDB Salesianos de Don Bosco.
SPVA Estatuto del Proyecto de vida apostólica de los Salesianos Cooperadores (2007).
SRS Sollicitudo rei socialis: Encíclica de Juan Pablo II sobre la cuestión social (1987).
VC Vita consecrata: Exhortación apostólica de Juan Pablo II sobre la vida consagrada
(1996).

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PRESENTACIÓN
A los Responsables centrales
de los Grupos de la Familia Salesiana
Queridos Hermanos y Hermanas:
Estamos en los comienzos del trienio de preparación para la celebración del
Bicentenario del nacimiento de Don Bosco, que implica de forma diversificada a todos
los Grupos de la Familia Salesiana y a todo el Movimiento salesiano. Este periodo de
preparación y de celebración, que va desde el 16 de agosto de 2011 hasta el 16 de
agosto de 2015, es un “tiempo de gracia y de renovación”; nos lo ofrece el Espíritu para
que conozcamos mejor el carisma de Don Bosco y lo asimilemos en nuestra vida
personal y en la de nuestros Grupos. También la Carta de Identidad para nuestra
Familia, que deseo presentaros, nos estimulará y nos orientará en este camino.
El 31 de enero de 1995, Solemnidad de San Juan Bosco, Don Egidio Viganò,
séptimo Sucesor de Don Bosco, nos dio la Carta de Comunión de la Familia Salesiana
de Don Bosco. En la presentación escribe que ella delinea «los elementos
fundamentales que construyen la unidad en el espíritu de Don Bosco. Se quiso
comenzar por el alma de la Familia, porque el sentimiento de pertenencia a ella más que
de reglas externas se nutre de la vitalidad del espíritu común». La aportación de
reflexión sobre el espíritu salesiano, ofrecido por aquella primera Carta, ayuda a
comprender que somos una Familia espiritual y por eso es el espíritu quien instaura
nuestras relaciones mutuas.
El 25 de noviembre de 2000, día en que recordamos la muerte de la Venerable
Mamá Margarita, Don Juan Edmundo Vecchi, octavo Sucesor de Don Bosco, nos
ofreció la Carta de la Misión de la Familia Salesiana. Don Vecchi escribía así en la
presentación: ella nos ofrece «la orientación y la sensibilidad de los Grupos de la
Familia Salesiana en la esfera de la misión apostólica. La podemos definir como un
texto inspirador. Solicita de cada uno de los Grupos de la Familia un compromiso que
se caracteriza como compromiso salesiano». Con esta segunda Carta se hace visible que
la nuestra es una Familia apostólica y que trabaja con fines y sentido pastorales.
El 31 de enero de 2012, Solemnidad de San Juan Bosco, en el primer año de
preparación al Bicentenario de su nacimiento, como noveno Sucesor de Don Bosco, os
entrego la Carta de la Identidad carismática de la Familia Salesiana de Don Bosco.
Ella es y será una referencia para todos nosotros en el camino común de nuestra Familia
y en el camino específico de cada Grupo. Un primer borrador se publicó el 24 de mayo
de 2011, Solemnidad de María Auxiliadora. María misma, nuestra inspiradora y apoyo,
nos pone en las manos esta “ayuda” para nuestro crecimiento carismático. “María
renueva a la Familia Salesiana de Don Bosco”,1 escribía Don E. Viganò en su primera
1 E. VIGANÒ, María renueva la Familia Salesiana de Don Bosco, en ACG n. 289, Roma 25 de marzo de
1978.

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carta como Rector Mayor. Ella sigue también hoy su obra, iluminando nuestra mente y
abriendo nuestro corazón a los nuevos desarrollos del carisma común.
La Carta de Identidad recoge la reflexión y la experiencia maduradas en estos años
a partir de las dos Cartas anteriores sobre la comunión y sobre la misión en nuestra
Familia. Esos documentos se han tomado en este nuevo texto en sus expresiones
fundamentales. En esta nueva Carta se describen, en efecto, los elementos
característicos y caracterizadores de la Familia Salesiana, es decir, aquellos aspectos en
los que todos los Grupos se reconocen, haciendo así posible el intercambio de
experiencias, la colaboración y la visibilidad.
Lo que se describe en esta tercera Carta, que comprende y agrega las dos anteriores,
es la identidad carismática de la Familia Salesiana, es decir, todo lo que se refiere a la
misión, al espíritu, a las relaciones, a la formación, a los métodos de educación y
evangelización. Si duda también la historia del carisma, considerado en sus orígenes y
en su desarrollo, forma parte de la identidad; en efecto, una identidad sin memoria, al no
tener raíces, carece de futuro. Por eso la Carta recoge la experiencia de los diversos
Grupos de la Familia, diseñando, en síntesis, la identidad del carisma salesiano que es
patrimonio de todos.
La descripción de la identidad del carisma salesiano de nuestra Familia, presente en
esta Carta, ha brotado de un largo proceso de reflexión y convergencia, sobre todo en el
seno del Consejo mundial de la Familia Salesiana. Los frutos, que esperamos de un
mayor conocimiento y comunión de la identidad común, son el refuerzo de la unidad,
del sentido de pertenencia y de la significatividad de nuestra Familia. Una identidad
débil, en efecto, engendra fragmentación de las ideas, debilitamiento de los lazos e
insignificancia en la acción. Por ello se hace la invitación a todos los grupos para que
reaviven y potencien la identidad común, de modo que hagan de ella un don a toda la
Iglesia.
Si creemos en la Familia Salesiana, encontraremos el entusiasmo, los recursos
interiores y las formas de acción para hacerla crecer en su identidad. Entonces nuestra
Familia gozará de una vitalidad tal que atraiga nuevas vocaciones.
Es lo que confiamos al Espíritu Santo y a María Auxiliadora, a Don Bosco y a todos
nuestros Santos y Beatos.
Con afecto y agradecimiento
Roma, 31 de enero de 2012
Solemnidad de San Juan Bosco
Don Pascual Chávez Villanueva
IX Sucesor de Don Bosco

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CAPÍTULO PRIMERO
LA FAMILIA SALESIANA EN LA IGLESIA
Art. 1. Experiencia carismática y espiritual del Fundador
Con humilde y gozosa gratitud reconocemos que Don Bosco, por iniciativa de Dios y
la materna mediación de María, dio comienzo en la Iglesia a una experiencia original
de vida evangélica.
El Espíritu plasmó en él un corazón habitado por un gran amor a Dios y a los
hermanos, especialmente a los pequeños y pobres, y le hizo de ese modo Padre y
Maestro de una multitud de jóvenes, además de Fundador de una extensa Familia
espiritual y apostólica.
La caridad pastoral, que encuentra en el Buen Pastor su fuente y su modelo, fue para
Don Bosco constante inspiración en la obra de educador y evangelizador, orientando su
vida, su oración y el impulso misionero. Con la elección del lema Da mihi animas
cetera tolle quiso expresar su pasión por Dios y por los jóvenes, dispuesto a cualquier
sacrificio con tal de realizar la misión vislumbrada en el sueño de los nueve años.
Para responder a las esperanzas de la juventud y de las clases populares de su
tiempo, fundó en 1841 el Oratorio concebido como una gran familia juvenil e instituyó
la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, que quiso fuese parte viva de la Iglesia que
reconoce en el Sumo Pontífice su centro de unidad.
El encuentro con María Dominica Mazzarello en 1864 lo convenció para que
ampliase las fronteras educativas también a las jóvenes; para esto junto con ella fundó
en 1872 el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, dedicadas a una obra educativa
realizada con su mismo espíritu, pero interpretado en femenino por la Santa de
Mornese.
Don Bosco tuvo también relación con muchos católicos, hombres y mujeres,
dedicados de diversas formas al bien de los jóvenes, a la defensa y reforzamiento de la
fe entre la gente del pueblo; con ellos experimentó la fuerza y la eficacia de actuar
unidos. Nació así la Asociación de los Cooperadores salesianos (hoy ‘Salesianos
Cooperadores’), comprometidos en realizar en sus familias, en las comunidades
cristianas a las que pertenecen y en la sociedad, el común apostolado juvenil, popular y
misionero, animados por el mismo espíritu de Valdocco.
A la fundación de estos tres primeros grupos Don Bosco dedicó tiempo, energías,
esfuerzo formativo y organizativo. Aun reconociendo la diversidad de los campos de
acción, estuvo siempre convencido de que la fuerza apostólica de toda la Familia
dependía de la unidad de aspiraciones, de espíritu, de método y de estilo educativo.
Signo y garantía de esa unidad fueron los lazos jurídicos de las Hijas de María
Auxiliadora y de los Cooperadores con la Congregación salesiana y, de modo especial,
con su Superior, el Rector Mayor.
Don Bosco inició también la Asociación de los Devotos de María Auxiliadora (hoy
‘Asociación de María Auxiliadora’) para promover la veneración al Santísimo
Sacramento y la devoción a María Auxilio de los Cristianos. En torno a Don Bosco
empezaron a reunirse asimismo los primeros Antiguos Alumnos.
Art. 2. Desarrollo de la Familia

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Por su estatura de «gran hombre carismático»2 y de santo, Don Bosco se sitúa con
originalidad entre los Fundadores de Institutos de vida consagrada, religiosos y seglares,
y de Asociaciones laicales apostólicas en la Iglesia. Con estupor reconocemos, en
efecto, que la semilla inicial ha crecido hasta convertirse en un árbol frondoso.
A los cuatro primeros Grupos fundados por él, otros numerosos Grupos se han
añadido a lo largo del siglo XX y en el comienzo del nuevo milenio. Del Fundador
algunos hijos espirituales suyos han recibido inspiración y orientación para dar vida, en
diferentes continentes y en varios contextos socio-culturales, a nuevos Grupos, surgidos
en algunos casos en colaboración con las Hijas de María Auxiliadora y con el apoyo de
los Salesianos Cooperadores y de los Amigos de la obra salesiana.
Muchos de estos Grupos han sido reconocidos oficialmente como pertenecientes, con
diferente título, a la Familia Salesiana. Aun teniendo vocaciones específicas, reconocen
en Don Bosco el «Patriarca» común, se sienten animados por su espíritu, que expresan
según características propias, y se encuentran en la misión común de servir a los
jóvenes, a los pobres, a los que sufren y a los pueblos aún no evangelizados.
Otros Grupos se encaminan hacia una posible agregación a esta única gran Familia,
signo significativo de la perenne vitalidad de la Iglesia.
Al actuar la renovación promovida por el Concilio Vaticano II, ha ido creciendo día a
día la conciencia de pertenecer a una única Familia espiritual y apostólica; se ha
precisado el papel animador de los Salesianos, sosteniendo la imprescindible referencia
al Rector Mayor; se han potenciado los intercambios entre los Grupos, llegando a una
comunión cada vez más fraterna y a una coparticipación cada vez mayor de las
propuestas formativas y de la acción misionera.
Art. 3. Configuración institucional
El término familia describe el vínculo que une a los varios Grupos, aunque con
intensidades diversas. No es una simple afinidad o simpatía genérica, sino la expresión
institucional de la comunión interior, carismática y espiritual; ayuda por eso a precisar
los diferentes niveles de pertenencia a la Familia Salesiana.
Esa pertenencia se nutre de un espíritu común que cimenta la misión inspirada en el
carisma de Don Bosco, aun respetando las características propias y originales de cada
grupo. Esto exige un sabio discernimiento, que puede llevar al reconocimiento oficial.
Son por tanto diferentes los títulos de pertenencia. El primero es el propio de los
Salesianos, Hijas de María Auxiliadora, Cooperadores y miembros de la Asociación de
María Auxiliadora: son los cuatro primeros Grupos constituidos por Don Bosco y
herederos directos de su obra. A estos se deben referir y confrontar todos los demás
Grupos en lo que se refiere al espíritu, al campo de misión y a la metodología de acción
pedagógica y apostólica.
Un segundo título de pertenencia es el de los numerosos Grupos de vida consagrada,
tanto religiosos como seculares, y algunas Asociaciones católicas, surgidas por la fuerza
creativa de algunos hijos de Don Bosco. Ellas enriquecen con especiales expresiones
carismáticas y espirituales el patrimonio común de la Familia.
Un tercer nivel es el constituido por títulos especiales de pertenencia reunidos en el
círculo de personas que forman parte del amplio Movimiento Salesiano y encuentran en
la Familia Salesiana su núcleo animador. Está formado por los Amigos de Don Bosco,
el Movimiento Juvenil Salesiano y, más en general, el Voluntariado Social Salesiano y
2 ACGS 7.

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una amplia presencia de educadores, catequistas, adultos profesionales, políticos
simpatizantes, colaboradores aunque partenezcan a diferentes religiones y culturas, que
trabajan en los cinco continentes.
El título jurídico de pertenencia lo confiere la carta de reconocimiento oficial que el
Rector Mayor envía como respuesta a la petición elevada por cada Grupo.
Art. 4. Unidad y diversidad
La Familia Salesiana de Don Bosco es una comunidad carismática y espiritual
formada por diferentes Grupos, instituidos y reconocidos oficialmente, unidos por
relaciones de parentesco espiritual y de afinidad apostólica.
Esa comunidad reconoce las diversidades. Estas son: la diferencia de género,
masculino y femenino; las distintas vocaciones específicas; los diversos ministerios
ejercidos al servicio del pueblo de Dios; las distintas formas de vida como religiosos,
consagrados y cristianos solteros o unidos en matrimonio; el proyecto de vida salesiana
propio de cada Grupo y codificado en los Estatutos respectivos; el variado contexto
social, cultural, religioso y eclesial en el que los diversos Grupos viven y actúan.
La unidad se alimenta de la consagración bautismal común que inserta a todos en el
Misterio trinitario y en la comunión de la Iglesia: de la participación en la misión
salesiana al servicio de los jóvenes y de los pobres y para la promoción de un nuevo
humanismo cristiano; de una renovada ciudadanía y solidaridad globalizada; de la
coparticipación del espíritu de Don Bosco; del intercambio de dones espirituales dentro
de la Familia; de la referencia común a María Auxiliadora y a Don Bosco, su santo
Fundador o Patriarca; del vínculo especial con el Rector Mayor, sucesor de Don Bosco.
Art. 5. El Misterio trinitario fuente de la comunión
La Familia apostólica de Don Bosco es antes de nada y sobre todo una Familia
carismática, es decir, un don del Espíritu a la Iglesia con vistas a una misión (cf. 1Cor
12,1.4-6); sus raíces más verdaderas y profundas se encuentran, en efecto, en el Misterio
Trinitario, o lo que es lo mismo en ese amor infinito que une al Padre, al Hijo y al
Espíritu, fuente, modelo y meta de toda familia humana.
Si ese es su origen, los miembros de la Familia Salesiana reconocen en su vida el
primado del Dios-Comunión. Este es el corazón de la mística salesiana.3
Esta comunión con Dios trinitario está oportunamente codificada en los textos
constitucionales de los diferentes Grupos.
La referencia a Dios Padre inspira y motiva a los miembros y a los Grupos de la
Familia Salesiana a acogerse cordialmente como hermanos y hermanas, porque Él los
ama y Él los llama a colaborar en el ancho campo de la misión salesiana; es una
invitación a superar miedos, reservas y desconfianzas y a valorizar lo que cada uno
puede y logra dar.
La referencia a Jesús, Apóstol del Padre, enviado especialmente a los pequeños, a los
pobres y a los enfermos, motiva a cada Grupo a poner de relieve alguno de sus rasgos:
Jesús niño o adolescente; la vida oculta de Jesús en Nazaret; Jesús obediente, pobre y
casto; su figura de buen Samaritano; Jesús buen Pastor que bendice a los niños y reúne
en torno a sí a discípulos y discípulas; el Cristo que en la cruz manifiesta su amor
misericordioso, victimal u oblativo; el Señor resucitado, primicia y esperanza de los
resucitados (cf. 1Cor 15, 20). La Familia Salesiana busca de ese modo revivir todas las
3 Cf. VIGANÒ E., Discorso di chiusura, en Atti del Convegno di studio sulla Animazione de la Familia
Salesiana. (Roma 1980) 56.

1.8 Page 8

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actitudes y comportamientos del Señor Jesús, diferenciando sus servicios en beneficio
de los destinatarios especiales de cada Grupo.
La referencia al Espíritu Santo remite a la fecundidad de nuestra Familia porque es el
Espíritu el que, al suscitar a Don Bosco Fundador, le dio una posteridad espiritual; así
han surgido Grupos especiales para obras de diversos Fundadores, pero todos unidos a
Don Bosco como a su Patriarca.4
El Espíritu solicita por eso a todos que valoricen la diversidad de carismas y la
multiplicidad de fuerzas presentes en las comunidades cristianas, que sepan captar su
presencia en las conciencias de las personas, aun fuera de las fronteras de la Iglesia,5 y
que establezca sabias relaciones de diálogo y colaboración con todas las personas de
buena voluntad.
Art. 6. En la comunión de la Iglesia
El Espíritu de Dios distribuye a los fieles diferentes carismas «para el bien común»
(1Cor 12,7), introduciéndolos armoniosamente en la vida de la Iglesia con vistas a su
misión de salvación de la humanidad.6
Él está en el origen de una maravillosa variedad de Grupos de consagrados que,
mientras contribuyen eficazmente a la misión de la Iglesia, la enriquecen con diferentes
dones, mostrando de ese modo la multiforme sabiduría de Dios y haciendo visibles las
notas características de la misma Iglesia, una, santa, católica y apostólica.7
La Familia Salesiana es un conjunto de cristianos y de consagrados que, con la
originalidad de su carisma y de su espíritu, se ponen al servicio de la misión de la
Iglesia, especialmente en el ancho mundo de la juventud, de los ambientes populares, de
los pobres y de los pueblos aún no evangelizados (apostolicidad).
Viviendo en el corazón de la Iglesia y realizando la misión salesiana, pone en
evidencia los diferentes dones, integra las vocaciones especiales en el espacio vital de
una única Familia espiritual y apostólica, expresa la comunión entre los diversos
ministerios, orientados todos al servicio del pueblo de Dios (catolicidad).
Presente en las Iglesias locales, favorece la comunión entre ellas y con el Sucesor de
Pedro, reviviendo así la devoción al Papa transmitida por Don Bosco (unidad); participa
en su acción apostólica, ofreciendo una aportación original especialmente en el ámbito
de la pastoral juvenil y popular; promueve el entendimiento y la colaboración con otras
asociaciones e instituciones por una educación integral de la persona; toma a su
cuidado la orientación vocacional de los jóvenes, educándolos en la fe y orientándoles
hacia el compromiso apostólico en la Iglesia y en el mundo. Para realizar la misión
educativa los distintos Grupos valoran la aportación de los antiguos alumnos aunque
pertenezcan a otras religiones o a diferentes visiones del mundo (catolicidad).
La Familia de Don Bosco, desarrollando una espiritualidad característica de origen
carismático, enriquece a todo el Cuerpo de la Iglesia con un modelo de vida cristiana
totalmente especial8 (santidad). Testigo de ello es la numerosa falange de hijos
espirituales de Don Bosco ya declarados santos, o en camino de la beatificación y
canonización.
4 Cf. ACGS 171.
5 Cf. GS 22e.
6 Cf. LG 12b; AA 3c.
7 Cf. PC 1b
8 Cf. ACGS 159.

1.9 Page 9

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Art. 7. Por un nuevo humanismo cristiano
La Familia apostólica de Don Bosco se llama salesiana porque se relaciona con san
Francisco de Sales, al que Don Bosco escogió como inspirador y patrono de todo lo que
proponía, con su obra y sus escritos, el humanismo cristiano y la metodología de la
caridad que correspondían perfectamente a sus íntimas aspiraciones.
Es un humanismo que no ignora la debilidad del hombre, sino que se edifica sobre
la indestructible confianza en la intrínseca bondad de la persona, porque es objeto del
amor de Dios y llamada por Él a la perfección cristiana, en todas las formas de vida.
Ese humanismo es un aspecto constitutivo de la experiencia carismática y espiritual
de los Grupos fundados por Don Bosco y ha sido asumido como preciosa herencia por
los otros Grupos hoy agregados a la única Familia.
Toda la Familia Salesiana se inserta, pues, en esta gran corriente, ofreciendo a la
Iglesia una aportación original en el ámbito educativo y en el trabajo apostólico.
Humanismo “salesiano” para Don Bosco significaba valorizar todo lo positivo
radicado en la vida de las personas, en las realidades creadas, en los acontecimientos de
la historia. Esto le llevaba a captar los auténticos valores presentes en el mundo,
especialmente si agradan a los jóvenes; a arraigarse en el flujo de la cultura y del
desarrollo humano del propio tiempo, estimulando el bien y negándose a lamentarse por
los males; a buscar con sabiduría la cooperación de muchos, convencido de que cada
uno tiene dones que deben descubrirse, reconocerse y valorarse; a creer en la fuerza de
la educación que sostiene el crecimiento del joven y lo anima a hacerse honrado
ciudadano y buen cristiano; a confiarse siempre y en todas partes a la Providencia de
Dios, descubierto y amado como Padre.
Con la fundación de los Grupos constitutivos de su Familia y con otras iniciativas
apostólicas, como la expansión misionera, Don Bosco creyó ofrecer una aportación
propia a la realización de un proyecto de «sociedad cristiana» que restaurar en el seno
de la secularización propia del siglo XIX, o que fundar en lugares aún no evangelizados.
En actitud de fidelidad creativa a Don Bosco, los Grupos de la Familia Salesiana
están comprometidos en ofrecer a la sociedad de hoy su servicio, recibiendo las
orientaciones innovadoras promovidas por el Concilio Vaticano II y el sucesivo
magisterio pontificio sobre las relaciones de la Iglesia con las otras religiones y con la
sociedad contemporánea, centradas en el diálogo interreligioso,9 sobre la defensa de la
dignidad de la persona humana y de la familia, sobre la promoción de la justicia y de la
paz,10 sobre el diálogo intercultural especialmente en situaciones multiétnicas y sobre la
tutela de la creación.
Art. 8. La preciosa aportación de la mujer
La experiencia salesiana vivida por los primeros Grupos y por los surgidos
sucesivamente nació y se enriqueció con el aporte significativo y eficaz de numerosas
mujeres.
Se sabe que Don Bosco recibió una valiosa contribución de Mamá Margarita en la
elaboración del Sistema Preventivo y en la realización del clima de familia que se
experimentaba en Valdocco.
Y no podemos olvidar a María Dominica Mazzarello, que supo hacer una lectura en
femenino de la experiencia de Don Bosco, dándole un rostro concreto y original tanto
9 Cf. LG 16; NAe 2-5.
10 Cf. GS 77-93.

1.10 Page 10

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en la vida espiritual como en la educativa y apostólica, patrimonio propio de las Hijas
de María Auxiliadora.
Las primeras Voluntarias de Don Bosco, guiadas por Don Felipe Rinaldi,
inauguraron la secularidad consagrada femenina en la Familia Salesiana: unidas entre sí
por los vínculos espirituales de los voto de castidad, pobreza y obediencia, desplegaron
la misión salesiana común en los contextos de la familia y del cotidiano lugar de
trabajo.
En el origen de casi todos los nuevos Grupos de consagradas de la Familia
Salesiana, surgidos en el siglo XX, encontramos un pequeño grupo de cristianas,
generalmente de humilde condición y entregadas ya de varios modos a obras
apostólicas, que nutren un ideal de vida consagrada y, guiadas por un obispo o por un
sacerdote salesiano, dan vida y hacen crecer nuevas fundaciones.
En las últimas décadas del siglo XX, una justa consideración de la mujer en los
diversos continentes ha llevado a los Grupos de la Familia Salesiana, y de modo
especial a las Congregaciones religiosas, a los Institutos seculares femeninos y a las
Asociaciones laicales salesianas, a reflexionar sobre la valoración del ingenio femenino
en nuestro mundo, siguiendo las orientaciones, para tantos aspectos innovadoras, del
magisterio de Juan Pablo II.11
Art. 9. Por nuevas formas de solidaridad
El fenómeno actual de la globalización ha aumentado la dependencia entre las
personas y los pueblos en la esfera económica, cultural, política y religiosa; son
indudables las oportunidades pero es real también el peligro de traducirse en esas
formas de dominio que causan nuevas pobrezas y creciente marginación; pero hay otro
modo para interpretar la globalización y es la solidaridad inspirada y guiada por los
valores evangélicos.
«No es un sentimiento de vaga compasión o de enternecimiento superficial ante los
males de tantas personas cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y
perseverante de comprometerse por el bien común: es decir, por el bien de todos y de
cada uno, porque todos somos verdaderamente responsables de todos».12
Los Grupos de la Familia Salesiana están implicados en ejercer esa solidaridad a
través de diversos tipos de intervenciones educativas y apostólicas:
1. La educación, que es la forma más alta de solidaridad, si se la toma, se la
comprende y se realiza según los criterios que sugiere la asistencia salesiana. Hoy
podríamos definirla como «ética del ser prójimo», es decir: intervenciones
personalizadas, relaciones de amistad y de confianza, escucha de las esperanzas más
profundas de los jóvenes y de los pobres, búsqueda de respuestas posibles y eficaces,
acompañamiento fiel.
2. El voluntariado civil, social y misionero, hoy muy difundido entre jóvenes y
adultos, que puede ser para algunos auténtica vocación, ya que exige disponibilidad de
energías y de tiempo; pone en contacto con los problemas concretos de la gente,
compromete a mantener iniciativas de promoción, invita a ejercer la corresponsabilidad,
exige educarse en la entrega y el servicio.
3. El compromiso social y político, realizado sobre todos por los Grupos de
miembros seculares, según los criterios expresados por el magisterio de la Iglesia.
Leemos en la Gaudium et spes: «La Iglesia estima digna de elogio y consideración la
11 Cf. MD 20 21 28-31; VC 57-58.
12 Cf. SRS 38.

2 Pages 11-20

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2.1 Page 11

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obra de los que para servir a los hombres se dedican al bien de la cosa pública y asumen
el peso de las correspondientes responsabilidades»;13 y en la Christifideles laici: «Los
fieles laicos no pueden en absoluto abdicar de la participación en la “política”, es decir,
en la múltiple y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural,
destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común».14
Art. 10. En el intercambio de los dones
Herederos todos del carisma y del espíritu salesiano, los Grupos establecen entre
ellos una relación muy profunda, de modo que cada Grupo realiza la identidad de la
Familia Salesiana, pero no sin referencia a la de los otros.
En efecto, entrar a formar parte de un Grupo, en virtud de una vocación específica,
supone entrar en toda la Familia; es como sentirse confiados los unos a los otros en una
relación de reciprocidad.
Entonces los diversos miembros permiten a la Familia vivir la totalidad de sus dones
y valores, porque en los diferentes Grupos se ven acentuados aspectos espirituales
especiales que son patrimonio común y que, por eso, no pueden faltar en ningún
corazón salesiano. La comunión de la Familia los pone a disposición de todos.
Todo esto revierte en beneficio de la misión, porque permite desarrollar de modo
más adecuado y eficaz la promoción humana y la educación cristiana de la juventud, de
la gente pobre, de los enfermos y de las poblaciones aún no evangelizadas.
La historia, relativamente breve, de la Familia Salesiana testimonia que sin una
comunión real se presenta el peligro de un progresivo empobrecimiento hasta la
infidelidad al proyecto de Don Bosco. Advertir que sin los otros, los miembros de un
determinado Grupo no pueden ser ellos mismos, debería ser una convicción cultivada
por todos, inspirando lenguajes coherentes y actitudes concretas.
Art. 11. Con María en casa
Desde su infancia Don Bosco se refirió a María como Maestra y Madre, porque así
se lo había indicado el Personaje del sueño de los nueve años.
En su primera experiencia educativa, al incorporarse al camino de la Iglesia local,
confió su obra a la Consolata; los muchachos «pobres y en peligro» encontraban en
Ella protección y consuelo.
Más tarde, viviendo en comunión con la Iglesia universal la definición del dogma
mariano, les propuso a María Inmaculada, presentándola como la educadora de las
energías de amor y apoyo eficaz para su crecimiento humano y cristiano.
Por último, al haber experimentado en la fundación y desarrollo de su obra que
«María lo ha hecho todo», hasta con intervenciones extraordinarias, dedicó la naciente
Congregación a la Virgen con el título de Auxilio de los Cristianos.
Cuando recibió después de María la inspiración para fundar el Instituto de las Hijas
de María Auxiliadora, quiso que fuese un «monumento vivo»15 de su gratitud a María
Auxiliadora. A Ella confió también los Cooperadores Salesianos, para que los
protegiese y encontrasen en Ella inspiración en la tarea apostólica. Instituyó también la
Asociación de los Devotos de María Auxiliadora, vinculada al santuario de Turín, como
un signo de reconocimiento por la presencia materna de la Virgen en toda su obra.
13 GS 75.
14 ChL 42b.
15 Const. FMA art. 1; cf. MB X, p.600.

2.2 Page 12

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Esta referencia especial a María marcó profundamente la identidad carismática y
espiritual de los varios Grupos de la Familia Salesiana aparecidos en el siglo XX.
Algunos hasta lo han puesto en la denominación con la que se les reconoce oficialmente
en la Iglesia, como las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, la Hermanas
Catequistas de María Inmaculada Auxiliadora, las Hermanas Esclavas del Corazón
Inmaculado de María, las Hermanas Misioneras de María Auxilio de los Cristianos, las
Hijas de la Realeza de María Inmaculada, las Hermanas de María Auxiliadora.
Si todos los Grupos de la Familia Salesiana veneran a María Auxiliadora como su
Patrona principal, algunos subrayan su presencia con diferentes títulos, para acentuar
aspectos especiales de su apostolado.
A María se la considera no sólo como Madre de la Iglesia y Auxiliadora de los
Cristianos, sino también como Madre de toda la humanidad, de modo que colaboradores
de varios Grupos de la Familia Salesiana, que pertenecen también a otras religiones,
nutren hacia Ella una sincera devoción.
Se puede afirmar, por tanto, fundadamente que la Familia Salesiana es una Familia
mariana.
Art. 12. Con referencia a Don Bosco
Iniciador de una verdadera escuela de espiritualidad apostólica, Don Bosco es punto
de referencia para cuantos, respondiendo a un impulso especial del Espíritu, se sienten
llamados a compartir, hoy, su misión en los diversos estados de vida y en las diferentes
formas de compromiso.
Esto significa que la pertenencia a la Familia Salesiana se construye en torno a Él
como centro unificador. De hecho, los Fundadores de los Grupos surgidos en el siglo
XX son todos hijos espirituales de Don Bosco, miembros de su Congregación. Fue
constante preocupación suya realizar su amplia misión en nuevos lugares y con nuevas
fuerzas apostólicas, en las que han infundido el espíritu de su Padre y Maestro. Lo que
une a los diferentes Grupos y a sus miembros en una única Familia es una especie de
parentesco espiritual en Don Bosco, debido a la presencia del Espíritu, que en la Iglesia
une entre sí a los portadores de carismas especiales.
Es un parentesco que encuentra expresión en la caridad pastoral propia de Don Bosco.
La pasión apostólica fue la energía espiritual que lo impulsó a buscar almas y servir sólo
a Dios; una caridad que llena el corazón, mente y proyectos con el intento de expandir y
dar estabilidad a su obra. Para eso convocó a su alrededor a varias personas; coordinó y
armonizó sus funciones, sus múltiples dones y los diferentes estados de vida y sus
ministerios.
Don Bosco encontraba la fuente de tanta fuerza en la interioridad constantemente
abierta a la relación con Dios. También para nosotros el amor educativo y apostólico
requiere una forma concreta y exigente de interioridad.
Art. 13. El Rector Mayor en la Familia Salesiana
La pertenencia a la Familia apostólica de Don Bosco la origina la comunión y se
nutre de comunión. Es correspondencia al Espíritu que hace tender hacia la unidad
dando cuerpo a expresiones concretas, pero también institucionalizadas, capaces de
garantizar una relación eficaz y una colaboración operativa.
La pertenencia a la Familia Salesiana necesita por eso un centro vital que actualice
la referencia a Don Bosco, a la misión común y al mismo espíritu.

2.3 Page 13

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Ese centro, según el pensamiento de Don Bosco, es el Rector Mayor. En él todos
reconocen un triple ministerio de unidad: Sucesor de Don Bosco, Padre común, centro
de unidad de toda la Familia. A él le corresponde la tarea institucional de admitir en la
Familia Salesiana a los Grupos que lo solicitan, según criterios preestablecidos.
Para esta misión suya advierte el deber de ofrecer las orientaciones necesarias para
asegurar la fecundidad del carisma en cada Grupo de la Familia. Con el ejemplo y el
magisterio teje la trama de la unidad y asegura, en la variedad de las vocaciones
específicas, la fidelidad al espíritu y la coordinación de algunas iniciativas. Ejerce ese
ministerio con la paternidad que fue propia de Don Bosco: una actitud que requiere
comprensión y bondad, atención al crecimiento de cada uno, guía en la fidelidad
carismática, empeño por la fecundidad de la vocación salesiana en todas sus
expresiones, como dejó escrito Don Bosco: «Vuestro Rector cuidará de vosotros y de
vuestra salvación eterna».

2.4 Page 14

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CAPÍTULO SEGUNDO
LA MISIÓN DE LA FAMILIA SALESIANA
Art. 14. Misión carismática en la Iglesia y para la Iglesia
La misión de la Iglesia brota de la libre iniciativa del Padre, pasa a través del
mandato de Jesucristo y se perpetúa por obra del Espíritu Santo.16 Es única y está
confiada a todos los miembros del pueblo de Dios, en fuerza del Bautismo y de la
Confirmación. Pero especiales carismas del Espíritu la hacen actuar con modalidades
diversas en relación con los diferentes destinatarios.17
La misión de Don Bosco y de su Familia espiritual se inserta en la vocación común
cristiana al apostolado. Pero como responde a un don espiritual, es de origen
carismático: es el Espíritu del Padre y del Señor resucitado el que, como en el pasado
envió a Don Bosco a los jóvenes y a las clases populares, en el curso de la historia sigue
enviando a sus hijos espirituales a perpetuar su apostolado juvenil, popular y misionero.
Ese envío especial está mediado, entre otras circunstancias, por los signos de los
tiempos.18 Para nosotros las necesidades y las expectativas, las aspiraciones y las
exigencias espirituales de la juventud especialmente pobre, de la gente sencilla y de los
pueblos aún no evangelizados, son signos a través de los cuales el Espíritu, con el
cambio de los acontecimientos y en los diferentes contextos sociales y culturales, llama
y envía a los diversos Grupos de la Familia Salesiana a desplegar su misión.
Esta, al expandirse en la Iglesia y para la Iglesia, está sometida a la aprobación de sus
autoridades y a su legislación, por lo que la misión carismática está incluida en el
desarrollo armónico de la acción eclesial en los diversos niveles.
La misión carismática encuentra además actuación práctica en el derecho especial
de cada Grupo de la Familia Salesiana. En la Sociedad de San Francisco de Sales, del
Instituto de las Hijas de María Auxiliadora y de los demás Institutos religiosos, quienes
envían o mandan son respectivamente los legítimos Superiores. En algunos casos, el
sujeto que envía es colegial: esto sucede, por ejemplo, en la elección de los miembros
del Consejo general por obra de una asamblea capitular.
En el caso de las Voluntarias de Don Bosco y de los otros Institutos seculares, así
como para los Salesianos Cooperadores, las Damas Salesianas y las demás
Asociaciones laicales salesianas, no hay una autoridad que envía. Pero cada persona está
obligada a seguir fielmente las indicaciones sobre la misión, contenidas en sus
Estatutos, que determinan, en base al derecho especial, el ejercicio concreto del
apostolado salesiano secular.
Art. 15. Familia apostólica
16 Cf. LG 2-4; AG 2-4; UR 2.
17 Cf. LG 9b 13ab 17 32; AA 2a; AG 2a 5 6 10 35-37.
18 Cf. GS 11.

2.5 Page 15

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La Familia Salesiana es una Familia apostólica. Los Grupos que la componen son
todos sujetos responsables de misión común, aunque en medida y formas diversas.19
Don Bosco al fundar la Sociedad de San Francisco de Sales y el Instituto de las Hijas
de María Auxiliadora, los configuró como Congregaciones religiosas, no
contemplativas sino «apostólicas». Según la intención de sus Fundadores, hijos
espirituales de Don Bosco, todas las otras Congregaciones religiosas pertenecientes hoy
a la Familia Salesiana tienen una clara orientación apostólica y forman parte de los
Institutos religiosos reconocidos como «apostólicos». Algunos Grupos han surgido en
los llamados lugares de «misión» con el fin específico de participar en la obra de
evangelización ad gentes en la diversidad de los contextos y de las culturas. Entran en
esta categoría: las Hermanas de la Caridad de Jesús, las Hermanas Esclavas del Corazón
Inmaculado de María, las Hermanas Misioneras de María Auxilio de los Cristianos, las
Hermanas Catequistas de María Inmaculada Auxiliadora, las Hijas de la Realeza de
María Inmaculada, las Hermanas Anunciadoras del Señor, las Hermanas de María
Auxiliadora.
Las Asociaciones de los Salesianos Cooperadores, de las Damas Salesianas, de los
Testigos del Resucitado y de Cançâo Nova son Asociaciones eclesiales de tipo
apostólico, fundadas con el objetivo específico realizar de modo amplio y capilar y con
modalidad secular, la misión de Don Bosco y de los respectivos Fundadores.
Los Institutos seculares de las Voluntarias de Don Bosco, de las Hijas de la Realeza
de María Inmaculada, de los Voluntarios Con Don Bosco y de los Discípulos tienen
todos finalidades apostólicas: sus miembros realizan un apostolado salesiano de tipo
secular en el contexto de la familia, del mundo del trabajo, de las relaciones sociales y
de los compromisos civiles.
En virtud de su vocación especial, cada persona que pertenece a los distintos Grupos
es una enviada, llamada por tanto a desplegar la misión común según el papel que se le
ha confiado, su capacidad y las posibilidades que le son propias.
Según las normas constitucionales, en los Salesianos, las Hijas de María Auxiliadora
y los demás Institutos religiosos, la misión la asume y realiza ante todo la comunidad –
tanto inspectorial como local – que es, por consiguiente, el sujeto primario de la misión.
Art. 16. «Misión juvenil, popular y misionera»
La misión de la Familia Salesiana se dirige a los jóvenes y a los adultos,
considerados como protagonistas y destinatarios de la educación y situados en sus con-
textos sociales, culturales, religiosos y eclesiales especiales, con particular referencia a
los «lugares de misión». Para indicar esto se ha hecho de uso corriente la fórmula
misión juvenil, popular y misionera, tres dimensiones que se integran mutuamente.
1. Misión juvenil. Según las precisas intenciones de Don Bosco, los Grupos de la
Familia fundados por él tienen como destinatarios privilegiados a los jóvenes pobres,
abandonados, en peligro o, con lenguaje moderno, la juventud masculina y femenina
más necesitada de ayuda por sus situaciones de pobreza económica, de carencia
afectiva, cultural o espiritual. Esta opción la comparten de modo explícito otros Grupos
y la tienen codificada en sus textos constitucionales. En el mundo de los jóvenes, todos
los Grupos prestan una atención especial a los que revelan signos de vocación
apostólica específica, laical, consagrada y sacerdotal.
Algunos Grupos se dirigen preferentemente a los adolescentes y a los jóvenes
varones. Otros Grupos privilegian a la juventud femenina considerada en todas las
19 Cf. ACGS 163.

2.6 Page 16

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etapas de la edad evolutiva. Otros se dirigen a la totalidad de la juventud sin distinción.
Son numerosos los Grupos que prestan una atención privilegiada a los jóvenes y a las
jóvenes víctimas de formas graves de marginación, abuso y violencia.
2. Misión popular. Iluminado por lo Alto, Don Bosco se interesó también por los
adultos, con preferencia por los más humildes y pobres, por las clases populares, el
subproletariado urbano, los emigrantes, los marginados, en una palabra, por todos los
más necesitados de ayuda material y espiritual. Fieles a la orientación de Don Bosco,
los Grupos de la Familia Salesiana comparten esta opción preferencial. La Asociación
de María Auxiliadora ha incluido en su nuevo Reglamento el apostolado salesiano
orientado especialmente a la clase popular.
Especial atención se da a la familia, lugar primario de humanización destinado a
preparar a los jóvenes al amor y a la acogida de la vida, primera escuela de la
solidaridad entre las personas y los pueblos. Todos están comprometidos en garantizarle
dignidad y solidez para que se convierta, de forma cada vez más evidente, en una
pequeña «iglesia doméstica».20
Algunos Grupos, en virtud de un carisma especial, extienden su apostolado salesiano
a categorías especiales de personas: las Hijas de los Sagrados Corazones a los leprosos,
las Hermanas de la Caridad de Jesús a los ancianos, las Damas Salesianas a los
enfermos.
3. Apostolado misionero ad gentes. Don Bosco cultivó el ideal misionero y participó
de forma concreta en la obra misionera de la Iglesia de su tiempo. Quiso que la
Sociedad Salesiana y el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora se dedicasen a las
«misiones»; y es lo que hicieron las dos Congregaciones religiosas desde sus orígenes,
con una extraordinaria expansión que las ha hecho presentes en todos los continentes.
La cooperación misionera ha sido también, desde su comienzo, una dimensión esencial
de la Asociación de los Salesianos Cooperadores. También las Hermanas Misioneras de
María Auxilio de los Cristianos y las Hermanas Catequistas de María Inmaculada
Auxiliadora se dedican de manera prioritaria al trabajo misionero. Esta forma de
apostolado salesiano entra claramente en la misión de las Voluntarias de Don Bosco, de
las Hijas de los Sagrados Corazones, de las Salesianas Oblatas del Sagrado Corazón de
Jesús, de las Hermanas de la Caridad de Jesús, de los Testigos del Resucitado, de las
Damas Salesianas y de los Discípulos.
Art. 17. Servicio al Evangelio
El Hijo de Dios se ha encarnado para revelar el rostro de un Padre “amante de la
vida” y ponerse al servicio del «bien-estar» físico y espiritual de los hombres,
especialmente de los más necesitados de ayuda y de esperanza: «El Hijo del hombre no
ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar la vida en rescate por todos» (Mc
10,45).
Siguiendo el ejemplo y la enseñanza de Jesús de Nazaret la Iglesia y en ella la
Familia Salesiana se pone al servicio (diaconía) de la humanidad para anunciar el
evangelio y llamar a todos a la plenitud de la vida.
Es un servicio que, según las indicaciones del Magisterio postconciliar21 comprende:
la renovación de la humanidad con obras sociales y con varias formas de intervención
educativa; el testimonio cristiano personal y comunitario; el anuncio explícito del
20 LG 11b.
21 Cf. La encíclica Evangelii nuntiandi de Pablo VI y la encíclica Redemptoris Missio de Juan Pablo
II.

2.7 Page 17

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Evangelio con la enseñanza religiosa y la catequesis; el trabajo misionero por medio del
diálogo inter-religioso (especialmente la comunión de vida y de oración), la
colaboración con los que pertenecen a otras religiones para luchar contra situaciones
injustas, y su acompañamiento cuando se disponen a entrar en la Iglesia; la animación
de la oración, en especial de la litúrgica, de la comunidad cristiana; las múltiples
iniciativas de solidaridad humana y cristiana; las muchas formas de colaboración
misionera; la presencia evangelizadora en zonas marcadas por el indiferentismo
religioso o ateísmo.
Formar «buenos cristianos y honrados ciudadanos» es un proyecto expresado muchas
veces por Don Bosco para indicar todo aquello que los jóvenes necesitan para vivir con
plenitud su existencia humana y cristiana: vestido, alimento, alojamiento, trabajo,
estudio y tiempo libre; alegría, amistad; fe activa, gracia de Dios, camino de
santificación; participación, dinamismo, inserción social y eclesial. La experiencia
educativa le sugirió un proyecto y un estilo de intervención especial, condensados por él
mismo en el Sistema preventivo, que «se apoya totalmente en la razón, la religión, y el
cariño».22
Los varios Grupos de la Familia Salesiana, tomando las intuiciones y las experiencias
de Don Bosco y releyéndolas a la luz de la eclesiología conciliar renovada y del
magisterio pontificio sobre la evangelización, expresan su acción de educadores y
evangelizadores con fórmulas diversas: «servicio educativo pastoral», actuado según el
Sistema preventivo; «educar evangelizando, evangelizar educando»; «educación
integral en el estilo del Sistema preventivo»; educar y evangelizar según la «pedagogía
de la bondad»; y otras formulaciones análogas.
Fundamentalmente, son tres los ámbitos en los que la Familia Salesiana actúa su
multiforme servicio evangélico: la promoción humana, la educación, la evangelización.
Para todos los Grupos la evangelización, entendida como anuncio y testimonio del
Evangelio, es el objetivo prioritario de la propia misión.
Art. 18. En los nuevos contextos religiosos y culturales
En el camino de renovación y de comunión entre todas las fuerzas que la componen,
la Familia Salesiana ha madurado algunas opciones fundamentales en el compromiso
misionero en los nuevos contextos culturales marcados, entre otros signos, por un
cambio cada vez más rápido de mentalidad y costumbres y por la creciente movilidad
humana con presencia, en el mismo territorio, de personas pertenecientes a religiones y
culturas diferentes.
1. Promover el humanismo salesiano. Que pone en el centro a la persona, cuya
dignidad debe tutelarse y promoverse en todas sus expresiones. En clave educativa esto
significa despertar y movilizar toda la potencia juvenil: las capacidades de la razón; el
variado patrimonio afectivo; las energías de la voluntad orientadas por la libertad y
fortalecidas por la gracia.
Aprecia además todos los valores que resultan auténticamente humanos. Entre estos,
los del trabajo y de la cultura, de las relaciones de amistad y de compromiso civil, del
gusto artístico, de la competencia profesional y de las conquistas científicas, de la
honradez moral tanto en el ámbito privado como en el público y de las pequeñas
realidades cotidianas que dan sabor a la vida; esos valores deben defenderse y
promoverse por parte de todos.
22 G. BOSCO, Il sistema preventivo nella educazione della goventù, en PIETRO BRAIDO (ed.), Don
Bosco Educatore, scritti e testimonianze, LAS, Roma 31997, p. 248ss.

2.8 Page 18

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El humanismo salesiano, además, se prodiga para dar sentido a la vida de cada día y
para plantear razones de esperanza y perspectivas de futuro para la persona y la
sociedad.
Finalmente, se propone ayudar a cada uno a encontrar el justo lugar en la sociedad y
en la Iglesia, reconociendo que es derecho de todo joven ser ayudado a descubrir la
propia vocación.
2. Integrarse en las situaciones concretas. Para todos los Grupos de la Familia
Salesiana que trabajan en los diferentes continentes, implicarse por la persona es un reto
no fácil, dada la diversidad y complejidad de los contextos locales bajo el perfil social,
cultural y religioso. Para señalar intervenciones posibles y eficaces en respuesta a las
exigencias que se plantean, se requiere la capacidad de leer las situaciones del lugar con
inteligencia y competencia, inspirándose siempre en las orientaciones del Papa y del
episcopado local.
3. Cuidar la significatividad. Dicha inserción resulta significativa tanto por el
testimonio de comunión que se ofrece, como por las propuestas de acción que pueden
nacer de la escucha directa y prolongada de la gente y por las dinámicas de recíproca
educación que se desarrollan cuando de verdad se construye un destino común.
Juntos, entonces, se afrontan las dificultades y se señalan las perspectivas: los
problemas que pueden surgir con personas e instituciones; la defensa y promoción de
los valores éticos en el respeto, al mismo tiempo, de las posturas diferentes y de las
propias convicciones de conciencia; las soluciones nuevas, que deben buscarse
partiendo de experiencias pasadas y mirando hacia el futuro; la defensa de los derechos
de los más débiles y expuestos; la presencia eficaz en los medios políticos, sobre todo
donde se elaboran las políticas educativas; la promoción de una opinión pública nutrida
de valores humanos, evangélicos y salesianos.
Es obvio que el criterio de significatividad de la presencia salesiana tiene
aplicaciones distintas en los diversos contextos geográficos y culturales: lo que es
posible y oportuno en un lugar puede no serlo en otro; lo que algunos pueden hacer en
ciertas situaciones puede resultar imposible para otros. La fidelidad a la única misión no
impone el mismo camino a personas diferentes.
4. Asumir el reto de la comunicación social. Don Bosco intuyó la eficacia de la
comunicación social y dejó en herencia a su Familia espiritual el cometido de valorarla
como instrumento de crecimiento personal y comunitario, y al mismo tiempo como
defensa y promoción de la fe entre las clases populares.
Hoy los instrumentos técnicos e informáticos convierten en público lo que antes se
consideraba privado, actúan de modo instantáneo y invasor implicando a masas
enormes de población y fascinando sobre todo a los jóvenes, provocan cambios en los
estilos de pensamiento y de relación, difunden propuestas de vida no siempre en línea
con un humanismo inspirado en valores cristianos.
Por otra parte, esos instrumentos ofrecen oportunidades inéditas de educación y de
evangelización. En efecto, las posibilidades de unión en red y de comunicación a
distancia permiten realizar varias formas de intervención y de activar sinergias que en el
pasado no eran imaginables. La familia apostólica de Don Bosco pretende sazonar las
posibilidades aún no exploradas en la misión salesiana y aprovechar las oportunidades
que ofrece la sociedad, conjugando capacidades adquiridas y creatividad innovadora.
Art. 19. Comunión y colaboración en la misión

2.9 Page 19

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El lazo que une a los miembros de nuestra Familia es el de una «comunión
misionera».23 Los diversos Grupos, por eso, están llamados a vivir el don de la
comunión que procede de Dios, desplegando el servicio evangélico, común y sin
embargo diferenciado según los destinatarios específicos, los objeticos peculiares y los
diferentes estilos.
Don Bosco mostró en toda su acción de educador, pastor y fundador una gran
capacidad de intuir las posibilidades y las dotes de cada uno, de corresponsabilizar aun a
los más jóvenes entre sus colaboradores, de armonizar en el trabajo apostólico
competencias muy diversas, distinguir para cada uno un trabajo adecuado a su índole, a
su ingenio, a su formación. Fue siempre consciente de la necesidad de una caridad
cooperativa en el servicio educativo y pastoral, convencido de que el Espíritu Santo
suscita los carismas en beneficio de toda la Iglesia.
La comunión entre los Grupos en y para la misión se está mostrando cada vez más
indispensable para el compromiso educativo y misionero; en efecto se advierte como
urgente la necesidad de conectar las intervenciones, de proponer diversos modelos de
vida cristiana y de garantizar ministerios complementarios.
Así, trabajar juntos intensifica la eficacia del testimonio, hace más convincente el
anuncio del Evangelio, favorece una caridad apostólica más viva, permite profundizar
los rasgos característicos de cada Grupo mientras manifiesta y potencia la identidad de
la Familia en la comunión y en la misión.
Por esto, aun respetando la autonomía de cada Grupo, hay que custodiar y, si es
necesario, inventar formas posibles de colaboración.
Art. 20. Autonomía y originalidad de cada Grupo
La comunión en y para la misión no prejuzga, sino que aclara y refuerza la
autonomía y la originalidad de cada Grupo de la Familia.
Los diversos Grupos gozan, en efecto, de una autonomía propia, no sólo espiritual,
formativa, económica y de gobierno, sino también apostólica, actuando la misión en
estructuras propias y según modalidades peculiares.
No se trata, en efecto, de imponer la uniformidad de intervención de acción entre
todos: esto provocaría la nivelación de las diferencias, generando confusiones e
incertidumbres en el trabajo apostólico. Se trata más bien de armonizar la propia
intervención en el conjunto de un proyecto compartido por todos.
La originalidad de cada Grupo en la comunión debe por tanto, reconocerse y
promoverse. Es un derecho de los jóvenes poder disfrutar del servicio específico de cada
Grupo; y es una riqueza para la Familia y para toda la Iglesia, multiplicando de ese
modo las fuerzas actuantes para el bien de la juventud. Esta comunión en la autonomía
invita a ser corresponsables en la misión, pero no implica necesariamente
corresponsabilidad en cada iniciativa o en cada territorio especial.
Art. 21. Corresponsabilidad apostólica
La corresponsabilidad requiere, como condición previa, que cada Grupo asegure una
capacidad autónoma en cuanto a su desarrollo, a la formación de los socios, a las
iniciativas apostólicas y que realice, con el mayor esfuerzo posible, la vocación y
misión específicas garantizando, dentro de sí mismo, la vitalidad que es fruto de
fidelidad y creatividad.
23 ChL 32.

2.10 Page 20

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Son deseables además: 1. Las colaboraciones entre Grupo y Grupo para realizar la
misión salesiana en sus diversos sectores y campos y en las diferentes clases de obras;
2. La colaboración de los Grupos que viven y trabajan en el mismo territorio, en unión
con las estructuras pastorales de la Iglesia local y las instituciones civiles, de modo que
se ofrezca la aportación salesiana, variada en sus riquezas y contenidos, para la
construcción común de la civilización del amor.
Es obvio que la realización de un proyecto común impone un camino de
convergencia que puede llevar consigo, a veces, la renuncia a puntos de vista especiales
o a perspectivas ligadas sólo al Grupo de pertenencia.
La corresponsabilidad requiere, en todo caso, el esfuerzo común por alcanzar
algunos objetivos compartidos. Todos los Grupos están llamados a difundir, con los
valores del Evangelio, los rasgos característicos de la identidad carismática y espiritual
de la Familia apostólica de Don Bosco. Ellos cualifican a toda la Familia y por eso no
pueden ser preocupación sólo de algunos Grupos. Todos, también cada miembro, son
responsables, en primera persona, de animar y promover la herencia espiritual recibida.
Los objetivos que deben reconocer como propios y perseguir cada Grupo son:
1. Compartir la preocupación educativa en el contexto histórico actual, buscando los
caminos más oportunos para educar a los jóvenes en los valores fundamentales de la
vida y en el encuentro con el Evangelio.
2. Hacer conocer el Sistema preventivo: representa la síntesis de la sabiduría
pedagógica de Don Bosco y constituye el mensaje profético que ha dejado a sus
herederos y a toda la Iglesia. Es una experiencia espiritual y educativa que se vive sobre
la razón, la religión y el cariño.
Razón subraya los valores del humanismo cristiano, como la búsqueda de sentido, el
trabajo, el estudio, la amistad, la alegría, la piedad, la libertad no exenta de
responsabilidad, la armonía entre sensatez humana y sabiduría cristiana.
Religión significa dejar sitio a la Gracia que salva, cultivar el deseo de Dios,
favorecer el encuentro con Cristo Señor ya que ofrece un sentido pleno a la vida y una
respuesta a la sed de felicidad, insertarse progresivamente en la vida y en la misión de la
Iglesia.
Cariño expresa la necesidad de que, para mantener una relación educativa eficaz, no
sólo se quiera a los jóvenes sino que ellos sientan que se los quiere; es un estilo especial
de relaciones y es un querer que despierta las energías del corazón juvenil y las hace
madurar hasta la entrega.
Razón, religión y cariño son hoy, más que ayer, elementos indispensables para la
acción educativa y fermentos preciosos para dar vida a una sociedad más humana, en
respuesta a las expectativas de las nuevas generaciones.
3. Difundir con el testimonio y la palabra el espíritu salesiano: el humanismo
salesiano apuesta por cada persona, y compromete a los educadores a trabajar
incansablemente por su crecimiento, aun en condiciones tal vez difíciles; es la premisa
para una nueva civilización del amor.
4. Promover el Movimiento salesiano: Don Bosco implicaba a muchos en su
designio educativo y misionero; pedía, en todos los niveles, atención hacia sus
muchachos y hacia la gente necesitada. Un amplio Movimiento salesiano y la unión
entre las múltiples fuerzas que trabajan en él son un ofrecimiento útil para todos.

3 Pages 21-30

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3.1 Page 21

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CAPÍTULO TERCERO
LA ESPIRITUALIDAD DE LA FAMILIA SALESIANA
Art. 22. Horizontes de la espiritualidad apostólica de la Familia Salesiana
La espiritualidad apostólica es el centro inspirador y animador de la vida de
comunión en la misión de la Familia Salesiana y para ella. Es una comunión, en efecto,
que no nace de proyectos humanos, ni coincide con una organización muy perfecta o
con técnicas aun refinadas de agregación, sino que nace de la caridad pastoral que,
suscitada por el Espíritu en el corazón de Don Bosco, lo animó hasta la santidad.
Espiritualidad significa que nuestra vida está guiada por el Espíritu, que gratifica con
sus carismas a los diversos Grupos pertenecientes a una única Familia. Apostólica
significa un dinamismo interior que impulsa al don y al servicio, dando eficacia
salvífica a la acción educativa y evangelizadora y unificando toda la existencia en torno
a este centro inspirador.
Movidos por la fe, la esperanza y la caridad, los miembros de la Familia Salesiana
participan en la acción de Dios que siempre obra para comunicar a cada persona su
amor misericordioso y se sienten profundamente insertos en la comunión y en el
apostolado de la Iglesia.
Art. 23. Colaborar con Dios Padre
Poner a Dios como centro unificador de la propia vida, fuente de la comunión
fraterna e inspirador de la propia acción, supone una cierta imagen de Dios. No el Dios
lejano, inmerso totalmente en su solitario e imperturbable silencio y desinteresado de la
tierra, sino el Dios-Amor (cf. 1Jn 4,16) que se entrega plenamente a la humanidad, un
«Padre que trabaja siempre» (Jn 5,17) compartiendo la vida con sus hijos, presente al
venir al encuentro de hecho y con infinito amor a las profundas aspiraciones de las
personas; un Dios tan comprometido en nuestra historia que se expone a la libertad del
hombre aceptando el riesgo del rechazo, entregándose siempre como amor que perdona
(agápe).24
Silencioso pero eficaz trabajador en la historia, este Dios se asocia a colaboradores
activos y laboriosos que comprometen, en las situaciones concretas de la vida, sus
energías cuando anuncian su amor y realizan obras de bien, bebiendo en él la fuerza
para amar, dar y servir.
Para la Familia Salesiana y sus componentes, «vivir en la presencia de Dios»
significa cultivar una intensa y continua relación de amor con Él (“unión con Dios”);
sentirse por ello colmados por un amor semejante al suyo, el que se da de modo
benévolo y desinteresado y se prodiga por los destinatarios privilegiados de su propia
misión; significa también saber captar y acoger los signos de su misteriosa presencia en
las expectativas y en las exigencias de los hombres de nuestro tiempo.
Es a este Dios, Padre misericordioso, al que Don Bosco dirigió su encendida
invocación: «Da mihi animas, cetera tolle». A todos sus discípulos les repite Don
24 Cf. DCE 10.

3.2 Page 22

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Bosco: «La más divina de las cosas divinas es colaborar con Dios en la salvación de las
almas, y es un camino seguro de alta santidad».
Art. 24. Vivir los sentimientos de Cristo
Don Bosco puso en el centro de su vida espiritual y acción apostólica una
convencida devoción a Jesús presente en la Eucaristía, el Dueño de la casa – como solía
decir –, y al divino Salvador, cuyos gestos salvíficos intentó imitar.
Injertados en Cristo en virtud del Bautismo, nos dejamos asimilar a Él, dóciles a la
acción del Espíritu, hasta poder decir con san Pablo: «Para mí vivir es Cristo» (Fil
1,21), «ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí» (Gal 2,20); y acogiendo también la
otra exhortación del Apóstol: «Tened en vosotros los mismos sentimientos de Cristo
Jesús» (Fil 2,5).
Estos son: la vigilante conciencia de ser el Enviado de Dios, guiado en todo por el
Espíritu; la obediencia incondicional a la voluntad del Padre en realizar la misión que se
le confía, afrontando con valentía dificultades y contrastes (cf. Jn 5, 17s); el constante y
generoso esfuerzo por liberar a las personas de toda forma de muerte y comunicar a
todos vida y alegría; el cuidado apasionado de los pequeños y de los pobres con la
solicitud del Buen Pastor; el amor que perdona siempre hasta convertirse víctima en la
cruz; la promesa de ser compañero de camino de sus discípulos como lo fue con los dos
de Emaús.
Es la imagen del Buen Pastor, en especial, la que inspira y guía nuestra acción,
indicando dos preciosas perspectivas de espiritualidad apostólica salesiana.
La primera: el apóstol del Señor Jesús pone en el centro de su atención a la persona
como tal y la ama como es, sin prejuicios ni exclusiones, exactamente como hace el
Buen Pastor, también con la oveja descarriada.
La segunda: el apóstol no se propone a sí mismo sino siempre y solo al Señor Jesús,
el único que puede liberar de toda forma de esclavitud, el único que puede conducir a
pastos de vida eterna (cf. Jn 10,1-15), el único que no abandona nunca al que se ha
perdido sino que se hace solidario de su debilidad y, lleno de confianza y de esperanza,
lo busca, lo recupera y lo guía para que tenga vida en plenitud.
Enraizarse en Cristo y conformarse a Él es la alegría más profunda para un hijo de
Don Bosco. De aquí el amor a la a Palabra y el deseo de vivir el Misterio de Cristo
presentado por la liturgia de la Iglesia; la celebración asidua de los sacramentos de la
Eucaristía y de la Reconciliación, que educan en la libertad cristiana, en la conversión
del corazón en el espíritu de comunión y de servicio; la participación en el Misterio de
la Pascua del Señor, que abre a la comprensión nueva de la vida y de su significado
personal y comunitario, interior y social.
Art. 25. Ser dóciles al Espíritu
La vida cristiana es, por su naturaleza, vida en el Espíritu. Implicada en el camino de
renovación promovido por el Concilio Vaticano II, la Familia Salesiana ha tratado de
profundizar las relaciones con el Espíritu del Señor Resucitado, definiendo la propia
identidad en torno al carisma de Don Bosco, verdadero don del Espíritu y fuente de la
espiritualidad que anima a su Familia apostólica.
Los rasgos de la figura del Espíritu Santo tomados de la Palabra revelada resultan
especialmente clarificadores para la vida espiritual-apostólica de los pertenecientes a los

3.3 Page 23

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varios Grupos de la Familia Salesiana: el Espíritu es Creador y da la vida; es el Enviado
por el Padre y por Jesús Resucitado para prolongar, en la historia, su obra de salvación;
es Quien introduce a los creyentes en la Verdad/Cristo para que vivan en Él y de Él; es
Voz que habla a las conciencias de las personas para abrirlas a la luz de la verdad y
prepararlas al don del amor;25 es Presencia especialmente viva y eficaz en las
comunidades cristianas, unificándolas en la comunión y en el servicio, infundiendo en
los fieles el espíritu de la misión; es Quien precede, asiste y acompaña a los que están
comprometidos en la obra de evangelización.26
Las actitudes que los miembros de la Familia Salesiana están llamados a asumir son:
serenidad y confianza, con la certeza de que estamos siempre sostenidos por la fuerza
del Espíritu; docilidad a sus inspiraciones secretas; sabio discernimiento de su presencia
en la historia humana, tanto personal como comunitaria; sensata y valiente colaboración
con su obra para la venida del Reino de Dios en la vida de las personas, en la Iglesia y
en la sociedad; agradecimiento por el carisma de Don Bosco y generosidad en realizar
su proyecto educativo y apostólico.
Art. 26. Comunión y misión en la Iglesia
Don Bosco tuvo un gran amor por la Iglesia y lo manifestó en el sentido de
pertenencia a la comunidad eclesial. Al mismo tiempo, consciente de haber recibido un
carisma especial para la educación de la juventud, lo extendió para la edificación de la
Iglesia en los diversos contextos culturales.
La Familia de Don Bosco tiene entre los tesoros de familia una rica tradición de
fidelidad filial al Sucesor de Pedro, y de comunión y colaboración con las Iglesias
locales: «Cualquier fatiga es poca, cuando se trata de la Iglesia y del Papado».27
«Cuando el Papa nos manifiesta un deseo, sea éste para nosotros un mandato».28
Este entrega incondicional al Papa, expresa, en Don Bosco, su pasión por la Iglesia.
Y es una herencia que nosotros acogemos y vivimos.
La Iglesia, en efecto, es presencia visible de Cristo resucitado en la historia de la
humanidad; es comunión de los hermanos en la unidad de la fe y en la variedad de los
carismas y de los ministerios; es caridad que impulsa a hacer conocer el amor de Dios
anunciando el Evangelio; es servicio que se presta a la humanidad para la construcción
de un mundo que corresponda al designio de Dios; es familia que encuentra el centro de
unidad en Cristo Señor y el servidor de la unidad en el Sucesor de Pedro.
La espiritualidad heredada de Don Bosco es eminentemente eclesial: manifiesta y
alimenta la comunión de la Iglesia construyendo, dentro de las comunidades cristianas,
una red de relaciones fraternas y de colaboraciones prácticas; es una espiritualidad
educativa que se propone ayudar a los jóvenes y a los pobres a sentirse a gusto en la
Iglesia, a ser constructores de la Iglesia y partícipes de su misión; es una espiritualidad
que enriquece a toda la Iglesia con el don de la santidad de muchos de sus hijos.
Art. 27. Espiritualidad de lo cotidiano
Don Bosco se inspiró en San Francisco de Sales adoptándolo como maestro de una
espiritualidad sencilla porque es esencial, popular porque está abierta a todos, simpática
porque está cargada de valores humanos y por eso está especialmente dotada para la
25 Cf. AA 29c; GS 22e.
26 Cf. AG 4.
27 MB V, p. 577; Const SDB art. 13.
28 Cf. MB V, p. 573

3.4 Page 24

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acción educativa. En su obra fundamental (Tratado del amor de Dios o Teótimo) el
santo obispo de Ginebra habla de ‘éxtasis’. Esta palabra no indica fenómenos
espirituales extraordinarios, sino, según la etimología del término, la salida de sí y el
volcarse hacia otro; es la experiencia del que se deja atraer, convencer y conquistar por
Dios, penetrando cada vez más en su Misterio.
Para San Francisco de Sales son tres las formas de éxtasis:
el éxtasis de la inteligencia: es estupor por lo que Dios es, pero también asombro
por las grandes obras que ha realizado en la creación y sigue realizando todavía en la
vida de las personas y en la historia de los hombres; es una mirada que madura si se
aplica a la meditación de la Palabra: es la Palabra, en efecto, la que abre los ojos y hace
ver las cosas con la mirada misma de Dios;
el éxtasis del afecto: es tener experiencia personal del amor de Dios hacia nosotros,
de modo que crece el deseo de corresponder a él y, nutridos por ese amor, estamos
dispuestos a dar talentos y vida para su gloria y la causa del Reino; supone constante
vigilancia, purificación del corazón, práctica de la oración;
el éxtasis de la acción y de la vida: para San Francisco de Sales, es el que corona
las otras dos, porque la de la inteligencia podría reducirse a pura especulación y la
afectiva en simple sentimiento. El éxtasis de la acción, en cambio, revela una
generosidad y una gratuidad que pueden venir solo de Dios; y se transforma en entrega
concreta y dinámica por el bien de las personas en diferentes formas de caridad.
La Familia Salesiana, en la relectura de Don Bosco Fundador, ha traducido las
exigencias de la espiritualidad y de la mística de San Francisco de Sales con una
formulación simple y comprometedora: espiritualidad de lo cotidiano.
Art. 28. La «contemplación operante» de Don Bosco
La mística de Don Bosco encuentra su expresión en su lema Da mihi animas, cetera
tolle, y se identifica con el «éxtasis de la acción» de San Francisco de Sales. Es la
mística de un diario trabajar en sintonía de pensamiento, de sentimiento y de voluntad
con Dios; por lo que las necesidades de los hermanos, en especial de los jóvenes, y las
preocupaciones apostólicas invitan a la oración, mientras que la oración constante
alimenta el generoso y sacrificado trabajo con Dios por el bien de los hermanos.
Es la mística de la «contemplación operante» descrita así por el beato Don Felipe
Rinaldi, profundo conocedor del mundo interior de Don Bosco: «Don Bosco ensimismó
del modo más perfecto su actividad externa, incansable, absorbente, amplísima, llena de
responsabilidades, con una vida interior que tuvo principio del sentido de la presencia
de Dios y que, poco a poco, se hizo actual, persistente y viva de modo que llegó a ser
perfecta unión con Dios. De ese modo realizó en sí el estado más perfecto, que es la
contemplación operante, el éxtasis de la acción, en el que se consumó hasta lo último,
con serenidad estática, para la salvación de las almas».29
La Familia Salesiana adopta esta mística, tan intensamente vivida por Don Bosco, y
dejada por él como preciosa herencia a sus discípulos espirituales.
Art. 29. Caridad apostólica dinámica
La caridad apostólica dinámica es el corazón del espíritu de Don Bosco, la sustancia
de la vida salesiana, además de la fuerza del compromiso apostólico de los miembros
de la Familia Salesiana.
29 RINALDI F., Conferenze e scritti ( LDC, Leumann- Torino 1990) p. 144.

3.5 Page 25

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Caridad es el nombre del mismo Dios (cf. 1Jn 4,16). No indica sólo las energías del
corazón humano sino que es participación de la misericordia previa del Padre, del
corazón compasivo de Cristo y del indecible amor del Espíritu Santo. Este es el
distintivo de los discípulos del Señor: amarse los unos a los otros con el mismo amor
con que Dios ama.
Apostólica: es participación del amor infinito del Padre que envía a Jesús para que
los hombres tengan vida en abundancia; es comunicación de la premura del Buen Pastor
por la salvación de todos; es apertura al flujo de amor con que el Espíritu obra en las
conciencias y en la historia de las personas.
Dinámica: expresa vivacidad de movimiento, capacidad de innovación, de no
contentarse con lo ya hecho, de no plegarse a la costumbre, de evitar toda forma de
mediocridad y de acomodo sino, más bien, buscar, con pasión y creatividad, lo que es
más necesario y eficaz para responder concretamente a las expectativas del universo
juvenil y de la clase popular.
Para Don Bosco todo esto toma el nombre de corazón oratoriano: es fervor, celo,
disponibilidad de todos los recursos, búsqueda de nuevas actuaciones, capacidad de
resistir en las pruebas, voluntad de volver a empezar después de los fracasos, optimismo
cultivado y expansivo; es esa solicitud, llena de fe y de caridad, que encuentra en María
un ejemplo luminoso de entrega de sí.
En los Grupos cuyo servicio salesiano se dirige a la infancia y a la niñez, la caridad
apostólica dinámica se hace ternura evangélica; en los Grupos que educan a
adolescentes y jóvenes se convierte en acogida, participación y guía hacia las metas de
crecimiento; en los Grupos dedicados al cuidado de personas afectadas por diversas
formas de pobreza adquiere el tono del amor misericordioso y desprendido; en los
Grupos que dirigen su apostolado a los enfermos y a los ancianos se transforma en
caridad compasiva; en las Hijas de los Sagrados Corazones se manifiesta como amor
victimal, especialmente hacia los leprosos; en los Grupos entregados a un apostolado
salesiano entre personas sencillas, perdidas en aldeas lejanas o inmersas en las periferias
degradadas de las ciudades, se transforma en humilde amor solidario y rendido.
Art. 30. Gracia de unidad
Los términos usados en la experiencia salesiana para señalar la fuente de la caridad
apostólica son: gracia de unidad, interioridad apostólica, dimensión contemplativa de la
vida, síntesis vital, único movimiento de caridad hacia Dios y hacia los jóvenes, liturgia
de la vida.
Evangelizar educando y educar evangelizando es la fórmula ya conocida para
expresar la unidad interior de los miembros de la Familia Salesiana, porque no se refiere
sólo a la metodología educativa, sino también a la espiritualidad de cada uno y de los
Grupos: cuando uno se deja guiar por el Espíritu, entonces vida y apostolado forman
una unidad, como oración y acción, amor a Dios y amor al prójimo, cuidado de sí
mismo y entrega a los demás, educación de lo humano y anuncio del evangelio,
pertenencia a un Grupo e inserción en la Iglesia. Todo converge en la unidad; y es la
síntesis vital propia de la santidad. De aquí deriva una fuerza increíble de acción y de
testimonio, por la energía del Espíritu que ha tomado posesión de toda la persona y
puede hacer de ella un libre y gozoso instrumento de su acción.
La caridad apostólica constituye, para cada miembro de la Familia Salesiana, el
principio interior y dinámico capaz de unificar las múltiples y diversas actividades y
preocupaciones cotidianas. Favorece la fusión en un único movimiento interior de los

3.6 Page 26

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dos polos inseparables de la caridad apostólica: la pasión por Dios y la pasión por el
prójimo.
Art. 31. Predilección por los jóvenes y dedicación a la clase popular
Para desarrollar de modo eficaz la misión juvenil y popular, los discípulos de Don
Bosco cultivan una predilección real por los jóvenes y se prodigan por las clases
populares. Están convencidos de que viven la experiencia de Dios precisamente en
medio de aquellos a los que han sido enviados: la juventud y la gente común, en
especial los pobres.
Los jóvenes son vistos como don de Dios a la Familia Salesiana; son el campo
indicado por el Señor y por María a Don Bosco al que debería llevar su acción, son
para todos nosotros fundamento de la vocación y de la misión salesiana.
Estar entregados a los jóvenes significa tener el corazón continuamente dirigido
hacia ellos, captando sus aspiraciones y deseos, sus problemas y exigencias. Quiere
decir también encontrarse con ellos en el punto en que se encuentran en su maduración;
pero no sólo para hacerles compañía, sino para llevarlos al punto en la que son
llamados; para esto los educadores intuyen las energías de bien que los jóvenes llevan
en su interior y los sostienen en la fatiga del crecimiento, tanto humano como cristiano,
descubriendo con ellos y para ellos caminos posibles de educación. En el corazón de
apasionado de educadores y evangelizadores resuena siempre la llamada de Pablo: «La
caridad de Cristo nos apremia continuamente» (cf. 2Cor 5,14).
La clase popular es el ambiente natural y ordinario en el que se encuentra a los jóvenes,
sobre todo a los más necesitados de ayuda. El servicio de la Familia de Don Bosco se
dirige a la gente común, sosteniéndola en el esfuerzo de promoción humana y de
crecimiento en la fe, mostrando y promoviendo los valores humanos y evangélicos de
los que es portadora, como el sentido de la vida, la esperanza de un futuro mejor, el
ejercicio de la solidaridad.
Don Bosco trazó, incluyendo a la Asociación de los Salesianos Cooperadores y la
Asociación de María Auxiliadora, un camino de educación en la fe para el pueblo,
valorando los contenidos de la religiosidad popular.
Se prodigó también en promover la comunicación social, para alcanzar el mayor
número posible de personas con función educativa y evangelizadora.
Art. 32. Cariño salesiano
El cariño de Don Bosco es, sin duda, un rasgo característico de su metodología
pedagógica considerado válido también hoy, tanto en los lugares todavía cristianos
como en otros en los que viven jóvenes que pertenecen a otras religiones.
Pero no se reduce sólo a un principio pedagógico, sino que debe considerarse como
elemento esencial de nuestra espiritualidad.
Es, en efecto, amor auténtico porque nace de Dios; es amor que se manifiesta en los
lenguajes de la sencillez, de la cordialidad y de la fidelidad; es amor que produce deseo
de correspondencia; es amor que suscita confianza, abriendo el camino a la confianza y
a la comunicación profunda (“la educación es cosa del corazón”); es amor que se
difunde creando un clima de familia, donde estar juntos es bonito y enriquecedor.
Para el educador, es un amor que requiere fuertes energías espirituales: la voluntad
de ser y de estar, la renuncia de sí y el sacrificio, la castidad de los afectos y el

3.7 Page 27

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autocontrol en las actitudes, la escucha partícipe y la espera paciente para dar con los
momentos y los modos más oportunos, la capacidad de perdonar y de volver a la
amistad, la mansedumbre de quien, alguna vez, sabe también perder pero sigue
creyendo con esperanza ilimitada. No hay amor verdadero sin ascética y no hay ascética
sin el encuentro con Dios en la oración.
El cariño es fruto de la caridad pastoral. Decía Don Bosco: «Este afecto recíproco
nuestro, ¿en qué se funda? […] En el deseo que tengo de salvar vuestras almas, que
fueron redimidas con la sangre preciosa de Jesucristo, y vosotros me queréis porque
trato de llevaros por el camino de la salvación eterna. Por tanto el bien de nuestras
almas es el fundamento de nuestro afecto».30
El cariño se convierte así en signo del amor de Dios, e instrumento para despertar su
presencia en el corazón de aquellos a los ha llegado la bondad de Don Bosco; es un
camino para la evangelización.
De aquí la convicción de que la espiritualidad apostólica de la Familia Salesiana se
caracteriza no por un amor genéricamente entendido, sino por la capacidad de amar y de
hacerse amar.
Art. 33. Optimismo y alegría en la esperanza
En Jesús de Nazaret Dios se ha revelado como el «Dios de la alegría»31 y el
Evangelio es una “alegre noticia” que empieza con las “Bienaventuranzas”,
participación de los hombres en la felicidad misma de Dios. Se trata de un don no
superficial sino profundo porque la alegría, más que sentimiento efímero, es una energía
interior que soporta también las dificultades de la vida. Recuerda san Pablo:«Estoy lleno
de consuelo, invadido de alegría en cada tribulación nuestra» (2Cor 7,4). En este
sentido la alegría que sentimos acá abajo es un don pascual, anticipo de la alegría plena
de la que gozaremos en la eternidad.
Don Bosco descubrió el deseo de felicidad en los jóvenes y declinó su alegría de
vivir en los lenguajes de la alegría, del patio y de la fiesta; pero nunca dejó de señalar a
Dios como fuente de la verdadera alegría. Algunos escritos suyos, como El Joven
Instruido, la biografía de Domingo Savio, el apólogo incluido en la historia de
Valentino, son la demostración de la correspondencia que él establecía entre gracia y
felicidad. Y su insistencia sobre el “premio del paraíso” proyectaba las alegrías de aquí
abajo en la perspectiva del cumplimiento y de la plenitud.
En la escuela de Don Bosco, quien pertenece a la Familia Salesiana cultiva en sí
algunas actitudes que favorecen la alegría y la comunican a los demás.
1. La confianza en la victoria del bien: «En todo joven, también en el más
desgraciado – escribe Don Bosco –, hay un punto accesible al bien; es deber primordial
del educador buscar ese punto, esa fibra sensible del corazón, y sacarle provecho».32
2. El aprecio de los valores humanos: El discípulo de Don Bosco capta los valores
del mundo y rehúsa lamentarse de su tiempo: retiene todo lo que es bueno,
especialmente si agrada a los jóvenes y a la gente.
30 GIOVANNI BOSCO, Carta a don Giuseppe Lazzero y a la comunidad de los aprendices de Valdocco,
Roma 20 de enero de 1874, en Epistolario, vol. IV p. 208, ed. por Francesco Motto, LAS Roma 2003
31 SAN FRANCISCO DE SALES, Lettre à la Présidente Brulart, Annecy, 18 de febrero de 1605, en
Oeuvres, vol. XIII, p.16.
32 MB V, p. 367

3.8 Page 28

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3. La educación en las alegrías cotidianas: se requiere un paciente esfuerzo de
educación para aprender, o aprender nuevamente, a gustar, con sencillez, las múltiples
alegrías humanas que el Creador pone cada día en nuestro camino.
Porque se confía totalmente al «Dios de la alegría» y testimonia en obras y en
palabras el «Evangelio de la alegría», el discípulo de Don Bosco está siempre alegre.
Difunde esa alegría y saben educar en la alegría de la vida cristiana y en el sentido de la
fiesta, recordando la llamada de san Pablo: «Estad siempre alegres en el Señor; os lo
repito: estad alegres» (Fil 4,4).
Art. 34. Trabajo y templanza
El ejercicio de la caridad apostólica incluye la exigencia de conversión y de
purificación, es decir, la muerte del hombre viejo para que nazca, viva y crezca el
hombre nuevo que, a imagen de Jesús, Apóstol del Padre, está dispuesto a sacrificarse
cotidianamente en el trabajo apostólico. Darse es vaciarse y vaciarse es dejarse colmar
por Dios, para regalarlo a los demás. Desapego, renuncia, sacrificio son elementos
irrenunciables, no por gusto de ascetismo, sino simplemente por la lógica del amor. No
hay apostolado sin ascética y no hay ascética sin mística. Quien se pone a sí mismo
totalmente al servicio de la misión no necesita penitencias extraordinarias; bastan, si se
acogen con fe y se ofrecen con amor, las dificultades de la vida y las fatigas del trabajo
apostólico.
La ascesis recomendada por Don Bosco tiene diferentes aspectos: ascesis de
humildad para no sentirse más que siervos ante Dios; ascesis de mortificación, para
hacerse dueños de sí, custodiando los sentidos y el corazón y vigilando para que la
búsqueda de lo cómodo no agoste la generosidad; ascesis de la valentía y de la
paciencia para poder perseverar en la acción cuando se choca con la dura realidad;
ascesis del abandono cuando los acontecimientos nos llevan más cerca de la cruz de
Jesús.
Art. 35. Iniciativa y ductilidad
El deseo de hacer el bien a buscar los caminos más adecuados para realizarlo. Están
en juego: la lectura correcta de las necesidades y de las posibilidades concretas, el
discernimiento espiritual a la luz de la Palabra de Dios, la valentía para tomar
iniciativas, la creatividad para dar con soluciones inéditas, la adaptación a las
circunstancias mudables, la capacidad de colaboración, la voluntad de verificación.
Don Felipe Rinaldi recuerda a los Salesianos – y su afirmación vale para todos los
Grupos de la Familia Salesiana –: «Esta elasticidad de adaptación a todas las formas de
bien que van surgiendo continuamente en el seno de la humanidad es el espíritu propio
de nuestras Constituciones; y el día en que se introdujese una variación contraria a este
espíritu, para nuestra Sociedad habría llegado el final».33
Son muchas las palabras de Don Bosco que recomiendan el espíritu de iniciativa:
«En las cosas que son de ventaja para la juventud en peligro o sirven para ganar almas a
Dios yo corro hacia adelante hasta la temeridad».34 «Se ceda siempre mucho donde se
puede; pleguémonos a las exigencias modernas, también a los hábitos y a las
33 E. VIGANÒ, Don Felipe Rinaldi, genuino Testimonio e Intérprete del «espíritu salesiano» , en
ACG n. 332, Roma 5 de diciembre de 1989.
34 Carta a Vespignani. Epistolario CERIA III, p. 166-167; cf. también MB XIV, p. 662.

3.9 Page 29

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costumbres de los diversos lugares, con tal de que no se haga nada contra la
conciencia».35
No es sólo un problema de estrategias, sino un hecho espiritual, porque supone una
continua renovación de nosotros mismos y de nuestra acción en obediencia al Espíritu y
a la luz de los signos de los tiempos.
El nacimiento de numerosos Grupos de la Familia Salesiana surgidos en el siglo XX
ha sido el fruto del espíritu de iniciativa y de la ductilidad de los respectivos
Fundadores, fieles y creativos hijos de Don Bosco.
Art. 36. El espíritu salesiano de oración
La salesiana es una oración apostólica; es un movimiento que parte de la acción
para llegar a Dios, y es un movimiento que, desde Dios, reconduce a la acción
llevándole a Él, porque mente y corazón están llenos de su amor.
Don Bosco no dedicaba largos tiempos a la oración ni usaba métodos o formas
especiales (le bastaban las “prácticas del buen cristiano”), porque acción y oración en él,
formaban todo un uno. El trabajo extraordinario que le ocupaba desde la mañana hasta
la noche no distraía su oración; al contrario, la suscitaba y la orientaba; y la oración
cultivada en lo profundo del corazón nutría en él energías renovadas de caridad para
dedicarse con todo su ser al bien de sus pobres jóvenes.
El nombre mismo de oratorio que dio a su primera institución significa que todo en
aquel lugar era oración o podía convertirse en oración; y que todo el bien que se hacía
en aquella casa era fruto de la oración: de Don Bosco, de sus colaboradores y de sus
muchachos.
La oración amplia es, pues, típica de los que viven la espiritualidad de Don Bosco y
realizan su misión. Pero sin descuidar los momentos de oración explícita, nutrida por la
escucha de la a Palabra de Dios y respuesta de amor, que transforman la vida en oración
y la oración en vida.
Art. 37. María Auxiliadora, Maestra de espiritualidad apostólica
La devoción a María fue (junto a la de Jesús Eucaristía y al Papa) una de las tres
devociones que marcaron la vida espiritual y apostólica di Don Bosco. Toda la Familia
Salesiana es y se siente Familia mariana, nacida por la solicitud materna de la
Inmaculada Auxiliadora. Todos los Grupos, en efecto, expresan esa convicción en los
textos constitucionales propios.
Para los Salesianos, María Auxiliadora es modelo y guía en su acción educativa y
apostólica,36 madre y maestra en su experiencia formativa,37 especialmente invocada en
su oración.38
Para las Hijas de María Auxiliadora, María virgen madre, humilde esclava, madre del
Salvador, es madre y educadora de toda vocación salesiana y «verdadera superiora del
Instituto».39 Ella es modelo de fe, de esperanza, de caridad y de unión con Cristo, de
solicitud y de bondad materna, de vida consagrada, de oración, de disponibilidad, de
escucha, de docilidad y colaboración, de caridad apostólica.40
35 MB XIII, p. 283.
36 Cf. Const SDB art. 20 34 92.
37 Cf. Ibi art. 98.
38 Cf. Ibi art. 84 87 92.
39 Cf. Const FMA artt. 17 18 44 79 114.
40 Cf. Ibi artt. 4 7 11 14 37 39 44 79 71.

3.10 Page 30

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El Salesiano Cooperador «descubre en la Virgen Inmaculada y Auxiliadora el
aspecto más profundo de su vocación: ser verdadero “cooperador de Dios” en la
realización de su designio de salvación».41
Para los miembros de la Asociación de María Auxiliadora, la entrega a María se
traduce en «vivir la espiritualidad de lo cotidiano con actitudes evangélicas, en especial
con el agradecimiento a Dios por las maravillas que realiza continuamente, y con la
fidelidad a Él también en la hora de la dificultad y de la cruz, según el ejemplo de
María».42
Según las Hermanas de la Caridad de Jesús, María las ayuda a vivir animadas por el
Espíritu Santo, a poner en el centro de su vida a Jesucristo, a nutrir un sincero amor y
una gran confianza en Ella en sus relaciones con las personas, a imitar sus ejemplos de
Mujer creyente que busca la voluntad de Dios en lo cotidiano, de Madre amorosa y
solícita para los demás, de Discípula del Hijo cuya Palabra escucha, de Consoladora de
los afligidos, de Auxilio de los cristianos y de Madre de la humanidad.43
Las Damas Salesianas se expresan así en su Ideario: «María es la primera laica
comprometida, la cual, en la entrega de su ser, acoge fielmente el plano de Dios,
transforma en vida su palabra, como mujer, esposa y madre, maestra y testigo, primera
evangelizada y evangelizadora. Ella es la inspiración y el modelo que seguir por la
Dama Salesiana, y todo esto nos impulsa a proclamarla Primera Dama Salesiana,
norma, guía, inspiración, madre, hermana y fiel compañera en nuestra misión».44
El acto de entrega a diario a María caracteriza, pues, nuestra espiritualidad. La
entrega es un dinamismo ascendente: es realizar el gesto del don de sí para responder
con generosidad a una misión que realizar; pero es también un dinamismo descendente:
acoger con confianza y reconocimiento la ayuda de la que guió a Don Bosco y sigue
guiando a la Familia espiritual que en él tuvo su origen.
41 SPVA art. 20.
42 Nuevo Reglamento ADMA art. 4
43 Cf. Const SCG art.12.
44 Cf. Ideario DS art.14.

4 Pages 31-40

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4.1 Page 31

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CAPÍTULO CUARTO
FORMACIÓN EN LA COMUNIÓN Y MISIÓN
EN LA FAMILIA SALESIANA
Cada Grupo de la Familia Salesiana cuida la formación de sus miembros acudiendo
al patrimonio común y a las especificidades propias. Sin embargo, se pueden distinguir
elementos comunes, convergencias posibles, colaboraciones deseables.
Art. 38. Conocimiento de las identidades específicas
El fundamento de la Familia Salesiana es, además del carisma común y la misma
misión, el conocimiento y el aprecio de los diferentes Grupos que la componen. La
unidad, en efecto, no es nunca uniformidad, sino pluralidad de expresiones convergentes
hacia un único centro.
Por eso es necesario favorecer el conocimiento recíproco para gozar de los dones y
de las peculiaridades de cada uno, ya que concurren a formar una riqueza que se vierte
en beneficio de todos.
Pueden favorecerlo los contactos ocasionales o regulares, informales o
institucionalizados, los encuentros de fraternidad y los momentos de oración en común.
La difusión de la Carta de la identidad carismática y espiritual, de los escritos que
se refieren a Don Bosco, de los perfiles de los Fundadores o Cofundadores, del
Aguinaldo anual del Rector Mayor, de los documentos programáticos de cada Grupo,
del Boletín salesiano, de las experiencias apostólicas más relevantes, podrán concurrir
al conocimiento y aprecio recíprocos consolidando, al mismo tiempo, la unidad de la
Familia.
Una atención especial debe darse a los Grupos directamente iniciados por Don
Bosco y a los presentes y actuantes en el propio territorio.
Art. 39. Formación compartida
Para garantizar la unidad del espíritu y la convergencia sobre la misión son
necesarios también momentos de formación en común, sobre todo cuando se trata de
subrayar o de profundizar aspectos esenciales del carisma o de idear proyectos para
compartir. Todo ello siempre con el respeto de las legítimas autonomías, pero también
con el espíritu de familia que expresa y consolida la unidad.
Para formarse juntos es preciso ante todo aprender a pensar juntos, porque se da
siempre el peligro de reducir al otro al propio punto de vista. Esto es posible cuando se
vence el miedo de confrontarse y de compartir, cuando cada uno se descentra de sí para
concentrarse con los otros, cuando se tiene como punto de mira el bien en sí mismo y no
la propia afirmación, cuando se unen la verdad y la caridad.
Es preciso, además, aprender a trabajar juntos, señalando los modos y las
estrategias para una búsqueda compartida y un diálogo constructivo.
Siempre y en todo caso se debe orar juntos porque el Espíritu es Luz de verdad y
vínculo de unidad, el Inspirador de todo lo que es bueno, justo y oportuno para el bien
de cada uno y del conjunto.
Las ocasiones de formación en común pueden ser múltiples:
- sesiones de estudio sobre aspectos de la experiencia carismática común y
diferenciada, de la espiritualidad que nos es propia, del patrimonio heredado de

4.2 Page 32

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Don Bosco, de los retos que los signos de los tiempos plantean, de los
principales acontecimientos eclesiales o de las importantes directrices del
Magisterio pontificio y episcopal;
- reflexión sobre tareas y problemas de pastoral juvenil, sobre temas especiales de
la pedagogía salesiana, sobre estrategias de actuación, sobre la nueva
evangelización;
- participación en el discernimiento de situaciones de dificultad especial o con
vistas a programas formativos o de proyectos apostólicos que realizar juntos.
Especial relieve tiene, en ese sentido, el Consejo de la Familia Salesiana, que
requiere la presencia y la aportación de todos los Grupos.
Art. 40. Inserción en los diferentes contextos
La misión exige la capacidad de insertarse en contextos culturales, sociales y
eclesiales diversos, sabiendo intuir urgencias y necesidades y demostrando capacidad de
colaboración con cuanto trabajan para el bien.
Para esto es necesario adquirir una actitud de escucha sin prejuicios, acogida sin
suspicacias, aprecio sin envidias, participación sin reservas.
De ese modo se concurre a la inculturación de la fe y del carisma mientras se edifica
la comunión eclesial, cada vez más amplia que la especial de un Grupo y de la misma
Familia Salesiana.
Es una formación que se obtiene en el terreno concreto del encuentro con grupos,
movimientos y asociaciones que expresan la riqueza de la Iglesia y se ponen al servicio
del Reino.
El primero entre ellos está el extendido Movimiento salesiano, del que la Familia
espiritual de Don Bosco constituye el centro animador.
Otros espacios vitales que favorecen esta formación lo constituyen la presencia de
los Grupos de la Familia en las Iglesias locales y la colaboración con otras asociaciones
eclesiales que trabajan en el territorio. La multiforme gracia de Dios dada a los
diferentes movimientos eclesiales se expresa con una espiritualidad especial y una
forma apostólica original que debe reconocerse y acogerse, mientras que a todos les
hacemos el regalo de nuestra identidad carismática y de la aportación de la misión
específica.
Es una formación que educa en la estima mutua, en adelantarse en la caridad y en el
deseo de colaboración, en actuar con paciencia y amplitud de miras, en la disponibilidad
al sacrificio que esto puede suponer a veces.
Como Familia Salesiana, estimulados por el ejemplo de Don Bosco que tuvo hacia
todos sentimientos y palabras de acogida y de reconocimiento y con todos supo
compartir intuiciones, experiencias y realizaciones, estamos llamados a confirmar el don
recibido compartiéndolo con toda la Iglesia.
Art. 41. Metodología de colaboración
Saber colaborar no funciona sin más exige una formación que tenga presentes
algunos elementos esenciales.
1. Ante todo hay que educarse en la coparticipación de un proyecto. Toda actividad
educativa y apostólica parte del análisis de la situación de los propios destinatarios e
intenta alcanzar determinados objetivos a breve, medio y largo plazo. Todo esto debe
estudiarse y programarse juntos, valorando las capacidades, respetando la diversidad de
visión y favoreciendo la convergencia.

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2. Hay que activar, además, las lógicas de la coordinación. El concurso de fuerzas
diversas con vistas a una empresa no es nunca un hecho automático. Se requieren,
efectivamente, algunas capacidades: conocer exactamente el problema que se pretende
resolver, aclarar la finalidad que nos proponemos, discernir con realismo las
posibilidades de intervención, valorar las fuerzas y los recursos disponibles, declarar
honradamente las aportaciones que se pueden y se proponen dar.
3. Hay que someterse también a la lógica de la reciprocidad. Dar y recibir no se dan
nunca en un solo sentido. La reciprocidad es conciencia del don propio y del ajeno, es
reconocimiento del valor propio y del de los demás, es acogida e intercambio de
sensibilidad, ideas y competencias complementarias, es ofrecimiento de prestaciones
hecho con generosidad y humildad.
4. Por último hay que educarse en la responsabilidad compartida. El buen resultado
de la colaboración en el campo educativo y apostólico depende tanto de la aceptación de
una responsabilidad primaria que coordina el proyecto, como del reconocimiento de las
responsabilidades de los demás, dando lugar a todos para que participen activamente en
el cumplimiento del proyecto común.
Art. 42. Papel del sacerdote en la Familia Salesiana
El Concilio Vaticano II presenta a los presbíteros como guías y educadores
del pueblo de Dios. Declara: «De muy poca utilidad serán las ceremonias más bellas y
las asociaciones más florecientes, si no se dirigen a educar a los hombres en la madurez
cristiana».45
Y justifica así la afirmación: «Corresponde a los sacerdotes, en su condición de
educadores en la fe, cuidar, por ellos mismos o por medio de otros, de que cada uno de
los fieles sea conducido en el Espíritu Santo a desarrollar su propia vocación específica
según el Evangelio, a practicar una caridad sincera y activa, a ejercitar la libertad con la
que Cristo nos ha liberado»46.
El sacerdote salesiano está llamado así a sus responsabilidades más importantes en
el sector de la formación. La Palabra de Dios, los sacramentos y especialmente la
Eucaristía, el servicio de la unidad y de la caridad son el tesoro más grande de la Iglesia.
Parafraseando una palabra conciliar, se puede afirmar que no es posible formar
espiritualmente una Familia apostólica como la salesiana si no se asume como raíz y
como eje la celebración de la Eucaristía, de la que debe por tanto partir cualquier
educación que tienda a formar el espíritu de familia.47
Los Grupos de la Familia Salesiana han evidenciado siempre esta exigencia
formativa y la reafirman en esta Carta de la identidad.
45 PO 6.
46 Ivi.
47 Cf. Ivi.

4.4 Page 34

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CAPÍTULO QUINTO
COMPOSICIÓN Y ANIMACIÓN DE LA F. S.
Art. 43. Una Familia en crecimiento
La Familia Salesiana, en estas últimas décadas, ha conocido una auténtica
primavera. A los Grupos originarios se han unido, bajo el impulso del Espíritu Santo,
otros Grupos que, con vocaciones específicas, han enriquecido la comunión y
ensanchado la misión salesiana.
A los ojos de todos es evidente cuánto ha crecido la Familia, cómo se ha
multiplicado el trabajo apostólico en diversos Países del mundo y cómo se ha extendido
el campo de acción en beneficio de tantos jóvenes y adultos. Esto invita no sólo a dar
gracias a Dios, sino que suscita también la conciencia de una mayor responsabilidad: en
efecto la vocación de nuestra Familia está, como toda otra vocación, al servicio de la
misión, de modo especial para la salvación de la juventud, especialmente la más pobre,
abandonada y en peligro.48
Los Grupos formalmente inscritos en la Familia Salesiana son los siguientes:
1. La Sociedad de San Francisco de Sales (Salesianos de Don Bosco)
2. El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora
3. La Asociación de los Salesianos Cooperadores
4. La Asociación de María Auxiliadora
5. La Asociación de los Antiguos Alumnos y de las Antiguas Alumnas de
Don Bosco
6. La Asociación de las Antiguas Alumnas y de los Antiguos Alumnos de
las Hijas di María Auxiliadora
7. El Instituto de las Voluntarias de Don Bosco
8. Las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María
9. Las Salesianas Oblatas del Sagrado Corazón de Jesús
10. Las Apóstoles de la Sagrada Familia
11. Las Hermanas de la Caridad de Jesús
12. Las Hermanas Misioneras de María Auxiliadora
13. Las Hijas del Divino Salvador
14. Las Esclavas del Corazón Inmaculado de María
15. Las Hermanas de Jesús Adolescente
16. La Asociación Damas Salesianas
17. Los Voluntarios Con Don Bosco
18. Las Hermanas Catequistas de María Inmaculada Auxiliadora
19. Las Hijas de la Realeza de María Inmaculada
20. Los Testigos de Jesús Resucitado
48 Cf. PASCUAL CHÁVEZ, La Familia Salesiana ayer y hoy: la semilla se ha convertido en un árbol y el
árbol en un Bosque, Aguinaldo del Rector Mayor. Roma 2009.

4.5 Page 35

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21. La Congregación de San Miguel Arcángel
22. La Congregación de las Hermanas de la Resurrección
23. La Congregación de las Hermanas Anunciadoras del Señor
24. The Disciples
25. Cançao Nova
26. Las Hermanas de San Miguel Arcángel o Micaelite
27. Las Hermanas de María Ausiliatrix
28. La Comunidad de la Misión de Don Bosco
29. Las Hermanas de la Realeza de María Inmaculada
Art. 44. Una Familia abierta
La Familia Salesiana, que se configura como un gran Movimiento para la salvación
de los jóvenes y se manifiesta en diversidad de formas para el apostolado en las
misiones, en los ambientes populares, en la comunicación social y en el cuidado de las
vocaciones, está abierta a otros Grupos que pidan oficialmente el reconocimiento del
Rector Mayor.
Los criterios esenciales para ser reconocidos en la Familia Salesiana son:
1. La participación en la “vocación salesiana”: es decir, la comunión, en algún
aspecto relevante, de la experiencia humana y carismática de Don Bosco. Él, en
efecto, sigue siendo para todos los Grupos, el inspirador originario de un camino
especial de discipulado y de apostolado; y como tal, es fuente de inspiración y
punto de convergencia.
2. La participación en la misión juvenil y/o popular salesiana. Esto significa que cada
Grupo, incluye entre sus fines específicos, algún elemento típico de la misión
salesiana, aunque vivido en formas y modalidades especiales.
3. La comunión del espíritu, del método educativo y del estilo misionero, es decir del
patrimonio espiritual y pedagógico de Don Bosco.
4. La vida evangélica según el espíritu salesiano o, lo que es lo mismo, una vida
inspirada en los consejos evangélicos como camino hacia la santidad; esta se
concreta tanto en la profesión de los votos propia de la consagración religiosa, como
en las diferentes formas de promesa o de compromiso que definen la fisonomía de
cada Grupo.
5. Una fraternidad activa que lleve a cada Grupo a unirse y a trabajar en sintonía y
sinergia con los otros grupos de la Familia Salesiana.
Art. 45. Puntos de referencia
En fuerza de su comunión apostólica de naturaleza carismática, los Grupos que
constituyen la Familia Salesiana reconocen en el Rector Mayor, Sucesor de Don Bosco,
el Padre y centro de unidad de la Familia misma.
Los Salesianos de Don Bosco, por otra parte, herederos especiales de su riqueza
carismática, llevan la responsabilidad de animar al conjunto de la Familia Salesiana.
Ellos, en efecto, tienen la «responsabilidad de mantener la unidad de espíritu, estimular
el diálogo y la colaboración fraterna para un recíproco enriquecimiento y una mayor

4.6 Page 36

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fecundidad apostólica».49 Por eso realizan un servicio que no corresponde a la autoridad
de gobierno, sino a la humilde y gozosa entrega de quien promueve un camino de
fidelidad al don recibido, favoreciendo su comunicación, su coparticipación y su
realización.
Art. 46. Organismos de animación y momentos de encuentro
Para asegurar una animación regular y eficaz a la Familia Salesiana, disponemos de
algunos organismos esenciales de coordinación y favorecemos ocasiones especiales de
encuentro.
En la esfera mundial, regional, nacional, inspectorial y local, la unidad y la
animación la sostienen e incrementan los Consejos de la Familia Salesiana.
La reunión del Consejo, en los diversos niveles, busca favorecer los siguientes
objetivos:
1. Estudiar y profundizar la figura de Don Bosco, su vida, su pedagogía, su
espiritualidad para conocer, entender y asumir cada vez mejor su proyecto
apostólico y sus criterios de acción pastoral.
2. Reforzar el sentido de pertenencia, favoreciendo un conocimiento directo y
concreto de los diversos grupos de la Familia y valorizando su identidad
específica.
3. Proponer reuniones y experiencias de formación en común.
4. Conocer los retos pastorales de la sociedad de la Iglesia local, en la que se inserta
la Familia Salesiana, estudiando las posibles sinergias pastorales, según la
especificidad de cada grupo, y en la comunión de la misma misión salesiana.
5. Tratar de activar, siempre que sea posible, iniciativas apostólicas concretas
compartidas por todos los grupos en el territorio.
El Consejo Mundial se reúne todos los años en la Casa General de los Salesianos
y propone líneas esenciales de animación para el año pastoral siguiente.
En cada región o inspectoría se celebra todos los años la Jornada de la Familia
Salesiana, con la propuesta de momentos adecuados de formación y de
comunicación.
A nivel mundial, se celebran cada año las Jornadas de Espiritualidad de la
Familia Salesiana. Son una ocasión de comunión, reflexión y comunicación,
durante la que se pretende profundizar especialmente en el contenido del Aguinaldo
del Rector Mayor. Este documento lo propone anualmente el Sucesor de Don Bosco
como una invitación a unirse en la reflexión y en la realización concreta de un
aspecto especial de la espiritualidad y misión salesianas.
Art. 47. Oración
Padre y Maestro de la juventud,
San Juan Bosco,
49 Const SDB art. 5c

4.7 Page 37

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que, dócil a los dones del Espíritu Santo,
has dejado como herencia a la Familia Salesiana
el tesoro de tu predilección
por “los pequeños y los pobres”,
enséñanos a ser
cada día para ellos
signos y portadores del amor de Dios,
cultivando en nuestro ánimo
los mismos sentimientos
de Cristo Buen Pastor.
Pide para todos los miembros de tu Familia
un corazón lleno de bondad,
constancia en el trabajo,
sabiduría en el discernimiento,
valentía para testimoniar el sentido de Iglesia
y generosidad misionera.
Obtennos del Señor para nosotros
la gracia de ser fieles
a la alianza especial
que el Señor ha hecho con nosotros,
y haz que, guiados por María Auxiliadora,
recorramos con alegría,
junto a los jóvenes,
el camino que conduce al Amor.
Amen.

4.8 Page 38

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ÍNDICE
Presentación
Capítulo primero: La Familia Salesiana en la Iglesia
Art. 1. Experiencia carismática y espiritual del Fundador
Art. 2. Desarrollo de la Familia
Art. 3. Configuración institucional
Art. 4. Unidad y diversidad
Art. 5. El Misterio trinitario fuente de la comunión
Art. 6. En la comunión de la Iglesia
Art. 7. Por un nuevo humanismo cristiano
Art. 8. La preciosa aportación de la mujer
Art. 9. Por nuevas formas de solidaridad
Art. 10. En el intercambio de los dones
Art. 11. Con María en casa
Art. 12. Con referencia a Don Bosco
Art. 13. El Rector Mayor en la Familia Salesiana
Capítulo segundo: La misión de la Familia Salesiana
Art. 14. Misión carismática en la Iglesia y para la Iglesia
Art. 15. Familia apostólica
Art. 16. Misión juvenil, popular y misionera
Art. 17. Servicio al Evangelio
Art. 18. En los nuevos contextos religiosos y culturales
Art. 19. Comunión y colaboración en la misión
Art. 20. Autonomía y originalidad de cada Grupo
Art. 21. Corresponsabilidad apostólica
Capítulo tercer: La espiritualidad de la Familia Salesiana
Art. 22. Horizontes de la espiritualidad apostólica de la Familia Salesiana
Art. 23. Colaborar con Dios Padre
Art. 24. Vivir los sentimientos de Cristo
Art. 25. Ser dóciles al Espíritu
Art. 26. Comunión y misión en la Iglesia
Art. 27. Espiritualidad de lo cotidiano
Art. 28. La «contemplación operante» de Don Bosco
Art. 29. Caridad apostólica dinámica
Art. 30. Gracia de unidad
Art. 31. Predilección por los jóvenes y dedicación a la clase popular
Art. 32. Cariño salesiano
Art. 33. Optimismo y alegría en la esperanza
Art. 34. Trabajo y templanza
Art. 35. Iniciativa y ductilidad
Art. 36. El espíritu salesiano de oración

4.9 Page 39

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Art. 37. María Auxiliadora, Maestra de espiritualidad apostólica
Capítulo cuarto: Formación en la comunión y misión en la Familia
Salesiana
Art. 38. Conocimiento de las identidades específicas
Art. 39. Formación compartida
Art. 40. Inserción en los diferentes contextos
Art. 41. Metodología de colaboración
Art. 42. Papel del sacerdote en la Familia Salesiana
Capítulo quinto: Composición y animación de la F. S.
Art. 43. Una Familia en crecimiento
Art. 44. Una Familia abierta
Art. 45. Puntos de referencia
Art. 46. Organismos de animación y momentos de encuentro
Art. 47. Oración