EN EL AYUNTAMIENTO DE SALAMANCA
Ilustrísimo Sr. Alcalde Don Julián Lanzarote Sastre
Distinguidos amigos,
Si es ya todo un placer para los ojos y una meditación para el espíritu realizar una visita a Salamanca, ser nombrado y recibido como “visitador distinguido” es un honor que agradezco y que pretendo valorar en profundidad y bajo diversos aspectos.
Valoro la distinción por quien me la otorga: La Ciudad de Salamanca en la persona de su representante, Don Julián Lanzarote Sastre, su Ilustrísimo Sr. Alcalde.
Hablar de Salamanca es hablar de su vocación universal expresada en su riqueza de humanismo y de cultura. Así lo atestiguan sus más de 2000 años de historia y los casi ocho siglos de su celebérrima universidad (1218). Si la riqueza de su patrimonio artístico nos habla de historia y de un glorioso pasado, ha sido la amplitud del saber de sus hombres y su profundo humanismo la mayor aportación que Salamanca ha hecho a la cultura universal.
Arte y saber son dos títulos de gloria que han sido reconocidos mundialmente a Salamanca con los nombramientos de “Ciudad Patrimonio de la Humanidad” en 1988 (por la UNESCO) y “Ciudad Europea de la Cultura para el presente año 2002” (28 de mayo de 1998).
Como Latinoamericano, hijo de México siento el honor y el deber de destacar y reconocer el papel que Salamanca y su Universidad desempeñaron en la organización administrativa, política, social, cultural y religiosa del Continente Americano. Con la lengua castellana, ya normalizada por su primera Gramática, obra del Catedrático Antonio de Nebrija, recibimos la fe, los cánones y las primeras leyes que trataban de garantizar la dignidad de los hombres y mujeres de pueblos apenas descubiertos.
Si el proyecto de Colón se sometió al veredicto de los doctores de Salamanca que apoyaron la idea ante los Reyes Católicos -Diego de Deza prior de San Esteban-, sus teólogos ofrecieron la aportación decisiva a la legislación derivada del Concilio de Trento y al sentido internacional del Derecho. Francisco de Vitoria, sensibilizado ante la realidad americana y ante la violencia de algunos de los conquistadores, elabora en su cátedra salmantina el “Derecho de gentes” origen y precursor del que más tarde se conocerá como derecho internacional.
La
circunstancia no requiere el recordar ahora la ingente pléyade de
hombres ilustres que han destacado en las más variadas ramas del
saber y que han honrado las aulas de las prestigiosas facultades
Salmantinas. Desde Fray Luis de León a Miguel de Unamuno, Salamanca
ha contado siempre con pensadores, poetas, filósofos, teólogos,
sabios de primera línea que han iluminado al mundo con su saber y
compromiso.
En el 2002 Salamanca es oficialmente reconocida como
lugar de encuentro cultural, espacio tolerante y abierto, ideal para
el cultivo de la mente y del espíritu. Porque nobleza e historia
obligan, Salamanca ha de aceptar el desafío de hacer honor a sus
figuras señeras del pasado, comprometiéndose con el hombre
(humanismo) de hoy potenciando el debate y la reflexión en busca de
nuevos cauces para defender y garantizar la dignidad de todo ser
humano, sobre todo del más débil y menospreciado. ¡Qué duda cabe
que nos encontramos ante la necesidad de un nuevo Derecho
Internacional! Este es mi primer voto de agradecimiento a la ciudad
que hoy me honra como visitante distinguido.
A
pesar de haber sido durante un tiempo ciudadano de esta “muy
culta” ciudad y de haber obtenido aquí el grado de doctorado en
Ciencias Bíblicas, soy muy consciente que la distinción que recibo
no se debe a particulares méritos personales, sino a la
representación que en estos momentos ostento: Rector Mayor de los
Salesianos, IX sucesor de San Juan Bosco. Entiendo esta distinción
como un reconocimiento público a la labor que los sencillos hijos de
Don Bosco han realizado a favor de los jóvenes de Salamanca durante
este siglo de convivencia, entrega y colaboración.
Hace ya más
de cien años que la Congregación Salesiana se hizo también
Salmantina. Y creo que con acierto ha captado el espíritu de este
pueblo y ha sabido hacer camino con sus gentes, cultivando la
dimensión educativa y cultural de sus jóvenes. Los Antiguos Alumnos
Salesianos esparcidos por el mundo nos hablan también de pasado
glorioso. También a nosotros nos obliga la historia y queremos hacer
de este momento un compromiso. La cultura juvenil es un constante
desafío para todas las instancias educativas. La Congregación
Salesiana, que tiene como carisma la educación y como destinatarios
los jóvenes, quiere estar en primera línea ofreciendo tanto su
experiencia educativa como su capacidad de entrega, por ello ante
ustedes renuevo la voluntad de la Congregación Salesiana de seguir
colaborando con todas las instancias, sociales, civiles y
eclesiásticas para buscar respuestas educativas, modernas y
coherentes para la juventud salmantina.
Agradecemos su apoyo y cercanía y le pedimos que sigan confiando en nosotros.
Muchas gracias.
Salamanca, 25 mayo 2002.