2003|es|12: Los mil rostros de Don Bosco: No nos queda sino ser…


Shape4 Shape3 Shape2 Shape1 MAESTRO Y AMIGO

de Pascual Chávez Villanueva



L


OS MIL ROSTROS

DE DON BOSCO


NO NOS QUEDA

SINO SER…


Llegamos al final de este ciclo de sugerencias bíblicas sobre la imagen de Don Bosco comparado con Moisés. Muchos otros aspectos pudieran ser descubiertos y otras comparaciones intentadas sobre nuestro poliédrico “Padre y Maestro”, porque su figura presenta mil aspectos interesantes. Habrá otras ocasiones para subrayar rostros diversos de la santidad de Don Bosco. Aquí cerramos la tarea con una consideración final.



C


omo si viera al Invisible define bien la experiencia de Dios vivida por Don Bosco. Quien, siguiendo sus huellas, desee revivir el modo de ser creyente que hizo santo a Don Bosco tendrá necesariamente que lanzarse a vivir él mismo “como si viera a Dios”. Esta vivencia es propia – en la Biblia – de personas destinadas a ser mediadores de la salvación para el pueblo de Dios. Se halla, pues, al alcance de todos aquellos creyentes que se sientan invitados por Dios a ser:


hombres de éxodos, creyentes que saben romper con los lugares de esclavitud, donde ésta se dé, porque saben que la salvación de Dios no puede realizarse donde su pueblo sufre explotación e injusticia (Ex 3,3-7-10). Los hijos de Don Bosco saben que actualmente innumerables grupos de jóvenes no llegan a vivir su juventud, porque inmediatamente son absorbidos por el sistema de producción y explotados por él: pasan directamente, no sin traumas y patologías, de la niñez a la vida adulta.


Como en los tiempos de Moisés, saber de la existencia de un Dios que no soporta el sufrimiento de su pueblo (Ex 3,16-17) es creer estar viendo al Invisible; convencerse de que debe darse un éxodo sólo porque existe un Dios que desea ser celebrado a solas, pues no tolera otros señores (Es 3,12.18), es creerse estar viendo al Invisible. Esto implica hacer propia la experiencia de Moisés de no quedar indiferente ante la presencia del mal y de hacer salir a su pueblo de aquellas situaciones que no le permitían vivir con dignidad.


líderes de pueblos, creyentes que siguen los caminos de Dios, aunque los lleven al desierto, porque saben que los hijos de Dios nacen allí, donde no existen otras posibilidades de vida que las que el Padre procura (Dt 8,3; Mt 4,4). Los hijos de Don Bosco saben que el desarrollo material y cultural ha creado en la juventud de hoy una extraordinaria y ambigua voluntad de vivir y de experimentar todas las posibilidades que les ofrecen sus energías. Quieren vivir personalmente, al margen de las formas tradicionales, prescindiendo de los modos oficiales que se les presentan, quieren ser responsables de una experiencia nueva promovida por ellos mismo y que, por lo tanto, puedan considerar enteramente suya.


Como en tiempos de Moisés, este mundo de jóvenes necesita de líderes que, sin condenar su extravío y sin compartirlo, los convenza de la presencia del Dios invisible, de su marcha junto a ellos, porque sabe intuirlo en las nubes de sus días y en el calor de sus noches; guías que resistan al pueblo cuando éste se resiste a Dios, porque ven más allá de las apariencias.


hombres de alianza, creyentes que sirven de puente entre Dios y su pueblo, porque conviven con ambos y de ambos se saben responsables. Como en tiempos de Moisés, el pueblo de Dios necesita de hombres que sepan hablar de Dios, porque han hablado con Él; creyentes cuyo rostro se transfigure, como dice Pablo, y visualice la gloria del Invisible; representantes ante el pueblo de la voluntad de ese Dios inaccesible. Hoy, como en tiempos de Moisés, Dios precisa de hombres que le hagan saber las urgencias y las quejas de su pueblo.


Don Bosco supo estar a la altura de las exigencias de Dios y de las expectativas de “la juventud pobre, abandonada y en peligro” (MB 14,662). Cualquiera que se sienta llamado a imitarle, sabe que deberá empeñarse en vivir “como si viera al Invisible”.


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  1. Niños de Sierra León rescatados por Mons. Biguzzi.


  1. Los jóvenes quieren vivir su libertad al margen de las formas tradicionales, prescindiendo de las modalidades oficiales.


  1. La

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