CON LOS PUEBLOS INDÍGENAS DESCUBRO CADA VEZ MÁS
LA LLAMADA DE DIOS A MÍ
Mi vida religiosa misionera ad gentes comenzó en forma
parecida a la llamada de Dios hecha a Samuel. Con el
consejo de Elí, el niño Samuel reconoció la llamada de Dios a él:
“habla Señor, que tu siervo te escucha” (1Sm 3,9).
Desde niño, yo reconocí una llamada particular, pero no sabía.
¿Quién me estaba llamando y para qué? Durante los años de
aspirantado, pre-noviciado, noviciado y posnoviciado, tuve muchas
oportunidades de escuchar noticias sobre la vida misionera de
salesianos misioneros y yo me preguntaba: ¿Algún día podría yo un
salesiano misionero? En el noviciado, expresé mi deseo de ser
misionero al padre maestro, y luego, durante tres años de filosofía,
siempre hablé con el padre director acerca de este deseo de ser
misionero ad gentes, y él me guió, me acompañó en el discernimiento de mi vocación misionera salesiana.
En el año 2012, el Rector Mayor mi envió a Venezuela y después de 6 meses de estudiar el español, fui
envido a Amazonas y allá trabajé 2 años como tirocinante. La vida entre los pueblos indígenas me acompañó de
sorpresa en sorpresa por la diferencia de la comida, de la lengua, de las cosas cotidianas, en una palabra por la
diferencia cultural. Convivir en la nueva cultura, en los primeros meses me causó un choque cultural, me ocurrieron
cosas que nunca habría podido imaginar en mi vida. Antes de ir a Amazonas, mucha gente me confió que nunca me
asustaría por el choque cultural, sin embargo cuando lo experimenté, tuve mucho ”stress” por las dificultades de
hablar, de conversar, de comunicar… en el nuevo idioma.
Día tras día, con la ayuda y la animación de los hermanos salesianos, con la cercanía y la buena acogida de
la gente en Amazonas, me esforcé para enfrentar este choque y especialmente, releí en mi diario lo que escribí
durante el curso para nuevos misioneros en Roma en Septiembre de 2011. Retomé, reflexioné y compartí las
experiencias y mis reflexiones. Estas me ayudaron muchísimo a calmarme en los momentos difíciles. Poco a poco
pude enfrentar con tranquilidad el choque cultural y reconocí claramente la gracia infinita de Dios en mí; Él
siempre está conmigo en todas situaciones, circunstancias. Siento que la vida de la oración y la unión con Dios son
verdaderamente importantes, porque son las fuentes de las motivaciones que nos ayudan a superar los momentos
difíciles de nuestra vida.
Yo me siento feliz y satisfecho de ser misionero en Amazonas entre los pueblos indígenas: Piarora y Jivi. “El
misionero salesiano hace suyos los valores de esos pueblos y comparte sus angustias y esperanzas” (Const, 30).
Reconozco que la cultura indígena es una cultura riquísima e impresionante. Ellos han sido una parte de mi vida
misionera. ¡Mientras camino con ellos reconozco cada vez más la llamada de Dios hecha a mí.
Cl. José Phan Anh Tuan
Vietnamita, misionero en Amazonas, Venezuela
Testimonio de Santidad Misionera Salesiana
P. Pierluigi Cameroni SDB, Postulador General para las Causas de los Santos
La Sierva de Dios, Ana María Lozano (1883-1982), cofundadora con el beato Luis
Variara de la Hijas de los Sagrados Corazones, escribe así en una carta circular del
1068: “El Divino Corazón de Jesús está pronto para colmarnos de su amor y de su
gran misericordia. Cada día sentimos más su protección y las ternuras del Corazón
santísimo de Jesús. ¡Debemos corresponder con generosidad! «Amor con amor se
paga»”.
Intención Misionera Salesiana
Para que en toda la Congregación las casas de formación se inspiren
cotidianamente en el Sagrado Corazón de Jesús.
Entre nosotros es tradición muy consolidada, pero todavía necesaria de relanzar, la
consagración de todos los formandos y formadores, y de cada casa de formación, al
Sagrado Corazón de Jesús. En cada continente los misioneros han llevado esta
convicción y este patrimonio. Es urgente, por lo tanto, que todos los jóvenes hermanos,
en formación inicial, sepan encontrar en el corazón de Jesús la fuente y el modelo de su
consagración religiosa y del ardor misionero de los hijos de Don Bosco.
