DOMINGO 17 AGOSTO.- n.29
CENTENARIO DE LA MUERTE DE MADRE ANGELA VALLES
“LA PRIMERA ENTRE LAS PRIMERAS MISIONERAS DE SAN JUAN BOSCO”
Queridos hermanos y hermanas, queridos amigos y amigas de la Familia Salesiana, mis queridos jóvenes: hoy deseo reflexionar con vosotros acerca de la figura de Madre Angela Vallese en el centenario de su muerte que es hoy, domingo 17 de agosto. Ella fue una de las cinco hermanas que formaron parte de la primera expedición misionera de las Hijas de María Auxiliadora, el 14 noviembre 1877, junto con la tercera expedición de los salesianos para América.
Angela nace en el pueblecito de Lu Monferrato (Provincia di Alessandria) de una familia humilde y buena, el 8 de enero de 1854, año de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción, fecha que a ella le gustaba recordar frecuentemente por ser para ella un estímulo para ‘conservarse pura y mantenerse lejos de todo peligro y de la vanidad del mundo’.
Para conocer más de cerca los orígenes familiares y la llamada vocacional de esta grande prionera de las misiones, os invito a leer su vida, de la que se podrían aprender muchas virtudes humanas y espirituales: Amor a Dios y al prójimo, mujer fuerte con una gran Fe y abandono en la Providencia, intenso ardor apostólico y misionero, humilde y animosa...
Pero quiero presentar un aspecto de Madre Ángela por medio del testimonio de una de las misioneras. Dice así: “Me conmueve todavía hoy –dice una de ellas- al recordar cuando, poco tiempo después de haber llegado de Italia, la encontré en uno de los gélidos pasillos de la Casa de Puntarenas, donde las desiguales paredes de madera estaban abiertas a cada soplo de viento. Apenas me ve, me recibe con una sonrisa de bondad y me dice: “Hija mia, ¿tienes mucho frío?... y me tomaba maternalmente mis manos entre las suyas, para que entraran en calor. Y aquel toque delicado de sus pobres dedos con poca carne y sangre, me había calentado el corazón...”
Un testimonio que expresa el calor de su materna caridad, el preocuparse por los otros, el afecto, una dulzura atenta y siempre despierta.
Y a nosotros, miembros de la Familia Salesiana, llamados a vivir la dimensión misionera en nuestro cotidiano,¿ qué nos dice todavía un testimonio como el de Madre Angela?
Os saluda con todo cariño, Angel. Rector Mayor