Saludo del Rector Mayor al Capítulo General XXIII del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora
Muy
Querida Madre Yvonne, Mis queridas Hermanas Capitulares:
Es para
mí un honor y una alegría poder estar presente entre vosotras, en
este inicio del XXIII Capítulo General del Instituto de las Hijas de
María Auxiliadora, en un momento histórico tan especial, como es el
inicio de la celebración del año Bicentenario del nacimiento de Don
Bosco, en este año que comenzaremos dedicado a la Vida Consagrada, y
en representación no sólo de la Congregación Salesiana, sino de
toda nuestra Familia extendida por el mundo, por más que los
diversos hermanos y hermanas de cada ‘rama’ de este gran árbol,
se hagan presentes de muchas maneras.
Por medio de estas
palabras, quisiera unirme a todas vosotras en la Acción de
Gracias al Señor porque, en su Espíritu, sigue haciendo cosas
grandes en su Iglesia, en nuestra Familia Salesiana, y de manera muy
particular lo seguiréis comprobando al miraros como Instituto de las
Hijas de María Auxiliadora, ‘monumento viviente a María’.
Quiero,
al mismo tiempo, expresar nuestra fraternidad y comunión, diciéndoos
que no sólo la Congregación Salesiana en el mundo, sino toda la
Familia Salesiana que formamos, estamos con vosotras, nos unimos a
vuestra plegaria, a vuestras búsquedas de estos meses, y a la
esperanza con la que afrontáis esta llamada del Espíritu Santo que
es vuestro CG XXIII.
Finalmente, me permito compartir la
comunión que he sentido al leer la visión que habéis proyectado en
el Instrumento de Trabajo, fruto de las aportaciones de los
capítulos inspectoriales y de la elaboración de las dos
comisiones.
Comienzo por subrayar cuánto me ha agradado lo que
varias veces se expresa en dicho documento y en la última carta de
la Madre: esa conciencia de haber sido llamadas a testimoniar hoy la
fuerza profética del espíritu salesiano vivido en Valdocco y en
Mornese por Don Bosco y Madre Mazzarello, y que a las puertas de este
CG XXIII se concreta en el tema: “essere oggi con i giovani casa
che evangeliza”. En este sentido, cada Capítulo General es una
maravillosa oportunidad para ponerse en marcha y poner “los medios
necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y
misionera, que no
puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una “simple
administración”. Constituyámonos
en todas las regiones de la tierra en un “estado
permanente de misión”[1], nos
dice el Papa Francisco.
Así hemos intentado vivir nosotros sdb
nuestro CGXXVII, y estoy convencido, Hermanas, que este es vuestro
deseo actual viviendo “como un tiempo de novedad del Espíritu
Santo la celebración del CGXXIII, en la certeza de que no sólo las
194 FMA reunidas en Roma desde el 8 de septiembre al 15 de noviembre,
sino cada FMA è sollecitata ad accompagnarne il percorso da
vicino”[2].
Sin
duda, inmersas en los diálogos y las reflexiones, bajo la guía del
instrumento de trabajo, os dejaréis orientar por la perspectiva a la
que invita nuevamente el Papa, de las periferias
geográficas y existenciales de la misión confiada a las Hijas de
María Auxiliadora,
con una mirada preferencial por los pobres, por los últimos, mirada
que, sin duda, tocará una vez más vuestros corazones e invitará a
procesos de cambio y de conversión pastoral. Porque es muy cierto,
Hermanas, -y así se lo manifesté a la Asamblea de nuestro CG27-,
que los jóvenes, y en especial los más pobres, nos
evangelizan. Ellas y ellos son y han de ser “il
nostro roveto ardente” (Cfr. Es 3,2) y
por medio de ellos nuestro Dios nos habla, y en las jóvenes, los
jóvenes, nos espera. Se
stiamo con loro e in mezzo a loro, sono essi i primi che ci fanno del
bene, ci evangelizzano e ci aiutano a vivere veramente il Vangelo col
carisma salesiano.
Y
es el mismo Señor quien nos invita a todos, a todas y siempre, a la
renovación y conversión, de modo que antes de abandonarse en
programaciones y estrategias, tendréis necesidad, seguramente, de
hacer experiencia del mismo Señor, aquí en el Capítulo, que invita
a salir e vi impegna a rinnovarvi. Lo que producirá renovación, no
serán, en primer lugar, las programaciones y proyectos sino
mirar la realidad y la Misión con la mirada de Dios[3],
y yo os deseo de todo carazón, Hermanas mías, esta Gracia del Señor
al Instituto como un primer fruto muy importante del Capítulo.
Estoy
seguro que con esa actitud de Fe, dirigiréis vuestra mirada a las
comunidades, a las presencias evangelizadoras y misioneras de cada
una de las Inspectorías en todo el mundo, y junto con las
inevitables limitaciones de todo situación humana, encontraréis
tantos signos de vitalidad, con gioia per la crescita del senso della
comunità educante, con tanti laici e laiche con chi si condivide la
misione… En este contexto me permito compartir con vosotras algo
que llevo muy en el corazón cuando contemplo la Congregación
Salesiana y de alguna manera a nuestra Familia. Se trata de lo
siguiente, Hermanas:
Estoy convencido que todo intento de
radicalidad en nuestra vida consagrada, todo intento por ser
realmente casa que evangeliza, todo intento duradero de opción por
los jóvenes y entre ellos los más pobres, pasa a través de una de
las partes esenciales que constituyen nuestra vida religiosa
salesiana: la fraternidad, puesto que el Señor os ha dado hermanas a
las que Amar, y hemos de seguir creciendo affinché realmente la
nostra vita comunitaria abbia tutta la forza di attrazione che ha la
Fraternità vissuta secondo il Vangelo, fino al punto di essere
‘irresistibile’ nella sua attrazione.
Per
questo, vi confesso che una delle mie maggiori inquietudini, è
quella di pensare, vedere, immaginare, comunicarci in che modo
possiamo camminare nella direzione adeguata, di fronte a questa
realtà, a volte debole. Sorelle, tante volte la nostra comunione di
vita viene sacrificata da altre cose! Mi chiedo, per esempio, perché
noi, che dovremmo essere degli esperti in umanesimo, soprattutto per
la nostra condizione di educatrice, educatori dei giovani, abbiamo a
fianco nelle nostre comunità, a volte nel refettorio o in stanze
contigue, dei confratelli, dei sorelle che sono feriti nel loro
cuore, lacerati dalla solitudine e dalla disillusione, fratelli e
sorelle che hanno voluto essere felici come salesiani, come figlie di
Maria Ausiliatrice, e non lo sono. È vero che questa non è tutta la
realtà, anzi al contrario, però è anche una realtà presente e
dovrebbe bastarci un solo caso, un solo confratello, una sorella
ferita perché sanguinasse il cuore un po’ a tutti. Nel nostro caso
credo che si potrebbe qualificare come peccato, se a parole o coi
fatti o con i silenzi, rispondessimo come Caino di fronte alla
domanda del Signore “Dov’è tuo fratello?” Non lo so –
rispose – Sono forse io il custode di mio fratello?” (Gn 4,9).
Sì, lo siamo! Non custodi, ma curatori di lui.
En
este sentido, siempre me ha impresionado de Madre Mazzarello esa
capacidad de creer en profundidad en el valor de las personas, de
modo que confiando siempre en la Gracia del Señor, su mirada
era realista y optimista en relación a las hermanas que le habían
sido confiadas; su toque (tocco) materno la hace atenta a cada una y
muy capaz de intuir cuándo sería el momento oportuno para
intervenir, para consolar, animar, entusiasmar, corregir. “Sempre
le isa chinarsi sulle persone, cogliendole nella loro situazione
esistenziale con uno stile di delicata amorevolezza”[4].
Secondo
me, y a la luz de toda la historia de nuestro carisma salesiano, una
nostra grande sfida, che fa possibile o dificulta tutta la nostra
rinovazione è questa: Fare delle nostre Comunità un vero spazio di
vita di comunione. Come passare da una vita in comune con momenti
stabiliti, regolamenti, pianificazioni – che certamente ci possono
essere di aiuto – a una vita di comunione? Senza dubbio ciò
supporrà conversione personale e pertanto comunitaria, occorrerà un
impegno affettivo ed effettivo per portare avanti questo intento; si
tratta di un processo che richiede da noi di ammettere che ognuna
delle tappe della nostra vita è un’opportunità per crescere, per
aprirsi alla novità di un incontro più autentico con i altri con la
forza che dà Dio, per rendere più visibile la sua presenza tra noi.
“La fraternità –se lee en vuestro documento-, es en efecto la
profezia che il mondo oggi comprende in modo più immediato[5]”,
y por eso decís también que “nel constesto odierno, tanto
diverso da quello delle origini, continuiamo a vivere lùnica
passione educativa che scaturisce dal da
mihi animas cetera tolle e
dalla consegna a
te le affido. Ci
confrontiamo con la comunità delle origini per attingere ispirazione
per oggi in prospettiva futura. È come un tornare a casa per
ritrovare la propia identità e le propie radici (Circolare n.934)…
La prima comunità di Mornese rispolende agli occhi desi testimoni
como “casa dell’amore Dio” della gioia, del dono di sé, del
silenzio, della semplicità…. e il linguaggio della gioia e
dellàutenticità parla più di molti discorsi ed educa le giovani a
seguire il Signore condividendo lídeale delle loro educatrici”[6].
Y
otro fruto que sin duda se desprenderà de la iluminación del
Espíritu en vuestro trabajo Capitular, creo que será el
movimiento de todo el Instituto, a la luz de vuestros trabajos y
reflexiones, para ser verdaderamente proféticas en vuestras
opciones, en la libertad con la que dejarse llevar por el
Espíritu, en verificar cómo son tantos y tan evidentes los
signos de esperanza, en caminar hacia la capacidad de crecer en una
acogida incondicional con los jóvenes y las jóvenes, con la
singularidad de una maternidad espiritual que encuentra en María, la
Madonna su inspiración, y en Maín un modelo de vivencia real de la
misma.
Sin duda que ese deseo de ser hoy con los jóvenes casa
que evangeliza os pedirá a vosotras, como nos pide a todos en la
vida religiosa, una opción siempre valiente encaminada hacia una
vida en la radicalidad evangélica, en superar nostalgias del pasado
para seguir avanzando hacia un presente y un futuro cargado de
fecundidad.
De todo corazón os deseo, Hermanas queridas, una
renovada audacia que sea fruto, precisamente de esa libertad que
invocáis como palabra iluminadora de vuestro trabajo, cuando,
recogido del Papa Francisco, decís que “Non c’è maggior libertà
che quella di lasciarsi portare dallo Spirito, rinunciando a
calcolare e controllare tutto, e permettere che Egli ci illumini, ci
guidi, ci spinga dove Lui desidera. Egli
sa bene ciò di cui c’è bisgono in ogni época e in ogni
momento”[7].
Que
el Espìritu sea el verdadero protagonista de vuestro CG XXIII. Os
acompaño y acompañamos, toda la Familia Salesiana en este momento
especial, importante y de Gracia. Contáis con nuestro afecto y
oración, e invocamos a la Auxiliadora para que os siga cuidando como
Hijas muy queridas, y a Don Bosco y Madre Mazzarello para que con su
intercesión ante el Padre y su protección, podáis far risplendere
nell’oggi quel Monumento vivente di riconoscenza
all’Ausiliatrice.
Que al igual que aquellos discípulos que en
el camino de Emaús han vivido una experiencia de vida
transformadora, vosotras tengáis la fuerza de adherir totalmente a
la persona de Jesús y asumir con gozo la misión que os asigna:
continuar su presencia y ser Buena Noticia con los jóvenes y
para los jóvenes, como discípulas misioneras, haciendo siempre
sentir a todos, a todas, el estar en casa y viendo en el encuentro
con los jóvenes el lugar apostólico del encuentro con Jesús[8].
Que
el Señor os bendiga. Que seáis realmente hoy con los jóvenes casa
que evangeliza.
Feliz y fructuoso Capítulo General.
[1] EG 25, citando al mismo tiempo la V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida), 201 y 551
[2] Carta 947 de la Madre (Castelgandolfo, 16 julio 2014)
[3] Instrumento de trabajo del CGXXIII, Nº 12
[4] CON TE, MAIN, SUI SENTIERI DELLA VITA. Sussidio Progetto Mornese. Istituto Figlie di Maria Ausiliatrice, 121
[5] Strumento di lavoro, nº 56
[6] Strumento di Lavoro, nº 49
[7] Evangelli Gaudium, 280
[8] Strumento di lavoro, nº 7