Queridos hermanos:


Queridos hermanos:

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CARTA DI COMUNIONE

IDENTIDAD DE LA COMUNIÓN

EN LA FAMILIA SALESIANA

DE SAN JUAN BOSCO


DICASTERIO DE LA FAMILIA SALESIANA

- SALESIANOS DE DON BOSCO -

Vía della Pisana, 1111- ROMA


Tengo la alegría de poder presentar a los grupos de la Familia Salesiana de San Juan Bosco la IDENTIDAD de SU COMUNION.

Es fruto de la colaboración de varios grupos: un trabajo largo y delicado para determinar los elementos fundamentales que constituyen la unidad en el espíritu de San Juan Bosco.

Se ha querido empezar por el alma de la Familia.

El sentido de pertenencia a ella, más que de reglas externas, se nutre de la vitalidad del espíritu común que hermana a los miembros de los diferentes grupos.

En cada persona y grupo hay que cuidar el espíritu de Valdocco y de Mornese; también se debe profundizar y relanzar lo que expresa la fecundidad de las intuiciones espirituales de nuestro Fundador:

La tarea de búsqueda en común no termina con la redacción de este documento. Al contrario1 yo diría que empieza hoy, para llevar a plenitud los horizontes que se abren aquí y desde aquí

Me limito a indicar dos:

Ante todo, la voluntad de una vivencia concreta del espíritu salesiano. Estamos en una época en que el cambio rápido y continuo exige el fortalecimiento del hombre interior con estilo apostólico, para ser fieles a la vocación juvenil y popular Tenemos que añadir ese suplemento de energía del cielo que nos pide la experiencia.

1 Además, en el documento se habla de la necesidad de llegar a formas institucionales concretas que aseguren un camino expedito y compartido a la Familia Salesiana doquier la conduzca la gracia del Señor: Las breves alusiones - en el ámbito local, inspectorial, nacional y regional- a estructuras de comunión fraterna tienen que seguir desarrollándose. Comienza, pues, la tarea de los grupos, para no detenerse en el camino emprendido.

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San Juan Bosco todavía tiene mucho que enseñar a sus hijos. María Auxiliadora, la gran maestra de los orígenes y nuestra guía segura, acompaña y sostiene nuestro esfuerzo.

Un saludo cordial del sucesor de San Juan Bosco, que con vosotros mira esperanzado al lanzamiento de la gran herencia del Fundador hacia las metas del tercer milenio.


Roma, 31 de enero de 1995,

Fiesta de San Juan Bosco.


Egidio Viganó

Rector Mayor



PROEMIO


La Familia Salesiana de San Juan Bosco


Demos gracias a Dios que hace obras grandes en sus santos. Pensar hoy en la Familia Salesiana es reconocer a San Juan Bosco como fundador. Por eso hablamos de la Familia Salesiana de San Juan Bosco.

La relación que tuvo el santo con algunas personas y grupos fue especial y privilegiada.

Con Pío IX compartió la fatiga y la esperanza de la nueva institución - la Pía Sociedad de San Francisco de Sales -, querida a imagen y semejanza de la familia humana, que tiene a Dios por Padre, y de la eclesial, que ve en el Papa al padre de todos.

Con María Dominica Mazzarello vivió una experiencia espiritual y religiosa que sorprende por las mediciones que había preparado el Señor, por los encuentros providenciales, por la luz de una intuición recíproca que superaba el contexto apostólico de la época y por la auténtica y fecunda colaboración en la fundación del Instituto de Hijas de María Auxiliadora.

Con muchos creyentes, dedicados al bien de los jóvenes y al fortalecimiento de la fe en la gente sencilla, experimentó la fuerza y eficacia de trabajar unidos, inspirándose en el Evangelio y en el método del Buen Pastor. Así, nacieron los Cooperadores Salesianos.

A más de cien años de su muerte, el fenómeno salesiano no deja de causar admiración por la amplitud geográfica y el aumento numérico de los grupos que, con características propias, miran a San Juan Bosco como a padre de una gran familia espiritual. La unidad armónica del carisma fundacional, la caridad pastoral y la fuerza del don dado por el Espíritu a San Juan Bosco aseguran el clima, el ambiente de crecimiento y la sustancia de una Familia Salesiana.



CAPITULO 1


LA GRACIA DE LA COMUNION EN LA FAMILIA SALESIANA


1. El plan de Dios en el proyecto del Fundador

2. Una familia espiritual y apostólica en desarrollo

3. Riquezas de la comunión recíproca

4. En el corazón de la Iglesia para la salvación del mundo



ART. 1. El plan de Dios en el proyecto del Fundador


Con ánimo gozoso y sentimientos de gratitud y humildad, proclamamos la certeza de que San Juan Bosco inició en la Iglesia una original experiencia evangélica por iniciativa de Dios y con la intervención materna` de María.

El Espíritu le dio un corazón grande como la arena que hay en las riberas del mar y le hizo padre y maestro de una multitud de jóvenes y fundador de una numerosa familia espiritual.

La caridad pastoral, cuya fuente y modelo está en Cristo, buen pastor, fue para San Juan Bosco criterio de vida y acción, inspiración educativa y evangelizadora, oración e impulso misionero. El da mihi ánimas, coetera tolle dio unidad a su amor a Dios y a los jóvenes.

Para responder a las expectativas de la juventud y del pueblo de su época, San Juan Bosco fundó a los Salesianos, a las Hijas de María Auxiliadora y a los Cooperadores.

Otras muchas fuerzas apostólicas, con vocaciones específicas diversas, pero viviendo de su mismo espíritu y en comunión entre sí, continúan hoy su tarea de educación y salvación.

Así nació y existe hoy una verdadera escuela de santidad. De San Juan Bosco fundador toman inspiración y orientación, espiritualidad y métodos pastorales los sucesivos fundadores de nuevos grupos. Estos grupos viven, custodian, profundizan y desarrollan constantemente, en sintonía con el Cuerpo de Cristo que nunca deja de crecer, la experiencia de Espíritu Santo que San Juan Bosco vivió y transmite a sus discípulos.


ART. 2. Una familia espiritual y apostólica en desarrollo


Por su talla de santo, San Juan Bosco se sitúa con originalidad entre los fundadores de institutos religiosos en la Iglesia. Su vida se hizo historia, su regla un espíritu, su santidad un tipo y un modelo. Y la fuente inicial, lo proclamamos con íntima gratitud a Dios, se hizo corriente y río.


San Juan Bosco sonó una misión juvenil y popular de múltiples dimensiones, y juntó en un vasto movimiento las fuerzas de quienes compartían su proyecto educativo y salvífico. La prodigiosa fecundidad de la Familia Salesiana, significativo fenómeno de la vitalidad perenne de la Iglesia, da testimonio de ello.

La Familia Salesiana de San Juan Bosco está formada por tres grupos centrales (SDB, FMA, CC) - a cuya fundación el santo dedicó tiempo, energías, esfuerzo formativo y organizativo para que fueran el núcleo básico de su obra - y por una constelación de otros muchos grupos. A él se debe también el origen de la Asociación de María Auxiliadora. Él recibió, un día de alegría y fiesta, el obsequio de la Asociación de sus Antiguos Alumnos.

Igual que en las grandes órdenes religiosas, también la experiencia carismática inicial de San Juan Bosco llevaba, implícitas, genuinas virtualidades de crecimiento y desarrollo.

La conciencia de parentesco espiritual y de una corresponsabilidad apostólica ha producido relaciones e intercambios fraternos entre los grupos y una presencia original de los mismos en la Iglesia con la juventud particularmente necesitada.


ART. 3. Riquezas de la comunión recíproca


Son numerosos los grupos que hoy forman la Familia Salesiana; pero constituyen un solo organismo vital. Así se explican las coincidencias de cada uno con los demás y las diferencias recíprocas. Ante todo, hacen más eficaz su testimonio y más convincente el anuncio del Evangelio, la penetración del espíritu de las bienaventuranzas en el mundo y el amor educativo a los más necesitados. Además, viven una caridad pastoral más intensa, ayudando a todos a contribuir a la tarea educativa y salvífica de los jóvenes y del pueblo y a sostenerla. Por último, cultivan los rasgos característicos de cada grupo, haciendo crecer la identidad en la comunión.

Nuestra breve historia de Familia de San Juan Bosco nos asegura que, sin comunión, corremos peligro de empobrecernos y de ser infieles al proyecto del Fundador. “Sin vosotros no seríamos nosotros<Sin> puede ser la consigna que cada grupo debe asimilar y seguir en la vida de cada día. San Juan Bosco vivía dominado por la aspiración unitaria, por la vis unita fortior donde se reflejaba una idea igualmente sólida de su patrimonio religioso: la de una familia a imagen y semejanza de la familia humana, cuyo Padre es Dios, y de la eclesial, donde el Papa es padre de todos. A ningún grupo lo concibió nunca, ni éste existió, de forma aislada, sino siempre dentro de una perspectiva unitaria, suficientemente fuerte y rica como para incluir la distinción entre los grupos.


ART. 4. En el corazón de la Iglesia para la salvación del mundo


El Espíritu suscita los carismas para bien de todos y los inserta armónicamente en la vida de la Iglesia. Así se desarrolla, por designio divino, una admirable variedad de grupos religiosos, que contribuye a que la Iglesia esté bien equipada para todo género de obras buenas y preparada para edificar el Cuerpo de Cristo. Se adorna con la variedad de los dones de sus hijos, como esposa que se engalana para su Esposo, a fin de que se manifieste la multiforme sabiduría de Dios. El Espíritu Santo suscitó la Familia Salesiana, por medio de San Juan Bosco, para que se cumpliera mejor la misión que le confiaba.

La Familia Salesiana es un conjunto de bautizados y consagrados que, con la originalidad de su propio don, se ponen al servicio de la misión de la Iglesia, Cuerpo de Cristo y sacramento universal de salvación. La Familia Salesiana, viviendo en el corazón de la Iglesia, hace ver, en la armonía de los diferentes dones, la importancia de la misión, que da colorido y concreción al patrimonio espiritual del santo educador. La exigencia recíproca entre 'educación' y 'santidad' nos pide ser íntimamente solidarios con el mundo y con su historia.

Por tanto, la planificación de la misión debe ser actual, creativa y constante, si quiere dar nueva juventud al patrimonio espiritual y educativo que se le ha confiado y si desea ofrecer un apoyo y una aportación de calidad a la Iglesia, que revisa su pastoral juvenil y popular en los diferentes contextos geográficos y culturales.



CAPITULO 2


PARTICIPACION EN LA FAMILIA SALESIANA


5. Títulos de pertenencia

6. Reciprocidad, intercambio de dones

7. Referencia a San Juan Bosco, padre y maestro

8. Inspirados en el humanismo de San Francisco de Sales

9. El Rector Mayor, centro de unidad

10. Descripción de la Familia Salesiana de San Juan Bosco


ART. 5. Títulos de pertenencia


El término familia es habitual en la tradición salesiana para indicar, de forma genérica, los vínculos que hay entre los grupos, y se aplica de modo diverso según la naturaleza de sus relaciones. Este vínculo o relación no puede reducirse a mera simpatía, sino que es la expresión externa de la comunión interior y carismática. Ayuda, así, a comprender los diferentes títulos de pertenencia a la Familia salesiana.

La pertenencia se nutre de un espíritu común, que orienta hacia una misión juvenil y popular amplia y complementaria, y de ciertas características propias y originales, que justifican el reconocimiento oficial por un título específico.

El primer título lo tienen los Salesianos, las Hijas de María Auxiliadora y los Cooperadores: son los tres grupos centrales, de los que San Juan Bosco es fundador de manera muy especial. Los hizo herederos directos de su obra; son fundamento y punto de confrontación para los demás grupos en lo que se refiere al espíritu, a la misión y a los métodos de acción pedagógica y pastoral.

Otro título de pertenencia es el de los grupos de vida consagrada, nacidos posteriormente de la fuerza creativa del carisma. Enriquecen con expresiones carismáticas particulares el patrimonio de toda la Familia.

Por último, el tercer nivel se define con la expresión títulos particulares de pertenencia. El horizonte donde se coloca es más amplio que el de los grupos ya indicados, pero se vincula igualmente de modo objetivo a la vitalidad y riqueza del patrimonio espiritual de San Juan Bosco. La energía unificadora de su carisma es también imprescindible para este vasto ámbito.

El título jurídico de pertenencia se toma de la carta de reconocimiento oficial con que el Rector Mayor responde a la solicitud hecha por cada grupo.


Art. 6 Reciprocidad, intercambio de dones


Las diferentes expresiones del carisma salesiano son sustancialmente interdependientes, es decir, viven una relación de reciprocidad muy profunda, de modo que la identidad en la Familia Salesiana no se puede definir ni vivir por un grupo sin referencia a los demás. Todos juntos, en cuanto Familia, encamamos hoy la vivencia espiritual y carismática del Fundador y expresamos la riqueza del don de Dios en favor de su Iglesia, prolongando y desarrollando en el tiempo la originalidad de San Juan Bosco.

En una Iglesia comunión, la Familia Salesiana tiene y muestra un solo corazón y una sola alma mediante actividades de comunión fraterna y apostólica al servicio de la misión y para enriquecimiento mutuo de los grupos y personas.

Es como sentirse los unos confiados a los otros. Pertenecer a un grupo es entrar en toda la Familia. Estar en comunión es crecer con todos; es reconocer que uno es complemento del otro.

Unidos, los miembros posibilitan a la Familia la vivencia, en plenitud, de sus dones y valores. En los diversos grupos destaca la policromía de aspectos espirituales que no pueden faltar en ningún corazón salesiano; pero éstos aparecen más claros y de forma más característica en algún grupo, si bien la comunión de Familia los pone a disposición de todos.

La comunión eclesial, la reciprocidad, el intercambio de dones, la complementariedad y el mutuo enriquecimiento son una fecunda ley de vida para toda la Familia con consecuencias significativas para la misión. Si se quiere llegar a los jóvenes, especialmente a los más pobres, y al pueblo, como educadores y evangelizadores, no basta la actividad de un solo grupo de la Familia Salesiana; se requieren diversos tipos de intervención combinada, distintos modelos de vida cristiana y diferentes ministerios complementarios.


ART. 7. Referencia a San Juan Bosco, padre y maestro


San Juan Bosco es un gigante del espíritu que dejó como herencia un patrimonio espiritual rico y bien definido. Es el iniciador de una verdadera escuela de espiritualidad apostólica, nueva y atrayente. Es punto de referencia obligada para quienes, por un impulso particular del Espíritu, se sienten llamados a compartir, en el hoy de la historia, su destino y su misión en los diferentes estados de vida, cada uno según el grado y nivel que le es propio.

La pertenencia se construye en torno a un centro unificador, que es una persona, un criterio y un estilo.

La persona es San Juan Bosco. La Familia Salesiana se inspira en el humanismo de San Francisco de Sales como lo vivió San Juan Bosco. Lo que hace que sean Familia los diferentes grupos y sus miembros es una especie de parentesco espiritual en San Juan Bosco, verdadero padre de todos.

El criterio de pertenencia es la caridad pastoral. El celo apostólico de San Juan Bosco es la energía espiritual que le impulsa a buscar almas y servir sólo a Dios. La caridad en él llena y dirige todo. Reúne en torno a sí a las personas, y coordina y armoniza las distintas funciones y los múltiples dones, los diferentes estados y ministerios. La caridad apostólica de San Juan Bosco es fuerza de atracción, criterio de unidad y armonía de espiritualidad. ¡San Juan Bosco es verdaderamente el maestro de todos!

Él<da> es la síntesis de una vivencia espiritual y apostólica muy rica. El éxtasis de la acción, punto de referencia en San Francisco de Sales, es el alma de la caridad apostólica de San Juan Bosco. El amor educativo y pastoral es una forma concreta y exigente de interioridad. ¡San Juan Bosco es verdaderamente guía y modelo de la Familia Salesiana!


ART. 8. Inspirados en el humanismo de San Francisco de Sales


Nos llamamos Familia Salesiana de San Juan Bosco, haciendo simultáneamente referencia a San Francisco de Sales y a San Juan Bosco. La referencia a San Francisco de Sales no es meramente formal en la vida de San Juan Bosco, que lo eligió como patrono porque respondía a aspiraciones íntimas que procuró manifestar y motivar. ”La caridad de San Francisco de Sales me guíen en todo", dice un propósito hecho al comienzo de su sacerdocio. “Con la dulzura de San Francisco de Sales los salesianos atraerán a Jesucristo las poblaciones de América» es la sugerencia apostólica que se le da, para los misioneros, en el sueño de 1883.

Como Familia de San Juan Bosco, nos insertamos en la más amplia corriente salesiana del humanismo para ofrecer a la Iglesia una aportación original en el ámbito educativo y en el trabajo pastoral. Para San Juan Bosco humanismo salesiano significa valoración de todo lo positivo que hay en la vida de las personas, en las cosas y en la historia.

Esta inspiración humanista salesiana lo lleva a captar los valores del mundo, especialmente si atraen a los jóvenes; a insertarse en el flujo de la cultura y del desarrollo humano de su época estimulando el bien, sin complacerse en deplorar el mal; a buscar la cooperación de muchos, convencido de que cada uno tiene su propio don, manifiesto o por descubrir; a creer en la fuerza de la educación, que alienta y sostiene el cambio y el crecimiento del joven para que sea un ciudadano honrado y un buen cristiano; a confiar sin vacilaciones en la providencia de Dios, al que siente y ama como a Padre.

El humanismo de San Francisco de Sales ayuda a la Familia Salesiana a abrirse a los grupos que la componen, para que cada uno de ellos viva, en la alegría del Señor, su misión específica.


ART. 9. El Rector Mayor, centro de unidad


La pertenencia nace de la comunión y se consolida haciendo que ésta sea cada vez más profunda. No es un sentimiento vago que sólo reconoce vínculos frágiles y etéreos, sino un impulso del Espíritu que lleva a la unidad y busca expresiones concretas, a veces incluso institucionalizadas, con miras a una relación y colaboración en el trabajo.

Dado que la pertenencia a la Familia Salesiana afecta a muchos grupos y a su originalidad autónoma, necesita un centro vital que facilite la referencia al Fundador, al espíritu común y a la misión que se comparte.

El centro que garantiza la unidad es, según el pensamiento de San Juan Bosco, el Rector Mayor, al que todos reconocen un triple ministerio de unidad: es sucesor del Santo, es padre de todos, es centro de unidad de la Familia.

El Rector Mayor es sucesor de San Juan Bosco: un vínculo nunca interrumpido lo une a su persona y le capacita para representarlo hoy de una manera viva.

Es el centro de unidad de toda la Familia, a la que ofrece el ejemplo y la enseñanza que aseguran la fidelidad al espíritu y el estímulo a participar en el carisma salesiano. Su función es de animación y promoción, teje la unidad y asegura, en la variedad de las vocaciones específicas, la fidelidad al espíritu y la coordinación de las iniciativas. Su labor no es de gobierno, sino un servicio vital de animación.

El Rector Mayor es el padre de todos los que colaboran en la misión de San Juan Bosco. Amplía el espacio de su paternidad, que es para él, como fue para el Fundador, una característica esencial. La paternidad requiere bondad, sentido de responsabilidad para el crecimiento de cada uno, guía en la fidelidad carismática e interés por la fecundidad de la vocación salesiana en todas sus expresiones. "Vuestro Rector cuidará de vosotros y de vuestra salvación eterna”, dejó escrito San Juan Bosco.


ART. 10. Descripción de la Familia Salesiana de San Juan Bosco


La unidad original de la Familia Salesiana tiene su última raíz en la identidad común de espíritu y misión al servicio de la juventud y del pueblo. Forma, así, una verdadera comunidad, donde todos los miembros se integran según sus propios dones, sus funciones específicas y las diversas formas de vida posible en la Iglesia.

La valoración y el relanzamiento de la Familia Salesiana pueden ser, para nosotros, un elemento que sustente la renovación conciliar.

Leemos, por ello, de manera nueva la historia de la vivencia espiritual de San Juan Bosco, vinculándola a la intuición primigenia y al corazón de la obra de los oratorios- La Familia Salesiana es una comunidad carismática, la Familia Salesiana es una realidad eclesial.

La Familia Salesiana es una comunidad carismática. Por tanto, se presenta y debe vivirse como don del Espíritu a su Iglesia y como prolongación actual y organizada del carisma de San Juan Bosco.

Grupos diversos, establecidos y reconocidos, comparten un verdadero parentesco espiritual y una consanguinidad apostólica.

Grupos de presbíteros y de seglares, de célibes y de casados, de consagrados y de religiosos, según formas de vida que dan un testimonio variado de las bienaventuranzas, forman un conjunto orgánico y vital por la fuerza unificadora del espíritu y misión de San Juan Bosco. Se sienten herederos y portadores de su don.

La Familia Salesiana es una realidad eclesial, es decir, expresa la comunión entre los diversos ministerios al servicio del Pueblo de Dios, e integra las vocaciones particulares para que sea manifiesta la riqueza del carisma del Fundador. Se inserta en la pastoral de las Iglesias locales con una aportación original. Busca el entendimiento y colaboración de otros grupos e instituciones eclesiásticas y civiles para la educación integral, personal y social de los jóvenes y del pueblo, a quienes acompaña mediante la educación en la fe y el trabajo apostólico, hasta que elijan su propia vocación en el mundo y en la Iglesia.



CAPITULO 3


RASGOS CARACTERISTICOS DEL ROSTRO SALESIANO


A. "Palabras” especialmente significativas de San Juan Bosco


11. Da mihi ánimas

12. Con tal de ganar almas para Dios, yo me lanzo hasta la temeridad

13. Unidos en su solo corazón, haremos diez veces más

14. Toda fatiga es poca cuando se trata de la Iglesia y del Papa

15. Me basta que seáis Jóvenes para que os ame con toda mi alma

16. Nuestro método se basa totalmente en la razón, en la religión y en el amor

17. Mi única ayuda ha sido siempre acudir a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora


ART. 11. Da mihi ánimas


La vida de San Juan Bosco tuvo su origen, forma y expresión en una idea, que es el hilo de oro que da unidad a su vivencia: da mihi ánimas, cétera tolle.

Esa idea contiene la energía inagotable de San Juan Bosco, el secreto de su corazón, la fuerza y ardor de su caridad y apostolado en sus mil formas y realizaciones: la eligió para que caracterizara, en todos los grupos y miembros de su Familia, el espíritu que debe animarlos.

Hoy, para nosotros, indica un conjunto de disposiciones interiores que guían los pasos del salesiano en la vida concreta de cada día. Exige atención a la profundidad espiritual y a la interioridad apostólica, orienta hacia el misterio de la presencia y amor de Dios, suscita aliento por las almas, como decía el beato Felipe Rinaldi, estimula el celo y la creatividad de la caridad pastoral.

¡Es nuestro distintivo de Familia!

Nos une a San Francisco de Sales con su nuevo modo de vivir la perfección evangélica, y a San Juan Bosco, pastor de almas a ejemplo de Jesucristo el Señor.

Para ser hijos de San Juan Bosco es necesario referirse a este nuestro primer carisma. Este maestro repite a todos sus discípulos: “La más divina de las cosas divinas es cooperar con Dios en la salvación de las almas; es un camino seguro de elevada santidad».


ART. 12. Con tal de ganar almas para Dios, yo me lanzo hasta la temeridad


Las expresiones que nacen del corazón sacerdotal de San Juan Bosco difícilmente hallan un puesto lógico en el cuadro de los comportamientos ordinarios.

La temeridad a que se refiere nuestro Fundador puede tener diversas traducciones: ardor apostólico, celo que no conoce el cansancio, laboriosidad incondicional, trabajo pastoral incesante, creatividad y modernidad genial en las actuaciones, corazón oratoriano.

Una manifestación típicamente salesiana de la caridad pastoral es el trabajo, entendido como trabajar por las almas. Es una mística que construye el Reino de Dios y busca la felicidad del joven.

Por ello, el salesiano, igual que San Juan Bosco, cultiva en sí mismo todas las virtudes del hombre de acción y pone todos sus talentos y preparación técnica al servicio de la promoción personal, progreso social y salvación evangélica de los jóvenes, particularmente de los necesitados.

Entrega toda su vida, como San Juan Bosco, que “no dio paso, ni pronunció palabra ni acometió empresa que no tuviera por objeto la salvación de la juventud. Lo único que realmente le interesaba era la salvación de las almas”.


ART. 13. Unidos en un solo corazón, haremos diez veces más


San Juan Bosco demuestra - en toda su acción de educador, pastor y fundador - gran capacidad para dialogar, hacer corresponsables incluso a sus colaboradores más jóvenes, armonizar en el trabajo apostólico y misionero las dotes de personas muy distintas y de asignar a cada uno el trabajo más conforme con su índole, ingenio y formación, de modo que todos se sintieran a gusto.

Es consciente de la necesidad de una caridad cooperativa en el servicio educativo y pastoral, y sabe que el Espíritu Santo suscita los carismas para bien de toda la Iglesia y utilidad de todos.

La riqueza de cada uno beneficia a todos; saber suscitar colaboradores es hacer más eficaz la obra.

En el Reglamento de los Cooperadores Salesianos, dejó escrito nuestro Fundador: “Siempre se ha creído que era necesario la unión de los buenos para ayudarse recíprocamente en el bien y tener lejos el mal. Si una cuerdecilla sola se rompe fácilmente, es muy difícil romper tres juntas. Si las fuerzas débiles se juntas, se hacen fuertes: Vis unita fortior, funiculus triplex difficile rumpitur”<Siempre>


ART. 14. Toda fatiga es poca cuando se trata de la Iglesia y del Papa


La historia de San Juan Bosco, tanto la personal como la pública civil y religiosa, muestra un rasgo típico de su espíritu: el amor a la Iglesia, centro de unidad y comunión de las fuerzas que trabajan por el Reino. En la Iglesia de su tiempo San Juan Bosco aparece como un experto de comunión y colaboración.

Cultiva la conciencia y el sentido de Iglesia en su espiritualidad y en su trabajo con los jóvenes y con el pueblo, afrontando innumerables fatigas y peligros. Presta una colaboración continua a los obispos y al Papa, tanto en el plano de la organización y externo como en el espiritual y apostólico.

San Juan Bosco manifestó su eclesialidad mediante la oración incesante, la docilidad al Magisterio, su disponibilidad a la ayuda económica, la corresponsabilidad en el servicio al Pueblo de Dios, la defensa escrita y oral del Papa y del colegio apostólico, la fidelidad a las opciones de la Iglesia, la aceptación plena de las indicaciones y orientaciones doctrinales y una entrega sin reserva. “Toda fatiga es poca cuando se trata de la Iglesia y del Papa".


ART. 15. Me basta que seáis Jóvenes para que os ame con toda mi alma


Deseo que los frutos de este año conmemorativo perduren en la Familia Salesiana y en la Iglesia universal, que en San Juan Bosco ha reconocido y reconoce un modelo insigne de apóstol de los jóvenes. Por tanto, declaro y proclamo a San Juan Bosco padre y maestro de la juventud, y establezco que con ese título sea honrado e invocado, especialmente por quienes se reconocen sus hijos espirituales", ha escrito Juan Pablo II.

Tales palabras indican el espacio histórico en que se movió San Juan Bosco: maestro de la juventud, y acertadamente señalan la modalidad de su trabajo: padre de la juventud.

Los principales valores de la vivencia de San Juan Bosco encuentran en los jóvenes su punto de convergencia y cohesión: su género de santidad, la elección del campo apostólico, la estrategia de intervención, el programa concreto de acción, el secreto del éxito. Los jóvenes son, con y, después del Señor, el otro polo para el que vive y actúa San Juan Bosco.

El amor a los jóvenes - el típico de un padre, maestro y amigo - sostuvo a San Juan Bosco en sus fatigas. Los jóvenes son una especie de inyección diaria de juventud y de buena vista para interpretar la sociedad. Para San Juan Bosco fueron una vocación especial: “Por vosotros <Por>estudio, por vosotros trabajo, por vosotros vivo, por vosotros estoy dispuesto a dar, incluso, la vida”


ART. 16. Nuestro método se basa totalmente en la razón, en la religión y en el amor


El rasgo peculiar del genio de San Juan Bosco va unido a la manera de educar que él llamó Sistema Preventivo. El Sistema Preventivo es, de algún modo, el compendio de su sabiduría pedagógica y el mensaje profético que legó a los suyos y a toda la Iglesia.

Es una vivencia espiritual educativa. Es amor que se da de forma gratuita en el ejercicio de una caridad que saber hacerse querer Es la opción por la bondad como sistema, cuyo contenido es el espíritu de familia, la capacidad de amistad y diálogo, la llaneza en la convivencia con los más necesitados, la afabilidad siempre alegre y optimista.

Se basa exclusivamente en la razón, en la religión y en el amor.

La razón subraya la auténtica visión del humanismo cristiano, e el que la alegría, la piedad, la cordura, el trabajo, el estudio y sentido de lo humano se funden armónicamente.

La religión es dar cabida a la gracia que salva, al anhelo humano de Dios, a Cristo Señor, hombre nuevo que da sentido y respuesta la búsqueda de felicidad.

El amor es la substancia de una intuición psicológica: que los jóvenes no sólo sean amados, sino que se den cuenta de que lo son. Es equilibrio del educador, que se pone al lado del joven como amigo maduro y responsable. Es caridad evangélica benigna y paciente, que aguanta todo y soporta cualquier molestia. Es capacidad de amar a la medida del chico, revistiendo el amor de signos que él comprende.

El Sistema Preventivo es inseparable de la persona de San Juan Bosco; es su vivencia misma de Espíritu Santo.


ART. 17. Mi única ayuda ha sido siempre acudir a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora


El Cristo que domina la existencia de San Juan Bosco es, sobre todo, el Jesucristo vivo y presente en la Eucaristía, el dueño de casa, como solía decir nuestro Fundador, el centro de gravedad hacia el que converge todo, el pan de vida, Hijo de María, Madre de Dios y de la Iglesia. San Juan Bosco vivió de esta presencia y en esta presencia.

La Eucaristía sacrificio y sacramento, la Eucaristía comida y adorada, es en la vida de San Juan Bosco fuerza y consuelo, fuente de paz y horno de actividad. Para sí mismo y para los jóvenes, era inconcebible la santidad sin la Eucaristía.

La Eucaristía es la clave para la conversión radical del corazón al amor de Dios.

La centralidad de Cristo se vive, en el espíritu salesiano, con una sensibilidad extraordinaria de contemplación y amistad hacia la Eucaristía.

En San Juan Bosco, María Auxiliadora no subraya un título particular y original, desconocido anteriormente, sino el recuerdo de la maternidad universal de María, que interviene en la fundación de su Familia, dando así lugar a una especie de trabajo entre dos. San Juan Bosco está íntima e irrevocablemente convencido de que “Ella lo ha hecho todo". Podemos fiarnos de María, podemos, pues, confiarnos a ella.

San Juan Bosco, además, unió de modo indisoluble su devoción mariana al sentido de Iglesia y a la urgencia de las necesidades de la juventud.



CAPÍTUL0 3


B. Elementos fundamentales del espíritu común


18. La caridad pastoral

19. La gracia de unidad

20. La unión con Dios y el estilo de oración

21. La misión Juvenil y popular

22. El optimismo y el gozo de la esperanza

23. La ascesis de la bondad

24. El trabajo y la templanza

25. El espíritu de iniciativa

26. El arraigo en el misterio de Cristo y la vida en manos de María

27. El sentido de Iglesia

28. Una sensibilidad atenta a las Interpelaciones de la nueva evangelización


ART. 18. La caridad pastoral


Centro y síntesis del espíritu salesiano es la caridad pastoral, que San Juan Bosco vivió con plenitud en medio de los jóvenes del oratorio, movido por su amor sacerdotal y sobrenaturalmente apasionado de su bien en el pleno sentido de la palabra.

Caridad es el nombre del amor de Dios, más aún, de Dios mismo. Se les exige a los discípulos del Señor como distintivo y como reconocimiento de que Dios guía sus pensamientos y acciones y su vida entera. Es el centro de toda la vida cristiana y evangélica, porque sostiene y orienta toda forma de apostolado.

En el estilo de San Juan Bosco tiene las siguientes características:

  • es pasión apostólica animada de ardor juvenil: la llamamos también corazón oratoriano;

  • es fervor, celo incontenible, búsqueda de nuevas formas de intervenir para salvar los jóvenes;

  • es participación en la misión de Jesucristo, buen pastor;

  • es inspiración cuya fuente se halla en Pentecostés, en la presencia y acción del Espíritu de Dios;

  • es solicitud que tiene en María un ejemplo eminente de donación de sí mismo;

  • es exactamente lo contrario de la mediocridad.

Todo salesiano, imitando a San Juan Bosco, procura humildemente ser signo y portador del amor de Dios a los jóvenes y a cualquier otra persona con la que se encuentre.

Esta caridad es intensamente pastoral: se debe practicar en unión cordial y activa con los pastores de la Iglesia, con el ministerio de los obispos y del Papa, primeros responsables de la grey de Cristo pastor.


ART. 19 La gracia de unidad


La caridad pastoral es la virtud por la que imitamos a Cristo en la donación de sí mismo y en su servicio. Lo que muestra el amor de Cristo a su grey no es simplemente lo que hacemos, sino nuestra donación personal. La caridad pastoral determina nuestro modo de pensar y actuar y nuestra manera de relacionamos con las personas.

Los términos usados en el ámbito salesiano para expresar el contenido de la caridad en cuanto donación de sí mismo en el servicio apostólico son muchos: gracia de unidad, interioridad apostólica, dimensión contemplativa de la vida, síntesis vital, único movimiento de amor a Dios y a los jóvenes, liturgia de la vida...

La caridad pastoral es, para todo miembro de la Familia Salesiana, el principio interior y dinámico capaz de unificar sus múltiples actividades y preocupaciones. Los dos polos de la caridad pastoral - Dios y el prójimo - son inseparables. Es la disponibilidad incondicional a la acción del Espíritu que consagra el corazón del hombre al plan de Dios, la entrega personal a la tarea de la salvación hasta el punto de dar la propia vida, la búsqueda y construcción de la comunión como donación y tarea del amor de Cristo el Señor.

La contemplación salesiana del misterio trinitario descubre continuamente a un Dios enamorado del hombre. La atención al prójimo procede de Dios y lleva sin cesar a él, porque siempre está penetrada de su amor.


ART. 20. La unión con Dios y el estilo de oración


San Juan Bosco ha sido definido como la unión con Dios. Es una realidad que la Familia Salesiana desea profundizar para entender a fondo la intensidad orante del da mihi ánimas, oración en nuestro Fundador.

La meta final de la oración era, para San Francisco de Sales y San Juan Bosco, la unión con Dios en la vida nueva, para poder repetir con razón el dicho de Pablo: "Vivo yo, pero no soy yo: es Cristo quien vive en mí". La oración, así, desemboca en la caridad. Ayuda a salir de sí mismo para entrar en la unión con Dios. Es un proceso de arrobamiento en Dios, de éxtasis de la vida y de la acción. Es una actitud interior de caridad que mira a la acción apostólica, en la que se concreta y manifiesta, crece y se perfecciona.

Algunas insistencias y características dan a conocer la sencillez de que se viste la rica y profunda intuición de la oración en San Juan Bosco.

En su inspiración, está totalmente penetrada del aliento del da mihi ánimas.

En su estilo, es juvenil, popular, gozosa y creativa, sencilla y unida a la vida.

En sus principales formas, va a lo esencial: Palabra de Dios, Eucaristía, Penitencia, María Auxiliadora.


ART. 21. La misión juvenil y popular


Los discípulos de San Juan Bosco viven la experiencia de Dios por medio de aquellos a los que son enviados: los jóvenes y el pueblo.

Los jóvenes, ante todo: son el don de Dios a la Familia Salesiana. No son simples beneficiarios de una actividad; son nuestra vocación. El Señor le indicó a San Juan Bosco los jóvenes, especialmente los más pobres, como primeros y principales destinatarios de su misión. Sin ellos, pues, no cabe una presencia cualitativamente salesiana. Especialista en jóvenes significa tener el corazón vuelto hacia ellos, hacia sus aspiraciones y deseos y hacia sus problemas y necesidades. "Me basta que seáis jóvenes, para que os ame con toda mi alma".

El pueblo es el ambiente natural y ordinario donde se hace la opción juvenil, el lugar social y humano donde se busca y encuentra a la juventud, pues entre jóvenes y pueblo hay una relación de compenetración. El interés de la Familia de San Juan Bosco por acompañarlos en su esfuerzo de promoción humana y de crecimiento en la fe obedece al deseo de mostrar los valores evangélicos de que son portadores los pobres: sentido de la vida y esperanza en un mundo mejor.

San Juan Bosco trazó, también con la Asociación de Devotos de María Auxiliadora, un camino de educación en la fe para el pueblo, valorando el contenido de la religiosidad popular y orientándolo hacia la sabiduría evangélica, que responde a los grandes interrogantes de la existencia.

El pueblo fue, para San Juan Bosco, el primero y significativo lugar de comprobación de la importancia y eficacia que tiene la comunicación social.


ART. 22. El optimismo y el gozo de la esperanza


Meditad seriamente y analizad lo más detalladamente posible esa carta magna de nuestra Congregación que es el Sistema Preventivo, apelando a la razón, a la religión y al amor. Sin embargo, en último análisis tendréis que convenir conmigo en que todo se reduce a infundir en los corazones el santo temor de Dios; he dicho infundirlo, es decir, arraigarlo de forma que permanezca incluso cuando arrecien la tormenta y la tempestad de las pasiones y de las vicisitudes humanas”. Es la pedagogía de la gracia y de la alegría de la conciencia pura.

San Juan Bosco santificó la alegría de vivir, y ofreció a los jóvenes la clave para lograr la felicidad. El Joven Cristiano, la biografía de Domingo Savio y el apólogo contenido en la historia de Valentín son la demostración de la correspondencia, teórica y práctica, entre gracia y felicidad.

En la escuela de San Francisco de Sales y San Juan Bosco, el salesiano, consagrado o seglar, adquiere algunas actitudes de fondo:

  • Fe en la victoria del bien. .”En todo joven, incluso en el más desgraciado, hay un punto accesible al bien; lo primero que tiene que hacer el educador es buscar ese punto, esa cuerda sensible del corazón, y aprovecharla".

  • Apertura a los valores humanos. El salesiano “capta los valores del mundo y no se lamenta de la época en que vive; aprovecha todo lo que hay de bueno, especialmente si gusta a los jóvenes". El que siempre está dispuesto a lamentarse, no tiene verdadero espíritu salesiano.

  • Educar en las alegrías cotidianas. “Habría que hacer un paciente esfuerzo de educación para aprender, o aprender de nuevo, a saborear con sencillez las múltiples alegrías humanas que el Creador pone en nuestro camino". Educar en la alegría es educar en la esperanza y en la donación de sí mismo.


ART. 23. La ascesis de la bondad


El amor que profesaba San Juan Bosco es indudablemente un elemento pedagógico y metodológico característico y original de su sistema educativo.

También hoy, en un contexto cultural distinto, e incluso con jóvenes de religión no cristiana, tal característica es uno de los muchos aspectos válidos y originales de la pedagogía de nuestro Fundador.

Sin embargo, no podemos reducirlo a mero principio pedagógico.

El amor afectuoso, entendido como demostración y fruto de la caridad teologal con los jóvenes y con la gente del pueblo es también expresión de una espiritualidad. Asegura en el tiempo la verdadera Identidad del espíritu salesiano y constituye una expresión perenne de su estilo.

Efectivamente, para un miembro de la Familia Salesiana, es posible hablar correctamente de la espiritualidad apostólica del hacerse querer, además de amar. "¿En qué se basa este nuestro afecto recíproco?... En mi deseo de salvar vuestras almas, redimidas por la sangre preciosa de Jesucristo, y por vuestra parte, vosotros me amáis porque procuro llevaros por el camino de la salvación eterna. Así pues, el fundamento de nuestro mutuo afecto es el bien de nuestras almas".

El método de la acción salesiana no es simplemente el de amar (cosa evidente e imprescindible), sino el de ser capaz pedagógicamente de hacerse querer, porque la delicada tarea de educar es cosa de corazón. No es fácil. Exige una ascesis continua y profunda, para dar lugar y cabida en la propia existencia al joven y a su anhelo de Dios. ."No con golpes, sino con la mansedumbre y la caridad», oyó Juanito que le decían en aquel su primer sueno profético. La mansedumbre, la bondad y la ascesis del hacerse querer son fruto del equilibrio de la inteligencia y de la guarda del corazón, de la acción y de la donación de sí mismo.


ART. 24. El trabajo y la templanza


La vivencia de la caridad pastoral, fruto de inspiración divina, incluye la necesidad de conversión y purificación, la muerte del hombre viejo, para que nazca, viva y se desarrolle el hombre nuevo, que a ejemplo del Buen Pastor esté dispuesto a dar la vida por sus ovejas y a sacrificarse día tras día en el trabajo apostólico. Trabajar siempre, hasta la muerte, es el primer artículo del código salesiano.

La austeridad está en los hábitos, en la voluntad de sacrificio, en el desapego, no en el nivel de la vida. Se trabaja, se aguanta y se pasa necesidad con alegría, porque en todo entra el corazón. Así, el alma está templada para los altos ideales y dispuesta a prescindir de lo innecesario, lo cual permite la mayor desenvoltura de movimiento y de espíritu.

No se deben buscar penitencias extraordinarias; basta aceptar con serenidad las fatigas y dificultades de cada día para continuar siempre dispuesto a servir a Dios y al prójimo.

La ascesis salesiana tiene diversos aspectos: es ascesis de humildad, para no ser más que siervo ante Dios; es ascesis de mortificación, para ser dueño de sí mismo, saber guardar los propios sentidos y el propio corazón, saber negarse a un estilo de vida cómoda; es ascesis de aguante y paciencia, para perseverar en la acción; es ascesis de entrega cuando las circunstancias y los acontecimientos invitan a estar más cerca de Cristo crucificado. La última forma, la más hermosa, es la gratuidad; consiste en negarse a gemir y hacer ver que se renuncia a algo, sabiendo, en cambio, dar siempre con alegría.


ART. 25. El espíritu de iniciativa


La Iglesia - guardiana del depósito de la Palabra de Dios, de donde proceden los principios del orden moral y religioso -, aun cuando no siempre tenga a mano solución para cada una de las cuestiones, quiere unir la luz de la Revelación a la competencia de todos para iluminar el camino por el que avanza, desde hace poco, la humanidad. Por consiguiente, todos debemos cultivar actitudes de celo en la búsqueda del bien y de creatividad en las formas de intervención apostólica.

En un momento como el actual y en una sociedad que se caracteriza por la movilidad, por la velocidad y por la prisa, hay que procurar no perder el sentido y el espíritu de la iniciativa pastoral. Sin abandonar el principio de la concreción y del contexto real en que se vive, lo que debe orientar en el camino es el discernimiento espiritual.

El beato Felipe Rinaldi recuerda con claridad a los salesianos: “La elasticidad de adaptación a las formas de bien que surgen continuamente en la humanidad es el espíritu de nuestras Constituciones; el día en que se introdujera algo contrario a él, nuestra Sociedad habría terminado".

Son muchas las recomendaciones de San Juan Bosco sobre el espíritu de iniciativa: “Condesciéndase siempre mucho cuando sea posible; pleguémonos a las exigencias modernas y a las usanzas y costumbres de cada lugar, con tal de que no se vaya contra la conciencia". No se trata sólo de un problema de adaptación; lo que se pide es renovarse continuamente a la luz de los signos de los tiempos.


ART. 26. El arraigo en el misterio de Cristo y la vida en manos de María


La orientación suprema del espíritu salesiano es la vida cristiana, la formación del creyente. El hombre formado y maduro es el ciudadano que tiene fe, pone en el centro de su vida el ideal del hombre nuevo proclamado por Jesucristo y da valientemente testimonio de sus convicciones religiosas.

Estar arraigado en Cristo es la alegría más íntima que puede tener un hijo de San Juan Bosco. De aquí, su amor a la Palabra y el deseo de vivir el misterio de Cristo que se hace presente por la liturgia de la Iglesia; la celebración asidua de los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación, que forman en la libertad cristiana, en la conversión del corazón y en el espíritu de compartir todo y de servir; la participación en el misterio de la Pascua del Señor, que abre a una nueva comprensión de la vida y de su significado personal y comunitario, interior y social.

En el misterio de Cristo está presente, de modo significativo e irrenunciable, la persona de María Santísima. Si queremos ser cristianos, debemos ser marianos, es decir, tenemos que admitir la relación esencial, vital y providencial que une a la Santísima Virgen con Jesús y nos abre el camino que conduce a él. Toda la Familia Salesiana se siente mariana, nacida por la solicitud materna de María Inmaculada y Auxiliadora.

Por ello, el salesiano se pone en sus manos. Esta entrega a María es un dinamismo ascendente: es una llamada a hacer la donación de sí mismo, a cumplir con generosidad la misión recibida, a corresponder con la plenitud de los carismas de que se está enriquecido, a comprometerse personalmente en un camino renovado.

María Santísima, signo de esperanza segura y de consuelo para el Pueblo de Dios en camino, es también fuente de compromiso personal y de celo apostólico.


ART. 27. El sentido de Iglesia


San Juan Bosco puso, como principio básico de su acción apostólica, la acogida filial y devota de las indicaciones del Magisterio auténtico; pero al mismo tiempo fue defensor tenaz de su carisma frente a presiones de eclesiásticos no suficientemente iluminados.

La reflexión, profunda y larga, del concilio Vaticano 11 puso en el centro la realidad de la Iglesia misterio, que, en su dimensión de Pueblo de Dios, se presenta particularmente como centro de unidad y de comunión. La Iglesia construye esa realidad acogiendo el don del Espíritu y haciéndose respuesta concreta por el esfuerzo convergente de todos los bautizados. El problema de la unidad es hoy más actual que nunca.

Uno de los tesoros de la Familia Salesiana es su rica tradición de fidelidad al sucesor de Pedro y de comunión y colaboración con las iglesias locales. “Cuando el Papa nos manifiesta un deseo, para nosotros debe ser una orden". Parece una expresión dicha inconscientemente por San Juan Bosco; en realidad es una opción explícita de raíz religiosa.

La colaboración con la Iglesia local implica hoy una nueva relación, en la educación y en la pastoral, con los carismas y aportaciones originales de los seglares en una Iglesia particular.

Así pues, la fidelidad al espíritu de San Juan Bosco nos pide hoy un dinamismo nuevo, que construya la comunión con todos los creyentes.


ART. 28. Una sensibilidad atenta a las Interpelaciones de la nueva evangelización


Hay una perspectiva que domina el quehacer de la Iglesia contemporánea: la nueva evangelización.

Toda la obra de San Juan Bosco nació de una simple catequesis; la evangelización y el trabajo catequístico, que son su ámbito y profundización, serán siempre para la Familia Salesiana una dimensión fundamental.

Esta tradición hace que hoy todos los grupos de la Familia estén particularmente atentos y sean sensibles a las exigencias personales y objetivas de la nueva evangelización.

Muchos documentos de la Iglesia han señalado, en la nueva evangelización, una renovada actitud pentecostal del Pueblo de Dios para proclamar resueltamente la inefable presencia de Cristo vivo y Señor de la historia, el primero y supremo evangelizador, que sabe responder a los gigantescos retos actuales del mundo.

A la Familia Salesiana, la perspectiva de la nueva evangelización le pide:

  • subrayar la novedad de los contextos en los que se debe evangelizar: nos encontramos ante situaciones eclesiales, sociales, económicas y políticas verdaderamente inéditas;

  • captar la novedad que hay en las orientaciones de la Iglesia, cuando indica los nuevos agentes de la evangelización y las nuevas fronteras a las que hay ir para anunciar a Cristo;

  • asumir las consecuencias de la nueva evangelización para el trabajo de la educación salesiana. La reflexión sobre la relación mutua entre maduración humana y crecimiento cristiano debemos verla como básica e imprescindible en todas las situaciones.



CAPITULO 4


FORMACION PARA UNA FRATERNIDAD ACTIVA


29. Primado de la vida en el Espíritu

30. Conocimiento y estima de la índole propia de cada grupo

31. Relaciones de familia

32. Apertura a un "Movimiento Salesiano" más amplio

33. Voluntad de colaboración en las Iglesias locales y en la sociedad

34. Estima de las otras fuerzas eclesiales


ART. 29. Primado de la vida en el Espíritu


La Familia Salesiana de San Juan Bosco, como típico y original carisma de fundación, tiene su raíz en el don de la unidad y fraternidad, que requiere un cuidado continuo y una formación en el amor evangélico.

La renovación pedida por la Iglesia a todos los grupos y comunidades lleva al Espíritu de la Resurrección y de Pentecostés. Toda la vida del creyente está bajo el signo del Espíritu.

La fraternidad es fruto del fortalecimiento del hombre interior, es iniciativa del Espíritu. Hombre interior es quien se pone a disposición del Dios que se dirige al hombre y actúa por medio de él. Se caracteriza por su correspondencia al amor de Dios manifestado en Cristo Jesús; este amor hace que las personas se abran entre sí unas a otras. Es el hombre nuevo que camina en el Espíritu con el criterio y los frutos del amor.

La fuerza de síntesis unitiva que brota de la caridad pastoral es fruto del poder del Espíritu Santo, que asegura la inseparabilidad vital de unión con Dios y entrega al prójimo, de interioridad evangélica y acción apostólica, de corazón orante y manos activas.


ART. 30. Conocimiento y estima de la índole propia de cada grupo


El crecimiento de la fraternidad es también fruto del conocimiento mutuo: no se puede amar lo que no se conoce.

Los grupos que han obtenido el reconocimiento de pertenencia a la Familia Salesiana han aumentado durante los últimos años. En un próximo futuro se añadirán otros.

El Rector Mayor de los Salesianos, como sucesor de San Juan Bosco y padre y centro de unidad de la Familia, preside el camino de los grupos que solicitan su reconocimiento; su comunicación final lleva a todos la alegría del desarrollo querido por el Espíritu del Señor. Para que la alegría sea plena y con fundamento, todos deben hacer un esfuerzo explícito para mejorar el conocimiento recíproco.

El conocimiento no puede reducirse a los aspectos externos y meramente organizativos, sino que debe captar lo que cada uno tiene de original, en cuanto riqueza y fecundidad del Fundador de todos, San Juan Bosco. La lectura de los documentos básicos de cada grupo y la carta en que el Rector Mayor reconoce su pertenencia a la Familia muestran la fuerza del carisma y el genio de la vivencia salesiana.

Se requiere un conocimiento más atento de los grupos iniciados personalmente por San Juan Bosco, así como de los que se encuentran y trabajan en la propia zona.


ART. 31. Relaciones de familia


Del conocimiento intelectual hay que pasar al conocimiento práctico que da el compartir fraterno.

Es el vasto campo que corresponde al espíritu de familia, a las relaciones interpersonales y de grupo. A modo de ejemplo, éste comprende:

  • contactos llenos de vida, reuniones ocasionales o regulares, informales u organizadas;

  • reuniones de fraternidad, espiritualidad y oración, que pongan a disposición de todos las riquezas de cada uno;

  • momentos de reflexión y estudio sobre aspectos del carisma común, de la espiritualidad, del patrimonio heredado de San Juan Bosco y de los retos que plantean a la Familia Salesiana los signos de los tiempos;

  • informaciones constantes e institucionalizadas entre los grupos, con miras a una participación cada vez más fraterna en los momentos de alegría y de dificultad, de búsqueda y de discernimiento que vive cada grupo en su programa anual; una importancia particular tiene, en este sentido, la Consulta de la Familia Salesiana, que merece el apoyo de todos los grupos;

  • compartir la fatiga de la comunicación social, para difundir en el mundo el espíritu de San Juan Bosco; considérese, por ejemplo, la tarea común del Boletín Salesiano;

  • reconocimiento mutuo de la necesidad que cada uno, como persona y como grupo, siente de perdón, de comprensión y de ayuda del otro.

Las relaciones deben ayudar a descubrir la correlación substancial entre los grupos de la Familia, que viven en una relación de reciprocidad y juntos forman y prolongan la vivencia carismática del Fundador Ningún grupo puede considerar de forma íntegra su vocación en la Iglesia sin hacer referencia a los que con él son portadores del mismo proyecto evangélico. Por ello, trabajan por mejorar la unidad de todos, sin perder la auténtica diversidad de cada uno.

Por último, todos los grupos colaboran en la vitalidad de la Familia entera, con vistas a:

  • la pastoral vocacional;

  • la formación de cada uno de los miembros;

  • la búsqueda pastoral, para responder adecuadamente a los problemas de la educación y evangelización de los jóvenes y del pueblo;

  • la realización de la misión salesiana en sus diversos sectores y tipos de obras;

  • la difusión del espíritu de San Juan Bosco.


ART. 32. Apertura a un "Movimiento Salesiano" más amplio


La Familia Salesiana de San Juan Bosco, realidad eclesial dedicada a encarnar y manifestar el espíritu heredado del Fundador, no vive únicamente para sí misma: su misión de sacramento del amor de Dios a los jóvenes condiciona, orienta y especifica su ser y su actuar.

Se reconoce como realidad carismática, renovada en esta hora especial del Espíritu tras el impulso del concilio Vaticano II. Se reconoce como movimiento eclesial cuya amplitud supera los confine y posibilidades de los grupos reconocidos oficialmente, porque agrupa personas amigas, simpatizantes y bienhechoras que, sin pertenecer a ningún grupo organizado y reconocido de la Familia Salesiana, actúan a nuestro lado con el estilo y el espíritu salesiano.

La Familia de San Juan Bosco crea un movimiento salesiano más amplio cuando sabe expresar, por encima de las peculiaridades de cada grupo, algo con capacidad para unir y con fuerza para man7festar visiblemente la identidad apostólica que se tiene en común. Las palabras particularmente significativas de San Juan Bosco y los elementos fundamentales del espíritu común incluidos en el presente documento, son una propuesta concreta y una síntesis precisa para actuar como amplio movimiento de personas que, de diversos modos, trabajan por la salvación de la juventud.


ART. 33. Voluntad de colaboración en las Iglesias locales y en la sociedad


El cuidado y la formación de la fraternidad consideran, como elemento determinante en la vida de la Familia Salesiana, la penetración del espíritu de San Juan Bosco en las Iglesias locales y en la sociedad por la colaboración real de los grupos, con miras a una mayor fecundidad apostólica.

La comunión y la comunicación deben terminar en colaboración apostólica, pues la Familia Salesiana no existe para sí misma, sino para cumplir en la Iglesia y en el mundo la misión que se le ha confiado, sobre todo para bien de los jóvenes y de los pobres.

Esta amplia colaboración puede tener dos formas:

  • colaboración de grupo a grupo, para cumplir la misión salesiana en sus diversos sectores y campos y en los diferentes tipos de obras;

  • colaboración de los grupos juntos en las instituciones pastorales de la Iglesia local y en las instituciones civiles, para llevarles la aportación salesiana, múltiple en sus riquezas y contenidos, a la construcción de la civilización del amor.

El logro de un plan común supone un camino de convergencia, que más de una vez podrá exigir el sacrificio de puntos de vista particulares o de perspectivas de un solo grupo de pertenencia.


ART. 34. Estima de las otras fuerzas eclesiales


La fraternidad abre los espacios de la caridad, y acoge con estima, cordialidad y espíritu de colaboración las diferentes formas de agrupación que trabajan en la Iglesia para su edificación y para que se manifieste la multiforme gracia del Espíritu. Para edificar sólidamente la casa común, es preciso dejar a un lado todo espíritu de antagonismo y disputa, e ir a porfía en la estima mutua, adelantándose recíprocamente en el afecto y en la voluntad de colaboración, con la paciencia, clarividencia y disponibilidad al sacrificio que a veces puede exigir tal actitud.

La multiforme gracia de Dios a los diferentes movimientos eclesiales se manifiesta en una espiritualidad particular y en una forma apostólica original. Entonces tiene lugar, en la comunión, un intercambio de dones, particularmente cuando los grupos logran expresar con claridad su propia identidad. La comunión no disminuye la peculiaridad ni tiende a poner todo en un nivel medio carente de significado. La comunión exige disponibilidad al diálogo y capacidad de contribuir con los propios valores.

Como Familia Salesiana - estimulados por el ejemplo de San Juan Bosco, que con todos tuvo sentimientos y palabras de acogida y reconocimiento y con todos igualmente supo compartir intuiciones, experiencias y realizaciones - estamos llamados a reafirmar el don recibido y a caminar con toda la Iglesia.



CAPÍTULO 5


SERVICIOS DE COMUNION


35. La comunión exige fidelidad al propio grupo

36. Puntos de referencia

37. Utilidad de algunas estructuras ágiles


ART. 35. La comunión exige fidelidad al propio grupo


El hecho de pertenecer a la Familia, para compartir entre muchos las mismas riquezas espirituales, no disminuye los valores ni la originalidad de cada grupo. La fraternidad no anula la identidad; la refuerza. Lo mismo ocurre con las situaciones concretas de las personas y su situación eclesial, que se confirman, fortalecen y enriquecen.

Con la energía de su carisma, San Juan Bosco unifica, en la armonía de una única familia apostólica, al religioso y al seglar, al casado, al viudo y al célibe y al sacerdote, que de maneras distintas dan testimonio del espíritu de las bienaventuranzas. A nadie le quita su específica espiritualidad sacerdotal, laical o religiosa. El carisma de San Juan Bosco es una energía superior y global que marca la existencia y asume y jerarquiza, especificándolas y fortaleciéndolas, las diversas espiritualidades.

La comunión es el fruto más maduro de la identidad carismática, de la autonomía en la organización, de la expresión de las peculiaridades de grupo y del enriquecimiento mutuo y generoso con los valores de todos. La comunión, pues, es siempre la meta única de la Familia Salesiana para vivir sus valores con la mayor intensidad.


1.1 ART. 36. Puntos de referencia

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En virtud de su fraternidad carismática, cada uno de los grupos que forman la Familia Salesiana reconoce en el Rector Mayor, sucesor de San Juan Bosco, al padre y centro de unidad de toda la Familia.

No faltan, íntimamente unidos a su ministerio, otros puntos d referencia que facilitan y producen convergencia para un servicio a I unidad del espíritu y a la colaboración apostólica.

Dentro de cada grupo existe un servicio fraterno de animadores cualificados, que tienen la responsabilidad de crear comunión con toda la Familia de San Juan Bosco.

Los Salesianos de Don Bosco, a título de herederos particulares y representantes de su riqueza de paternidad sacerdotal propia del orden presbiteral, tienen la responsabilidad de animar al conjunto de la Familia.

Según ello, prestan un servicio que no supone autoridad de gobierno, sino la alegría de garantizar un camino de fidelidad para vivir en plenitud la santidad salesiana.

La búsqueda y acogida de los diferentes "sacramentos de la comunión" demuestra la convicción de que una persona, al integrarse en un grupo como miembro activo, tiene conciencia de querer formar parte, por lo mismo, de una Familia más amplia.


ART. 37. Utilidad de algunas estructuras ágiles


En cuanto comunidad que consta de grupos establecidos y bien organizados, la Familia Salesiana, para crecer y madurar mejor, puede recibir estímulos de una estructura institucionalizada, ágil y flexible, que reconozcan y acepten todos.

Un elemento claro de unidad es, en el ámbito general, la persona del Rector Mayor, como se ha dicho ya en el presente documento. Él desempeña también una función específica institucional en muchos grupos, tomados singularmente. Podría pensarse también en otros aspectos, desde una visión orgánica.

En los ámbitos regional, nacional, inspectorial y local la unidad se mantiene e incrementa mediante Consejos y Consultas. Para asegurar una vitalidad normal a la Familia Salesiana, parece imprescindible no dejar dichos órganos a merced de la sola buena voluntad de los responsables de la animación y gobierno de cada grupo en sus distintos niveles. Muchas veces las dificultades prácticas del trabajo apostólico y de las relaciones interpersonales o de grupo indican la necesidad y urgencia de una fraternidad activa dotada de estructuras.

La definición de las posibles estructuras deberá ser objeto de otra reflexión, compartida por todos los grupos de la Familia Salesiana.



CONCLUSION


38. La memoria y la Invocación a los santos de la Familia

39. Actualidad eclesial de una Familia que vive y actúa unida


ART. 38. La memoria y la invocación a los santos de la Familia


Los santos proclaman las grandes obras de Cristo, son testigos vivos de su Evangelio y potencian, en el espíritu y ejercicio de la caridad fraterna, la unidad de toda la Iglesia.

Dios ha demostrado gran amor a la Familia Salesiana de San Juan Bosco enriqueciéndola con la santidad. Sacerdotes, seglares y consagrados, jóvenes y adultos de la Familia, personas dedicadas a la educación y evangelización, constructores de la vida de cada día y apóstoles llamados al heroísmo del martirio, todos encuentran riqueza de inspiración en nuestros santos.

Es admirable lo que produce la gracia del Espíritu Santo en el corazón de quienes lo acogen y se muestran disponibles a su acción. Derramando su amor, impulsa a la caridad perfecta y a la unión cada vez más profunda de quienes acogen su don.

La comunión que deseamos como Familia tiene en la santidad, buscada con empeño, el aspecto más rico de lo que compartimos.

La invocación a los hermanos y hermanas que nos han indicado el camino del amor es una inestimable ayuda para nuestra debilidad y un estímulo a trabajar con alegría mientras esperamos el Paraíso.

Os espero a todos en el cielo, nos dice también hoy a nosotros San Juan Bosco.


ART. 39. Actualidad eclesial de una Familia que vive y actúa unida


El signo de la Iglesia realizada en el mundo son el amor y la unidad. La comunión es el testimonio apostólico más eficaz, según expresión de Jesucristo.

En el actual contexto de historia de la Iglesia, que desea entabla diálogo con todos los hombres de buena voluntad, es aún más urgente el deber de manifestar la comunión interna.

Es preciso que todos los hombres, hoy más unidos entre sí por vínculos sociales, técnicos y culturales, logren también su plena unidad en Cristo, afirma el Concilio

Las familias espirituales pueden contribuir mucho a que la Iglesia esté bien equipada para la unión de los hombres y preparada para el servicio de edificar el Cuerpo de Cristo.

Nosotros aprendimos de San Juan Bosco que del amor a Cristo nace inseparablemente el amor a su Iglesia. La caridad pastoral es raíz y expresión de la unidad en la comunión de Familia. La unidad - visible y operante- de la Familia Salesiana es un instrumento seguro para la nueva evangelización.


ORACION a María Auxiliadora, Madre de la Familia Salesiana


Oh María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia,

creemos que tienes un puesto singular en la historia de la salvación

y que eres la maestra y guía de nuestra Familia.


Con alegría contemplamos y deseamos imitar

tu fe y disponibilidad ante el Señor y su plan de amor,

tu gratitud por las cosas grandes hechas por el Padre,

tu caridad apostólica y tu fidelidad en la hora de la cruz.


Nos ponemos en tus manos con amor filial:

como Inmaculada,

nos enseñas la plenitud de la donación personal,

como Auxiliadora, nos das aliento y confianza en el servicio al Pueblo de Dios.


Te pedimos, Virgen Santísima,

que sigas protegiendo a cada uno de nosotros,

a los grupos nacidos del carisma de San Juan Bosco,

a toda la Familia Salesiana

y a los jóvenes que nos confías.

Amén.


IDENTIDAD DE LA COMUNION

EN LA FAMILIA SALESIANA DE SAN JUAN BOSCO


1.2 INDICE

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1.3 PROEMIO

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1.4 CAPITULO 1

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1.5 LA GRACIA DE LA COMUNION EN LA FAMILIA SALESIANA

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1. El plan de Dios en el proyecto del Fundador

2. Una familia espiritual y apostólica en desarrollo

3. Riquezas de la comunión recíproca

4. En el corazón de la Iglesia para la salvación del mundo


1.6 CAPITULO 2

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1.7 PARTICIPACION EN LA FAMILIA SALESIANA

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5. Títulos de pertenencia

6. Reciprocidad, intercambio de dones

7. Referencia a San Juan Bosco, padre y maestro

8. Inspirados en el humanismo de San Francisco de Sales

9. El Rector Mayor, centro de unidad

10. Descripción de la Familia Salesiana de San Juan Bosco


1.8 CAPITULO 3

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1.9 RASGOS CARACTERISTICOS DEL ROSTRO SALESIANO

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A. “Palabras” especialmente significativas de San Juan Bosco


11. Da mihi ánimas

12. Con tal de ganar almas para Dios, yo me lanzo hasta la temeridad

13. Unidos en su solo corazón, haremos diez veces más

14. Toda fatiga es poca cuando se trata de la Iglesia y del Papa

15. Me basta que seáis jóvenes para que os ame con toda mi alma

16. Nuestro método se basa totalmente en la razón, en la religión y en el amor

17. Mi única ayuda ha sido siempre acudir a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora


B. Elementos fundamentales del espíritu común


18. La caridad pastoral

19. La gracia de unidad

20. La unión con Dios y el estilo de opción

21. La misión juvenil y popular

22. El optimismo y el gozo de la esperanza

23. La ascesis de la bondad

24. El trabajo y la templanza

25. El espíritu de iniciativa

26. El arraigo en el misterio de Cristo y la vida en manos de María

27. El sentido de Iglesia

28. Una sensibilidad atenta a las interpelaciones de la nueva evangelización


1.10 CAPITULO 4

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1.11 FORMACION PARA UNA FRATERNIDAD ACTIVA

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29 Primado de la vida en le Espíritu

30 Conocimiento y estima de la índole propia de cada grupo

31 Relaciones de Familia

32 Apertura a un “Movimiento Salesiano” más amplio

33. Voluntad de colaboración en las Iglesias locales y en la sociedad

34. Estima de las otras fuerzas eclesiales


1.12 CAPITULO 5

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1.13 SERVICIOS DE COMUNION

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35. La comunión exige fidelidad al propio grupo

36. Puntos de referencia

37. Utilidad de algunas estructuras ágiles


1.14 CONCLUSION

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38. La memoria y la invocación a los santos de la Familia

39. Actualidad eclesial de una Familia que vive y actúa unida


1.15 APÉNDICE

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Oración a María Auxiliadora, Madre de la Familia Salesiana