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1.1 PRESENTACIÓN DE LAS ACTAS DEL CG26 |
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Queridísimos Hermanos:
Me siento contento al presentaros las Actas del Capítulo General 26º, que concluyó felizmente el sábado 12 de abril de 2008. Esta fecha de conclusión asume para nosotros un significado simbólico: nos recuerda la entrada de Don Bosco en Valdocco el día de Pascua de 1846. Si para él aquel día significó el comienzo de una nueva etapa de su misión, para nosotros este 12 de abril de 2008 representa el comienzo de un sexenio que nos conducirá a la celebración del bicentenario del nacimiento de nuestro amado Fundador y Padre.
Durante el desarrollo del Capítulo vosotros habéis ya tenido la oportunidad de estar informados tempestivamente sobre la intensa experiencia salesiana vivida, la metodología de trabajo seguida, los diversos contenidos profundizados. Además, habréis ciertamente escuchado la comunicación de ese gran acontecimiento vivido por los participantes en el Capítulo: inspectores, delegados e invitados. Ahora la promulgación de las deliberaciones capitulares nos invita a su aplicación (cfr. Const. 148).
La publicación de las Actas, con los documentos que forman parte de ellas, hace oficiales las orientaciones asumidas y marca el punto de partida del sexenio 2008-2014. Espero y deseo que la lectura personal, el estudio comunitario y la puesta en práctica de las líneas de acción lleven como fruto precioso el encenderse del corazón de cada uno de vosotros con la misma pasión espiritual y apostólica de Don Bosco. El Señor Jesús, mediante su Espíritu, pueda “abrir vuestro corazón” (cfr. Hch 16,14).
En esta mi presentación deseo ilustraros el tema, el método de discernimiento, los sujetos implicados, el espíritu del Capítulo y las deliberaciones tomadas. Este conjunto de elementos os servirán de guía en la lectura del documento y sobre todo en su aplicación.
El tema del CG26 es unitario, aunque esté articulado en núcleos temáticos. A primera vista puede parecer que el CG26 haya tratado de cinco argumentos diversos; en realidad se trata de un único tema: el programa de vida espiritual y apostólica de Don Bosco. El lema “Da mihi animas, cetera tolle” puede ser comprendido plenamente conociendo la vida y la obra de nuestro amado Padre y Fundador Don Bosco. En efecto, se trata de su proyecto personal de vida, que se expresa como oración personal. Dicho lema debe ser interpretado a la luz de la entrega apostólica, de la creatividad pastoral, del trabajo incansable, en una palabra, de la mística apostólica de Don Bosco; pero también de las renuncias afrontadas, de las numerosas dificultades superadas, de los compromisos mantenidos por Don Bosco, de su ascética. El sujeto implícito de este lema es Don Bosco; el primer núcleo “volver a partir de Don Bosco” lo hace evidente y lo pone como fundamento de todo el resto.
El “da mihi animas” se traduce en el compromiso de evangelizar a los jóvenes, especialmente los más pobres. En efecto, la pasión apostólica de Don Bosco y del salesiano se expresa inmediatamente en la capacidad de comprender las urgencias de la evangelización y de actuar para que a todos les sea hecho el don de Jesucristo y de su evangelio. En la acción evangelizadora transmitimos la pasión apostólica también a los seglares, a las familias y sobre todo a los jóvenes; a éstos en particular tenemos el valor de proponer la vida consagrada salesiana, siguiendo a Jesús por las huellas de Don Bosco, no como una posibilidad de realización personal entre otras, sino como una llamada de Dios.
El “cetera tolle” nos hace disponibles para dejar todo lo que nos impide ir donde se encuentran las necesidades más graves de los jóvenes: las nuevas fronteras de la misión salesiana. El evangelio es buena noticia para los pobres y es proclamado por pobres. Las necesidades más urgentes de los jóvenes son sus pobrezas materiales, pero también las afectivas, culturales, espirituales; éstas nos llaman a una disponibilidad radical y a dejar a un lado todo lo demás. Las pobrezas de los jóvenes nos piden también ser solidarios con ellos, compartir con ellos una vida sencilla y pobre, poner a su disposición los recursos que tenemos.
Los desafíos de la postmodernidad nos llaman a superar la fragmentación de nuestra vida y de nuestra cultura. Por esto, el tema del CG26 nos debe ayudar a vivir la “gracia de unidad”, o sea, a acoger el don de la unificación de nuestra vida, a asumir el programa de vida espiritual y pastoral de Don Bosco como criterio de unidad, a traducirlo operativamente en nuestras opciones personales y comunitarias, de inspectoría, de región y de congregación.
Como ya lo hizo el CG25, para el estudio de los núcleos temáticos el CG26 ha adoptado el método del discernimiento. La asunción de un método ya experimentado, utilizado también para el proyecto de vida personal y el proyecto de vida comunitaria, ha facilitado el trabajo, pero sobre todo ha ayudado a valorizar mejor las potencialidades del discernimiento. Esto nos ha permitido caminar por un camino seguro y ofrecer un desarrollo de proyecto y no sólo doctrinal del tema capitular.
En la llamada de Dios a través del discernimiento se han individuado, en cada núcleo, las llamadas urgentes y las prioridades. La llamada, pues, no describe de modo exhaustivo todas las exigencias ligadas a un núcleo temático, sino sólo las prioritarias; el discernimiento nos ha llevado a hacer opciones. Discernir es precisamente distinguir lo que es fundamental de lo que es secundario en un determinado momento, y hacer las opciones consiguientes.
Por ejemplo, para volver a partir de Don Bosco el CG26 ha individuado y propuesto tres caminos principales: volver a él, volver a los jóvenes, reforzar la identidad carismática y reavivar la pasión apostólica. Análogamente, para responder a la urgencia de la evangelización el Capítulo ha escogido estas prioridades: cuidar la comunidad salesiana de modo que sea evangelizada y evangelizadora, dar centralidad a la propuesta de Jesucristo, profundizar la aportación de la educación a la evangelización, prestar atención a los contextos regionales. El mismo método se ha seguido luego también para los otros núcleos.
En el análisis de la situación el discernimiento nos ha conducido a captar los aspectos positivos, los signos de esperanza, los recursos, pero también las dificultades, los retrasos, los desafíos, en referencia a las opciones fundamentales indicadas en la llamada. Brota de todo ello una visión de los temas centrada en la lectura de las prioridades: así aparece evidente un cuadro de luces y sombras, que en seguida nos orienta a buscar las líneas de acción más oportunas.
En las líneas de acción de cada núcleo encontramos una novedad: al comienzo se indican los procesos que hay que activar para el cambio. Es decir, se señalan las situaciones que superar y se pone delante la meta adonde las líneas de acción deben conducir; se trata de pasar de un estado de debilidad a una nueva configuración de la vida. Son procesos de conversión de mentalidad y de cambio de estructuras; nos indican nuestro éxodo y nuestra pascua.
Las líneas de acción presentadas son diecisiete; pero en realidad se trata de cinco grandes líneas operativas, especificadas en sus modalidades concretas de realización. En efecto, se trata fundamentalmente de realizar estos compromisos: volver a partir de Don Bosco, responder a las urgencias de la evangelización, tener el valor de proponer a los jóvenes la vocación consagrada salesiana, dar un testimonio creíble de pobreza evangélica y de vida sencilla, lanzarse sobre las nuevas fronteras de la misión salesiana.
Las líneas de acción se especifican a través de las intervenciones puntuales. Éstas se asignan a diversos sujetos. Es necesario notar que no todos deben hacerlo todo, sino que a los diversos sujetos se les pide una aportación específica. Con la aportación de todos, las líneas de acción se podrán concretar; cada uno tiene el mandato de hacer su parte. He aquí, pues, la importancia de los sujetos que se deben implicar.
El CG26 puede realizar el cambio deseado en la vida de la Congregación y hacerlo realidad, sólo si hay sujetos que generosa y responsablemente asumen su mentalidad y las orientaciones. La pluralidad de los sujetos implicados es garantía de una acción eficaz.
El CG26 se dirige en primer lugar al salesiano Después de los Capítulos generales 23, 24 y 25 que han puesto de relieve a la comunidad salesiana local, el CG26 quiere poner en el centro de sus atenciones al hermano en particular. Es él quien ha recibido de Dios el don de la vocación salesiana; es él, por tanto, quien es llamado a responder a tal don con fidelidad creativa y a asumir el programa espiritual y pastoral de Don Bosco “da mihi animas, cetera tolle”.
El CG26 pretende reavivar en el corazón de cada hermano la pasión apostólica y le propone un perfil caracterizado por la identidad carismática; de este modo, él puede ser Don Bosco para los jóvenes de hoy. Él está llamado a tener una intensa y profunda vida espiritual, a vivir en familiaridad y alegría la vida fraterna, a estar con los jóvenes, a ser audaz en la acción evangelizadora, a ir a los lugares de frontera de nuestra misión, a vivir pobremente, a implicar a seglares, familias y jóvenes mismos en el ardor pastoral, a proponer a los jóvenes la vida consagrada salesiana, a amar y hacer conocer a Don Bosco.
El CG26, luego, interpela directamente a toda comunidad. En efecto, en las líneas de acción hay casi siempre intervenciones que se proponen a la comunidad, para que ésta las asuma en su camino. En particular, la comunidad toma la iniciativa de la acción evangelizadora, se preocupa de las vocaciones para la vida consagrada salesiana y da su testimonio de pobreza evangélica. La comunidad evangelizada está llamada a ser evangelizadora; su testimonio es la primera propuesta vocacional; su vida vivida en sencillez y austeridad manifiesta su amor a la pobreza; se lanza con audacia entre los jóvenes pobres; en el sitio donde vive, repropone con los jóvenes la experiencia de Valdocco.
De este modo, el CG26 pide a la comunidad salesiana continuar los procesos que el CG25 había activado, solicitando todavía la consistencia cuantitativa y cualitativa. En la comunidad el hermano crece en el seguimiento de Cristo y realiza el don de sí a Dios por los jóvenes. Él está llamado a asumir en primera persona las nuevas exigencias de su vocación; al mismo tiempo, la comunidad que vive la plenitud de sus dinámicas favorece su formación continua.
El CG26 indica también otros sujetos: la inspectoría, la región, el Rector Mayor con el Consejo general. Valorizando la subsidiariedad, cada uno desempeña sus deberes y todos cooperan en la realización de la misma llamada y de las mismas líneas de acción. Esté fuera de duda que la acción no puede quedar limitada a estos sujetos. Entra en juego enseguida la implicación y el protagonismo de jóvenes, de seglares y familias y, por tanto, de la comunidad educativa pastoral. Como tampoco es pensable vivir y actuar sin la Familia Salesiana y sin la relación con el territorio y la Iglesia local.
El Capítulo General ha sido un acontecimiento inolvidable, que muy pronto se convertirá en una crónica que contar sobre todo por parte de los que lo han vivido. Se ha traducido también en un hermoso documento, que, sin embargo, correría el peligro de quedarse en “letra muerta” sin un espíritu que lo anime. El CG26 es, pues, también un espíritu; debemos reconocer entonces cuál es el espíritu del CG26.
Como está vivo y operante el “espíritu del Concilio Vaticano II”, así podemos decir que hay un “espíritu del CG26” que ha de acogerse. Está constituido por la misma pasión que ardía en el corazón de Don Bosco y lo impulsaba a buscar la gloria de Dios y la salvación de las almas. Ha guiado a la Asamblea en el discernimiento y en la redacción del documento y hace que el texto capitular se transforme en vida, vitalidad y vivacidad para todo hermano, para las comunidades, las inspectorías, las regiones y toda la Congregación.
Es el Espíritu de Cristo que anima y vivifica. El espíritu del CG26 es un don del Espíritu del Resucitado para nuestra Congregación. Él ha derramado la abundancia de sus dones sobre todos nosotros con un renovado Pentecostés. Él abre la mente de todo hermano y calienta su corazón; lo inflama así con una renovada pasión que dará frutos abundantes. De este modo el CG26 no es sólo crónica o sólo un documento, sino que se hace historia para cada uno de nosotros y para la Congregación.
El Capítulo general ha producido también algunas deliberaciones referentes a las Constituciones y los Reglamentos generales y el gobierno de la Congregación. Algunas de ellas se refieren al gobierno central y a las regiones, otras a la relación entre la comunidad salesiana y la obra y al ecónomo local, otra todavía a nuestras instituciones de educación superior.
Pongo de relieve la orientación declarada acerca de los llamados “dicasterios de la misión salesiana”. El Capítulo ha expresado la exigencia de mayor colaboración y unitariedad en el planteamiento y en la realización de la misión salesiana. Animo a las inspectorías a tener presente esta sensibilidad y a sacar de ellas inspiración en la animación inspectorial.
Me parece importante hacer presente también la orientación respecto de las tres regiones de Europa. Tomando en consideración los procesos culturales de unificación de Europa, las experiencias de colaboración en acto y las reestructuraciones de las Inspectorías, es preciso intensificar las formas de coordinación, favorecer las sinergias, superar una visión de región particular y, por tanto, tener una mirada europea.
Considero también interesante la indicación expresa sobre la relación entre comunidad salesiana y obra. La orientación ofrecida ayudará a profundizar también desde el punto de vista institucional y jurídico lo que había sido la acción del CG25, que pedía se consideraran como dos auténticos sujetos la comunidad salesiana y la comunidad educativa pastoral.
El Capítulo General ahora se entrega a toda la Congregación. Las inspectorías y las visitadurías, a través de los Capítulos inspectoriales, ya habían producido sus líneas de acción, individuando objetivos, procesos e intervenciones. Ahora con las indicaciones del CG26 ellas están llamadas a integrar el trabajo ya realizado, con referencia a cada salesiano, a las comunidades locales y a la comunidad inspectorial.
Nos confiamos a María Auxiliadora. Con su intervención maternal, para contribuir a la salvación de la juventud, el Espíritu Santo suscitó a Don Bosco (cfr. Const. 1). Ella lo guió en la realización de la misión juvenil. “Es Ella la que ha hecho todo”. Ella es nuestra Madre y Maestra. De Ella aprendemos la docilidad al Espíritu Santo y la profundidad de la vida espiritual, que es la raíz de la fecundidad de nuestra misión. A Ella recomendamos los desafíos de la evangelización, las vocaciones para la vida consagrada salesiana, los jóvenes pobres. María, Auxilio nuestro, interceda por nosotros.
Don Pascual Chávez
Villanueva
Rector Mayor
11 de mayo de 2008
Solemnidad
de Pentecostés