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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 426
sentimientos del Hijo en el corazón de los jóvenes. Pero Dios respeta
nuestra libertad, y por tanto, la formación; lejos de ser una empresa
«en un único sentido», necesita nuestra respuesta a la llamada de Dios.
Inserta en la formación hay una dinámica de llamada y respuesta, un
diálogo entre dos libertades y dos amores. La formación es una obra di-
vina en la que estamos llamados a colaborar. Tanto es así, que nuestras
Constituciones ven la formación como respuesta a la vocación (C 96).
Precisamente dentro de esta dinámica de llamada y respuesta es
donde los formadores encuentran su lugar.
Un primer punto que se sigue de esto es que la formación implica
una dinámica de libertad. «Si debe formar el 'corazón', en el sentido
bíblico y pleno del término, para que el joven tenga los mismos sen-
timientos del Hijo y descubra la belleza del seguimiento, entonces el
proceso educativo se convierte en formación a la libertad (VC 66)»7. La
gracia incide sobre nuestra libertad, pero no la anula nunca - menos
la gracia más potente: porque la gracia es amor, y la libertad es un ele-
mento constitutivo del amor: sin libertad no hay amor ni ninguna posi-
bilidad de una respuesta amorosa.
«En efecto, si el objetivo de la formación fuese tan sólo la preparación
para cierto tipo de apostolado o un cierto estilo de vida, o buscara sola-
mente la posesión de ciertas cualidades virtuosas en vista del ministerio,
entonces la metodología pedagógica podría ser diferente y con otro criterio
(por ejemplo, el fortalecimiento de la voluntad, la capacidad para la ascesis
y la renuncia, la preparación para el apostolado), pero si se debe formar el
«corazón• con el cual el joven tenga los mismos sentimientos del Hijo, en-
tonces no puede existir otro camino posible que el de la libertad. El cora-
zón del hombre puede y debe ser educado y evangelizado, purificado y li-
berado con todo el sufrimiento que ello conlleva, hasta el punto de
experimentar esas actitudes en forma siempre más natural y casi connatu-
ralmente, gracias a una sabia disciplina, casi por connaturalidad hacia aque-
llos sentimientos. No hay una educación auténtica para la consagración al
reino que no tenga que pasar por las fases negativas y positivas, ascéticas y
místicas, de una formación a la libertad -en concreto- como conciencia de
los propios condicionamientos internos, incluso inconscientes, y la capaci-
dad de ser cada vez menos dependientes (libertad 'de'); la libertad como un
don recibido de Dios en Cristo y continuamente revitalizado por el don de
7 Amedeo CENCINI, «La formazione oggi: Ministero e mistero,» en: http://www.
ofmconv.org/x/CENCINI.htm#N_l3_.