HOMILÍA FINAL DE LAS JORNADAS DE ESPIRITUALIDAD DE LA FAMILIA SALESIANA 2021
Mis queridos hermanos y hermanas de toda esta nuestra Familia de Don Bosco. Nos encontramos celebrando lo más sagrado que tenemos como cristianos: La Eucaristía, misterio de presencia real y actual de nuestro Señor, que hoy es presencia, gracia y bendición para todos nosotros, y muchos más, en todo el mundo.
Y lo hacemos en esta Basílica del ‘Sacro Cuore’ de Jesús, esta basílica en la que nuestro Amado Padre Don Bosco puso su energía casi hasta el momento límite de su muerte (siete meses después de la consagración de la misma).
Y hoy la Palabra que nuestro Dios nos regala es preciosa y llega al corazón. Tiene tanto que ver con nosotros…¡¡¡
Los discípulos de Juan se interesan por Jesús, se acercan a él y él les pregunta, ¿qué buscáis? Ellos responden diciendo que quieren saber de él, empezando por saber dónde reside, donde le pueden encontrar para hablar con él.
La respuesta del Señor es todo un modelo de propuesta de vida y de propuesta vocacional: Venid y veréis. Fueron y se quedaron un día, y luego toda la vida, con él. Él acabó dando sentido a su vida. Qué hermoso me parece esto. Llenó de plenitud sus vidas, las llenó de sentido..
¿Qué les dijo? ¿Qué les entusiasmó de la persona de Jesús? ¿Qué vieron? No sabría responder, pero lo que sí me parece cierto es que colmó su sed de sentidos, sus búsquedas. Y de hecho, aún entre tanta confusión somos millones y millones de personas quienes buscamos o hemos buscado (y felizmente encontrado) una verdad que dé sentido a la vida, que satisfaga, que libere de la insatisfacción de las pequeñas o medianas verdades, de las pequeñas y vacías satisfacciones; sobre todo se buscar a alguien en quien confiar, en quien abandonarnos completamente, que sea referencia de nuestras vidas.
QUÉ IMPORTANTE ES SABER DISTINGUIR LAS LLAMADAS, y quién nos llama entre tantas voces y ecos
Que afortunados podríamos sentirnos cada uno de nosotros como miembros de nuestra Familia Salesiana, como creyentes, como Iglesia, si hemos sentido, y sentimos en la actualidad, como Samuel, primera lectura, una voz que le llama, que le saca del sueño: del sueño de la rutina, de los cansancios porque nos falta horizonte en la vida; del sueño del estar centrados solo en nosotros mismos y en lo más inmediato, en lo cómodo, en lo que no nos deja vivir con pasión la vida y la entrega a los demás…
Es fácil confundir la voz con los ecos, diría Antonio Machado, y no descubrir, de inmediato quién nos llama como sucedía en la primera lectura con el joven Samuel; no percibir quién nos dice “venid y veréis”.
Hace falta atención continuada reiterada. Hace falta querer estar en atenta espera, en escucha. Hace falta no consentir que no haya novedad en nuestras vidas, o que ya nada nos sorprenda positivamente como paso de Dios por nuestras vidas.
Quedarnos con Jesús
Jesús sigue preguntándonos, personalmente y como familia de Don Bosco ¿qué buscáis? Y sigue ofreciéndose como respuesta: venid y veréis. Porque somos llamados a seguirle. Esa es nuestra vocación de cristianos. Esa es nuestra misión como Familia Salesiana. Decirle sí en lo cotidiano de nuestra singular vocación como laico, como esposos, como padres, como consagrados, como consagradas, como presbíteros…
En definitiva, centrarnos en lo que nos plenifica, en lo que da sentido a nuestro vivir. Para ello escuchamos, meditamos la Palabra de Dios, y nos dejamos interpelar por el Señor que nos habla en su palabra escrita, escuchada y meditada; en su palabra que pasa a través de la mediación de los hermanos, del acontecer cotidiano. A través también de los pobres, de los últimos, de los descartados, de los predilectos de Dios, esos que nos procederán en el Reino de los Cielos, aunque nosotros hacemos nuestra peregrinación con serenidad y Paz puesto que intentamos ser de los que reconocemos al Señor en el hermano caído o necesitado, en el que está solo o enfermo o tiene hambre.
El Señor nos llama e invita a conocerlo más y mejor, a estar con él, a seguirlo. Vivir con Jesús al vivir en nuestra cotidianeidad, según la propia vocación de cada uno de nosotros, debe ser la razón de nuestra existencia.
Te pedimos Señor que se cumpla en nosotros lo que sucedió con los discípulos de Juan. Hoy, esos discípulos queremos ser nosotros, familia salesiana de Don Bosco y escucharte decir: Venid y veréis; Y que se pueda decir de nosotros seguidamente que ‘fuimos, vimos y nos quedamos con Jesús’.