El Sistema Preventivo en el tiempo de la Globalización
Queridos/as Participantes al Encuentro Regional de Marginación sobre “La Atención a Jóvenes en situación de alto riesgo”:
Sin negar que se trata de un ‘hecho humano’, como lo ha definido Juan Pablo II°, y que como tal no es ni bueno ni malo, puesto que su bondad o su maldad dependen de la finalidad a cuyo servicio se pone, lo cierto es que la globalización está produciendo una acumulación de riqueza en algunos pocos (paises, grupos sociales, individuos) a costa de un empobrecimiento creciente de las mayorías.
Para ilustrarlo bastaría pensar en la escalofriante, escandalosa e inhumana diferencia entre el hombre más rico del mundo (Mr. Bill Gates, con una fortuna personal de cerca de 60,000 millones de dólares) y la persona más pobre del planeta, esa que no tiene absolutamente nada para vivir. Se quisiéramos encontrar un icono para visualizar esta escena podríamos acudir a la “Parábola del Rico Epulón y el Pobre Lázaro” (Lc. 16, 19-31).
Por supuesto este cuadro alcanza dimensiones dramáticas cuando comparamos los paises más ricos, llenos de todos los bienes de la globalización (las nuevas tecnologías informáticas y telemáticas, la new economy, la interpenetración de las culturas, y la así llamada ‘sociedad de la información), con paises que viven en estado de lucha por la sobrevivencia, allí donde se acumulan todas las secuelas de la pobreza.
Podemos afirmar con toda razón que lo que se ha obtenido con este modelo social es la globalización de la pobreza.
Neoliberalismo o el Rostro In-Humano de la Globalización
Es cierto que el mal de la globalización se atribuye a su maridaje con el neoliberalismo, una forma de capitalismo salvaje, que la está convirtiendo en una versión refinada de colonialismo1, por el que las naciones poderosas llevadas por el afán de lucro, a través del libre mercado, se aprovechan de las naciones débiles haciéndolas cada vez más pobres y dependientes.
Estamos pues ante una globalización en el que la dimensión económica ha acabado por absorber la dimensión cultural, ética, antropológica, y política, aquellas que representarían la cara buena de la globalización.
Hoy por hoy la cara de la globalización es inhumana e injusta por la sencilla razón de que des-humaniza, privando a millones de gente a la pérdida de su dignidad humana al privarlos de las condiciones que les harían tener una vida humana digna.
Como todo tipo de injusticia, la gobalización daña a todos: a los que la gobiernan porque los hace in-humanos (no-humanos), a los que la sufren porque los des-humaniza.
Me viene a la mente el texto de Isaías en que describe la pasión del Siervo de Yahvé: «Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre ni tenía aspecto humano» (Is 52, 14). Ojalá que, como en el cántico del Profeta, este siervo se convierta en medio de salvación.
Las protestas de organizaciones que luchan contra la globalización, consideradas ya por los sociólogos como el primer gran movimiento de contestación del siglo XXI2, dejan ver que la pobreza tiene sus límites y puede revertirse contra quienes la han provocado o exacerbado o permanecido indiferentes e inactivos ante ella. 3
Nada extraño que ante estas reacciones se empieze a hablar ahora del “rostro humano de la globalización”, convencidos no sólo de que por ahora no tenemos un sistema mejor sino, sobre todo, de que las protestas, violentas o no, no resuelven nada y que, por consiguiente, hay que buscar alternativas. Como afirma el ExPresidente de la Comisión Europea, Jacques Delors: “Rebelarse contra el actual desequilibrio internacional es un derecho sacrosanto. Pero rompiendo escaparates no se construye una alternativa. Es tiempo de propuestas”.4
Esto es lo que quiere hacer un encuentro como el nuestro y para ello nos puede resultar sugerente la Doctrina Social de la Iglesia que el Papa ha asumido en sus orientaciones al respecto.
Precisamente porque la globalización es un hecho humano queda sometido a los principios de la moral personal y social a fin de legitimarse, de acuerdo aquella afirmación “que ningún regimen que no proporciona a los seres humanos ninguna razón humana para cuidarse entre sí no puede preservar por mucho tiempo su legitimidad”.5
El Santo Padre, partiendo de la Doctrina Social de la Iglesia, ha insistido en tres principios fundamentales:
Globalización de los Derechos Humanos
Es evidente que el primer principio que debe regir la globalización, para que deje de ser un fin en si mismo al que se sacrifican – a la manera de un dios moloch – las personas y se convierta en un medio que favorezca la humanización del mundo “es el valor inalienable de la persona humana, fuente de todos los derechos y de todo orden social”.6
Esto significa tomar en serio los derechos de los más débiles de la sociedad y promover una auténtica cultura de la vida ante esta anti-cultura de la muerte que está imperando.
A la globalización de la economia debe corresponder la globalización de los derechos humanos.
Globalización de la Solidaridad
El principio arriba enunciado nos lleva necesariamente a contraponer la globalización de la pobreza que está generándose con la globalización de la solidaridad.
Esto significa la preferencia por los excluidos, por los más pobres, por los que no tienen voz y no ‘cuentan’ más que como estadística para medir el número de excedentes que no puede integrar el actual (des)orden económico.
No se puede permanecer indiferente ante el empobrecimiento de continentes, paises, suburbios.
A la globalización de la pobreza debe corresponder la globalización de la solidaridad.
Globalización de la Subsidiariedad
En fin, en un mundo que se transforma cada vez más, al menos en cierto sentido, en una aldea global, con su tendencia a homogeneizar culturas y borrar la diversidad, es un imperativo a no hacer de la globalización “una nueva versión del colonialismo”.
Todo proceso de integración, como el que favorece la globalización, será realmente benéfico cuando se supere el monocentrismo cultural y económico y se cultive el policentrismo cultural y la distribución de la riqueza.
A la globalización del Centro de poder y de decisiones corresponde la globalización de la subsidiariedad.
En base a estos principios, podemos crear alternativas que hagan más humano el rostro de la globalización.
Es indudable que, a nivel mundial, se deben hacer reformas estructurales y
escribir un nuevo derecho internacional. Es indudable, con todo, que los grandes problemas macrocósmicos se van resolviendo en el microcosmos de nuestra vida y de nuestras obras educativo-pastorales. Es allí donde deben comenzar a gestarse y crecer las propuestas alternativas.
Los Salesianos tenemos en la historia de la Congregación y en el Sistema Preventivo una grande riqueza que podemos y debemos capitalizar para ir dando rostro humano a la globalización.
La respuesta de Don Bosco a la Revolución Industrial, de fines del siglo XIX, no consistió en un debate académico sino en su fantasía pastoral para salir a las calles, acoger a los chicos y jóvenes que venían del campo y quedaban expuestos a la explotación, hacer contratos con los patronos que aseguraran los derechos de estos muchachos, y, sobre todo, ofrecerles una experiencia educativa que los habilitara para triunfar en la vida.
Siguiendo este ejemplo luminoso, hoy son cientos los Salesianos, Miembros de la Familia Salesiana, Educadores, Pedagogos, Psicologos, Voluntarios que trabajan a favor de los niños obreros, de los adolescentes soldados, de los niños utilizados en el turismo sexual, de los chicos de la calle. Una vez más, no son los muchos discursos ni las protestas – aun conservando su valor – la mejor respuesta a la problemática social.
La genialidad del Sistema Preventivo está vinculada, en primer lugar, a la experiencia espiritual y educativa de Don Bosco. En efecto, éste tuvo como opción fundamental la educación de la juventud pobre, abandonada y en peligro.
Quizá el elemento más innovador consiste en la centralidad del joven y en el esfuerzo por evitar que caiga en experiencias negativas que puedan poner en peligro su salud, su vida, su realización como persona humana, su felicidad eterna, y por hacer que pueda desarrollar todas sus dimensiones hasta lograr la plenitud y su felicidad en Cristo.
Por eso Don Bosco no se preocupaba tanto por la regeneración social de los muchachos cuanto por su educación buscando tocar los recursos interiores y suscitar energías de bien en cada joven, incluso los más frágiles.
Aplicar el Sistema Preventivo en el tiempo de la Globalización significa reafirmar la opción, más que nunca actual, a favor de los jóvenes más pobres, abandonados y en situación de riesgo, que por desgracia se multiplican cada día como consecuencia del modelo social imperante.
Implica además crear un estilo de relaciones – eso que Don Bosco llamaba ‘amorevolezza’ – entre el educador y el educando caracterizado por la bondad y el espíritu de familia, al tiempo que se propone un sistema de valores que permitan al joven adquirir los elementos necesarios para construir su futuro.
Todo es una concreción del Sistema Preventivo que, por naturaleza, es una experiencia de solidaridad, dirigida a formar – con palabras de Don Bosco – “honrados ciudadanos y buenos cristianos”, esto es, personas activas y responsables, conscientes de su dignidad, capaces de abrir a Dios por la fe y al compromiso por el Reino a favor de los demás.
Nuestras diferentes experiencias de obras de marginación en la Región tienen valor como ‘signo’ de una propuesta alternativa y ayudarán realmente a darle rostro humano a la globalización si somos capaces de crear hombres solidarios y de tejer una red de solidaridad.
Pascual Chávez Villanueva, SDB
Roma – Julio 2001
1 Ha sido el mismo Juan Pablo II° quien ha llamado la atención sobre este peligro: “La globalización no debe ser una nueva versión del colonialismo” (Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, 27 de Abril de 2001).
2 Es un movimiento que tiene ya si no nombre sí etiqueta, pues ha sido bautizado como “el Pueblo Seattle” aludiendo a la grande manifestación de protesta realizada en esa ciudad contra la globalización en una reunión del FMI. Esas protestas se han continuado en Davos en la reunión de la Organización Mundial del Comercio, en Barcelona en la frustrada reunión del Banco Mundial, en Génova en la reunión del Grupo de los Ocho países más ricos del mundo.
3 Un personaje tan poco sospechoso como el antiguo Presidente del Fondo Monetario Internacional, Michel de Camdessus, declaró: “la pobreza puede hacer saltar todo el sistema”.
4 Semana Internacional, 9 de Junio de 2001.
5 Richard STENNET, citado por Alejandro Llano en “La otra cara de la globalización” (El País, 27 de Junio de 2001).
6 Juan Pablo II, quien añade: “El ser humano debe ser siempre fin y nunca medio, un sujeto y no un objeto, y tampoco un producto comercial”, en su Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, 27 de Abril de 2001.