Confío a María en el Cenáculo a Todos los Misioneros
Nunca como hoy la Iglesia ha tenido la oportunidad de hacer llegar el Evangelio, con el testimonio y la palabra, a
todos los hombres y a todos los pueblos. Veo amanecer una nueva época misionera, que llegará a ser un día radiante y
rica en frutos, si todos los cristianos y, en particular, los misioneros y las jóvenes Iglesias responden con generosidad y
santidad a las solicitaciones y desafíos de nuestro tiempo.
Como los Apóstoles después de la Ascensión de Cristo, la Iglesia
debe reunirse en el Cenáculo con « María, la madre de Jesús» (Act
1, 14), para implorar el Espíritu y obtener fuerza y valor para
cumplir el mandato misionero. También nosotros, mucho más que los
Apóstoles, tenemos necesidad de ser transformados y guiados por el
Espíritu.
En vísperas del tercer milenio, toda la Iglesia es invitada a vivir más
profundamente el misterio de Cristo, colaborando con gratitud en la
obra de la salvación. Esto lo hace con María y como María, su
madre y modelo: es ella, María, el ejemplo de aquel amor maternal
que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión
apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres.
Por esto, « la Iglesia, confortada por la presencia de Cristo, camina
en el tiempo hacia la consumación de los siglos y va al encuentro del
Señor que llega. Pero en este camino ... procede recorriendo de
nuevo el itinerario realizado por la Virgen María ».
A la « mediación de María, orientada plenamente hacia Cristo y
encaminada a la revelación de su poder salvífico »,confío la Iglesia
y, en particular, aquellos que se dedican a cumplir el mandato
misionero en el mundo de hoy
(Juan Pablo II, Redemptoris Missio, 92)
M aría A uxiliadora, pintura de B ayaa,
un profesor catecúmeno de D ark han,
M ongolia
Las primeras salesianas cooperadoras de Mongolia
ORACIÓN A MARIA AUXILIADORA POR LA CHINA
Virgen Santa, Auxiliadora,
Madre de Cristo, Patrona y Abogada de la China, intercede por la Iglesia, por el Pueblo y por la juventud
de China, confiados a tus cuidados maternos.
Infunde en todos el deseo de conocer los designios de amor del Padre, el coraje de acoger el Evangelio
de Cristo, la voluntad de crecer en el Espíritu Santo.
Aleja de tus hijos todo tipo de mal. defiéndelos de los peligros del materialismo y de la indiferencia
religiosa. Suscita, entre ellos, vocaciones santas, fieles al servicio del Reino de Dios.
Y a nosotros, que esperamos con confianza los milagros previstos por nuestro Padre Don Bosco,
concédenos su misma fe, su pasión y su sed de almas; haznos fieles a nuestro carisma y a nuestra
opción en favor de la juventud pobre y abandonada.
Danos el coraje de soñar, audacia en las empresas apostólicas, sabiduría para actuar con amor,
perseverancia en el entregarnos totalmente a la misión, vida que refleje la tuya.
Tu, que en Caná aceleraste el tiempo de tu Hijo, ejerce con presteza tu materna intercesión haz que
pronto se abran para tu pueblo nuevos horizontes , de libertad, de paz y de escucha de tu Hijo.