SOCIETÀ DI SAN FRANCESCO DI SALES
sede centrale salesiana
Via Marsala, 42 – 00185 Roma
Il Rettor Maggiore
Prot. 20/0165
Roma, 4 de abril de 2020
A mis queridos hermanos salesianos sdb,
A mi querida Familia Salesiana
A los laicos comprometidos en la Misión Salesiana
A los jóvenes animadores, educadores y catequistas
SOBRE NUESTRO 28 CAPÍTULO GENERAL ‘ESPECIAL’
Entre el dolor del Corona Virus y la ESPERANZA PASCUAL
Mis queridos hermanos, hermanas y amigos todos: reciban mi saludo lleno de afecto, con mis sinceros deseos de todo lo mejor para cada uno de ustedes, nuestras comunidades religiosas, y nuestras familias.
Comienzo a escribir esta carta con toda intención en este día, 4 de abril, día en el que deberíamos haber clausurado el Capítulo General 28 de los Salesianos de Don Bosco, a punto de iniciar la Semana Santa con el domingo de Ramos y la celebración del Triduo pascual que nos conducen a la plenitud de la PASCUA, el día de la Resurrección de nuestro Señor. Y lo hago en este tiempo en el que el mundo, el planeta entero, está tan golpeado por la terrible pandemia del Corona Virus.
Con esta carta familiar les quiero hacer llegar mi saludo y el de todos los miembros del CG 28, y también contarles cómo han transcurrido las semanas vividas en Valdocco, y qué pasos daremos en el futuro. Al mismo tiempo es inevitable que me refiera a este tiempo de pandemia en el que hay tantos enfermos y fallecidos, y gran parte de la vida del planeta está paralizada. También esto lo hemos de vivir como cristianos y como hijos e hijas de Don Bosco, amantes de su carisma. El tiempo pascual es una hermosa oportunidad para dejar que el Señor siga ‘pasando’ por nuestras vidas y tocando nuestros corazones.
1. LLEGANDO A LA CUNA DEL CARISMA SALESIANO
Sesenta y dos años después del último Capítulo General Salesiano celebrado en Valdocco, regresábamos este año a la que es la cuna de nuestro carisma. La motivación profunda que nos llevó a elegir esta sede para llevar a cabo el 28 CG fue la de vivir una experiencia de Congregación que nos hablara desde tantos aspectos y perspectivas porque en Valdocco todo nos habla de Don Bosco, de la Auxiliadora y del carisma que el Espíritu Santo fue tejiendo por medio de nuestro padre. Por eso el Oratorio de Don Bosco en Valdocco fue, es y seguirá siendo, criterio permanente, como nos dice el artículo 40 de nuestras Constituciones: “Don Bosco vivió una típica experiencia pastoral en su primer Oratorio, que para los jóvenes fue casa que acoge, parroquia que evangeliza, escuela que encamina hacia la vida, y patio donde encontrarse con amigos y pasarlo bien. Al cumplir hoy nuestra misión, la experiencia de Valdocco sigue siendo criterio permanente de discernimiento y renovación de toda actividad y obra”.
Esto ha sido Valdocco para todos los capitulares durante estas cuatro semanas, y esta es la vivencia que llevamos con nosotros al regresar a nuestra vida y misión en todo el mundo salesiano. He de decir que aún hoy, 4 de abril, son 46 los capitulares que siguen estando allí por no haber podido regresar a sus Inspectorías al estar bloqueada la entrada a sus países a causa de la pandemia. Ellos están aprovechando al máximo este encontrarse ‘inesperadamente’ tanto tiempo en la casa de don Bosco, la casa de todos.
Las tres primeras semanas del Capítulo fueron transcurriendo según
lo programado. El sábado 22 de febrero tuvo lugar la apertura
oficial. La presencia del cardenal Joao Braz de Aviz, Prefecto de
la Congregación de los Institutos de Vida Consagrada y las
Sociedades de Vida Apostólica, dio un particular realce eclesial a
esta apertura. También fue muy fraterno contar con la presencia de
varios cardenales y obispos salesianos, así como la de las de
superioras, superiores, y responsables mundiales de dieciséis grupos
de nuestra Familia Salesiana. Fue una expresión de comunión y de
familia que dejó profunda huella y gratísima vivencia en todos.
Pero las noticias del coronavirus y sus efectos ya habían traspasado la China continental y llegado a Italia y a España, y desde ahí iniciarían una marcha invisible e implacable que alcanzan, al día de hoy, a 188 naciones del mundo.
Durante tres semanas pudimos seguir con normalidad los trabajos capitulares, si bien durante la tercera se fueron promulgando diversos decretos de las autoridades del Estado italiano que nos afectaban de lleno. Llegó un momento en el que ya no se podía salir de Valdocco ni nadie podía entrar. Ante esta situación la asamblea capitular decidió adelantar en una semana el discernimiento y la elección del Rector Mayor y de todo su Consejo General, que quedó fijado, con la ayuda del ‘facilitador’ externo, el P. Pier Luigi Nava, para la última semana de nuestra posible permanencia. Así lo hicimos, poniendo en conocimiento de las autoridades civiles que, si bien nosotros estábamos en una cuarentena permanente, el viernes 13 de marzo se clausuraría la asamblea capitular, como así fue. Y con la solemne Eucaristía del sábado 14 de marzo en la mañana dimos por clausurado el 28 Capítulo General, que ya desde muchos días antes los hermanos habían calificado de ‘especial’.
2. UN MUNDO, Y NOSOTROS MISMOS, GOLPEADOS POR EL CORONAVIRUS
Considero que poco puedo añadir yo al análisis de esta pandemia del Covid-19 o coronavirus. Todos tenemos tantísima información, incluso hasta el desbordamiento.
Como ya dije, esta situación nos obligó a dar por finalizada la
Asamblea Capitular con tres semanas de antelación sobre lo
programado. Esta realidad de grave pandemia está golpeando el mundo,
las sociedades de todos los países (unos más que otros en estos
momentos), y también nos golpea a nosotros. Entre las inspectorías
de Italia y de España (especialmente Lombardía, Piamonte y Madrid)
y Austria son 45 los hermanos fallecidos, en su gran mayoría a causa
de esta enfermedad. Me han llegado también noticias de una casa de
salud de las Hijas de María Auxiliadora.
Me parece correcto hablar en este momento de verdadera tribulación (con todo el sentido que la palabra tiene en el Nuevo Testamento).
Como ciudadanos responsables seguimos de modo escrupuloso las normas que se nos dan a fin de hacer más fácil la superación de esta pandemia. Aceptamos los sacrificios que esto conlleva para todas las personas, sin dejar de llevar a cabo, también nosotros, iniciativas de caridad, solidaridad y fraternidad por muchas partes. Nos llegan ecos del dolor de miles y miles de personas (también en las casas salesianas e Inspectorías a las que me he referido). Hay sensación de consternación, de aturdimiento. Oramos por los enfermos y por quienes tanto ayudan en el mundo sanitario. Oramos por los fallecidos y sus familias. Presentamos al Señor los esfuerzos de tantos científicos e investigadores que están trabajando intensamente en búsqueda de una vacuna.
Sentimos que el mundo se ha detenido: la vida pública, los viajes, la economía, gran parte del trabajo en las empresas, los espectáculos, el deporte… Se vive como ‘un mal necesario’ en espera de un bien mayor.
En este nuestro mundo del siglo XXI con tan fuerte tentación de ‘Prometeo’ (como en el mito griego), nunca habíamos pensado que podríamos vivir algo así. En la historia de la humanidad se habla de ‘pestes’ y otras enfermedades que han llevado consigo la vida de millones de personas. Pero nos creíamos muy seguros en un mundo de seguridades ‘creado por nosotros’, capaz de controlar todo lo que nos pudiera venir…
Ante esta situación, nosotros mismos como educadores, educadoras y evangelizadores nos preguntamos ¿qué palabra creyente y orante nos puede guiar en este momento? Ante esta situación de tribulación, y muy conscientes de su complejidad, no podemos como creyentes dejar de lado la mirada creyente. El mismo Papa nos ha advertido diciéndonos que ‘no desperdiciemos estos días tan difíciles’.
¿A quién, creyente o no creyente, no habrá impresionado, el viernes 27 de marzo, ver subir al Papa por la escalinata de la Basílica de San Pedro fatigado, solo, y con la lluvia como testigo de este momento de dolor, oración y fe? Era fácil sentir ‘tocado el corazón’ ante su sencillez y despojo, su actitud de interiorización y también su sobriedad y piedad.
En estos días he intentado acompañar mis pensamientos con alguna reflexión teológica, observando que hay quienes piensan que, ante lo que se está viviendo en el mundo, un primer paso como creyentes ha de ser, seguramente, el de hacer silencio antes de hablar. Un silencio necesario y doloroso, un silencio solidario y humilde ante tantísimo dolor acumulado en estos meses y el que todavía llegará hasta que todo quede superado. Y comparto la sensibilidad de quienes consideran que no tenemos el ‘derecho’ de implicar a Dios si antes no hemos hecho nuestro, en todo lo posible, el silencio, las lágrimas y el dolor de tantas personas. Aún en el caso de que no nos hubiera golpeado la enfermedad y la muerte, y no nos falte el alimento necesario (cosa que si faltará en muchas familias muy pobres), nosotros no podemos sentirnos como ‘por encima’ o exentos de esta experiencia de dolor que vive la humanidad. Solo si participamos de este dolor de tantos hermanos, hombres y mujeres, estaremos legitimados para decir una palabra acerca de Dios.
Todo lo que se está viviendo debe iluminar nuestras vidas ahora y después, ya que también el después será tan importante como este presente que vivimos.
La oración y vivencia de este tiempo pascual deberá ayudarnos a ser más misericordiosos en nuestras actitudes y siempre más humildes.
Y ojalá el después de esta grave tribulación nos deje algo positivo. Ojalá nos ‘reinventemos todos para bien’, ojalá maduremos más como sociedades, y nosotros mismos como Familia Salesiana y Congregación. Como escriben estos días algunos autores, ojalá que esta pandemia no oculte otras pandemias más graves que toquen a los derechos humanos y el camino de paz; ojalá que como sociedades fuésemos capaces de decidir que el mundo y la vida en nuestra tierra sea mejor para todos. Ojalá que así lo decidiéramos. No sé si lo conseguiremos como mundo, como naciones, como sociedades, pero en nuestro pequeño universo salesiano pienso que sí podremos seguir eligiendo vivir siempre de forma más fraterna, más solidaria, siempre respetuosa y compasiva, con los hermanos y con la Creación, don de Dios, y atentos a quienes viven con más fragilidad y necesidad.
3. UNA PANDEMIA CON GRAVES CONSECUENCIAS TAMBIÉN ECONÓMICAS EN MUCHAS DE NUESTRAS CASAS.
Me parece justo y oportuno no ignorar la situación que se nos presentará en breve. La gran mayoría de personas intuyen que después del dolor a causa de la enfermedad y de las muertes ocasionadas por esta pandemia, se sucederán las graves consecuencias económicas que se ven en el horizonte. Será de grave preocupación los millones de personas que se quedarán sin trabajo en un futuro próximo, y los problemas económicos para la supervivencia de sus familias. No me cabe duda de que deberemos extremar al máximo nuestra sensibilidad y nuestra capacidad para ayudar a quienes más lo necesiten, según nuestras posibilidades allí donde nos encontremos. Debemos ir pensando en una caridad y solidaridad bien concreta.
Al mismo tiempo ya puedo anticipar como muy ciertas las dificultades en las que se verán muchas de las presencias salesianas en el mundo, en particular aquellas en las que la misión se realiza en las escuelas, colegios, centros de formación profesional e instituciones universitarias; lo mismo puedo decir de muchas obras sociales. Es más que evidente que, en general, no tendremos recursos suficientes para sostenerlas, al menos con los mismos medios y posibilidades de las que hacíamos uso hasta hora, en los tiempos que podríamos llamar ‘normales’.
Tendremos que tomar clara conciencia de todo ello sabiendo que no será posible esperar a que en cada caso la necesaria ayuda nos llegue de afuera, y por ‘afuera’ no sólo entiendo otros países, otras instituciones sino a veces las mismas Inspectorías. Deberemos ponernos cuanto antes a pensarnos e imaginarnos viviendo en situaciones de mayor dificultad; y sin duda una mayor sobriedad será necesaria a corto plazo y quizá en los próximos años. Soy consciente de que al leer estas mis palabras muchos hermanos me dirán que en tantísimos lugares del mundo ya vivimos con una gran sobriedad e incluso con verdadera pobreza; me dirán que tantas casas no tienen lo necesario para atender a todas las necesidades. Lo sé. Soy muy consciente de esto queridos hermanos. Ciertamente no les estoy pidiendo ningún sacrificio más. Simplemente comparto con todos ustedes que la perspectiva que tenemos por delante no vendrá exenta de dificultades económicas.
Y por otra parte quiero pedirles a todos que tengamos la creatividad de nuestro padre Don Bosco para hacer que, aún en las dificultades y penurias, la falta de medios nunca afectara a sus muchachos, en el sentido de que las puertas de Valdocco nunca estuvieran cerradas para ellos ni para los que iban llegando. Vayamos pensando, pues, cómo reajustarnos, cómo ser más sobrios en aquello que lo requiera, cómo y dónde podremos buscar recursos, pero nunca al precio de dejar a nuestros destinatarios más pobres sin el cuidado y atención de la casa salesiana en la que siempre han estado o que les espera porque es ahora, más que nunca, cuando nos necesitan.
4. EN UN CAPÍTULO GENERAL DONDE LOS JÓVENES HAN TENIDO PROTAGONISMO.
En los meses de preparación del Capítulo General los jóvenes de todos los continentes y naciones se han hecho presentes en muchas respuestas, sugerencias y mensajes. Y posteriormente, en los días del Capítulo, fueron 16 los jóvenes invitados que consiguieron llegar. Otros ya no pudieron salir de sus países, y lo mismo sucedió con los laicos que deberían haber venido a la semana siguiente.
Estos jóvenes nos han dejado un mensaje titulado “Carta de los jóvenes al CG 28” que ya está a disposición de todo el que la quiera conocer. La carta comienza así: “Queridos salesianos que sois para nosotros padres, educadores y amigos: Os escribimos esta carta desde el corazón. Hemos transcurrido esta semana del Capítulo General 28 escuchando, discerniendo y participando en vuestro diálogo sobre “¿Qué salesiano para los jóvenes de hoy?”. Sabemos bien que no somos perfectos; no es, pues, nuestra intención pedir que lo seáis vosotros. Os pedimos que acojáis esta carta como la de un hijo o una hija que escribe a sus padres, para expresarse y decirles cómo se siente”.
Y a continuación nos comparten su mirada y los desafíos que sienten. No puedo recogerlo todo aquí pero sí subrayar algo de lo que ellos mismos nos han dicho:
“Tenemos miedo, estamos confundidos y tenemos una gran necesidad de ser amados… Experimentamos dificultad frente al compromiso (…) y con demasiada frecuencia también nosotros nos volvemos individualistas…
Como dice el Papa Francisco, queremos poder volver al primer amor que es Cristo, a ser su compañero y amigo de los jóvenes. Hay un fuerte deseo en nosotros por la realización espiritual y personal. Queremos caminar hacia el crecimiento espiritual y personal, y queremos hacerlo con vosotros, salesianos.
Queremos que estéis con nosotros. Lo habéis estado con vuestro estilo salesiano. Estar con nosotros, uno al lado del otro, permitiéndonos ser protagonistas. Nos gustaría que seáis los que nos guíen dentro de nuestra realidad, con amor. Un amor que no nos dice lo que tenemos que decir, un amor que no nos dice lo que debemos hacer, un amor que nos ofrece oportunidades que nos ayuden a crecer en espiritualidad y transformar nuestras vidas…
¡Salesianos, no os olvidéis de nosotros, jóvenes, porque nosotros no nos hemos olvidado de vosotros y del carisma con el que nos habéis contagiado! Os lo queremos decir bien fuerte, con todo el corazón. Estar aquí ha sido, para nosotros, un sueño hecho realidad: en un lugar tan especial como Valdocco, donde ha comenzado la misión salesiana, estando juntos, los salesianos y los jóvenes, para la misión salesiana, con nuestra común voluntad de ser santos juntos. Tenéis nuestros corazones en vuestras manos. Haceros cargo de este nuestro precioso tesoro. Por favor, no os olvidéis nunca de nosotros y seguid escuchándonos.
Hasta aquí la palabra de los mismos jóvenes, una palabra y presencia que ha tocado muy fuertemente nuestro sentir y nuestros corazones, y una presencia y un mensaje que sin duda estarán muy presentes en nuestra mente y en nuestra acción en los próximos años. Así lo plasmará el programa de animación y gobierno de nuestra Congregación para el sexenio próximo, concretizado en la publicación que recoja las reflexiones del Capítulo General.
5. CON UNA PRESENCIA MUY SIGNIFICATIVA DEL PAPA FRANCISCO
Este Capítulo General no sólo será recordado por lo que ha significado vivirlo y llevarlo a cabo, hasta donde fue posible, en medio de una terrible pandemia, sino porque ha sido muy significativo para nosotros la palabra del Papa Francisco.
Desde hacía tiempo el Santo Padre me había manifestado su deseo de hacerse presente. Todo estaba a punto, también la organización del viaje. Hasta el día anterior se mantuvo en pie la posibilidad. Pero la definitiva declaración de la situación de confinamiento que exigieron las autoridades civiles lo hizo imposible. Ante esta realidad el Santo Padre, después de hacerme una llamada de teléfono llena de cariño para con todos los Capitulares, me hizo llegar de inmediato su ‘Mensaje del Papa Francisco al Capítulo General’. Ha sido publicado y dado a conocer también por los medios de comunicación del Vaticano. El texto se recogerá en la publicación de las reflexiones capitulares y formará parte, sin duda, de la reflexión y líneas programáticas del sexenio.
Además de valorar el cariño hacia Don Bosco y hacia la Congregación Salesiana con el que el Santo Padre nos lo ha hecho llegar, su mensaje es para nosotros todo un programa pastoral para los salesianos de hoy. El mismo Papa nos responde a cómo ve, piensa y sueña los salesianos de hoy y de mañana.
Desde lo más profundo de nuestro corazón hemos dado gracias por este don y seguimos renovando nuestro agradecimiento.
6. ¿UN CAPÍTULO GENERAL FALLIDO…?
Hacerse ésta y otras preguntas es razonable.
¿Quizá el CG28 no tendrá valor ya que no pudo llegar a su término?
¿Se piensa convocar de nuevo? Así me preguntaban algunos hermanos y algunos medios de comunicación, días después de ser clausurado.
Si no hay un documento Capitular aprobado en asamblea, ¿lo realizado tiene algún valor…?
Creo poder dar respuesta a todo ello. Como Asamblea Capitular hemos tenido muy claro lo que el Capítulo General ha sido y ha significado para quienes lo hemos vivido y para toda nuestra Congregación.
Este Capítulo General ha sido muy especial en muchos sentidos. Lo ha sido por su duración y por su interrupción, ciertamente. Pero lo ha sido también por la gracia vivida al encontrarnos en Valdocco, cuna de nuestro carisma. Vivir el Capítulo General donde nuestro padre nos soñó, trabajó incansablemente, luchó, rezó y vivió también el gozo cotidiano de ser familia con sus muchachos, y la alegría de ver cómo el Espíritu obraba maravillas de santidad en sus jóvenes, marcó profundamente a toda nuestra Asamblea Capitular.
Este Capítulo General ha sido una verdadera vivencia e irrupción del Espíritu Santo. En la vivencia de la fraternidad, en la sincera y abierta reflexión, en la comunión existente entre nosotros, en el clima de profunda serenidad que se ha vivido (fiel reflejo de la serenidad existente en la Congregación en todo el mundo), en el fuerte deseo de fidelidad…; en todo esto y mucho más hemos vivido un momento histórico como Congregación, un momento de Dios porque Él ha pasado en medio de nosotros y el Espíritu de Dios nos ha acompañado durante su celebración.
“Entonces la nube cubrió la tienda del Encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada” (Ex40,34)
“Yo rezaré al Padre y Él os dará otro Consolador que permanecerá con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad” (Jn14,16-17)
Ha sido un Capítulo General en el que hemos sentido con mucha fuerza la llamada a la fidelidad a Don Bosco para poner en el centro de nuestros esfuerzos, desvelos, empeños, preocupaciones y alegrías a los jóvenes. La sintonía a este respecto ha sido absoluta.
“… El Espíritu Santo suscitó, con la intervención materna de María, a san Juan Bosco. Formó en él un corazón de padre y maestro, capaz de una entrega total: “Tengo prometido a Dios que incluso mi último aliento será para mis pobres jóvenes”’ (C.1)
Pero además de lo dicho, quiero declarar firmemente que de ninguna manera el Capítulo General 28 ha sido un Capítulo fallido. El hecho de que no se pueda ofrecer a la Congregación un documento que lleve por título, como en anteriores ocasiones: “Documentos Capitulares”, no significa en absoluto que no tengamos un magisterio propio en este momento de nuestra rica historia congregacional.
La Asamblea Capitular, ante la previsión de la clausura anticipada deliberó que fuesen el Rector Mayor y su Consejo, elegidos en los días anteriores, quienes tomaran en sus manos tanto las deliberaciones capitulares ya aprobadas, como las reflexiones llevadas a cabo sobre los dos primeros núcleos de tema capitular; y que con todo ello, junto con el mensaje del Santo Padre, y con la ulterior reflexión a realizar en el Consejo General, se ofreciera a la Congregación la guía para los próximos años.
Así será. Ciertamente no ofreceremos un libro titulado ‘Documentos Capitulares’ pero sí un documento titulado Capítulo General 28. Reflexiones. Y a lo ya dicho se sumará la carta programática del sexenio que el Rector Mayor ofrecerá, una vez madurada con el Consejo General. Todo ello guiará nuestros pasos en los próximos años, en sintonía y continuación con el camino de fidelidad que la Congregación viene realizando. Por eso me permito reiterar de modo tajante, que de ningún modo se trata de un Capítulo General fallido sino ‘especial’ en su duración, fondo y forma.
7. EL ESPÍRITU DEL CAPÍTULO GENERAL 28: LA ‘OPCIÓN VALDOCCO’, EL ESPÍRITU DE VALDOCCO
Concluyo esta reflexión mis queridos hermanos y hermanas haciendo mías las palabras de mi predecesor, don Pascual Chávez, en una rica crónica y reflexión que hizo hace algunos días. En una llamada telefónica le manifesté que pensaba terminar mi carta con sus palabras, por su riqueza, porque reflejan muy bien lo que ha sido Valdocco en estas cuatro semanas, y también como expresión de comunión. Esta comunión y esta serenidad a la que me he referido en diversas ocasiones es una hermosa realidad en nuestra Congregación hoy y nos da una gran fuerza para seguir apostando fuertemente por recorrer un camino de fidelidad a Don Bosco como espera de nosotros el Señor. Esta comunión nos permite concentrar todas nuestras energías pastorales en favor de la misión.
Ha sido el Santo Padre, el Papa Francisco quién en su profundo, bello y programático mensaje al Capítulo General nos propuso hacer de lo que él llamó la ‘opción Valdocco’ el referente seguro para confrontarnos con nuestra fuente y origen, y pedir al Señor que nos conceda, como Don Bosco lo pedía, hacer realidad el ‘Da mihi animas, coetera tolle”. Por eso las palabras de don Pascual Chávez nos ayudan a poner la mirada en lo que ha sido y será Valdocco en el presente y futuro, por lo que este nuestro Capítulo General 28, del todo ‘especial’, será valorado en la historia salesiana, muy probablemente, como el Capítulo en el que “hemos sido devueltos a Valdocco para partir de nuevo desde Valdocco!
“Después de 60 años, un Capítulo General se ha desarrollado de nuevo en Valdocco, y esto es ya muy significativo porque es la cuna de nuestro carisma y misión. ¡Aquí se encuentran nuestros orígenes carismáticos, es decir, nuestra originalidad en la Iglesia y en el mundo!
Valdocco nos devuelve al cobertizo Pinardi en aquella Pascua de 1846, después del “viernes santo” en el que Don Bosco sufrió lo indecible por no ver, humanamente hablando, futuro para sus muchachos. ¡Nacimos en aquella Pascua bajo un humilde cobertizo, nuestra primera casa!
Valdocco nos devuelve a Mama Margarita quien, para acompañar a su hijo, dejó I Becchi y todo lo que representaba, se trasladó con él a aquel pobre lugar y durante 10 años hasta su muerte, acaecida el 25 de noviembre de 1856, trabajó con un amor infatigable de madre haciendo de aquel oratorio un verdadero hogar para los muchachos sin familia.
Valdocco nos devuelve a Domingo Savio que, llegado en 1854, en solo dos años y medio bajo la sabia guía de Don Bosco, alcanzó un profundo grado de santidad a través de la pureza de vida, una intensa experiencia de Dios, la caridad apostólica, el cumplimiento de sus deberes, fundando así mismo la Compañía de la Inmaculada que llegaría a ser, dos años más tarde de su muerte, el semillero del cual nació la Congregación Salesiana.
Don Bosco nos devuelve a los grandes amigos y colaboradores de Don Bosco como san José Cafasso, la Marquesa de Barolo, san Leonardo Murialdo, san Luís Guanella y los primeros salesianos, aquellos que hicieron realidad su triple sueño: ver cómo los lobos se transformaban en mansos corderos, cómo los corderos se convertían en pastores, y los pastores, en ardientes misioneros.
Valdocco significa la Capilla Pinardi, primera iglesia del Oratorio; significa la Iglesia de san Francisco de Sales, que podemos considerar como la iglesia de la santidad salesiana, sabiendo que allí han rezado Don Bosco, Mamá Margarita, Domingo Savio, Don Rua, Don Cagliero, Don Rinaldi y los santos arriba mencionados. Es allí donde Domingo Savio fue visto estando en éxtasis.
Valdocco significa la Basílica de Maria Auxiliadora, la Casa de la Madre, el monumento de la gratitud de Don Bosco a Aquella que entre nosotros lo ha hecho todo, desde el sueño de los nueve años cuando le fue dada como Madre y Maestra hasta nuestros días. De allí ha salido su gloria. “Creemos que María está presente entre nosotros dando continuidad a su misión de Madre de la Iglesia y Auxiliadora de los cristianos”. Y en la Basílica se encuentran las urnas de Don Bosco, Domingo Savio, Madre Mazzarello, don Rua, don Rinaldi y los demás Sucesores de Don Bosco.
Valdocco significa la vida de la Congregación esparcida hoy en 134 países del mundo y la vida de toda la Familia Salesiana con sus 33 Grupos reconocidos oficialmente como pertenecientes a ella.
Valdocco representa el punto de partida de todas las expediciones misioneras, desde la primera en 1875 hasta la 150 el año pasado, lo que ha hecho posible que el carisma salesiano llegue a todo el mundo con millares de Salesianos e Hijas de María Auxiliadora que con total generosidad incluso hasta el martirio, han llevado y arraigado el carisma fielmente como lo demuestra la fecundidad vocacional, el aumento de las presencias, la santidad de los hermanos, de los jóvenes y de los miembros de la Familia Salesiana.
Pido a nuestra Madre Auxiliadora, ante cuyo altar de su casa de Valdocco tanto hemos orado, que nos siga alcanzando del Señor la gracia y el don de la fidelidad, para que se haga realidad en nosotros lo que dice la Sagrada Escritura: “Lo que aprendisteis, oísteis y visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros” (Flp 4,9). Que Don Bosco, desde Dios, siga cuidando de su Congregación y de su Familia Salesiana. Amén.
Con verdadero afecto y con la promesa de mi oración por todos les saluda,
P. Ángel Fernández A.,SDB
Rector Mayor