c uando era postnovicio escribí al P. Luc van Looy, consejero para las
misiones, y me ofrecí para ir a cualquier lugar de las misiones; y de
nuevo cuando era estudiante de teología y también siendo sacerdote
joven. Recuerdo que en las cartas me decía que siguiera rezando, que el Señor
me llamará a través de los superiores. Pasaron muchos años; en 1996, cuando
estaba en el quinto año como maestro de novicios de Argentina y Paraguay, sentí
como una llamada a volver a Japón, no sé si como misionero pero sí de regresar,
que el futuro de mi vida estaba sólo en Dios. Así como mis padres en el año 1964
emigraron a Argentina escuchando sólo la voz de Dios como Abraham yo también
regresé a Japón. Fue como mi segundo éxodo, el primero en 1964 cuando fuimos
a la Argentina con mis padres y mis cuatro hermanos, Ángel y Fidel SDB,
Domingo y Paulino, y allá nacieron 4 hermanos y una hermanita que falleció
pronto.
Como misionero en Japón el primer desafío fue la lengua japonesa. En Japón sólo había hecho hasta el
tercer grado del curso elemental (tenía 8 años y medio cuando emigramos) En Argentina, donde fuimos (en un
pueblo llamado Media Agua), no había ninguna familia japonesa cerca. Al principio ni yo mismo sabía que era
japonés por eso pude aprender rápidamente el castellano, no solo tomar mate y comer asado, jugar al fútbol y
ser el monaguillo oficial de la misa dominical del pueblo.
Ahora ya tengo 58 años y soy vicario inspectorial del Japón, pero en el 1997 cuando regresé a
Japón después de 33 años, tenía 42 años. Era un Ursashima Taroo (un personaje mítico japonés que después de
Emigramos a Argentina
haber pasado años en el paraíso
del fondo del mar, cuando
y he vuelto como misionero en Japón! regresa a su pueblo, ya no
conoce a nadie y ni siquiera
sabe dónde está su casa). Tener
cara de japonés y no saber hablar suficientemente bien el japonés fue muy duro, fue un volver a ser niño,
aprender no sólo la lengua sino la cultura, las costumbres de la sociedad japonesa, incluyendo el modo de ser
cristiano entre los japoneses donde el catolicismo es una minoría (un millón
entre japoneses y extranjeros de 126 millones de habitantes).
Como misionero mi mayor alegría son los hermanos y los amigos que el
Señor me ha ido regalando en Japón. Para mí son todos maravillosos y cada vez
voy descubriendo más su bondad, su paciencia, su solidaridad, su respeto, su
religiosidad, su orden y limpieza general. También después del Tsunami, yendo
hacia la región afectada, sobre todo en Fukushima, he descubierto un Japón
nuevo, ese espíritu de solidaridad, más allá de las paredes de las
iglesias cristianas y monasterios budistas. He experimentado la fuerza de la
solidaridad interreligiosa.
A lo largo de mi vida he tenido que decir Sí a tareas que superaban siempre mi capacidad. El temor humano
ante lo desconocido es normal pero la confianza en la presencia amorosa de Dios te da mucha paz, una fuerza
para seguir adelante. Yo los invito a todos Ustedes que son más jóvenes que yo (seguramente) a animarse
a escuchar la voz del Señor que los llama como misioneros y lanzarse a una aventura llena de esperanza. ¡A quien
pronto obedece, Dios siempre lo bendice y nunca lo abandona!
P. Mario Yamanouchi
emigrante japonés a la Argentina, y misionero en Japón
Intención Misionera Salesiana
Por el “Proyecto Europa” en los Países de Europa Norte
Por las comunidades salesianas de Europa que viven intensamente el síndrome
del envejecimiento, para que, gracias a la presencia de los jóvenes misioneros
y hermanos de otros países intenten creer en la fuerza de la regeneración en el
Espíritu y puedan responder a las expectativas de los jóvenes necesitados de
apoyo en su búsqueda de sentido a la vida. Para que las Inspectorías de Polonia
se abran más y ofrezcan su aporte concreto al Proyecto Europa fuera del país.
La inspectorías de Europa Norte- Occidental sufren la falta de vocaciones y el fuerte envejecimiento de los hermanos. La
revitalización interna es apoyada con la presencia de jóvenes hermanos y voluntarios laicos de otras inspectorías. Los
hermanos comienzan a creer que la regeneración del carisma es posible. Hace falta continuar los procesos del Proyecto
África con el apoyo de toda la Congragación. La necesidad de la presencia del carisma salesiano en Europa es indiscu-
tible; con frecuencia los jóvenes perdidos en las sociedades europeas, esperan los guías y el apoyo educativo para encon-
trar la felicidad. Todo esfuerzo de colaboración internacional es bien venido y conlleva signos de renacimiento y de en-
tusiasmo y las buenas prácticas indispensables para el futuro. El apoyo de la oración es siempre una gran ayuda para
creer que sólo el Espíritu puede hacer revivir la esperanza y la fe cristiana en la vieja Europa y dar a los jóvenes la
visión de la vida feliz y cristiana.