Solemnidad de la Asunción de la Virgen María


Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

CARTA DEL RECTOR MAYOR

ENFERMEDAD Y ANCIANIDAD EN LA EXPERIENCIA SALESIANA



“Alégrese mi corazón con tu salvación” (Sal 12,6);

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa: mi suerte está en tu mano” (Sal 15,5)


Las etapas de la vida. – I. LA ENFERMEDAD.- La experiencia de la enfermedad en nuestra vida consagrada. – Mirando a Don Bosco. – Una nueva etapa apostólica. – II. LA ANCIANIDAD: una edad que debe ser valorizada. – Una visión adecuada. – Ancianidad y misión juvenil. – Comprender la condición de los ancianos. – A envejecer bien se aprende desde jóvenes. – Formación permanente, en la comunidad local e inspectorial.


Roma, 15 de agosto de 2001.



Queridos hermanos:


Os escribo después de un año de enfermedad, y deseo compartir con vosotros lo que he sentido y lo que he pensado, durante este período, nuevo para mí, pero acompañado por la Gracia del Señor y por el afecto de los hermanos.

La enfermedad me llegó de improviso, en el corazón del Ministerio que me fue confiado por la Providencia. Había proyectado muchas cosas para el tiempo de mi Rectorado, pero me llegó esta sorpresa. La gracia de Dios y la caridad de vuestra oración me han ayudado a vivir este cambio vocacional, que me llamaba a servir al Señor de una manera nueva.

Hoy me siento en los brazos de un Padre misericordioso y recibo el don de fiarme totalmente de Él. Mientras me siento inmerso en la fragilidad, de la que es signo la enfermedad, me parece percibir también el apoyo de la mano del Señor, que ha extendido su brazo para no dejarme solo.

A pesar de la debilitación física, el Señor me ha concedido hasta hoy una discreta lucidez mental, que me permite relacionarme con los hermanos, participar en alguna pequeña fiesta salesiana y seguir velando por el bien de la Congregación.

Pienso constantemente en el inmenso campo apostólico confiado a la Congregación, en las invocaciones de los pueblos y de los jóvenes, en la benevolencia y en la estima de la Iglesia y de los jóvenes por el trabajo que los Salesianos realizan en todas las partes del mundo.

Veo, con alegría, la rica articulación de la Familia Salesiana y la abundancia de sus dones ofrecidos a la Iglesia, mientras tengo la ocasión de apreciar personalmente el servicio que las hermanas, Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, están en condiciones de ofrecer a sus enfermos.

Tengo presente a los numerosos hermanos y seglares, que he encontrado en tantas partes del mundo, con los que me siento unido en el ofrecimiento de mis sufrimientos.

Pienso en los jóvenes salesianos, que se preparan a la profesión perpetua, o a la primera profesión, o a entrar en el noviciado, y rezo por ellos. Me he sentido particularmente cercano a los hermanos enfermos y ancianos: a algunos los he podido visitar, a todos los demás les he escrito para asegurarles mi oración y para que mi amistad y participación común en esta experiencia de vida pudieran ser más explícitas.

Por todo ello bendigo al Señor, sin ocultaros la alegría que vibra en mi corazón.

Me he sentido unido en vuestra oración a Artémides Zatti, para pedirle la curación y todas las gracias de que tengo necesidad. Las cartas que os he escrito sobre la oración y sobre Artémides Zatti han sido también un modo de continuar caminando con vosotros y permanecer a vuestro lado. El compromiso que os he pedido para con el salesiano coadjutor es un modo pensado para cultivar intensamente nuestra relación recíproca.

Ahora quiero haceros partícipes de algunas reflexiones que, desde mi especial observatorio, me parecen útiles, no sólo para cuantos comparten personalmente la condición del sufrimiento o de la limitación física, sino para todos los hermanos que en la comunidad están en contacto con esta experiencia.



1 Las etapas de la vida

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2 LA ENFERMEDAD

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3 La experiencia de la enfermedad en nuestra vida consagrada

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4 Una nueva etapa apostólica

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5 Una visión adecuada

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6 Ancianidad y misión juvenil

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7 Comprender la condición de los ancianos

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8 A envejecer bien se aprende desde jóvenes

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9 Formación permanente, en la comunidad local e inspectorial

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