CARTA_Actas_412


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actas
del consejo general
de la sociedad salesiana
de San Juan Bosco
ÓRGANO OFICIAL DE ANIMACIÓN Y COMUNICACIÓN PARA LA CONGREGACIÓN SALESIANA
412 año XCIII
enero-abril de 2012 núm.
1.  CARTA DEL RECTOR MAYOR
Don Pascual CHÁVEZ VILLANUEVA
«CONOCIENDO E IMITANDO A DON BOSCO,
HAGAMOS DE LOS JÓVENES
LA MISIÓN DE NUESTRA VIDA»
Primer año de preparación
al Bicentenario de su nacimiento
03
2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
(No se dan en este número)
3. DISPOSICIONES Y NORMAS
(No se dan en este número)
4.  ACTIVIDADES DEL CONSEJO GENERAL 4.1  Crónica del Rector Mayor
39
4.2  Crónica del Consejo General
46
4.3  Crónica de los Consejeros Generales
47
5.  DOCUMENTOS Y NOTICIAS
5.1  N uevos Obispos salesianos
71
5.6   Hermanos difuntos
73

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SIGLAS
ACG
Actas del Consejo General
ACSSA Associazione Cultori Storia Salesiana
ADMA Asociación de Devotos de María Auxiliadora
AET
Visitaduría de África Etiopía Eritrea
AFE
Inspectoría de África Este
AGL
Visitaduría de África Grandes Lagos
ANG
Visitaduría de Angola
ANS
Agencia de Noticias Salesianas
ANT
Inspectoría de las Antillas
ARN
Inspectoría de Argentina Norte
ARS
Inspectoría de Argentina Sur
AUS
Inspectoría de Austria
BBH
Inspectoría de Brasil / Belo Horizonte
BEN-OL Inspectoría de Bélgica Norte-Holanda
BOL
Inspectoría de Bolivia
BS
“Boletín Salesiano”
BSP
Inspectoría de Brasil / São Paulo
CAM
Inspectoría de Centroamérica
CCM
Centro Cultural Missionário
CCS
Central Catequística Salesiana
CES
Centro de Estudios Superiores
CEP
Inspectoría de la República Checa
CG 24 Capítulo General XXIV (1996)
CG 25 Capítulo General XXV (2002)
CIF
Comisión Inspectorial de Formación
CIMEC Conferencia Inspectorías CEP, CRO, SLK,
SLO y UNG (Consulta «Cirilo y Metodio»)
CISBRASIL Conferencia Inspectorial Brasil
CISUR Conferencia Inspectorial Cono Sur
CIVAMConferencia de las Inspectorías y
Visitadurías de África Madagascar
CMBC omunità Missionaria Don Bosco
COB
Inspectoría de Colombia / Bogotà
COM
Inspectoría de Colombia / Medellín
Const., C. Constituciones de los SDB
CRESCO Centro Regional para el Salesiano Coadjutor
CRO
Inspectoría de Croacia
CS
Comunicación Social
CSRFP Centro Salesiano Regional de
Formación Permanente (Quito)
DBYN Don Bosco Youth Net
DBYES Don Bosco Youth Mission & Educational Services
DIAMD elegati Ispettoriali per l’Animazione
Missionaria
ECU
Inspectoría de Ecuador
EDEBÉ Editorial Don Bosco (Barcelona)
EST
Circunscripción del Este de Europa
FIN
Inspectoría de Filipinas Norte
FIS
Inspectoría de Filipinas Sur
FMA
Hijas de María Auxiliadora
FS
Familia Salesiana
GBR
Inspectoría de Gran Bretaña
GER
Inspectoría de Alemania
HAI
Visitaduría de Haití
ICC
Circunscripción Italia Central
ICP
Circunscripción Especial Piamonte
ILE
Inspectoría Lombardo-Emiliana
IME
Inspectoría de Italia Meridional
INC
Inspectoría de la India / Calcuta
IND
Inspectoría de la India / Dimapur
INE
Inspectoría de Italia Nordeste
ING
Inspectoría de la India / Gawahati
INH
Inspectoría de la India / Hyderabad
INM
Inspectoría de la India / Madrás
INP
Inspectoría de la India / Odxel
INT
Inspectoría de la India / Tiruchy
ISI
Inspectoría de Sicilia (Cagliari-Italia)
JMJ
Jornada Mundial de la Juventud
IRL
Inspectoría de Irlanda
ISI
Inspectoría de Sicilia
KSIP
Conferencia de Inspectores Salesianos de Polonia
LAS
Libreria Ateneo Salesiano
MBe      M emorias Biográficas ed. española
MDG
Visitaduría de Madagascar
MEG
Inspectoría de México / Guadalajara
MEM
Inspectoría de México / México
MGS
Movimento Giovanile Salesiano
MJS
Movimiento Juvenil Salesiano
MOR
Inspectoría de Oriente Medio
MOZ
Visitaduría de Mozambique
MSMHC Missionaries Sisters of Mary Help of Christians
NY
Nueva York
OMI
Oblato de María Inmaculada
PER
Inspectoría de Perú
PJ
Pastoral Juvenil
PLE
Inspectoría de Polonia Este (Varsovia)
PLN
Inspectoría de Polonia
PLO
Inspectoría de Polonia Oeste (Breslau)
PLS
Inspectoría de Polonia Sur (Cracovia)
SDB
Salesianos de Don Bosco
SLE
Inspectoría de León (España)
SLK
Inspectoría de Eslovaquia
SMA
Inspectoría de Madrid (España)
SMA
Hermanas de María Auxiliadora
SPCI
Conferencia Inspectorial de la India
SPCSA Conferencia Inspectorial salesiana Asia Sur
SSCC
Salesianos Cooperadores
SSCS
Sistema Salesiano de Comunicación Social
SUE
Inspectoría de EE.UU. Este-Canadá
UNG
Inspectoría de Hungría
UPS
Universidad Pontificia Salesiana
USG
Unión de los Superiores Generales
VDB
Voluntarias de Don Bosco
VEN
Inspectoría de Venezuela
VIS
Voluntariato Internazionale per lo Sviluppo
VSDB Visitation Sisters of Don Bosco
Central Catequística Salesiana — Alcalá, 166 / 28028 Madrid — Edición extracomercial
Imprime: LAVEL Industría Gráfica, S.A. (Humanes de Madrid)

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
«CONOCIENDO E IMITANDO A DON BOSCO,
HAGAMOS DE LOS JÓVENES
LA MISIÓN DE NUESTRA VIDA»
Primer año de preparación al Bicentenario de su nacimiento
Preámbulo: Algunos acontecimientos significativos en el segundo semestre de 2011. Comen-
tario al Aguinaldo de 2012: 1. Conocimiento de Don Bosco y compromiso por los jóvenes.—
2. Redescubrimiento de la historia de Don Bosco.— 3. Motivaciones para el estudio de la
historia de Don Bosco.— 4. Función actualizadora de la historia.— 5. Más de cien años de
historiografía «al servicio del carisma».— 6. Hacia una lectura hermenéutica de la historia
salesiana. 7.— Qué imagen de Don Bosco hoy. 7.1. Evolución de las obras y de los destinatarios.
7.2. Juventud abandonada. 7.3. Respuesta a las necesidades de los jóvenes. 7.4. Flexibilidad de
respuesta a las necesidades. 7.5. Pobreza de vida y trabajo incansable. 8.— Sugerencias para con-
cretar el Aguinaldo.— 9. Conclusión. «El muchacho del sueño» «Y nuestra música sigue».
25 de diciembre de 2011
Solemnidad del Nacimiento del Señor
Queridísimos hermanos:
Me siento feliz de poder ponerme en comunicación con vosotros en
esta Solemnidad en la que celebramos el misterio de la encarnación del
Hijo de Dios, expresión suprema del amor de Dios, «que amó tanto al
mundo que entregó a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en
Él no se pierda, sino que tenga la vida eterna» (Jn 3,16). Es el gran sí de
Dios al hombre. Aquí está la hermosa y buena noticia, que se
convierte no solo en contenido de nuestra evangelización sino también
en programa educativo pastoral, porque nos invita a hacer del hombre
nuestro camino para la humanización del mundo.
Aunque encontraréis en la «Crónica del Rector Mayor» las múltiples
actividades de estos últimos meses y quizá las habréis seguido a través
de nuestra página Web, os comento con brevedad algunos de los even-
tos más significativos.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
Siguiendo un orden cronológico, os hablo, en primer lugar, del VI
Congreso Internacional de María Auxiliadora. Del 3 al 6 de agosto,
junto al Santuario de Jasna Gora en Czestochowa, en Polonia, en un
clima de alegría y de gran fraternidad, se reunieron 1.200 miembros de
la Familia Salesiana provenientes de 50 naciones, para celebrar este
significativo acontecimiento. Promovido por la Asociación de María Au-
xiliadora (ADMA) y organizado en comunión por Salesianos e Hijas de
María Auxiliadora de Polonia, por primera vez el Congreso ha sido un
acontecimiento de toda la Familia Salesiana, que encuentra en la devo-
ción a la Auxiliadora uno de los rasgos constitutivos de su carisma. De
hecho, eran once los grupos de la Familia Salesiana oficialmente repre-
sentados, además de diversos participantes pertenecientes a otros gru-
pos. El tema del Congreso era la entrega (affidamento) a María, bien
expresado por el lema Totus tuus. Desarrollado en las diversas jorna-
das con momentos celebrativos bien cuidados, relaciones, experiencias
de vida de entrega a María vividos por familias, por jóvenes liberados
de la desviación, por grupos juveniles comprometidos en las misiones
y provenientes de las diversas partes del mundo, estimuló la voluntad
de participar hoy en la evangelización de los jóvenes y de las familias.
La meta de llegada fue el acto de entrega de la Familia Salesiana a Ma-
ría Auxiliadora, emitido al comienzo del trienio de preparación al Bi-
centenario del nacimiento de Don Bosco. Estimulados por el testimo-
nio de fe y de piedad mariana del pueblo polaco hacia la Madre de
Dios, ha sido renovado el compromiso de ser «todos de María» para vi-
vir con ardor y pasión apostólica la misión educativa y evangelizadora,
con el estilo de Don Bosco. En mi discurso de clausura, al poner de
relieve que la Asociación de María Auxiliadora es una realidad viva y
difundida en el mundo, una Asociación «más juvenil y más salesiana»,
expresión popular del carisma salesiano, trasmití algunas consignas,
entre las cuales está el compromiso por una especial atención a la fa-
milia, sujeto originario de la educación y primer lugar de la evangeliza-
ción. «No se puede llevar adelante la pastoral juvenil si no está unida a
la pastoral familiar. La presencia de familias y jóvenes matrimonios
que, bajo la guía de María, comparten un camino de vida, hecho de
formación, participación y oración, es verdaderamente un don provi-
dencial de María Auxiliadora que se cuida de las nuevas generaciones».

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
5
Todos volvieron a sus países de origen dándose cita para el próximo
Congreso, que se celebrará en Turín y en el Colle Don Bosco en 2015,
con ocasión del Bicentenario del nacimiento del gran don de Dios a los
jóvenes que es Don Bosco.
En segundo lugar, quiero compartir con vosotros mis reflexiones
sobre la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebró en Madrid del
16 al 21 de agosto. Si existe una expresión capaz de definir con preci-
sión lo que se vivió en estos días, podría afirmarse que ha sido un fes-
tival de la fe, no un happening o un concierto de rock. Llegando de
todos los continentes, en realidad, de todo ángulo de la tierra, de razas,
lenguas, culturas y contextos muy diversos, el perfil que unía a aque-
llos dos millones de jóvenes era el de ser «una nueva generación». Una
generación constituida por jóvenes normales, alegres, pacíficos, gene-
rosos, soñadores, entusiastas, portadores de esperanza y de futuro,
cualificados, llamados a ser no simples consumidores de productos,
sensaciones o experiencias, ni espectadores de esta historia del mundo,
sino protagonistas del actual proceso de transformación de la humani-
dad, seguidores de Jesús, orgullosos de proclamar su fe y su pertenen-
cia a la Iglesia. La JMJ ha demostrado ser una auténtica manifestación
de fe y de Iglesia y un camino significativo de nueva evangelización,
precisamente porque la JMJ no es ya un mero evento, aunque especta-
cular, sino un camino de fe, con una increíble fuerza convocatoria. Re-
presenta el descubrimiento cada vez más precioso del valor de la siner-
gia, no solo para superar el aislamiento en que pueden encontrarse los
jóvenes para vivir la vida y testimoniar su fe, sino sobre todo para en-
caminar a los discípulos del Señor Jesús hacia objetivos comunes, de tal
manera que verifiquen la identidad dada por Jesús a sus discípulos: «ser
sal de la tierra, luz del mundo, ciudad construida sobre el monte». Esto
será posible en la medida en que hagan de las Bienaventuranzas su
carta de identidad y sean pobres de espíritu, sedientos de justicia, hu-
mildes, limpios de corazón, amantes de la paz. Obviamente, todas las
personas, tanto en su singularidad como en los grupos y movimientos,
tienen una sensibilidad propia, una propia visión de la realidad, una
manera de concebir y vivir la fe, una espiritualidad y, por tanto, una
manera de comprender y realizar la nueva evangelización hoy. Sin ne-
gar la importancia y la necesidad de la vía kerigmática, estoy convenci-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
do de que sin educación no hay evangelización que valga y sea capaz
de dar razón de la propia esperanza; de que hoy no se puede ayudar a
madurar a los jóvenes sin la inculturación del Evangelio; de que el len-
guaje religioso debe responder a la cultura juvenil de hoy para evitar
que el mensaje resulte incomprensible e irrelevante y, por eso, estéril.
Concluyo afirmando el gran valor de las JMJ, que en los jóvenes des-
piertan los sentimientos de entusiasmo, profecía, coraje y alegría, de
que tiene necesidad cualquier sociedad que nutra el sueño de ser ca-
paz de generar sentido de la existencia y calidad de vida. Ratifico igual-
mente la perspectiva pastoral que ofrece una JMJ como la de Madrid:
no se puede evangelizar el mundo actual sino por medio de personas
que hayan vivido una profunda experiencia espiritual que haya trans-
formado su vida, que hayan experimentado la gracia de la comunión
hasta ser un solo corazón y una sola alma, alimentadas por la Palabra
y por la Eucaristía, y sostenidas por la oración, hasta llegar a ser un
modelo cultural alternativo.
Recuerdo también que el 15 de octubre, en calidad de Miembro de
la Comisión, participé en el encuentro Nuevos evangelizadores para la
nueva evangelización, organizado por el nuevo Consejo Pontificio al
que se ha confiado este importante tema. En su deseo de hacerse pre-
sente en esta apremiante llamada a toda la Iglesia, la Unión de Supe-
riores Generales ha puesto en marcha el estudio de la perspectiva típi-
ca de la Vida Consagrada y ha elegido a 10 representantes para la XIII
Asamblea General del Sínodo de los obispos que se celebrará del 7 al
28 de octubre de 2012 para estudiar el tema «La Nueva Evangelización
para la transmisión de la fe cristiana».
Naturalmente, la nueva evangelización no será posible sin nuevos
evangelizadores que hayan aprendido a ser discípulos que, en la con-
vivencia con Jesús y en la intimidad con Él, hagan propia la pasión por
la humanidad y, como apóstoles apasionados, se entreguen a la cons-
trucción del Reino hasta que el Señor vuelva. Si no es posible una evan-
gelización verdadera si no va acompañada por el compromiso por la
promoción humana y por el interés por la cultura, esto debe afirmarse
con mayor razón sobre la nueva evangelización. La diferencia entre la
evangelización en su expresión clásica y esta nueva, tal vez está en el
hecho de que el anuncio de Dios debe ser más explícito, más desinte-

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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resado, radicalmente gratuito. En definitiva, a quien la humanidad debe
escuchar es al Hijo de Dios, acogiendo su Evangelio, no a nosotros y a
nuestras instituciones o doctrinas. Porque lo que importa en última tér-
mino es que los hombres «tengan vida en abundancia», y aquí se trata
de algo que solo Dios puede dar y garantizar. Esta es la exigencia de
dar a Dios (dare Dio) al mundo y no solo de hablar de Él. Por este mo-
tivo la nueva evangelización requiere conversión de las personas
(evangelizadores y evangelizados) y de las estructuras pastorales, para
evitar que éstas oscurezcan el rostro de Dios, en lugar de permitir con-
templar la fuerza del Dios viviente.
En sus elementos esenciales, la vida religiosa es un grupo de hom-
bres y mujeres que se sienten llamados, atraídos, seducidos por el Dios
viviente para seguir a Jesucristo en una comunidad de discípulos, que
son enviados al mundo a servir a la humanidad y actuar en Su nombre.
Entendida en este sentido, ha tenido su origen en el Evangelio, y este
solo hecho la ha convertido siempre en evangélica y evangelizadora.
Sin que deba «hacer» otra cosa, solo por el hecho de «ser» esto: vida
consagrada a Dios y al prójimo.
Por esta razón, la vida religiosa está llamada a desempeñar un pa-
pel fundamental en la nueva evangelización, sobre todo porque ha
tomado como compromiso sustancial el anuncio, hacer visible y creíble
lo que dice ese «mini-Evangelio» que es el texto de Juan 3,16-17 citado
arriba: «Dios amó tanto al mundo que le entregó a su Hijo unigénito,
para que quien cree en Él no se pierda, sino que tenga la vida eterna.
En efecto, Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo se salve por medio de Él». La nueva
evangelización debe ser, ante todo, una buena noticia para la humani-
dad, constituida por la asunción de todo lo que es realmente humano,
capaz de suscitar preguntas que despierten la búsqueda de Dios, reves-
tida de la propia simpatía de quien acoge al otro sin prejuicios e inten-
tando comprenderle, dispuesta a abrirse generosamente al diálogo sin
que esto implique renuncia a lo que es innegociable, empeñada en las
causas a las que hoy es más sensible la humanidad (la defensa de la
naturaleza, el interés por la justicia, la libertad, la dignidad y los derechos
de la persona, el desarrollo común sostenible...), con la capacidad no
solo de leer la historia e interpretar los signos de los tiempos, sino tam-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
bién de generar nuevos signos de los tiempos que ayuden a infundir
dinamismo en la sociedad.
Es necesario saber anunciar a Cristo en contextos muy complejos y
que, con frecuencia, se mezclan entre ellos:
— Personas que jamás han oído hablar de Dios y que no han sentido
su necesidad, porque se han habituado a vivir sin su presencia.
— Personas que han abandonado la religión y se han convertido en
ateos prácticos o agnósticos, perfectamente instalados en la in-
manencia sin otra aspiración que el desarrollo ilimitado, carente
de transcendencia.
— Personas que viven con una religiosidad popular, fruto de una
cultura que les hace creer en Dios sin que esta fe se traduzca
siempre en coherencia de vida.
— Personas, en fin, de una fe adulta que han descubierto en Dios
la Verdad y, con el don de la fe en Cristo, han encontrado en la
Iglesia la casa de la familia, llamada a ser «luz de las naciones»,
«sacramento de la comunión de los pueblos», «sacramento de
salvación».
Pues bien, para hacer todo esto, la vida religiosa tiene todas las car-
tas en su favor. En efecto, su primera gran tarea ha sido y es la de ser
un testimonio de Dios, de Su Absoluto, percibido como Verum, Bonum
et Pulchrum. Y la primera contribución que ofrecer al mundo de hoy
es precisamente la de darle a Dios. La segunda tarea de la vida religio-
sa es la de ser «experta en comunión», espacio donde hombres y muje-
res, de edades, culturas, formación, sensibilidades diversas, se integran
en comunidad, al modo de la primera comunidad cristiana, y teniendo
todo en común, formando «un solo corazón y una sola alma». Y esta
nueva forma de relación produce esas «minorías creativas» que encar-
nan un modelo cultural alternativo al modelo imperante. La tercera
gran tarea de la vida religiosa es su capacidad de dirigirse a las fronte-
ras sociales, culturales y religiosas e instalarse allí donde se encuentran
los hombres y las mujeres más pobres en cualquier tipo de pobreza
(material, afectiva, moral, espiritual), marginados o privados de su digni-
dad y de sus derechos, para colaborar juntos en la construcción de la
«civilización del amor».

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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A lo largo de la historia de la Iglesia, esto es lo que han hecho las
diversas Órdenes, Congregaciones, Institutos, transformando la misión
que les es propia en fines específicos según los carismas, de tal mane-
ra que respondan al plan de Dios y a las necesidades de la humanidad.
En este período ha habido otros acontecimientos que considero
importantes, aunque no me entretenga en comentarlos. Me refiero a las
Visitas de Conjunto, de las que solo faltan las de la Región África, Italia-
MOR y UPS; a la 142 Expedición misionera; al Año de la Fe; al 50 ani-
versario del Concilio Vaticano II.
Todo esto que he escrito tiene que ver con el Aguinaldo de 2012,
porque la invitación a volver a Don Bosco encuentra su justa dimen-
sión en el deber de volver a Cristo. El comentario del Aguinaldo que os
ofrezco es un poco peculiar, con un contenido cultural determinado,
que nos exige prestar mayor atención al conocimiento de nuestra his-
toria y, al mismo tiempo, indica el cambio de mentalidad que debemos
asumir en la interpretación histórica. Sobre todo es importante la pers-
pectiva actualizadora que hay que aplicar al leer la historia. El Aguinal-
do quiere motivar el estudio personal, el compromiso y la propuesta
pública de momentos de reflexión histórica. Pero este estudio debe ser
realizado después efectivamente. Por otra parte, los acontecimientos de
este año —150 aniversario de la Congregación, centenario de la muer-
te de Don Rua, 150 aniversario de la Unidad de Italia— han aumentado
en nosotros una mentalidad histórica, que, de todas formas, ha de ser
reapropiada. Aunque puedan pareceros demasiado técnicos, los puntos
5 y 6 de mi Comentario sobre la historiografía salesiana, o sea, sobre la
interpretación de nuestra historia, son absolutamente necesarios. Re-
presenta para todos la ocasión para entrar en contacto con el trabajo
realizado en estos años. En fin, el punto 7 motiva la necesidad de tener
una imagen actualizada de Don Bosco. Auguro a todos vosotros una
lectura profunda y útil.
He aquí, por tanto, mi Comentario al Aguinaldo de 2012.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
COMENTARIO DEL RECTOR MAYOR
AL AGUINALDO DE 2012
«Yo soy el buen pastor.
El buen pastor da la vida por sus ovejas»
(Jn 10,11)
Queridos hermanos,
Hijas de María Auxiliadora
Miembros todos de la Familia Salesiana
Jóvenes:
Hemos comenzado hace poco el trienio de preparación al Bicente-
nario del Nacimiento de Don Bosco. Este primer año nos ofrece la
oportunidad de acercarnos más a él para conocerlo de cerca y mejor.
Si no conocemos a Don Bosco y no lo estudiamos, no podremos com-
prender su itinerario espiritual y sus opciones pastorales; no podremos
amarlo, imitarlo e invocarlo; no será fácil tampoco poder inculturar hoy
su carisma en los diversos contextos y en las diferentes situaciones.
Sólo reforzando nuestra identidad carismática, podremos ofrecer a la
Iglesia y a la sociedad un servicio a los jóvenes que valga la pena.
Nuestra identidad se refleja inmediatamente en el rostro de Don Bosco;
en él la identidad se hace creíble y visible. Por eso el primer paso que
tenemos que dar en el trienio de preparación es precisamente el cono-
cimiento histórico de Don Bosco
1. Conocimiento de Don Bosco
y compromiso por los jóvenes
Se nos invita a estudiar a Don Bosco y, a través de su vida y obra, a
conocerlo como educador y pastor, fundador, guía y legislador. Se trata
de un conocimiento que nos induce a amarle, imitarle e invocarle.

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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Para nosotros, miembros de la Familia Salesiana, su figura debe ser
lo que san Francisco de Asís ha sido y sigue siendo para los Francisca-
nos o san Ignacio de Loyola para los Jesuitas, es decir, el fundador, el
maestro de espíritu, el modelo de educación y evangelización, sobre to-
do el iniciador de un movimiento de resonancia mundial, capaz de pro-
poner ante la Iglesia y la sociedad, de forma sumamente impactante, las
necesidades de los jóvenes, su condición y su futuro. ¿Pero cómo hacer-
lo sin confrontarlo con la historia, que no es el depósito para guardar un
pasado ya olvidado, sino que es una memoria viva que está dentro de
nosotros y nos cuestiona nuestra actualidad?
La aproximación a Don Bosco, realizada con los métodos apropia-
dos de la investigación histórica, nos lleva a comprender mejor y a
apreciar su dimensión humana y cristiana, su genialidad práctica, sus
dotes educativas, su espiritualidad, su obra, solo comprensibles si están
profundamente enraizadas en la historia de la sociedad en la que vivió.
Al mismo tiempo, y también con un conocimiento más profundo de su
vivir histórico, nos hacemos cada vez más conscientes de la interven-
ción providencial de Dios en su vida. En este estudio histórico no hay
a priori ningún rechazo de las tradicionales imágenes de Don Bosco
que generaciones de Salesianos, Hijas de María Auxiliadora, Salesianos
Cooperadores y miembros de la Familia Salesiana han tenido del Don
Bosco que ellos han conocido y amado; pero debe ponerse al día una
imagen de Don Bosco que sea actual, que hable al mundo de hoy uti-
lizando un nuevo lenguaje.
La imagen de Don Bosco y de su actuación debe reconstruirse se-
riamente, a partir de nuestra perspectiva cultural: desde la complejidad
de la vida de hoy, desde la globalización y la cultura postmoderna, des-
de las dificultades de la pastoral, desde la disminución de las vocacio-
nes y desde la «cuestionada» vida consagrada. Los rápidos cambios de
los tiempos presentes —cambios radicales o los cambios de época, co-
mo los llamaba mi predecesor don Egidio Viganò—, nos obligan a re-
visar esa imagen y a repensarla bajo otra luz, para serle fieles sin repe-
tir fórmulas que solo pretenden respetar formalmente la tradición. La
importancia histórica de Don Bosco debe encontrarse, no sólo en las
«obras» y en algunas aportaciones a la pedagogía relativamente origina-
les, sino sobre todo en su clarividencia concreta y afectiva de la impor-

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12
ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
tancia cristiana, universal, teológica y social del problema de la juven-
tud «abandonada», y en su gran capacidad de comunicarla a sus
numerosos colaboradores, bienhechores y admiradores.
Ser fieles a Don Bosco significa conocerlo en su historia y en la his-
toria de su tiempo, hacer nuestras sus intuiciones, asumir sus motiva-
ciones y opciones. Ser fieles a Don Bosco y a su misión significa culti-
var en nosotros un amor constante y profundo hacia los jóvenes,
especialmente los más pobres. Ese amor nos lleva a responder a sus
necesidades más urgentes y profundas. Como Don Bosco nos sentimos
implicados en sus situaciones críticas: la pobreza,el trabajo infantil, la
explotación sexual, la falta de educación y de formación profesional, la
incorporación al mundo del trabajo, la poca confianza en sí mismos, el
miedo ante el futuro y la pérdida del sentido de la vida.
Con afecto profundo y amor desinteresado tratamos de estar
presentes en medio de ellos con discreción y autoridad, ofreciéndo-
les propuestas eficaces para sus opciones de vida y su felicidad pre-
sente y futura. En todo esto nos hacemos sus compañeros de cami-
no y guías competentes. Especialmente tratamos de comprender su
nuevo modo de ser. Muchos de ellos son «nativos digitales» que a
través de las nuevas tecnologías buscan experiencias de moviliza-
ción social, posibilidad de desarrollo intelectual, recursos de pro-
greso económico, comunicación instantánea, oportunidad de prota-
gonismo. También en este campo queremos compartir su vida y sus
intereses. Animados por el espíritu creativo de Don Bosco, nosotros,
como educadores, nos hacemos cercanos a ellos como «inmigrantes
digitales», ayudándoles a superar el abismo generacional ante sus
padres y el mundo de los adultos.
Los atendemos durante toda su etapa de crecimiento y maduración,
dedicándoles nuestro tiempo y energías y estando con ellos desde la
infancia a la juventud.
Nos ocupamos de ellos en las situaciones difíciles, como la guerra,
el hambre, la falta de perspectivas, que los impulsan al abandono de la
propia casa y familia, quedándose solos ante la vida.
Nos ocupamos de ellos cuando, terminados sus estudios, buscan
ansiosamente un primer empleo y se esfuerzan por entrar en la socie-
dad, a veces sin esperanzas y sin perspectivas de éxito.

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
13
Nos interesamos por ellos cuando están construyendo su mundo
afectivo y su familia, sobre todo acompañando su noviazgo, los prime-
ros años de matrimonio, el nacimiento de los hijos.1
Nos preocupamos especialmente por llenar el vacío profundo de
sus vidas, ayudándolos en la búsqueda de sentido y sobre todo ofre-
ciéndoles un itinerario de crecimiento en el conocimiento y en la amis-
tad con el Señor Jesús, en la experiencia de una Iglesia viva, en el com-
promiso concreto de vivir su vida como una vocación.
Este es, pues, el programa espiritual y pastoral para el año 2012:
Conociendo e imitando a Don Bosco,
hagamos de los jóvenes
la misión de nuestra vida
Numerosos grupos de la Familia Salesiana ya se encuentran en sin-
tonía con este compromiso. Volver de nuevo la mirada hacia nuestro
querido Padre Don Bosco nos enriquecerá a todos. Caminemos por
tanto cada vez más como Familia.
2. Al descubrimiento de la historia de Don Bosco
Don Bosco sigue interesando a mucha gente y en muchos países,
después de más de un siglo de su muerte. Se le considera una figura
importante, incluso fuera del ambiente salesiano. Aunque disminuye-
ron necesariamente las generosas alabanzas que rodearon su figura
durante décadas y que impresionaron la imaginación colectiva, Don
Bosco sigue siendo todavía un personaje de notable talla humana y
muy querido. Muchos papas y cardenales, obispos y sacerdotes, estu-
diosos católicos y no católicos, políticos de diferentes signos en Italia,
en Europa y en el mundo, lo han reconocido y lo reconocen como por-
tador de un mensaje moderno, profético, históricamente condicionado,
pero abierto a muchas proyectos actuales, válido para todo el mundo y
para cualquier tiempo.
1 Cfr. GC26, 98.99.104.

2.4 Page 14

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14
ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
El centenario de su muerte, el 150 aniversario de la fundación de
la Congregación salesiana, la preparación del Bicentenario de su na-
cimiento, y otros acontecimientos, han propiciado una enorme pro-
ducción de libros y escritos periodísticos. Junto a estudios e investi-
gaciones de alto nivel científico, han aparecido también otros más
sencillos, que han motivado ciertas interpretaciones falsas debidas a
infundadas premisas críticas y a insuficientes análisis históricos por
parte de terceros.
La de Don Bosco es, en efecto, una figura gigantesca que no se
puede reducir a simples fórmulas o a títulares de periódicos; es una
personalidad compleja, hecha de realidades ordinarias y excepciona-
les al mismo tiempo, de proyectos concretos, ideales e hipotéticos, de
un estilo cotidiano de vida y acción y de relaciones especiales con lo
sobrenatural. Una figura así no puede comprenderse adecuadamente
más que en su condición poliédrica y pluridimensional; en caso con-
trario, si se analiza solamente uno o algunos aspectos de Don Bosco,
se corre el riesgo de falsear su fisonomía, tomándolo como si fuera
un perfil completo.
Podemos quedar perplejos, a veces, ante obras en las que la apo-
logética y la descripción pictórica de Don Bosco ocupan un espacio
excesivo, en las que la exaltación de su figura se impone sobre la ver-
dad del personaje, tal vez reducido a estereotipos a los que Don Bos-
co no puede reducirse casi nunca. Esto vale particularmente en este
momento histórico, en el que se están multiplicando las vidas de los
santos escritas con nueva criteriología; un nuevo tipo de hagiografía,
en efecto, ha adquirido actualmente vigor, basándose en interpreta-
ciones históricas fundamentadas y en una lectura teológica renovada
de la experiencia espiritual de los santos. Por eso hago votos para que
se prepare una moderna «hagiografía» de Don Bosco basada en re-
cientes estudios históricos, y que pueda despertar el amor hacia él, la
imitación de su vida y el deseo de hacer el mismo camino espiritual.
La misma propuesta vale también para una nueva hagiografía dirigida
a los jóvenes.

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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3. Motivaciones para el estudio
de la historia de Don Bosco
Son numerosos los motivos que nos inducen a estudiar a Don Bos-
co. Debemos conocerlo como nuestro Fundador, porque lo requiere
nuestra fidelidad a la institución a la que pertenecemos. Debemos co-
nocerlo como Legislador, dado que estamos comprometidos a observar
las Constituciones y los Reglamentos que él directamente o sus suceso-
res nos han dado. Debemos conocerlo como Maestro de vida espiritual,
para que podamos vivir el Sistema Preventivo, preciosísimo patrimonio
que él nos ha dejado. Debemos conocerlo especialmente como Maes-
tro de vida espiritual, puesto que hemos heredado y vivido su espiri-
tualidad como hijos y discípulos suyos. En efecto, su vida es para no-
sotros una clave de lectura del evangelio y un criterio para realizar, con
características peculiares, el seguimiento del Señor Jesús. Sobre este
tema escribí una carta a los hermanos salesianos en enero de 2004:
«Contemplar a Cristo con la mirada de Don Bosco».2
Hoy nos inquieta el riesgo que estamos corriendo, si no reforzamos
los lazos que nos unen a Don Bosco. El conocimiento histórico, funda-
mentado y afectivo, ayuda a mantener vivos esos lazos; la formación
inicial y permanente debe fomentar los estudios sobre su figura. Ha
pasado ya más de un siglo desde la muerte de Don Bosco; han desapa-
recido todas las generaciones que directa o indirectamente estuvieron
en contacto con él y con los que lo habían conocido. Al aumentar la
distancia tanto cronológica como geográfica y cultural que nos separa
de él, puede llegar a faltarnos cada vez más ese clima afectivo y esa
cercanía psicológica, que nos hacían espontáneo y familiar a Don Bos-
co y su espíritu con solo mirar su retrato. Esto que se nos ha transmiti-
do puede perderse; el lazo vivo con Don Bosco puede romperse. Si
poco a poco va desapareciendo esa referencia a nuestro Padre común,
a su espíritu, a su praxis y a sus criterios inspiradores, no nos quedará,
como Familia Salesiana, en la Iglesia y en la sociedad, ninguna caracte-
rística propia, privados de nuestras raíces y de nuestra identidad.
2 ACG núm. 384.

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16
ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
Además mantener viva la memoria de la propia historia es garantía
de tener una sólida cultura; sin raíces no hay futuro. Por eso la organi-
zación de la memoria histórica y la posibilidad de que gocemos con
ella tienen una notable importancia, en cuanto que es una llamada a las
raíces comunes que invitan a repensar los problemas de nuestro pre-
sente con un conocimiento más maduro de nuestro pasado. Esto será
una garantía, aun con las históricas transformaciones y los inevitables
cambios, de que nuestra Familia seguirá conservando el carisma de los
orígenes y de que se convertirá en vigía y guardián creativo de una
tradición fecunda.
Obviamente la conciencia del pasado no debe convertirse en con-
dicionamiento. Hay que saber discernir críticamente el significado his-
tórico esencial de las redundancias gratuitas y de las interpretaciones
subjetivas infundadas. De ese modo se evitará atribuir historicidad ca-
rismática a reconstrucciones que tienen poco que ver con la «verdadera
historia». También hay que evitar una forma parecida de hacer historia
para eludir el problema serio de la reconstrucción del contexto históri-
co. Igualmente en la interpretación de la historia de Don Bosco es ne-
cesario un sano discernimiento. Será siempre válida la advertencia del
Papa León XIII: El historiador no debe decir nunca nada falso ni callar
nada verdadero. Si un santo tiene algún punto débil, hay que recono-
cerlo lealmente. Las referencias de las imperfecciones de los santos
tienen la triple ventaja de respetar la exactitud histórica, de subrayar lo
absoluto de Dios y de animarnos a nosotros, pobres vasijas de barro,
mostrándonos que también en los santos hay imperfecciones.
La urgente necesidad de un conocimiento profundo y sistemático
de Don Bosco se ha puesto en evidencia en estos últimos decenios a
través de documentos oficiales e intervenciones muy autorizadas de
mis dos predecesores. Yo mismo en la carta3 de finales de 2003 me ex-
presaba en estos términos:
«Don Bosco logró ser joven y así estar en sintonía con el futuro, a fuerza
de estar en medio de los jóvenes… En la experiencia de Valdocco está claro
que ha habido una maduración de su misión y, por tanto, hubo un paso de
la alegría de “estar con Don Bosco” a “estar con Don Bosco para los jóve-
3 ACG núm. 383, pp. 14-17.

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
17
nes”; de “estar con Don Bosco para los jóvenes de forma estable” a “estar
con Don Bosco para los jóvenes de forma estable, con votos”. Estar con Don
Bosco no excluye «a priori» la atención a su tiempo, que lo modeló o condi-
cionó; pero requiere vivir con su empeño sus opciones, su entrega, su espíri-
tu de iniciativa y de vanguardia […] Todo esto hace de Don Bosco un hom-
bre fascinante y, en nuestro caso, un padre que amar, un modelo que
imitar; pero también un santo a quien invocar. Nos damos cuenta de que
cuanto más aumenta la distancia del Fundador, más real es el peligro de
hablar de Don Bosco limitándose a “lugares comunes”, a anécdotas, sin un
verdadero conocimiento de nuestro carisma. De ahí la urgencia de cono-
cerlo a través de la lectura y el estudio; de amarlo afectiva y efectivamente
como padre y maestro por su herencia espiritual; de imitarlo tratando de
configurarnos con él, haciendo de la Regla de vida nuestro proyecto perso-
nal. Éste es el sentido de “la vuelta a Don Bosco”, al que me he invitado a mí
mismo y a toda la Congregación desde mis primeras Buenas Noches, a tra-
vés del estudio y del amor que buscan comprender, para iluminar nuestra
vida y los desafíos actuales. Además del Evangelio, Don Bosco es nuestro
criterio de discernimiento y nuestra meta de identificación».
Mi opinión no está demasiado lejos de las reflexiones de don Fran-
cisco Bodrato, primer Inspector en Argentina, que escribía a sus novi-
cios el 5 de marzo de 1877:
«¿Quién es Don Bosco? Os lo digo yo, como lo he aprendido y oído de-
cir a otros. Don Bosco es nuestro amadísimo y tierno padre. Esto lo deci-
mos todos nosotros que somos sus hijos. Don Bosco es un ser providencial
o el hombre de la Providencia de estos tiempos. Esto lo dicen los verdade-
ros sabios. Don Bosco es el hombre de la filantropía. Esto lo dicen los filó-
sofos. Y yo digo, después de haber admitido, claro está, todo lo que dicen
los citados, que Don Bosco es verdaderamente ese amigo que la Biblia ca-
lifica como un gran tesoro. Pues bien, pues nosotros hemos encontrado ese
verdadero amigo y ese gran tesoro. María Santísima nos ha dado la luz
para poder conocerlo y el Señor nos permite poseerlo. Por tanto ¡ay de
quien lo pierde! Si supieseis, queridos hermanos, ¡cuántas personas envi-
dian nuestra suerte! […] Y si estáis de acuerdo conmigo en que Don Bosco
es el verdadero amigo de la Sagrada Escritura, entonces debéis tratar de
poseerlo siempre y procurar copiarlo en vosotros mismos».4
4 F. Bodrato, Epistolario, ed. por B. Casali, Roma LAS 1995, p. 132.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
Por algo el proemio y los art. 21, 97 y 196 de las Constituciones ac-
tuales de la Congregación salesiana nos presentan a Don Bosco como
«guía» y «modelo», y las Constituciones mismas son un «testamento vi-
vo». Expresiones análogas se encuentran también en la regla de vida de
los demás grupos de la Familia Salesiana. Para todos nosotros, que mi-
ramos a Don Bosco como nuestra referencia, él sigue siendo el funda-
dor, el maestro de espíritu, el modelo de educación, el iniciador de un
movimiento de resonancia mundial capaz de ofrecer a la Iglesia y a la
Sociedad, con una formidable fuerza, la atención a las necesidades de
los jóvenes, a su realidad, a su futuro. No podemos dejar de preguntar-
nos estas tres cuestiones: si nuestra Familia constituye todavía una fuer-
za semejante; si tenemos todavía aquel coraje y aquella fantasía que
tuvo Don Bosco; si en los comienzos del tercer milenio somos todavía
capaces de asumir sus posiciones proféticas en defensa de los derechos
del hombre y los de Dios.
Indicadas la necesidad y la urgencia del conocimiento y estudio de
Don Bosco para la Familia Salesiana —para cada grupo, comunidad,
asociación y personas—, el camino indicado está todavía por hacer. A
cada uno le corresponde determinar los pasos, las modalidades, los
recursos, las etapas y las oportunidades para que ese compromiso se
realice a lo largo de este año. No podemos llegar a la celebración del
Bicentenario sin conocer más y mejor a Don Bosco.
4.  Función de puesta al día de la historia
Para alcanzar esos objetivos no basta con que la grandeza de Don
Bosco esté presente en la conciencia de cada uno de nosotros. Condi-
ción indispensable es conocerlo bien, más allá de las atrayentes y sim-
páticas anécdotas que rodean a nuestro querido Padre y de la misma
literatura edificante sobre la que se han formado tantas generaciones.
No se trata de ir en busca de recetas fáciles para afrontar como Familia
la «crisis» actual de la Iglesia y de la sociedad, sino de conocerlo pro-
fundamente, de modo que pueda ser «actualizado» en el inicio de este
tercer milenio, en el clima cultural en que vivimos y en los diferentes
países en los que trabajamos. Necesitamos un conocimiento de Don

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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Bosco que viva la continua tensión entre las preguntas que nos hace-
mos sobre el presente y la búsqueda de respuestas que provienen del
pasado; sólo así podremos seguir inculturando todavía hoy el carisma
salesiano.
Se debe prestar atención al hecho de que, en los momentos de «cam-
bios de la historia», un movimiento carismático solamente puede crecer
y desarrollarse a condición de que el carisma fundacional sea «reinter-
pretado vitalmente» y no se convierta en un «fósil precioso». Los fundado-
res han tenido la experiencia del Espíritu Santo en un preciso contexto
histórico; por eso es necesario determinar los elementos eventuales de
su experiencia, en que la respuesta a una situación histórica determi-
nada, tiene valor mientras dura esa contingencia. En otras palabras: los
«interrogantes» de la comunidad eclesial de hoy y los del actual contexto
socio cultural, no pueden considerarse como algo «extraño» a nuestra
búsqueda histórica; ésta debe determinar lo que es transitorio y lo que es
permanente en el carisma, lo que debe retenerse y lo que debe dejarse,
lo que está lejos de nuestro contexto y lo que le es afín.
No es posible hacer esta actualización sin tener presente la historia,
que —como ya he dicho— no es la depositaria de un pasado, por lo
demás ya olvidado, sino de una memoria que vive en nosotros, es decir,
en función de actualidad. Una actualización que ignore los progresos
de la ciencia histórica, no tendrá resultado. Del mismo modo no logra-
rán grandes resultados históricos ni actualizadores, las investigaciones
y las lecturas hechas como «aficionados» si no tienen hipótesis claras,
métodos adecuados y sólidos instrumentos de trabajo, fuera de un pen-
samiento historiográfico vivo y actual. La historiografía es una continua
revisión crítica de juicios pronunciados, una revisión necesaria en la
que debemos reconocer que el pasado no puede erigirse como una es-
pecie de monumento solo para ser contemplado, precisamente porque
está fundamentalmente ligado a la persona que desea conocerlo.
No se debe infravalorar el hecho de que la historia de Don Bosco
no es únicamente «nuestra», sino que es historia de la Iglesia e historia
de la humanidad. Por tanto no debería estar ausente de la historia es-
crita eclesiástica y civil de cada país, tanto más que la historia salesia-
na está hecha de interacciones dinámicas, de lazos de dependencia y
colaboración y alguna vez de conflictos con el mundo social, político,

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
económico, eclesial y religioso, educativo y cultural. Ahora bien, no
se puede pretender que «los otros» tengan en consideración nuestra
«historia», nuestra «pedagogía», nuestra «espiritualidad», si nosotros no
les ofrecemos instrumentos modernos de conocimiento. El diálogo con
los otros puede darse solamente si tenemos el mismo código lingüís-
tico, los mismos instrumentos conceptuales, las mismas capacidades y
profesionalidad; en caso contrario estaremos al margen de la sociedad,
lejos del debate cultural, ausentes de los ámbitos en los que se pro-
mueven las soluciones de los problemas del momento. La exclusión del
debate cultural actual en cada país determinaría también la insignifi-
cancia histórica de los Salesianos, su marginación social, la ausencia de
nuestra propuesta educativa. Por eso auguro un renovado esfuerzo en
la preparación de personas cualificadas para el estudio y la investiga-
ción en el campo de la historia salesiana.
La literatura salesiana, las editoriales salesianas, la predicación sa-
lesiana, las circulares de los responsables en los distintos niveles y las
comunicaciones internas a la Familia Salesiana deben estar a la altura
de la situación. La tradicional popularidad de la literatura salesiana y
la misma divulgación no deben significar superficialidad de contenido,
desinformación, repetición de un pasado inadmisible. El que tiene el
don o el deber o la oportunidad de hablar, de escribir, de formar, de
educar a los demás, está obligado a una constante actualización de sus
discursos y escritos. Los instrumentos de trabajo de la comunicación al
pueblo deben tener calidad y la máxima oportunidad posible.
El estudio de Don Bosco es la condición para poder comunicar su
carisma y proponer su actualidad. Sin conocimiento no puede nacer
amor, imitación e invocación; sólo el amor impulsa al conocimiento.
Se trata, pues, de un conocimiento que nace del amor y conduce al
amor: un conocimiento afectivo.
5. Más de cien años de historiografía
«al servicio del carisma»
La producción historiográfica salesiana en más de 150 años de vida
ha recorrido un notable camino, pasando de las sencillas biografías de

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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Don Bosco de los años setenta del siglo XIX, a las biografías encomiás-
ticas, inspiradas en una lectura teológica, anecdótica y taumatúrgica de
su vida y de su obra que, desde los años ochenta del siglo XIX hasta
bien avanzado el XX han tenido una gran difusión. Los momentos so-
lemnes de la beatificación y de la canonización de Don Bosco fueron
el origen de una serie de escritos y opúsculos de carácter espiritual y
edificante. Igualmente en el ámbito pedagógico se podría hablar de
una magnífica serie de escritos y debates sobre Don Bosco educador,
después de la introducción del Sistema Preventivo de Don Bosco en los
programas escolares de los Institutos de Magisterio en Italia.
Inmediatamente después de la segunda Guerra Mundial y en los
años cincuenta las nuevas generaciones salesianas comenzaron a ma-
nifestar una sensación de inquietud sobre la literatura hagiográfica del
pasado. Se requería una hagiografía del Fundador que no buscase sólo
la edificación y la apología, sino la verdad de la figura en todos sus
múltiples aspectos: es decir, una hagiografía que se situase en la histo-
ria y como tal asumiese todos sus cometidos, deberes y orientaciones.
Se imponía la necesidad de salir de un marco ya consolidado, para pro-
mover una revisión de la historia de Don Bosco realizada, en todos los
sentidos según los últimos métodos de la historiografía moderna, más
allá de la óptica propia de los primeros Salesianos, que indudablemen-
te era providencialista, teológica, taumatúrgica, en la que tendían a
desaparecer las realidades del ambiente y las fuerzas actuantes de
aquel tiempo.
Tales perspectivas de estudio sobre la figura de Don Bosco, que ya
desde hacía tiempo se anunciaban, recibieron un fuerte impulso de la
invitación del Concilio Vaticano II a volver a las genuinas realidades
humanas y espirituales de los orígenes del fundador, para la renova-
ción necesaria de la vida consagrada.5 Esto exigía, como condición in-
dispensable, el conocimiento del dato histórico. Sin una sólida referen-
cia a las raíces, la puesta al día se exponía a convertirse en invención
arbitraria y dudosa. Y así en el nuevo clima cultural de los años setenta,
por medio de premisas, orientaciones, métodos, instrumentos actuales
de investigación, compartidos por la investigación historiográfica más
5 Cfr. Perfectae Caritatis, Ecclesiae Sanctae.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
seria, se profundizó en el conocimiento del patrimonio hereditario de
Don Bosco, rico de acontecimientos y de orientaciones, de significados
y de posibilidades. Se fijó el significado histórico del mensaje, se defi-
nieron los inevitables límites personales, culturales, institucionales que,
casi paradójicamente, prefiguraban y prefiguran todavía las condicio-
nes de vitalidad en el presente y en el futuro.
6. Hacia una lectura hermenéutica
de la historia salesiana
Como primera exigencia de la renovación, el Concilio Vaticano II
ha pedido retornar a las fuentes. La Congregación ha publicado según
esto decenas de volúmenes de las “Obras Editadas” e inéditas de Don
Bosco. El Centro de Estudios Don Bosco de la UPS y el Instituto Histó-
rico Salesiano se han hecho cargo de ello. Gracias a su trabajo, miles de
páginas de escritos de Don Bosco están a nuestra disposición, en edi-
ciones científicamente cuidadas y revisadas, de modo que permiten el
necesario análisis filológico. ¿Cómo se puede, en efecto, comprender la
famosa «Carta de Roma» que don Lemoyne redactó en nombre de Don
Bosco, si no se conoce a fondo la difícil situación disciplinar que se
vivía en Valdocco y que en aquellos mismos años producía la «circular
sobre los castigos»? El valor de una carta autógrafa de Don Bosco, llena
de tachaduras y de correcciones, añadidos y apostillas, ¿tiene acaso el
mismo valor que una circular, tal vez escrita por un colaborador suyo
y simplemente firmada por Don Bosco? ¿Qué significado hay que dar
a los contratos de trabajo firmados por Don Bosco, si se comparan con
contratos anteriores o contemporáneos redactados por otros en Turín?
Al análisis filológico debe seguir el análisis histórico-crítico, que
tiene en cuenta tanto el contenido explícito de las fuentes, como su
sentido implícito, es decir cuanto una lectura superficial de ellas no
llegara a expresar sino que lo sobreentendiera. Ningún texto, y menos
los de Don Bosco, personaje «encarnado» en la historia, puede expli-
carse sin tener en cuenta la relación con el tiempo en que fue escrito,
en un determinado contexto y en relación con determinadas personas,
y según ciertas finalidades. Como he dicho, los escritos de Don Bosco

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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y sobre Don Bosco contienen la interpretación del evangelio bajo el
influjo de la época, sus ideas, estructuras mentales, perspectivas, len-
guaje, valores.
Las dos operaciones anteriores llevan a la tercera y más importante:
el análisis vital y actualizador, capaz de reformular, repensar, reactua-
lizar el contenido de las fuentes. Sobre esto se deben adoptar algunos
criterios hermenéuticos sin los cuales la interpretación de las expresio-
nes de Don Bosco, de sus posturas teóricas y prácticas, de los modos
concretos de vivir la relación con Dios y con la sociedad, podrían pa-
recer hasta contraproducentes. La simple repetición de frases de Don
Bosco podría sin más hacernos traicionar la identidad salesiana. Se
trata en efecto de textos y testimonios propios de una «cultura» ya tras-
nochada, de una tradición y de una teología que ciertamente ya no es
la nuestra y, por tanto, no inmediatamente entendible para nosotros.
La Congregación salesiana ha hecho en los años ’70 y ‘80 del si-
glo pasado un gran esfuerzo de renovación, cuyo fruto maduro son
las Constituciones renovadas. Los Salesianos han elaborado una re-
flexión histórica espiritual, que es ya en sí misma una hermenéutica
de las fuentes salesianas, y, a la vez, de los «signos de los tiempos».
Si recorremos el índice analítico de estas Constituciones encontramos
una grata sorpresa: el nombre de Don Bosco aparece expresamente
unas cuarenta veces. En los primeros 17 artículos se encuentra hasta
13 veces; pero también donde no se cita su nombre, la referencia a su
pensamiento, praxis y escritos es constante. ¡Y pensar que en el siglo
XIX la Santa Sede obligaba a no hacer mención en las Constituciones
del nombre y de los escritos del fundador! Esto vale también para otras
Constituciones, Reglamentos y Proyectos de vida de otros grupos de la
Familia Salesiana.
A los cuarenta años del Concilio se debe tener clara conciencia de
que la investigación histórica sobre la trayectoria humana y espiritual
de Don Bosco ha dado pasos notables hacia adelante, gracias a estu-
dios que han adoptado los nuevos parámetros, han tenido debidamen-
te en cuenta nuevos métodos de investigación y modernos criterios de
valoración, han recurrido a nuevas perspectivas a partir del análisis de
documentos inéditos o a nuevas interpretaciones de documentos ya

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
conocidos. La nueva hagiografía crítica ha obtenido por lo menos dos
efectos positivos: ante todo mostrarnos el rostro genuino de Don Bos-
co y la verdadera grandeza de nuestro Padre; en segundo lugar tener
en cuenta a Don Bosco en la historia civil.
Hasta hace algún decenio, en efecto, la historiografía laica sentía
una especie de alergia a Don Bosco y no le dedicaba espacio, tal vez
por ciertos tonos edulcorados, por un sensacionalismo milagrero, por
los sagrados conjuros, que llenaban biografías edificantes e indulgen-
tes con lo maravilloso. Hoy, por el contrario, a Don Bosco se le toma
en serio. Obviamente la figura que se presenta en estos casos desvelan
los criterios historiográficos de los distintos autores, su mentalidad, sus
premisas ideológicas, los fines que persiguen, la disponibilidad cuanti-
tativa y cualitativa de las fuentes, el método de interrogación utilizado,
sus diversos niveles de lectura, el momento cultural que los ha creado.
Nuestra Familia asume esa nueva sensibilidad, que refleja un mayor
amor a la propia vocación y misión. La aproximación a Don Bosco, he-
cha con métodos propios de la investigación histórica, nos ha llevado a
apreciar mejor su grandeza, su genialidad práctica, sus dotes de educa-
dor, su espiritualidad, su obra, sólo comprensibles si están plenamente
enraizados en la historia de la sociedad en la que vivió. No hay ningún
rechazo a priori de las valiosas y veneradas imágenes de Don Bosco
que han tenido generaciones de Salesianos y de miembros de la Fami-
lia Salesiana. Hoy tenemos necesidad de la presentación, ponderada y
reelaborada, de una imagen de Don Bosco que sea actual, que hable al
mundo de hoy en un lenguaje renovado. La validez de la imagen que
ofrecemos se expone, de hecho, a no ser aceptada ni compartida.
7.  Qué imagen de Don Bosco es válida hoy
Frente a esa literatura salesiana, necesariamente en evolución, es
evidente que también hoy tenemos necesidad de responder a una serie
de preguntas.
¿Quién fue Don Bosco? ¿Qué dijo, hizo y escribió? ¿Con qué for-
mas de vida y acción logró ampliar sus obras benéficas? ¿Qué relación

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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existe entre su pensamiento y su acción? ¿Cuál fueron los orígenes de
sus ideas, de su desarrollo y de su novedad? ¿Qué conciencia tuvo de
sí mismo y de su mensaje al iniciar su obra? ¿Y qué percepción tuvo
gradualmente a lo largo de su vida? ¿Qué percepción de su obra y de
su mensaje tuvieron también sus primeros colaboradores laicos y ecle-
siásticos, los primeros Salesianos, las Hijas de María Auxiliadora, los
Cooperadores, los alumnos y los exalumnos? ¿Cuáles fueron la com-
prensión y las valoraciones de sus contemporáneos: papa, obispos, sa-
cerdotes, religiosos, autoridades políticas y civiles, personas del poder
económico y financiero, creyentes o no creyentes, y las masas?
¿Cuál ha sido la imagen de Don Bosco construida y transmitida
por la «tradición histórica», por los cronistas y los biógrafos contempo-
ráneos, por los testimonios de los procesos, de las conmemoraciones
y apoteosis de los aniversarios y de las fechas principales (1915, 1929,
1934, 1988, 2009)? ¿Cuáles han sido las interpretaciones de su «misión»
histórica?; ¿ha sido ésta una respuesta providencial a las necesidades
de una Iglesia perseguida?; ¿una respuesta católica a las demandas
de los tiempos?; ¿una solución al «problema de los jóvenes pobres y
abandonados», al problema social, a la cooperación entre las «clases»?;
¿una promoción de las masas populares, dentro del respeto al orden
establecido?; ¿una acción misionera y civilizadora?
¿Qué define a Don Bosco? ¿Ha sido el creador de una «pedagogía»
idónea para acercarse a los jóvenes «en peligro y peligrosos»? ¿Maestro
de espiritualidad para los jóvenes en riesgo, para las clases populares,
para los pueblos en vías de desarrollo? ¿Santo de la alegría, de los va-
lores humanos, del encuentro con todos sin discriminación? ¿O tal vez
todo eso y algo más todavía?
Hoy debe reconstruirse esa imagen de Don Bosco; es preciso verlo
bajo otra luz con una fidelidad que no sea repetición, respeto a fórmu-
las pasadas o su rechazo. No basta limitarse a alguna carta de ánimo
o a algún ensayo de estudiosos. Hay que ahondar en la salesianidad
todos juntos para llegar a una visión común culta, profesional, pro-
funda, que sepa valorar el patrimonio histórico, pedagógico, espiritual
heredado de Don Bosco, que conozca a fondo la realidad juvenil, que
tenga claro el perfil del cristiano en la sociedad de hoy y de mañana

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
con sus respectivos compromisos «según las necesidades de los tiem-
pos». Se trata de revisar instituciones y estructuras de asociación y de
educación, de releer el Sistema Preventivo en clave actual, de presentar
al mundo y a la Iglesia un estilo particular de educador salesiano.
Hoy se trata más que de crisis de identidad, quizá de crisis de
credibilidad. Parece estar bajo la tiranía del statu quo, en el nivel de
resistencias inconscientes más que intencionadas. Aun convencidos de
la verdad de los valores teológicos de los que nuestra vida cristiana y
consagrada está impregnada, vemos la dificultad de llegar al corazón
de nuestros destinatarios para los que deberíamos ser signos de espe-
ranza; sufrimos por la irrelevancia de la fe en la construcción de sus
vidas; constatamos una escasa sintonía con su mundo; nos sentimos
lejanos, por no decir ajenos a sus proyectos humanos; percibimos que
nuestros signos, gestos y lenguajes no parecen incidir en su existencia.
Tal vez no está suficientemente claro el papel de la misión a la que
nos dedicamos; es posible que algunos no estén convencidos de la
eficacia de nuestra misión; o no encuentran el trabajo adecuado a sus
aspiraciones, porque no sabemos renovarnos; quizás se sienten presio-
nados por las urgencias cada vez más acuciantes; o tal vez se trata de
una desconfianza más ad intra que ad extra. La historia puede ayudar-
nos a actualizar nuestro carisma. Me limito a algunos ejemplos, de los
que sólo voy a desarrollar el primero.
7.1. Evolución de las obras y de los destinatarios
Para Don Bosco la apertura de nuevas obras está determinada por
las exigencias de la situación. La pobreza cultural de los jóvenes provoca
en Valdocco la apertura de una escuela elemental dominical, luego noc-
turna y después diurna, sobre todo para los que no podían acudir a la
escuela pública. Después se abren otras clases y diversos talleres hasta
terminar creando la compleja «casa aneja al Oratorio de San Francisco de
Sales». Esta primera obra, de simple lugar de encuentro los días festivos
para la catequesis y para los juegos, se convierte en un espacio de for-
mación global; y para un cierto número de jóvenes, sin medios de sub-
sistencia, se convierte en una casa, un lugar de residencia. Al patio y a la
iglesia —donde se desarrollaba un proyecto con la posibilidad de sacra-

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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mentos, de instrucción religiosa elemental, de entretenimiento, de inte-
reses, de festividades religiosas y civiles, de regalos—, ahora se les han
añadido otras estructuras para ofrecer el aprendizaje de un oficio, evitan-
do tener que acudir a fábricas de la ciudad, a menudo inmorales y peli-
grosas para jóvenes que ya han sufrido un pasado difícil. Luego se abrie-
ron nuevas casas salesianas, otros colegios-internados, y pequeños
seminarios confiados a la ya fundada Sociedad salesiana.
Al primer Oratorio acuden jóvenes, tanto ex-reclusos como emi-
grantes y en general jóvenes sin fuertes lazos con sus respectivas pa-
rroquias. Con el tiempo se acogerá en el internado a estudiantes y
aprendices provenientes de lejos que van a la ciudad a aprender un
oficio o a realizar estudios que los capaciten para un empleo. A un cier-
to número de jóvenes con dificultades especiales o con mejor econó-
mía se les ofrece la posibilidad de aprender el oficio en talleres acon-
dicionados o de hacer sus estudios en las clases de otros colegios. Estos
jóvenes provienen de dos categorías sociales: la «clase pobre» y la «clase
media». Circunstancias especiales animan a crear escuelas elementales,
técnicas, de humanidades, profesionales, agrícolas, externados, interna-
dos, también para la clase media-alta con el fin de contrarrestar análo-
gas iniciativas protestantes y laicas, o también para asegurar una edu-
cación integralmente católica según el Sistema Preventivo.
La preferencia por los más pobres la considera Don Bosco compa-
tible con el masivo destino de escuelas y colegios a la «clase media”. No
rechaza ninguna clase de personas, pero prefiere ocuparse de la clase
media y de la clase pobre, porque están más necesitadas de ayuda y de
asistencia. De todos modos el sistema de las «pensiones» que había que
pagar no permitía emplear mucho más dineros para los pobres de ver-
dad o casi pobres, excepto para los escasos grupos de muchachos sos-
tenidos por la beneficencia pública o privada. Una categoría, de carác-
ter especial la constituyen los jóvenes más pobres y en peligro que se
encuentran en tierras de misión, carentes de la luz de la fe. Natural-
mente la acción misionera no se para en los jóvenes, sino que trata de
alcanzar a todo su entorno; ni se limita a la acción estrictamente pasto-
ral, sino que se interesa por todos los aspectos de la vida ciudadana,
cultural, social, según lo que Don Bosco mismo dice en una carta del 1
de noviembre de 1886: llevar «la religión y la civilización a aquellos

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
pueblos y naciones que ignoran todavía una y otra». Se privilegia tam-
bién, sin distinción de clases, a los jóvenes que manifiestan inclinación
al estado eclesiástico o religioso; es el mejor regalo que se puede hacer
a la Iglesia y a la misma sociedad civil.
Finalmente hay que hacer mención de las anchas zonas de margina-
ción de «jóvenes pobres y abandonados» en situaciones particularmente
graves, y a veces trágicas, que quedaron fuera de la actividad de Don
Bosco. Así, por ejemplo, la franja creciente de jóvenes cada vez más im-
plicados en la industria naciente a los que hay que atender, proteger,
formar social y sindicalmente; el mundo de la delincuencia juvenil real
que existía en Turín; las obras para la recuperación de los menores de-
lincuentes o próximos a la delincuencia, (con algunas de las cuales, por
otra parte, entró en conversaciones más o menos claras); el inmenso mun-
do de la pobreza y de la miseria no sólo en las ciudades, sino, con más
frecuencia, en las aldeas; el extendido analfabetismo frente al crecimien-
to de la industria artesanal y profesional; el mundo del paro y de la emi-
gración; y además el mundo de los deficientes mentales y físicos.
Pues bien, esta página de historia nos obliga a reflexionar con una
perspectiva actual. ¿Quiénes son hoy nuestros destinatarios privilegia-
dos? ¿Cuáles son las obras adecuadas a sus necesidades? La desaparición
en las Constituciones salesianas renovadas de la relación de las obras sa-
lesianas típicas, que atendía en primer lugar a los Oratorios, ¿no ha con-
tribuido acaso a la reducción del número de nuestros clásicos Oratorios,
tal vez sustituidos por escuelas superiores y universitarias?
7.2. Juventud abandonada
Como he dicho al comienzo del Aguinaldo, la importancia histórica
de Don Bosco hay que buscarla, además de en las obras y en ciertos
elementos metodológicos relativamente originales, en la percepción
intelectual y emotiva de la importancia universal, teológica y social del
problema de la «juventud abandonada», y en la gran capacidad de co-
municar esa percepción a un amplio número de colaboradores, bien-
hechores y admiradores.
Preguntémonos entonces: ¿somos hoy sus fieles discípulos? ¿Vivi-
mos todavía la tensión que Don Bosco tuvo entre el ideal y la realiza-

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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ción, entre la intuición y la concreción en el tejido social en el que se
encontraba trabajando?
7.3. Respuesta a las necesidades de los jóvenes
Teniendo en cuenta que las iniciativas asistenciales y educativas de
Don Bosco en favor de los jóvenes aparecen en el plano práctico «sobre
la marcha», hay que decir que sus «respuestas» a los problemas no se dan
de acuerdo con un «programa» orgánico e iniciado a partir de una visión
previa y global en el marco social y religioso del siglo XIX. Al enfrentar-
se con problemas particulares, el santo da respuestas inmediatas y con-
cretas, hasta que, andando el tiempo, las diferentes situaciones juveniles
lo llevan a plantear globalmente «el problema de los jóvenes» en todo el
mundo. En la vida heroica de Don Bosco no aparecen planes preventi-
vos y estrategias de actuación a largo plazo, preparados en el despacho
—cosas que hoy consideramos justamente indispensables—, sino que
surgen soluciones eficaces a problemas inmediatos, a veces imprevistos.
¿Qué significa todo esto hoy para nosotros que vivimos en una
«aldea global», donde todo se conoce en tiempo real, donde está a
nuestra disposición una abundante colección de ciencias especializa-
das? ¿Cómo pasar de una política de emergencia a una política de
programación? ¿Sobre qué criterios precisos podemos guiar las deci-
siones concretas dentro de los vaivenes de la historia, sin quedarnos
al margen? ¿Cómo evitar el doble riesgo de perder unidad e identidad,
por querer hacerlo todo, por abandonar obras estables y pasar a co-
sas pasajeras no bien pensadas, perdiendo recursos a corto plazo; y
el riesgo de absolutizar y convertir en perdurables aspectos eventua-
les del Fundador, acabando por contentarse con lo que ya se tiene,
con lo ya conocido, con una tradición fosilizada, defendida de buena
fe por fidelidad al pasado?
7.4. Flexibilidad de respuesta a las necesidades
Del análisis histórico se deduce la genialidad y capacidad de Don
Bosco para coordinar obras educativas destinadas a «salvar» a los jó-
venes de las clases populares urbanas con otras muchas actividades
que buscaban otros fines muy diferentes. En torno al pequeño Orato-

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
rio de Valdocco Don Bosco logró atraer a miles de jóvenes y ganarse
la aprobación y la ayuda de los eclesiásticos con una expansión cada
vez mayor, virtualmente universal. Y el cierre de obras como el Ora-
torio del Ángel Custodio en Turín y de casas salesianas aisladas como
Cherasco, Trinidad, no era indicio de un repliegue, sino más bien un
reajuste para dar un nuevo impulso. Lo prueba la ampliación de su
misión con obras dirigidas a la formación juvenil: la fundación de las
FMA, las misiones, los Cooperadores, el “Boletín Salesiano”. Estas di-
ferentes iniciativas reflejan la continua coordinación, relanzamiento y
posterior desarrollo.
Ahora bien, ¿cómo no observar que en nuestra acción debe consi-
derarse importante no sólo y no tanto la imagen, sino la realidad que
se relanza y se desarrolla mediante una sabia coordinación? El obligado
cierre de tantas obras ¿no corre con frecuencia el riesgo de parecer un
simple repliegue, en lugar de una opción de desarrollo posterior?
7.5. Pobreza de vida y trabajo incansable
En los apuntes que la tradición ha llamado Testamento espiritual,
Don Bosco ha dejado escrito: «Cuando empiece a aparecer comodidad
en las personas, en las habitaciones o en las casas, comenzará al mismo
tiempo la decadencia de nuestra congregación […] Cuando empiecen
entre nosotros el bienestar o las comodidades, nuestra pía Sociedad ha-
brá terminado su camino».6
Hoy inspirándonos en Don Bosco ¿no deberíamos tener la valentía
de decir que cuando una comunidad religiosa se apoltrona ante la TV y
la prensa horas y horas, es señal de que, al menos en ese sitio, hemos
acabado nuestro camino? ¿Qué decir cuando una obra salesiana se re-
duce a cuatro muchachitos con un balón y una TV y no encuentra tiem-
po para convocar a jóvenes e implicarlos en sus propias iniciativas,
pero lo encuentra en cambio para hacer viajes culturales? Tal vez esa
obra ha terminado su camino, dado que, —aunque el número de jóve-
nes en una obra salesiana local no lo es todo—, ahí está el termómetro
de la razón de ser de una casa en ese lugar determinado.
6 P. Braido (ed.). Don Bosco educatore, scritti e testimoni, Roma LAS 1992, pp.
409, 437.

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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8. Sugerencias para la concreción del Aguinaldo
A partir del conocimiento de la historia de Don Bosco, los grandes
puntos de referencia y los compromisos del Aguinaldo de 2012 serían
los siguientes. Cada grupo de la Familia Salesiana podrá concretarlos
posteriormente.
8.1. La caridad pastoral caracteriza toda la historia de Don Bosco
y es el alma de sus múltiples obras. Podríamos decir que ella es la pers-
pectiva histórica sintética a través de la cual se debe leer toda su exis-
tencia. El Buen Pastor conoce a sus ovejas y las llama por su nombre;
él sacia su sed en aguas cristalinas y las apacienta en verdes prados; se
hace puerta por la que las ovejas entran en el aprisco; da su vida para
que las ovejas tengan vida en abundancia (cf. Jn 10,11ss). La fuerza más
grande del carisma de Don Bosco consiste en el amor que viene direc-
tamente del Señor Jesús, imitándolo y permaneciendo en Él. Este amor
consiste en «dar todo». De ahí brota su compromiso apostólico: «He
prometido a Dios que hasta el último aliento de mi vida será para mis
jóvenes pobres».7 ¡Este es nuestro sello y nuestra credibilidad ante los
jóvenes!
8.2. En la historia de Don Bosco conocemos sus muchas fatigas,
renuncias, privaciones, sufrimientos y los numerosos sacrificios que
hizo. El buen pastor da la vida por sus ovejas. A través de las necesida-
des y las demandas de los jóvenes, Dios está pidiendo a cada miembro
de la Familia Salesiana que se sacrifique a sí mismo por ellos. Vivir la
misión no es, pues, un activismo vano, sino más bien conformar nues-
tro corazón según el corazón del Buen Pastor, que no quiere que nin-
guna de sus ovejas se pierda. Es una misión profundamente humana y
profundamente espiritual. Es camino de ascesis; no hay presencia ani-
madora entre los jóvenes sin ascesis y sacrificio. Perder algo o, mejor,
perderlo todo para enriquecer la vida de los jóvenes es la base de nues-
tra entrega y de nuestro compromiso.
7 MBe XVIII, 229; cf. Const. SDB 1.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
8.3. En el acta de fundación de la Congregación salesiana y sobre
todo en el desarrollo histórico de la múltiple obra de Don Bosco, po-
demos conocer las finalidades de la Familia Salesiana, que poco a
poco se iban delineando. Nosotros estamos llamados a ser apóstoles de
los jóvenes, en los ambientes populares, en las zonas más pobres y en
las misiones. Hoy más que nunca nos comprometemos a comprender
y asumir críticamente la cultura mediática y nos servimos de los me-
dios de comunicación social, especialmente de las nuevas tecnologías,
como potenciales multiplicadores de nuestra acción de cercanía y de
acompañamiento de los jóvenes. Mientras estamos en medio de ellos
como educadores, como hizo nuestro Padre Don Bosco, los involucra-
mos como nuestros primeros colaboradores, les damos responsabilida-
des, los ayudamos a asumir iniciativas, los capacitamos para ser após-
toles de sus compañeros. De ese modo nosotros podemos dilatar cada
vez más el gran corazón de Don Bosco, al que le habría gustado abar-
car y servir a todos los jóvenes del mundo.
8.4. Los buenos propósitos no pueden quedar en declaraciones va-
cías. El conocimiento de Don Bosco se debe traducir en compromiso
con y para los jóvenes. Como Don Bosco, ¡hoy Dios nos espera en los
jóvenes! Por eso debemos ir en su busca y estar con ellos en los lugares,
situaciones y fronteras donde ellos nos esperan. Para eso hay que ir a
su encuentro, dar siempre el primer paso, caminar a su lado. Consuela
ver como la Familia Salesiana se prodiga con los jóvenes más pobres en
todo el mundo: chicos de la calle, muchachos marginados, muchachos
obreros, muchachos soldados, jóvenes aprendices, huérfanos abandona-
dos, niños explotados. Pero un corazón que ama es siempre un corazón
que se interroga. No es suficiente organizar actividades, iniciativas, ins-
tituciones para los jóvenes; hay que asegurar nuestra presencia, el con-
tacto y la relación con los jóvenes: se trata de volver a la práctica de la
asistencia y redescubrir la «presencia en el patio».
8.5. También hoy Don Bosco nos hace preguntas. A través del
conocimiento de su historia, debemos escuchar los interrogantes que
Don Bosco nos dirige. ¿Qué más podemos hacer por los jóvenes po-
bres? ¿Cuáles son las nuevas fronteras en la región en la que tra-
bajamos, en el país en que vivimos? ¿Tenemos oídos para escuchar

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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el grito de los jóvenes de hoy? Más allá de las ya citadas pobrezas,
¿cuántas otras dificultan el camino de los jóvenes de hoy? ¿Cuáles son
las nuevas fronteras en las que debemos comprometernos hoy? Pen-
semos en la realidad de la familia, en las urgencias de la educación,
en la desorientación de la educación afectiva y sexual, en la falta de
compromiso social y político, en el aislarse en la privacidad de la
vida personal, en la debilidad espiritual, en la infelicidad de tantos
jóvenes. Escuchemos el grito de los jóvenes y ofrezcámos respuestas
a sus necesidades más urgentes y más profundas, a sus necesidades
materiales y espirituales.
8.6. Por su experiencia personal podemos conocer las respuestas
de Don Bosco sobre las necesidades de los jóvenes. De este modo po-
demos considerar mejor las respuestas que ya hemos dado y qué otras
respuestas podemos dar. Es verdad que las dificultades no faltan. Tam-
bién habrá que «enfrentarse a los lobos» que quieren devorar el rebaño,
como son: el indiferentismo, el relativismo ético, el consumismo que
destruye el valor de cosas y experiencias, las falsas ideologías. Dios nos
está llamando y Don Bosco nos anima a ser buenos pastores, a imagen
del Buen Pastor, para que los jóvenes puedan encontrar todavía Padres,
Madres, Amigos; ¡y puedan encontrar sobre todo Vida, ¡la Verdadera
Vida, la vida en abundancia que ofrece Jesús!
8.7. Las Memorias del Oratorio de San Francisco de Sales, escritas
por Don Bosco tras la petición explícita del Papa Pío IX, son un pun-
to de referencia imprescindible para conocer el camino espiritual y
pastoral de Don Bosco. Fueron escritas para que nosotros pudiése-
mos conocer los comienzos asombrosos de la vocación y de la obra
de Don Bosco, pero sobre todo para que, asumiendo sus motivacio-
nes y sus decisiones, cada uno de nosotros personalmente y cada
grupo de la Familia Salesiana pudiésemos hacer el mismo camino es-
piritual y apostólico. Se las ha definido como «memorias de futuro».
Por eso durante este año comprometámonos a conocer este texto, a
compartir sus contenidos, a difundirlo, sobre todo a ponerlo en ma-
nos de los jóvenes: se convertirá también en un libro orientador para
sus decisiones vocacionales.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
9. Conclusión
Como en otras ocasiones, deseo concluir la presentación del Agui-
naldo con una anécdota llena de sabiduría. Pero antes quisiera evocar
aquí el «sueño de los nueve años». Me parece, en efecto, que esta pági-
na autobiográfica ofrece una presentación sencilla, pero al mismo tiem-
po profética del espíritu y de la misión de Don Bosco. En él se define
el campo de acción que se le confía: los jóvenes; se indica el objetivo
de su acción apostólica: hacerles crecer como personas por medio de
la educación. Se le ofrece el método educativo que resultará eficaz: el
Sistema Preventivo. Se presenta el horizonte en el que se mueve toda
su actuación y la nuestra: el diseño maravilloso de Dios, que antes que
nadie y más que cualquier otro, ama a los jóvenes. Es Él quien los en-
riquece con tantos dones y los hace responsables en su crecimiento,
para que se inserten positivamente en la sociedad. En el proyecto de
Dios se les garantiza no sólo éxito en esta vida, sino también la felici-
dad eterna. Pongámonos, pues, a la escucha de Don Bosco y prestemos
oído al «sueño de su vida».
EL MUCHACHO DEL SUEÑO
«En aquellos años tuve un sueño que quedó profundamente
grabado en mi mente para toda la vida. En el sueño, me creí en-
contrarme cerca de casa, en un terreno muy espacioso, donde es-
taba reunida una muchedumbre de chiquillos que se divertían.
Algunos reían, otros jugaban, no pocos blasfemaban. Al oír las
blasfemias, me lancé inmediatamente en medio de ellos, usando
los puños y las palabras para hacerlos callar. En aquel momento
apareció un hombre venerando, de aspecto varonil y noblemente
vestido. Un blanco manto le cubría todo el cuerpo, pero su rostro
era tan luminoso que no podía fijar la mirada en él. Me llamó por
mi nombre y me mandó ponerme a la cabeza de los muchachos,
añadiendo estas palabras:

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—No con golpes, sino con la mansedumbre y con la caridad debe-
rás ganarte a estos tus amigos. Ponte ahora mismo, pues, a instruir-
los sobre la fealdad del pecado y la belleza de la virtud.
Aturdido y espantado, repliqué que yo era un niño pobre e igno-
rante, incapaz de hablar de religión a aquellos muchachos; quie-
nes, cesando en ese momento sus riñas, alborotos y blasfemias, se
recogieron todos en torno al que hablaba.
Sin saber casi lo que me decía, añadí:
—¿Quién sois vos, que me mandáis una cosa imposible?
—Precisamente porque tales cosas te parecen imposibles, debes ha-
cerlas posibles con la obediencia y la adquisición de la ciencia.
—¿En dónde y con qué medios podré adquirir la ciencia?
—Yo te daré la maestra bajo cuya disciplina podrás llegar a ser sa-
bio, y sin la cual toda sabiduría se convierte en necedad.
—Pero, ¿quién sois vos que me habláis de esta manera?
—Yo soy el hijo de aquella a quien tu madre te enseñó a saludar
tres veces al día.
—Mi madre me dice que, sin su permiso, no me junte con los que
no conozco. Por lo tanto, decidme vuestro nombre.
—El nombre, pregúntaselo a mi Madre.
En ese momento, junto a Él, vi a una mujer de aspecto majestuo-
so, vestida con un manto que resplandecía por todas partes, como
si cada punto del mismo fuera una estrella muy refulgente. Con-
templándome cada vez más desconcertado en mis preguntas y res-
puestas, hizo señas para que me acercara a Ella y, tomándome
bondadosamente de la mano, me dijo:
—Mira.
Al mirar, me di cuenta de que aquellos chicos habían escapado
y, en su lugar, observé una multitud de cabritos, perros, gatos, osos
y otros muchos animales.
—He aquí tu campo, he aquí donde tienes que trabajar. Hazte hu-
milde, fuerte, robusto; y cuanto veas que ocurre ahora con estos
animales, lo deberás hacer tú con mis hijos.

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
Volví entonces la mirada y, en vez de animales feroces, apare-
cieron otros tantos mansos corderos que, saltando y balando, co-
rrían todos alrededor como si festejaran al hombre aquel y a la se-
ñora.
En tal instante, siempre en sueños, me eché a llorar y rogué al
hombre me hablase de forma que pudiera comprender, pues no sa-
bía qué quería explicarme.
Entonces Ella me puso la mano sobre la cabeza, diciéndome:
—A su tiempo lo comprenderás todo.
Dicho lo cual, un ruido me despertó, y todo desapareció.
Quedé aturdido. Sentía las manos molidas por los puñetazos
que había dado y dolorida la cara por las bofetadas recibidas. Des-
pués, el personaje, aquella mujer, las cosas dichas y las cosas escu-
chadas ocuparon de tal modo mi mente que ya no pude conciliar el
sueño durante la noche».8
Don Bosco escribe en las Memorias del Oratorio que aquel sueño
«quedó profundamente grabado en su mente durante toda su vida», has-
ta poder decirnos a nosotros hoy que él vivió para hacer realidad aquel
sueño.
Pues bien, lo que nuestro querido Padre tomó como programa de
vida haciendo de los jóvenes la razón de su existencia y empleando para
ellos todas sus energías hasta su último aliento, es cuanto todos nosotros
estamos llamados a hacer.
La anécdota, que esta vez tomo de la historia, ilustra elocuentemente
el deseo de don Bosco de ser para los jóvenes un signo de amor que no
desfallecerá nunca. Lo oí contar por primera vez a un hermano de la Ins-
pectoría de Australia, don Lawrie Moate, en un discurso de felicitación
con ocasión de una celebración de jubileo de vida salesiana, en Lyster-
field el 9 de julio de 2011:
8 Memorias del Oratorio de San Francisco de Sales, traducción española de José
Manuel Prellezo García, Madrid, Editorial CCS, 92011. Esta traducción se atiene
rigurosamente al texto crítico italiano de Antonio Da Silva Ferreira, Roma,
LAS, 1991.

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1. CARTA DEL RECTOR MAYOR
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Y nuestra música sigue
«Imaginad el patio de la prisión de una colonia europea del si-
glo XVII. Es el alba y mientras el sol empieza a llenar de colores do-
rados el cielo de oriente, sacan a un preso al patio para su ejecu-
ción. Se trata de un sacerdote condenado a muerte por haberse
opuesto a las crueldades con que se trataba a los indígenas de la
colonia. Ahora está de pie contra el muro y contempla a los que for-
man el pelotón de ejecución, compatriotas suyos. Antes de vendarle
los ojos, el oficial al mando le hace la pregunta tradicional sobre un
último deseo que quiera satisfacer. La respuesta sorprende a todos:
el hombre pide tocar por última vez su flauta. A los soldados se les
ordena posición de descanso, mientras esperan que el preso toque.
Cuando las notas empiezan a llenar el aire silencioso de la maña-
na, el ambiente de la cárcel queda como inundado por una música
que se expande dulce y encantadora llenando de paz aquel lugar
marcado a diario por la violencia y la pena. El oficial empieza a
preocuparse porque, cuanto más se prolonga la música, tanto más
parece absurdo el cometido que le corresponde. Ordena, pues, a los
soldados que abran fuego. El sacerdote muere al instante pero, con
el estupor de todos los presentes, la música sigue su danza de vida.
A despecho de la muerte.
¿De dónde viene esta dulce música de la vida?
En una sociedad totalmente empeñada en sofocar el mensaje de
Cristo, pienso que nuestra vocación está en encontrarnos entre
aquellos que siguen haciendo escuchar la música de la vida. En un
mundo que está haciendo de todo para que los jóvenes no escuchen
la insistente invitación de Cristo a «venir y ver», es privilegio nuestro
haber sido atraídos por Don Bosco y animados a tocar la música
del corazón, a testimoniar la trascendencia, a ejercitar la paterni-
dad espiritual, a estimular a los jóvenes en una dirección que co-
rresponda a su dignidad y a sus deseos más auténticos
¡Esta es la danza del Espíritu! ¡Esta es la música de Dios!

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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 412
Queridos hermanos, hermanas, miembros todos de la Familia Sale-
siana, amigos de Don Bosco, jóvenes todos, os deseo a todos un año
nuevo 2012 rico en bendiciones de Dios y un renovado esfuerzo para
seguir haciendo oír la música, nuestra música, la que llena de sentido la
vida de los jóvenes y les hace encontrar la fuente de la alegría.
A todos un abrazo y mi recuerdo ante el Señor.
Roma, 31 de diciembre de 2011
Pascual Chávez Villanueva
Rector Mayor