Actas_1993_344.ACG


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del consejo general
año LXXIV
abril-junio de 1993
n.º 344
órgano oficial
de animación
y comunicación
para la
congregación salesiana
Direzione Generale
Opere Don Bosco
Roma

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del consejo general
de la sociedad salesiana
de san juan bosco
ÓRGANO OFICIAL DE ANIMACIÓN Y COMUNICACIÓN PARA LA CONGREGACIÓN SALESIANA
N.º 344
año LXXIV
abril-junio de 1993
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
3. DISPOSICIONES Y NORMAS
4. ACTIVIDAD DEL C. GENERAL
5. DOCUMENTOS Y NOTICIAS
página
EDUCAR EN LA FE EN LA ESCUELA
3
Antiguos Alumnos Salesianos:
Despertar, consolidar y desarrollar
la educacion recibida
33
(No se dan en este número)
4.1. De la crónica del Rector Mayor
41
4.2. De la crónica del Consejo General 41
5.1 . XVI Semana de Espiritualidad de la
Familia Salesiana
46
5.2. Nuevos inspectores
47
5.3. Nuevo obispo salesiano
52
5.4. Estadística del personal salesiano
el 31 de diciembre de 1992
54
5.5. Salesianos difuntos
(1.ª relación de 1993)
60

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Central Catequística Salesiana
Alcalá, 164 - 28028 Madrid
Edici6n extracomercial
Imprime: Gráficas Don Basca - Arganda del Rey (Madrid)

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
EDUCAR EN LA FE EN LA ESCUELA
Introducción: Raíz oratoriana de nuestra escuela.-Labor actual de nuestra Congregación en la
escuela.-EI problema de la relación entre «educación» y «escuela».-Crisis de transmisión cultu-
ral.-Tiempo de búsqueda.-Complejldad actual de la institución escolar.-La escuela católica reno-
vada.-EI quehacer didáctico según la nueva evanglización.-Estilo salesiano.-Maestros de espiritua-
lidad juvenil.
Roma, Solemnidad de San José,
19 de marzo de 1993
Queridos hermanos:
Os saludo con afecto en nombre propio y de los
miembros del Consejo General. El pasado 5 de febrero
concluimos la última sesión plenaria e inmediatamente
comenzaron las salidas para las visitas de animación. A
los pocos días, me tocó presidir la visita de conjunto de
las inspectorías italianas; después pude ponerme en con-
tacto con varias comunidades, sobre todo con las ins-
pectorías de México, donde prediqué una tanda especial
de ejercicios espirituales a los directores como final de
los actos celebrados con motivo del primer del centena-
rio de la llegada de los cinco primeros salesianos.
En todas partes se comprueba un verdadero interés
por aplicar las decisiones del XXIII Capítulo General. El
Señor bendice nuestra Congregación incluso en situa-
ciones delicadas, no sólo en la vasta frontera de las
misiones, sino también en las nuevas presencias de Alba-
nia, Siberia y otras zonas de la antigua Unión Soviética.
Es verdad que las fuerzas siguen siendo contadas,
sobre todo en ciertas regiones de escasa fecundidad
vocacional; sin embargo, viviendo la autenticidad de los
consejos evangélicos y evitando el peligro de aburguesa-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
4
miento, san Juan Bosco nos anima y ayuda a no parar-
nos, dejando, si hace falta, lo que ya no es salesianamen-
te significativo.
Entre los temas que he visto hacer objeto de compe-
tente reflexión en asambleas y reuniones de revisión y
programación está la educación de los jóvenes en la fe en
nuestras instituciones escolares. Es un tema rico, que cons-
tituye un desafío. No resulta nada senc;illo ni pacífico,
pero es ciertamente vital para la renovación de la Con-
gregación Salesiana.
Por ello, me parece oportuno invitaros a reflexionar
sobre el tema de la escuela, viendo algunos de sus aspec-
tos más serios, pues no se puede hablar de la misión y
obra salesiana sin que este punto aparezca en el centro
de la cuestión. Por otra parte, es, de uno u otro modo,
positiva o negativamente, una vivencia educativa impor-
tante que merece ser evaluada.
Raíz oratoriana de nuestra escuela
Vi en México -en algunas ciudades del norte, fron-
terizas con Estados Unidos, y en la meridional penínsu-
la de Yucatán- un prometedor relanzamiento del orato-
rio salesiano en los suburbios más populares y expuestos
a riesgo. En esta singular experiencia se nota inmediata-
mente que la presencia salesiana, rica de dinamismo, es
casi por necesidad núcleo creador de otras iniciativas,
precisamente en vista de las necesidades concretas de
aquellos jóvenes. El oratorio salesiano no es una institu-
ción ya totalmente definida, y menos aún una especie de
alternativa frente a otras estructuras, sino que lleva a una
búsqueda de las modalidades educativas más útiles a los
jóvenes necesitados; entre ellas aparecen casi enseguida
iniciativas escolares para el mundo del trabajo o para la
formación ciudadana y social. Cabe decir que el orato-
rio (o sea, la presencia entre los jóvenes más necesitados)

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5
l. Constituciones 40.
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
es también fuente de estructuras escolares con estilo y
espíritu propios.
Lo vemos ya en san Juan Bosco. Desde los primeros
años de su actividad en Valdocco, introdujo con creati-
vidad el componente escolar en su apostolado juvenil,
manteniendo en él los fines, el clima y los criterios ora-
torianos. Y, cuando tuvo oportunidad, se hizo incluso
cargo de escuelas que ya estaban funcionando y abrió
otras, guiado siempre por la idea oratoriana inicial y por
su característico método de educar a los jóvenes del pue-
blo en la vida social y eclesial.
Creo que no debemos olvidar esta raíz oratoriana ni
la característica popular de nuestras escuelas. Con razón
nos recuerdan las Constituciones renovadas que la
vivencia oratoriana de san Juan Bosco en Valdocco
«sigue siendo criterio permanente de discernimiento y
renovación de toda actividad y obra» 1• Es un criterio
que parte de la realidad juvenil y popular y busca los
medios más idóneos para una educación completa,
sobre todo de los más necesitados.
La Congregación Salesiana, en su expansión por el
mundo, se ha ido introduciendo en el movimiento de
difusión popular de la escuela católica, tomando sus
modelos corrientes y mejorándolos y transformándolos
con su identidad específica y con sus intuiciones peda-
gógicas. En ello la ha guiado la convicción, confirmada
por la práctica, de que la escuela constituye un medio de
primer orden para educar a la juventud, un elemento
válido de promoción popular y un ambiente de evange-
lización con una eficacia particular.
Más que contraponerse, pues, oratorio y escuela
como dos intuiciones definidas y separadas, desde nues-
tro punto de vista se reclaman e iluminan mutuamente
e intercambian criterios y modalidades, enriqueciéndo-
se recíprocamente en sus fines educativos y evangeliza-
dores, a la vez que se caracterizan por estar ambas desti-
nadas a los jóvenes necesitados del pueblo.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
6
Labor actual de nuestra Congregación en la escuela
Superados ya los cien a.tíos de vida, resulta que,
según los datos del último Capítulo General, actuamos
en varios cientos de instituciones escolares, que com-
prenden simultáneamente escuelas primarias (501),
secundarias de primer grado o medias (498), secunda-
rias superiores (296), técnicas (89), facultades universi-
tarias (34), escuelas parroquiales (677) y centros de alfa-
betización 2, a las que debemos afíadir las escuelas
profesionales (252) y agrícolas (53) 3• Los salesianos
dedicados plenamente a esta tarea son cerca de 4.300
más otros 1.800 parcialmente; con ellos trabajan 35.000
seglares en la educación de 800.000 jóvenes.
Si, además, sumamos la consistente labor escolar de
las Hijas de María Auxiliadora, los números se duplican.
Nuestra Familia, pues, se presenta como un movi-
miento de educadores de apretadas filas también en el
frente escolar. Diversos cotejos sobre estadísticas religio-
sas lo demuestran con claridad.
Pero no se trata sólo de cantidad. En la Congrega-
ción Salesiana siempre se ha prestado una atención par-
ticular a la escuela para cuidar su competencia y calidad.
Cuando nadie discutía su validez, se procuró darle tina
organización perfecta, instaurar en ella una disciplina
razonable, lograr su plena eficacia didáctica y cuidar su
incidencia educativa y nivel cultural. En épocas domi-
nadas por la contestación, se trató de ver las causas de la
crisis, responder a las nuevas exigencias pedagógicas y
pastorales y reafirmar los beneficios de la institución
escolar, sin ignorar sus limitaciones. Se procuró, sobre
todo, definir bien la identidad de la escuela salesiana,
imbuida del espíritu oratoriano del Sistema Preventivo.
En este ininterrumpido camino de reflexión y orien-
tación, se ha llegado a perspectivas diversas pero com-
plementarias que, juntas, constituyen aún una síntesis
válida: el proyecto educativo, la comunidad educativa,
2. La Societlt di san Fran-
cesco di Sales. Dati statis-
tici. Roma 1990, págs.
56-57.
3. Ibídem, págs. 64--67.

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7
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
4. XXI Capítulo General,
núm. 130.
la dimensión cultural de la escuela, su finalidad evange-
lizadora, la animación pastoral y la relación con la wna.
El XXI Capítulo General, que trazó sus orientacio-
nes a la luz de la exhortación apostólica Evangelii nun-
tiandi con los ojos puestos en la evangelización de los
jóvenes, reafirmaba la validez de la presencia salesiana en
la escuela y resumía sus valores con estas palabras: «La
escuela ofrece la posibilidad de encuentro y relación per-
sonal con muchos jóvenes; da la oportunidad de formar
con ellos comunidades donde el trabajo cultural está ilu-
minado e impregnado por la fe; la acción pastoral llega
también a padres y colaboradores, encarnando el men-
saje en un proyecto temporal de promoción de la perso-
na. Por último, permite afirmar con realidades el dere-
cho a proyectos alternativos de educación en sociedades
donde la hegemonía cultural o el monopolio educativo
limitan los derechos de la familia en la educación de los
hijos» 4,
El problema de la relación entre educación y escuela
5. XXIII Capítulo Gene-
ral, núm. 56.
El XXIII Capítulo General, preocupado por la edu-
cación de los jóvenes en la fe, sugiere un balance de la
relación que hoy día existe entre educación y escuela y no
oculta las dificultades, para cuya superación se necesita
una renovación compleja y valiente. «En el sistema edu-
cativo de nuestras complejas sociedades -dice- se nota
un predominio de la instrucción y del dato científico
sobre la metas educativas y la formación global de la per-
sona. Este hecho crea una ruptura entre sistema educati-
vo y vida, entre ensefianza y formación global de la per-
sona, y dificulta la elaboración de una cultura personal» 5•
De esa forma se ha ido produciendo, a veces tam-
bién entre nosotros, una verdadera separación entre el
programa escolar y las preocupaciones de vida y de sen-
tido propias de la edad evolutiva.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
8
Por otra parte, la presencia simultánea de numerosos
agentes de educación visibles y sumergidos, en una espe-
cie de emulación, relativizan el influjo y el valor real de
la escuela respecto a las propuestas verdaderamente edu-
cativas.
A pesar de todo, el XXIII Capítulo General recono-
ce que la escuela sigue siendo el ambiente donde la edu-
cación en la fe puede situarse «en una visión del mundo
y de la vida, que el joven logra estudiando las asignatu-
ras
y
proyectando
su
futuro
personal»
6
Sin embargo, las ventajas que ofrece el ambiente
escolar no son automáticas. Hay que trabajarlas inten-
cionadamente y lograrlas en una situación verdadera-
mente inédita, en la que se cruzan múltiples factores. De
ahí la invitación a revisar, con miras a la educación en la
fe, el contenido y el planteamiento de las diversas asig-
naturas, la visión cultural que hay en ellas, la estructura
y el estilo de la comunidad, los programas explícitos de
enseñanza religiosa y la vivencia de compromiso cristia-
no 7.
Por lo demás, en los períodos precedentes no habían
faltado intenciones y propuestas de renovación en esta
línea.
Así lo atestiguan, además de los capítulos generales
del posconcilio, el opúsculo Elementos y líneas para un
proyecto educativo-pastoral en las escuelas salesianas, ofre-
cido a las inspectorías por el dicasterio competente, el
desarrollo teórico y práctico de la comunidad educativa
y de la formación de los colaboradores, el tema de la
evangelización en la escuela, que ha llevado a importan-
tes transformaciones de criterios y métodos, aunque
sólo después de superar no pequeñas dificultades de
comprensión.
Se han profundizado estos aspectos en distintas reu-
niones de ámbito regional (por ejemplo, Italia, 8 España,
América-Pacífico). Respecto a la formación de agentes,
el dicasterio de Pastoral Juvenil ofreció, en colaboración
6. XXIII Capitulo Gene-
ral, núm. 267.
7. XXIII Capitulo Gene-
ral, núms. 270-273.
8. Cf. Scuola salesiana in
!Talia. Atti della Confe-
renza della Conferenza
della Ispettorie salesiane
d"Italia sulla scuola. Ro-
ma 1984; 11 progetto
educativo della scuola e
della formazione profes-
sionale (1992), prepara-
do por los Salesianos y
las Hijas de Maria Auxi-
liadora.

2 Pages 11-20

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2.1 Page 11

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9
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
con nuestra facultad de Ciencias de la Educación, un
cursillo en cada uno de los últimos sexenios. Si a esto
añadimos la presencia siempre recomendable, en el
equipo de pastoral, de un encargado de la dimensión
educativa y todo el material producido por los salesianos
con motivo de jornadas de estudio, se verá que siempre
nos hemos movido con fidelidad a san Juan Bosco.
El resultado ha sido la afirmación didáctica y cultu-
ral de no pocas de nuestras escuelas y colegios, incluso
en ambientes muy exigentes, con el aprecio y búsqueda
constante de nuestros centros escolares por parte de las
familias.
Si es verdad que la realidad juvenil ha sugerido abrir
nuevos campos de actuación, reduciendo así el porcen-
taje de la obra escolar en la acción global de nuestra
Congregación, sería un error interpretarlo como princi-
pio de abandono o liberación de la escuela. Sobre esto
nunca han faltado estímulos y orientaciones del Magis-
terio de la Iglesia ni desde el centro de nuestra Congre-
gación; lo que puede haber faltado, por razones explica-
bles, es la aplicación local de sus directrices.
En el ámbito escolar no estamos ni fuera de sitio ni
atrasados; pero sentimos el deber de confrontarnos con
una realidad que, en muchos aspectos, estaba y está en
movimiento, como demuestran su creciente compleji-
dad, el aumento de colaboradores seglares, las nuevas
exigencias didácticas, una situación de nueva evangeli-
zación con lo que ella supone para educar en la fe, la
conexión con la sociedad y la zona y la exigencia de
mejorar la preparación de los salesianos.
Entre los documentos más autorizados que nos
deben inspirar, cabe recordar: la declaración conciliar
Gravissimum educationis, la circular sobre La Escuela
católica -de la Congregación vaticana de Educación
(marzo de 1971)-, El seglar católico, testigo de lafe en la
escuela (1982) -de la misma Congregación-, La Scuola
cattolica, oggi, in Italia-de la Conferencia Episcopal Ita-

2.2 Page 12

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
10
liana (1983)- más su material Pare pastora/e della scuola
oggi (1990), La dimensi6n religiosa de la educaci6n en la
escuela -de la Congregación de Educación Católica
(1988)-, algunos discursos importantes del Santo
Padre, otras declaraciones de Iglesias locales y el docu-
mento de nuestro XXI Capítulo General La Escuela
como
ambiente
de
evangelizaci6n
9
9. XXI Capitulo General,
núms. 128-134.
Crisis de transici6n cultural
La realidad humana está en movimiento, lo está de
forma acelerada; en el clima cultural de nuestro tiempo
se producen cambios radicales, que hacen pensar en el
comienzo de una nueva época histórica de carácter pla-
netario. Hay quien habla incluso de una especie de revo-
lución cultural del mundo.
Son no pocas las "res novae" que aparecen en la
sociedad. Y, donde la aceleración es más intensa, ya se
habla de paso de la modernidad a la posmodernidad: 10
es decir, de un tipo de cultura basada en la convicción
del progreso indefinido y en la capacidad de la razón
humana sin cabida para la trascendencia (y, por lo
mismo, creadora de agnosticismo e ideologías totalita-
rias), a un tipo de cultura llamada del "pensamiento
débil", radicalmente escéptica, si bien abierta a cierta
posible trascendencia aunque de forma relativista (como
la religión propuesta por Nueva Edad), que se caracteri-
za más por la caída de falsas certezas que por la aporta-
ción de verdaderos argumentos de esperanza.
Sin detenernos ahora en las opiniones sobre lo
moderno y lo posmoderno, es indudable que crece un
clima de subjetivismo, relativismo, pluralismo y nuevas
modas que hablan de ciertos "post", hasta el punto de
considerar la misma fe como algo superado y situarla en
un "poscristianismo", donde la misión de la Iglesia apa-
recería obsoleta.
1O. Cf. Civilta Cattolica,
núm. 3418: La Jede
cristiana nell'epoca post-
moderna, 21 de no-
viembre de 1992.

2.3 Page 13

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11
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
11. Christifideles laid 3.
12. Santo Domingo. Dis-
curso programático,
núm. 20.
13. Ibidem, 21.
Desde otro punto de vista, sin embargo, tal evolu-
ción ofrece también posibilidades interesantes, pues la
caída de ideologías y mitos sociopolíticos, elevados al
rango de religiones seculares, hace constatar poco a
poco, pero cada ve:z con más fuerza, que, en definitiva,
la fe cristiana resulta el único punto de referencia estable
y prometedor, que ilumina, defiende y promociona
perspectivas de verdadero humanismo, rico de significa-
dos y objetivos para dar sentido a la vida y a la historia y
mover los corazones a la esperanza. La reciente aparición
del Catecismo de la Iglesia Cat6lica puede considerarse
como un signo histórico que indica el verdadero punto
de referencia de cara al futuro. Cabe pensar que ha lle-
gado la hora de un nuevo trabajo de inculturación del
Evangelio: «hora -escribe Juan Pablo II- magnífica y
dramática de la historia humana» 11
Existen las condiciones culturales para lanzarse con
inteligencia pedagógica a la nueva evangelización con
posibilidad de remediar finalmente el pernicioso divor-
cio de Evangelio y cultura, pues la crisis lleva consigo la
necesidad de cuidar las raíces mismas de la cultura que
emerge.
El Santo Padre insiste a menudo en este tema, tan
suyo: «Aunque el Evangelio no se identifica con ningu-
na cultura en particular, debe inspirarlas todas, para
transformarlas desde dentro, enriqueciéndolas con los
valores cristianos derivados de la fe. Realmente la evan-
gelización de las culturas es la forma más profunda y
plena
de
evangelizar
una
sociedad»
12
«La ausencia de valores cristianos fundamentales en
la cultura de la modernidad no solamente ha ofuscado la
dimensión de lo trascendente, sino que es, a su vez,
causa determinante del desengaño a que ha llevado la
crisis de la cultura. Uno de los retos a la evangelización
es intensificar el diálogo entre las ciencias y la fe, con
objeto de crear un verdadero humanismo cristiano» 13•
Todo esto nos lleva a reflexionar de modo nuevo

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
12
sobre la naturaleza y misión de nuestra escuela. No
pocas escuelas católicas, deslumbradas quizás por las
novedades culturales, no han sabido encontrar la forma
de sugerir una respuesta adecuada a sus apremiantes
retos.
La inserción en una cultura tan agitada y pluralista
ofrece de hecho a los jóvenes, sin pronunciarse acerca de
su valor, múltiples visiones sobre el sentido de la vida y
de su planteamiento ético y religioso. Por ello, mientras
que para la solución de los problemas prácticos se ofre-
cen conocimientos objetivos y compartidos, para los
problemas vitales la situación sigue estando fuertemente
marcada por la subjetividad.
Esto influye particularmente sobre la educación reli-
giosa, entendida en su sentido elemental de respuesta a
los interrogantes de la existencia, y todavía más sobre la
educación cristiana en su múltiple aspecto de conoci-
miento de la Revelación, vivencia de un compromiso y
visión global de la realidad.
Son muchos los factores que agravan este fenómeno.
Uno es ciertamente el desequilibrio entre la instrucción
religiosa y el conjunto de informaciones y mensajes que
reciben los jóvenes; por lo que el conocimiento de la fe
sigue siendo genérico, impreciso, incompleto y confuso.
Otro factor es, en los países cristianos, la interrupción
del proceso catequístico en el período de la adolescencia,
precisamente cuando surgen los problemas de sentido,
ética, cultura y sociedad; de hecho, el último programa
sistemático de formación cristiana es muchas veces el de
preparación a la Confirmación.
Pero todavía influye más lo que el XXIII Capítulo
General considera progresiva irrelevancia de la fe en la
cultura y en la vida a medida que en la persona crecen el
conocimiento y las dimensiones de la existencia. «En el
mundo del bienestar -escribe dicho Capítulo-, y de
rechazo también en otros contextos, el valor religioso ha
sido puesto al margen de los elementos de la nueva

2.5 Page 15

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13
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
14. XXIII Capítulo Gene-
ral, núm. 83.
15. Cf. Actas del Consejo
General, núm. 337,
págs. 3--42.
sociedad y de los aspectos que se consideran esenciales al
vivir social. Para los j6venes, especialmente para los que
se mueven en este clima, la pregunta sobre Dios no es
relevante y el lenguaje religioso (salvaci6n, pecado, fe,
futuro) ha perdido significado ... La propuesta religiosa
no encuentra ya espacio cultural para expresarse de
forma comprensible. ¡Es el aspecto dramático del obvia-
mente legítimo proceso de secularizaci6n!» 14. Lo ve
enseguida cualquier observador medianamente atento;
pero es s6lo un sector de los aspectos problemáticos.
Gracias a Dios, sin embargo, también afloran ten-
dencias positivas, quizás todavía s6lo de forma germinal:
son los valores y exigencias que se refieren a la persona,
considerada como sujeto determinante en todos los pro-
cesos educativos y sociales. Tales valores y exigencias
aconsejan seguir los itinerarios de la busca de sentido,
para conducir hacia el descubrimiento del misterio que
toda vida humana encierra dentro de sí. Sugieren asi-
mismo trabajar en la formaci6n de la persona, activando
particularmente los dinamismos que favorecen el anhe-
lo y la capacidad de crecer durante toda la vida. Tam-
bién es positivo y estimulador el nuevo escenario de la
mundialidad, que se expresa en solidaridad con los de
cerca y con los de lejos respetando los derechos natura-
les y civiles de cada uno.
De todo esto se habl6 ya en la circular sobre la nueva
educaci6n 15• Lo reconoce también nuestro XXIII Capí-
tulo General, y dice: «Muchos j6venes ... invocan nue-
vos valores que sean capaces de regenerar las relaciones
interpersonales y de ofrecer una estructura social más
rica. En la vida juvenil emergen algunas insistencias: la
centralidad de la persona, principio, sujeto y fin de
todas las instituciones sociales; el descubrimiento del
valor de la igualdad y reciprocidad entre el hombre y la
mujer; un modo nuevo de entablar relaciones, basadas
en la libenad y en la justicia; un conjunto de valores vin-
culados a la diversidad (por ejemplo: la tolerancia, el

2.6 Page 16

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. 0 344
14
ecumenismo, el respeto a lo diverso) y a la solidaridad
(la nueva visión de la paz y el desarrollo, la totalidad y
globalidad del crecimiento); una renovada atención a las
realidades culturales y religiosas, más allá del progreso
técnico; una fuerte sensibilidad hacia los grandes pro-
blemas del mundo ...; un significativo descubrimiento
del ambiente y de la necesidad de salvaguardarlo» 16•
Sin embargo, no todos los valores proclamados y
deseados por los jóvenes logran hacerse convicciones,
actitudes y conductas permanentes y capaces de originar
decisiones duraderas y opciones de vida, pues hay cierta
incoherencia entre proclamaciones compartidas y formas
de vida, entre normas o criterios aceptados y aspiraciones
subjetivas, entre objetivos sociales y proyectos personales.
Tal estado de desorientación (por deslumbramiento
de tantas novedades) ha hecho perder, en concreto, cre-
dibilidad a algunas escuelas católicas.
16. XXIII Capítulo Gene-
ral, núm. 49.
Tiempo de búsqueda
El cambio de época que estamos viviendo nos lleva,
pues, hacia metas culturales que debemos preparar. El
concilio Vaticano II fue una gracia inmensa del Espíritu
del Señor para guiar a la Iglesia en una hora tan com-
pleja y fecunda.
Los defectos y carencias de la actividad escolar pre-
conciliar provocaron en los agentes de la escuela un jus-
tificado afán de búsqueda de nuevas modalidades de
presencia apostólica, que de hecho llevaron con frecuen-
cia a descuidar o reducir el papel educador de una escue-
la católica renovada.
Se vio a pastores totalmente faltos de sensibilidad al
respecto, a pesar de orientaciones explícitas del Magiste-
rio, y hubo incluso algunos institutos de vida consagra-
da que abandonaron sus obras escolares, como si se tra-
tara de un residuo de épocas superadas.

2.7 Page 17

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15
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
17. Cf. Actas del Consejo,
núm. 343, págs. 16-
18.
18. CISM, enero-febrero
de 1993.
19. La Escuela católica,
núm. 89.
20. Cf. Actas del Consejo
General, núm. 343,
págs. 6-10.
21. Documento final núm.
271.
Han pasado los años, y ahora va apareciendo una
crítica cada vez más clara a tales actitudes. Lo vimos en
la N Conferencia del Episcopado Latinoamericano en
Santo Domingo 17 y en ciertas afirmaciones de otras
conferencias episcopales; así, por ejemplo, el secretario
de la italiana, monseñor Dionisia Tettamanzi, afirmó
con franqueza en un encuentro con los provinciales
(noviembre de 1992): «Los religiosos (al menos bastan-
tes de ellos) tienen el mérito de haber creído en la Escue-
la católica incluso en años de generalizada falta de aten-
ción eclesial y, a veces, de auténtica incomprensión de
este servicio específico a la educación» 18• Ya en una cir-
cular de la Congregación de Educación Católica, de
hace quince años, se exhortaba a no «dejarse engañar
por el reclamo seductor de actividades apostólicas a
menudo sólo aparentemente más eficaces» 19.
Sabemos que la nueva evangelización es, por sí
misma, inseparable de la promoción humana y de la
cultura cristiana 20, pues ambos aspectos -promoción y
cultura- son una importantísima dimensión de la
misma. Para evangelizar a la juventud, que vive en edad
evolutiva, hay que saber actuar desde dentro de su creci-
miento humano y de su maduración cultural. Con
razón el Episcopado Latinoamericano consideró en
Santo Domingo la educación católica como «mediación
metodológica para la evangelización de la cultura» 21
Ahora bien, aun siendo verdad que la educación
ocupa un espacio mucho más amplio que la escuela, ésta
se ha de considerar -si quiere ser verdaderamente tal-
precisamente como una de las instituciones que más
influyen en el ámbito de la educación completa. Por su
propia naturaleza está llamada a facilitar la maduración
de la persona desarrollando desde el interior de su evo-
lución los horizontes del sentido de la vida y evitando
encerrarla en una programación reductiva de simple ins-
trucción científico-técnica; debe ser lugar de humaniza-
ción mediante una válida concepción de la existencia

2.8 Page 18

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
16
humana, una escala de valores y una visión global del
hombre, de su historia y del mundo. Sólo un racionalis-
mo abstracto puede hacer pensar en la escuela llamada
"neutra'' o aséptica, no al servicio de una cultura, sino de
informaciones que no comprometen a nada según un
vago relativismo agnóstico.
Ahora bien, toda cultura remite a un humanismo y,
en el actual pluralismo de la sociedad, el humanismo
cristiano -como ya he apuntado- presenta una origina-
lidad profunda y una recuperación cada ve:z mayor de su
valor social en la busca del bien común.
La Escuela católica no es en absoluto una obra de
suplencia, sino una aportación original y preciosa para
la vida de la sociedad civil; cabe decir incluso que es un
verdadero derecho de la gente. La libertad que debería
caracterizar a todo Estado democrático exige que la cul-
tura sea determinada por los ciudadanos según sus com-
petencias y convicciones y no sólo por la autoridad
pública, cuya función es promocionar y proteger, nunca
monopolizar. La función del Estado es subsidiaria, y
cuando «reivindica para sí el monopolio escolar, sobre-
pasa sus derechos y lesiona la justicia» 22•
22. Libertatis consciencia,
núm. 94.
Complejidad actual de la institución escolar
La escuela pertenece, como decía, al ámbito de la
cultura y participa de su autonomía, en su consistencia
y en sus fines, según las exigencias de la "laicidad" pro-
pia del orden temporal, tal como lo quiso Cristo en
cuanto Verbo creador.
Esta laicidad institucional es propia de toda escuela
en cuanto tal; no se opone a la inspiración cristiana que
distingue el planteamiento de la escuela católica, pues la
fe no limita ni condiciona la naturaleza y misión del
orden temporal ni, por tanto, de la escuela; es más, puri-
fica y estimula sus fines y la defiende de las diferentes

2.9 Page 19

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17
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
tentativas de manipulación ideológica. En cuanto escue-
la, se orienta a la promoción humana con la perspectiva
de educar a la persona para el bien de la sociedad civil.
Las exigencias de la naturaleza y misión cultural de
la escuela son hoy múltiples y van creciendo en todas las
sociedades.
Ha nacido, así, para la escuela una complejidad en
movimiento, que se manifiesta, ante todo, en la docen-
cia, donde la información científica requiere siempre
nueva estructuración de programas y asignaturas, nueva
articulación de los mismos y las correspondientes nove-
dades de métodos e instrumentos didácticos.
Vienen después la necesidad de coordinar los diver-
sos componentes de la escuela, las responsabilidades
didácticas y disciplinares, el funcionamiento de los
diversos Consejos, la inserción de los padres de familia,
las relaciones con el personal auxiliar, la adaptación de
los edificios para adecuarlos a nuevas normas legales y,
con incidencia particular, el problema del sostenimien-
to económico.
La complejidad está también en el esfuerzo de ofre-
cer una educación verdadera; lo cual exige una conver-
gencia de visión que dé forma a una actividad suficien-
temente coordinada y capaz de expresar un compromiso
cultural común.
Son aspectos que se enuncian rápidamente, pero
cuyo funcionamiento comporta programaciones
pacientes, realizaciones metódicas, convergencias labo-
riosas y búsqueda continua de equilibrio. Si no se hace
el esfuerzo de coordinar, la institución escolar corre peli-
gro de no ser verdadera escuela de vida y aparecerá como
algo obligado para almacenar datos y lograr cierta
competencia funcional; será antipática a sus alumnos y
los inducirá a ocupar en otro sitio su tiempo libre.
No obstante, hay que añadir que cuando nos esfor-
zamos por lograr una estructura orgánica, la compleji-
dad significa también riqueza, pues hace que la impres-

2.10 Page 20

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
18
cindible pluralidad de funciones, las exigencias didácti-
cas y los aspectos educativos converjan en una integra-
ción armónica que, sin eliminar las tensiones naturales
entre polos diferentes, orienta sus energías hacia una
capacidad más específica de crecimiento cultural.
La complejidad, inherente a la actual evolución his-
tórica, lleva a considerar la seriedad y urgencia de las
nuevas exigencias de la escuela actual, que suponen la
capacidad de adquirir y desarrollar una auténtica profe-
sionalidad educativa, no sólo en general, sino también
especializada, pues la gestión de la estructura global, el
nivel didáctico, la animación de la comunidad educati-
va, la propuesta cultural y el diálogo entre información
científico-técnica y significación de los valores requieren
una base de conocimientos sistemáticos y de prácticas
pedagógicas que vayan acompafi.ados de una actualiza-
ción continua.
Las Ciencias de la Educación se han desarrollado en
muchas direcciones y requieren proyectos especializa-
dos. Urge superar la tendencia a considerar el aspecto de
la enseñanza como meramente técnico, con objetivos
más funcionales que educativos. Una reflexión más
honda sobre el aspecto educativo de la didáctica hará
aparecer y recuperar los valores intrínsecos al proceso de
aprendizaje, en cuanto que educa la mente a plantearse
de modo correcto los interrogantes, a manejar los datos
con rectitud, a aplicar y ejercitar la inteligencia y a elu-
cidar no sólo las relaciones entre los datos empíricos,
sino también a descubrir el sentido de la totalidad.
Pero si la enseñanza-aprendizaje contiene, ya como
ejercicio, valores educativos, el patrimonio cultural con
el que la escuela entra en contacto ofrece todavía más
elementos de crecimiento. En tal sentido, se han subra-
yado los horizontes que abren las diversas áreas hacia la
realidad humana y la materia así como los elementos de
mente y de alma que crean.
Si planteamos debidamente el conjunto de conteni-

3 Pages 21-30

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3.1 Page 21

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19
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
23. NB. Aquí es recomen-
dable la lectura de los
núms. 26-37 del docu-
mento La Escuela cató-
lica.
dos y métodos, debería formarse en los jóvenes una
mentalidad humanística que coloque la persona por
encima de las cosas; una cultura de dimensión ética, es
decir, que haga habitual el confrontarse con la concien-
cia y con los valores objetivos; una cultura solidaria que
conciba el progreso como comunicación de bienes por
parte de todos y no proclame como principio la pugna
por la afirmación individual; una cultura del significa-
do, abierta a lo trascendente y capaz de aceptar los inte-
rrogantes de la existencia y buscarles respuesta.
Todo esto sólo es posible cuando la reflexión prime-
ra y fundamental de la que proceden los objetivos edu-
cativos se ha hecho precisamente sobre la cultura que
comunica la escuela mediante todos sus elementos, par-
ticularmente por la enseñanza. El problema central de la
escuela es, por tanto, su planteamiento cultural, que
supone una reflexión completa sobre el hombre con
miras a su formación en la paz, en la solidaridad, en los
derechos humanos, en la ecología y en la mejora de la
sociedad y del mundo 23•
La escuela católica renovada
¿Qué características debe dar hoy a una escuela reno-
vada el calificativo de católica?
Podemos decir que en estas décadas posconciliares la
escuela católica se ha visto sometida a una reconsidera-
ción de fondo. La nueva evangelización de la cultura
hace ver el tono del humanismo cristiano que debe dis-
tinguirla y que la escuela traduce a proyecto educativo
propio.
El proyecto le exige que sea, ante todo, auténtica-
mente escuela, es decir, concentrada en la educación
mediante la comunicación y elaboración del saber; lo
hace con el sentido de una laicidad correcta, sin conce-
siones a interpretaciones laicistas ni instrumentalizacio-

3.2 Page 22

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
20
nes ideológicas; conoce, respeta y promociona sincera-
mente la trasmisión de la cultura como valioso servicio
a la sociedad civil.
Si no es verdadera escuela, tampoco será genuina-
mente católica.
Pero si es verdadera escuela, y a menudo más escue-
la que otras muchas, no estará de más aludir enseguida
al derecho que tiene de paridad (o igualdad) social con
las otras escuelas, particularmente en el aspecto econó-
mico. «El estado no puede, sin cometer injusticia, con-
tentarse con tolerar las escuelas llamadas privadas. Éstas
prestan un servicio público y, por consiguiente, tienen
derecho a ser ayudadas económicamente» 24.
Es una consideración genuinamente democrática
que debemos procurar que cale en todos lo ámbitos
sociales y políticos. Los católicos son tan ciudadanos
como los demás; juntos, constituyen la Iglesia de Cristo,
que no es alternativa ni parte separada de ninguna socie-
dad civil, sino que es, más bien, fermento de promoción
y liberación para purificar y consolidar sus valores
humanos.
Evidentemente, hay que subsanar ciertos defectos,
límites y retrasos asumiendo y testimoniando con clari-
dad el giro edesiológico del Vaticano II. Esta Iglesia, ser-
vidora de la humanidad, considera la escuela católica
como uno de los medios más idóneos y conformes a su
acción en el mundo en cuanto sacramento de salvación;
es un medio que hay que mimar con el mayor interés,
un servicio incomparable que debemos cuidar «como la
niña de los ojos» 25•
Es un ambiente privilegiado de nueva evangeliza-
ción precisamente porque está íntimamente ligada a la
cultura.
El concilio Vaticano II afirma explícitamente: «La
escuela católica persigue, en no menor grado que las
demás escuelas, los fines culturales y la formación
humana de la juventud. Su nota distintiva es crear un
24. Libertatis comciencia.
núm. 94.
25. Cf. Juan Pablo Il, 28
de junio de 1984.

3.3 Page 23

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21
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
26. Gravissimum educatio-
nis, núm. 8.
ambiente de la comunidad escolar impregnado del espí-
ritu evangélico de libertad y caridad, ayudar a los ado-
lescentes para que, en el desarrollo de su persona, crez-
can a un tiempo según la criatura nueva que fueron
hechos por el Bautismo, y, finalmente, ordenar toda la
cultura humana según el mensaje de la salvación, de
suerte que quede iluminado por la fe el conocimiento
que los alumnos van adquiriendo del mundo, de la vida
y del hombre» 26•
La escuela católica privilegia, pues, en el ámbito
escolar, el aspecto educativo en íntima relación con la
cultura, sobre todo en una hora de crisis como la actual,
a fin de superar tanto los recortes antropocéntricos de la
modernidad como el subjetivismo y el relativismo del
pensamiento débil.
Dentro de su complejidad institucional, la escuela
católica busca constantemente la cohesión orgánica de
sus distintos componentes y una dimensión comunita-
ria fundamental. La insistencia del Vaticano II en la
eclesiología de comunión comporta un giro decisivo en
la estructuración de la escuela católica, que debe trans-
formarse y funcionar cada vez más como comunidad
educativa. Quiere ser servidora de la sociedad civil pre-
cisamente en cuanto sujeto comunitario eclesial.
Como tal, proyecta un significado y difunde un
mensaje incluso cuando se halla en ambientes de mayo-
ría no cristiana y cuando sus destinatarios profesan otra
religión.
En los contextos de tradición católica, está llamada a
ser también una especie de comunidad cristiana de base,
en la que se hace una síntesis válida de Evangelio y cul-
tura mediante el testimonio de una síntesis de fe y vida,
sobre todo por parte del grupo de educadores.
Esto lleva a la inserción de la escuela católica en el
tejido vivo de la Iglesia local. No ha de ser, pues, castillo
cerrado, sino lugar privilegiado de comunión y colabo-
ración en el ámbito más vasto de una pastoral juvenil

3.4 Page 24

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
22
más orgánica: «centro de comunión y participación»,
que nos dijo el XXIII Capítulo General. Cabe afirmar
que la escuela católica debería contribuir a llevar la
sociedad civil a mayor democracia y la comunidad cris-
tiana, a mayor edesialidad.
Así, la escuela católica perfecciona su ser de verdade-
ra escuela mediante la inspiración cristiana de cada uno
de sus miembros y de la comunidad educativa; se preo-
cupa de la trasmisión cultural del saber a la luz de la
revelación de Cristo y considera tarea institucional pro-
pia contribuir al bien de la sociedad civil y de la Iglesia
en cuanto servidora del hombre.
Como expresión calificada de nueva evangelización,
la escuela católica se esfuerza por comunicar los princi-
pios evangélicos desde los valores culturales, unificando
y armonizando las verdades que fluyen del misterio de la
creación y de la redención, es decir, de Cristo, autor del
mundo en su laicidad y liberador y recapitulador de
todo en la plenitud escatológica de la Pascua.
Otro aspecto característico de la escuela católica es el
de implicar a los seglares en las actividades educativas. El
relanzamiento de la vocación y misión del seglar en la
Iglesia ha adquirido hoy una incisividad particular en
esta renovación. No es fácil formar una comunidad
educativa armónica y que funcione; la meta es hacerla
sujeto eclesial mediante iniciativas continuas que hay
que inventar y cuidar.
Un problema de fondo de la educación cristiana es la
autenticidad de la conducta de los educadores, indivi-
dualmente como personas y, sobre todo, como comuni-
dad. La síntesis de cultura y Evangelio depende de la
mediación de fe y vida en los educadores y de un dima
de trascendencia de fe en la visión del mundo, de la his-
toria y de la conducta ambiental. Las opciones significa-
tivas de existencia, las propuestas de vida cristiana, la
animación evangélica del ambiente educativo, teniendo
en cuenta los actuales condicionamientos culturales, y la

3.5 Page 25

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23
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
conciencia de identidad en una situación de pluralismo,
junto con la capacidad de diálogo, son aspectos inhe-
rentes a la comunidad educativa en la escuela, para que
sea y actúe de verdad como sujeto eclesial llamado a
vivir y construir un clima de espiritualidad pedagógica
atractiva, que armonice, en forma simultánea de síntesis
vivida, el papel de comunidad eclesial y de sujeto civil.
Corresponde a los educadores impregnar con los
valores de la educación el proyecto didáctico de la escue-
la, incorporándolo a un conjunto de actividades educa-
tivas más amplias y complementarias. La coordinación
de las diversas aportaciones educativas es obra de una
comunidad que busca una calidad global de educación
cristiana en el conjunto de sus actividades.
De esta reflexión se deduce la necesidad de una
renovación intensa de la dimensión comunitaria plena-
mente centrada en la misión educativa.
Es preciso que los educadores de la escuela sean un
grupo compacto que sepa interpretar y trasmitir la
riqueza cultural de cada pueblo con la óptica ilumina-
dora de la fe cristiana, haciendo referencia a la fuente de
las energías pascuales.
La escuela católica aparece, hoy, más como tarea que
hay que hacer que como institución ya estructurada a la
que dar el visto bueno; al no ser alternativa a la estatal,
se presenta como perfeccionamiento del quehacer esco-
lar en cuanto tal en una hora prometedora y difícil de la
historia.
Además de este característico estilo cristiano de
comunión, la escuela católica debe reconsiderar a fondo
su docencia escolar específica.
El quehacer didáctico según la nueva evangelizaci6n
Vale la pena detenerse un poco en el delicado aspec-
to del quehacer didáctico en la escuela católica. Para

3.6 Page 26

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
24
comprender bien sus perspectivas es preciso acudir a la
consideración de la cultura en cuanto dato humano
concreto, situado en el tiempo y en el espacio. Toda cul-
tura, igual que el hombre que la crea, está inmersa en el
devenir histórico e impregnada constitutivamente de
hechos, adelantos, desviaciones y recuperaciones que
influyen objetivamente en su misma naturaleza.
Si no se considera esta historicidad (es decir, lo que
han ido inscribiendo en la naturaleza del hombre las
personas y los acontecimientos), queda limitada la bús-
queda de la objetividad y se traicionan los fines de la
misma ciencia, que debería ayudar a leer con integridad
la realidad.
Nunca ha existido la llamada "naturaleza en estado
puro" del hombre; siempre se ha visto sometida a nume-
rosos condicionamientos de la existencia. Así, por ejem-
plo, la pérdida actual del sentido del pecado, que ha
influido e influye en toda la vida humana (y por tanto
en las culturas) y el prescindir del "acontecimiento Cris-
to", que pone la existencia humana y sus culturas en
situación escatológica (es decir, en necesaria referencia al
único verdadero "Hombre nuevo"), privan a la investi-
gación científica y a la docencia escolar del conocimien-
to de datos objetivos imprescindibles para la integridad
de la educación. La racionalidad humana en general y la
específica de cada asignatura reciben una luz de mayor
objetividad de la trascendencia escatológica de Cristo.
No es indiferente ni para la realidad cultural ni para
la educación escolar prescindir de estos aspectos de la
existencia en el tiempo. La dimensión de la historicidad
en sus variadísimas aportaciones es objetivamente inhe-
rente, y lo es con fuerte incisividad, a toda la realidad
cultural.
El camino que hay que conocer y seguir no es el del
hombre abstracto y anónimo, sino el del hombre con-
creto, situado en la historia. Por otro lado, la cultura no
se identifica con la naturaleza, aunque fundamental-

3.7 Page 27

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25
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
mente se refiera a ella. La historia tiene mucho que decir
sobre la realidad humana.
Aquí entendemos la historia no tanto como una más
de las asignaturas escolares, sino como "criterio de obje-
tividad" en la consideración de todas ellas, a fin de que
no se desarrollen ni se ensefi.en con una especie de inge-
nuidad propia de paraíso terrenal. No basta ahondar en
la naturaleza del hombre y proyectar utópicamente sus
valores; es preciso considerar también su camino a lo
largo de los siglos y sus itinerarios personales. La fe cris-
tiana, aunque mira la realidad desde una óptica no espe-
cíficamente científica sino desde un nivel peculiar más
alto, está totalmente orientada hacia la historia del hom-
bre atenta y globalmente, con plena y armónica confian-
za en la razón humana. Y así, tanto desde el punto de
vista científico como desde la fe, hay que reconocer que
la objetividad de la realidad humana, igual que todo el
ámbito de lo creado, encierra aún mucho que descubrir.
Ahora bien, si volvemos a la modalidad de la ense-
ñanza en la escuela católica, tenemos que decir -como
observación previa- que el quehacer didáctico no se
refiere propiamente al campo científico de la investiga-
ción para hacer progresar cada una de las ciencias, sino
al quehacer educativo, para que la persona alcance
madurez mediante un conocimiento lo más completo
posible de la realidad.
El profesor, pues, deberá saber utilizar su profesiona-
lidad científica y su fe cristiana con óptica pedagógica,
armonizando razón y fe en su propia asignatura. Es pre-
cisamente aquí donde tenemos ya un paso caracteriza-
dor en la evangelización de la cultura.
Es tarea y arte del educador que enseña ver el conte-
nido de su docencia a partir del punto de vista de la edu-
cación completa, para ponerla al servicio del crecimien-
to de la persona. Su instrucción no puede ser sólo de
ciencia, sino promoción educativa mediante la propia
asignatura.

3.8 Page 28

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
26
Así, especialmente para las asignaturas humanísti-
cas (filosofía, literatura, historia, psicología, sociología,
etc.), la clasificación de escolar no es aséptica ni ajena
a los conocimientos de la fe, no significa sólo el lugar y
el nivel de trasmisión de dichas asignaturas, sino que
comporta una dimensión específica distinta de la ense-
ñanza laicista, falsamente considerada neutra; es una
calidad original que no se opone a la competencia y
seriedad científica, que evidentemente asume, sino que
está a favor de una objetividad total, que debe trasmi-
tir.
También esto nos ayuda a entender por qué la
escuela católica no tiene sólo función de suplencia,
sino que posee rasgos específicos que la caracterizan y
le obligan hoy a tareas exigentes, pedidas por la nueva
evangelización, convencida de que tiene puntos de
vista de los que no es posible prescindir para la madu-
ración cultural.
Aquí habría que añadir la importancia capital que
debe asumir la enseñanza de la Religión en la escuela
católica; es un tema vital que debemos armonizar con
las demás asignaturas y cuidar con una competencia
peculiar 27•
No obstante, después de estas breves ideas sobre la
escuela católica renovada, es necesario reconocer que,
a medida que avanzamos en estas reflexiones, surge
espontáneo un juicio crítico sobre la "catolicidad"
concreta de nuestras escuelas actuales, tanto por el
testimonio evangélico de la comunidad educativa,
como por el carácter específicamente cristiano que
damos a la trasmisión de cada asignatura -con sus
perspectivas de sentido y apertura a lo trascendente,
con métodos y espacios adecuados- y por las iniciati-
vas de comunión eclesial que deben completar su
fisonomía.
La conclusión es: ¡Hay que ponerse a traba-
jar!
27. Cf. el documento de la
Congtegación de Edu-
cación Católica La di-
mensión religiosa de la
educación en la escuela,
1988.

3.9 Page 29

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27
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
Estilo salesiano
28. Cf. Constituciones,
art. 40.
El rostro salesiano de nuestras presencias escolares
tiene los rasgos generales de la escuela católica que aca-
bamos de describir sucintamente. El XXIII Capítulo
General nos dice, ante todo, que la comunidad salesiana
está llamada a ser núcleo animador, capaz de implicar en
su tarea a los colaboradores más conscientes y de orien-
tar toda la comunidad educativa hacia los objetivos
señalados. Se trata de un área de crecimiento de comu-
nión que supone una mentalidad nueva con una forma
de gestión asumida solidariamente por todos.
Además de esta dimensión comunitaria, hay que
recordar particularmente el criterio oratoriano 28, que,
como hemos visto, es también la raíz histórica de la exis-
tencia de nuestras escuelas con destinatarios privilegia-
dos, con opción popular, con un peculiar espíritu de
familia, con una orientación clara hacia la maduración
de la fe, con creatividad educativa y con iniciativas que
van más allá del horario escolar.
En cuanto a la naturaleza, fines, métodos y resulta-
dos que se esperan de la animación salesiana, conviene
recordar que, en el ambiente escolar, nuestra animación
se propone mantener claros la identidad y los fines espe-
cíficos de la escuela mediante el proyecto de realizar la
comunidad educativa formada por colaboradores,
padres de alumnos, alumnos y quienes la apoyan, y darle
un estilo educativo característico.
Todo esto pone en primer plano, como corazón de
la animación, la tarea formativa. Se trata de que la
comunidad educativa sea un sujeto eclesial auténtico,
en el que todos queden implicados en procesos de cre-
cimiento; así se actúa la maternidad educativa de la
Iglesia y se aprovecha todo su patrimonio de pedagogía
y de gracia.
La formación se desarrolla en cuatro dimensio-
nes:

3.10 Page 30

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
28
- cultural que ayuda a evaluar los acontecimientos
y las corrientes de pensamiento de nuestro tiempo que
más influyen en el hombre;
- profesional, que robustece la capacidad de hacer
frente, unidos, a los problemas juveniles específicos de la
escuela y otros;
- cristiana, que lleva a una mayor conciencia del sig-
nificado y exigencias de ser creyente, a un conocimiento
cada vez más completo y hondo del misterio del Hom-
bre nuevo y a una vivencia auténtica de fe;
- salesiana, que propone y ahonda continuamente
el cuadro de referencia teórica y práctica del Sistema
Preventivo.
La animación es el verdadero salto de calidad en la
actual renovación escolar. Conlleva un desplazamiento
de acento en el servicio que debe prestar nuestra consa-
gración apostólica. De ella se espera no sólo una presta-
ción de trabajo propio del orden temporal, sino tam-
bién, y sobre todo, una fuerza de convocación y unión
en la fe; se espera que la escuela sea memoria y signo de
lo específicamente cristiano. En tal sentido, los consa-
grados están llamados no sólo a ser administradores más
fieles o profesores con una visión cultural adecuada, sino
también a traducir a presencia e impacto educativo su
opción radical por Cristo.
Además, la animación conlleva también un despla-
zamiento de acento en la gestión de las obras. La comu-
nidad religiosa, aunque limitada numéricamente, debe
concentrarse en los aspectos fundamentales, aseguran-
do, sobre todo en la orientación de la obra, su calidad
educativa y cristiana.
Bajo esta luz, se comprende la importancia de la
figura salesiana del director. Sabemos que, según las
Constituciones
29
,
el
director
no
es
sólo
guía
de
la
comu-
nidad religiosa, sino también el primer responsable de la
misión, es decir, orientador del quehacer educativo y
29. Cf. Constituciones,
art. 176.

4 Pages 31-40

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4.1 Page 31

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29
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
30. Cf. XXI Capítulo Ge-
neral, núms. 52-53.
pastoral de los salesianos y de la comunidad educativa; o
sea, que, en definitiva, se encarga también de su organi-
zación y funcionamiento.
En los repetidos debates que, más o menos en todas
partes, han considerado la posibilidad de separar la
dirección religiosa de la comunidad y la educativa y pas-
toral de la obra, siempre se ha vuelto a la figura tradicio-
nal. El XXI Capítulo General prefirió indicar la jerar-
quía de las tareas 30 y la adquisición de nuevas
competencias, en vez de sancionar la división de respon-
sabilidades religiosas, educativas y pastorales. Lo hizo
por una razón fundamental: la vivencia religiosa de los
salesianos incluye, como parte integrante e inspiradora,
la tarea de la misión; en ella se vuelca de forma pedagó-
gica nuestra vida consagrada y, viceversa, nuestra espiri-
tualidad se enriquece con la vivencia pedagógica: es la
dinámica de nuestra "gracia de unidad". Tal principio y
sus relativas aplicaciones quedaron aclarados en los últi-
mos capítulos generales; conforman, pues, los criterios
para dar estructura orgánica a la comunidad y a su obra
escolar.
A pesar de todo, últimamente se ha ido creando, en
diversas partes, una situación local donde la autoridad
pedagógica y organizativa es considerada por los orga-
nismos civiles la responsable de la escuela. A ello se
añade la complejidad, ya indicada, de los componentes;
por lo que, en más de un caso, el director no puede
tomar parte ni seguir algunos de los aspectos escolares
más específicos. Además, en algunos casos, su profesio-
nalidad no corresponde a las exigencias escolares actua-
les. Por ello, con o sin intención explícita, la figura del
jefe de estudios se ha ido haciendo punto de referencia
final, no sólo para la parte organizativa y didáctica, sino
también para los objetivos, para las orientaciones de la
comunidad educativa, para la conformación de la
estructura y el equilibrio de los cargos y para la relación
de los diversos componentes educativos. Es un

4.2 Page 32

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
30
planteamiento que hay que corregir mediante un diálo-
go constante en la comunidad.
De todas formas, como consecuencia práctica, en
algún caso se ha preferido nombrar director a un salesia-
no que pudiera animar a la comunidad religiosa sin asu-
mir la responsabilidad principal de la obra escolar. Si las
circunstancias no permitieran otra solución o aconseja-
ran ésta como mejor en determinado caso, puede pro-
barse. Pero si con esta excepción se pretende cambiar la
práctica salesiana normal, tal modo de proceder habría
de someterse a serio discernimiento.
En efecto, el director hace patente el objetivo pasto-
ral de la escuela salesiana, por el que todas las funciones
técnicas se orientan hacia la educación y ésta se orienta
hacia el crecimiento y maduración en la fe. Hace tam-
bién visible la estructura familiar de la comunidad, por
la que el último punto de referencia es el que encarna la
paternidad y el afecto. En tal sentido, el XXIII Capítulo
General le recomienda una relación personal con los
jóvenes que sea capaz de afrontar los problemas de vida
que se les presentan, cultivando así también el aspecto
vocacional.
No obstante, cuanto se ha dicho del director y, más
en general, del proyecto y de la dimensión comunitaria,
exige que los diversos papeles y sus relativos influjos
sean coordinados, dejando a cada uno la autonomía
necesaria con un espacio de diálogo que asegure la
unión y convergencia. Tal espacio hay que situarlo en la
comunidad salesiana, que, precisamente bajo la guía del
director 31, asume la responsabilidad de la misión y dis-
cierne situaciones y retos para mantenerse fiel a sus obje-
tivos y a su espíritu.
Cada uno de los papeles tiene una incidencia educa-
tiva propia, que es positiva con dos condiciones: que se
vea como complementaria de las demás y que, en el ejer-
cicio de sus funciones, se inspire en la finalidad educati-
va y en el proyecto pastoral. Nadie puede eximirse de
31. Cf. Constituciones,
art. 34.

4.3 Page 33

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31
1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
32. Constituciones, art.
34.
dichas condiciones. Están por encima del papel y perte-
necen a nuestra misión. Así pues, es preciso corregir
peligrosas contraposiciones o separaciones teóricas o
prácticas entre lo administrativo, lo educativo y lo pas-
toral. La preocupación por la educación en la fe guía y
determina el programa, la estructura, la organización y
el ejercicio de las funciones y actuaciones de cada perso-
na: «Estamos llamados todos y en todas las ocasiones a
ser educadores de la fe» 32.
Maestros de espiritualidad juvenil
33. Iuvenum patris, núm.
16.
34. XXIII Capítulo Gene-
ral, núms. 158-180.
Para concluir, quiero recordar lo que escribe el Santo
Padre en su carta luvenum patris: «En la Iglesia y en el
mundo, la visión de una educación completa, según
aparece encarnada en Juan Bosco, es una pedagogía rea-
lista de la santidad. Hay que recuperar el verdadero con-
cepto de santidad, en cuanto elemento de la vida de
todo creyente. La originalidad y audacia de la propuesta
de una santidad juvenil es intrínseca al arte educador de
este gran Santo, que con razón puede definirse como
"maestro de espiritualidad juvenil". Su secreto personal
estuvo en no decepcionar las aspiraciones profundas de
los jóvenes (necesidad de vida, de amor, de expansión,
de alegría, de libertad, de futuro) y simultáneamente en
llevarlos gradual y realistamente a comprobar que sólo
en la vida de gracia, es decir, en la amistad con Cristo, se
alcanzan en plenitud los ideales más auténticos» 33•
Sí, queridos hermanos, la nueva evangelización nos
exige a todos un clima de "nuevo ardor", es decir, una
vida de fe que se haga espiritualidad testimoniada y tras-
mitida.
El XXIII Capítulo General trató con profusión 34 el
tema de nuestra espiritualidad salesiana, que, precisa-
mente por ser juvenil, es también espiritualidad educa-
tiva: «La meta del trabajo salesiano es hacer que los jóve-

4.4 Page 34

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
32
nes crezcan en plenitud, "hasta la medida de Cristo, el
hombre perfecto"» 35•
Ciertamente, entre los cientos de miles de jóvenes
que frecuentan nuestras escuelas hay variedad de niveles
en la vivencia religiosa; pero el clima de la escuela se
logra sobre todo con la espiritualidad del núcleo anima-
dor salesiano y de la comunidad educativa. El testimo-
nio de fe de los educadores influye en el ambiente y hace
surgir grupos de alumnos más maduros, que, por gracia
de Dios, serán fermento cotidiano de crecimiento de la
espiritualidad juvenil entre sus compañeros.
Pidamos a María Auxiliadora que nos obtenga una
fidelidad cada vez mayor a san Juan Bosco, a fin aseme-
jar nuestras presencias escolares a comunidades cristia-
nas de base especiales; en ellas el proyecto hombre será el
más nuevo y definitivo: el escatológico de Cristo el
Señor.
Que las celebraciones pascuales nos traigan la alegría
del encuentro con la máxima novedad de la historia:
Cristo resucitado, al que ofrecemos nuestra voluntad de
esfuerzo para renovar la escuela salesiana.
¡Y que interceda san Juan Bosco!
Saludos cordiales con mis mejores deseos fraternos.
Afectuosamente en el Señor,
35. XXIII Capítulo Gene-
ral, núm. 160.
EGIDIO VIGANÓ

4.5 Page 35

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2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
ANTIGUOS ALUMNOS SALESIANOS:
DESPERTAR, CONSOLIDAR Y DESARROLLAR
LA EDUCACION RECIBIDA
ANTONIO MARTINELLI,
Consejero de Familia Salesiana y Comunicaci6n Social
Los Capítulos Inspectoriales de 1992
Como era de prever, los Capítulos Inspectoriales de 1992 han confirma-
do la sensación de que se estanca el trabajo de las inspectorías y comunida-
des por los Antiguos Alumnos. El análisis del Consejo General en su estudio
de las reflexiones y determinaciones inspectoriales, así como los informes de
los consejeros regionales y las noticias recogidas por los consejeros de dicas-
terio en sus visitas han hecho que nuestra Congregación se detenga con
atención en el tema de los Antiguos Alumnos.
Debemos reconocer que el artículo 5 de nuestras Constituciones y las
aplicaciones prácticas de los Reglamentos Generales esperan aún la aplica-
ción que se había soñado. Lo que todavía falta no se puede achacar sin más
a los delegados, ni a las comunidades salesianas, ni a los Antiguos Alumnos:
hay una confluencia de dificultades, más prácticas que teóricas, que no per-
mite cosechar el fruto esperado y ahoga un poco el entusiasmo.
¿Qué hacer, pues? ¿Qué indicaciones dar a las comunidades, como tarea
mínima pero imprescindible, para ser fiel no sólo a la tradición, sino tam-
bién a la herencia que se nos ha confiado? ¿Es posible despertar, consolidar
y desarrollar la educación recibida por nuestros jóvenes?
Tomar conciencia del problema y reafirmar los puntos de referencia
El Consejo General invita, ante todo, a las comunidades salesianas, des-
tinatarias particulares de las siguientes indicaciones, a repasar la circular del

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N.º 344
34
Rector Mayor del 19 de marro de 1987: Los Antiguos Alumnos Salesianos,
publicada en el número 321 (afio 1987) de Actas del Consejo General.
Su lectura debe llevar a:
- reconocer la importancia de trabajar con los Antiguos Alumnos, aun-
que sus resultados inmediatos no sean excesivamente alentadores;
- revisar la educación que ofrecemos a nuestros chicos y jóvenes en los
diversos ambientes de la presencia y actividad salesiana (no sólo en la escue-
la), para medir su calidad real;
- asumir, por parte de la comunidad salesiana, la responsabilidad de
"una animación que garantice la fidelidad a los objetivos de la Asociación y
a la genuina inspiración de san Juan Bosco" (ACG 321, pág. 27).
Nos parece también imprescindible captar las dimensiones del proble-
ma, tal como se vive en la concreción de la vida salesiana.
Algunos interrogantes tratan de reflejar los diferentes aspectos de una
situación que requiere actuaciones inmediatas. Los puntos problemáticos
podrán definirse mejor en la Inspectoría y en las comunidades locales.
l. ¿Qué indicación dar como meta mínima y tarea imprescindible en el
trabajo con los Antiguos Alumnos?
Las comunidades y los delegados de las uniones se hallan con frecuencia
en una actitud de insatisfacción, cuando, al hacer la cuenta entre esfuerzo y
fruto, ven que en la balanza pesa más el platillo del esfuerzo. Sin embargo,
¡parecía que se había hecho todo lo posible! ¡Tampoco faltan los buenos
antiguos alumnos, siempre dispuestos a manifestar su amor a san Juan
Bosco y su afecto a los salesianos!
Lo que parece que no funciona es la Asociación, la organización de la
Federación y el grupo como tal, no cada una de las presencias y personas.
2. En esta etapa de nuestra historia, ¿qué sugerir para robustecer el Movi-
miento, la Asociación y el núcleo animador de responsables de las uniones
locales, de las federaciones inspectoriales y nacionales y de la Confederación
mundial?
Las comunidades y los delegados no deben olvidar que la Asociación de
Antiguos Alumnos no es una realidad homogénea. Tal es la razón por la que
hablamos de movimiento, de asociación y unión de Antiguos Alumnos y de
responsables en sus diversos niveles.

4.7 Page 37

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35
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
Por consiguiente, tampoco será homogénea la vitalidad de la "educación
recibida'' ni en el momento de impartirla ni en sus manifestaciones poste-
riores. Todos serán antiguos alumnos, pero no con la misma intensidad de
opción. Esta realidad influye en la organización. Olvidarlo significa expo-
nerse a problemas sin una solución adecuada.
Meta mínima para las comunidades salesianas
1. Desde el punto de vista organiza,tivo
1.1 Lo que hay que cuidar, ante todo, es la Unión local. Si ésta tiene
vida, las federaciones tendrán sentido y trabajo concreto.
En cambio, el limitarse a constituir cuadros de dirigentes no responde a
las intenciones más profundas de la Asociación.
1.2 Por tanto, toda comunidad salesiana (¡no decimos sólo de colegios!)
ordinariamente debe dar vida a su Unión local de Antiguos Alumnos, aun-
que sólo pueda contar con algunas presencias constantes y comprometidas,
es decir, con un núcleo animador.
Una inspectoría que no incluya, como es debido, en su proyecto este ele-
mento, no responderá con fidelidad al carisma salesiano.
Las excepciones, es decir, comunidades sin organización de Antiguos
Alumnos, han de considerarse como la excepción, y no hay que dar cabida
a motivaciones insuficientes para eludir esta tarea.
1.3 Por coherencia, pues, lo primero que tiene que hacer el delegado
inspectorial de Antiguos Alumnos es ayudar a las comunidades locales a
organizar y hacer que funcionen las uniones locales.
Los demás quehaceres del delegado son secundarios y subordina-
dos.
2. Desde el punto de vista de la animación
2.1 Ante todo, no puede perderse de vista la indicación de la no homo-
geneidad de la Asociación de Antiguos Alumnos. Esta advenencia significa

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
36
que hay que tratar de manera distinta los tres círculos concéntricos de movi-
miento, asociación y núcleo animador.
2.2 ''Movimiento de Antiguos Alumnos"
Forma parte de él el numeroso grupo de personas que ve con simpatía la
"educación recibida'' y nunca ha declarado de forma positiva su exclusión.
Para estos antiguos alumnos hay que establecer al menos un circuito de
comunicación que mantenga el contacto, por esporádico que sea.
Pensamos en:
2.2.1 la fiesta anual, en que las uniones celebran su pertenencia a la
Confederación y a la Familia Salesiana;
2.2.2 las posibles relaciones, directas o epistolares, en ocasiones especia-
les, tanto personales como familiares, de alegría o dificultad;
2.2.3 las llamadas personalizadas, con atención, por ejemplo, a la compe-
tencia profesional u otros motivos que puedan suscitar su participación;
2.2.4 la organización de actuaciones especiales en la zona, que requieran
la unión de todas las fuerzas salesianas para dar una respuesta más adecuada
a problemas concretos.
No es posible prever todo. La creatividad de los delegados sabrá encon-
trar otras modalidades de conexión.
No hay que creer que carece de importancia el hecho de pertenecer al
Movimiento de Antiguos Alumnos, aunque no se exprese como inserción
en una asociación o pertenencia a un núcleo de compromiso. Tampoco se
ha de despreciar, desde este punto de vista, el "componente afectivo" que
hay en muchos antiguos alumnos hacia la comunidad salesiana.
2.3 ':Asociaci6n de Antiguos Alumnos"
La Unión es el centro de la organización y de la animación.

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37
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
Los inscritos, además de aprovechar las iniciativas señaladas en el núme-
ro anterior sobre el "Movimiento", dan origen a una vida asociativa que esti-
mula y sostiene la "educación recibida'' y hacen que sea una "educación
aceptada y compartida''.
Para ello hay que organizar:
2.3.1 un programa de formación permanente que responda a las exi-
gencias de maduración, en armonía con los valores de la educación salesia-
na y de la típica vocación cristiana seglar;
2.3.2 una propuesta de inserción en los ámbitos de la vida social y polí-
tica, con los criterios típicos de una respuesta total, humana y cristiana, par-
ticularmente en favor de la juventud;
2.3.3 un acompañamiento en la opción por el voluntariado civil y
misionero, sobre todo por parte de los antiguos alumnos jóvenes;
2.3.4 el ofrecimiento de pertenencia a la Familia Salesiana, como
recuerda el artículo 5 de nuestras Constituciones, que también puede plas-
marse en la modalidad de cooperador.
2.4 Núcleo animador de los Antiguos Alumnos
El núcleo animador de la Unión es el grupo más importante que hay que
sostener y animar.
A los antiguos alumnos responsables de su Consejo local deben ir los
mejores esfuerzos de la comunidad y del delegado.
Fortalecer el núcleo es asegurar el desarrollo numérico y cualitativo de la
Unión.
2.4.1 Por ello, el delegado los sigue personal y singularmente, entablan-
do con ellos contactos continuos hasta convertirse en su consejero espiritual.
2.4.2 La comunidad y el delegado no pueden verlos sólo como destina-
tarios de su tarea educadora y evangelizadora, pues son valiosos colaborado-
res y corresponsables de la presencia salesiana en una zona.

4.10 Page 40

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
38
2.4.3 Por lo tanto, la programación anual de una comunidad no puede
ignorar su presencia. Debe hacerlos partícipes del proyecto y considerar su
aportación cualificada.
Es una manera diversa de mirar a los Antiguos Alumnos y a sus miem-
bros más comprometidos cristiana y salesianamente.
Es también el único camino para aprovechar los talentos de todos y de
hacerlos confluir en el bien de la juventud, que es la tarea fundamental de
toda la Familia de san Juan Bosco y, por consiguiente, de los Antiguos
Alumnos.
Horizonte de vida y desarrollo de los Antiguos Alumnos Salesianos
No podemos dar por terminada la reflexión sobre los Antiguos Alumnos
y lo que ella supone para la comunidad salesiana en el aspecto de la organi-
zación y de la animación, si falta el marco más amplio que sirve de ambien-
te natural donde se expresan los talentos de cada uno. En el Consejo
General se han indicado dos referencias esenciales para la vitalidad de los
Antiguos Alumnos.
1. Conexiones con y en la Familia Salesiana
Las comunidades salesianas y los responsables de la Asociación deben
tener presente, ante todo, lo que afirma el nuevo Estatuto de la Confedera-
ción de Antiguos Alumnos Salesianos en su artículo 11: "La Confederación
Mundial reconoce y pide el compromiso de la Congregación Salesiana en su
papel animador de los exalumnos y exalumnas, con la tarea de mantener la
unidad de espíritu y estimular el diálogo, la colaboración fraterna y la for-
mación espiritual permanente".
La mediación de la comunidad salesiana es necesaria para el crecimiento
de la Asociación de Antiguos Alumnos.
Cuando la comunidad organiza iniciativas y tareas con toda la Familia
de san Juan Bosco en sus diferentes grupos, también los Antiguos Alumnos
encuentran o pueden encontrar el lugar que les corresponde.
Es una idea que se indica simultáneamente a las uniones locales, a los
delegados salesianos y a las comunidades.
El aislamiento no produce vida. En cambio, el agruparse en torno a los

5 Pages 41-50

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5.1 Page 41

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39
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
problemas juveniles de una zona ofrece espacio a todos para intervenir con
su peculiaridad y originalidad. La presencia activa suscita simpatía e interés,
implica a otros antiguos alumnos y se reúnen fuerzas que darán principio a
nuevas actividades.
Además, los alumnos que contemplan el camino de los adultos verán de
forma positiva y atrayente la posibilidad de proseguir el testimonio de quie-
nes los preceden en la organización de los Antiguos Alumnos.
La vitalidad produce vida.
Son todavía pocas las comunidades que han pensado en organizar un
Consejo de Familia Salesiana. En él los Antiguos Alumnos encontrarían más
fácil el diálogo y la colaboración.
Todo ello responde a las expectativas de la Confederación de Antiguos
Alumnos. En el mencionado Estatuto leemos: "Contribuir al crecimiento
de la comunión activa con toda la Familia Salesiana participando en la crea-
ción y el funcionamiento de estructuras que faciliten la acogida recíproca, el
diálogo, la colaboración en el trabajo y la interacción de los diversos grupos"
(art. 9a).
¡Todavía queda mucho camino por hacer!
Si los Salesianos no consideran e introducen en el proyecto educativo-
pastoral de la comunidad la aportación de los Antiguos Alumnos, muchos
esfuerzos resultarán vanos. La inserción en la comunidad educativa local y la
participación en la busca de soluciones pastorales para los problemas juve-
niles de la zona llevarán a relaciones nuevas entre los distintos sectores pas-
torales de una obra, con inmediato y sensible beneficio de todos, incluidos
los Antiguos Alumnos.
2. El ''Proyecto Seglares"
El segundo aspecto es fundamental para revitalizar la organización de los
Antiguos Alumnos: poner también en ellos la mirada cuando se trabaja en
el "Proyecto Seglares".
La comunidad salesiana recibió del XXIII Capítulo General el encargo
de prepararlo.
En una intervención anterior (cf. Elementos y líneas para un "Proyecto
Seglares" -Apuntes para las comunidades, ACG núm. 340, págs. 40 ss.) llamé
la atención sobre los siguientes puntos, que también resultan oportunos en
el contexto de los Antiguos Alumnos:

5.2 Page 42

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, N. º 344
40
- "El proyecto nace del hecho de compartir algunos contenidos que
pueden hallarse en todas las inspectorías del mundo. Son valores y riquezas
del espíritu y espiritualidad que san Juan Basca vivió, estructuró en su expe-
riencia de familia salesiana y dejó en herencia a cuantos se inspiran en él".
No poca parte de la formación de los seglares está ligada a la capacidad
de los salesianos para saberla organizar y ofrecerla con continuidad adaptán-
dola a las distintas situaciones.
Dicho de otro modo, el "Proyecto Seglares" nos obliga a difundir a
manos llenas el espíritu de san Juan Basca en la Iglesia y en la sociedad.
Muchas veces, los Antiguos Alumnos son la punta más avanzada de
nuestra presencia.
- "El hecho de que haya seglares en misión con nosotros, y de nosotros
con ellos, no es simplemente una suma cuantitativa de fuerzas, ni mucho
menos una suplencia forzosa que compense nuestras pérdidas y ausencias.
Se trata de una comunión que enriquece mutuamente a vocaciones distin-
tas pero complementarias".
No son pocas las experiencias en que antiguos alumnos criados y forma-
dos en el espíritu de san Juan Basca han sabido dar vida, incluso de manera
autónoma, a una presencia significativa.
A menudo se trata de ofrecerles un clima de apoyo y aliento, de indicar-
les posibles ámbitos de intervenciones más propias de seglares, en el sector
de la promoción social y de la dimensión social de la caridad; de asegurarles
el acompañamiento espiritual y formativo; de implicarlos en circuitos de
reflexión y programación: seguro que la educación recibida en sus años jóve-
nes florecerá en una educación renovada y multiplicada.