A los jóvenes del Movimiento Juvenil Salesiano
Mensaje del Rector Mayor
Turín, 31 de Enero 2003
Queridos jóvenes
Me dirijo a vosotros en la fiesta de nuestro amado Padre. Mi primer pensamiento es de agradecimiento al Señor por el precioso don que nos ha regalado en Don Bosco, padre espiritual de los jóvenes y de toda la Familia Salesiana, maestro y modelo de santidad. Es la primera vez que os escribo y lo hago de corazón, como lo habría hecho Don Bosco y como lo hizo repetidas veces Don Vecchi siendo Rector Mayor.
Quisiera hacerme portavoz de todos los Salesianos, recordando ante todo a cada uno de vosotros las palabras que os han escrito los participantes al último Capítulo General de la Congregación: “Queremos estar con vosotros y para vosotros... Estamos con vosotros en la búsqueda del Amor, que da sentido pleno a la vida y produce felicidad... Queremos deciros que las puertas de nuestros corazones y de nuestras casas están siempre abiertas para vosotros” (Documentos del Capítulo General 25, Mensaje a los jóvenes, n. 139). Es una expresión de nuestro deseo de permanecer fieles a la misión que nos ha sido confiada y un compromiso renovado que nos exige a todos un continuo esfuerzo de apertura, de acogida, de dialogo y de comprensión. Precisamente en esta línea he propuesto a toda la Familia Salesiana para el año 2003 el aguinaldo de la comunión: “Hagamos de cada familia y de cada comunidad la casa y la escuela de la comunión”.
Queridos jóvenes, a vosotros también os confío esta misma consigna para el año que estamos comenzando: ¡Creed en el Dios-Trinidad, en el Dios-Comunión, construid la comunión a todos los niveles, vivid en comunión con los demás jóvenes, sed testimonios ante el mundo de la profecía de la comunión!
Vuestra vida de cada día es una vida de encuentro y de relación con tantas personas. A veces construir acuerdo y comunión resulta más fácil, otras veces es más difícil. La amistad entre coetáneos, la vida de grupo, el intercambio de experiencias son signos evidentes de que estamos hechos para el encuentro y la comunión. Pero si miramos a nuestro mundo inquieto y afanado, nos damos cuenta de lo difícil que resulta vivir en comunión entre las personas, entre los pueblos y las naciones. Es por eso que al inicio del nuevo año el Papa nos ha invitado a ser constructores infatigables de la paz: “Pacem in terris: compromiso permanente”, promoviendo los valores de la libertad y de la verdad, de la justicia y del amor, precisamente porque la convivencia pacífica entre las personas y los pueblos exige un compromiso constante y continuo.
En el Forum Internacional del Movimiento Juvenil Salesiano (MJS), celebrado en el año 2000, entre las conclusiones y los compromisos que asumisteis, vosotros mismos señalasteis la importancia de la comunión y de la coordinación. Recordándoos, pues, estas conclusiones, os invito a comprometeros concretamente en la construcción de la comunión.
Construid la comunión ante todo en vuestros ambientes diarios de vida. La comunión en familia, con la acogida y el respeto recíproco entre padres e hijos, entre jóvenes y ancianos; considerad las diferencias generacionales como una posibilidad de crecimiento y de enriquecimiento y no un motivo de conflicto y de disputa. La comunión en vuestros ambientes de estudio y de trabajo, en los que, con frecuencia, prevalece más bien la lógica de la indiferencia y del abuso de poder. La comunión en los ambientes educativos que frecuentáis, superando las posibles incomprensiones y rivalidades. Don Bosco deseaba que en todas sus obras se viviese el “espíritu de familia”, para que todo joven se sintiese a sus anchas y pudiese encontrar en ellas un ambiente positivo de amistad serena y de sencilla confianza.
Construid la comunión en el Movimiento Juvenil Salesiano: éste es por definición el lugar de la comunión de todos los grupos y asociaciones salesianas que se reconocen en la misma espiritualidad y en el mismo compromiso educativo. Trabajad para que a todos los niveles y de la forma más oportuna, el MJS sea un espacio de comunicación y participación, una posibilidad de intercambio para realizar iniciativas comunes, propuestas coordinadas, proyectos compartidos.
Construid la comunión en la Iglesia local, participando activamente en las propuestas y en las iniciativas programadas a favor de los jóvenes. Procurad estar presentes en los organismos de coordinación de la pastoral juvenil diocesana, aportando en ellos la originalidad y la riqueza del carisma salesiano. Colaborad con otros grupos, asociaciones y movimientos eclesiales, procurando trabajar juntos para el bien de tantos chicos, chicas y jóvenes.
Construid la comunión también en el lugar en que vivís y en la sociedad civil en la que estáis insertos. Ante cualquier forma de intolerancia y de cerrazón, sed promotores de diálogo y de apertura. Sed acogedores con todos, sobre todo con los más débiles y los más pobres. Comprometeros a crear una cultura de acogida y de solidaridad. Estad presentes también en aquellos lugares en los que se elaboran las orientaciones y en los que se toman las decisiones para bien de toda la sociedad.
Éste es también el compromiso que os confiaba el Papa en la Jornada Mundial de la Juventud en Toronto, cuando os decía: “La expectativa, que la humanidad va cultivando entre tantas injusticias y sufrimientos, es la de una nueva civilización marcada por la libertad y la paz. Pero para esa empresa se requiere una nueva generación de constructores que, movidos no por el miedo o la violencia sino por la urgencia de un amor auténtico, sepan poner piedra sobre piedra para edificar, en la ciudad del hombre, la ciudad de Dios. Queridos jóvenes, permitidme que os manifieste mi esperanza: esos "constructores" debéis ser vosotros. Vosotros sois los hombres y las mujeres del mañana; en vuestro corazón y en vuestras manos se encuentra el futuro. A vosotros Dios encomienda la tarea, difícil pero entusiasmante, de colaborar con él en la edificación de la civilización del amor. (Toronto, Discurso de Juan Pablo II en la Vigilia del Sábado 27 de Julio 2002, n.4)
Queridos jóvenes, os dais cuenta que construir la comunión es un compromiso exigente, que pide fortaleza interior y formación continua. La comunión se construye ante todo en el propio corazón y en la propia vida. Nos puede suceder a todos el que no estemos en comunión con nosotros mismos, que nos sintamos fragmentados, divididos, sin paz interior. Nuestro ritmo de vida, a menudo frenético y apremiante, nos puede conducir a la inquietud y a la dispersión. Hemos de vigilar continuamente para que nuestra vida de cada día encuentre de nuevo el camino hacia la unidad.
Como creyentes, recordad que el secreto y la fuerza para ser hombres y mujeres de comunión está en el vivir interiormente en comunión con Dios, a través de una amistad y de una relación personal con Jesucristo. ¡Conocedlo, amadlo, familiarizaros con Él! A partir de esta amistad profunda y auténtica con Cristo, os será más fácil construir y testimoniar la comunión en cualquier ambiente y en cualquier lugar de vida.
Queridos jóvenes, os invito a mirar a María, Madre de la Iglesia y de la Familia Salesiana. Ella, que ha vivido en íntima comunión con su Hijo Jesús, ha sido también la que ha participado en el nacimiento de la Iglesia, experiencia de comunión para todos los creyentes y centro de unidad para todos los hijos de Dios. El año que estamos viviendo (octubre 2002 – octubre 2003) ha sido proclamado por el Papa “Año del Rosario”: recoged su invitación a redescubrir esta oración mariana y cristológica; aprended con María y desde ella a contemplar el misterio de Cristo; rezad el rosario personalmente, en familia, en vuestros grupos; valorad el rosario, “oración orientada por su misma naturaleza a la paz” (Rosarium Virginis Mariae, n. 40), para pedir el don de la concordia y de la paz, de la reconciliación y del perdón, de la comunión entre los hombres, los pueblos y las naciones.
Concluyo este mensaje anunciándoos un aniversario que recordaremos de modo especial el próximo año, 2004: el 50 aniversario de la canonización de Domingo Savio. Podemos decir que Domingo fue de los primeros miembros del Movimiento Juvenil Salesiano, aunque entonces las asociaciones salesianas llevaban otro nombre; en él podemos descubrir la meta a la que todos estamos llamados por el Señor: “una medida alta de la vida cristiana ordinaria” (NMI, n.31).
Que el compromiso que os confío de construir la comunión haga al MJS más fuerte y preparado para asumir con especial intensidad esta propuesta de santidad juvenil.
D. Pascual Chávez V.
Rector Mayor, IX sucesor de Don Bosco
Turín, 31 de enero 2003