N. 143 - Noviembre 2020
Boletín para la Animación Misionera Salesiana
Una publicación del Sector para las Misiones para las comunidades SDB y amigos de las misiones salesianas
¿HOY DÍA, AÚN ES VÁLIDA LA ACTIVIDAD MISIONERA?
Padre Alfred Maravilla SDB, Consejero General para las Misiones
Era jueves 11 de noviembre de 1875 en la iglesia de María Auxiliadora de Valdocco. Después del canto de las
Vísperas y el Magnificat, Don Bosco sube al púlpito y esboza el programa apostólico de los que parten: comenzar
con la evangelización de los emigrantes italianos y centrarse en la evangelización de la Patagonia. Concluyó con
estas palabras proféticas: “… ¿Quién sabe que esta partida y este poco no sea como una semilla de la que tiene
que brotar una gran planta? ¿Quién sabe si no es como un grano de maíz o mostaza, que se está expandiendo
gradualmente y va a producir un gran bien? " Después Don Bosco abraza a los diez misioneros uno por uno. A
cada uno le entrega una copia de las "Memorias a los primeros misioneros" que él mismo había escrito a lápiz en
el cuaderno a su regreso de un viaje. Don Bosco acompañó a los misioneros a Génova, donde el 14 de noviembre se
embarcaron en el vapor francés Savoie. Un testigo vio a Don Bosco todo rojo por el esfuerzo por contener las lágri-
mas.
Esta escena, tantas veces narrada, ha quedado en nuestra imaginación popular
salesiana. Pero también quedan las preguntas de muchos: ¿La actividad misionera
sigue siendo válida hoy? No tenemos suficientes Salesianos ni siquiera para nuestra
Inspectoría, entonces ¿por qué enviarlos como misioneros a otros países?Dado que
Dios quiere que todos se salven, todos tienen derecho a conocer a Jesucristo. Por
tanto, la posibilidad de conocer a Jesús debe ponerse a disposición de todos de
forma concreta. De hecho, se exhorta a todos los discípulos a predicar el Evangelio
en todo momento y lugar (Mt 28,19-20), para que todos descubran "las inescruta-
bles riquezas de Cristo" (Ef 3, 8). Sin embargo, todos somos conscientes de que in-
cluso hoy, como en el pasado, muchas personas no conocen a Jesús, ni tienen la
posibilidad de conocerlo o aceptarlo. Por eso, hoy más que nunca, la Iglesia está
llamada a estar "en salida", con la misma disposición a escuchar la voz del Espíritu
y a encenderse por el mismo ardor y coraje misionero que inspiró a los misioneros
del pasado (Redemptoris Missio 30; Evangelii Gaudium 24).
Nuestra vocación salesiana nos sitúa en el centro de la Iglesia (Const. 6) "que es
misionera por su propia naturaleza" porque "es enviada a las naciones" (Ad Gentes
2). Don Bosco concibió su Oratorio con una perspectiva misionera para los jóvenes
pobres y abandonados sin parroquia. Animado por el celo misionero, lanzó otras
iniciativas: la imprenta, las Lecturas Católicas, el Boletín Salesiano y fundó la So-
ciedad Salesiana, las FMA, los Salesianos Cooperadores y la ADMA. Finalmente,
abrió una página completamente nueva en la vida de su joven Congregación envi-
ando a los misioneros salesianos en 1875 y a las FMA en 1877. Don Bosco transmitió
este ardor misionero a su familia religiosa. Así, los Capítulos Generales SDB XIX y XX destacaron que el ejemplo de
Don Bosco indica que el compromiso misionero es parte de la naturaleza y finalidad de nuestra Congregación (CG
19, 178; CG20, 471). Los misioneros, por tanto, no son los que sobran entre los numerosos hermanos de la Inspecto-
ría. Ni son con los que nos quedamos porque "aquí necesitamos hermanos". El misionero salesiano es un hermano
que responde a su vocación misionera dentro de su vocación salesiana. De hecho, nuestro envío misionero cada año
es la expresión concreta de nuestra fidelidad al espíritu y compromiso misionero de Don Bosco.
Preguntas para la Reflexión y la Comunión
¿Por qué la actividad misionera sigue siendo válida hoy?
¿Por qué la vocación misionera es una llamada dentro de nuestra vocación salesiana común ?
En 1920, hace exactamente cien años, Don Albera, segundo sucesor de Don Bosco, escribe una ferviente carta
a los salesianos provinciales de Europa para exhortar al celo misionero ad gentes. Ya entonces, escribe el P.
Albera, parecía cumplirse el magnífico sueño realizado por Don Bosco el 30 de agosto de 1883, en el que el
angelical joven Luigi Colle (muerto dos años antes en olor de santidad) le mostraba, misteriosamente la
inmensa mies que los Salesianos tendrían que recoger en el futuro. "Hay miles y millones de habitantes que
esperan tu ayuda, que esperan la fe". A esto le siguieron otros sueños en los que el Santo de los jóvenes
veía poco a poco a sus Salesianos cuidar de las almas en todas partes del mundo. Pero, prosigue Don
Albera, “lamentablemente me sale del corazón el lamento del Divino Maestro: «Messis quidem multa,
operarii autem pauci»”, recuerda advirtiendo la gran necesidad de obreros evangélicos en la inmensa mies
de las obras salesianas. Luego la invitación a la generosidad misionera: “Cuanto mayor sea el número de
Misioneros que una Inspectoría pueda enviar allí donde tenemos Misiones, más
numerosas y preclaras serán las vocaciones religiosas que el Señor dará a esa
Inspectoría. - No es una simple declaración retórica - es un pensamiento
genuino de nuestro Venerable Padre". Ciertamente no es un mensaje del
pasado, todavía y más hoy, como Salesianos y miembros de la Familia
Salesiana, debemos creer en estas palabras y no cerrar nuestro corazón a
las necesidades de quienes están más lejos. "El monumento más hermoso a
Don Bosco, el más digno de su gran corazón apostólico, ¿no es el Misionero,
que con el Crucifijo y el Evangelio en la mano va a conquistar nuevos pueblos
para la religión y la civilización?"
(ver ACS 2,26-33)