MI VIDA MISIONERA ES UN DON DE DIOS
S oy un misionero proveniente de la Provincia de África
Central (AFC), el Congo. Cuando era estudiante en la escuela
salesiana leí la historia de los primeros misioneros salesianos
en el Congo. Sus testimonios misioneros me impresionaron mucho,
pues contribuyeron bastante a la Evangelización y a la vida social
de mi pueblo. Me sentí inspirado y comencé a discernir
personalmente la vocación misionera. Descubrí en mí la llamada a
la vida salesiana y, durante mi noviciado, expresé mi deseo de ser misionero
ad gentes, ad vitam. Después de ser acompañado durante los tres años de filosofía por
mi guía espiritual, escribí al Rector Mayor expresándole mi disponibilidad para la misión. El
tema misionero de este año se ha convertido en mi oración diaria: “Señor, mándame”. Agradezco al Señor que me ha
llamado a la 146ª expedición misionera (2015) y el ser misionero en Sri Lanka.
La Rep. Dem. Del Congo es un país vasto y la presencia salesiana no está en todas partes; muchos otros lugares
del país necesitan aún de los misioneros salesianos ad intra. Así nace la pregunta ¿por qué entonces ser misionero en
el extranjero? La Congregación Salesiana es misionera, con la posibilidad de ser misionero en el propio país o afuera
porque pertenecemos a un grande mundo misionero. He experimentado la grande alegría de compartir mi vida
cristiana y salesiana con los demás allí donde el Señor me ha mandado.
Como misionero en Sri Lanka hice el tirocinio en la comunidad de los hermanos estudiantes de filosofía.
Siento una gran alegría siempre que los domingos vamos en
busca de los jóvenes de nuestra capilla dominical, en una
población casi completamente budista. Qué hermoso ver a los
padres budistas acompañar a sus hijos en el oratorio. Educamos
a los niños y a los jóvenes de una manera salesiana y les enseña-
mos un poco de inglés. Soy feliz de darme a este apostolado
misionero y me siento bien acogido; los srilankeses se distinguen
por su sonrisa auténtica. Realmente es un oratorio de alegría, a
pesar de su pobreza material.
Vengo de una cultura muy diversa a la de esta parte del
mundo: la comida diaria de arroz con pimiento; diversas lenguas
locales; pies descalzos en la iglesia (templo, casa)…, son
pequeños retos que superaré poco a poco para aprender y
apreciar esta nueva cultura. El curso misionero de Roma nos ha
preparado para tener paciencia a la hora de sentir el “shock
cultural”. La oración personal me ayuda a superar algunos
desafíos personales.
A los jóvenes salesianos que tienen la intención de ser misioneros ad gentes, les digo que debemos siempre
recordar que la vocación misionera es un don de Dios que quiere que nosotros sigamos su misión en todo el mundo.
Cuando nos sentimos llamados a la vida misionera, demos una respuesta inmediata y positiva porque es la iniciativa de
Dios que nos llama.
Faustino BAHATI sdb
Misionero congolés en Sri Lanka
Testimonio de Santidad Misionera Salesiana
P Pierluigi Cameroni SDB, Postulador General para las Causas de los Santos
El Venerable Atilio Giordani (1913-1972), laico, esposo y padre de familia, trabajó con
entusiasmo cristiano por dos años en el Oratorio San Agustín de Milán y después, con
extraordinario espíritu apostólico, se proyectó hasta el Brasil. En las cartas escritas durante
la guerra, en 1942, a su novia Noemí, que llegará a ser su esposa, en forma divertida
escribe: “Señorita, la quiero alegre; yo, gracias a Dios, a pesar de mis acostumbrados
achaques y mi tarda edad, con todos los pensamientos inherentes, soy bastante alegre… es
mi firme propósito, y le invito a rezar para que sea siempre así, a trabajar siempre para la
gloria de Dios y no para terceras intenciones. Señorita, le confieso que sueño en una familia,
donde la total paz cristiana y la sonrisa inocente de los niños (si el Señor nos concede la
grande gracia) no sea turbada por ninguna nube”.
Por los Salesianos Ancianos y Enfermos
Intención Misionera Salesiana
Para que sigan irradiando la alegría de la llamada y sean interceso-
res de abundantes gracias del Señor para las misiones salesianas.
Fe, esperanza y caridad son las virtudes de la vida cristiana que nos llevan a la ma-
durez de Cristo (Ef. 4, 13) Quien está más adelantado en el camino de los años tie-
ne siempre un tesoro más grande de donde sacar. Es una riqueza que se renueva
cuanto más se da. Entre generaciones de hermanos se puede crear una comunión
en el bien que desafía todos los cambios culturales, de lengua, de gustos, de mo-
das. Oremos para que este diálogo y encuentro entre sabiduría y experiencia, por
un lado, y nuevas generaciones, por otro, sea de veras fecundo.