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Boletín de Animación Misionera Salesiana
LOS SUEÑOS MISIONEROS DE DON BOSCO
Qu e r i d o s
misioneros
salesianos y
amigos de las
misiones salesianas!
¡Un saludo cordial
desde
Roma,
durante la sesión de verano del
Consejo General!
Contemplando el corazón misio-
nero de Don Bosco nos lleva a
redescubrir cada mes según su
sueño misionero. Cada sueño de
nuestro Padre revela su corazón
que anima a llevar el Evangelio a
los jóvenes de todo el mundo.
¡Dejemos convertir a su forma
de pensar!
Probablemente ya habrán
llegado a todas las Inspectorías
los materiales (DVD, poster,
susidios) para el DOMISAL 2011,
con el tema “Voluntaros para
proclamar
el
Evangelio” [disponible en la
página
www.sdb.org’].
¡Realicemos los sueños de Don
Bosco con la formación de los
grupos misioneros en cada obra
nuestra, del voluntariado juvenil
misionero en cada Inspectoría
Salesiana del mundo!
P. Václav Klement, SDB
Consejero para las Misiones
El segundo sueño misionero de Don Bosco fue una dramática representación
alegórica sobre el futuro de las Misiones Salesianas en toda la América del Sur:
futuro de una grandiosidad épica, adivinado ya por los que intuyeron un algo
que no fue solamente humano en la obra de Don Bosco. Don Bosco contó este
sueño el 4 de septiembre de 1883 en la sesión antermedia del Capítulo
General. [Texto integro MB XVI, 385-398; SDL.SDB.ORG].
« Mi joven amigo continuó: - Oh bien: estas montañas
son como una orilla, una frontera. Desde aquí, hasta allá
está la mies les ofrecida a los Salesianos. Son millares y
millones de habitantes que esperan vuestra ayuda, espe-
ran la fe.
Estas montañas eran las Cordilleras de América del Sur y
aquel mar el Océano Atlántico. . Y sin saber cómo, me
encontré a una estación de ferrocarril. ... Subimos al
tren. Yo pregunté adonde íbamos. .. El bello tren se puso
de nuevo en movimiento, yendo siempre adelante. .. atravesamos selvas, pe-
netramos en galerías, pasamos sobre gigantescos viaductos, nos adentramos
entre gargantas de montañas, costeamos lagos y pantanos sobre puentes, atra-
vesamos anchos ríos, caminamos entre praderas y lla-
nos. Traspasamos las orillas del Uruguay. Pensaba que
era un río de pequeño recorrido, sin embargo es largo.
En un momento vi cómo el río Paraná que se unió al
Uruguay. Y el tren siempre fue adelante, y giro a una
parte y giro a otra, después de un largo espacio de
tiempo se paró por segunda vez. ...
El tren reinició su camino por las Pampas y la Patago-
nia. Por aquí y por allá los campos estaban labrados y
las casas esparcidas indicaban que la civilización había
tomado posesión de aquellos desiertos.
Sobre el principio de la Patagonia atravesamos una ramificación del Río Colora-
do o bien del Río Chubut. . Por fin llegamos al estrecho de Magallanes. Ob-
sevé. Bajamos. Habiamos iniciado Punta Arenas. . Mi amigo me señaló a todas
estas cosas. Entonces pregunté: -¿Y ahora qué quieres decir con ésto?
Me contestó: - Ahora todo está en proyecto, un día será realidad. ... Visto el
maravilloso progreso de la Iglesia Católica, de nuestra Con-
gregación y de la civilización en aquellas regiones, yo agra-
decí a la Divina Providencia que se hubiera dignado de va-
lerse de mí como instrumento de su gloria y cuidado de
muchas almas …»
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