N. 136 - abril 2020
Boletín para la Animación Misionera Salesiana
Una publicación del Sector para las Misiones para las comunidades salesianas y amigos de las misiones salesianas
Queridos amigos, ¡Feliz Pascua a todos!
Mientras escribo estas primeras líneas, como Consejero de las Misiones, no
puedo dejar de recordar las palabras de un teólogo del siglo XII, Juan de
Salisbury: "Somos como enanos sobre los hombros de los gigantes, de modo
que podemos ver... más lejos que ellos, sin embargo, no por la agudeza de
nuestra vista o el poder de nuestros cuerpos, sino porque nos sentamos más
alto y somos más altos precisamente por la grandeza de los gigantes.
Por lo tanto, recuerdo con profunda gratitud a todos mis predecesores en
este Sector, especialmente a D. Guillermo Basañes por su servicio durante los
últimos seis años (2014-2020). Gracias también al P. Václav Klement,
Consejero para las Misiones (2008-2014), que hace 11 años tuvo la intuición de lanzar este Cagliero 11 co-
mo un simple pero eficaz instrumento de animación misionera. También quiero agradecer a todos los miem-
bros del equipo del Sector de Misiones cuya competencia, dedicación y colaboración confiaré también para
que me ayuden en la tarea que se me ha encomendado de "promover el espíritu y la acción misionera en
toda la Sociedad" (Const. 138). No esperaba esta elección. De hecho, cuando empecé a darme cuenta de
que algo estaba a punto de suceder, traté de evitar explícitamente este compromiso porque, entre otras
razones, nuestro Visitaduría tiene una grave necesidad de personal. Pero debo reconocer humildemente
que, en efecto, "el Espíritu Santo trabaja como quiere, cuando quiere y donde quiere... Sólo sabemos que
nuestro compromiso es necesario" (EG, 279).
Mientras escribo estas líneas, estamos experimentando una pandemia que nunca antes habíamos
experimentado. Esta tragedia humana es una invitación a tener el coraje de reflexionar y discernir lo que el
Espíritu nos está diciendo.
Este sexenio estará marcado sin duda por el 150° aniversario de la primera expedición misionera salesiana
(1875-2025). Mi deseo es que cada uno de nosotros tenga el coraje y la apertura para dejar que el Espíritu
Santo trabaje en nuestros corazones como Él quiera, cuando Él quiera y donde Él quiera, para que tengamos
el coraje y la docilidad de salir de nuestras zonas de confort e ir con
compromiso a donde Él nos envíe.
P. Alfred Maravilla SDB, Consejero de la Misiones
Entervista al P. Alfred Maravilla
EL P. Alfred Maravilla ha regresado al Dicasterio de Misiones, pero
esta vez, no como colaborador, sino como Consejero. De origen
Filipino, con una larga experiencia misionera llevada a cabo en
primera persona; hasta hace pocos días era el Superior de una
floreciente Visitaduría. El P. Maravilla relata en esta entrevista sus
sentimientos conflictivos y la perspectiva hacia su nuevo destino.
¿Cómo te sientes ahora?
Hice lo que pude para evitar esta elección. Después de mi servicio en el Dicasterio, me imaginaba permanecer perma-
nentemente en la Visitaduría de Papúa Nueva Guinea-Islas Salomón (PGS). Empezamos a sentar las bases, estructuras y
sistemas para nuestra nueva Visitaduría. Durante el proceso de discernimiento con vistas a la elección de los miembros
del Consejo General, cuando empecé a darme cuenta de que algo estaba a punto de suceder, rechacé explícitamente
mi candidatura a Consejero para las Misiones dentro de la Comisión de Asia Este – Oceanía porque, entre otras razones,
nuestra Visitaduría tiene una grave necesidad de personal. Pero al final también fui nominado como Consejero de las
Misiones por las otras Comisiones. Con esta elección, en un instante, todos los sueños y proyectos de la Visitaduría PGS
se desvanecieron en el horizonte, junto con mi deseo de seguir siendo un misionero “ad vitam” en esta parte del
mundo. Todavía no entiendo los planes de Dios para mi vida. Pero en mi corazón resuenan con fuerza las palabras del
Papa Francisco: “El Espíritu Santo trabaja como quiere, cuando quiere y donde quiere; nos gastamos con dedicación,
pero sin esperar ver resultados llamativos. Solo sabemos que el don de nosotros mismos es necesario... Sigamos
adelante, hagamos todo lo que podamos, pero dejemos que Él haga que nuestros esfuerzos sean tan fructíferos como le
parezca”. (Evangelii Gaudium, 279).