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ACTAS DEL CONSEJO GENERAL, núm. 421
Jesús; nuestra misión consiste en ser signos y portadores de su
amor (Const. 2). La presencia salesiana constituye una mediación
concreta de la presencia de «Dios con nosotros»; y, de algún modo,
podemos decir que es un anticipo de lo que Jesús ha pedido al
Padre para todos nosotros: «Padre, los que tú me has dado, quiero
que donde yo esté, estén también conmigo» (Jn 17,24). Este «estar
con» constituye el núcleo de la vida eterna: estar con Dios y con
todos nuestros hermanos y hermanas.3 No podemos ignorar que
este es uno de los aspectos en el que todos estamos llamados a
crecer: todos nosotros, y no solo los hermanos jóvenes (llamados
a veces significativamente «asistentes»).
2. Nuestra presencia debe tener una característica muy concreta: la
conciencia de misión. El texto constitucional no dice solo «en las
personas», ni siquiera solo «en los jóvenes», sino explícitamente: «en
aquellos a quienes es enviado». A pesar de nuestra buena voluntad,
no encontraremos al Señor si no lo buscamos en aquellos a quie-
nes Él mismo nos envía. Este es uno de los elementos esenciales de
la obediencia salesiana, entendida como la búsqueda constante y
apasionada de la voluntad de Dios, a ejemplo de Jesús: «Mi alimen-
to es hacer la voluntad del que me ha enviado» (Jn 4,34). Esto no es
siempre fácil, sobre todo cuando el trabajo no es «gratificante».
3. En este movimiento hacia los jóvenes a quienes somos enviados,
encontramos una dialéctica interesante: Dios nos espera en estos
destinatarios de nuestra misión, pero, al mismo tiempo, estamos
llamados a llevarles su Amor salvífica. Una dialéctica que, en cier-
to sentido, encontramos también en las palabras de Jesús de Mt
25,31-46. Me parece que es este el elemento central, si la vida
3 Vale la pena detenerse en la presencia salesiana como adelanto de la vida eterna, y esencial-
mente como estar junto a Dios y a todos nuestros hermanos y hermanas. Sobre lo primero, cfr.
J. Ratzinger, ,My Joy is to Be in Thy presence: On the Christian Belief in Eternal Life,, en J. Rat-
zinger, God is Near Us: Tbe Eucbarist, tbe Heart ofLije (San Francisco: Ignatius Press, 2003). So-
bre lo segundo, cfr. la fascinante sugerencia de J. Alisan de que ,la alegría puesta delante de
Uesús], (Heb 12,2) era precisamente ,la posibilidad de gozar por siempre en una gran celebra-
ción junto a una multitud de personas, buenas, malas, depresivas, pero amadas por ser seres hu-
manos,. Cfr. J. Alisan, Raising Abel: The Recot•ery of tbe Eschatological Jmagination (New York,
Crossroad, 1996), 189. ,Donde está tu tesoro, allí está tu corazón, (Mt 6,21). El corazón de Jesús
está, sin duda, centrado en el Padre y en todos nosotros, sus hermanos y hermanas.