1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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“DA MIHI ANIMAS, CETERA TOLLE”
Identidad carismática y pasión apostólica
Volver a partir de Don Bosco para despertar el corazón de todo salesiano
1. CONVOCATORIA DEL CG26. 1.1 Motivaciones para la elección del tema. 1.2 Pasos dados para la determinación del tema. 1.3 Objetivo fundamental del tema. 1.4 Otras incumbencias. 2.CONTEXTO DEL CG26. 2.1 Necesidades y esperanzas de los jóvenes. Vida: necesidades y amenazas. – Amor: necesidades y amenazas. – Libertad: necesidades y amenazas. 2.2 Desafíos sociales y culturales. Tendencias fundamentales. – Desafíos a nivel social y cultural. – Desafíos culturales de la Congregación. 2.3 Orientaciones actuales de la Iglesia. Caminar desde Cristo: la santidad como programa pastoral. – Testimoniar a Cristo: la evangelización como misión prioritaria. – Volver a los jóvenes: la presencia como signo del amor de Cristo. 2.4 Desafíos y perspectivas de la Vida Consagrada. Desafíos de la Vida Consagrada. – Perspectivas de la Vida Consagrada. 2.5 El camino de la Congregación. CG22: El Capítulo de la fidelidad. – CG23: El Capítulo de la misión. – CG24: El Capítulo del compartir con los seglares. – CG25: El Capítulo de la comunidad salesiana. 2.6 Voz de las Inspectorías. 3. EL TEMA DEL CG26. 3.1 Programa de vida de Don Bosco y del salesiano. 3.2 Identidad carismática: el espíritu salesiano. 3.3 Pasión apostólica: “la gloria de Dios y la salvación de las almas”. – 3.4 Da mihi animas. 3.4.1 Urgencia de evangelización. – 3.4.2 Necesidad de convocar. 3.5 Cetera tolle. 3.5.1 Pobreza evangélica. 3.5.2 Nuevas fronteras. 3.6 Condiciones para concretar el tema. Procesos que asumir. – Mentalidad que convertir. – Estructuras que cambiar. 4. ORACIÓN POR EL CG26 – ORACIÓN A DON BOSCO
Roma, 24 de junio de 2006
Queridísimos hermanos:
Mientras os escribo, mi pensamiento vuelve con fe y gratitud a Don Valentín De Pablo, Consejero general para la Región África y Madagascar. Su desaparición, improvisa e inesperada, nos ha cogido por sorpresa y nos ha dejado humanamente consternados. Expreso mi gratitud a todos vosotros por las numerosas y sentidas demostraciones de cercanía, participación y pesar. Damos gracias juntos al Señor por el don de la vocación salesiana, presbiteral y misionera de Don Valentín. Recordémosle en nuestra oración. En los últimos días de su vida participó en la elección del tema capitular. Al encontrarse ahora junto al Señor, él podrá interceder por todos nosotros, por el buen resultado del Capítulo y por la Región África y Madagascar.
1. CONVOCATORIA DEL CG26
En el día onomástico de Don Bosco, nuestro amado padre y fundador, que para tal ocasión reunía a su alrededor a todos los muchachos, a los colaboradores y a los bienhechores de Valdocco, me siento feliz al escribiros en su nombre esta carta, mediante la cual quiero convocar, a tenor del artículo 150 de nuestras Constituciones, el Capítulo General XXVI. El Capítulo “es el signo principal de la unidad de la Congregación dentro de su diversidad” (Const. 146). Nos reuniremos para reflexionar sobre cómo ser “fieles al Evangelio y al carisma del Fundador y sensibles a las necesidades de los tiempos y los lugares” (Const. 146). En estos momentos Don Bosco estará ciertamente con nosotros.
Os invito a mirar este evento como un nuevo Pentecostés en la vida de la Congregación, que con el Capítulo General, “dejándose guiar por el Espíritu del Señor, se esfuerza por conocer en un determinado momento de la historia la voluntad de Dios, para servir mejor a la Iglesia” (Const. 146). La grandeza del Espíritu se revela en su poder, que sabe renovar la faz de la tierra (cf. Sal 104,30) y hacer nuevas todas las cosas. El Espíritu de Dios, presente en los diversos momentos de la historia, sabrá hacer nuevo nuestro amor a Don Bosco.
El Espíritu se cernía sobre la faz de las aguas en los orígenes del mundo (cf. Gn 1,2). Se comunicó al hombre cuando se le infundió el aliento de vida (cf. Gn 2,7). Llevó a Abrahán a responder con la obediencia de la fe a Dios, cuando le llamaba para dejar su tierra y la casa de su padre, para lograr la tierra de la promesa (cf. Gn 12,1-4). Se le dio a Moisés en el Sinaí como palabra de vida en el don de la ley (cf. Ex 20,1-18). Se apoderaba de hombres y mujeres de Israel para convertirlos en libertadores del propio pueblo y en profetas del Dios Altísimo (cf. Hch 2,17).
El Espíritu cubrió con su sombra a la Virgen María y la hizo madre del Hijo de Dios (cf. Lc 1,35). Ungió a Jesús el día de su bautismo y lo impulsó a predicar el evangelio del Reino (cf. Mc 1,10-15). Fue derramado sobre los apóstoles en forma de lenguas de fuego y ellos quedaron transformados en testigos creíbles del Resucitado (cf. Hch 2,1-11).
El Espíritu sigue inspirando hoy la promoción de la vida y de la dignidad de la persona humana; abre las mentes y los corazones de hombres y mujeres a Dios y a Cristo; es un dulce huésped, que no obra forzando sino convenciendo y pidiendo docilidad a sus mociones.
El próximo Capítulo General será el 26º en la historia de nuestra Sociedad. Está en continuidad con los Capítulos precedentes en el compromiso sincero de fidelidad dinámica a Dios y a los jóvenes. El CG26 se celebrará en Roma en el “Salesianum” en la Casa Generalicia. Comenzará el domingo 24 de febrero de 2008 en Turín, cuna de nuestro carisma, adonde nos llegaremos para volver a encontrar la casa y el padre y para llegar a las raíces de nuestro espíritu. Lo inauguraremos con la concelebración Eucarística en la Basílica de María Auxiliadora y con la visita a los lugares salesianos, fuente de inspiración y de dinamismo. Partiremos luego para Roma, sede del Capítulo.
He nombrado Regulador a Don Francisco Cereda, Consejero para la Formación, que desde este momento tiene la responsabilidad de acompañar la preparación y el desarrollo del Capítulo General.
“Da mihi animas, cetera tolle” (cf. Const. 4) es el tema que, de acuerdo con el Consejo General, he escogido para el CG26. Dicho tema ha sido reclamado muchas veces en las Visitas de Conjunto y nos preocupa grandemente a mí y a los Consejeros Generales. Representa el programa espiritual y pastoral de Don Bosco. En él se concentra la identidad carismática y la pasión apostólica del salesiano.
El argumento es amplio. Por esto hemos querido focalizar la atención del CG26 sobre cuatro áreas temáticas: la urgencia de evangelizar, la necesidad de convocar a la vida consagrada salesiana, la exigencia de vivir en pobreza evangélica, el desafío de ir hacia las nuevas fronteras de la misión.
1.1 Motivaciones para la elección del tema
Hace tiempo que he madurado la convicción de que la Congregación hoy tiene necesidad de despertar el corazón de todo hermano con la pasión del “Da mihi animas”. Así ella podrá tener la inspiración, la motivación y la energía para responder a las esperanzas de Dios y a las necesidades de los jóvenes y para afrontar con valor y competencia los desafíos actuales.
Haciendo nuestro el lema “Da mihi animas, cetera tolle”, queremos asumir el programa espiritual y apostólico de Don Bosco y la razón de su incansable obrar por “la gloria de Dios y la salvación de las almas”. Así podremos volver a encontrar el origen de nuestro carisma, el fin de nuestra misión, el futuro de nuestra Congregación.
El bicentenario del nacimiento de Don Bosco, cuya meta del 2015 se nos presenta ya próxima, es una invitación a invocar a Don Bosco para que vuelva entre nosotros y entre los jóvenes: “¡Don Bosco vuelve!”. Por otra parte, es un estímulo para todo salesiano a volver a Don Bosco y a los jóvenes: “¡Volvamos a Don Bosco, volviendo a los jóvenes!”. Don Bosco y los jóvenes son inseparables: Don Bosco es nuestro padre y modelo; los jóvenes son el lugar donde “encontrar a Dios” (Const. 95) y “la patria de nuestra misión”.1 No podremos volver a Don Bosco, sino volviendo a los jóvenes.
La expresión “Da mihi animas, cetera tolle” es la oración dirigida a Dios por quien en el trabajo, en el compromiso y en el desafío apostólico realizados en Su nombre, renuncia a todo y quiere hacerse cargo de todos. Precisamente porque es oración, hace comprender que la misión no coincide con las iniciativas y las actividades pastorales. La misión es don de Dios, más que compromiso apostólico; su realización es oración en acto. En esto está la base para superar el activismo y el peligro de poder quedar “quemados en la acción”.
El programa de Don Bosco evoca, me parece, la expresión “tengo sed”, que Jesús pronuncia en la cruz mientras está entregando la propia vida para realizar el proyecto del Padre (Jn 19,28). Quien hace propia esta invocación de Jesús, aprende a compartir Su pasión apostólica “hasta el fin”. La palabra de Jesús es una llamada para que cada uno de nosotros reavive la sed por las almas y renueve la promesa hecha por Don Bosco a sus muchachos: “Hasta mi último aliento mi vida será para vosotros, jóvenes”. El corazón del salesiano se inspira por esto en el corazón atravesado de Cristo.2
El lema de Don Bosco es la síntesis de la mística y de la ascética salesiana, como se indica en el “sueño de los diez diamantes”. Aquí se entrecruzan dos perspectivas complementarias: la del rostro visible del salesiano, que manifiesta su audacia, su valor, su fe, su esperanza, su entrega total a la misión, y la de su corazón escondido de consagrado, cuya nervadura está constituida por las convicciones profundas que lo llevan a seguir a Jesús en su estilo de vida obediente, pobre y casto.
1.2. Pasos dados para la determinación del tema
Para la elección del tema del CG26 hemos querido partir de la vida de las Inspectorías. En preparación a la Visita de Conjunto las Inspectorías habían sido invitadas a hacer una evaluación de la asimilación del CG25 y a presentar algunas perspectivas de futuro, indicando las mayores realizaciones de los últimos años, los desafíos más importantes, los recursos para afrontar el futuro, las dificultades que se están encontrando.
Las Visitas de Conjunto han sido así el primer paso de preparación al CG26, en el sentido de que nos han hecho conocer el estado de la Congregación con la variedad de sus contextos, sus fortalezas y debilidades, sus oportunidades y desafíos.
Oportuna y sentida aparecía la necesidad de inflamar de alegría y entusiasmo el corazón de los hermanos viviendo la vida salesiana y realizando la misión juvenil. Todo esto reclamaba la pasión del “Da mihi animas, cetera tolle”. Al mismo tiempo, con diversas acentuaciones, aparecían otras áreas temáticas comunes, como la evangelización, las vocaciones, la pobreza y las nuevas fronteras.
Al término de la sesión plenaria del Consejo General de diciembre de 2005 – enero 2006, cada Consejero me entregó sus propuestas en vistas del CG26. También aquí el tema más indicado, con motivaciones y subrayados diversos, se refería a la vuelta al carisma de Don Bosco, a la identidad salesiana y a la pasión apostólica. Junto a esto, aparecían también argumentos específicos, como la evangelización hoy, las vocaciones para la vida salesiana consagrada, la pobreza, los nuevos horizontes de la misión salesiana, la formación, la comunicación.
El proceso para la elección del tema se concluyó con la reflexión común, que se hizo en la reunión extraordinaria del Consejo General del 3 al 12 del pasado mes de abril. Así hemos llegado a la definición del tema ya indicado.
1.3. Objetivo fundamental del tema
El objetivo fundamental del Capítulo General XXVI es reforzar nuestra identidad carismática con la vuelta a Don Bosco, despertando el corazón de todo hermano con la pasión del “Da mihi animas, cetera tolle”.
Este objetivo exige profundizar nuestro conocimiento de Don Bosco y tomar en mano las Constituciones, en particular el capítulo segundo sobre el espíritu salesiano, para renovar nuestro compromiso de identificarnos con él, padre y maestro, y para inspirarnos en sus grandes convicciones.
Pide también encender el fuego de la pasión espiritual y apostólica en el corazón de todo hermano, ayudándole a motivar y unificar su vida con el compromiso de la realización de la “gloria de Dios y la salvación de las almas”.
La cercanía del año 2015, bicentenario del nacimiento de Don Bosco, representa una gracia para la Congregación, que está llamada a encarnar en los diversos conceptos su carisma, o sea el espíritu y la misión de nuestro fundador y padre. Esta celebración constituirá como una meta del CG26.
Para alcanzar el objetivo del CG26 es necesario, ante todo, un mejor conocimiento de Don Bosco: es preciso estudiarlo, amarlo, imitarlo e invocarlo (Const. 21). Debemos conocerlo como maestro de vida, en cuya espiritualidad nos saciamos como hijos y discípulos; como fundador, que nos indica el camino de la fidelidad vocacional; como educador, que nos ha dejado en herencia preciosísima el Sistema preventivo; como legislador, en cuanto las Constituciones, que él directamente y la historia salesiana sucesiva nos han dado, nos ofrecen una lectura carismática del evangelio y del seguimiento de Cristo.3
Hoy más que ayer y mañana más que hoy, existe el grave peligro de romper los lazos que nos mantienen unidos a Don Bosco. Estamos a más de un siglo de su muerte. Ya han desparecido las generaciones de salesianos que habían estado en contacto con él y le habían conocido de cerca. Aumenta la separación cronológica, geográfica y cultural respecto del fundador. Falta aquel clima espiritual y aquella cercanía psicológica, que consentían una referencia espontánea a Don Bosco y a su espíritu, incluso con la simple vista de su retrato. Lo que se nos ha transmitido se puede perder. Alejados del fundador, descolorida la identidad carismática, debilitados los vínculos con su espíritu, si no reanimamos nuestras raíces corremos el peligro de no tener futuro ni derecho de ciudadanía.
Más que crisis de identidad, considero que para nosotros salesianos existe hoy una crisis de credibilidad. Nos encontramos en un punto muerto. Parece que estamos bajo la tiranía del “statu quo”; existen resistencias al cambio, más inconscientes que intencionadas. Aunque convencidos de la eficacia de los valores evangélicos, nos cuesta trabajo llegar al corazón de los jóvenes, para los que deberíamos ser signos de esperanza. Nos sentimos turbados por el hecho de que en la construcción de su vida la fe es algo irrelevante. Constatamos una escasa sintonía con su mundo y una lejanía, por no decir extrañeza, de sus proyectos. Notamos que nuestros signos, gestos y lenguajes no son eficaces; parece que no inciden en su vida.
Al lado del impulso vital, capaz de testimonio y de entrega hasta el martirio, la vida salesiana conoce también “la insidia de la mediocridad en la vida espiritual, del aburguesamiento progresivo y de la mentalidad consumista”.4 En los documentos que la tradición ha llamado “testamento espiritual”, Don Bosco ha dejado escrito: “Desde el momento en que comience a aparecer el bienestar en la persona, en las habitaciones, o en las casas, comienza al mismo tiempo la decadencia de nuestra congregación (...). Cuando comiencen entre nosotros las comodidades o el bienestar, nuestra pía sociedad habrá cumplido su curso”.5
La escasez de las vocaciones y las fragilidades vocacionales me llevan a pensar que muchos tal vez no están convencidos de la utilidad social, educativa y evangelizadora de nuestra misión; otros tal vez encuentran nuestro compromiso de trabajo no adecuado a sus aspiraciones, porque no sabemos investir y renovar; algunos tal vez se sienten prisioneros de las emergencias, que cada vez son más acuciantes.
Urge volver a los jóvenes con mayor preparación. Es entre los jóvenes donde Don Bosco ha elaborado su estilo de vida, su patrimonio pastoral y pedagógico, su sistema, su espiritualidad. Única fue la misión de Don Bosco. Él estuvo siempre y sólo con los jóvenes y para los jóvenes, aun cuando por motivos particulares no podía estar siempre en contacto con ellos, aun cuando su acción no estaba directamente a su servicio. Por esto él defendió tenazmente su carisma de fundador para los jóvenes de todo el mundo, frente a las presiones de eclesiásticos no siempre previsores del futuro. Misión salesiana es “predilección” por los jóvenes. En su estado inicial tal predilección es don de Dios, pero toca luego a nuestra inteligencia y a nuestro corazón asumirla, desarrollarla, cumplirla.
El verdadero salesiano no abandona el campo juvenil. Salesiano es aquel que tiene un conocimiento vital de los jóvenes: su corazón late donde late el de los jóvenes. El salesiano vive para ellos, existe para sus problemas. Ellos son el sentido de su vida: su trabajo, estudio, afectividad, tiempo libre son para ellos. Salesiano es aquel que de los jóvenes tiene un conocimiento existencial, pero también teórico, que le permite descubrir sus necesidades, hasta el punto de crear una pastoral juvenil adecuada a los tiempos.
Hoy es necesario profundizar la pedagogía salesiana. Es decir, hay necesidad de estudiar y realizar aquel actualizado sistema preventivo deseado por Don Egidio Viganò. Se trata, por parte de los operadores y de los estudiosos, de desarrollar sus grandes virtualidades, de modernizar sus principios, sus conceptos, sus orientaciones, de interpretar hoy sus ideas de fondo: la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas; la fe viva, la esperanza firme, la caridad pastoral; el buen cristiano y el honrado ciudadano; el trinomio “alegría, estudio, piedad”; las “tres S”: salud, sabiduría, santidad; la piedad, moralidad, cultura; la evangelización y la civilización.
Dígase lo mismo respecto de las grandes orientaciones de método: hacerse amar antes que – más bien que – hacerse temer; razón, religión, amabilidad; padre, hermano, amigo; familiaridad sobre todo en el recreo; ganarse el corazón; el educador consagrado al bien de sus alumnos; amplia libertad de saltar, correr, gritar a gusto. Todo esto debe ser releído para jóvenes “nuevos”, llamados a vivir en una vastísima e inédita gama de situaciones y problemas, en tiempos decididamente cambiados, en los que las mismas ciencias humanas están en fase de reflexión crítica.
Urge conocer, profundizar y vivir la espiritualidad de Don Bosco. El conocimiento de los aspectos exteriores de la vida de Don Bosco, de sus actividades y de su método educativo no basta. En la base de todo, como fuente de la fecundidad de su acción y de su actualidad, hay algo que muchas veces se nos escapa: su profunda experiencia espiritual, que se podría llamar su “familiaridad” con Dios. ¡Quién sabe si no será precisamente esto lo mejor que tenemos de él para invocarlo, imitarlo, ponernos en su seguimiento para encontrar a Cristo y hacer que lo encuentren los jóvenes!
Llegar a una precisa identificación de la experiencia espiritual de Don Bosco no es una empresa fácil. Esto es tal vez el ámbito de Don Bosco menos profundizado. Don Bosco es un hombre lanzado al trabajo, no nos ofrece descripciones de sus evoluciones interiores, ni nos deja reflexiones explícitas sobre su vida espiritual; no escribe diarios espirituales; no hace interpretaciones; prefiere transmitir un espíritu, describiendo las vicisitudes de su vida o a través de las biografías de sus jóvenes. Ciertamente no basta decir que la suya es una espiritualidad de quien desarrolla una pastoral activa, no contemplativa, una pastoral de mediación entre espiritualidad docta y espiritualidad popular.6
En el centro de su espiritualidad sólo está Dios que debe ser conocido, amado y servido, mediante la realización de una no evasiva vocación personal, centrada en la entrega religiosa y apostólica – benéfica, educativa, pastoral – a los jóvenes, sobre todo pobres y abandonados, en función de su salvación integral, según el modelo de Cristo salvador y en la escuela de María Madre y Maestra. No sin motivo el sustantivo más frecuente, por ejemplo, en un volumen suyo de cartas, es “Dios”, y el verbo más frecuente, después de “hacer”, es “rezar”.7
La matriz de la experiencia espiritual de Don Bosco está resumida en el lema Da mihi animas, cetera tolle, es decir la deseada salvación de las almas y nada más. La cita de Gen. 14,21 asume en él características propias, desde el momento que hace de la expresión bíblica una lectura acomodaticia, alegórica, jaculatoria. El término animas indica las personas y en concreto los muchachos con los que tiene que trabajar, vistos en la perspectiva de su salvación definitiva. El cetera tolle significa el desapego de todo, que no se traduce en el anonadamiento de sí y en la fusión en Dios; se trata de una ascesis apostólica. Para Don Bosco el desapego es el estado de ánimo necesario para la más absoluta libertad y disponibilidad a las exigencias del apostolado.
1.4. Otras incumbencias
Además de profundizar el tema propuesto, el CG26 tiene otras incumbencias particulares. La primera de ellas se refiere a la elección del Rector Mayor y de los miembros del Consejo General para el período 2008 – 2014.
Está luego el cumplimiento y la comprobación de algunas propuestas hechas por el CG25 o cambios que este Capítulo introdujo. En línea con cuanto se indica en los nn. 112 y 115, se considera importante una reflexión organizativa y estructural de los dicasterios de nuestra misión salesiana: pastoral juvenil, misiones, comunicación social. El CG25 pide también una reflexión sobre la configuración de las tres Regiones de Europa (cf. nn. 124, 126, 129). Se siente, además, la exigencia, después del cambio constitucional que se estableció, hacer una evaluación sobre el encargo de animar la Familia Salesiana el Vicario del Rector Mayor (cf. CG25, 133).
Finalmente, se considera necesario reflexionar sobre la figura y los compromisos del ecónomo local (Const. 184), con el fin de dar una respuesta a las problemáticas actuales.
2. CONTEXTO DEL CG26
La historicidad de la vida y el principio de la encarnación hacen que no podamos prescindir de los condicionamientos históricos, que son no sólo escenariode la vida y de la misión salesiana, sino también desafíos y posibilidades para ellas. Querría, pues, describir brevemente el contexto en que se desarrollará el CG26, en la perspectiva de la identidad carismática y de la pasión apostólica.
2.1. Necesidades y esperanzas de los jóvenes
Apenas ordenado sacerdote, mientras completa su formación pastoral en el Colegio Eclesiástico en Turín, Don Bosco, bajo la guía iluminada de Don Cafasso, comienza a recorrer las calles de la ciudad; frecuenta las tiendas, las obras en construcción, los mercados, las cárceles; conoce directamente la situación de muchos jóvenes, sus miserias y sus aspiraciones. Todo esto le hace sentir la urgencia de que alguien cuide de ellos, los asista, se preocupe de su salvación. Nace la idea del Oratorio, en el que Don Bosco realizará su vocación.8 El grito de los jóvenes explica la pasión incondicional de su programa: “Da mihi animas, cetera tolle”.
Si hoy queremos volver a Don Bosco para profundizar y renovar nuestra identidad vocacional, debemos también nosotros partir de los jóvenes, comprender sus esperanzas, escuchar en ellos lo que Dios nos pide.
Los jóvenes, aunque viven en contextos diversos, tienen en común la sensibilidad ante los grandes valores de la vida, del amor y de la libertad, pero encuentran también muchas dificultades para vivirlos. Nosotros no podemos dejar de mirar sus necesidades y sus esperanzas y, al mismo tiempo, no percatarnos de los obstáculos y de las amenazas que encuentran.
Vida: necesidades y amenazas
Los jóvenes buscan calidad de vida: tienen ganas de vivir plenamente la vida: buscan modelos de vida significativos; desean construir la propia vida a partir de la autoestima y de la aceptación positiva de sí. Sienten la exigencia de nuevos valores, como la centralidad de la persona, la dignidad humana, paz y justicia, tolerancia, solidaridad. Buscan espiritualidad y trascendencia, para encontrar equilibrio y armonía en este mundo frenético y fragmentado; desean una religiosidad subjetiva, sincera, no institucional. En la búsqueda del sentido de la vida reclaman acompañamiento por parte de adultos que los escuchen, los comprendan y sean capaces de orientarlos.
La situación de pobreza, producto de un sistema neoliberal, obliga a muchos jóvenes a sobrevivir. Más de 200 millones de jóvenes, el 18% de la juventud mundial, vive con menos de 1 dólar al día y cerca de 515 millones con menos de 2 dólares. En 2002 se han calculado en 175 millones los emigrantes a nivel mundial, 26 millones de los cuales son jóvenes. La falta de trabajo, la explotación y un sistema educativo precario y selectivo limitan sus perspectivas de futuro: 88 millones de jóvenes no tienen trabajo; 130 millones de muchachos no tienen ninguna instrucción.
La cultura de la violencia se vive como reacción contra las dificultades; se notan los fenómenos de la droga, del terrorismo, de las guerras, los muchachos soldado, los genocidios. Los niveles de delincuencia han crecido dramáticamente en los países en vías de desarrollo. La delincuencia juvenil está muchas veces relacionada con el abuso de alcohol y de drogas; en África está relacionada con el hambre, la pobreza, la desocupación.
Constituyen amenazas contra la vida y su dignidad el aborto, el suicidio, la eutanasia, las torturas, que generan una cultura de muerte y la pérdida del sentido de la vida. En un año practican el aborto 5 millones de muchachas de edad comprendida entre los 15 y los 19 años. También la vida cristiana corre el peligro de no ser válida para los jóvenes, si no llega a superar la dicotomía entre fe y vida.
Amor: necesidades y amenazas
La sensibilidad, las formas comunicativas y expresivas de los jóvenes, su lenguaje, sus estilos de vida se van haciendo cada vez más diferentes respecto de las de los adultos. Asumen importancia la centralidad del cuerpo y de la imagen, el valor de la sexualidad y del mundo afectivo, los nuevos lenguajes que abren a nuevas formas de comunicación y de relaciones, que se han hecho posibles gracias a las nuevas tecnologías.
Existe por parte de los jóvenes una fuerte demanda de nuevas relaciones de amistad, de afecto, de compañía, para superar las carencias afectivas que los hacen inseguros, poco confiados en sí e incapaces de establecer relaciones estables y profundas. La necesidad de relaciones significativas entre adultos y jóvenes requiere escucha y acogida.
Sobre todo, entre los jóvenes aparecen nuevas formas de compromiso y de participación en lo social, a través de redes múltiples y abiertas de pertenencia, de proximidad, de sociabilidad estrecha e inmediata, que se sitúan entre el espacio de la vida privada y la pública, como las experiencias de voluntariado o de servicio civil en sus variadas formas y estilos, los movimientos no-globales, ecologistas, pacifistas, etc.
Constituye una amenaza aquella cultura que promueve un amor posesivo y superficial, que busca la satisfacción inmediata del placer, que promueve la comercialización del cuerpo y la explotación sexual, los embarazos precoces de más de 14 millones de adolescentes, la inestabilidad de las relaciones de pareja. El SIDA provoca enfermedades graves y genera miedo: al menos el 50% de las nuevas infecciones por HIV se dan entre los jóvenes; cerca de 10 millones de jóvenes padecen el SIDA, de los que 6,2 en el África Sub-Sahariana y 2,2 en Asia. Actualmente se estiman en cerca de 15 millones los muchachos por debajo de los 18 años que son huérfanos a causa del SIDA; de ellos cerca de 12 millones viven en el África Sub-Sahariana y el número podría ascender a 18 millones en el año 2010.9 La Iglesia encuentra dificultad al presentar una propuesta moral significativa para los jóvenes.
Libertad: necesidades y amenazas
Los jóvenes sienten la necesidad de construir la propia identidad. Ellos poseen una gran cantidad de conocimientos y de experiencias, pero viven una notable fragmentación y una desorientación, con escasos puntos de referencia significativos; esto los hace inseguros y frágiles frente a la búsqueda de la propia identidad y a la definición del propio futuro. Sienten, además, una gran necesidad de felicidad: ser felices es el sueño y el proyecto más grande que los jóvenes llevan en el corazón. Afirman el derecho a la diferencia, que supere la tendencia a la homologación de la sociedad globalizada y reconozca el valor de la experiencia vital por encima de toda ideología y doctrina. Tienen la exigencia de ser reconocidos y de ser protagonistas en la vida social, profesional y política.
La manipulación cultural a través de los medios de comunicación social favorece una cultura superficial, consumista y hedonista. Son un obstáculo las actitudes que condicionan fuertemente la construcción de la identidad: el conformismo como adaptación acrítica, el pragmatismo preocupado en buscar el resultado inmediato, la mentalidad relativista e individualista con la que se busca una libertad desligada de todo valor.
2.2. Desafíos sociales y culturales
No podemos olvidar que la Congregación vive hoy su identidad carismática y su misión juvenil dentro de culturas y de sociedades que presentan contextos diferenciados. La relación con la cultura y la importancia social juegan un papel decisivo para la eficacia de su presencia. Por esto, en la pluralidad de los contextos, buscamos poner de manifiesto algunos aspectos comunes.
Tendencias fundamentales
Es preciso notar, en primer lugar, la existencia de dos tendencias transversales que caracterizan el cambio de época que estamos viviendo: por un lado, existe una tendencia a la homogeneidad cultural, que trata de copiar el modelo occidental con la abolición de las diferencias; por otro, hay fuertes contraposiciones culturales de matriz religiosa que llevan a una creciente diferenciación, por ejemplo, entre el islam y el occidente, entre la sociedad secularizada y el cristianismo.
En segundo lugar, se debe resaltar el fenómeno de la globalización, incrementado por el desarrollo tecnológico, que invade muchos aspectos de la sociedad y de la cultura. Desde el punto de vista económico se difunde por todas partes el modelo neoliberal, basado en el sistema de mercado, que tiende a predominar sobre los demás valores humanos de las personas y de los pueblos. Desde el punto de vista cultural se impone un proceso de homologación de las culturas hacia el modelo occidental, con el gradual desvanecerse de las diferencias culturales y políticas de los pueblos. Finalmente, el impacto de los medios de comunicación social y la revolución informática producen profundos cambios en las costumbres, en la distribución de la riqueza, en el planteamiento del trabajo, a través de una cultura mediática y una sociedad de la información.
Desafíos a nivel social y cultural
Se nota una fuerte tendencia a la movilidad humana expresada por masas humanas que, impulsadas por la pobreza, por el hambre y por el subdesarrollo, emigran hacia los países de la riqueza y del bienestar. Un aspecto de tal fenómeno es la urbanización o la migración en el interior de los países. Hay el permanente desafío de la pobreza, del hambre, de las enfermedades y del subdesarrollo, junto con los desafíos que provienen de la explotación de los niños y de los menores en los aspectos trágicos de la marginación, del trabajo de menores, del turismo sexual, de la mendicidad, de los muchachos de la calle, de la delincuencia de los menores, de los niños soldado, de la mortalidad infantil. Se consolida una visión de la sociedad basada en el consumo y se difunde por todas partes una mentalidad consumista, tanto en los países ricos como en los que están en vías de desarrollo.
La paradójica cultura de la vida y de la muerte entra en confrontación con el desarrollo de las biotecnologías y de la eugenésica. Existe un desequilibrio entre el desarrollo del hombre y de los pueblos y las tecnologías de la información y de la comunicación. Hay una creciente consolidación de la cultura del individualismo, que origina una visión relativista de la realidad y del hombre. De dicha visión antropológica proviene una nueva formulación de los valores humanos, basada en el relativismo ético, que el Papa Benedicto XVI no duda en llamar “dictadura”. También una difusa fragilidad psicológica y motivadora puede estar vinculada con estas expresiones del pensamiento débil. Crece el problema educativo en referencia a la transmisión de los valores, a causa de las continuas transformaciones de las costumbres, del influjo de las modas y de los modelos.
Además, el crecimiento del fenómeno de la secularización exalta diversas formas de humanismo sin Dios y relega a lo privado todas las expresiones de fe religiosa. El pluralismo en los temas de la familia, de la vida, del amor, del sexo, un nuevo sentido de lo sagrado, la crisis de las instituciones tradicionales, el acceso fácil a los estupefacientes, son desafíos provocadores. Se nota que arraiga el fundamentalismo religioso y la consiguiente dificultad para un diálogo de reciprocidad entre las diversas creencias. Surgen nuevos movimientos religiosos como respuesta a las necesidades de espiritualidad y de agregación religiosa; entre ellos no pueden olvidarse el fenómeno de las sectas y el llamado movimiento “New Age”.
Desafíos culturales de la Congregación
Naturalmente los desafíos no provienen sólo del mundo exterior; surgen también de dentro de la misma Congregación y son de diversa índole: el envejecimiento de los hermanos en algunas zonas de la Congregación, la fragilidad de la función del gobierno en los diversos niveles, la diversidad de condiciones de vida de los salesianos respecto del ambiente de pobreza y miseria.
Se notan también un diverso impacto de la cultura juvenil, con sus actitudes y modelos de vida, sobre la vida personal y comunitaria de los hermanos; la dificultad para confrontarse con un mundo juvenil diversificado desde el punto de vista de las ideas y de los comportamientos; la acentuación diversa de la relación entre educación y evangelización; las diferentes sensibilidades respecto del impacto social de nuestra misión de promoción humana. En algunos contextos fuertemente secularizados resulta problemático el sentido específico que hay que dar a la acción evangelizadora y a la propuesta explícita de Cristo Salvador del hombre.
Persisten aquí y allá la superficialidad espiritual, el genericismo pastoral, la lejanía del mundo juvenil, las problemáticas referentes a la inculturación del carisma, el escaso conocimiento de Don Bosco y de su obra.
2.3. Orientaciones actuales de la Iglesia
En el espíritu del Concilio Vaticano II, cuyas enseñanzas, como ha declarado recientemente Benedicto XVI, “se revelan... particularmente pertinentes en relación con las nuevas exigencias de la Iglesia y de la presente sociedad globalizada”10, nosotros encontramos hoy las grandes orientaciones eclesiales en la Exhortación Apostólica Vita Consecrata (1996), en la Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte (2001), en la Instrucción Caminar desde Cristo (2002) y en la Encíclica Deus Caritas Est (2005).
Caminar desde Cristo: la santidad como programa pastoral
Caminar desde Cristo significa proclamar que la vida consagrada es especial seguimiento de Él y “memoria viviente del modo de existir y de actuar de Jesús”.11 Esto “conlleva una particular comunión de amor con Él, constituido el centro de la vida y fuente continua de toda iniciativa”.12 “Es necesario caminar desde Cristo, porque de Él han partido los primeros discípulos en Galilea; de Él, a lo largo de la historia de la Iglesia, han salido hombres y mujeres de toda condición y cultura que, consagrados por el Espíritu en virtud de la llamada, por Él han dejado familia y patria y lo han seguido incondicionalmente, haciéndose disponibles para el anuncio del Reino y para hacer el bien a todos (cf. Hch 10,38)”.13
Jesucristo “hoy, ayer y siempre” (Heb 13,8), es el programa pastoral de la Iglesia del Tercer Milenio: “un programa que no cambia al variar los tiempos y las culturas, aunque tiene cuenta del tiempo y de la cultura para un verdadero diálogo y una comunicación eficaz”.14 También nosotros salesianos, como toda comunidad o grupo eclesial, debemos traducir tal programa en orientaciones pastorales adecuadas, “que permiten que el anuncio de Cristo llegue a las personas, modele las comunidades e incida profundamente mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la cultura”.15
“No dudo en decir”, con Juan Pablo II, “que la perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral es la de la santidad”16; es el “fundamento de la programación pastoral”.17 ¡Ante todo viene nuestra santidad! Os lo he dicho desde el comienzo de mi ministerio de Rector Mayor y os lo he escrito en mi primera carta.18 Os lo repito hoy con más convicción y urgencia: la santidad “’es el don más precioso que podemos ofrecer a los jóvenes’ (Const. 25); es la meta más alta que debemos proponer con valor a todos. Solamente en un clima de santidad vivida y experimentada, tendrán los jóvenes la posibilidad de hacer opciones valientes de vida, de descubrir el designio de Dios sobre su futuro, de apreciar el don de las vocaciones de especial consagración”.19
Además de presentar un modelo comunitario de santidad atrayente, debemos suscitar y sostener en los jóvenes “un verdadero anhelo de santidad, un fuerte deseo de conversión y de renovación personal en un clima de oración cada vez más intensa y de solidaria acogida del prójimo, especialmente del más necesitado”.20 Como verdaderos educadores debemos ofrecer “una verdadera y propia pedagogía de la santidad”21, que proponga itinerarios adaptados a los ritmos de cada uno, nos capacite para ser guías expertos del camino espiritual y haga que nuestras comunidades sean “lugares para la escucha y el compartir la palabra, la celebración litúrgica, la pedagogía de la oración, el acompañamiento y la dirección espiritual”.22
Testimoniar a Cristo: la evangelización como misión prioritaria
“Nosotros no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído” (Hch 4,20), respondieron Pedro y Juan ante la primera prohibición de evangelizar, que las autoridades de Jerusalén trataron de imponerles en seguida después de la Pascua. Nosotros salesianos estamos presentes en países de vieja evangelización, donde está decayendo una condición de “sociedad cristiana”, y en países que acogen con alegría la primera evangelización. “Hace falta reavivar en nosotros el impulso de los orígenes, dejándonos impregnar por el ardor de la predicación apostólica después de Pentecostés. Hemos de revivir en nosotros el sentimiento apremiante de Pablo, que exclamaba: ‘¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!’ (1 Cor 9,16)”.23
“Quien ha descubierto a Cristo – decía Benedicto XVI a los jóvenes en la conclusión de la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia – debe llevar a otros hacia Él. Una gran alegría no se puede reservar para uno mismo. Es preciso transmitirla. En amplias zonas del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece que todo funcione igualmente también sin Él. Pero, al mismo tiempo, existe también un sentimiento de frustración, de insatisfacción de todo y de todos”.24 Y a los religiosos de Roma: “Vuestro primer y supremo anhelo sea testimoniar que Dios ha de ser escuchado y amado con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, antes que cualquier otra persona y cualquier cosa. No tengáis miedo de presentaros, aún visiblemente, como personas consagradas, y tratad de manifestar de todas las formas vuestra pertenencia a Cristo, el tesoro escondido por el cual habéis dejado todo (...). La Iglesia tiene necesidad de vuestro testimonio, tiene necesidad de una vida consagrada que afronte con valor y creatividad los desafíos del tiempo presente”.25
El gran desafío que tenemos delante en el milenio apenas comenzado es precisamente el “hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión”.26 Papel de extrema importancia en la nueva evangelización, confiada a la vida consagrada,27 es el testimonio de la comunión, “signo para el mundo y fuerza atractiva que conduce a creer en Cristo”,28 vivido “ante todo en su interior y, además, en la comunidad eclesial misma y más allá aún de sus confines, entablando o restableciendo constantemente el diálogo de la caridad, sobre todo allí donde el mundo de hoy está desgarrado por el odio étnico o las locuras homicidas”.29 En una época caracterizada por la dimensión mundial y por el retorno de los ídolos del nacionalismo, también nuestra Congregación, precisamente porque es internacional, “tiene el cometido de anunciar, con el testimonio de la Buena Noticia”30 y de “dar testimonio del sentido de la comunión entre los pueblos, las razas, las culturas”.31 Nuestras comunidades están llamadas a ser “lugares de entrenamiento a la integración y a la inculturación y, al mismo tiempo, un testimonio de la universalidad del mensaje cristiano”.32
Más que de nuestras presencias, obras y estructuras, la Iglesia tiene necesidad de nuestra presencia, de nuestra vida consagrada, de la radicalidad en el seguimiento de Cristo. Nos lo ha recordado el Papa Benedicto XVI: “Frente al avance del hedonismo, a vosotros se os pide el testimonio valiente de la castidad, como expresión de un corazón que conoce la hermosura y el precio del amor de Dios. Frente a la sed de dinero, vuestra vida sobria y dispuesta al servicio de los más necesitados recuerda que Dios es la riqueza verdadera que no perece. Frente al individualismo y al relativismo, que llevan a las personas a ser única norma para sí mismas, vuestra vida fraterna, capaz de dejarse coordinar y, por lo mismo, capaz de obediencia, confirma que vosotros ponéis en Dios vuestra realización. ¿Cómo no desear que la cultura de los consejos evangélicos, que es la cultura de las Bienaventuranzas, pueda crecer en la Iglesia, para sostener la vida y el testimonio del pueblo cristiano?”.33
Volver a los jóvenes: la presencia como signo del amor de Cristo
Los jóvenes son “para la Iglesia un don especial del Espíritu de Dios”. Nosotros salesianos no podemos mirarlos sino como los miraba Jesús, con compasión (cf. Mc 6,34), no debemos darles otra cosa que, como Jesús, el evangelio de Dios (ib.), y no tenemos otra cosa que hacer que, como Jesús, preocuparnos de sus necesidades (cf. Mc 6,37). Hay “una juventud que expresa un deseo profundo, a pesar de posibles ambigüedades, de aquellos valores auténticos que tienen su plenitud en Cristo...Si a los jóvenes se les presenta a Cristo con su verdadero rostro, ellos lo experimentan como una respuesta convincente y son capaces de acoger el mensaje, incluso si es exigente y marcado por la Cruz”.34 Como Juan Pablo II, tampoco nosotros deberíamos dudar en “pedirles una opción radical de fe y de vida, señalándoles una tarea estupenda: la de hacerse ‘centinelas de la mañana’ (cf. Is 21,11-12) en esta aurora del nuevo milenio”35
Su evangelización, mediante la presencia amable y propuestas adaptadas y exigentes, nos obliga a dar nuevo impulso, coraje y profundidad de fe a la pastoral juvenil, que puede correr el peligro de quedarse en una pastoral de entretenimiento, o de sola educación cívica, de formación cultural, o de genérica apertura a lo trascendente. El reclamo directo a los destinatarios de nuestra misión nos compromete a reflexionar y a realizar opciones “a partir de los jóvenes” y no de nuestros problemas, y a volver a los jóvenes, que son la “patria” de nuestra misión, el templo de nuestra experiencia de Dios.
A los jóvenes les ofrecemos, además del anuncio de la Palabra (kerygma-martyria) y la celebración de los Sacramentos (leiturgia), el servicio de la caridad (diakonia), el cual es para nosotros educación, no “una especie de actividad de asistencia social que se podría también dejar a otros, sino un servicio que pertenece a la naturaleza” misma de la Iglesia, “expresión irrenunciable de su misma esencia”.36
Un verdadero desafío que nos interpela seriamente e implica también a toda la Iglesia es el problema de las vocaciones. Queremos estimular a los jóvenes a “tomar conciencia de la propia responsabilidad activa en la vida eclesial. Junto con el ministerio ordenado, pueden florecer otros ministerios, instituidos o simplemente reconocidos, para el bien de toda la comunidad, atendiéndola en sus múltiples necesidades”.37 Es “la primera tarea” de todos nosotros “proponer valerosamente, con la palabra y con el ejemplo, el ideal del seguimiento de Cristo, alimentando y manteniendo posteriormente en los llamados la respuesta a los impulsos que el Espíritu inspira en su corazón”.38
2.4. Desafíos y perspectivas de la Vida Consagrada
Desafíos de la Vida Consagrada
La Vida Consagrada presenta hoy desafíos notables. Más que fijarnos en sus desafíos exteriores, como el secularismo, el relativismo y la globalización, me parece preferible subrayar sus desafíos interiores.
A pesar de la referencia autorizada de la Exhortación Apostólica sobre la vida consagrada, no siempre está claro cuál debe ser su identidad. Las propuestas insistentes de una refundación corren el peligro de hacer perder la conciencia de su presencia en la Iglesia. Además, el fallido discernimiento sobre las nuevas formas de vida consagrada, ofrece una imagen confusa de la misma. En fin, la debilidad de la teología de las vocaciones cristianas hace aún más incierta tal identidad.
La vida consagrada no logra siempre encontrar los caminos para expresar su profecía y credibilidad. La misión tiene necesidad de lanzarse con mayor audacia a las fronteras de la pobreza y de la evangelización. El seguimiento de Cristo pide encontrar nuevas formas de auténtica radicalidad evangélica. La vida fraterna hace difícil manifestar la comunión frente a las nuevas exigencias de la interculturalidad y de la globalización. La vida espiritual está todavía a la búsqueda de las modalidades para ser vivida y comunicada.
Un desafío, sentido muchas veces como amenaza, se refiere a la incertidumbre del futuro de la vida consagrada, sobre todo por los interrogantes que se presentan a su supervivencia en algunas áreas geográficas. La disminución numérica, la ausencia de vocaciones, el envejecimiento, crean en las Congregaciones falta de perspectivas, necesidad de difíciles reajustes, búsqueda de nuevos equilibrios culturales. A esto se añaden a veces escasa vitalidad, fragilidades vocacionales, dolorosos abandonos. Todo esto favorece desmotivación, desaliento y parálisis. En estas condiciones es arduo encontrar una estrategia de esperanza, que abra horizontes, ofrezca caminos y asegure la leadership.
Perspectivas de la Vida Consagrada
Refiriéndonos especialmente al Congreso internacional de la vida consagrada de noviembre de 2004, con el lema “Pasión por Cristo, pasión por la humanidad”, se pueden localizar algunas perspectivas de su camino actual.
Se considera importante, ante todo, saber suscitar fascinación hacia la forma de vida consagrada, haciéndola hermosa y atrayente. Fascinación es lo que produce alegría comunicativa, fuerte atracción, suave frescura, estimulante optimismo. La vida consagrada debe seguir suscitando gracia y simpatía, fantasía e imaginación; debe hacer surgir fuerza, entusiasmo, expectativas. Tal fascinación proviene de la percepción de su vitalidad, que se expresa en la primacía de Dios y en la intimidad vivida con Él, en la centralidad de Cristo y de los consejos evangélicos, en la disponibilidad al Espíritu Santo y en la profundidad de la vida espiritual, en la forma y audacia de la misión, en la acogida fraterna y en la comunión, en la conversión personal y comunitaria.
Además, en la vida consagrada se considera importante desarrollar la identidad carismática. Sin una propuesta carismática, interesante y comprometedora, es difícil el proceso de identificación vocacional. La debilidad de la propuesta provoca el desarrollo de identidades inciertas y confusas. La vuelta al carisma del Fundador es uno de los elementos decisivos de identidad. Hoy la sociología pone en evidencia cómo la cultura de la excelencia, la búsqueda de la visibilidad y el sentido de pertenencia ayudan al desarrollo de la identidad de los grupos religiosos. Es nuestro papel saber valorizar teológica y carismáticamente estos indicadores sociológicos, a través de la excelencia evangélica de la vida consagrada, el testimonio visible y atrayente de nuestra vocación, el fuerte sentido de pertenencia a la comunidad y a la Congregación.
La vida consagrada debe ser signo profético y creíble, o sea, debe continuar la búsqueda para encontrar formas de profecía y credibilidad, no sólo personales sino también institucionales. Debe volver a un estilo de vida más sencillo y pobre, sobrio y esencial. Es preciso simplificar las estructuras, que muchas veces se han convertido en un gran peso y que rinden servicios, pero que no siempre hacen presente a Dios. La vida consagrada debe ser una forma de vida alternativa, hacerse propuesta e inspiración de una nueva cultura, tener una actitud crítica y hacerse contestación profética frente a la sociedad y al mundo eclesiástico.
Es preciso formar personas apasionadas. Dios nutre una gran pasión por su pueblo; a este Dios apasionado la vida consagrada mira con atención. Ésta debe, por lo tanto, formar personas apasionadas por Dios y como Dios. Sin embargo, la pasión por Dios y la pasión por la humanidad son un punto de llegada, más que de partida. Es importante confirmar a los hermanos en la vocación, reavivar el don recibido de ellos mediante la profesión religiosa, motivar la respuesta generosa, sostener la fidelidad vocacional. La formación ofrece motivaciones, propone horizontes de significado, indica caminos de crecimiento para todas las fases de la vida, abre al discernimiento espiritual, sostiene la vocación.
2.5. El camino de la Congregación
El camino que la Congregación está haciendo encuentra su razón en el compromiso de renovación de la vida consagrada promovido por el Concilio Vaticano II. Se puede destacar la gran riqueza de reflexiones y orientaciones que se ha ido formando en los Capítulos Generales, que ha llevado a una toma de conciencia cada vez más plena de la identidad y de la misión del salesiano y de la comunidad hoy.
La reflexión, comenzada en el amplio análisis y en las orientaciones del Capítulo General Especial (CGE), se ha ido profundizando sucesivamente también a la luz de los diversos documentos eclesiales. En él encontramos los grandes horizontes y los fundamentos básicos del proyecto de vida salesiano hoy, sólidamente arraigado en la identidad carismática y en la misión específica por los jóvenes, actuada comunitariamente y en solidaridad con la Familia Salesiana y con los seglares.
Releyendo las orientaciones del CGE, tenemos ya un cuadro del camino que la Congregación recorrerá en los sucesivos Capítulos Generales. Vale la pena recordar estos puntos de síntesis: redescubrimiento de nuestra identidad, sentido vivo de la presencia activa de Dios, misión juvenil y popular, construcción de la comunidad, valorización de la Familia Salesiana, unidad en la descentralización.
Una primera profundización de algunos de estos elementos de base, de modo particular la misión evangelizadora entre los jóvenes, se llevó a cabo en el CG21. La reflexión fue luego perfeccionándose cada vez más en los Capítulos siguientes.
CG22: El Capítulo de la fidelidad
El CG22 estuvo dedicado a la revisión de las Constituciones, a la luz del Vaticano II. Se le puede llamar, sin más, el Capítulo de la identidad carismática y misionera de la Congregación y, en consecuencia, de la fidelidad de los Salesianos a tal identidad y misión.
El CG22 produjo el texto renovado de las Constituciones, “documento autorizado – decía Don Viganò en el discurso conclusivo – que ayuda a medir la verdad y la actualidad de nuestra opción evangélica de vida y de nuestra misión específica en la historia. ¡He ahí, renovado hoy, el ‘carnet de identidad’ de los Salesianos de Don Bosco en el Pueblo de Dios!”.39
La aprobación del texto renovado de las Constituciones es una llamada a la fidelidad. Don Viganò reclamaba las palabras dichas por Don Bosco a los salesianos el día siguiente de la aprobación de las primeras Constituciones: “Lo que ahora tenemos que hacer es ser diligentes en practicar perfectamente las Reglas y cumplirlas bien. Debemos atenernos a nuestro código, estudiarlo en todos sus detalles, comprenderlo, explicarlo, practicarlo”.40 Don Bosco, luego, en su Testamento espiritual, escribía: “Si me habéis amado en el pasado, seguid amándome en el porvenir con la exacta observancia de nuestras Constituciones”.
Todo esto es iluminante para el CG26, en el que queremos volver a apropiarnos de Don Bosco y releer su figura en la actualidad. Asumir las Constituciones como base de la formación y de la vida del salesiano y de la comunidad, es el camino para conocer y actualizar a Don Bosco; viceversa, conocer más a Don Bosco nos lleva a vivir de modo más pleno la Regla de vida salesiana.
CG23: El Capítulo de la misión
El CG23 se puede justamente definir el Capítulo de la misión, aquella “misión juvenil y popular” de la que hablaba ya el CGE, que el CG23 quiere precisamente profundizar, retomando también algunos elementos del CG21.
El documento capitular, Educar a los jóvenes en la fe, pone claramente en evidencia los rasgos de esta misión: la opción decidida por los jóvenes en su situación actual y en los diversos contextos, con una atención especial para con los más necesitados; una auténtica educación en la fe con una explícita acción evangelizadora que no se detenga en las puertas del Evangelio; una educación abierta al compromiso social, a la formación de la conciencia, al crecimiento en el amor; una educación en la fe que lleve a opciones vocacionales; la propuesta de la espiritualidad juvenil salesiana.
Todo esto nos reclama al carisma y a la misión original de Don Bosco, que debemos actualizar hoy; en el acto de fe proclamado como conclusión del documento capitular se habla de “escuchar de nuevo la voz de Don Bosco hoy”. Y como condición de eficacia evangelizadora el Capítulo pide el testimonio de la comunidad.
CG24: El Capítulo del compartir con los seglares
El CG24, profundizando ulteriormente el carisma salesiano, reclama otro elemento del Oratorio de Valdocco: la capacidad de Don Bosco de implicar a muchos en su misión por los jóvenes. El Capítulo nos dirige la invitación a renovar el corazón oratoriano para compartir con los seglares no sólo la misión, sino también el espíritu salesiano. Es un nuevo paradigma de relación entre los salesianos y los seglares, llamados a compartir la misma misión y espiritualidad.
Entre los aspectos subrayados por el Capítulo, destacan particularmente los elementos de la pedagogía y de la espiritualidad que se deben vivir juntos; la especialización de la formación; el papel esencial de los consagrados como “alma de la CEP”; la comunidad salesiana garante y testimonio del carisma. El Capítulo hace luego una explícita referencia a las obras gestionadas por seglares, dentro del proyecto salesiano, para las cuales se exige claridad de intenciones y de opciones, para garantizar el carisma.
Aunque el tema del CG24 se refiere a la esfera de los seglares colaboradores, sin embargo, en muchos pasajes se refiere específicamente a la Familia Salesiana, a su implicación y al compromiso de la comunidad en relación con ella. Esto lleva a subrayar, también en vistas del CG26, la importancia de su valorización por parte de los salesianos.
CG25: El Capítulo de la comunidad salesiana
El CG25 ha profundizado otro elemento esencial del proyecto salesiano: “La comunidad salesiana hoy”. Partiendo del hecho que Don Bosco ha reunido a su alrededor una comunidad de consagrados para la salvación de los jóvenes, el Capítulo pone en claro los elementos fundamentales para un proyecto de comunidad salesiana, educadora y evangelizadora: la vida fraterna, el testimonio evangélico, la presencia animadora entre los jóvenes.
Se puede observar que, una vez más, están estrechamente unidos entre sí la referencia clara a los valores evangélicos de la primacía de Dios, del seguimiento de Cristo, del amor fraterno, juntamente con el impulso misionero del estar con los jóvenes al estilo de Don Bosco. En esta línea está también el subrayado de la propuesta vocacional. Un papel esencial, que el CG25 deja claro para la realización del proyecto comunitario, según la mente de Don Bosco, es el del Director.
De esta rápida ojeada sobre los Capítulos Generales siguiendo al Concilio Vaticano II se ve el desarrollo y la profundización sucesiva de los temas fundamentales de nuestro proyecto de vida de consagrados, misioneros de los jóvenes, según la mente de Don Bosco. Un Capítulo, como el CG26, centrado en Don Bosco, en su carisma y misión, actualizados hoy, podrá servir de evaluación y de relanzamiento del camino ya hecho.
2.6. Voz de las Inspectorías
Como os decía, el punto de partida para la elección del tema del CG26 ha sido la realidad de las Inspectorías, como apareció particularmente en las Visitas de Conjunto.
En éstas se ha visto la importancia de los procesos iniciados respecto de la comunidad salesiana. En efecto, se había pedido a las Inspectorías que evaluasen la recepción del CG25, o sea la acogida, las dificultades encontradas y los compromisos asumidos en su aplicación. La comunidad es considerada el centro de toda estrategia de renovación. Es preciso seguir cuidando su vida espiritual y fraterna, garantizando la consistencia cuantitativa y cualitativa, asegurando su animación sobre todo por medio de la acción del director, favoreciendo su capacidad de discernimiento y de elaboración de proyectos.
Las Visitas de Conjunto también han puesto en evidencia las perspectivas y las necesidades más sentidas por las Inspectorías. Se ha manifestado, ante todo, la exigencia de reavivar la pasión apostólica de todo hermano; en efecto, no se considera posible la renovación de la vida espiritual y pastoral de la comunidad, sin un camino personal. Se han notado, además, activismo y dispersión y, por tanto, superficialidad espiritual y mediocridad pastoral. Se tiene conciencia de que el fuego del amor pastoral, el celo apostólico y el corazón oratoriano encuentran su fuente ante todo en la vida espiritual. La misión no debe identificarse con las obras, las actividades y las iniciativas; la misión es la expresión del ardor por la salvación de las almas.
También se ha puesto en evidencia la conciencia de las urgencias de la evangelización. Cada Región tiene sus desafíos. La Iglesia, a través de los Sínodos continentales ha expresado sus nuevos compromisos en las Exhortaciones Apostólicas postsinodales “Ecclesia in Africa”, “Ecclesia in America”·, “Ecclesia in Asia”, “Ecclesia in Europa”, “Ecclesia in Oceania”. También la Congregación siente la urgencia de actualizar sus opciones evangelizadoras, que ya había expuesto en el CG23. Basta pensar en los desafíos puestos por las religiones no cristianas, en particular por el islam, en el fenómeno de las sectas, en el relativismo y en el laicismo, en la pobreza y en la exclusión social, en las oportunidades ofrecidas por la inmigración, en las fronteras de la misión “ad gentes”. Las Inspectorías han puesto en claro la exigencia de un compromiso más explícito de evangelización en el campo de la educación.
Otra necesidad muy sentida se refiere al cuidado de las vocaciones consagradas salesianas. Las experiencias de la Congregación después del CG24 nos dicen que para la fecundidad del carisma de Don Bosco hay necesidad de los consagrados. Al interior de una pastoral juvenil explícitamente vocacional, se requiere una atención específica a la realidad de la vocación consagrada salesiana. Hace falta también un notable empeño para profundizar la identidad, favorecer la visibilidad, cuidar la formación, proponer la vocación del salesiano coadjutor.
En las Visitas de Conjunto se ha acentuado la llamada a la pobreza evangélica. En la Congregación hay la conciencia de que los contextos de pobreza y los del bienestar, por diversos motivos, nos piden una vida más sencilla, esencial, austera. Nuestro testimonio corre el peligro de no ser creíble, si no se encuentran caminos y expresiones que manifiesten visiblemente una vida pobre. El consumismo y el aburguesamiento están generando individualismo y agotan el impulso apostólico. La “búsqueda de las comodidades y del aburguesamiento” se convierten en un freno para el sentido pastoral y para la entrega apostólica. La pobreza exige expresarse también como profecía institucional; hay necesidad de transparencia en las decisiones, compartir los bienes, solidaridad con los necesitados. Debemos volver a ser una Congregación de pobres y una Congregación para los pobres.
Finalmente, las Inspectorías se preguntan sobre las nuevas formas de pobreza juvenil. Se siente la necesidad de reflexionar sobre las nuevas pobrezas y de volver a estar con los jóvenes. Todavía no hemos analizado suficientemente lo que nos tiene alejados de los jóvenes, ni buscado, por lo tanto, lo que facilita nuestro estar con ellos. En las Inspectorías está en acto un proceso para ir a los jóvenes más necesitados y para colocarse donde ellos se encuentran. La Congregación tiene necesidad de movilizar sus mejores fuerzas, las más disponibles y generosas, para que estén dispuestas a ir a las situaciones más arduas, peligrosas y exigentes de la misión.
Las Visitas de Conjunto han localizado también problemas específicos para cada Región, como por ejemplo la realidad del reajuste, de la inculturación de la formación, de la formación de los seglares. El tema del CG26 podrá ofrecer visiones y perspectivas, que podrán iluminar también estas situaciones más particulares.
3. EL TEMA DEL CG26
El tema del CG26 resulta fuertemente provocador y estimulante. El “Da mihi animas, cetera tolle” lleva al hermano y a la comunidad a la fuente del ser consagrados, en particular al corazón de la misión, que no es otra cosa que el ser totalmente poseídos por Dios hasta llegar a ser su presencia transfigurante entre los jóvenes. La pasión por Dios y la pasión por la humanidad, que la vida consagrada se siente hoy llamada a suscitar, encuentra en el programa de Don Bosco del “Da mihi animas” una perfecta traducción salesiana.
3.1. Programa de vida de Don Bosco y del salesiano
En el “Da mihi animas, cetera tolle” nosotros hijos de Don Bosco encontramos el motivo y el método para afrontar el actual desafío cultural con lucidez y valor.
El “Da mihi animas” pone en el centro de la vida del consagrado salesiano el sentido de la paternidad de Dios, las riquezas de la muerte y de la resurrección de Cristo y la potencia del Espíritu, que se dan a todo joven. Al mismo tiempo, estimula en él el deseo ardiente de hacer conocer y gustar a los jóvenes estas sus posibilidades, para que tengan una vida feliz, iluminada por la fe, en este mundo, y la tengan salvada para la eternidad. Le impulsa a preocuparse, a emplear todas las fuerzas y todos los medios, incluso cuando se trata de un solo joven, de una sola alma.
El “cetera tolle” motiva al consagrado salesiano a mantenerse a distancia del “modelo liberal” de vida consagrada, descrito en la carta “Tú eres mi Dios, fuera de ti no tengo ningún bien”.41 La atribución de la crisis a la cultura imperante, es decir, a factores como el secularismo, el consumismo, el hedonismo, no es suficiente. La vida consagrada históricamente nace como propuesta alternativa, movimiento contra-cultural, contestación y reactivación de la fe en situación de punto muerto. Es la debilidad de motivaciones y de identidad frente al mundo que hoy la hace frágil.
El lema programático de Don Bosco sintetiza nuestra espiritualidad (cf. Const. 4). Es válido para todos los salesianos en todas las estaciones de la vida. No sólo para aquellos que por edad o salud se encuentran llenos de energía, sino también para los ancianos o los enfermos. La pasión del Da mihi animas significa el fuego de la caridad. Ésta no se manifiesta sólo en la incansable laboriosidad educativa pastoral, sino también en la paciencia y en el sufrimiento, que en la cruz de Cristo asumen valor salvífico.
3.2. Identidad carismática: el espíritu salesiano
Me permito ahora una cita de hace 120 años que, si no fuera por algunos términos obsoletos, podría ser considerada como contemporánea. Se trata de una fuente externa a Don Bosco; nos ofrece la lectura que otros hacían de su obra, destacando la identidad del carisma de nuestro santo fundador.
Se trata del Card. Vicario de Roma, Lucido Maria Parocchi, que en 1884 se preguntaba qué era lo específico de la Sociedad salesiana y respondía así: “Entiendo hablaros de lo que distingue vuestra Congregación, lo que forma vuestro carácter; así como los franciscanos se distinguen por la pobreza, los dominicos por la defensa de la fe, los jesuitas por la cultura. La vuestra tiene en sí algo que se parece a la de los franciscanos, de los dominicos y de los jesuitas, pero se distingue de todos ellos por el objeto y las modalidades... ¿Qué habrá, pues, de especial en la Congregación Salesiana? ¿Cuál será su carácter, su fisonomía? Si lo he comprendido bien, si he aferrado su concepto, su carácter específico, su fisonomía, su nota esencial, es la caridad ejercitada según las exigencias del siglo: Nos credidimus Charitati. Deus caritas est”.42
El capítulo segundo de las Constituciones delinea de modo particular los rasgos del espíritu salesiano, poniendo desde el principio, como sobre los labios de Don Bosco, las palabras de Pablo a la comunidad de Filipos: “Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros” (Fil 4,9).
Me parece atinada la elección de este texto para introducir la identidad del espíritu salesiano, porque se trata de una “invitación, afectuosa y apremiante, a ser fieles a Don Bosco, fuente primera y auténtica del espíritu salesiano, en cuanto que, como Pablo, es el primero y genuino imitador del Evangelio de Cristo y, por tanto, modelo autorizado, para nosotros imprescindible”.43
Hoy se habla mucho de “refundación de la Vida Consagrada”. La expresión es válida, si con ella se quiere expresar la necesidad de llevarla a su fundamento, que no es otra cosa que el Señor Jesús: “Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo” (1 Cor 3,11). Además, este proceso puede resultar fructuoso, si con él se quiere llevar la Vida Consagrada al Fundador de todo carisma: “Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, ponedlo por obra” (Fil 4,9). Cualquier otra interpretación que se quiera dar al tentativo de refundación está condenada al fracaso.
El espíritu salesiano había sido definido en el CGE como “nuestro propio estilo de pensamiento y de sentimiento, de vida y de acción, al poner en obra la vocación específica y la misión que el Espíritu no cesa de darnos” (CGE, 86). El espíritu salesiano es, ante todo, el “espíritu de Don Bosco”, o sea, la vocación, la vida, la obra y la enseñanza de nuestro padre; luego se realiza concretamente en la historia y en la vida de la Congregación y de la Familia Salesiana, o sea, en la vida y santidad de los salesianos (cf. CGE, 87). Después, en los Capítulos Generales 21 y 22 la definición se enriquecerá de modo más orgánico.
El capítulo segundo de las Constituciones presenta las actitudes de fondo que animan al salesiano: la caridad pastoral, que es el centro y la síntesis del espíritu salesiano y que encuentra su fuente en el Corazón de Cristo apóstol del Padre; la unión con Dios, secreto de crecimiento en la caridad pastoral, en la visión de fe y en un permanente compromiso de esperanza en la vida cotidiana; el sentido de Iglesia; el amor de predilección por los jóvenes, la amabilidad como expresión de la paternidad espiritual, el ambiente de familia, el optimismo y la alegría, el trabajo y la templanza, la creatividad y la flexibilidad, el sistema preventivo como síntesis de este compromiso; finalmente, Don Bosco como modelo concreto del espíritu salesiano.
3.3. Pasión apostólica: “la gloria de Dios y la salvación de las almas”
La gloria de Dios y la salvación de las almas fueron la pasión de Don Bosco. Promover la gloria de Dios y la salvación de las almas equivale a conformar la propia voluntad con la de Dios, que se comunica a Sí mismo como Amor, manifestando de este modo su gloria y su inmenso amor a los hombres, que quiere que todos se salven.
En un fragmento casi único de su “historia del alma” (1854), Don Bosco confesará su secreto sobre las finalidades de su acción: “Cuando me entregué a esta parte de sagrado ministerio, quise consagrar todas mis fatigas a la mayor gloria de Dios y en beneficio de las almas; quise consagrarme para hacer buenos ciudadanos en esta tierra, para que fuesen luego un día dignos habitantes del cielo. Dios me ayude a poder continuar así hasta el último respiro de mi vida. Así sea”.44
En Don Bosco la santidad resplandece en sus obras, pero las obras son sólo la expresión de su fe. No son las obras en sí las que hacen al apóstol, como nos dice Pablo: “Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor... no soy nada” (1 Cor 13,1); pero es ciertamente una fe animada por la caridad activa la que hace santo al apóstol: “Por los frutos conoceréis sus obras” (cf. Mt 7,16.20).
A la “vida en Dios” y a la “unión con Dios”, real y no sólo psicológica, están invitados todos los cristianos. Unión con Dios es vivir en Dios la propia vida; es estar en Su presencia; es participación en la vida divina que hay en nosotros. Don Bosco hace de la revelación de Dios la razón de la propia vida, según la lógica de las virtudes teologales: con una fe que se hace signo fascinante para los jóvenes, con una esperanza que se hace palabra luminosa para ellos, con una caridad que se hace gesto de amor hacia los mismos.
Don Bosco ha sido siempre fiel a su misión de caridad efectiva. Allí donde un falso misticismo habría roto los puentes con la realidad, la fe le ha obligado a permanecer en la trinchera por extrema fidelidad a los jóvenes necesitados. Allí donde podía llegar el cansancio y la resignación, le sostenía el camino indicado por Pablo: Caritas Christi urget nos (2 Cor 5,14). Su caridad no se detuvo nunca frente a las dificultades: Me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos (1 Cor 9,22). No temía las derrotas en campo educativo, sino la inercia y el desinterés.
En Don Bosco tenemos una teología espiritual activa; él tiende a la acción bajo el estímulo de la urgencia y de la conciencia de una misión divina. La opción de la laboriosidad ofrece a su modo de interpretar la ascesis una acentuación particular: es sólo en vistas de la acción apostólica. Si en San Alfonso la ascesis es sobre todo interior al hombre, en Don Bosco adquiere sentido en relación con el trabajo: consiste en comprometerse en las obras que Dios manifiesta que se hagan.
En Don Bosco se descubre el sentido de la relatividad de las cosas y contemporáneamente de su necesaria utilización para el fin que le preocupa. Él prefiere no pegarse rígidamente a ciertos esquemas; es mejor una lectura más práctica, pastoral, espiritual, que teológico-especulativa. En él la pasión apostólica tiene una propia especificidad: la salvación se obtiene con los métodos de la amabilidad, de la mansedumbre, alegría, humildad, piedad eucarística y mariana, de la caridad hacia Dios y hacia los hombres.
3.4. Da mihi animas
Para Don Bosco la primera parte del lema, “Da mihi animas”, expresa, pues, el celo por la salvación de las almas, que se concreta en la urgencia de evangelizar y en la necesidad de convocar vocaciones a la vida consagrada salesiana.
3.4.1. Urgencia de evangelizar
Es necesario motivar e impulsar a la evangelización. Imitamos el ejemplo de Don Bosco, que sentía como deber urgente la salvación de la juventud: él “no dio un paso, ni pronunció palabra que no tuviera por objeto la salvación de la juventud” (Const. 21). Nos referimos, además, a las necesidades de todos los pueblos de conocer el evangelio, que es fuente de humanización y de promoción humana.
Es prioritario que la Congregación haga principalmente la opción de asumir el papel de la evangelización en el campo de la educación. Por otra parte, allí donde asumimos compromisos directos en la evangelización, no podemos no educar; en particular no es posible para nosotros salesianos una catequesis sin educación.
La evangelización hoy presenta nuevos deberes según las áreas regionales y es, por tanto, importante que cada Región estudie sus fronteras en la evangelización. Ésta requiere también mayor movilidad, para acudir adonde llama la misión.
3.4.2. Necesidad de convocar
También aquí imitamos ante todo a Don Bosco. Él se dio cuenta de que frente a las numerosas necesidades de los jóvenes no podía llegar él solo. Por esto apeló a la disponibilidad y a la competencia de numerosas personas. Comprendió, además, que para la continuidad y la fuerza de su carisma tenía necesidad de personas consagradas; en particular comprendió la necesidad de tener salesianos sacerdotes y salesianos laicos.
También nosotros, sobre todo después del CG24, nos hemos dado cuenta de que es necesario implicar a los seglares, pero que el carisma no va adelante si no hay un núcleo fuerte e identificado de consagrados. Como también nos hemos dado cuenta de que la Congregación pone en peligro su identidad si pierde su componente consagrado laical. De modo particular es preciso tener viva en la Congregación la vocación del salesiano coadjutor.
Por esto se hace necesario para nosotros adquirir la capacidad de implicar, de convocar y de proponer a los jóvenes la experiencia carismática de Don Bosco, llamándolos a estar con él para siempre. Como también es preciso tener una propuesta sistemática de acompañamiento de las vocaciones a la vida consagrada salesiana en sus dos formas presbiteral y laical.
3.5. Cetera tolle
Para Don Bosco la segunda parte del lema, “cetera tolle”, significa el desapego de todo lo que puede alejar de Dios y de los jóvenes. Para nosotros hoy esto se concreta en la pobreza evangélica y en la opción de ir al encuentro de los jóvenes más “pobres, abandonados y en peligro”, siendo sensibles a las nuevas pobrezas y colocándonos en las nuevas fronteras de sus necesidades.
3.5.1. Pobreza evangélica
La vida consagrada del futuro se realizará en su concentración sobre el seguimiento radical de Cristo obediente, pobre y casto. Si los tres consejos evangélicos nos hablan de nuestra total ofrenda a Dios y de nuestra entrega a los jóvenes, la pobreza nos lleva a darnos sin reservas ni demoras, hasta el último aliento de nuestra vida, como hizo Don Bosco. La práctica de los consejos evangélicos libera en nosotros los recursos más escondidos de la disponibilidad.
No hay nada más contradictorio e incoherente que hacer la profesión de la donación total de nuestra persona a través de los consejos evangélicos y vivir luego reservando para nosotros nuestras energías y capacidades, viviendo part-time la misión, cediendo a la seducción del aburguesamiento, yendo a una especie de pensión vocacional durante la ancianidad, permaneciendo indiferentes al drama de la pobreza en que se debaten millones de personas en el mundo.
Nosotros salesianos testimoniamos la pobreza con el trabajo incansable y la templanza, pero también con la austeridad, la sencillez y la esencialidad de vida, el compartir y la solidaridad, la gestión responsable de los recursos. Nuestra pobreza nos pide una reorganización institucional del trabajo, que nos ayude a superar el peligro de ser empresarios de la educación más que educadores, o gestores de empresas educativas más que apóstoles a través de la educación. Quien ha escogido seguir a Cristo, ha escogido hacer propio su estilo de vida, no enriquecerse, vivir la bienaventuranza de la pobreza y de la sencillez de corazón, tener siempre familiaridad con los pobres.
3.5.2. Nuevas fronteras
La imagen de Don Bosco que recorre las calles de Turín para buscar a los jóvenes más necesitados no es una mera anécdota. Para nosotros es un imperativo y una forma natural de obrar. La ascesis del sistema preventivo requiere ir a los jóvenes más necesitados y colocarnos donde ellos se encuentran. Es preciso descubrir personal e institucionalmente lo que no nos deja ver su realidad o, acaso, viéndola, no nos permite reaccionar con la mente y el corazón de Don Bosco. La disponibilidad exige estar dispuestos a ir a las situaciones más arduas, peligrosas, difíciles y exigentes de la misión.
Hablar de nuevas pobrezas quiere decir tener presente que hoy todos los jóvenes están necesitados, pero que lo están sobre todo aquellos en los que se acumulan la pobreza material y la afectiva, espiritual, cultural. Hablar de nuevas fronteras, en referencia a los diversos contextos en que realizamos la misión salesiana, puede significar prestar atención a la inmigración, a la exclusión social, a la discriminación, a la explotación sexual, al trabajo de los menores, a la falta de sentido religioso.
La opción por los jóvenes más pobres y por las nuevas fronteras donde ellos nos esperan, tiene su fuente y su motivación más profunda en el amor de Dios que nos impulsa a una caridad operativa. Esto nos libra de cualquier tendencia de partidos e ideologías.45 Dicha opción tiene, además, una finalidad evangelizadora, como nos indica Jesús en la sinagoga de Nazaret al comienzo de su ministerio: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido y me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres” (Lc 4,18). No se trata, pues, de reducir nuestra opción a mera promoción humana, sino de darles el tesoro de Jesús y de su Evangelio.
3.6. Condiciones para concretar el tema
Para favorecer la concreción del tema, se requiere asegurar algunas condiciones: asunción de procesos, conversión de mentalidad, cambio de estructuras.
Procesos que activar
Teniendo presente el objetivo del CG26, que consiste en robustecer nuestra identidad carismática volviendo a partir de Don Bosco y en despertar el corazón de todo hermano con la pasión del “Da mihi animas, cetera tolle”, es obligado darse cuenta de que dicho objetivo se realiza a través de algunos procesos que hay que poner en marcha.
La identidad carismática nos pide un conocimiento maduro de Don Bosco, de sus motivaciones, de sus grandes opciones espirituales y apostólicas, y un conocimiento de las Constituciones, que son el Don Bosco hoy.
La pasión apostólica exige el despertar de una evangelización explícita en todas nuestras presencias, el valor de una propuesta vocacional para la vida consagrada salesiana, la renovación de un estilo de vida pobre, austero, solidario, la búsqueda de campos de trabajo que nos permitan concentrarnos en las prioridades educativas y evangelizadoras de nuestra misión más que en la gestión de las obras, identificar las nuevas pobrezas y fronteras en el propio contexto y revalorizar nuestras obras y nuestras actividades desde el punto de vista carismático.
El primer paso de este proceso se llevará a cabo mediante la implicación de las comunidades y a través de los Capítulos Inspectoriales, en los que es preciso descubrir la llamada de Dios en referencia a los aspectos antes citados, la lectura de la situación de las comunidades a este respecto y la identificación de los desafíos que se presentan, la propuesta de pasos que dar para su renovación.
El segundo paso corresponderá a la celebración del CG26 y a las orientaciones operativas que él deberá dar a toda la Congregación.
Mentalidad que convertir
Es preciso poner en marcha un proceso de conversión personal en referencia a la identidad carismática salesiana, responsabilizando a todo hermano a despertar el entusiasmo y la fidelidad vocacional, a cambiar su corazón, a vivir la pasión apostólica. Se trata, ante todo, de un cambio de mentalidad.
Esto requiere iniciar acciones de fuerte impacto motivador desde el punto de vista espiritual y psicológico en los hermanos, mejorando en ellos la identificación carismática y la autoestima.
Para ello hace falta activar dinámicas de robustecimiento del ser consagrados salesianos; asumir con convicción un estilo de vida sencilla y pobre, manteniendo las distancias del “modelo liberal” de vida consagrada; impregnarse en la misión evangelizadora hacia los jóvenes con entrega apostólica; hacerse disponibles a la actualización y a la renovación; favorecer el proyecto comunitario.
Estructuras que cambiar
El proceso de cambios estructurales debe ser coherente con la convicción de que “la misión no coincide con las iniciativas y las actividades pastorales”.
Esto exige poner en acto acciones efectivas de cambio de las estructuras de vida comunitaria y de ejercicio de la misión: modelos alternativos de obras, revisión de los papeles de los salesianos en el ejercicio de la misión, gestión de las obras complejas.
Estas actuaciones deben ser guiadas por decisiones de gobierno valientes que hagan creíbles nuestras convicciones.
4. ORACIÓN POR EL CG26
Concluyo, dirigiendo una llamada a las Inspectorías, Visitadurías y Delegaciones, a las comunidades y a los hermanos, para que se pongan en clima de Capítulo General, recogidos alrededor de María, en oración común, atentos a la voz del Espíritu.
El CG no se reduce a la Asamblea de los Inspectores y Delegados, sino que comprende el camino que va desde su convocatoria hasta la aprobación de las orientaciones: implica a todas las comunidades y a cada hermano.
El CG es importante, sobre todo, por los procesos que pone en marcha. Tales procesos no se completan en un sexenio, pero desbloquean dinamismos de transformación que van más allá del período entre un Capítulo General y el otro.
El CG es un tiempo intenso de formación permanente, que favorece el cambio de mentalidad. Nos hace mirar en el espejo de la llamada de Dios expresa en las Constituciones, no tanto para desanimarnos observando nuestra realidad, cuanto para ayudarnos a buscar juntos los caminos que nos acerquen a una respuesta más plena.
El CG nos pone en una actitud de discernimiento de la voluntad de Dios sobre la Congregación en el hoy de la historia, para que podamos responder mejor a su designio y a las esperanzas de los jóvenes. Esto requiere un fuerte clima de oración y de escucha de la palabra de Dios.
A María, que con su intervención maternal colaboró para que el Espíritu Santo suscitase a San Juan Bosco (cf. Const. 1), que le indicó “su campo de acción entre los jóvenes y lo guió y sostuvo constantemente, sobre todo en la fundación de nuestra Sociedad” (Const. 8), confiamos este Pentecostés salesiano que será el CGXXVI. Con su ayuda podremos así continuar fielmente la misión entre los jóvenes como “testigos del amor inagotable de su Hijo” (Const. 8).
Os propongo ahora una oración, dirigida a nuestro padre Don Bosco, que se podrá rezar en las comunidades y por cada hermano, para que nos alcance del Señor el despertar en nuestros corazones la pasión del “Da mihi animas, cetera tolle” y nos asista en la preparación y en la celebración del CG26, del que esperamos abundantes frutos para nuestra Congregación y para los jóvenes.
ORACIÓN A DON BOSCO
DON BOSCO
Tú fuiste suscitado por el Espíritu Santo,
con la intervención materna de María.
para contribuir a la salvación de la juventud.
Tú nos has sido dado por el Señor como padre y maestro,
y nos has confiado un programa fascinante de vida
en la máxima “Da mihi animas, cetera tolle”.
Tú nos has transmitido, bajo la inspiración de Dios,
un espíritu original de vida y acción,
cuyo centro y cuya síntesis es la caridad pastoral.
Haz que nuestro corazón pueda ser inflamado
por el fuego del ardor y del impulso evangelizador,
para ser signos creíbles del amor de Dios a los jóvenes.
Haz que sepamos aceptar con serenidad y alegría
las exigencias cotidianas y las renuncias de la vida apostólica
para la gloria de Dios y la salvación de las almas.
Haz que el Capítulo General pueda ayudarnos
a reforzar la identidad carismática
y a despertar la pasión apostólica.
AMEN
Cordialmente,
Don Pascual Chávez V.
Rector Mayor
1 E. VIGANÒ, Consagración apostólica y novedad cultural, Ed. CCS (Madrid 1987) p. 159.
2 Cf. BENEDICTO XVI, Deus caritas est, n. 12.
3 Cf. P. CHÁVEZ, “Contemplar a Cristo con la mirada de Don Bosco”, ACG 384 (2003).
4 CIVCSVA, Caminar desde Cristo, n. 12.
5 P. BRAIDO (Ed.), Don Bosco educatore, scritti e testimonianze. Roma LAS 1997, pp. 409, 437.
6 Cf. P. BRAIDO, La liturgia della vita nel servizio della carità tra i giovani di un contemplativo nell’azione, en E. CARR (a cura di), Spiritus spiritualia nobis dona potenter infundit. A proposito di tematiche liturgico-pneumatologiche. Studi in onore di Achille M. Triacca, Roma 2005, pp. 143-157.
7 Cf. F. MOTTO, Verso una storia di Don Bosco più documentata e più sicura, en “Ricerche Storiche Salesiane” 41 (julio-diciembre 2002) p. 250-251.
8 Cf. J. BOSCO, Memorias del Oratorio, Segunda década, cap. 11 y 12.
9 Los datos se encuentran en United Nations World Youth Report (www.un.org/esa/socdev/unyin/wyr05..htm)
10 BENEDICTO XVI, Primer Mensaje al término de la concelebración eucarística con los Cardenales electores en la Capilla Sixtina, 20 de abril de 2005, 3, OR 21 de abril de 2005, p. 9.
11 JUAN PABLO II, Vita Consecrata, n. 22
12 CIVCSVA, Caminar desde Cristo, n. 22
13 CIVCSVA, Caminar desde Cristo, n. 21
14 JUAN PABLO II, Novo Millennio Ineunte, n. 29
15 Ib.
16 JUAN PABLO II, Novo Millennio Ineunte, n. 30
17 JUAN PABLO II, Novo Millennio Ineunte, n. 31
18 cf. P. CHÁVEZ, Queridos Salesianos, sed santos, ACG 379 (2002) pp. 3-38.
19 P. CHÁVEZ, Discurso en la clausura del CG25, ACG 378 (2002), n. 196
20 JUAN PABLO II, Vita Consecrata, n. 39.
21 JUAN PABLO II, Novo Millennio Ineunte, n. 31
22 CIVCSVA, Caminar desde Cristo, n. 8
23 JUAN PABLO II, Novo Millennio Ineunte, n. 40
24 BENEDICTO XVI, Homilía en la Misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, Colonia, 21 de agosto de 2005. OR 21-22 de agosto de 2005, p. 11
25 BENEDICTO XVI, Discurso a los religiosos, a las religiosas y a los miembros de Institutos Seculares y de Sociedades de Vida Apostólica de la Diócesis de Roma, Vaticano, 10 de diciembre de 2005. OR 11 de diciembre de 2005, p. 5
26 JUAN PABLO II, Novo Millennio Ineunte, n. 43
27 “Se pide a las personas consagradas que sean verdaderamente expertas en comunión, y que vivan la respectiva espiritualidad, como testigos y artífices de aquel proyecto de comunión que constituye la cima de la historia del hombre según Dios” (Vita Consecrata, n. 46; cf. también n. 51).
28 JUAN PABLO II, Christifideles Laici, n. 31
29 JUAN PABLO II, Vita Consecrata, n. 51; cf. Caminar desde Cristo, n. 28
30 JUAN PABLO II, Vita Consecrata, n. 51
31 Ib.
32 CIVCSVA, Caminar desde Cristo, n. 29
33 BENEDICTO XVI, Discurso a los religiosos, a las religiosas y a los miembros de Institutos Seculares y de Sociedades de Vida Apostólica de la Diócesis de Roma, Vaticano, 10 de diciembre de 2005. OR 11 de diciembre de 2005, p. 5
34 JUAN PABLO II, Novo Millennio Ineunte, n. 9
35 Ib.
36 BENEDICTO XVI, Deus Caritas est, n. 25
37 JUAN PABLO II, Novo Millennio Ineunte, n. 46
38 JUAN PABLO II, Vita Consecrata, n. 64
39 CG22, n. 59
40 MB XII, p. 80-81 (MBe XII, p. 76). Cf. CG22, n. 91
41 P. CHÁVEZ, Tú eres mi Dios, fuera de ti no tengo ningún bien, ACG 382 (2003) pp. 3-36
42 BS 8 – 1884 – n. 6, pp. 89-90
El Cardenal sigue así: “El siglo presente sólo con las obras de caridad puede ser seducido y atraído al bien. El mundo ahora no quiere ni conoce otra cosa, fuera de las cosas materiales; no quiere saber nada de las cosas espirituales. Ignora las bellezas de la fe, desconoce las grandezas de la religión, repudia la esperanza de la vida futura, reniega del mismo Dios. Este siglo comprende de la Caridad sólo el medio y no el fin ni el principio. Sabe hacer el análisis de esta virtud, pero no sabe componer la síntesis. Animalis homo non percipit quae sunt spiritus Dei: así dice San Pablo. Decir a los hombres de este siglo: ‘Es preciso salvar las almas que se pierden, es necesario instruir a los que ignoran los principios de la religión, es menester dar limosna por amor de aquel Dios que un día premiará a los generosos’, los hombres de este siglo no lo comprenden.
Es preciso, pues, adaptarse al siglo, el cual vuela, vuela. A los paganos Dios se da a conocer por medio de la ley natural; se da a conocer a los Hebreos por medio de la Biblia; a los Griegos cismáticos por medio de las grandes tradiciones de los Padres; a los protestantes por medio del Evangelio; al siglo presente con la caridad. Decid a este siglo: os quito a los jóvenes de las calles para que no sean atropellados por los tranvías, para que no caigan en un pozo; los retiro en un hospicio para que no destrocen su fresca edad en vicios y en juergas; los reúno en las escuelas para educarlos, para que no lleguen a ser el azote de la sociedad, no caigan en una cárcel; los llamo junto a mí y los vigilo para que no se saquen los ojos los unos a los otros, y entonces los hombres de este siglo comprenden y comienzan a creer”.
43 El Proyecto de vida de los Salesianos de Don Bosco. Guía de lectura de las Constituciones salesianas, Roma, 1986, p. 172-173.
44 Cf. G. BOSCO, Piano di regolamento per l’Oratorio maschile di S. Francesco di Sales in Torino nella regione Valdocco. Introduzione, en P. BRAIDO (Ed.), Don Bosco Educatore. Scritti e Testimonianze. Roma, LAS 1997, p. 111.
45 Cf. BENEDICTO XVI, Deus Caritas est, n. 31 b