Los artículos de RM en BS
DON ÁNGEL FERNÁNDEZ ARTIME
Sin duda que la mayoría de nosotros recordamos que en un pasaje del Evangelio, Jesús nos habla del gran valor que tenía la pequeña donación de aquella viudad que echaba en el cepillo del Templo de Jesuralén su 'pobre' donativo (quizá pobre a los ojos humanos), pero que por ser todo cuanto tenía era algo grandioso ante Dios.
Hoy deseo contarles que he vivido esto muchas veces, y la última ha sido ayer mismo. Llegaba a Roma después de haber celebrado unas intensas y hermosas Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana en Valdocco (Turín), con una participación de 367 personas pertenecientes a 22 de los 31 grupos oficiales que pertenecen, cual ramas, a este gran árbol que es la Familia Salesiana de Don Bosco.
Al llegar me encontré con un sobre sobre mi mesa. Provenía de una pequeña población en Francia. Confío en que guardando el necesario anonimato, nuestra amiga me permita hablar de esto puesto que el bien y las cosas hermosas también se tienen que dar a conocer.
Quien me escribía es una persona de muy avanzada edad, 92 años, emigrante italiana, esposa y madre de familia, hoy viudad.
Se preguntarán qué tuvo de especial recibir esta carta de entre las decenas que cada día llegan. Sencillamente, la hizo especial la remitente por su sencilla carta escrita a los 92 años de 'su puño y letra', y con el envío de una ayuda para los más pobres en cualquier lugar de las Misiones Salesianas en el mundo.
Pero ni siquiera esto lo hace tan especial, dado que son muchas las personas que envían sus humildes donativos para los más pobres, y con ello se hace tanto bien.
Lo que lo hace tan especial es que esta nuestra amiga ofrecía algo muy suyo y de profundo valor sentimental: ofrecía sus alianzas de matrimonio, la de ella y la de su esposo ya fallecido, y una teca de plata con la que se lleva la Sagrada Eucaristía a los enfermos en sus casas.
Les confieso que me conmoví profundamente. Varias veces he leído la carta y he contemplado las Alianzas, signo de su amor esponsal.
Y me prometí a mí mismo que sería yo quien personalmente entregaría su donativo, ya transformado en dinero, en alguno de los lugares más pobress de las misiones. Con ello se ayudará a las primeras necesidades de algunas familias muy pobres y también a la educación de alguna niña menos favorecida (pues pensé que en su condición de mujer, nuestra amiga donante se sentiría feliz al saber que su donativo ayuda a la educación de alguna niña para tener las posibilidades de un futuro mejor).
No me cabe duda que ese arroz que se compre también para comer con ese donativo, tendrá un valor añadido muy especial.
Vivimos en un mundo global y en sociedades en las que solo son noticia, justamente las malas noticias: las tragedias, los desastres naturales, las muertes por violencia etc.
Y pensé: ¿Por qué algo tan profundamente humano y lleno de verdadero sentimiento en favor de los otros, como lo que les he compatido, no puede ser noticia. Debe ser noticia. Y eso es lo que estoy haciendo porque he pensado que, al igual que a mí, también a ustedes les alegraría.
Y cuando les estoy escribiendo esta página me encuentro en Timor Oriental, en medio de personas muy sencillas, mujeres y hombres del campo en este momento, pero con mucha bondad, con mucha fe, muy curtidos en el sufrimiento y en el sacrificio. Hemos celebrado ayer la fiesta de Don Bosco. Ahora mismo, en Fatumaca, celebraré con miles de personas un encuentro y Eucaristía con los miembros de la Asociación de María Auxiliadora. Y veo cómo el carisma salesiano sigue echando profundas raíces en este pueblo bueno, religioso y acogedor.
Esto también es nuestro mundo. Estas también son noticias.
A todos ustedes mi deseo de todo bien y de bendición.