La que toca la Vida de las personas y las transforma…
Mis amigos lectores del Boletin Salesiano. Les saludo con la cordialidad de siempre a través de esta revista salesiana fundada por el mismo Don Bosco, quién pretendía hacer llegar por medio de la misma la realidad salesiana de esa joven Congregación que había nacido con él queriendo ser fiel a Dios, y que crecía poco a poco. Según se lee en el Boletín Salesiano de 1877, éste “se publica para rendir un informe de las cosas hechas o por hacerse según el propósito de la misión salesiana que es el cuidado de las almas y el bien de la sociedad civil”.
Yo también deseo que el boletín salesiano les ayuda a sentir que la familia salesiana de Don Bosco, hoy, después de 162 años del inicio de la Congregación Salesiana, sigue haciendo humildemente su contribución para que este mundo sea más humano, más digno, más lleno de vida auténtica, más iluminado por esa luz verdadera que viene de Dios.
En la portada de la edición italiana de este mes hemos elegido la pintura del Cristo Resucitado que se encuentra en la Capilla Pinardi. Aquel humildísimo origen donde el carisma salesiano suscitado por el Espíritu Santo echó raíces, es hoy un lugar pequeñito y precioso de serena adoración Eucaristíca que nos recuerda que la Resurrección del Señor lo ha transformado y transforma todo. A nosotros nos corresponde con nuestra libertad hacer realidad esa Humanidad como Dios nos ha ‘soñado’.
Y mi curiosidad me llevó a buscar entre los buscadores de internet de hoy lo que decían sobre la palabra Resurrección. Ciertamente que encontré referencias a la fe cristiana, pero en el mismo saco encontré de todo; me detuve en ver las películas que llevaban este título y que, naturalmente, nada tenían que ver con la Fe. Como ejemplo de ellas, hago referencia a la película ‘The mechanic: Resurrection’, donde según se cuenta es toda una historia de violencia y de venganzas. Justamente todo lo contrario que el misterio central de nuestra fe.
Y podrán preguntarse por qué hago referencia a esto. Sencillamente porque quiero subrayar que vivimos en un mundo donde encontramos de todo: fe y condena de la fe, libertad y esclavitud, promoción de los derechos del niño y trabajos forzados de menores, respeto a la dignidad de la mujer y explotación de la mujer, justicia social e injusticia y abuso, solidaridad y reparto de alimentos y falta de todo lo necesario para vivir con dignidad. Y así podría seguir. Pareciera que nuestro mundo es un mercadillo en el que podemos encontrar de todo. Pero sucede que no todo es bueno ni todo nos hace bien.
El tiempo Pascual que celebramos y el gran acontecimiento de la Pascua del Señor, de su muerte y Resurrección nos hablan de Vida plena, de Vida-Otra; nos habla de esperanza, nos habla de humanidad en camino; nos habla de presente y futuro en Dios, nos habla de realidades sencillas donde cada día se evidencia la presencia de Dios que es Amor.
En el mismo instante en el que estoy escribiendo estas líneas, el Santo Padre está viajando a Iraq, en un viaje pastoral que quiere anunciar la paz, la reconciliación y la justicia, en un deseo profundo de hombre de Fe que vive en Dios, de que las heridas se puedan ir cerrando y las brechas abiertas a causa de desaciertos humanos puedan dar paso hacia encuentros humanos.
¿Es mucho pedir esto? ¿Será demasiado utópico?
Yo no lo creo. Creo que es posible porque como más veces he manifestado, todos los días en el mundo acontecen esos ‘milagros’ que cambian la vida y el corazón de personas gracias a que otras han creído, han confiado, han tendido una mano ante la necesidad de los otros.
El Cristo Resucitado de la capilla Pinardi en Valdocco nos recuerda lo que significa dejarse guiar por Dios, lo que significa vivir desde la Fe, como hizo don Bosco, pero con los pies anclados profundamente en la tierra y sensible a los gritos y clamores de quienes tenemos más cerca.
Yo soy de los que, quizá como muchos de ustedes, quiero seguir teniendo esperanza, una profunda esperanza que se alimenta de esa fuerza que viene de Dios. Y saben por qué..? porque no me puedo permitir vivir sin esperanza, ya que entonces no sabría vivir, ya que ese modo de vivir para mí ya no sería vida, o al menos ‘vida plena’.
Les deseo una hermosa Pascua de Resurrección y un precioso tiempo lleno de presencia de Dios en sus vidas.