CAPÍTULO II |
SotrasCARTA DE LA MISIÓN español
CARTA DE LA MISIÓN
DE LA FAMILIA SALESIANA
Presentación
A LOS RESPONSABLES CENTRALES
DE LOS GRUPOS DE LA FAMILIA SALESIANA
EN SUS SEDES
Queridos hermanos y hermanas:
Hemos celebrado, hace unos días, los 125 años de expediciones misioneras en la Congregación y en la Familia de Don Bosco.
Deseo expresar, una vez más, junto con el agradecimiento a Dios por toda la ayuda que nos ha dado, mi más sentido gracias a los misioneros, que partían para varias zonas de la presencia salesiana, y a cuantos, de cerca y de lejos, han preparado el encuentro de Turín.
Hemos sido confortados también con la palabra del Papa, en la carta enviada al Rector Mayor para tal acontecimiento; ha recordado la significativa experiencia de las "Misiones Salesianas" en todo el mundo.
Ser misioneros tiene, siempre, dos ambientes de intervención: aquí y allá.
En Turín hemos sido orientados a tomar en consideración la exigencia de vivir "allá", es decir en los territorios misioneros. Ir a misiones es parte viva del carisma de Don Bosco y de la vida salesiana. No seríamos fieles al don del Espíritu si disminuyera nuestra generosidad misionera.
El presente testo, "Carta de la Misión de la Familia Salesiana", nos lleva al "aquí", a la vida diaria, entretejida de comunión, de compromiso apostólico, de convergencia de proyectos, de responsabilidad compartida por la difusión del Reino de Dios y de la espiritualidad salesiana.
Es una manera distinta, pero no secundaria, de la realización del sueño de Don Bosco educador y evangelizador, sobre todo por los jóvenes.
Al entregaros hoy, a los Responsables Centrales de los Grupos de la Familia Salesiana, la Carta de la Misión, revivo la riqueza del encuentro de los Consejos Generales, celebrado en la Pisana en el pasado junio.
Recuerdo con alegría la numerosa presencia, la activa participación de todos los Grupos, el deseo de un conocimiento recíproco cada vez más fraterno y profundo, la voluntad de caminar en comunión de espíritu y en convergencia de compromisos.
Sed todos, por tanto, promotores, cada uno en el ámbito del propio Grupo, de la reunión de Roma y del resultado más importante representado hoy en la Carta de la Misión.
Ha nacido del trabajo de muchos.
No tiene la intención de ser un texto doctrinal con ideas nuevas.
Presenta, ampliamente, la orientación y la sensibilidad de los Grupos de la Familia Salesiana respecto a su misión apostólica.
Lo podemos definir, correctamente, como un texto inspirativo.
Pide a cada miembro de los Grupos de la Familia un compromiso que se caracteriza como compromiso salesiano: por la opción de los destinatarios, por la propuesta de promoción y evangelización que ofrece, por la voluntad de profundizar las grandes intuiciones del Sistema Preventivo, por la implicación seglar, por la traducción ligada al contesto espacial y cultural del Carisma Salesiano.
Los responsables y las responsables locales y nacionales, internacionales y mundiales, son los primeros que deben estar comprometidos en difundir los criterios y las orientaciones contenidas en el presente texto.
Algunas palabras se repiten con frecuencia: misión, comunión, apostolato, salesianidad, jóvenes, retos, educación, promoción, evangelización, Sistema Preventivo, espíritu y espiritualidad.
Algunos criterios parecen de dominio común, pero tienen que ser aclarados continuamente y llevados a la práctica: autonomía y corresponsabilidad, comunión y originalidad.
Cada una de las realidades mencionadas tendrá necesidad de un adecuado comentario, que no me corresponde a mi, en el momento en el que estoy presentando la Carta de la Misión.
Será, por el contrario, función de vosotros los Responsables en diferente grado, de cada uno de los Grupos.
Nos estamos preparando a la fiesta de la Inmaculada, siempre muy querida por Don Bosco. María Inmaculada ha marcado muchas etapas de la vida y de la expansión del Carisma Salesiano. Pidámoselo con esta intención.
Sea para todos Madre y Auxiliadora.
Os deseo un buen trabajo.
Don Juan E. Vecchi
Rector Mayor
Roma, 25 de novembre de 2000
PROEMIO
La Familia salesiana es consciente de que ha sido querida y mandada por el Señor para la salvación de la juventud y de la gente del pueblo.
Para responder a las exigencias de los diversos ambientes y de los tiempos en continuo cambio, los Grupos que tienen a Don Bosco como punto de referencia se ponen a la escucha de la Palabra de Dios, y al servicio de los hermanos y de las hermanas necesitados.
La misión que la Familia realiza es respuesta concreta al Espíritu del Señor y a sus dones, a la fuerza que actúa a través del sacramento de la Confirmación y a la Iglesia que envía.
Reunidos en la asamblea de comunión en torno al Rector Mayor, sucesor de Don Bosco, desde el 1 al 5 de junio de 2000, los Grupos de la Familia Salesiana han querido recoger las aspiraciones fundamentales de la misión común.
El texto de la CARTA DE LA MISIÓN DE LA FAMILIA SALESIANA tiene que ser leído a la luz del camino de convergencia de todos y de la originalidad de cada uno, para una presencia apostólica más eficaz en la actual situación.
Se confía, por tanto, a los Consejos Generales de cada uno de los Grupos la aplicación adecuada a los diversos contextos de vida.
CAPÍTULO I
LA FAMILIA SALESIANA EN LA MISIÓN DE LA IGLESIA
1. La Iglesia para una nueva evangelización.
La iglesia ha sido misionera desde su fundación.
Habitada por el Espíritu Santo y enriquecida por sus dones vive en el mundo para dar la vida y darla abundantemente.
La Iglesia está viviendo un momento misionero particular, denominado "nueva evangelización".
Es una movilización de todas las fuerzas eclesiales para dar cumplimiento a la Palabra del Señor: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo"(Mt. 28, 19-20).
Los creyentes que tienen conciencia de ser parte viva de la Iglesia se ponen al servicio de la misión, ofreciendo su aportación original, según los dones recibidos.
En este vasto movimiento apostólico eclesial se coloca la Familia Salesiana.
2. La acción del Espíritu de Dios.
El Espíritu del Señor ha dato a Don Bosco una mirada penetrante del mundo juvenil, de los más necesitados, de las expectativas y de las urgencias de los jóvenes "pobres y en peligro”.
En la Iglesia y en la sociedad de Turín comenzó un vasto movimiento de personas muy pronto difundido a otras ciudades, que de diversa manera trabajan por la salvación de la juventud.
El mismo Espíritu reúne hoy en torno a un proyecto apostólico a sacerdotes y a seglares, a religiosos y a consagrados, a adultos y a jóvenes, a hombres y a mujeres, personas de diversa pertenencia social: todos ellos responsables de la realización de un sueño, iniciado en la colina de “I Becchi”, hecho experiencia en el Oratorio de Valdocco, y difundido en el mundo por la fuerza de una espiritualidad original, inspirada en San Francisco de Sales.
3. Los Grupos de la Familia Salesiana comprometidos en la misión eclesial.
De la espiritualidad apostólica, típica en Don Bosco, cada Grupo de la Familia Salesiana, de forma original, asume y define el propio compromiso en la Iglesia.
Pertenecen, actualmente, a la Familia Salesiana grupos de sacerdotes, reunidos en comunidades religiosas o que trabajan en las diócesis.
Hay, también, grupos de seglares, hombres y mujeres, que pertenecen a asociaciones seglares, y también hay institutos de asociaciones seculares, oficialmente reconocidos por la Iglesia y por el Rector Mayor.
Hay, finalmente, numerosos institutos de vida religiosa femenina, nacidos para responder a nuevas urgencias de la misión eclesial, en diferentes lugares y circunstancias.
Cada una de las personas y los diversos grupos que se ponen dócilmente a la escucha y a la búsqueda de Dios, reciben la luz y la fuerza necesaria para cumplir la propia vocación en el mundo y en la Iglesia.
El Espíritu de Dios difunde en el mundo sus dones de forma original y diversificada.
Todos los carismas se adaptan a las situaciones humanas e históricas, en vistas del desarrollo del Reino de Dios.
4. Las dimensiones del compromiso apostólico de la Familia de Don Bosco.
La Familia Salesiana reafirma, en el contexto del mundo contemporáneo, la fidelidad a la riqueza profética de Don Bosco, como respuesta de fidelidad al plan de Dios.
Los ambientes en los cuales interviene son tres:
la promoción humana,
la educación,
la evangelización.
Dirigiéndose, de manera especial a los jóvenes pobres y a la gente sencilla del pueblo, los miembros de la Familia Salesiana trabajan, ante todo, por crear las condiciones favorables para un crecimiento digno de las personas.
Nacen así muchas actividades de inserción en las situaciones de pobreza.
Para las iniciativas de promoción, la presencia de los seglares es particularmente necesaria.
Fuerza eficaz e indispensable para un proceso de crecimiento, es la educación tanto de los jóvenes, como de los adultos.
Existen muchas obras de educación formal, en la Familia Salesiana.
Asimismo, existen también muchas de educación no formal.
La colaboración entre los diversos Grupos de la Familia, dentro del ámbito de la educación, es esencial y significativa.
La evangelización directa compromete a muchos Grupos: tanto insertados en las Iglesias locales y por tanto partícipes de los proyectos en las diócesis, como dando vida a programas concretos y particulares, para responder a exigencias de categorías de personas y a problemas cotidianos.
La presencia de Grupos con una clara identidad cristiana produce evangelización también en contextos donde la evangelización directa no es fácil o no está permitida.
5. Una misión particularmente adaptada a los seglares.
La amplitud del compromiso apostólico señalado por Don Bosco a sus colaboradores lleva consigo la exigencia de multiplicar los recursos humanos y las fuerzas disponibles.
Don Bosco recurrirá a la ayuda y al apoyo de los seglares y de las seglares, además de los eclesiásticos y religiosos.
Son numerosos los educadores y las educadoras, los trabajadores sociales, los catequistas y las catequistas, los profesionales adultos, los políticos simpatizantes de las iniciativas salesianas, los jóvenes con talentos de animación, que encuentran en las obras de Don Bosco la posibilidad concreta de expresar profesionalidades, carismas y profecías.
Se asiste a una verdadera movilización del laicado, incluso sin ser creyente practicante, en las actividades salesianas, en ciertas circunstancias, más por exigencia de emplear brazos colaboradores que por opción ideal o teológica.
De esta forma comienza un vasto movimiento de personas que se organizan, se coordinan y comparten un proyecto para la salvación de la juventud y del pueblo.
El Movimiento es más amplio de cuanto se define como Familia Salesiana; ésta es responsable de las relaciones de todos los Grupos que forman parte del Movimiento.
6. El Sistema Preventivo.
Don Bosco vivió el don de ser Fundador de una Familia Espiritual, iniciando algunos Grupos como expresión concreta de su sueño de salvación por todos.
Nos ha dejado en herencia la riqueza del Sistema Preventivo.
Representa, en la experiencia de la Familia Salesiana:
la modalidad del compromiso de promoción humana,
la opción de contenidos de la intervención educativa y apostólica,
la espiritualidad apostólica de la acción, inspirándose en San Francisco de Sales.
1 LA MISIÓN DE LA FAMILIA SALESIANA |
▲back to top |
1.1 EN EL NUEVO CONTEXTO RELIGIOSO Y CULTURAL |
▲back to top |
7. El compromiso apostólico interpela a la Familia Salesiana.
La Iglesia del Concilio Vaticano II, a través del magisterio del Papa, de los Sínodos de los Obispos y del Gran Jubileo de la Redención, ha impulsado a las comunidades de creyentes a retomar con entusiasmo y novedad el anuncio de la salvación a todo el mundo.
La Familia Salesiana, en el camino de renovación y de comunión de todas las fuerzas que la componen, ofrece a sus miembros algunas opciones fundamentales para vivir, eficazmente, el compromiso misionero y apostólico.
Parte de algunas intuiciones típicas de la experiencia de Don Bosco.
8. Honrado ciudadano y buen cristiano.
Esta expresión, utilizada con frecuencia por Don Bosco para definir el significado de su obra en la Iglesia y en la sociedad, ha traspasado los confines de su tiempo y de la experiencia en Valdocco.
"Honrado ciudadano y buen cristiano" tiene contenidos tradicionales y nuevos.
Se refiere al deseo de colaborar en el nuevo orden de la sociedad que nacía en aquellos años, insertando en los procesos de cambio los valores permanentes del vivir y del actuar moral.
Reconoce, casi empáticamente, el valor del orden nuevo que la sociedad va expresando. Reconoce la riqueza de la cultura nueva que está naciendo y los esfuerzos por dar a la humanidad un bienestar más amplio y más seguro.
Reconoce la fuerza contenida en la religiosidad que se renueva a la luz de los problemas y de las expectativas de la gente, particularmente de las personas más necesitadas.
Representa, por tanto, una enunciación sintética del manifiesto educativo de nuestro Padre.
La síntesis no hay que buscarla únicamente en la brevedad de la expresión, sino también y principalmente en la capacidad de no dividir todo lo que en la vida diaria está unido.
Todos somos, al mismo tiempo, ciudadanos y creyentes.
La intuición de Don Bosco era la de indicar la interdependencia de los dos conceptos.
La honradez de ciudadano conduce a la fidelidad hacia los valores evangélicos.
La vida como buen cristiano es fundamento para la honradez social del ciudadano.
9. El humanismo salesiano.
El contenido inmediato que se percibe en la palabra de Don Bosco es la aceptación de todo lo que es integralmente humano.
Ante todo, tender al “honrado ciudadano y buen cristiano” es poner de manifiesto la dignidad de la persona humana.
El Concilio Vaticano II en la constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo afirma con claridad: "Según la opinión casi unánime de creyentes y no creyentes, todo lo que existe en la tierra debe ordenarse al hombre como su centro y su culminación" (G. et Spes n. 12).
Los educadores y los apóstoles tienen el compromiso de despertar y poner en movimiento todas las posibilidades juveniles: la facultad del conocimiento y de la razón, el variado patrimonio afectivo, la voluntad fortificada por la libertad.
Además, el humanismo salesiano considera la realidad diaria, desde el trabajo a la cultura, desde la alegría de la amistad al compromiso civil, desde la naturaleza en la cual estamos inmersos a la educación personal y social, desde la competencia profesional a la honradez moral de los propios gestos y de las opciones; todas ellas realidades que constituyen la vida, y que son valores que tienen que ser defendidos y ayudados a crecer, en la experiencia universal.
El compromiso por la promoción humana en la historia salesiana tiene en gran consideración las pequeñas realidades que forman la experiencia de las personas.
Además, el humanismo salesiano actúa en la perspectiva de dar sentido a la vida diaria.
La educación a través de la razón, la religión y el amor de Don Bosco tiende a llenar de esperanza y de futuro la historia de las personas.
El compromiso apostólico salesiano de todos los Grupos de la Familia está definido por la educación como contenido de la propia misión, de la forma de intervención para ser eficaces, y de la opción espiritual para los agentes.
Finalmente, el humanismo salesiano se propone ayudar a cada uno a encontrar el justo puesto en la sociedad y en la Iglesia.
La vocación de cada uno es el punto más importante de la vida.
Estamos en el mundo no para nosotros, sino para los demás, comprometidos en una misión específica como servicio a los hermanos.
La idea fundamental es que hay que trabajar, siempre y en todo lugar, con caridad evangélica.
Los creyentes, adultos y jóvenes, consagrados y seglares, hombres y mujeres, expresarán de mil maneras el don de la caridad: unos a través de la limosna, otros en actividades educativas, otros también en el compromiso por la evangelización, hasta la donación misionera.
10. Comprometerse por la persona humana hoy.
El objetivo de la misión de la Familia Salesiana, dentro de la sencillez de su formulación "honrado ciudadano y buen cristiano", se ha hecho complejo y difícil en el contexto social y religioso de hoy.
Razones históricas, culturales y religiosas dificultan la intervención apostólica.
La encíclica de Juan Pablo II, Redemptoris Missio, responde a muchos interrogantes que el apostolado se hace.
La Familia Salesiana que vive en las diversas regiones del mundo es invitada por tanto, a una lectura atenta y a una profundización adecuada en las diversas situaciones del documento eclesial.
Don Bosco recordaba a sus colaboradores que trabajaran con caridad ejercitada, "según las exigencias del tiempo".
Estas exigencias tienen, verdaderamente, que llenar de concreción los objetivos de la misión.
Intentemos indicar algunas direcciones posibles.
11. Significativos en el territorio.
“El honrado ciudadano y el buen cristiano" se miden, en primer lugar, con una presencia significativa en el territorio.
Esto comporta una inserción efectiva en los contextos de vida de la gente sencilla y de los jóvenes en particular.
Se es significativo tanto por el testimonio de compartir el sufrimiento, como por las propuestas operativas que se formulan, como respuesta a los interrogantes que nacen cuando se busca un crecimiento en humanidad.
Existen problemas de relaciones, a corto y a largo alcance, con personas y con instituciones; cuestiones de valores humanos y morales que hay que recordar y promover, dentro del respeto a las diversas posiciones y en coherencia con la propia conciencia; soluciones nuevas que hay que buscar, partiendo de experiencias pasadas y mirando al futuro; defensa de los derechos especialmente los que corresponden a los más débiles y más expuestos; presencia eficaz en la política donde se elaboran las estrategias educativas; convergencia de fuerzas para promover una opinión pública nutrida de valores evangélicos y salesianos.
El criterio de la significatividad tiene aplicaciones distintas en contextos geográficos y culturales diversos.
No exige lo mismo en lugares diferentes y tampoco indica el mismo camino a personas diversas.
12. Graduales en la búsqueda del objetivo integral.
"El honrado ciudadano y el buen cristiano" expresa la madurez lograda, es decir, la apertura a la verdad en su totalidad y a la responsable libertad personal.
El salesiano de todos los Grupos de la Familia está, al mismo tiempo, atento a los procesos de educación y pronto a acompañar y a animar, el camino hacia el objetivo.
Esto exige la gradualidad en el camino.
Las Constituciones de los Salesianos de Don Bosco expresan claramente esta exigencia: "Imitando la paciencia de Dios acogemos a los jóvenes tal como se encuebntran en el desarrollo de su libertad. Les acompañamos para que adquieran convicciones sólidas y progresivamente se vayan haciendo responsables del delicado proceso de crecimiento de su humanidad en la fe”.
La Iglesia ha indicado algunas determinaciones, que es util retomar en el presente contexto.
La Catechesi tradendae recuerda:
la integridad del contenido que hay que trasmitir con "todo su rigor y con todo su vigor";
el equilibrio en la organización de los contenidos mismos que hay que presentar;
la organización entre las diversas partes, resaltando lo que cada parte requiere;
la jerarquización respetuosa de la centralidad de algunos contenido respeto a otros y, por tanto, fundamentales, y condicionantes;
el lenguaje que hay que utilizar, inspirado por la humilde preocupación de que capten mejor la riqueza de los contenidos.
La aplicación correcta del Sistema Preventivo responde a las exigencias del anuncio evangélico, para que resulte completo, claro y eficaz.
13. Complementarios en la convergencia de las fuerzas.
"El honrado ciudadano y el buen cristiano" presenta una riqueza de contenidos que hay que descubrir continuamente.
La experiencia en la educación reconoce que para realizar los objetivos es indispensable la sinergia de muchas intervenciones, especialmente hoy.
La presencia simultánea de muchos puntos de referencia sobre los mismos problemas de la vida, la diversidad de visión de la persona humana en la cultura actual, la cantidad indefinida de mensajes que llegan al mismo sujeto, a través de una comunicación que se ha convertido en policéntrica, exigen un más amplio y riguroso planteamiento del hecho educativo.
Hay muchas fuerzas convocadas a esta causa.
Tienen que ser coordinadas para el logro del objetivo común.
La Familia Salesiana, con los diversos Grupos que la componen, puede asegurar, más competentemente, la cobertura de los diversos sectores educativos, a partir de la identidad de los Grupos y de la especificidad en la realización de la misión.
En este ámbito se recoge la riqueza y la eficacia de las diferencias, dentro de una comunión más profunda y sustancial.
14. Educar evangelizando, evangelizar educando.
Ésta es una segunda formulación del compromiso apostólico de la Familia Salesiana de Don Bosco.
Será objeto de reflexión a continuación, en el capítulo que presentará la espiritualidad salesiana en la acción apostólica.
El recuerdo sirve para subrayar el nuevo aspecto que viene a continuación.
La unidad de la misión salesiana, compleja en sus componentes, tiene necesidad de misioneros que vivan la unidad interior.
Sepan, pues, dirigir la educación, particularmente de la juventud, a la evangelización.
No podemos decir que hemos educado, si nos paramos a la mitad del camino: Tanto en la oferta, si miramos a los contenidos, como en la responsabilidad que queremos suscitar mirando al destinatario, como en la sustancia del hecho educativo y del hecho evangelizador, si lo reducimos a bienes privados e individuales.
Sepan los apóstoles abrir la evangelización a las exigencias de la educación, reconociendo la importancia de dar respuesta a los problemas reales, para no trasmitir un mensaje alejado de la vida cotidiana.
2 CAPÍTULO III |
▲back to top |
3 FRONTERAS PARA LA MISIÓN EDUCATIVO-PASTORAL |
▲back to top |
4 DE LA FAMILIA SALESIANA |
▲back to top |
15. Corazón de la misión salesiana: da mihi animas, coetera tolle.
Partimos de nuevo desde el centro de la realidad salesiana, considerando tanto la historia de Don Bosco, como examinando la experiencia de su Familia Apostólica.
El Da mihi animas es como una piedra miliar, cargada de consecuencias y perspectivas. En él está contenido todo el espíritu salesiano. Es nuestro "distintivo salesiano por excelencia".
Pone en primer lugar la exigencia de la misión.
Expresa el impulso del apóstol.
Es la caridad apostólica, dispuesta a perderlo todo, para salvar a todos.
En los documentos constitucionales se dice, en relación al lema de Don Bosco “da mihi animas”, que somos "signos y portadores del amor de Dios".
Inmediatamente podremos decir: "Todo, todo, hasta dejar la piel por Cristo y por los jóvenes"1.
16. Asunción de los retos de la vida.
La capacidad de llegar al corazón de la vida, a la experiencia diaria de los destinatarios de nuestra misión, exigen meterse dentro de la realidad, hoy particularmente contradictoria y conflictiva, para acompañar, compartir y ayudar.
Los problemas más urgentes, para la acción de los creyentes, que nacen de la cultura contemporánea, miran entre otras cosas a:
El reto de la complejidad.
Afecta a todos los ámbitos de la vida, comprendido el de la experiencia religiosa.
Existe una presencia simultánea de muchas religiones en el mismo territorio.
La misión entra, de esta forma, en relación y confrontación con movimientos e inspiraciones de vida, múltiples y diferentes.
Los jóvenes, pues, son tentados cada vez más frecuentemente por la indiferencia y por la a-religiosidad, corriendo el riesgo de reducir la fe a un hecho privado e irrelevante en las opciones que hay que cumplir.
De ello se deriva una desorientación moral, que desafía al carisma salesiano comprometido en la Iglesia a educar a los jóvenes y a las jóvenes a la vida que hay que aceptar y a la relación interpersonal.
17. La fragilidad social de la familia, como institución.
El contexto social y cultural de hoy no favorece el desarrollo de la familia natural.
La Iglesia recuerda a los creyentes algunas convicciones fundamentales:
el desarrollo de la sociedad y de la misma Iglesia depende de la familia;
la familia es un taller, el primer lugar, de humanización y de verdadera solidaridad;
en el designio de Dios la familia es un gran don, originario y bendecido desde el comienzo, la cuna de la vida y del amor.
Todos los que se inspiran en Don Bosco se sienten interpelados por la situación actual, porque reconocen a la familia una función educativa, el ambiente para preparar a los jóvenes al amor, y a la acogida de la vida, la primera escuela de la solidaridad entre las personas y los pueblos.
Los miembros de la Familia Salesiana, seglares y consagrados, asumen un compromiso específico para dar dignidad y fortaleza a la familia, para que sea, de forma cada vez más evidente, "pequeña Iglesia, Iglesia doméstica".
Hay que tener en cuenta, también aquí, los nuevos problemas que afectan hoy a los dinamismos que están presentes en la procreación, al desarrollo de la vida humana, y a la manipulación del hombre.
"En las fronteras de la vida humana, nuevas posibilidades y responsabilidades se han abierto de par en par con el enorme desarrollo de las ciencias biológicas y médicas, juntamente con el sorprendente poder tecnológico"2.
18. Una nueva conciencia del papel de la mujer en la Iglesia y en la sociedad.
La experiencia de la vida salesiana nació y se enriqueció con la aportación significativa y eficaz de muchas mujeres.
Don Bosco no habría podido concebir el Sistema Preventivo sin la formación recibida de Mamá Margarita
Madre Mazzarello supo traducir al mundo femenino la experiencia de Don Bosco.
Las primeras Voluntarias de Don Bosco en torno a don Felipe Rinaldi inauguraron la secularidad consagrada femenina en la Familia Salesiana.
Hoy las mujeres pertenecientes a la Familia Salesiana, en los diversos Grupos que la componen, se comprometen a compartir el genio femenino en la reciprocidad con los hermanos.
Los grandes cambios de nuestro mundo exigen claridad sobre la dignidad de la mujer y su vocación.
Repetimos aquí unas palabras del Concilio Vaticano II en su conclusión: “Por eso en este momento, en el que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres, impregnadas del espíritu del Evangelio, pueden ayudar mucho a que la humanidad no decaiga"3.
19. El reto de la comunicación social.
Los instrumentos técnicos e informáticos hacen inmediatamente público todo lo que en otro tiempo era considerado privado.
Superando todas las barreras físicas, la comunicación y sus contenidos, la propuesta de modelos y de consumo, han invadido toda la vida.
La nueva situación de la cultura de la comunicación, por otra parte, ofrece inéditas posibilidades de educación y de evangelización.
Hoy la comunicación social es el camino obligado para la difusión de la cultura y de los modelos de vida.
Es parte significativa de la experiencia juvenil.
Don Bosco intuyó su eficacia y dejó en herencia a su Familia espiritual el compromiso de valorar la comunicación social como instrumento de crecimiento personal y comunitario, y al mismo tiempo, como defensa de la fe en los ambientes populares.
20. Las nuevas formas de solidaridad
La interdependencia entre las personas y los pueblos es un sistema determinante de relaciones en el mundo contemporáneo y llega hasta las esferas de la economía, de la cultura, la política y de la religión.
La respuesta a la interdependencia puede ser doble y crea dos actitudes opuestas: la búsqueda del dominio del otro o el servicio evangélico.
Este último recibe el nombre de solidaridad.
“Esta no es, pues, un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos”
Ser solidario a través de:
la asistencia salesiana, cuando es comprendida y realizada según las múltiples actitudes unidas a ella. Hoy también se la puede llamar "ética de estar cercano"; compromete a encontrar intervenciones personalizadas, relaciones de amistad y de confianza, para escuchar las expectativas más profundas de los jóvenes y de las jóvenes, especialmente si son pequeños y pobres.
El voluntariado civil, social y misionero, está muy extendido entre jóvenes y adultos. Constituye, para la persona, una posible vocación significativa y de compromiso. Entendido como disponibilidad de tiempo, de apoyo a las iniciativas de promoción, de educación y pastoral, capacita a las personas para la coresponsabilidad.
El compromiso social y político.
El tema nos obliga a precisar varios puntos.
En los textos institucionales de los Grupos de la Familia Salesiana se declara, habitualmente, la exclusión de los Grupos, en cuanto grupo salesiano, de toda organización de partido político.
En muchas zonas se detecta un escepticismo y absentismo por parte de los creyentes con respecto a la política.
No obstante es necesario recordar dos criterios manifestados por la Iglesia:
+ "La Iglesia alaba y tiene como digna de consideración la obra de aquellos que para servicio de los hombres se consagran al bien del Estado y aceptan las cargas de éste deber"4.
+ “Los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la "política", es decir, en la múltiple y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común”5.
La nueva evangelización.
El camino realizado por la Iglesia en preparación al tercer milenio ha indicado un compromiso de fidelidad a la Palabra del Señor y a la vocación de cada una de las personas y de los Movimientos.
La Familia Salesiana, atenta a la voz del Espíritu, ha captado la llamada a un trabajo pastoral y espiritual más profundo:
+ para una personalización de la fe de los destinatarios y de los agentes, a través de una catequesis sistemática,
+ para el anuncio explícito tanto del mensaje evangélico en la vida diaria, como de las exigencias prácticas que nacen del misterio de la Encarnación,
+ para el acompañamiento de los jóvenes que buscan el sentido que hay que dar a la propia vida, hasta la acogida del don de Dios que llama con una vocación especial de consagración a su Reino.
5 CAPÍTULO IV |
▲back to top |
5.1 LA ESPIRITUALIDAD APOSTÓLICA |
▲back to top |
21. Los horizontes de la espiritualidad.
Del carisma emana una espiritualidad.
Ésta da una visión nueva de la realidad, con la capacidad de leerla no sólo en lo que aparece, sino también en lo que está bajo los acontecimientos.
Llena al creyente de una fuerza que se traduce en entusiasmo incontenible en el don de sí a los demás, como caridad operativa.
Sugiere aspectos del misterio de Dios que se convierten en criterios para relacionarse con Él, la historia, los hermanos y las hermanas.
Unifica toda la existencia, dándole un alma, un centro y una motivación.
22. Evangelizar educando y educar evangelizando.
Es la típica fórmula que expresa la unidad de la espiritualidad vivida en la Familia Salesiana.
Es una manera diversa para expresar el Sistema Preventivo, no sólo en su dimensión de pedagogía y de metodología, sino también de espiritualidad.
Ayuda a comprender la espiritualidad como un don, en cuanto que indica la unidad de la vida y de la acción del apostolado, como un fruto que nace del Espíritu y conduce al Espíritu
Exige que seamos testigos de la fuerza educativa que reside en el Evangelio.
Al mismo tiempo, como hijos e hijas espirituales de Don Bosco, estamos llamados a mostrar la riqueza evangelizadora de la educación.
Nos declaramos, por esto, "signos y portadores del amor de Dios" a los jóvenes, especialmente a los más necesitados y a las clases populares.
Es un reto hoy, para todos los Grupos de la Familia, porque es fuerte la tendencia a simplificar la misión apostólica y reducirla, a veces a la sola perspectiva de promoción, y otras veces a la sola evangelización explícita.
La educación, por el contrario, requiere dar expresión a todo lo que todavía no ha logrado expresarse, a nivel humano y a nivel espiritual.
La consideración de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, en cuanto signos de la gracia y en cuanto instrumentos de educación, es del todo original.
23. Cristo, Buen Pastor.
La imagen del Buen Pastor se aplica a todos los creyentes que realizan la animación de los demás, particularmente de los pequeños y de los pobres.
E indica dos hermosas perspectivas de espiritualidad apostólica:
La primera: en toda clase de trabajo y de compromiso los creyentes debemos "entrar en el nombre de Jesús". Es decir, comporta poner en el centro de la atención, de la preocupación y de los trabajos la persona como supremo valor, al cual dedicarse sin límites.
El apóstol ama, ama totalmente, ama sin prejuicios. Así se comportó el Buen Pastor, incluso con la oveja perdida.
La segunda: aceptar y vivir la persona del Señor como el único que da sentido y plenitud al vivir cotidiano.
Él que es el lugar de la vida salvada de la precariedad y del vacío.
Él que es la garantía de la libertad, porque deja libertad para entrar y para salir, como dice San Juan.
Él es el ejemplo de la solidaridad, y ofrece verdes y seguros pastos.
Para nuestra experiencia salesiana, la imagen del Buen Pastor orienta contenidos, metodología y proyectos de vida espiritual.
Propone nuevamente una relectura del Sistema Preventivo, a través de:
a través del conocimiento recíproco y personal,
el acompañamiento que se reviste de entusiasmo y optimismo en las dificultades ligadas a la obra pastoral, y se adapta a las situaciones y circunstancias de cada uno,
la responsabilidad de los unos para con los otros, invitando a todos a asumir hacia los lejanos y los extranjeros actitudes de simpatía y de intervención concreta.
24. Una caridad pastoral dinámica.
La caridad pastoral dinámica representa el corazón del espíritu de Don Bosco, la sustancia de la vida salesiana, la fuerza del compromiso apostólico de los miembros de la Familia Salesiana.
El término "caridad" tiene que ser llenado no sólo de las fuerzas del corazón humano, sino de la simpatía de los educadores y de la alegría de sentirse útiles, sino, también, con participación en el corazón mismo de Cristo y en la misericordia que proviene del Padre.
El sueño de los nueve años contiene en sí ya esta exigencia.
La caridad "pastoral", además, es la participación en el alma interior del Señor, en su misión de salvación, en el compromiso manifestado por el Buen Pastor para la salvación de todos.
En el corazón del apóstol salesiano esta dimensión refuerza su amor hacia el Padre, su gloria, y su amor hacia los hermanos, especialmente los más necesitados, que hay que salvar.
La caridad pastoral "dinámica", manifiesta la exigencia de vivir un poco por encima de la norma, con vivacidad y con una pizca de locura, más sabia que la sabiduría humana6.
La caridad salesiana sigue el dinamismo innovador, típico de los jóvenes y no puede contentarse con la rutina, sino que busca la novedad de la profecía encerrada en la juventud.
25. Es espiritualidad de la acción.
San Francisco de Sales es reconocido como maestro de una nueva espiritualidad en la Iglesia: el éxtasis de la acción y de la vida.
En la experiencia cristiana comprometida se pueden realizar tres formas de éxtasis:
la intelectiva: nace de la admiración del proyecto y de la obra de Dios, y se presenta como luz que ilumina el camino de la fe;
la afectiva: encuentra la fuerza del ofrecimiento de los talentos y de la vida al Señor y a su Reino, y se manifiesta en el fervor y en el entusiasmo del amor;
la de la acción y de la vida: tiene su origen en la actividad concreta y cotidiana, y se alimenta con las obras de bien hechas con cuidado, frecuencia y prontitud.
Para San Francisco de Sales esta última es la más alta y la más apta para la percepción de la presencia de Dios en la vida de la gente y de la Iglesia.
La Familia Salesiana, en la relectura de Don Bosco Fundador de una Familia Espiritual, ha traducido las exigencias de la espiritualidad y de la mística, considerando el nivel juvenil, en una formulación sencilla y comprometida: la espiritualidad de lo cotidiano.
26. Amabilidad salesiana.
La amabilidad requiere la superación del propio egoísmo, para abrirse a las necesidades del otro.
Es un verdadero éxodo.
Exige un gran amor, una esperanza a toda prueba, una confianza que no se deja abatir por las dificultades.
A los jóvenes hay que tomarles en el punto en el cual se encuentra, como experiencia humana y como experiencia religiosa.
Tomarles dónde están, para llevarles adónde son llamados.
Las fuerzas interiores del bien, de la justicia, del amor que hay en ellos buscan educadores capaces de acogerlas y desarrollarlas.
"La caridad de Cristo nos impulsa continuamente": repiten el educador y el pastor salesiano.
La amabilidad es signo visible y humano del amor de Dios.
Es instrumento para hacerlo nacer y crecer en el corazón de cuantos han sido alcanzados por la amabilidad de Don Bosco.
Es la manifestación de Dios Padre que ama, de Jesús que asume en sí toda la experiencia humana, del Espíritu del Señor que acompaña como amigo y defensor de los pobres.
La amabilidad camina junto con la razón, para evitar que se pueda perder en la simple emoción.
27. La oración salesiana.
La llamamos, ordinariamente, oración apostólica.
Los modelos son, para todos nosotros, San Francisco de Sales y Don Bosco.
No es fácil juzgar a Don Bosco con el parámetro tradicional, en cuanto a la oración.
En su manera de obrar se mostraba muy distinto de los demás santos: conjugaba un trabajo extraordinario y continuo con una oración profunda, pero sencilla y corta en el tiempo.
En sus tiempos, para muchos hermanos sacerdotes, resultó poco edificante la cantidad y el tipo de trabajo de Don Bosco, y la evidente escasa oración formal.
Sin embargo siempre fue animado por el Papa a continuar con su estilo.
Tres características tienen que ser consideradas conjuntamente en la historia de Don Bosco, santo y hombre espiritual:
la armonía entre periferia y centro de su vida.
Como “periferia” tiene que entenderse el trabajo infatigable.
Como “centro” hay que considerar el recogimiento místico.
Siempre ocupado en muchos asuntos, la periferia no ocasionaba molestias al centro, y el centro no creaba rémoras a la periferia.
La armonía es la expresión de la síntesis lograda, tal como Francisco de Sales había enseñado.
La misma denominación de la obra más significativa de su experiencia apostólica y de maestro de vida espiritual: el Oratorio.
Don Bosco mismo comentó que el término quería indicar, de forma clara, la finalidad sustancial de la obra de los oratorios.
Expresaba también el fundamento de su institución: ¡la oración!
La solicitud dirigida a sus hijos: haced bien las prácticas del buen cristiano.
La recta comprensión de la palabra de Don Bosco es posible en un contexto de Palabra de Dios.
Las prácticas del buen cristiano no se pueden reducir a las solas prácticas exteriores de piedad.
Nos trasladamos, sin embargo, a un horizonte más amplio, al descrito por el evangelista Mateo en el juicio al final de la vida.
Prácticas del buen cristiano son la búsqueda y el cumplimiento de la voluntad de Dios, la invocación y la acción para la construcción de su Reino.
28. María, Madre y Maestra.
Muchos Grupos de la Familia Salesiana tienen la referencia a María en el mismo título oficial reconocido: María, María Inmaculada, María Auxiliadora, María Reina, el Corazón de María.
Ya desde la adolescencia, desde el primer sueño de los nueve años, Don Bosco se refirió a María como Maestra y Madre, porque así se lo había indicado el Personaje del sueño.
En su primera experiencia educativa, poniéndose en el camino de su Iglesia local, ligó su obra a la Virgen Dolorosa.
Respondía plenamente a las necesidades de los jóvenes, "pobres y en peligro", el sentirse protegidos por una Madre Consoladora.
Cuando recogió, establemente, en Valdocco a los jóvenes con un proyecto integral de educación y evangelización, viviendo el momento espiritual, en la Iglesia universal, de la definición del dogma, les propuso la imagen de María Inmaculada.
A Don Bosco le parecía que era la educadora más eficaz para los jóvenes que debían superar las dificultades en su crecimiento humano y cristiano.
Finalmente, como Fundador de una Familia Apostólica, comprometida en la educación y en evangelización de los jóvenes y de los pobres, y experimentando cómo "María lo ha hecho todo" en su vida, viniendo pronto a socorrerlo, propuso y difundió la devoción a la Virgen con el título de Auxiliadora de los Cristianos.
Observando el cuadro querido por Don Bosco para la basílica, y releyendo la descripción propuesta al pintor para la realización de su cuadro, María Auxiliadora aparece en su misterio de maternidad eclesial y en su papel de educadora y ayuda potente.
CAPÍTULO V
FORMACIÓN PARA LA MISIÓN APOSTÓLICA
29. Trabajar en comunión.
La comunión es la primera y fundamental obra apostólica.
Los apóstoles estén preparados para una misión compartida con los otros agentes.
Ser solitarios en este ámbito significa correr el riesgo de equivocarse.
Es necesario cultivar los dones recibidos, para que crezcan y se multipliquen.
Es indispensable, no bastante, saber poner en común perspectivas y proyectos.
Toda familia es tal cuando logra vivir unida y organizarse como un todo orgánico.
De la misma manera, hemos sido llamados juntos, y juntos hemos sido enviados.
Las diferencias y las originalidades no son anuladas.
Son, por el contrario, sostenidas y potencializadas.
La dispersión de las fuerzas apostólicas y el individualismo en el bien reduce el testimonio evangélico y la eficacia operativa.
En la Familia Salesiana se encuentran trabajando juntos sacerdotes y seglares, religiosos y consagrados, hombres y mujeres, jóvenes y adultos.
Cada uno debe aprender a reconocerse en la multiplicidad de las relaciones, construirlas fraternalmente y dar espacio a los carismas de los demás.
El bien de los jóvenes y del pueblo está por encima y más allá de las preocupaciones del crecimiento y de la imagen de cada uno de los grupos.
30. Formarse juntos.
Un criterio dentro de la vida salesiana es hacer de las experiencias el contenido de la formación.
Se indican dos niveles de formación conjunta, reconociendo que existen otros muchos horizontes posibles.
El nivel teórico.
1º - aprender a pensar juntos, para no reducir la realidad al propio punto de vista.
Es decir:
superar el egoísmo y el individualismo en la organización de la acción;
vencer el miedo a tener que confrontarse y compartir;
mirar al bien de los destinatarios antes que al propio éxito;
descentrarse de sí para concentrarse en los demás.
2° - Oraganizarse para trabajar juntos.
Es decir:
los diversos Grupos de la Familia Salesiana deben asumir el compromiso de la aplicación práctica de todo lo que contiene la presente Carta de la Misión. Es decir:
reencontrarse juntos;
considerar, en particular, el bien de los jóvenes, de las jóvenes y de la gente.
Encontrar un campo común, en cuanto sea posible, para una significativa intervención educativa y apostólica.
Un nivel práctico.
Las indicaciones que van a continuación son sólo ejemplos.
La vida es mucho más rica.
La creatividad es también un fruto precioso de la fidelidad a Don Bosco.
Es tradición, en muchos lugares, hacer juntos:
ejercicios espirituales,
campamentos,
retiros espirituales,
escuela de animadores,
escuela de oración apostólica,
jornadas de reflexión...
31. Abrirse a los contextos personales y sociales de los jóvenes.
La misión apostólica está en la capacidad de llegar al corazón de las personas y a lo esencial de su experiencia diaria, reconociendo urgencias y necesidades de los diferentes contextos culturales y sociales.
"¡Amad lo que aman los jóvenes, para que los jóvenes aprendan a amar lo que amamos nosotros!" repite todavía hoy Don Bosco.
El amor nunca puede ser considerado y vivido instrumentalmente, como si se deseara captar a la persona y atraerla al propio mundo.
Es, en cambio, la actitud expresiva de la encarnación del Señor que ama las realidades humanas, se pone en el centro como fuerza dinámica en la historia de las personas y del mundo, y empuja hacia la plenitud total.
Al apóstol se le pide capacidad de adaptación.
Despojarse de algunos juicios y prejuicios, superar sensibilidades personales para acoger a todos los demás, compartir problemas, perspectivas y expectativas de los jóvenes y de la gente, es realizar aquella inculturación que la Iglesia requiere hoy a todos los misioneros.
32. Aprender una metodología de colaboración.
La actividad educativa y apostólica tiene sus leyes internas y tienen que ser respetadas, especialmente cuando son muchos los agentes llamados a intervenir.
Aprender en la práctica estas leyes es parte sustancial del tiempo de formación de los miembros de los diferentes Grupos.
La primera ley es la de la coordinación.
La convergencia de las fuerzas en vistas de un objetivo concreto no es nunca un hecho automático.
Exige que sea previsto y programado.
Para una coordinación eficaz, cada uno debe conocer exactamente:
el problema que se pretende resolver,
las posibilidades concretas que se tienen para una intervención de calidad,
la voluntad de dar y de recibir.
La segunda ley es la de la reciprocidad.
Dar y recibir no se pueden leer en sentido único: algo así como que algunos estamos llamados a dar siempre y otros siempre a recibir.
La reciprocidad es:
acogida del don del otro,
reconocimiento del valor del otro,
colaboración ofrecida con competencia.
La tercera ley es la de la responsabilidad compartida.
La consecuencia de la estas leyes anteriores viene dada por la capacidad de asumir una responsabilidad primaria y completarla.
Asumir una responsabilidad apostólica no es nunca una forma de dominio.
Es siempre un servicio que hay que rendir al Reino de Dios.
Es reconocer la responsabilidad del otro, dando espacio a todos para que participen activamente en el cumplimiento del diseño común.
33. Papel específico del sacerdote formador.
El Concilio Vaticano II presenta a los sacerdotes como guías y educadores del pueblo de Dios.
Escribe: "Las ceremonias pueden ser hermosas y las asociaciones florecientes, pero de poco valdrán si no están en función de educar a los hombres para alcanzar la madurez cristiana"7.
Y justifica la afirmación: "Por eso corresponde a los sacerdotes, en cuanto educadores de la fe, procurar personalmente y por medio de otros que cada uno de los fieles sea llevado en el Espíritu Santo a cultivar su propia vocación según el Evangelio, a la caridad sincera y activa, y a la libertad con que Cristo nos liberó"8.
El sacerdote salesiano está llamado, por tanto, a una responsabilidad más significativa dentro del sector de la formación.
La Palabra de Dios, los sacramentos y en particular la Eucaristía, el servicio a la unidad y a la caridad representan el tesoro más grande de la Iglesia.
Parafraseando una palabra conciliar, se puede decir que no es posible formar espiritualmente a una familia apostólica si no es asumiendo como raíz y como gozne la celebración de la sagrada Eucaristía, de la cual debe pues comenzar cualquier educación que tienda a formar el espíritu de familia9.
Los Grupos de la Familia Salesiana han puesto siempre de manifiesto esta exigencia formativa y la proponen de nuevo por medio de este documento.
5.2 CAPÍTULO VI |
▲back to top |
5.3 COMUNIÓN |
▲back to top |
5.4 EN LA MISIÓN APOSTÓLICA SALESIANA |
▲back to top |
34. Horizontes de la comunión pastoral en la Familia Salesiana.
Es primaria la comunión en una visión compartida en torno a dos elementos:
el significado de misión apostólica y
la conciencia de una prioridad dentro del amplio campo que nos ha dejado Don Bosco.
La misión, en nuestro lenguaje de Familia Salesiana, esta especificada y determinada por una serie de indicaciones, tales como:
los destinatarios a los cuales llegamos en la acción apostólica,
los contenidos generales y particulares de las intervenciones,
el espíritu que anima las actividades y las opciones pastorales,
las áreas específicas y originales que se programa,
las estructuras y las obras que expresan, sostienen, y dan rostro concreto a la presencia y a la acción pastoral,
el clima educativo familiar que se crea en las actividades.
La misión, por tanto, no es para nosotros únicamente la actividad material.
Además, la Familia Salesiana tiene conciencia clara y convencida de que:
los jóvenes, especialmente los más necesitados, y la gente del pueblo son parte prioritaria de la herencia apostólica salesiana,
la presencia educativa y pastoral entre los destinatarios que el Espíritu de Dios confía a nuestro cuidado es parte significativa del carisma salesiano.
35. Comunión en la autonomía pastoral.
La comunión apostólica tiene que ser entendida como refuerzo de la originalidad y de la autonomía de cada uno, dentro de una comunión fraternal de familia.
1. Reafirmamos la autonomía de los Grupos.
Nos referimos aquí a la autonomía apostólica, no sólo a la espiritual.
No se trata de una uniformidad de intervención entre todos los puntos: ¡todos hacen lo mismo!
No se busca la nivelación de las diferencias, origen de confusiones y de incertidumbres pastorales: ¡todos hacen todo!
Se apunta a la coordinación de los dones: cada uno armoniza su propia intervención en el conjunto de un proyecto. ¡A cada uno su ámbito!
Los Grupos no son idénticos entre sí, ni como fisonomía interior, ni como capacidad apostólica concreta.
2. Consideramos importante la originalidad de cada uno.
La riqueza del carisma salesiano se manifiesta más completa y atrayente cuando concurren conjuntas las características de cada uno.
La complejidad de la educación actual y el crecimiento integral del joven y de la joven impulsan hacia la creatividad y al mismo tiempo hacia la convergencia.
Es un derecho de los jóvenes poder disfrutar del servicio específico de cada Grupo.
En definitiva, es una riqueza de la Iglesia.
La comunión dentro de la autonomía tiene que ser intentada para ser eficaces en la acción y multiplicar las fuerzas operantes por el bien de la juventud.
36. Objetivos de la comunión pastoral.
Los Grupos están llamados a difundir, con los valores del Evangelio del Señor, los rasgos característicos del carisma salesiano.
Estos pertenecen a toda la Familia.
No pueden, por esto, ser preocupación sólo de algunos Grupos.
Todos, también cada uno de los miembros, son responsables, personalmente, de animar y promover la herencia espiritual recibida.
Todos asumimos, por tanto, en los diversos lugares geográficos de nuestro trabajo, y en los diversos contextos culturales donde la vida nos ha colocado, la responsabilidad:
de una preocupación educativa en el contexto actual. Ayudamos a dar a conocer la fragilidad y la fuerza que reside en la educación de los jóvenes de manera especial;
el Sistema Preventivo. Razón, religión y amor son también, tal vez más que ayer, soportes indispensables para una sociedad más humana y a medida de las nuevas generaciones;
el espíritu salesiano. El humanismo salesiano, con el respeto a la persona más sencilla y pobre, con la confianza de su crecimiento continuo cuando hay el acompañamiento de un educador, con el estímulo hacia todos aquellos que están buscando el sentido de la vida, es la premisa para una nueva civilización del amor;
el movimiento salesiano. Está muy difundida la necesidad de unirse en torno a realidades significativas para quien las cumple y para quien las recibe.
Don Bosco implicaba a muchos en su proyecto educativo; pedía en todos los niveles, atención para sus muchachos.
El amplio movimiento salesiano y la implicación de las muchas fuerzas son una oferta útil a todos.
37. Organización de la comunión apostólica.
Al presente documento le espera ahora la prueba de los hechos.
Localmente deben ser leídas las diversas indicaciones del texto para estudiar juntos una posible implicación operativa.
Cada Grupo, preparando las propias organizaciones, considere el aspecto de la colaboración y de la corresponsabilidad posibles.
Se puede pensar en colaboración y corresponsabilidad:
entre dos o más Grupos que comparten la exigencia y la urgencia de una intervención común en favor de los destinatarios de una zona;
entre todos los Grupos que viven y trabajan en el mismo territorio, siempre que se vea la utilidad y eficacia apostólica.
Que nunca falte una intensa comunicación entre los Grupos, porque es la premisa para llegar a la corresponsabilidad apostólica.
5.5 CONCLUSIÓN |
▲back to top |
38. Para gloria de la Trinidad.
"Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos".
Todos los días como creyentes, conscientes y comprometidos, renovamos en la Eucaristía la fe en las obras del Señor y le presentamos a Él nuestra alabanza.
La Familia Salesiana confirma de nuevo la consciencia de vivir y trabajar en la Iglesia, dando su modesta pero original aportación, para que "sea santificado su Nombre, venga su Reino y se haga su Voluntad".
La preparación espiritual al tercer milenio, querida y guiada por la Iglesia, ha indicado a todos los cristianos la verdadera vida: la que nace del Padre, se manifiesta en el Hijo y es apoyada por el Espíritu.
Retornar a la raíz trinitaria es comprender la urgencia de la comunión y de la misión apostólica, para ensanchar el círculo de la filiación y de la fraternidad.
Creemos en el amor de Dios, por ello amamos difundirlo.
Roma, 25 de noviembre de 2000.
6 INDICE |
▲back to top |
6.1 PROEMIO |
▲back to top |
6.2 Capítolo I |
▲back to top |
LA FAMILIA SALESIANA EN LA MISIÓN DE LA IGLESIA
1.La Iglesia para una nueva evangelización
2.La acción del Espíritu de Dios
3.Los Grupos de la Familia Salesiana comprometidos en la misión eclesial
4.La dimensión del compromiso apostólico de la Familia de Don Bosco
5.Una misión particularmente adaptada a los seglares
6.El Sistema Preventivo
6.3 Capítolo II |
▲back to top |
LA MISIÓN DE LA FAMILIA SALESIANA
EN EL NUEVO CONTEXTO RELIGIOSO-CULTURAL
7.El compromiso apostólico interpela a la Familia Salesiana
8.Honrado ciudadano y buen cristiano
9.El humanismo salesiano
10.Comprometerse por la persona humana hoy
11.Significativos en el territorio
12.Graduales en la búsqueda del objetivo integral
13.Complementarios en la convergencia de las fuerzas
14.Educador evangelizando, evangelizar educando
6.4 Capítolo III |
▲back to top |
FRONTERAS PARA LA MISIÓN EDUCATIVO-CULTURAL
DE LA FAMILIA SALESIANA
15.Corazón de la misión salesiana: da mihi animas
16.Asunción de los retos de la vida:
el reto de la complejidad
17.la fragilidad social de la familia como institución
18.una nueva conciencia del papel de la mujer en la iglesia y que la sociedad
19,el reto de la comunicación social
20.las nuevas formas de solidaridad
6.5 Capítolo IV |
▲back to top |
LA ESPIRITUALIDAD APOSTÓLICA
21.Los horizontes de la espiritualidad
22.Evangelizar educando y educar evangelizando
23.Cristo, Buen Pastor
24.Una caridad pastoral tiránica
25.Espiritualidad de la acción
26.Amabilidad salesiana
27.La oración salesiana
28.Maria, Madre y Maestra
6.6 Capítolo V |
▲back to top |
FORMACIÓN PARA LA MISIÓN APOSTÓLICA
29.Trabajar unidos
30.Formarse juntos
31.Abrirse a los contextos personales y sociales de los jóvenes
32.Aprender una metodología de colaboración
33.Papel específico del sacerdote formador
6.7 Capítolo VI |
▲back to top |
COMUNIÓN EN LA MISIÓN
34.Horizontes de la comunión pastoral en la Familia Salesiana
35.Comunión dentro de la autonomía pastoral
36.Objetivos de la comunión pastoral
37.Organización de la comunión apostólica
6.8 CONCLUSIÓN |
▲back to top |
38.Para gloria de la Trinidad..
1 Card. Anastasio Ballestrero, Don Bosco sacerdote para los jóvenes, Editorial ELLE DI CI, 1987, pag. 37.
2 Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Post-Sinodal, Christifideles Laici, n. 38.
3 Mensaje a las mujeres, 8 de diciembre de 1965
4 Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, n. 75.
5 Christifideles Laici, n. 42.
6 Cfr. 1 Cor. 1,25.
7 Presbyterorum Ordinis, n. 6.
8 Ib.
9 Se refiere al texto conciliar Presbyterorum Ordinis, siempe en el nº. 6.