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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 428
Mi nombre es A.K. y tengo 23 años de edad, originaria de la franja
fronteriza de Nuevo Laredo, Tamaulipas. Verdaderamente es todo un
reto escribir estas palabras y saber que serán leídas por el sucesor de Don
Bosco, nuestro amado Don Bosco, la persona que ha inspirado a miles de
jóvenes a convertirse por amor a Dios a vivir experiencias inolvidables y
conocernos más íntimamente.
Le cuento que llevo conociendo a los salesianos 10 años. Tuve la gran
bendición de ver nacer un Oratorio desde un completo basurero; la di-
cha de ver cómo poco a poco se fue formando una comunidad que tenía
ganas de trabajar, de hacer la diferencia, de hacer crecer un espacio de
alegría, convivencia y paz para nuestros niños y jóvenes, un lugar donde
amar a Cristo libremente, entregando tiempo y esfuerzo.
A lo largo de este tiempo ha costado mantener un Oratorio vivo, rodeado
por ambiente de drogas, alcohol, narcotráfico, migración ilegal y donde
los más expuestos son los chavos (los chicos y chicas). Es difícil la lucha
que se vive día a día, una lucha de todos.
Es digno reconocer el apoyo de la comunidad salesiana y voluntarios que
nos acompañan, y que buscan liberar a jóvenes de estas situaciones. Pero
así mismo existimos jóvenes que estamos enamorados de Jesús y de Don
Bosco, jóvenes que hemos encontrado un segundo hogar, nuevos amigos
y donde podemos expresarnos y divertirnos sanamente.
Es por ello que los jóvenes de Nuevo Laredo queremos decirle a Don Bosco
que nosotros quisiéramos ser así de valientes, en el soportar tantas cosas
sin desesperarse y nunca rendirse, luchando siempre por sus sueños aún
sin imaginar que tan lejos podría llegar. Muchos de nosotros aún nos pre-
guntamos cómo es que entre tantos hemos sido elegidos para conocer y vivir
dentro de un Oratorio, y dentro de él aprendiendo a compartir su ejemplo.
Nos apasiona saber cómo dedicaste tiempo y vida para los más necesi-
tados, regalándoles un lugar donde convivir, enviando personas que
nos siguen transmitiendo esa energía para creer en Jesús y vivir según
tu ejemplo.
Muchos de nosotros no nos imaginamos una vida sin Don Bosco, sin Sa-
lesianos, y podemos afirmar que no estaríamos enamorados de Dios, de
una manera ‘super alocada’, llena de risas y grandes experiencias sin él.
Don Bosco, tú has guiado a los perdidos que sin saber el rumbo de su vida
han encontrado la respuesta dentro de esta casa, escuela, iglesia y patio.