SALUDO DEL BOLETÍN SALESIANO – FEBRERO 2016
EL SUEÑO DE ESA FAMILIA SALESIANA DEL MUNDO LLENA DE FE, LLENA DE DIOS
Este será un maravilloso fruto del Bicentenario del Nacimiento de Don Bosco que hemos celebrado en el año que ha terminado. Una Familia Salesiana integrada por mujeres y hombres, consagradas, consagrados, y laicos que vivimos, o hemos de intentar vivir, con una profunda fe, muy llenos de Dios.
Escribí a mis hermanos salesianos sdb hace algunos meses que algo delicado a lo que sin duda hemos de prestar atención es que, en muchas partes del mundo donde nos encontramos se nos conoce por el trabajo generoso que llevamos a cabo, pero se ignora o desconoce por qué hacemos lo que hacemos y desde qué motivación profunda de vida. Se nos admira por el trabajo con los jóvenes; por las escuelas y la formación profesional, los oratorios, los centros juveniles y la atención a niños y niñas de la calle. Se nos admira porque somos una familia religiosa con gran simpatía tantas veces, capaces de hacernos presentes entre tantas personas en los barrios, en las ciudades…, pero no siempre se hace evidente la profundidad de vida y de fe con la que intentamos vivir.
Y este sería mi sueño, mi querida familia salesiana, amigos y amigas simpatizantes y cercanos a Don Bosco y su carisma: que quien entre en relación con nosotros, con cada grupo o rama de nuestra extensa familia religiosa pueda sentirse tocado por la presencia sencilla de mujeres y hombres de fe, de profunda y probada fe, que en su sencillo vivir y hacer, que casi sin pretenderlo, dejen traslucir qué somos y quiénes somos porque «¡cuánto bien nos hace dejar que Él vuelva a tocar nuestra existencia y nos lance a comunicar su vida nueva!» Entonces lo que acontece es que, en definitiva «lo que hemos visto y oído, nosotros lo anunciamos» (1Jn 1,3)».
Estoy absolutamente convencido, de que este es el camino del que más necesidad tenemos hoy y el que más agradece nuestro mundo. El de cuidar, alimentar y profundizar nuestra fe (ser hombres y mujeres de fe), que hacemos todo lo que hacemos porque nos hemos sentido atraídos y fascinados por Jesús y, en libertad, hemos sentido el profundo gozo de decir sí a Dios en lo que sencillamente podemos. Nuestro mundo necesita de nuestra familia salesiana que seamos capaces de permanecer, amar, dar fruto. Tres verbos que nos invitan a tomar conciencia de la necesidad de estar profundamente enraizados en Jesús para permanecer fuertemente en Él, y desde Él vivir una fraternidad que sea verdaderamente atrayente y que nos lleve a servir a los jóvenes y a todas las personas a las que, desde la diversidad de expresión de los carismas en nuestra familia religiosa, llegamos. Tres verbos que nos lleven a ser siempre «buscadores de Dios», y testigos de Su Amor en medio de los jóvenes, y, entre ellos, los más pobres. Tres verbos que calando muy hondo en lo profundo de nuestro corazón nos lleven siempre comprometernos muy seriamente en estar en “la trama de Dios”.
Que juntos vayamos tejiendo ese tejido en el que el Tejedor es el Señor y nosotros vamos alargando y uniendo los hilos de la fraternidad, del respeto, de los ojos abiertos a los necesitados.
Concluyo recordando a todos que somos familia salesiana y participamos del hermoso carisma de Don Bosco no para estar replegados sobre nosotros mismos sino para DAR y DARNOS, y para ser gesto y expresion humana de la Misericordia de Dios.